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¿Quién eres? por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me pertenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

Buenas noches! La última semana a sido increíble, la cantidad de personas que leyeron el capítulo y los que me escribieron... me dejaron sin palabras. Por el apoyo que me dan decidí hacerles un regalo y espero que les guste.

Por lo general los cap tienen alrededor de 12 hojas y entre 4.5 y 5.5 palabras, este claramente es más largo. Estuve tan inspirada que no solo escribí este capítulo sino que también escribí el 14, y ambos quedaron  muy largos. Lamentablemente ya no quiero seguir en Egipto, el plan eran 4 caps (uno el viernes, dos el sábado y uno el domingo) y tendría que agregar otro. Decidí llevar la parte del sábado que estaba en el cap 14 al 13, por lo que este cap quedó con poco más de 14 hojas.

Y  a eso le agregamos 4 más! Decidí escribir un BONUS de regalo! En este cap encontraran la narración de las historias que me inspiraron a crear a los personajes y sus vidas, estarán narradas por Seto y Joey en forma de diálogo. Lo curioso es que cada cosa que ellos dicen son resultado de muchas escenas que yo me imaginaba en primera persona, principalmente de Seto. Llegué a casi cambiar la forma de escritura, pero habría que dedicarle un cap entero solo a eso y no me gustaba. Entonces escribí pequeñas escenas. Les contaré más al final del cap. DISFRUTEN!

CAPÍTULO 13: alguien me dijo que Yugi es un lobito en piel de oveja y yo no puedo estar más de acuerdo.

Joey se quedó conectado al juego por una hora y media más, después de todo era sábado y el Sacerdote solía quedarse por más tiempo, aunque tampoco quería robarle horas al Sacerdote si tenía en cuenta que estaba de vacaciones con sus amigos, quizá planeara en la mañana hacer algo con ellos.

Cerró el juego y apagó la laptop. Sus piernas estaban hirviendo para ese momento, al menos la temperatura ya estaba comenzando a bajar. Fue a la planta baja y los encontró a casi todos en la entrada y el porche.

-¿Qué quieres visitar primero? –Atem colocaba un casco sobre la cabeza de Yugi y luego se colocó el propio.

-No lo sé, es tu ciudad, tú dime.

En la entrada al garaje estaban estacionadas las tres motocicletas, Marik y Malik se montaban a las suyas. Malik se dio cuenta de que estaba en el porche y lo saludó.

-Iremos a dar una vuelta, ¿quieres venir? Puedes ir conmigo –Malik señaló la parte de atrás de su motocicleta y Joey realmente se lo planteó.

-No lo creo, gracias. La verdad es que tengo demasiado calor –Joey sacudió su remera que la sentía sudada-. Estaba pensando en darme un chapuzón en la increíble piscina de allí atrás.

-Adelante entonces –Atem le contestó subiéndose a su propio vehículo, Yugi subió detrás-. Volveremos en un par de horas.

Joey los despidió y entró a la casa, dejó la laptop nuevamente en la biblioteca como pretendía en un principio. Volvió a la habitación y se puso su traje de baño, para finalizar se embadurnó en protector solar o quedaría peor que un tomate maduro. Se colocó sus gafas de sol y tomó una toalla.

Le pareció extraño no ubicar a ningún hermano Kaiba pero a Akefia lo encontró tomando una siesta nuevamente en el sofá del porche trasero, debía admitir que allí corría una brisa agradable.

-¿Por qué no has ido con los demás? –le preguntó. Akefia quitó su brazo de sus ojos y lo miró fijamente. Joey admitía que se veía intimidante, pero ya había tratado con chicos así y le era igual que empujar una pluma.

-Ya me conozco Egipto del derecho y al revés. Además cuando vengo aquí es como estar de vacaciones; Anat hace la comida, no tengo que asegurarme de limpiar, todo está silencio y los muebles son cómodos –golpeó los almohadones blancos con las suelas sucias de sus zapatos para dejar claro el punto. Joey pensó que a ese chico le gustaba ver arder el mundo.

-Buen punto, ¿dónde están Mokuba y Kaiba?

-Mokuba fue a visitar a un vecino que es amigo suyo y Seto ni idea la verdad –el egipcio volvió a taparse los ojos y acomodarse para seguir durmiendo.

Joey entendió que la conversación había acabado así que se fue a su destino. Dejó su celular en la mesa y la toalla al borde de la piscina con sus gafas sobre ella, no esperó ni un segundo más y se lanzó al agua; la frescura lo golpeó de inmediato y sintió como si al fin pudiera respirar. Se entretuvo dando brazadas de lado a lado, disfrutaba mucho de nadar y no lo había hecho en mucho tiempo. Cuando se cansó volvió a colocarse sus lentes y tomó una colchoneta inflable que le parecía increíble; era enorme y tenía respaldo y apoyabrazos. Se montó en ella dispuesto a disfrutar del sol.      

No había pasado ni un minuto cuando escuchó la puerta de la cocina y al mirar tuvo que sostener su mandíbula para que no se le cayese. Kaiba hacía su aparición con solo un traje de baño azul sostenido en sus caderas que dejaban ver una perfecta V que combinaba con unos excelentes abdominales, ¿de dónde un nerd sacaba un cuerpo así? Llevaba tranquilamente una toalla en su hombro y gafas oscuras de sol que seguramente eran originales, al contrario que las suyas que había comprado en la calle pero cumplían su función.

-La genética es tan injusta.

Y es que se le caía la baba con solo verle y agradecía tener lentes y poder disimular aunque sea un poco. Kaiba dejó su toalla y sus lentes junto a la suya, le daba gracia que ambos hicieran lo mismo. Fue al otro lado de la piscina donde estaba profundo y entonces de primera plana lo vio hacer un clavado perfecto.

-Presumido. ¿Qué nada le puede salir mal?

Salió del agua casi a su lado chorreando agua y derrochando masculinidad, casi parecía parte de un comercial. Él compraría la mierda que sea si un hombre así se lo pedía.

No nadó mucho, solo hasta sus lentes y entonces se acercó a él. Joey trató de pensar en cualquier cosa que arruinara la imagen que estaba viendo, recordó a todos los chicos horrorosos de su clase a los que estaba obligado a ver antes y después de educación física. Kaiba se trepó a su lado en la colchoneta.

De verdad no sabía dónde meterse. -Sí claro, puedes sentarte. No estás invadiendo –Kaiba se recostó poniéndose cómodo y dejando en claro que no iría a ningún lado.

-Háblame de tu hermana –Kaiba puso un pie en el borde de la piscina y los empujó al centro. Joey se tensó de inmediato.

-No hay nada de qué hablar. Es una historia larga y es triste… y no es de tu incumbencia –le molestaba que viniera a exigir que le contase sobre su vida privada.

-Tengo tiempo y no suelo conmoverme fácilmente, es lo que sucede cuando tienes una infancia horrible. Algo me dice que lo entiendes –hizo una pausa-. Cuéntame. No tengo nada mejor que hacer.

-Si quieres conversar por qué no me cuentas tú cuál es la historia detrás de tus amigos secretos. ¿Por qué crearon un juego? ¿Cuál es el motivo de esos apodos tan raros? ¿Por qué dejaste Egipto o por qué viniste a vivir aquí directamente? –Joey se puso a enumerar todas las preguntas que le habían surgido en los últimos días y de las cuales prefería hablar antes de su vida.

