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¿Quién eres? por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me pertenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

Bueno este es el último capítulo en que aparecerán Yugi y Atem de protagonistas, volverán en otros capítulos a futuro. ¡Y regresaron Joey y Seto!

PD: casi olvido que hoy es lunes y eso significa actualizar esta historia. ¡Perdón!

Yugi despertó en una gran cama de hotel cuando escuchó a alguien llamándolo. Pestañó hasta que la imagen dejo de parecerle borrosa y entonces vio a un atractivo chico de tez oscura mirándolo desde el otro lado de la cama con grandes ojos rojos.

Se sonrieron mutuamente mientras sus manos se unían sobre las sábanas.

-Siento despertarte tan temprano, pero no tenemos mucho tiempo para estar juntos y quiero aprovecharlo –le dijo Atem.

Yugi notó que el sol apenas había salido, comenzó a enderezarse y Atem lo imitó, vio que el reloj en la mesa de luz marcaba las seis de la madrugada; solía despertarse a las siete para llegar bien a la escuela, por lo que tenía una hora para pasar tiempo con Atem.

La noche anterior había llamado a su madre para que le diera permiso para quedarse, al principio se negó alegando que había escuela al otro día, tal como sospechaba que haría, pero luego le rogó tanto que acepto. Yugi pensó que lloraría de felicidad cuando vio la sonrisa de Atem al decirle que se quedaba.

No podían parar de hablar, sentían que se conocían de toda la vida y tenían tantas cosas en común. Atem le prestó una camisa blanca para que durmiera cómodo y él solo vistió un pantalón de dormir, Yugi tenía que golpearse mentalmente para poder concentrarse y que no se le cayese la baba al quedarse mirándolo. ¿Ese chico cautivador lo había besado? No lo podía creer. ¿Eso significaba que correspondía sus sentimientos?

Habían pasado las últimas horas de la velada tirados en la gran cama jugando Duelo de Monstruos, esta vez en versión de cartas originales. Yugi estaba encantado con las cartas de los Dioses Egipcios, aunque por supuesto, para él ninguna carta superaría jamás a su querido Mago Oscuro. Atem desde su computadora le mostró cómo era “Magic & Wizards” por detrás, todo el trabajo que llevaba ser un administrador; desde su cuenta algunas cosas eran diferentes y le enseñó el proceso que llevaba diseñar un monstruo o hechizo (le habló sobre el equipo de diseño de la empresa), así como las diferentes misiones (Atem lo llamaba el equipo de diseño de trampas).

Al final se durmieron tarde junto al otro mientras seguían hablando a susurros, dieron por finalizada su charla con un beso más. Ahora, ya de día y con pocas horas de sueño, Yugi no estaba para nada cansado.

-¿Dormiste bien? –Atem le preguntó, se sentó en la cama y comenzó a hacerle masajes con el pulgar en su mano mientras le sonreía. Atem siempre le sonreía.

-Dormí muy bien, Faraón –le dijo Yugi tratando de bromear un poco con el apodo y lo logró, Atem soltó una carcajada.

-Me alegro, mi Hikari –le devolvió y Yugi se sonrojó, le emocionaba que lo considerara suyo-. De todas formas no me es extraño el apodo, los chicos que conociste y mi primo, por lo general realmente me llaman así, nos llamamos por nuestros apodos desde que somos niños. Larga historia.

-¿Cómo prefieres que te llame entonces?

-Tú llámame como quieras –Atem se movió para estar junto a él-. ¿Puedo besarte?

A Yugi se le cortó la respiración al oírlo, asintió suavemente acercándose también. Ni él sabía cómo su beso terminó con ellos rodando por la cama. Atem besó sus mejillas, su barbilla, su cuello. Una mano morena acarició su pierna apretando su muslo y respetando la línea que trazaba su camisa como un límite. Cuando quiso acordar, había vuelto a recostarse en el colchón y Atem estaba sobre él enloqueciéndolo y enloqueciéndose a sí mismo.

Ambos trataron de no prestar atención a lo que sucedía en sus partes bajas, era muy pronto para eso, pero primeros besos salvajes en una habitación de hotel era algo que podían permitirse. Pararon cuando Atem se zambulló en su pecho a morder sus pezones corriendo a un lado su camisa, sus manos incontrolablemente subían y bajaban por las piernas lechosas. Yugi dejó escapar un gemido sollozado de placer que dejaba en claro que no podrían parar si seguían así.

