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¿Quién eres? por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me pertenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

TENGO INTERNET!! No es la mejor de todas, pero puedo actualizar y estudiar.

Este capítulo es un poquito más largo que el resto por todo lo que sucede, pero no mucho. De igual forma, los siguientes capítulos volverán a ser del mismo largo que los anteriores.

Sin más, disfruten y luego me dicen lo que piensan!!

Ya era sábado, eso significaba que era el día del evento de Kaiba Corp.

Joey por primera vez había dejado de lado el juego la noche anterior y se había acostado a dormir, sentía que la emoción no lo dejaba jugar bien y por más que esperó y buscó, el “Sacerdote” no aparecía por ningún lado. Quería hablar con él una última vez antes del evento para así, quizá, convencerlo de decirle algo sobre él que lo ayude a encontrarlo.

Pero simplemente no se había conectado.

Pensó en la posibilidad de que se encontrara viajando, después de todo no solo personas de ciudad Domino habían sido invitadas, así que muchos de los que tenían invitación debían viajar. Esa podía ser una pista, no vivían en la misma ciudad.

Claro, también pudo haber pasado que simplemente no quiso entrar al juego. Él no siempre estaba conectado.

Al ser fin de semana no tenía colocada la alarma, pero aun así logró levantarse temprano y bajar a desayunar con su padre antes de que se fuera a trabajar.

-¿Te sientes bien? –le preguntó su padre tomando una taza de café al verlo tan feliz.

El señor Wheeler era un hombre joven que aparentaba más edad debido al aspecto de cansado que tenía; conservaba dos trabajos en los que no le pagaban mucho pero era suficiente para mantenerse él y Joey, tampoco lograba dormir mucho por las noches y a consecuencia llevaba grandes bolsas debajo de sus ojos.

Él era el motivo de que el cabello de su hijo fuera rubio dorado y también de sus ojos color miel. La verdad era que cualquiera que los mirara vería una copia de diferentes edades.  

-Jamás me he sentido mejor –afirmó Joey mientras zambullía su rostro en el cereal.

El señor Wheeler se lamentó de no haberle enseñado modales a su hijo de pequeño, ahí estaban las consecuencias de sus actos, Joey no podía comer correctamente ni aunque se lo rogara. Por más que lo intentaba, cuando empezaba a comer correctamente antes de darse cuenta ya se  desconcentraba y comía como siempre.

-¿Hoy es el día de ese dichoso evento?

-Sí, así que ya me voy. Quedamos en encontrarnos en casa de Yugi.

Joey tomó su celular, era lo más importante porque allí tenía la dichosa invitación, sin ella no lo dejarían entrar, y su billetera. Guardó ambas cosas en los bolsillos de su jean y tomó su chaqueta verde. Cuando salió subió a su bicicleta y enseguida salió andando a la casa de Yugi, ya se conocía todos los trucos para poder llegar antes.

En el camino se encontró a Tea así que redujo la velocidad hasta parar y así ir caminando juntos. Allí se encontraron con que Tristán y Ryou ya habían llegado.

-¿Estas nervioso, Yugi? –le preguntó Tea.

Yugi iba caminando detrás de ellos despacio, con la cabeza agacha y sin decir ni una sola palabra. Pegó un respingo cuando escuchó su nombre.

-Un poco, sí –admitió.

Ya a este punto ninguno de sus amigos podía negar el notable enamoramiento que tenía Yugi con su amigo misterioso, por más que intentara negarlo. Se había pasado toda la semana pensando cómo sería él y soñaba todas las noches con que se lo encontraba antes de tiempo, él decía que lo reconocería y eso lo ponía nervioso.

-No tienes que estarlo –le animó Ryou consiguiendo que sonriera.

Cuando llegaron a la dirección dada quedaron sorprendidos. Kaiba Corp. había construido un gran lugar con varios pisos revestido de vidrio y con las iniciales  de la empresa en la cima de la puerta, en la entrada igual que en la empresa había dos estatuas de dragones blancos de ojos azules. Dejaba más que en claro que esa era la carta favorita de Seto Kaiba.

Otra vez pasó por la mente de Joey cómo era que el Sacerdote había podido obtenerla.

La entrada estaba revestida de gente que se empujaba una con otra, por más grande que fuera al parecer no era suficiente para dejar pasar a media ciudad.

-Es impresionante –dejó escapar Tristán.

Joey se esforzó en tragarse exactamente las mismas palabras. Y es que ese lugar era… ¡el mismo paraíso! Mirase por donde mirase había millones de juegos que la gente estaba utilizando, filas largas de tiendas dedicadas a vender videojuegos, estaba seguro que no le molestaría colocarse en una si así obtenía un juego nuevo.

-Para qué hacer algo pequeño, ¿no Kaiba? –dijo Joey sin esperar una respuesta.

Disfrutaron de ese lugar con sus amigos por un tiempo; Tea le había pateado el trasero a un montón de personas bailando en uno de los juegos y cuando quisieron visitar más juegos ella se quedó allí para no perder su corona, después perdieron a Tristán en un juego de motocicletas en el cual estaba dispuesto ganarle a un chico después del segundo intento fallido.

Le habían regalado una para su cumpleaños hacía un par de semanas y ya se creía experto.

Dentro del mismo lugar había una gran separación, en esa entrada había dos guardias de seguridad. Yugi y Joey se miraron, ese era claramente el lugar a donde debían ir, la zona de los expertos.