-Te cuento si me cuentas –eso realmente lo tentó pero no estaba seguro si lo suficiente.

Soltó un bufido de irritación y al mirar a Kaiba este le dio una sonrisa burlona. -Está bien –pensó sobre dónde comenzar, enseguida adquirió un aura deprimente-. Serenity y yo siempre fuimos muy cercanos, hacíamos todo juntos, además desde niño tengo complejo de súper héroe así que era un buen hermano –se rio de sí mismo-. Todo estaba bien hasta que cumplí los doce y mi padre perdió el trabajo, mi madre conservaba su empleo pero mi padre se sentía muy humillado por no traer dinero a casa. Reventó finalmente a los meses. Comenzó a beber todos los días y discutía fuerte con mi madre, esos días Serenity dormía conmigo porque se asustaba. Después de unos meses consiguió un trabajo pero al poco tiempo lo despidieron y llegó a la estúpida conclusión de que él era demasiado bueno para cualquier trabajo y se dedicó solo a beber y a pasársela en el sofá.

Kaiba lo escuchaba atentamente. -¿Y tu madre no hizo nada?

-Lo soportó un par de meses más y entonces decidió que ya había tenido suficiente. Se divorciaron –hizo una pausa antes de decir lo que más le dolía, tomó aire y exhaló-. Un día por la tarde fui a jugar a la plaza con unos amigos, cuando volví mi madre estaba colocando cajas y equipaje en el auto. Ella metió a Serenity en el auto y se marcharon. Recuerdo el rostro lloroso y asustado de mi hermana mirándome y gritándome por el vidrio de atrás. Yo no pude hacer nada, ni siquiera entendía lo que sucedía. Ellas no regresaron.

-¿Ella te dejó ahí? –la voz de Kaiba era de completa indignación, claramente no podía entender cómo podían dejar a un niño con un ebrio.

-Fue parte del trato que hicieron por el divorcio; cada uno se quedaría con un hijo. No la culpo por haberse llevado a Serenity, fue lo mejor. Es solo que ella… ni siquiera me miró, solo se subió al auto sin despedirse y se marchó –le gustaba pensar que para su madre era doloroso dejarlo-. Me siento estúpido cada vez que pienso en eso y me duele.

-Era tu madre –las palabras de Kaiba lo resumieron todo y a pesar de que dijo que no le daría su empatía, se la estaba dando.

Llevó sus rodillas a su pecho y disfruto del sol un segundo antes de seguir. -El tiempo pasó y a mi padre no le quedó de otra que salir a buscar un trabajo, mi madre ya no estaba para mantenerlo, pero en ningún trabajo duraba mucho; iba bebido a veces y solía gastar casi todo el dinero en alcohol. Pasados mis quince años creí que ya era hora de ayudarlo si quería comer algo, no hay muchos lugares que contraten a personas de esa edad, antes de darme cuenta acabé en el peor lugar –Joey levantó sus brazos y le mostró algunas cicatrices, también señaló una blanca en su hombro y un par en sus piernas, la peor igual era la del abdomen-. La pandilla no era mala para un niño que se sentía solo y tenía hambre, pero te termina convirtiendo en algo horrible y es difícil de salirse.

Kaiba tomó su muñeca y trazó una cicatriz mal curada en su brazo. -¿Cómo saliste?  

-Es gracioso pero Yugi me salvó –sonrió al ver la cara de Kaiba, a pesar de los lentes entendía perfectamente que le estaba costando creerle-. Es cierto. Por ese entonces ya habías entrado a la escuela, de lo cual me enteré bastante tarde por cierto, no prestaba nada de atención a lo que sucedía a mi alrededor, con la única persona que hablaba era Tristán. La primera vez que vi a Yugi me pareció infantil y un perdedor total –soltó un sonido de lamento al recordarlo-,  no me porté para nada bien con él y Yugi aun así me consideraba su amigo. Había estado pensando en dejar la pandilla y conseguir un trabajo decente, pero ellos tenían planes para meterme en otras cosas de las cuales ya no podría escapar.

-No entiendo cómo es que Muto te salvó –Joey revoleó los ojos ante su impaciencia.

-Te dije que era una historia larga, ahora te la aguantas –volvió a retomar la historia-. Sabes, cuando un tipo que te lleva más de una cabeza te intimida lo mejor que puedes hacer es correr, pero bueno, supongo que ya conoces lo que Yugi es capaz de hacer en nombre de la amistad. Imagínalo: Tristán y yo hechos papilla en el suelo y Yugi como última protección ante un gigante sin cerebro –se rio al recordar la situación-. Terminamos los tres con más partes lastimadas que sanas en casa de Yugi, pero ya no estaba en la pandilla y me conseguí el mejor amigo que se puede pedir, entonces ya teníamos casi dieciséis. Final feliz.

-Joey –Kaiba hizo una pausa y puso una cara de no saber si estaba bien preguntar. Joey estaba sorprendido de que lo llamara por su nombre-. ¿Tu padre continúa…

-Lo siento, fue un falso final –interrumpió al ver lo que quería decir-. Luego de eso conocí a Tea y Ryou, Tea me recomendó un par de lugares para trabajar y así empecé. Pero al llegar a casa la situación seguía apestando, un día me cansé y quise convencerlo de buscar ayuda. La cuestión es que no es fácil tener una conversación con un borracho. Discutimos y entonces papá me golpeó, solo recuerdo un dolor agudo y al otro día desperté en el hospital. Mi cabeza había golpeado el borde de la mesa y enseguida me desmayé –se tocó la cabeza donde todavía podía sentir la cicatriz-. Mi padre estaba a mi lado y nunca lo vi tan asustado como ese día, creo que entonces comenzó a recapacitar. No se alejó de mi lado en toda la semana, solo iba al trabajo, a tirar todo el alcohol de la casa y a grupos de apoyo por fin. Ya han pasado más de dos años; Papá está mejor, tiene dos empleos, nos llevamos bien y yo conservo uno para gastos personales, sería demasiado pedir que él me comprara mis juegos.

-¿Tu madre no volvió? ¿Por qué no has vuelto a ver a tu hermana? –se notaba el claro interés de Kaiba con la relación de Joey y Serenity.

-Claro que no volvió, su matrimonio está muerto desde hace años –a Joey le sorprendió que Kaiba con su inteligencia no haya entendido eso-. Pero por eso mismo no habla con mi padre y como no confía en él no deja venir a Serenity. En mi casa el dinero no sobra como para poder viajar a verla, pero he estado ahorrando y apenas pueda iré. Mientras tanto nos conformamos con videollamadas y textos, cuando era más pequeña le escribía cartas, ella lo adoraba, decía que era como una película de princesas. Pero después ya no quiso. Los niños crecen, supongo que entiendes eso.

-Si lo entenderé. Mokuba quiere que le enseñe a afeitarse, dice que debe de estar preparado para el momento –Kaiba negó suspirando al recordarlo y Joey soltó una carcajada-. Estoy seguro de que conseguirás ver a tu hermana pronto.