Un último beso y Atem terminó por elegir ir al baño en soledad a ocuparse de sus asuntos. A Yugi le temblaban las piernas tratando de meterse en su uniforme azul y casi se cae cuando Atem salió del baño vestido y recién duchado, había algo sexy y oscuro en ver las puntas de sus cabellos ceder a la gravedad sobre sus hombros por el peso del agua.

-¿Bajamos a desayunar?

-Sí, claro –aceptó Yugi.

El desayuno le pareció deprimente a Yugi. Atem volvería a Egipto y él se quedaría en Japón, volverían a no ser más que amigos que hablan por medio de un videojuego. Yugi pasó con ese pensamiento en la cabeza todo el viaje en auto a la escuela, a pesar de estar teniendo una conversación animada con Atem y no despegar la vista de las sonrisas fugases que le mandaba cuando el tránsito se lo permitía.

“Vamos Yugi, anímate”, trató de pensar. Recordó a su madre diciéndole que no tenía nada que perder y su duelo con Duke, cada vez que recordaba ese duelo él mismo se preguntaba qué clase de bicho raro le había picado ese día. Pero es que ahora necesitaba que lo picara de nuevo para hacer esa locura de confesarse.

Atem paró frente a la escuela, los latidos de su corazón ya se habían convertido en martillazos contra su pecho. Era ahora o nunca.

-¡Me gustas! –dijo Yugi antes de que empezara a reflexionar al respecto, se sonrojó al ver que Atem saltaba, más que decirlo se lo había gritado… que vergüenza-. Y n-no lo di-digo en el sentido de que me-me agrades, digo si me agradas, pero qui-quiero de-decir que me gustas en el o-otro sentido.

Yugi dijo eso rápidamente y se lo quedó mirando esperando una respuesta, se frotaba las palmas de sus manos sudadas en su pantalón.

La espera era tortuosa, al final Atem le dio otra de sus increíbles sonrisas.

-Tú también me gustas Yugi, en todos los sentidos que existen –Atem puso su mano sobre la suya en su regazo-. Espero que podamos vernos pronto. 

Compartieron un último beso antes de que Yugi se bajara del auto, cuando este comenzó a alejarse soltó un fuerte suspiro… y luego Atem festejó. ¡No había metido la pata! ¡Todo había sido perfecto! Sabía que Yugi iba a terminar siendo perfecto, ¿cómo lo sabía? Presentimiento. Así que sospechaba que si alguien lo arruinaba sería él mismo.

Yugi había sido increíble, su cita había sido increíble y la noche que pasaron juntos… ni se podía opinar, sin lugar a dudas la mejor de su vida.

Se sentía como el Guardián ahora mismo, tembló de horror cuando se dio cuenta. ¡No quería ser como él! Pero si quería con Yugi lo que Marik y Malik tenían.

Un bocinazo le hizo apagar las balizas y comenzar su viaje al aeropuerto, otra persona se encargaría de recoger el auto más tarde. Atem se fue pensando en una excusa para otro evento o cualquier motivo que le sirviera de excusa frente a su padre para poder volver a Japón.

En el semáforo tomó su celular e hizo una llamada que puso en altavoz.

-¿Hola? ¿Quién rayos eres y por qué me llamas en medio de la noche? –la siempre “amable” voz del ladrón se escuchó al otro lado.

-Necesito que me ayudes a adelantar trabajo para así el próximo evento se puede hacer antes y… -escuchó un bostezo del otro lado.

-¿Qué? ¿Por qué quieres adelantarlo? La fecha que pusimos está bien… -escuchó como se movía sobre su cama y soltaba una maldición-. ¿Qué carajos, Faraón? Es pasada la medianoche aquí en Egipto. ¿Qué no puedes esperar hasta una hora normal?

-Escucha. Salí con Yugi ayer y definitivamente me gusta y yo le gusto y necesito volver a Japón a verlo pronto, así que tienes que ayudarme –explicó rápidamente mientras conducía por la ciudad.

-Todo por eso… vete a la mierda Faraón. Volveré a dormir –y así le cortó.