-Creo que acá nos separamos, yo iré a mirar la tienda de juegos, puede que encuentre uno interesante. ¡Suerte! –les dijo Ryou tomando la dirección contraria a ellos.

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Ryou estaba contento de poder comprar dos juegos nuevos, realmente esa tienda estaba repleta de ellos y casi tuvo que luchar con una persona por el último, todos se estaban vendiendo como pan caliente.

Después de buscar por un rato a sus amigos no los encontró, se rindió y se fue al baño.

Cuando fue a abrir la puerta del baño de chicos para salir de allí, esta fue abierta por alguien más desde el exterior. Tropezó y chocó contra el extraño. Cuando miró hacia arriba vio a un chico enorme con mala cara, tenía el ceño fruncido y sus labios parecían acostumbrados a no sonreír.

-Pe-perdón –dijo Ryou y apenas pudo salió corriendo de allí aterrado.

Akefia se quedó con las palabras de disculpa en la boca, el chico no le había dado el tiempo de decirlas y sabía que era su culpa, después de todo él fue el que lo había pechado con la puerta cuando intentó entrar.

Se preguntó por qué había salido corriendo el chico, lo único que alcanzó a ver de él fue su pelo blanco volar sobre su espalda.

-Ves, te lo dije. Tu cara es tan fea que asustas a la gente –se burló de él Malik que venía detrás.

-Cállate.

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Joey y Yugi avanzaron hacia allí. Cuando llegaron vieron que en medio de la puerta se encontraba un pilar hasta la cintura de Joey, en este había un escáner donde les hicieron colocar sus celulares mostrando el mail de invitación. Luego de un par de segundos una luz verde se prendió en un cartel que decía “Aceptado” y el código que les había sido otorgado en la invitación.

Entonces los hombres, más bien gorilas, vestidos de negro y con gafas (cosa que ninguno entendió ya que estaban adentro) se corrieron dejándoles pasar.

Lo que vieron los dejó impactado. En ese sitio había múltiples arenas de duelo en los cuales dos personas se enfrentaban en un duelo de monstruos. En cada esquina se colocaba un jugador sobre un altar que debajo decía cuántas estrellas poseía, Joey no observó a nadie por debajo de las tres estrellas y por lo que entendió jugaban con las cartas que poseían en el juego por medio de una pantalla táctil. Pero lo más increíble de todo era que en la arena aparecían los monstruos, realmente los monstruos que antes se encontraban dentro de unas cartas en un mundo virtual estaban allí moviéndose y luchando entre ellos.

-¿Cómo es que hacen eso? –preguntó asombrado Joey.

-Parecen que son proyectores. Mira, creo que son esos de allí, ¿viste esas luces colocadas en las esquinas? Supongo que reflejan las jugadas que se realizan, son hologramas en 3D -opinó Yugi mientras pensaba en las posibilidades.

Joey no se sorprendió de la rápida resolución de Yugi, después de todo él era un experto en los juegos, por eso nunca se enfrentaba a él. Estaba seguro de que muy pocas personas eran tan capaces como él. Siguió hablando de las posibilidades y el modo de funcionamiento a medida que miraban los duelos que se llevaban a cabo.

En media hora, Yugi descubrió cada secreto de Kaiba Corp.

-Mira a ese chico –dijo Joey señalando a quien acababa de ganar un duelo, era prácticamente un niño que recién entraba a la adolescencia, con un gorro rojo en la cabeza y un presumido total-. Quiero conocerlo

Joey arrastró a Yugi hasta el chico, quien los miró con suficiencia cuando se le plantaron delante.

-¿Vienen a retarme? –les preguntó. Se sorprendieron del orgullo que tenían para un cuerpo tan pequeño.

-No, perderías –le dijo simplemente Joey y antes de que respondiera agregó-. Soy Joey Wheeler, yo te quité tu Dragón Negro de Ojos Rojos.

-Así que eres tú… -le dijo con resentimiento, pero le tendió la mano-. Soy RexRaptor.

A Joey le pareció extraño que se presentara por ese nombre y no por el de pila, pero bueno, no le dijo nada y aceptó el saludo. Se quedaron hablando del juego, según lo que les había contado el simulador era fácil de usar y era increíble. Joey y Yugi quedaron asombrados por la baraja de dinosaurios y dragones que usó el chico, era una baraja increíble, con razón había entrado al evento.

-Yo prefiero no centrarme en una sola cosa. Prefiero tener un mazo más variado –afirmó Yugi y Joey lo apoyaba, después de todo él hacía lo mismo y su amigo no había perdido ningún duelo.

-Un placer conocerlos. Cuida bien del Dragón Negro –le dijo antes de irse.

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Seto estaba parado en una pequeña sala privada que tenían en el nuevo centro de juegos de Kaiba Corp., miraba por el ventanal como entraban los duelistas a la zona de las arenas. Cada vez había más gente y eso que habían elegido a un porcentaje bajo de jugadores.

La puerta se abrió y por esta pasó Atem acompañado de Mokuba.

-Seto, ya llegaron todos los invitados –le afirmó su hermano.

-Ya es hora de comenzar –le dijo Atem.

-Bien.

Salieron de allí y se juntaron con Akefia y Marik que estaban esperando aburridos fuera de la sala.

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Yugi y Joey se quedaron sorprendidos junto a otros espectadores al ver uno de los duelos. Una chica alta, rubia y muy, muy atractiva, estaba dándole una paliza a un par de chicos. El primero no sobrevivió a los cinco minutos y él otro tuvo suerte de sobrevivir un poco más.