Flotaron sobre el agua suavemente, la piel les escocía por el calor directo del sol pero no se zambullirían, la conversación realmente no había terminado. Cada uno estaba encerrado en su mente; Joey no podía sacarse de la cabeza la imagen de su hermana llorando mientras su madre se la llevaba lejos y Seto estaba cuestionándose sobre el chico que estaba a su lado a quien creía precariamente conocer. Él no conocía a Joey Wheeler, no realmente. Lo que pensaba de él no era más que ideas propias alejadas de la realidad, Wheeler no era inmaduro ni tampoco un mal jugador. Este fin de semana le estaba haciendo tragar su propio orgullo.

Joey hundió su pie en el agua, pensativo. -Ya te conté mi historia, cuéntame la tuya.

Kaiba no contestó, Joey pensó que se había arrepentido y se guardaría su vida privada para él. Estaba a punto de reclamarle cuando por fin se dignó a hablar.

-Supongo que ya sabes la historia de por qué Gozaburo me adoptó. Él no estaba muy feliz de hacerlo pero no tenía herederos y yo era digno de serlo, estaba  seguro de que si me educaba correctamente me encargaría del negocio y lo haría fructífero, al contrario que la banda de empleados incompetentes que se peleaban entre ellos para heredar la empresa algún día –Joey miró a Kaiba, estaba tenso y tenía su puño apretado-. Al mes de la adopción nos trajo a Egipto con él a visitar a su hermano. Atem era insoportablemente amable conmigo y no me dejó en paz hasta que acepté ser su amigo, teníamos diez años –Joey no pudo aguantar soltar una carcajada al imaginarlo-. Por suerte Atem es listo y astuto, a veces más que yo -se notaba lo que le costaba decir eso-, nos llevamos bien. Meses después él viajó a Japón con su padre y luego no lo volví a ver en un año. Alrededor de mis doce Gozaburo nos mandaba a Egipto seguido, a veces por semanas enteras, fue cuando conocí a Marik.

-Yugi me dijo que Marik y el Atem crecieron juntos.

-Lo hicieron, Marik vive allí –Seto señaló la casa junto a la piscina, Joey se había estado preguntando qué era la pequeña construcción allí, era bastante grande como para solo guardar cosas y combinaba perfectamente con la casa mayor. Ahora lo entendía mejor-. Su padre es el guardia de seguridad principal de mi tío, ahora está de viaje con él, y su madre es la cocinera, por eso entre Marik y Atem a veces puedes ver alguna clase de jerarquía. Al igual que Atem me obligó a ser su amigo. Ya no sufría tanto al estar aquí, lo que fue una suerte porque entonces nos quedamos durante mucho tiempo.

-Gozaburo los abandonó aquí, ¿verdad? –Kaiba asintió de inmediato.

-A él no le gustaban los niños y no los quería invadiendo su mansión. Atem estudiaba en casa y éramos de la misma edad, se deshacía de mi presencia y me educaba para heredar la empresa. Estudié aquí con Atem por casi un año.

-¿Y por qué te fuiste entonces? ¿Dónde entra el juego en todo esto?

-¿Qué pasó con lo de no ser impaciente? –Joey bufó molesto-. Tenía trece y llevaba dos meses aquí cuando perseguíamos a Marik como siempre que iba a ver a Malik –Joey miró sus dedos y empezó a calcular-. Sí, lleva desde los doce años enamorado como tonto de Malik, pero recién salieron a los dieciséis. Lo importante es que en uno de esos días estábamos distraídos y entonces un niño apareció de la nada, le quitó el teléfono a Atem y salió corriendo. Atem le gritó y Marik se dio cuenta de nuestra presencia y lo que sucedía, siempre quiso ser como su padre así que se autodenominó el guardia de Atem y comenzó a perseguir al niño mientras le gritaba ‘ladrón’ y que se detuviera para darle una paliza. Nosotros íbamos detrás, no teníamos permiso para salir y no queríamos tener que explicar a mi tío por qué Atem ya no tenía su celular.

-No me digas que ese niño… -miró a Akefia que seguía con su siesta en el sofá-. ¿Te hiciste amigo de alguien que trató de robarte? –Kaiba se rio, era un chiste bastante recurrente.

-Pues sí. Marik finalmente lo atrapó pero no le dio la paliza que prometió, ya se la habían dado otras personas –su voz se volvió seria entonces-. Al igual que yo creció en un orfanato y uno muy malo, los obligaban a robar para poder comer algo. No se llevó el celular ese día pero me senté con el fuera de la casa mientras Atem y Marik asaltaban la cocina por comida, él y yo nos entendimos de inmediato. Comió con desesperación y se llevó el resto, dijo que era para sus hermanos.

-¿Cuándo lo volvieron a ver?

-Creo que una semana después, vino con algunos de sus hermanos. Alimenta a un perro y luego tendrás que alimentar a una camada. Todos estaban lastimados -hizo un sonido de enojo-. Los vendamos y les dimos comida de vuelta, las próximas dos semanas hicieron lo mismo. Anat fue la primera en darse cuenta de que algo sucedía, la cocina es su territorio después de todo. De todas formas cuando le contamos lo que sucedía ella misma nos daba la comida y una vez vendó a Akefia cuando nosotros no pudimos de lo grave que era. Finalmente mi tío se enteró, nos encontró a los cuatro jugando juntos, Akefia se asustó y salió corriendo de la casa enseguida. Atem tuvo que salir a dar la cara.

-¿Y qué pasó? ¿Les prohibió volverlo a ver?

-No, pero se sorprendió de lo que sucedía. Pero mi tío es buena persona, se apiadó de Akefia y además compró el orfanato -Joey lo miró con la boca abierta, hasta entonces parecía una historia hermosa-. Ahora los chicos siempre tienen para comer, vestir y dormir, además Akefia comenzó a asistir a la escuela nuevamente, iba a la misma que Marik por lo que pasaban bastante tiempo juntos. Y claro, ahora teníamos autorización para que él viniera a la casa siempre que quisiera, lo que era casi todos los días, aunque no se quedaba mucho porque trabajaba también en el orfanato. Allí se cuidan los unos a los otros, él es mayor y por lo tanto siempre está con un ojo sobre los más pequeños.

-Por eso no estás seguro de que él se mude a Japón definitivamente –Seto asintió-. Y explica por qué me dijo que en este lugar había mucho silencio. ¿Y el resto de los apodos de dónde vienen?

-Generalmente está rodeado de niños gritones y mocosos que invaden su cama para dormir con él –Joey sonrió sorprendido por la historia, Akefia no parecía ser esa clase de persona pero lo era-. Por más que éramos amigos discutíamos un montón, tal como ahora, los apodos salieron de allí. Marik se enojaba con Akefia y le llamaba ‘ladrón’, Akefia se molestaba y lo llamaba ‘guardián’ por ser el perro guardián de Atem que siempre sale en su defensa. Atem siempre jugaba el papel de ‘mi casa, mi reglas’, era su forma de mantenernos controlados y además siempre ha sido el maravillo pegamento que nos mantiene a todos unidos. 

-Le queda perfecto ‘Faraón’ -Joey se rio-. ¿Te sentiste amenazado y te autonombraste Emperador? Déjame adivinar, querías dejar claro que era tu juego –hasta donde sabía, la primera parte había sido creación de él.

Kaiba se rio también y luego demoró en responder, como si no estuviera seguro de lo que estaba por decir. -Diste en el clavo con ese, soy el Emperador en el juego. Siempre había algo que no me gustaba de los juegos que probaba, cuando tenía tiempo libre diseñaba mi propio juego, dibujaba mi mapa medieval y cosas a las que mi personaje se enfrentaba con su espada, pero le faltaba algo.