Atem se sintió indignado, su situación era seria y se suponía que su supuesto mejor amigo debía de apoyarlo en esto. ¡Una relación a distancia no es fácil! Alguien podía aparecer y llevarse a Yugi en el tiempo que él estaba en Egipto. Pensó que Akefia no lo entendía porque era un soltero sin remedio que se negaba a tener una relación hasta encontrar a la persona “perfecta”.

Necesitaba a alguien que lo entendiera. Esta vez le pidió a su celular por altavoz que marcara al Guardián, le importó poco la hora y este respondió más animado.

-Hola Faraón, ¿ya subiste a tu vuelo? –le preguntó Marik al contestar, pensó que este sería la clave a sus problemas.

-No, estoy conduciendo al aeropuerto ahora. Escucha, necesito que me ayudes a cambiar la fecha del evento de agosto para antes. Yugi y yo tuvimos una cita anoche y…

-¿Tuvieron una cita? –escuchó la voz emocionada de Malik del otro lado, como no… Solo esperaba que no hubiesen contestado el celular durante una de sus sesiones de sexo como ya lo habían hecho con anterioridad, no quería pasar por eso ahora-. ¿Cómo te fue? ¿Ahora estás seguro de que estás enamorado de él? Espero que sí. Parecía buena persona y necesito a alguien con quien quejarme de ustedes cuatro con sus planes secretos que nunca me quieren contar. ¿A él le gustaste o metiste la pata?

-Qué poca fe que tienes en mi Malik, para tu información me fue muy bien –hizo acento en el ‘muy’. Atem estaba para indignarse por todos sus amigos hoy.

-Si te hace sentir mejor, te tengo más fe que al resto. Pobre de quien se enamore de Kaiba o peor, de Akefia y su fea cara –escuchó una discusión del otro lado y entonces Marik fue quien habló.

-Ignóralo, seguro que te fue bien, de todas formas no creo que sea tu hombre en esta, cambiar la fecha llevaría adelantar trabajo y no tengo tiempo para eso. Mi tiempo libre está totalmente destinado a mi chico.

-Pero…

-No Faraón, su tiempo libre es mío, compréndelo –lo interrumpió Malik y escuchó a ambos reírse y luego besarse. De verdad eran increíbles… increíblemente insoportables-. Pregúntale a Kaiba o Akefia, ese tonto nunca tiene nada que hacer.

-Como sea, gracias por su no ayuda.

Escuchó como ellos le cortaban la llamada entre risas y sonidos que no quería identificar. A veces extrañaba esos primeros meses en que Malik se unió al grupo y apenas abría la boca por miedo a caerles mal a los mejores amigos de su novio, y Marik actuaba como tonto cada cinco segundos, era material de broma estupenda.

Eran buenos recuerdos, en ese entonces gastaban todas las horas de sus vidas en diseñar “Magic & Wizards”, lo mejor que habían hecho juntos.

Como ninguno de los egipcios parecía ser de ayuda, le ordenó a su celular llamar al último de sus amigos, el menos probable, la última opción…

-¿Sí? –contestó simplemente Kaiba, Atem frunció el ceño en desagrado. ¡Vamos, eran primos, mejores amigos, casi hermanos! Se conocían de niños, no podía ser tan frío con él también.

-Oye, ¿recuerdas cuando se nos acabaron las opciones para que Malik aceptara salir con Marik y a ti se te ocurrió la brillante idea de comprarlo? Yo a eso lo considero ayuda, y si ayudaste al Guardián me parece que lo más justo es que también me ayudes a mí –habló rápido y seguro, sabía que a su primo no le gustaba que dieran muchas vueltas.

-Ah… no, no lo recuerdo. Mala suerte –Atem volvió a indignarse por tercera vez en el día, él no podría olvidar algo así, estaba tratando de huir.

-No, tú vas a ayudarme, es lo justo –se quejó-. Necesito ver a Yugi antes. No puedo esperar hasta agosto, sería una tortura volver a hablar solo por el juego o por mail. Tienes que buscarme la forma de volver sin que mi padre me diga que no.