Cuando bajó de la plataforma Joey se la quedó viendo bobamente. Era la chica más increíble que había visto y la reconoció en el instante preciso en el que vio sus jugadas y las cartas que usaba. Damas Arpía. Era una jugadora de cinco estrellas.

-¿Qué tal guapo? –le dijo y Joey se coloreó.

-¡Eres la Mujer Arpía! –le dijo emocionado y ella le sonrió en afirmación mientras se acercaba.

-Eres el primero que me ha reconocido, pocos de ellos me han enfrentado y aún menos me han ganado. ¿Quiénes son? –les preguntó.

-En realidad los dos conseguimos ganarte. Pero Joey fue el que me dijo tu ubicación, mi monstruo es el Mago Oscuro, soy Yugi –dijo sonriente.

-Te recuerdo, sí. Eres muy bueno –afirmó la chica y luego cambió la cara a una sonrisa, le pellizcó una mejilla a Yugi y este se sonrojó-. También eres muy adorable... ¿Y tú?

-Soy Joey, el del Dragón Negro de Ojos Rojos –ella lo analizó de pies a cabeza poniéndolo nervioso.

-También te recuerdo, fuiste de los primeros que lograron derrotarme. Admito que me sorprendiste, guapo. Soy Mai Valentine –le dijo y Joey sintió aflojársele las piernas.

¡No era su culpa! Él no estaba acostumbrado a recibir cumplidos de chicas. Menos estaba acostumbrado a recibir cumplidos de una chica como ella, tan, tan… hermosa.

¡Despierta Wheeler!

Diferente al chico anterior, ella se quedó recorriendo con ellos los alrededores. Mai era una chica muy interesante y fanática de los juegos igual que todas las personas que se encontraban ahí. Les contó que Kaiba le había ofrecido esa oportunidad de ser una de las misiones más difíciles luego de que la encontró haciendo trampa.

Aun así dijo que Kaiba había visto potencial en ella.

-Me dijo que no era necesario que hiciera trampa para darme con una buena victoria y tenía razón. Me ofreció ser una de las misiones y antes de darme cuenta era una de las más difíciles sin tener que hacer trampa.

-Wow, apuesto a que ahora te diviertes más –aseguró Yugi y ella le asintió.

-Quién lo esperaría de alguien como Kaiba -dijo Joey con resentimiento.

Se alegraba de alguna forma de no haber sido el único al que acusaron de tramposo. Por más buena acción que había hecho con Mai, para él Seto Kaiba fue, es y sería siempre un grano molesto en el trasero.

Mai miró a Joey con cara de curiosidad, no entendía cuál era el problema con Kaiba. Desde su propia experiencia, él la había ayudado a mejorar y le había ofrecido una oportunidad que a pocos se les daba.

-Joey y Kaiba no tienen una muy buena relación –explicó Yugi y antes de que esta preguntara explayó-. Estamos en la misma clase.

-¿Seto Kaiba estudia con ustedes? –preguntó asombrada y Yugi asintió.

-Desgraciadamente… -se quejó Joey

-Parece que ya es la hora –cambió de tema Mai mientras observaba su reloj-. Sí, lo es.

-¿La hora de qué? –preguntó Yugi.

-De que se presenten los creadores del juego claro; Kaiba y sus administradores, los monarcas de cada mapa.

En ese preciso momento las luces se bajaron, los juegos que estaban en realización se suspendieron. Todos miraban al balcón que daba al segundo piso, la parte que era para todo público y donde se encontraban ahora era de una sola planta, bajo el barandal de vidrio colgaba una gran pantalla que ahora mostraba el característico Dragón Blanco de Ojos Azules alzando en vuelo y arrojando llamaradas de su boca.

Joey vio a Yugi temblar ligeramente. Este sentía que no podía respirar, era como si la cantidad de gente en la habitación le estuviera robando el oxígeno de a poco. Estaba a solo segundos de conocer el rostro de la persona con la que estaba hablando desde hace tanto tiempo que ni se acordaba.

Sabía que no había forma de decepcionarse, nada pero nada haría que se decepcionara de la persona que vería. Lo único que podría pasarle es sorprenderse. Sentía ganas de salir  corriendo y fingir que nunca se había enamorado de alguien por internet.

Sintió la mano de Joey envolver la suya y darle un apretón, cuando lo miró le sonrió dándole fuerzas. Por más que en un principio le parecía peligroso y tonto lo que Yugi hacía, ahora no podía hacer otra cosa que apoyar a su amigo.

Seto Kaiba fue el primero en aparecer; con su usual gabardina gris volando detrás, sus ojos que combinaban con el dragón debajo de sí y sin un solo cabello fuera de lugar. Desde allí miraba con suficiencia a los demás. Era como un Dios mirando a los inservibles humanos esperando que se arrodillen.

-Me presento, mi nombre es Seto Kaiba y soy el jefe de Kaiba Corporation y uno de los creadores del juego “Magic & Wizards: Duelo de Monstruos”. Hoy aquí solamente se encuentran los mejores jugadores para que puedan ver por sus propios ojos no solo nuestro nuevo modo de juego sino también la nueva expansión. Les presento el juego “Dado de Monstruos del Calabozo”, creado por Duke Deblin quien nos mostrará su funcionamiento luego –a un lado de Kaiba apareció Duke que saludó a la audiencia.