-¿Cuándo se unió el resto? ¿De dónde salieron las cartas de monstruos?

-Llegó un punto en el que me obsesioné con crear un juego, los otros lo notaron y como siempre se auto-invitaron a ayudarme. Era divertido. Lo primero que creamos eran los mapas, mejoramos mucho en dibujo por aquel entonces, aunque eran horribles, creo que Anat los guardó todos de recuerdo. Todo cambió una vez que Pegasus apareció, es el padrino de Atem y trabaja con su padre, mi tío es un arqueólogo y coleccionista. Pegasus había descubierto un antiguo juego egipcio de monstruos encerrados en lápidas de piedras y convocados a la vida por medio de la magia negra.

-¡¿Estás diciendo que el Duelo de Monstruos era real?!   

-Sin pruebas científicas pero parece que sí. Pegasus nos lo enseñó y supimos que eso era lo que nos hacía falta. Mi tío estaba complacido de que lo ayudemos en su investigación, descubríamos Monstruos y anotábamos su poder, en tres meses superamos los doscientos, Mokuba guarda la carpeta. Las cartas mágicas y de trampa las creamos nosotros. Y entonces todo se fue por el caño –Joey suspiró de decepción-. A Gozaburo no le agradó que mi tío me diese tiempo libre y menos que lo utilizara para crear un juego. Cerca de mis catorce años me regresó con mi hermano a Japón y me hizo estudiar trece horas diarias seguidas. Apenas aflojó la cuerda me puse en contacto con los chicos y empezamos la segunda parte del plan: hacer de nuestro juego un videojuego. Mientras que Gozaburo pensaba que mis clases de programación eran utilizadas con fines de mejorar la empresa, yo me la pasaba creando el videojuego con los chicos.

-¿Cuánto tiempo les llevó?

-Años, fue todo a prueba y error. Cuando asesinaron a Gozaburo heredé la empresa de inmediato y no dudé en cambiarla de rubro -Joey lo miró impactado, ¿Kaiba dijo asesinar? ¿Qué pasó con el accidente que decían en la televisión?- Por nada del mundo dejaría que mi hermano y yo corriéramos con el mismo destino. La ganancia obtenida por la venta de la mitad de la empresa la usé para comprar una empresa de programación especializada en videojuegos, ellos me ayudaron a crear nuestro juego y yo les di el dinero que necesitaba para no ir a la quiebra y progresar. Finalmente en Marzo de este año pusimos a la venta el juego.

-Me he estado preguntando, al igual que todos nuestros compañeros de clase, por qué asistes a la escuela. Antes te educabas en casa, ¿por qué no hacerlo ahora también? Y además no entiendo por qué no volviste a Egipto.

-Primero quiero aclarar que no me gusta para nada ir a la escuela, mi tío tiene mi tutela y él me lo exige, puedes preguntarle por qué disfruta tanto torturarme, luego me lo cuentas –Joey ahogó una carcajada-. El por qué no volví a Egipto es fácil, fue por la empresa. Debía arreglar el lío que Gozaburo dejó y luego no tenía sentido mudar la empresa a Egipto, trabajo en el rubro de los videojuegos, Japón es el mejor país para llevarlo a cabo.

-Supongo que sí –Joey pensó que era una obviedad.

Toda la historia había sido fascinante, si fuera un director de Hollywood la compraría y haría una película con actores sexys, seguro que ganaba un Oscar. Como fan del juego le gustaba saber cualquier dato sobre la creación de este y estaba seguro de que al resto del mundo también le gustaría si lo supieran. Se abanicó soltando un suspiro, llevaban demasiado tiempo al sol.

-No sé por qué Gozaburo pensó que lo mejor era sacarme de Egipto, creo que fue el peor error que cometió. Solo hizo que quisiera cambiar de rubro la empresa y me esforzara más en terminar mi juego.

-Yo si lo comprendo –Seto lo miró sorprendido, Joey se elevó de hombros-. Si algo he aprendido de ti es que eres muy diferente al estar con amigos, dudo que algo de esto haya surgido si no los hubieras conocido. Si él quería endurecerte y alejarte del resto del mundo, mantenerte en Egipto podría ser contraproducente, sería un error –tomó un respiro y se acercó al borde de la colchoneta hundiendo sus piernas en el agua fría, miró a Seto por sobre su hombro-. Si yo fuera Gozaburo, también tendría miedo de lo que Egipto hace contigo.

Tomó sus lentes y los lanzó a su toalla, cayeron justo donde quería. Saltó al agua entonces, el frío lo golpeó de inmediato, su cuerpo estaba muy caliente por el sol. Nadó por un rato hasta su piel volvió a una temperatura soportable, luego fue hacia sus cosas y salió, se dirigió el porche secándose el cabello. Se sentía muy extraño, su cabeza estaba maquinando a toda marcha sobre lo que Kaiba le había contado, sobre Kaiba en general.

La tentación pudo con él y miró hacia atrás. Kaiba seguía en todo su esplendor sobre la colchoneta, sostenía sus lentes que había bajado y sus fríos ojos azules estaban clavados en él, más bien estaban clavados en su trasero mientras se mordía el labio. Volteó de inmediato sintiendo como se sonrojaba y una sonrisa se le escapó al caminar. Kaiba claramente lo estaba observando y parecía que le gustaba lo que veía, eso inflaba su ego a más no poder.

Se secó el short un poco con la toalla y la extendió en uno de los sofás, tomó su celular y se sentó dispuesto a jugar para pasar el rato. Vio que Akefia seguía durmiendo en el sillón continuo, ahora roncaba y el gato de Atem estaba acostado sobre su estómago frotando su esponjosa cola en su nariz.   

-¡El último en llegar ayuda con la cena!

-¡Ese serás tú!

Joey levantó la vista cuando escuchó los gritos, entonces Marik y Malik aparecieron corriendo y empujándose entre ellos mientras dejaban sus zapatos y remeras por el camino. Estaban sudados y deseosos de poder llegar a la piscina. Mokuba pasó corriendo por su lado y les ganó al tirarse de bomba al agua, ellos cayeron detrás de él.

-¡Tú pierdes Malik! –Mokuba se burló.

-Muy bien, si así lo desean… yo cocinaré esta noche –Malik levantó ambos brazos en forma de rendición mientras su novio nadaba a su alrededor.

-Moriremos envenenados –Seto lo pinchó y todos se rieron sabiendo que tenía razón. Abandonó la colchoneta entrando al agua-. Mokuba, el punto del traje de baño es no mojar la ropa que luego tienes que usar.

-Por Dios, Seto. Traje ropa de sobra, no es un problema y tenía calor –Mokuba rodó los ojos y recién entonces se quitó su remera empapada lanzándola al borde.

Atem y Yugi hicieron aparición vistiendo sus propios trajes de baño, las únicas personas decentes del lugar se lanzaron juntos al agua. Joey supuso que estaban agotados de viajar al sol y el agua fría debía ser un placer.

Akefia entonces se levantó por fin alejando con molestia al gato de encima, él ya tenía un traje de baño puesto así que solo se quitó la remera y se unió a los demás. Joey estaba disfrutando de más al ver a tantos chicos atractivos con poca ropa y mojados, ¿por qué no había chicos así en su escuela?