Inmediatamente entró en funcionamiento la única arena que no se había estado utilizando. Se expandió haciéndola más grande y llenándose de un gran color rojo. Tenía ligeros cambios a las otras arenas y probablemente era porque el juego que se llevaba a cabo allí no era el mismo que el resto.

Joey aborreció la idea, no por el hecho de que era un nuevo juego sino por quién había hecho ese juego. Duke no solo podía presumir de ser un buen jugador sino que ahora también era un creador de juegos. Le parecía simplemente molesto.

Cuando volvió a prestarle atención a Kaiba, su hermano Mokuba ya estaba a su lado.

La pantalla cambió y en ella aparecieron cuatro nombres: “Guardián”, “Faraón”, “Emperador” y “Ladrón”.

Cuatro chicos de, suponía él, su edad se colocaron a los lados de Kaiba.

-Es él… -susurró Yugi.

Yugi sintió su rostro caliente. ¡Él era el Faraón! Estaba ahí, allí arriba parado junto a Kaiba. Lo estaba observando sonreír ligeramente. El pensamiento que pasó por la cabeza de Yugi fue que era el chico más atractivo que había visto nunca, sus pocas expectativas habían quedado más que cortas comparadas a la realidad.

-Atem –le dio lugar Kaiba.

El chico dio un paso hacia delante. Joey estaba sonriendo feliz, ahora sí podía estar cien por ciento seguro de que no era un acosador, cuando miró a Yugi pensó que este se desmayaría. Le hacía mucha gracia verle así.

-Atem… -susurró Yugi. El nombre le sabía bien a su lengua, era un lindo nombre y de un claro origen egipcio. Casi no escuchó lo que este decía, simplemente no podía dejar de observarlo.

-Cada uno recibirá las cartas que ya posee y cada vez que gane una en el juego tendrá la autorización de comprarla en todos los locales con los que estemos asociados. Con estas podrán jugar en el modo duelo en las arenas, por ahora solo están estas pero se abrirán más en el correr de las semanas… -Yugi ya no prestaba atención, la voz que retumbaba en su cabeza era la misma que escuchaba todo el tiempo por sus audífonos solo que más clara.

Atem siguió hablando y hablando explicando cómo funcionaban las arenas, las cartas de duelo y cómo estas se iban a distribuir. Joey no podía más de la felicidad, tendría una carta de su Ojos Rojos en la mano que podría presumir.

-¿Oíste eso Yugi? Nos darán un mazo de cartas –Joey sacudió a Yugi contento haciendo que este regresara del mundo en el que se había perdido.

Dado por terminado el aviso todos corrieron a donde se suponía que conseguirían sus mazos, incluida Mai que con solo decir permiso la dejaban pasar. Joey envidió no ser mujer por primera vez en su vida.

Cuando logró hacer reaccionar a Yugi se unió a la montonera, tuvieron que esperar diez minutos  para que sea su turno y tuvieron suerte de que además Mai los ayudara a acercarse. Cuando estuvieron frente a la mesa tenían que entrar desde un computador a su cuenta en el juego poniendo su seudónimo y la contraseña.

La mujer que tenía enfrente al confirmar que él era dueño de esa cuenta, se fue y volvió con un pequeño paquete en sus manos y se lo entregó. Cuando salieron de la multitud ambos con ansiedad abrieron el paquete y vieron su contenido.

-El Mago Oscuro –observó Yugi su carta favorita en la cima del mazo. Este día probablemente sea el más feliz de su vida.

-Mi Dragón –festejó Joey.

A los minutos de que todos obtuvieran sus cartas permitieron que el resto de las personas pasaran a la zona de las arenas, les costó encontrar a sus amigos, la verdad es que solo pudieron ver a Ryou en la multitud. Tristán y Tea estaban perdidos por ahí.

Los administradores andaban entre la gente. Atem y Kaiba andaban cerca de ellos, mientras que el segundo ignoraba a la mayoría, el primero se detenía a saludar a todo duelista que lo llamara y hasta se sacaba fotos con ellos. Kaiba lo esperaba irritado, lo más que él hacía era dar un ligero asentimiento.

Joey comenzó a empujar a Yugi hacia ellos, pero este estaba decidido a plantarse en el suelo.

-Vamos Yugi. Tienes que hablar con él –le dijo Joey.

-No, no, no y no. No puedo hacerlo –afirmó Yugi tratando de escapar por otro lado.

-Perderás la oportunidad. Tienes que ir –apoyó Ryou empujándolo también.

Yugi estaba que se lo comían los nervios. Logró zafarse y se escondió detrás de Ryou. No tenía el valor para hacerlo, quería pero no se animaba. ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Llegar y decirse “hola, soy la persona con la que hablas hace meses, me llamo Yugi y creo que te amo”? Estaba seguro de que si trataba de plantarse enfrente de él no podría decir ni su nombre, se le olvidaría por completo y quedaría como un tonto.

Joey vio a lo lejos como Tea y Tristán se acercaban a ellos y levantó la mano en un saludo. Ambos traían bolsas de papel en los brazos, cuando estuvieron todos juntos comenzaron a sacar paquetes de hamburguesas y papas fritas. Agradecía esto, después de todo ya tenía hambre.

Por al lado de ellos Joey vio como pasaban Atem y Kaiba, Yugi ni siquiera se había dado cuenta al estar distraído.