-¡Ven Joey! –Yugi le pidió que se uniera y así lo hizo.

Hasta que se puso el sol jugaron en el agua hasta el agotamiento, Joey entendió que los chicos de verdad eran competitivos al crear todo tipo de juegos enseguida y matarse tratando de ganar por más estúpido que era. Vio que Kaiba no perdía la sonrisa de la cara ni por un segundo.

+

Terminaron envueltos en toallas suaves en los sillones y alrededor de una fogata suave. Yugi y Joey no podían creer lo cómodos que se sentían y cómo se divertían, ni por un segundo habían creído que sería así. Akefia y Atem compartían una cerveza presumiendo ser los únicos que tenían edad para hacerlo mientras que cantaban una canción en árabe, ellos no entendían nada pero se oía agradable.

-Toma Moki –Marik apareció con botanas y le tendió malvaviscos y un palo al menor-. Lo dejo a tu cuidado, pero por favor no te des un subidón de azúcar.

-Ya sé, ya sé. No volverá a pasar porque si no Seto me asesina –Mokuba recitó como si ya lo hubiera dicho anteriormente y se apoderó con ambición de la bolsa de dulces.

-A mí me da igual. Esta vez no compartimos habitación –Seto se elevó de hombros-. Si quieres pasarte la noche vomitando, tendrás que hacerlo solo.

-No volverá a ocurrir –Mokuba lo miró indignado y sonrojado, aun así tomó un malvadisco y lo encajó en la punta del palo para meterlo en el fuego-. Ya estoy grande para eso.

Joey vio como Seto rodaba los ojos, luego lo miró a él y señaló a su hermano con una cara de “vez lo quiero decir”. Soltó una carcajada. Se dirigieron una sonrisa, no podían creer que estaban compartiendo una sonrisa con el otro.

-Mamá quiere conocerte, me pidió que te llevara a casa después del evento –Yugi estaba junto a Atem compartiendo un sofá, tenía la cabeza apoyada en su hombro y entre sus manos tenía una de Atem con la que jugaba nervioso-. Está bien si no quieres.

-Claro que quiero –Atem acunó su mejilla y Yugi frotó su rostro allí, besó su palma.

-¿En serio no vas a decirme nada sobre el evento? –lo pinchó Yugi con la esperanza de que le cuente algo, lo miró batiendo sus hermosos ojos amatistas. Atem se rio pasando un brazo sobre sus hombres y acercándolo más a él.

-No lo haré –Yugi le hizo un puchero, Atem apretó sus mejillas y le dio un pico.

-Puedes ir rindiéndote –intervino Malik sentado en el suelo entre las piernas de su novio, tenía la mejilla apoyada en su rodilla-. Estos chicos de aquí están repletos de secretos, no te dirán ni una cosa. A mí no me han dicho nada. Tengo mis sospechas sobre lo que es, pero más de una vez me han dejado pistas falsas para confundirme –dijo de manera rencorosa, el malvadisco que tenía en el palo se incendió y lo sopló para apagarlo.

Los cuatro nombrados se miraron entre ellos y se aguantaron la risa. Debían de admitir que les encantaba tomarle el pelo Malik, contra más insistiera él en que le contaran más insistirían ellos en no hacerlo. Al final no se aguantaron y todos se rieron.

-Tengo una pregunta seria –interrumpió Joey-. Todos son conocidos prácticamente por ser de las misiones más difíciles, a algunos a penas se los ve en un duelo y otros ni siquiera tienen duelos –señaló a Kaiba para dejar claro el último punto-. Entonces, ¿cuál es el mejor de ustedes?

Se produjo un silencio de inmediato, los cuatro intercambiaron miradas desafiantes entre ellos. Joey podía sentir fácilmente la tensión en el ambiente.

-Yo –los cuatro respondieron sin dudar a la vez.

-Ay no... ¿Por qué de todas las preguntas, tenías que hacer justo esa? –Malik se lamentó y se puso de pie de inmediato-. Deténgase, les prohíbo que comiencen como siempre…

Pero ya era muy tarde. Los cuatro empezaron a discutir entre ellos y no era de esas discusiones ridículas que habían estado protagonizando, esta parecía de verdad. Mokuba comenzó a reírse al ver las caras nerviosas de Joey y Yugi, Malik trataba entre gritos de que se detuvieran.

-Llevo más victorias que todos ustedes –Atem le refregó en la cara a Marik.

-Y aun así tu pequeño novio consiguió vencerte una vez –Marik se burló señalando a Yugi.

-Mira quién fue a hablar. Malik también te ha ganado y más de una vez.

-Yo ya te he vencido, ladrón de pacotilla –Seto le dijo a Akefia presumidamente.

-Como dijo el niño rubio, tú apenas juegas con nosotros, no eres mejor que yo.

Estuvieron cinco minutos discutiendo y entonces Malik se rindió, les dirigió una mirada de disculpa a Yugi y Joey. Caminó firmemente hasta la cocina y volvió con Anat pisándole los talones y con cuchara de madera en mano, lucía enfadada. A continuación comenzó a darles a todos una reprimenda que los cuatro escucharon con atención y sin chistar, hasta parecían sentirse culpables. Joey ahogó una risa, quería soltar una carcajada de solo ver cómo Kaiba miraba el piso y asentía a cada cosa que ella decía, pero se contuvo con solo pensar en que Anat podría volverse contra él. Y no gracias, ella era aterradora si podía sola contra los cuatro chicos con solo una cuchara de madera.

-De verdad no entiendo qué les sucede. Es solo un juego –les rezongó ella. Los cuatro chicos parecieron querer decir algo al respecto, pero se refrenaron-. ¡No pueden estar compitiendo por cada cosa que se les pase por las narices, ya no son niños! ¡Que sea la última vez que los encuentro discutiendo por eso este fin de semana! ¿Entendieron?

-Sí, entendemos… -los cuatro respondieron a la vez de forma sincrónica, como si ya lo hubieran hecho cientos de veces.

Anat se retiró entonces, señalándoles y amenazándoles con la cuchara de madera, ellos no dijeron ni pío hasta que ella desapareció de su vista. Joey escondió su risa tras su palma, ¿por qué era tan divertido ver cómo otros eran regañados? Definitivamente él no quería estar en su lugar.

-Esto es tu culpa –se quejó Seto mirando con recelo a Akefia-. Si solo hubieras asumido que soy mejor, esto no habría pasado.

-Lo siento, pero no me gusta decir mentiras –el chico le dio una sonrisa sarcástica.

-Tu bicho evolutivo y tus cartas del terror no le ganarían jamás ni a un solo de mis Ojos Azules –presumió. Joey lo miró de inmediato cuando se refirió a sus monstruos por primera vez.

-Ya deja de llamarla “baraja de terror” –el platinado se quejó. Entonces comenzó a dar una larga lista de motivos por los cuales la combinación de sus monstruos era perfecta.

-Yugi y yo tenemos un amigo con una baraja de Ocultismo –interrumpió Joey pensando en Ryou-. También pensamos que era raro al inicio pero es realmente bueno. Una vez que obtuvo las cartas que quería su mazo se hizo invencible y consiguió entrar al evento.