Atem miraba a todas las personas con las que se cruzaba atentamente, una de ellas debía de ser su “Hikari” y estaba dispuesto a encontrarlo.

-¿No vas a rendirte verdad? –le dijo su primo que ya se había hartado de dar vueltas como un loco por todo el lugar una y otra vez.

-No –dijo simplemente.

Cuando pasó por un grupo de amigos, que estaban ya teniendo un almuerzo, una sonrisa le llamó la atención, apenas escuchaba una risa de esa boca, pero le parecía familiar y absolutamente hermosa.

-Sabía que querrías hamburguesas, así que fuimos por algunas –dijo Tea mientras le daba a Yugi un par de hamburguesas.

-¡Gracias Tea! –respondió feliz.

Joey vio como el faraón se daba vuelta mirando a Yugi, dio un par de pasos caminando en reversa mientras lo observaba curioso. Joey festejó pensando en que quizá lo había reconocido, hacía solo dos días Yugi confesó que ahora hablaba con él por audio, al escucharlo pudo haberlo reconocido.

-Te está mirando –le dijo por lo bajo a Yugi mientras su mirada estaba en el faraón que observaba a su amigo.

-¿Qu-qué? –preguntó Yugi y miró hacia atrás pero solo logró ver la espalda del chico alejarse junto a su primo. Se llevó una gran decepción.

-¡Te estaba mirando! Tienes que ir a hablar con él –insistió más Joey. Por un momento juró que reconocería a Yugi, esa era una mala pasada del destino.

-¿Ese era el faraón? –preguntó sorprendida Tea y Ryou le asintió-. Es guapísimo. Yugi, ¿qué haces ahí parado? ¡Ve a hablar con él antes de que te lo quiten!

-Solos somos amigos –volvió a afirmar Yugi comiendo sus patatas amargamente.

-No puedes ser amigo de un chico así –insistió Tea.

Por más que lo intentaron, ninguno convenció a Yugi para tomar la iniciativa. Los cuatro estaban pensando seriamente en ir ellos mismos a decirle al chico quien era “Hikari” y en dónde encontrarlo. Ellos que sabían de su relación, notaban como el faraón miraba continuamente a sus alrededores y llegaron a la conclusión de que solamente hacía eso de recorrer el sitio una y otra vez porque estaba buscando a Yugi.

Ya les estaba dando lástima.

Cuando terminaron de comer (sí, ahí parados porque Kaiba no había puesto allí ningún centro de comida) volvieron a separarse; Tristán acompañó a Tea de vuelta a su juego de baile, al parecer tenía un record perfecto y Ryou se había ido con Yugi al baño dejando a Joey solo.

Joey sacó de su bolsillo su baraja y se puso a contemplar sus cartas, tenía muchas y estaba muy orgullo de eso. Una se le cayó al piso y cuando la fue a levantar alguien lo hizo por él.

-Así que sí entraste a este evento –le dijo Kaiba mientras le entregaba su carta del “Dado Gracioso”-. Como dije con suerte, perro.

-Yo creo que hizo trampa –apoyó Duke que estaba a su lado, vio que Atem estaba detrás de ellos sin prestarles atención mientras se sacaba fotos con una chica.

-Genial, antes era uno y ahora son dos engreídos molestándome.

Joey no se iba a dejar intimidar por esos dos idiotas, no estaba seguro a cuál de los dos quería patearle el trasero primero. Tomó de un arrebato su carta de las manos de Kaiba, admitía que le daba mucha vergüenza que justo esa carta se le cayese. El poder de esa carta era en función de la suerte total y era una carta que solía utilizar mucho.

Quizá sí tenía bastante suerte.

-No te he visto jugar ningún duelo, ¿acaso te da miedo? –le preguntó Duke con suficiencia.

-Me halaga saber que estuviste tan pendiente de mí, dadito –se burló Joey y él lo miró mal mientras giraba entre sus dedos el dije de su oreja.

-Bueno, ya me verás triunfar a mí, ya que por ti mismo no podrías ver una victoria te la mostraré desde mi propio juego.

-Eres un engreído –le dijo Yugi apareciendo y dejando con la boca abierta a todos, quien se lo esperaba del tierno chico que siempre sonreía, pero hasta él tenía un límite cuando se trataba de sus amigos-. Te reto. En tu propio juego.

-No tienes por qué hacerlo… -trató de frenarlo Joey.

-Está bien. Acepto tu reto.

Joey se dio cuenta de que ya era demasiado tarde para poder ir hacia atrás y se sintió culpable, no le gustaba que su amigo luchara las batallas que no eran suyas. Ryou miró preocupado a Joey y ambos siguieron a Duke y Yugi que se dirigían a la arena sin uso con Kaiba pisándoles los talones.

Yugi se subió al lado derecho y Duke se subió del otro lado.

-Debiste haberlo detenido –le dijo Kaiba parándose a su lado-. Muto no logrará ganar.

-Subestimas a Yugi, Kaiba –se burló Joey, tenía toda la confianza puesta en su mejor amigo-. No por nada consiguió tener cinco estrellas en tu juego en poco tiempo. En los tres años que lo conozco, jamás he visto perder a Yugi, en cualquier juego que le des él ganará, ¿qué nunca lo has visto jugar en clase? El que tendrá que tener cuidado va a ser ese bocata de Duke Deblin.

-¿Dices que jamás ha perdido un duelo? –le preguntó con curiosidad Kaiba.