-Pues deberían de presentárselo a ese idiota, quizá así se le va su mal humor constante –Malik se metió al ver la oportunidad perfecta de molestar a Akefia-. Un raro para otro raro, es perfecto. ¿Tienes una foto? ¿Cómo se llama?

Akefia lo miró mal. Joey y Yugi no terminaban de entender la relación entre ellos dos, ¿se llevaban bien o mal?

-Se llama Ryou.

-¿Ryou? –preguntó sorprendido Seto-. ¿Ryou Bakura? –Ellos asintieron y Kaiba hizo una mueca rara y es que para él Ryou era más como Yugi, no como el Ladrón. Saber que alguien como Ryou andaba con una baraja así en su bolsillo no terminaba de cuadrarle.

Malik se sentó al lado de Joey mientras que este buscaba en su teléfono una foto de Ryou. Encontró una de cuando habían salido con Yugi el fin de semana a las arenas de Kaiba Corp., le enseñó la selfie de los tres a Malik. Ryou salía sonriendo con todo su esplendor y su cabello blanco suelto que resaltaba sus ojos marrones. Malik contempló la foto con suma atención.

-Es demasiado lindo para ti, no te querrá –concluyó finalmente, le dio una mirada malvada-. Con tu cara deberías de conseguirte a alguien con mala vista.

-¿Alguien cómo Marik? –Malik demoró en entender, pero cuando lo hizo su cara adquirió un color rojo.

-Ahora sí que te pasaste –tuvo el objetivo de saltarse encima como un gato con las uñas afuera, pero por suerte para Akefia, su novio lo agarró en el aire.

Malik se sentó sobre Marik y dejó que este lo mimara mientras le daba una mala cara a Akefia.

+ - + - + - + - +

Terminaron su mini fiesta en el porche muy tarde en la noche. Atem llevaba abrazado por el pasillo de su casa a Yugi, no había podido separarse de él en toda la noche, pero sabía que no debía de estar mostrando cuánto lo quería en público. Salía con un Japonés después de todo.

Entraron a su habitación y se desvistieron quedando en ropa interior, se metieron bajo las sábanas y apagaron las luces. Pronto Yugi se enroscó en su costado y frotó su tibia mejilla contra su hombro, Atem parecía querer dormir pero él quería… no sabía cómo decírselo. Al final no fue necesario, Atem se giró un poco y acarició su costado suavemente antes de atraerlo más y besarlo de forma dulce.

Unió sus dedos con los de Yugi y entonces se colocó sobre él, llevado sus manos unidas a las almohadas. Profundizó el beso. -Eres tan bonito, tan dulce, tan mío.

Atem se separó para mirar a Yugi, con su dedo trazó sus cejas, sus pómulos, sus labios, todo sobre Yugi siempre se sentía suave y perfecto, como si alguien se hubiera tomado la molestia de diseñar parte por parte. Yugi besó su dedo y lo miró directo a los ojos, sus amatistas lo trasmitieron todo. Quería a Atem, lo quería tanto que ya no lo podía soportar. Solo deseaba que el peso de Atem lo cubriera, abrir las piernas y dejar que Atem lo hiciera sentir bien como la noche anterior pero mejor.

Atem se inclinó a dejarle un beso húmedo en el cuello que le hizo soltar un gemido, el siguiente fue en su clavícula y lo hizo abrir las piernas para darle lugar a Atem. Por último su lengua rodeó su pezón y lo mordió, levantó las caderas para frotar su miembro con el suyo.

-Quiero que tengamos sexo –le dijo entonces-. Quiero que me folles.

Atem dejó salir un gruñido que se parecía un gemido, eso había ido directo a su polla sin duda, se frotó contra Yugi mostrándole lo que producía en él. Besó a Yugi metiendo su lengua en su boca con desesperación mientras se retorcían buscando fricción entre ellos.

-¿Estás seguro? No me molesta esperar más tiempo -la voz de Atem salía ronca y varonil.

-Ya deja de ser tan buena persona y fóllame –Yugi lo miró rodando los ojos.

Atem se rio. -Y yo pensando que ganaría puntos por eso.

-No tienes que ganar puntos conmigo. Ya los tienes todos.

Atem se zambulló entonces en su pecho dándole unas buenas sesiones de mordiscos, lamidas y chuponas a sus pezones que lo hicieron delirar y apretarle el culo a Atem con ambas manos, lo quería más cerca.

-Muy bien, hagámoslo –se retiró de arriba de Yugi un momento y atacó su cómoda junto a la cama, del fondo sacó lubricante y condones que Marik le había regalado.

Volvió con Yugi para compartir una sonrisa y luego un par de besos que los mareó a ambos. Atem acarició las piernas de Yugi amasando esos hermosos muslos, llegó a su ropa interior y tiró de ella, Yugi juntó las piernas y las levantó para ayudarle, dándole una bonita vista de su entrada. Se veía pequeñita y a Atem lo atacaron los nervios de la primera vez, si su información fallaba y lastimaba a Yugi no podría perdonárselo nunca.

Apenas volvió a colocarse entre sus piernas, el solo pensamiento de hacerlo lo enloquecía, Yugi lo rodeó presionando con los pies su culo y provocando que la punta de su miembro fuera del bóxer se frotara contra su entrada humedeciéndola. Ambos gimieron con expectación mientras se besaban. Quitó su propio bóxer lanzándolo lejos, al igual que la noche anterior la sensación de sus miembros tocándose y mojándose juntos era abrumadora.

Atem corrió las sábanas alejándolas de ellos. Miró a Yugi y este le sonrió dulcemente, pero ya había aprendido las dos caras de Yugi, su cara no decía “te quiero”, decía “fóllame”. Tomó sus muslos. -Separa las piernas –se agachó hasta llegar al miembro de Yugi.

-Ah… ¡Atem! –Yugi contuvo el aliento ante la primera felación que le daban en la vida. 

Atem se la chupó solo por un rato, no quería que se corriera aún, solo tenía una gran curiosidad sobre el sonido que haría Yugi cuando se la chupara. El gemido más excitante del mundo. Se enderezó y agarró el lubricante, puso un poco en sus dedos que frotó contra la entrada de Yugi y luego se volvió a poner.

Yugi lo miró sonrojado, de verdad le daba vergüenza que lo tocara allí, aunque no podía evitar querer que lo hiciera. -¿Ya has hecho esto? –Atem le preguntó.

Yugi asintió. La primera vez que supo sobre esto fue hace un par de años mirando un trio porno bisexual, estaba confiado en que los dos chicos se follarían a la chica pero al final un chico se folló al otro. Para su sorpresa eso no lo asustó pero prendió su curiosidad y lo hizo buscar sobre el sexo entre hombres. Fue un viaje sin retorno. La curiosidad lo superó y un día quiso intentar cómo se sentiría mientras se masturbaba, otra cosa que no pudo dejar.

-Solo ve despacio, ¿sí? -Atem asintió mientras introducía un dedo.

Yugi llevó la cabeza atrás mientras se mordía los labios. Atem sacó el dedo y se agachó para meter su miembro en su boca de nuevo, entonces metió dos dedos. El gemido de Yugi retumbó en la habitación y en la cabeza de ambos, Atem juró que sus bolas estallarían si escuchaba eso de nuevo. Yugi lo tomó por el cabello para sostenerse.