-No –dijo Joey.

-Nunca –apoyó también Ryou.

A Seto se le hacía de lo más curioso. Él nunca había escuchado de ningún duelista en su juego que ganara siempre sin contar a los administradores, excepto…

Miró hacia atrás en busca de su primo pero este había desaparecido, seguramente se quedó charlando con la gente o siguió buscando a la persona que tanto quería encontrar y que al parecer era posible que se encontrara allí arriba luchando.

A Yugi estando allí arriba se le fueron todos los nervios que tenía. Todo el mundo los estaba mirando y había retado a un duelo a alguien sin conocer el juego y para sumarle a quien mismo lo había creado.

-Como tú me retaste, dejaré que aprendas a jugar por ti mismo. Te daré algunos conceptos básicos y además la computadora te guiará, te brindará la ayuda que necesites –le dijo Duke y a continuación le explicó un poco sobre la función de los corazones y los dados.

Le parecía que era un poco injusto, ya que solo sabía lo mínimo, pero no se atrevía a quejarse. Como había dicho Duke, él fue quien lo reto.

-Pues bien. ¡Hora del duelo! –dijo Yugi cuando se sintió pronto para comenzar.

Joey estaba por comerse las uñas, el juego había comenzado y ya llevaba varios minutos y Yugi estaba claramente perdiendo. Ese juego tenía muchas reglas las cuales ninguno conocía y Duke se aprovechaba claramente de esto. De pronto sintió una mano en su hombro y al voltear vio a Tristán y Tea.

-Espero que Yugi gane esta –le dijo su amigo.

-Lo hará –afirmó con toda confianza Tea y animó-. ¡Vamos Yugi!

Luego de un tiempo el juego se hizo más llevadero y hasta estaban codo a codo, Yugi ya le había tomado el truco, ahora sí era un verdadero duelo.

Joey miró a Kaiba con una cara de suficiencia que decía un claro “te lo dije”. Kaiba estaba completamente sorprendido. Solo él mismo había logrado ganarle a Duke en su juego, ni Akefia ni Marik habían podido, Atem no lo había intentado pero al igual que él estaba seguro de que podría hacerlo. Pero no era nada sencillo que alguien que no conocía el juego le ganase a su creador.

Había subestimado a Yugi Muto y ahora veía en él un digno oponente.

Pero en un momento Duke volvió a tomar la delantera demostrando el conocimiento que tenía sobre su propio juego

-¡Ay no! Está completamente atrapado –se lamentó Joey al ver como Duke destruía el segundo punto de corazón de Yugi y dejándolo sin ninguna protección al destruir todos sus monstruos.

-Oh no… ¿Cómo saldrá de esta? –preguntó preocupada Tea.

-Lo hará, siempre lo hace –aseguró Ryou, pero él también veía difícil eso. Si él fuera el que estuviese ahí arriba probablemente ya se hubiese rendido, no veía el camino para salir.

-No sean tontos –los regañó Tristán-. Él saldrá de esto. ¡Vamos Yugi!

Comenzaron a apoyar a Yugi. El juego aun no terminaba y hasta que no vieran a su amigo derrotado no iban a dejar de alentar por él.

En la tarima Yugi estaba nervioso pensando en una solución que lo pudiese ayudar. Duke lo había atrapado en su juego y tenía que encontrar una manera de librarse rápido. Ya había llegado muy lejos, más de lo que el mismo Duke había pensado que llegaría, pero ahora necesitaba ganar. Tenía que destruir el último punto de corazón de su oponente.

-Vamos Yugi, ríndete. Acepta que retarme en mi propio juego fue un error y que ese perro pulgoso es un tramposo –lo tentó Duke.

-¡Oye! –se escuchó la voz de Joey quejarse entre la multitud. Escuchaba la voz de sus amigos animándolo y eso le daba fuerzas para seguir.

Tomo los tres dados en su mano.

-¡No lo haré! No mientras esté peleando por el honor de un amigo. Quizá tú no puedas verlo Duke, pero Joey es un buen amigo y un buen jugador, y no lo voy a defraudar. No mientras me quede un punto de corazón –gritó Yugi y vio como Duke le hacía mala cara. Arrojó los dados sobre el tablero-. Ahora, ¡rueden dados!

Joey, Tea, Ryou y Tristán festejaron por el resultado de los dados, Yugi tenía la oportunidad de convocar otro Monstruo.

-Ningún Monstruo podrá salvarte Yugi, no hay forma de que termines con mi defensa y también con mi último corazón –le dijo Duke admirando todo lo que había logrado en el tablero.

-Yo no estaría muy seguro, Duke. Convocaré a un Monstruo que nunca me ha fallado  y con el que siempre puedo contar, mi favorito. ¡Vamos Mago Oscuro!

El dado se dimensionó dejando ver al monstruo tan poderoso, el amigo fiel de Yugi que lo había ayudado a ganar mil duelos. Se encargó primero de destruir sus defensas y bajo el rostro asustado de Duke, su Mago Oscuro se plantó frente a su último punto de corazón a punto de destruirlo.

-¡Es él!

Joey vio como Atem aparecía junto a ellos. Impactado miraba con una gran sonrisa a Yugi. Al final Yugi no solo había tenido la victoria en Dados de Monstruos del Calabozo sino que también se las había arreglado para convocar los monstruos con los que más tenía relación, logrando que Atem se diera cuenta de que él era la persona que tanto había buscado.