Metió otro dedo a los minutos y se sorprendió de lo cómodo que Yugi se sentía, cada vez que podía le daba una sonrisa. Se sacó el miembro de Yugi de su boca, tomó el muslo de Yugi y le dejó un par de chupones, muy cerca de allí metía y sacaba sus dedos de él. –Atem…

-¿Sí, cariño? –soltó sus bellas piernas y volvió a estirarse sobre él, lo besó en el cuello.

-Ya deja de torturarme –le fijo entre gemidos-. Lo necesito.

-¿Qué necesitas? –movió sus dedos en forma de tijeras y frotó su miembro contra el estómago de Yugi, Yugi gimió.

-A ti, te necesito a ti.

Atem no podía creer lo suertudo que era en ese momento. Besó a Yugi mientras tomaba su miembro y lo llevaba a su entrada. El cuerpo de Yugi lo apretó de inmediato y tuvo que morderse los labios para no gritar de placer. Entró despacio y sin apuro, asustándose cuando escuchó a Yugi soltar un gemido de dolor, pero al mirarle Yugi le sonrió animándole a seguir. Cuando sus bolas rozaban el culo de Yugi hundió su rostro en su cuello tomando aire y dejando varios besitos allí.

-¿Estás listo?

-Lo estoy –Yugi le guiñó-. Muévete.

Atem comenzó a follarlo lento hasta que encontró el ritmo y el lugar a donde debería apuntar para que Yugi gimiera y se retorciera de forma tan linda. Yugi lo rodeó con las piernas marcándole un ritmo. Hundió los dientes en el pecho de su novio, esperaba que no tuviese calor mañana porque ir a la piscina no era una opción con las marcas que estaba dejando. Se enderezó y tomó el miembro de Yugi para masturbarlo.

Fueron los diez minutos más gloriosos de su vida.

Gemían con ganas y Atem lo folló duro  y desesperado hasta correrse en el condón, Yugi sintió algo caliente dentro de él y no pudo evitar pensar en cómo se sentiría que escurriese entre sus muslos un día. El pensamiento le quitó el aliento y se corrió en la mano de Atem.

-Es el mejor cumpleaños de mi vida -ambos se zambulleron en la plenitud del orgasmo.

+ - + - + Tiempo atrás en Egipto + - + - +

Seto Kaiba se había levantado temprano como cualquier jueves normal de la semana. Anat servía el desayuno exactamente a las ocho y media, luego Atem y él tendrían clases en la biblioteca, su hermano menor en la sala de estar y su tío se iría al trabajo a seguir con su investigación. Todavía le quedaba una hora para bajar, decidió ir al balcón de la que ahora era su habitación y se sentó en una silla a leer.

De pronto oyó un ‘ping’, como algo rebotando contra el metal, no le dio importancia hasta que lo escuchó de nuevo y miró a su alrededor para identificarlo. Se paró y entonces una piedra le pegó en la cabeza.

-¿Qué demonios? –se frotó la cabeza y se acercó a la barandilla.

El balcón daba al patio de enfrente, el cual no era muy grande y podía ver perfectamente al chico que se había trepado al muro de dos metros que bordeaba casi toda la propiedad. Seto soltó una maldición. El chico tenía la cara llena de sangre que se había escurrido a su remera, la cual estaba sucia y una de las mangas estaba rota, tenía cara de dolor y de angustia. Le hizo señas para que sepa que ya bajaba y le señaló luego hacia la izquierda de la casa, él desapareció antes de que un guardia lo viera.

Tomó un par de prendas que había dejado dobladas en su habitación el día anterior y entonces corrió a la habitación de Atem tratando de no hacer ruido. Él seguía durmiendo así que lo sacudió, Atem lo empujó para seguir durmiendo. -Akefia está afuera y está malherido.

-¡¿Qué?! –de inmediato se levantó con alarma y se puso lo primero que encontró. Bajaron tratando de no hacer ruido y maldijeron a cada peldaño que se atrevió a rechinar. En la cocina Seto fue por el botiquín de primeros auxilios que Anat guardaba allí-. Ve con él, yo iré por Marik y llevaremos comida.

Ambos salieron al patio, Atem fue directo a la ventana del cuarto de Marik que siempre estaba abierta para estas situaciones, Seto siguió hasta llegar al pequeño jardín de arbustos de Anat. Un montón de plantas bordeaba ese lado de la propiedad, Marik tiempo atrás había roto el tejido para poder escaparse a fiestas y como estaba rodeado de ramas nadie lo notaba, por las dudas también colocó una piedra. Seto movió la piedra y tuvo cuidado al salir de allí gateando.

La casa estaba ubicada en una esquina por lo que salió directamente a la vereda. Akefia estaba recostado en el tejido sosteniéndose el estómago y respirando con dificultad, lo miró pestañando suavemente, Seto temió que se fuera a desmayar. Dejó la ropa que pensaba donarle en el piso. Se puso a su lado y miró la herida en su ceja, no dejaba de sangrarle. Tomó una gaza y la colocó en la herida aplicando presión con su mano hasta que la sangre se detuviera, tal y como habían leído con Atem en internet.

-¿Qué pasó esta vez? –Akefia tragó saliva con dificultad antes de hablar, seguro tenía sed, esperaba que Atem no olvidara el agua.

-Me tropecé y me golpee con el marco de la puerta.

-Ya. Supongo que quieres decir que alguien te empujó y te golpeaste contra el marco de la puerta –tocó la manga del chico, seguro que alguien la rompió al tirar de él. Akefia no dijo nada, no era necesario. Seto sabía que la primera versión siempre era farsa.

Marik y Atem aparecieron gateando fuera del hoyo, traían consigo pan, unas piezas de futa y una botella de agua. Se alarmaron al verlo casi tirado en el piso y enseguida se acercaron. Atem tomó un poco de gaza y la mojó con agua comenzando a limpiar su rostro de los restos de sangre y tierra, le pasó la botella a Marik que la sostuvo contra los labios de Akefia para que tomara, no parecía ser capaz de sostenerla, había gastado toda su energía en llegar a ellos. Atem sostuvo la venda que antes Seto sostenía, el castaño comenzó a envolver su cabeza dejando a la primera gaza haciendo presión.

-¿Te golpeaste el estómago? –Marik le preguntó al ver que se sostenía el estómago, también sabía que no admitiría que alguien más lo hizo.

-Sí, no duele mucho. Además… tengo hambre –Akefia adquirió color de la vergüenza.

Marik le acercó un emparedado. -Le puse mermelada de higo, mi mamá la hace, es deliciosa.

Los tres se quedaron ahí lo más que pudieron haciéndole compañía hasta que se sintiera mejor. Ellos no irían a ninguna parte si fuera por ellos.

+

Seto, Marik y Atem estaban sentados en fila en la mesa de la cocina, frente a ellos tenían a Anat que los miraba muy seriamente. -¿Y bien? No me digan que creían que no me daría cuenta. ¿Creían no notaría que el pan desaparece solo cada vez que lo compro?

Los chicos se miraron entre ellos, Marik les hizo caras de “digámosle”, él no quería mentirle a su madre y sabía que ella se pondría furiosa con él si sabía que le estaba escondiendo secretos. Seto y Atem negaron con la cabeza, ellos no estaban de acuerdo, no querían que el padre de Atem se enterara de lo que sucedía.