-¡Ahora Mago Oscuro, ataca su último punto de corazón!

El juego se dio por terminado y en el segundo en el que Yugi bajó de la plataforma todos sus amigos lo rodearon en un gran abrazo, él solo rio feliz. A su lado apareció Duke con Kaiba, el perdedor lucía muy triste y arrepentido.

-Me disculpo, asumo que me equivoqué –se disculpó Duke mirando el suelo-. Eres un buen duelista y supongo que Wheeler también debe serlo si llegó a este evento, también te pido disculpas Joey.

-Pues no, no te per… -Tea pateó a Joey y Yugi lo miro mal. Bufó y le sonrió forzadamente-. Sin resentimiento. Pasado pisado.

-Supongo que aprendiste mucho hoy Duke. Espero que podamos ser amigos ahora –Yugi le tendió la mano y Duke la aceptó contento, pero luego su cara volvió a ser de tristeza.

-Creo que nadie va a querer jugar a mi juego ahora, después de todo el primer día de su presentación quedé en total ridículo perdiendo limpiamente –se lamentó.

-Claro que no, estoy seguro de que todos querrán jugarlo –aseguró Yugi.

-Sí, el juego no tiene la culpa de que tú seas desagradable –le dijo Joey y volvió a recibir otra patada de parte de Tea.

-¿No vas a despedirme? –miró con miedo a Kaiba que hasta ahora se había mantenido en silencio.

-Estoy tentado, pero no lo haré –le respondió Kaiba rodando los ojos.

Era obvio que no lo haría, no porque el creador del juego había perdido iba a desperdiciar los millones que había puesto en el juego. Además la presentación había sido increíble, el hecho de que se haya enfrentado a un oponente como Muto no hizo más que hacer que subiera de nivel. Apostaba a que de ahora en adelante se venderían muchas expansiones de Dados de Monstruos del Calabozo y las arenas en este centro serían muy utilizadas.

-Amm, Yugi –llamó Ryou y cuando el nombrado lo miró señaló detrás de él.

Cuando Yugi se dio vuelta pudo ver al Faraón parado a menos de un metro de él, lo miraba curioso y en menos de un segundo los nervios se apoderaron completamente de él. Sus mejillas obtuvieron un suave color rosa y sus ojos brillaron, Atem no hizo más que sonreír.

-Eres tú -volvió a decir.

Yugi asintió suavemente. Ninguno de los dos se llevó una decepción ese día, esto era más de lo que cualquiera de los dos podía esperar. Atem estaba más que impactado, su imagen de “Hikari” quedaba más que corta al ver cómo era Yugi, al igual que para Yugi sus expectativas sobre el “Faraón” no eran nada cuando se trataba del real.

-Me llamo Yugi –dijo en voz suave y mentalmente chocó los cinco consigo mismo al darse cuenta de que pudo hablar correctamente sin trancarse.

-Atem –se presentó innecesariamente ya que era obvio que lo sabía, pero quería hacerlo de igual forma.

-Bueno… yo tengo hambre y veo que Tea también –dijo Joey sintiendo la incomodidad, era obvio que estaban sobrando.

-Oh sí, mucha –afirmó la castaña ignorando el hecho de que allí dentro no había ningún lugar en el que pudiesen comprar alimentos.

-Duke, ¿vienes? –le preguntó Joey y este asintió entendiendo la situación. Kaiba se quedó parado mirando como su primo le sonreía a un Yugi que casi se desmayaba de la emoción. Joey suspiró irritado, ¿qué no se daba cuenta que querían dejarlos solos?- Tú también ven, Kaiba.

-No quie…

Joey no le dejó terminar. Tomó el largo de su gabardina y comenzó a cincharlo junto a ellos. No le importaba si quería o no, debían darles privacidad a esos dos, sabía que Yugi no podría hablar tranquilo si él se encontraba allí. Le intimidaba un poco su actitud.

Soltó a Kaiba cuando estuvieron lo suficientemente alejados. Este caminaba por entre la multitud con los brazos cruzados y mirando hacia todos lados, su altura lo ayudaba en esa tarea. Joey no sabía si estaba tratando de mirar todos los duelos que se lleva a cabo en las arenas o si estaba buscando a alguien.

Cuando pensó en buscar, la imagen del Sacerdote vino a su cabeza, había estado tan ocupado tratando de que Yugi se encontrase con el faraón que casi se le olvidaba que él también quería buscar a alguien. A penas había entrado en la zona VIP, dio una mirada por arriba y se alegró de no ser la única persona rubia, eran pocos pero al menos podía aguantar encubierto.

Se lamentaba de no poder saber quién era el chico misterioso con el que tanto solía hablar últimamente, pero se alegraba de que este no lo pudiese descubrir tampoco. Le parecía injusto si uno solo era el que podía hacerlo, por eso mismo no pensaba jugar ningún duelo de monstros en ese lugar ese día.

Él ya había podido reconocer a varias personas con las que se había enfrentado al solo ver sus cartas utilizadas durante los enfrentamientos. Estaba seguro de que si jugaba un duelo se estaría dando a conocer al Sacerdote.

+

Por otro lado, Yugi y Atem se habían conocido al fin, después de haber pasado casi tres meses hablándose a través de una pantalla todos los días.

-Yo… me sorprendí. Jamás me hubiera imaginado que te descubriría viéndote encima de una arena y teniendo un duelo en un juego que nunca has jugado. Teniendo en cuenta que no te atrevías a hablarme directamente –dijo Atem con prisa y emoción.