-¿No están escondiendo una mascota, verdad? –Anat los miró sospechosamente-. Sabes que tu padre no quiere tener animales en la casa, Atem.

-Lo sé… -Atem suspiró con lamento, odiaba esa tonta regla.         

Marik volvió a pedirle con los ojos a sus amigos contar su secreto, ellos volvieron a negar. Se sintió abrumado y enojado de repente. Ellos no conocían a su madre como él, no había nadie con un corazón más grande que el de ella. Además había veces que Akefia venía tan malherido que ellos realmente no sabían que hacer y en el momento buscaban información en internet y con las manos temblorosas hacían lo que podían. Debía hacerlo por Akefia, su nuevo mejor amigo, aunque tuviese que traicionar a sus otros mejores amigos.

Se paró de golpe mirando al piso y con las manos apretadas en puños del enojo. -Está bien, te lo contaré. Hay un chico que conocimos hace tiempo, él vive en un orfanato no muy lejos de aquí –miró a su madre y ella le prestó atención con curiosidad-… a él… ¡lo matan de hambre mamá! –entonces soltó un sollozo de impotencia, sentía vergüenza pero no podía contenerse-. Nunca le dan de comer, lo golpean todo el tiempo, lo obligan a robar y hasta no lo dejan ir a la escuela. ¡Nunca tuve tantas ganas de ir a la escuela desde que lo conozco!

Seto y Atem se sorprendieron al ver que Marik lloraba, pero no dijeron nada, la situación generaba en ellos la misma impotencia que en Marik.

-Hijo mío… ya, ya, no llores –Anat conmovida se acercó a Marik y lo envolvió en un abrazo, Marik se escondió en su pecho para seguir llorando-. Vamos a sentarnos y a tomar un té, y entonces me contarán todo mejor.

+

Un mes después de que le hayan confesado todo a Anat, Marik entró corriendo a la cocina en busca de su madre, la encontró preparando el almuerzo. -¡Mamá! Tienes que ayudarnos. ¡Rápido! –tomó su vestido y cinchó de el con desesperación para que ella lo siguiera.

Atem entró a la casa, tomó un vaso que llenó de agua y volvió a salir corriendo. Anat los miró extrañados, pero viendo la cara de miedo que tenían no dudó en seguirlos. No sabía a dónde había ido Atem pero su hijo le hizo entrar a su propia casa por la puerta trasera y salir por la puerta delantera que daba a otra calle diferente a la de la casa principal. Atem extrañamente ya estaba de ese lado.

-Él se desmayó, no sabemos que hacer –Marik soltó su mano y se acercó a sus amigos.

Anat vio a un chico con pelo platinado en el piso de la vereda, su ropa estaba raída y sucia, y manchada de sangre. Seto estaba haciéndole aire arrodillado a su lado, Atem lo sacudía mientras le decía que le había traído agua y Marik sostuvo su mano con fuerza. Ella volvió a abrir la puerta de la casa y la mantuvo así.

-Tráiganlo adentro –les dijo-. Y tengan cuidado, no queremos lastimarlo más.

Akefia se despertó en una cama cómoda, claramente no era la suya, las sábanas se sentían suaves y olían bien. Tampoco nadie le dejaría dormir tanto y estar en una cama solo. Alguien le acarició el pelo y él se levantó de inmediato asustado, pero se mareó y tuvo que volver a sentarse en la cama.

-Tranquilo. Tienes que tener cuidado, estuviste desmayado por dos horas –una mujer estaba sentada junto a él en la cama, tenía una sonrisa amable-. Soy la mamá de Marik, puedes llamarme Anat.

-¿Y Marik? –su voz salió ronca y ella le tendió un vaso con agua, lo aceptó sin dudar y se lo tomó.

-Fue a comprar algo que le pedí, vendrá enseguida -ella hizo una pausa antes de preguntarle-. ¿Puedes decirme que pasó? Tenías un golpe en la cabeza y creo que estabas deshidratado, al final te desmayaste. Mi padre era doctor y me enseñó algunas cosas, te limpié la herida y te la vendé, pero yo no soy doctor. Si te vuelves a sentir mal será mejor que visites a un médico.

-Nunca he ido a un médico… -admitió en susurros, vio como ella apretaba los labios con desaprobación.

Anat se sentó más cerca de él. Su hijo le había dicho que era un año mayor que los demás, pero viéndolo en ese momento parecía menor, estaba delgado y le faltaba crecer, no dudaba que eso fuera culpa de la malnutrición. Con cuidado puso su mano sobre la cabellera plateada, el chico se tensó de inmediato como un gato al ver que invadían su espacio personal.

-Tienes un pelo precioso –le halagó mientras lo peinaba con sus dedos, era un color muy llamativo, igual necesitaba un corte y un lavado urgente. Akefia se sintió extraño mientras ella pasaba sus dedos; se sentía bien y de repente tuvo ganas de llorar-. Me gusta.

-A mi gusta su mermelada de higo –Akefia se sonrojó al segundo en que lo dijo.

Anat soltó una carcajada sin poder contenerse. Akefia pensó que tenía una risa de ángel. Se encogió tratando de hacerse pequeñito y disfrutando que ella seguía peinándolo. Marik tenía la mejor mamá del mundo.

-Te traeré un emparedado con mermelada de higo, ¿qué te parece? –él asintió de inmediato frente a la oferta-. Tu recuéstate si quieres, no tardaré.

Esa noche durmió por primera vez en casa de Marik, vistiendo su ropa y comiendo su comida. Marik parecía feliz a pesar de eso, no lo entendía. Se divirtieron jugando antes de dormir, Marik tenía muchos juegos extraños.

Anat los observó desde la puerta, sabía que prometió a los niños no contar nada, pero ella no podía dejar las cosas así. Decidió contarle a su esposo y al padre de Atem, ellos sabrían qué hacer.

Notas finales:

¿Les gustó?

Espero que el bonus les haya conmovido como a mi y que ahora entiendan por qué Akefia no quiere abandonar Egipto de forma permanente. En cuanto a estos bonus, decidí que escribiré cuatro, uno por cada chico y el siguiente será Atem. Como pudieron leer no está narrada por Akefia ni desde su punto de vista pero es completamente sobre él. La idea es esa, escribir sobre ciertas escenas importantes para la historia y que algunas ya se han mencionado, pero esta vez de más cerca.

Sé que muchos e mueren para que traiga a Ryou a escena, parece que Joey se unió a su bando y está tratando de hacer nuevamente de cupido. ¿Ustedes creen que podrá lograrlo?

Mi Seto y Joey, son tan raros al tener conversaciones... pero creo que ahora han llegado a entenderse más que nunca. Seto se dio cuenta de que no se fijó en un rubio la última vez, tuvo frente a él a un rubio natural todo este tiempo... Por cierto, recuerden que para Joey el apodo de Seto es Emperador y no Sacerdote.

Por cierto, amo su manía de empujar a las personas que duermen con él, por suerte Joey no está dispuesto a dormir en el suelo.

Yugi y Atem tuvieron su noche loca. A que Atem tuvo un buen cumpleaños. Ya sabrán en el próximo cap cuál será el regalo, cuando se acercaba el cumpleaños yo también me lo pregunte y es que nunca lo había hecho! Y entonces fue como Claro! Eso es perfecto!

Gracias por leer!

Nos vemos en el próximo capítulo!!


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