-Es que Joey es mi amigo, no dejaría que Duke lo humillara públicamente –se explicó Yugi.

Atem quedó maravillado, el chico con el que hablaba era capaz de mover cielo y mar si se trataba de ayudar a un amigo. Para Yugi no había nada más importante que la amistad, el valor de esta valía más que el oro.

-Eres un buen amigo –admiró. Tomó delicadamente la pequeña mano de Yugi-. Ven, vayamos a un lugar menos concurrido.

Había un montón de fanáticos alrededor de ellos, por una parte aquellos que querían conocer al Faraón y por otro lado la avalancha de duelistas que querían retar a Yugi a un duelo.

Yugi caminó detrás de Atem siguiéndolo, se sentía nervioso y no podía dejar de pensar en su mano atrapada entre la suya. No podía creer lo que le estaba pasando, Atem era mejor de lo que había imaginado.

Lo llevó por unas escaleras en las que casi no había personas y cruzaron el balcón en donde lo vio por primera vez y en donde se podía ver la gente que había en el lugar. Pararon frente a una puerta que Atem abrió.

-¿En serio? –preguntó molesto Atem cuando vio lo que pasaba adentro.

Malik y Marik se estaban besando en el sillón uno arriba del otro, al menos agradecía que no se hubiesen puesto hacer otro tipo de cosas. Le tapó gran parte de la vista a Yugi con el objetivo de que no se incomodara, pero este aun así logró ver y se sintió fuera de lugar.

Ellos se separaron rápidamente al ver que alguien había entrado. Malik se sintió mal al ver una cara aparecer detrás de Atem, cuando vio que tenían sus manos juntas entendió que había metido en grande la pata. Se paró rápidamente y se acercó a ellos arreglándose sus ropas lo más que pudo. Atem los miraba mal.

Está bien, primeras impresiones de sus mejores amigos: malas, terriblemente malas.

-Hola, soy Malik –se presentó, había practicado mucho el japonés pero para Yugi era claro que no era de aquí en su acento. Diferente a Atem, que lo hablaba perfectamente.

-Soy Yugi –le sonrió.

Malik se emocionó, en ese preciso momento se dio cuenta de que él era lo que necesitaba en ese grupo de niños grandes y tontos. Estaba seguro de que se llevarían bien.

Atem llevó a Yugi hasta donde estaba Marik y no se aguantó de darle un buen golpe en la cabeza. Esta no era la forma en la que quería unirlo a su círculo social.

-Y él es Marik, crecimos juntos, es como mi hermano –lo presentó  Atem.

Marik  le sonrió gentilmente a Yugi mientras se tocaba la zona de impacto del golpe.

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Cuando Yugi llegó a la casa no daba más de la emoción. En el camino a casa sus amigos lo había bombardeado a preguntas sobre Atem, todo era tan nuevo para él al punto de que la pregunta que más recorría su mente era:

“¿Y ahora qué?”

Qué pasaría con su relación era un misterio, no sabía cómo se sentía el faraón con respecto a él, pero sí podía hablar de sí mismo y afirmar que estaba completamente enamorado. Ya no tenía dudas sobre eso, ver a Atem le dejó con la garganta seca, su corazón corriendo y su alma satisfecha.

 “¿Debo decirle?”

Se cuestionó Yugi, pero ahora lo abrumaba un gran problema. Atem vivía en Egipto y se iría de vuelta allá en un par de días. ¿Se puede mantener una relación a larga distancia? ¿Estaba bien que pensara en eso aunque no tenían una relación?

-Hola, hijo. ¿Cómo les fue?

Yugi vio a su madre salir de la cocina con un delantal atado a la cintura, estaba preparando la cena, se la había pasado fuera todo el día. Ella le sonrió y sintió que se calmaba.

-Estuvo bien, muy divertido –beso a su madre en la mejilla y se sentó en la mesa a verla cocinar. Pronto su abuelo se les unió-. Conocí a alguien hoy, alguien a quien tenía muchas ganas de conocer.

-¿Una chica? –preguntó riéndose su madre al ver como las mejillas de Yugi estaban rojas.

-Más bien era un chico –dijo Yugi.

-¿Y era guapo? –le preguntó al ver por dónde venía la cosa. Yugi asintió recordando a Atem y escuchó como su madre y su abuelo reían.

-Pero no vive en Japón, se irá dentro de un par de días. ¿Crees que deba decirle? –Yugi no especificó que quería decirle, le daba vergüenza pero sabía que su madre lo entendería de cualquier forma.

-Oh Yugi… no sé si debas o no, pero sí sé que no tienes nada que perder –le respondió mientras dejaba un plato con comida frente a sus ojos.

Yugi agradeció. Cuando se dispuso a comer sintió su celular vibrar y cuando lo miró vio que tenía un mail nuevo. Lo abrió.

“Un placer haberte conocido hoy, Yugi”.

Feliz, terminó su día enseñándole a jugar Duelo de Monstruos a su abuelito con el nuevo mazo que tenía, a él le encantó el juego y Yugi no dudaba de que sucediera. Después de todo eran una familia fanática de los juegos y sabía que pronto, seguramente, su abuelito vendería de esas mismas cartas en su tienda.

Notas finales:

¿Les gustó? Amooo a Yugi y Atem, simplemente los amo.

Gracias por leer!!

Nos vemos en el próximo cap!!


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