-Si estás pensando en cambiar la fecha del evento, ya te digo que no. No se puede, yo soy el que maneja a los inversionistas y ninguno va a aceptar – Atem escuchó ruidos de fondo y se dio cuenta de que Seto debía de estar en la escuela ahora mismo, compartiendo salón con su querido Hikari-. ¿De todas formas, por qué me llamas a mí?... Ninguno te quiso ayudar, ¿verdad? Soy tu última opción, que halago.

-Claro que no, fuiste el primero de todos, Sacerdote –dijo Atem tratando de sonar convincente mientras estacionaba en el aeropuerto y apagaba el auto. Escuchó un “Ajá”  burlón de Kaiba-. Está bien, lo siento. Ninguno me quiso ayudar. Pero tú ayudaste a Marik, me podrías ayudar también.

-No, no tengo idea de cómo ayudarte y no pienso gastar mi tiempo pensando en cómo. Además, parece que hiciste un buen trabajo ayer. Al menos él se ve contento –Atem se moría de envidia por su primo ahora mismo, él estaba viendo a Yugi directamente, se preguntó si estaría sonrojado al pensar sobre lo de esta mañana.

-Puedes decirle de mi parte…

-No, olvídalo –Seto le respondió tajante. Atem gruñó de enojo mientras sacaba sus maletas del maletero del auto a la vez que sostenía su celular entre su mejilla y hombro.

Así nada más, su primo colgó la llamada. Típico.

+ - + - + - + - +

Joey despertó esa mañana agotadísimo, ni siquiera el trabajo o la escuela al otro día impedía que jugara por un par de horas en su computadora antes de dormir. Así que, como casi todos los días, se levantó con el segundo despertador y tuvo que correr para llegar.

La primera profesora entró al aula pisándole los talones y tomó el asiento junto a Yugi como siempre. No fue hasta que lo vio mirando por la ventana y suspirando con cara de tonto, cuando recordó que ayer Yugi había tenido su primera cita. Arrancó un pedazo de papel de su cuaderno y garabateó: “¿Cómo estuvo tu cita?”

Esperó a que la profesora se diese vuelta y lanzó el papel al escritorio de al lado. Yugi lo tomó y lo leyó disimuladamente, le respondió y lo lanzó de vuelta. Joey lo leyó: “Increíble, fantástica”.

Se compartieron una sonrisa y aunque se moría por preguntar, sabía que no podría hacerlo hasta la hora del almuerzo. Los cuatro se amontonaron alrededor del banco de Yugi esperando que este les cuente el chisme, y así lo hizo entre susurros.

-¡¿Durmieron juntos?! –gritó en susurros Tea. Los cuatro estaban de boca abierta.

-Dormir, solo dormir –aclaró Yugi, claramente omitió todo el revolcón de besos que tuvieron esa mañana.   

-Pero se besaron… -le dijo Ryou subiendo y bajando las cejas, compartieron una risa entre todos.

-¿Besa bien? –le preguntó Joey apoyando su mejilla en su mano.

Yugi se sonrojó pero aun así también se rio con ellos, cosas del amor. Tomó una bolita de arroz de su almuerzo y se la lanzó a Joey, le pegó en la cara y calló. Joey la recogió de su escritorio y se la comió riendo, después de todo había olvidado su propio almuerzo al salir corriendo, otra vez.

-¿Sabes cuándo podrás volver a verlo? –preguntó Tristán mientras peleaba con Joey para que dejara de sacarle comida de su vianda.

-No lo sé –Yugi puso cara triste-. No sé cuándo volverá a Japón y claramente yo no puedo ir a Egipto. Kaiba Corp. anunció que harían más eventos, supongo que en el próximo, cuando sea que sea. Mientras tanto, seguiremos igual.

-Es una pena –dijo Tea suspirando-. Encuentras un hombre fantástico en internet y que no es el viejo feo pervertido que nos temíamos, y resulta que vive en otro continente.

Todos acompañaron su suspiro.

+ - + - + - + - +  

Entrando en la primera semana del mes de Julio, Joey se conectó al juego por la noche. Estaba agotado del trabajo, pero como siempre, eso no lo detenía. Se acomodó en su silla y entró a su usuario. Pronto apareció en el centro del mapa del bosque y últimamente no dejaba de sorprenderse de la cantidad de avatares que había en cada rincón de los mapas, los cuales en las últimas semanas se habían expandido.

Desde que el juego de Duke había salido no quería más que arrancarse el cabello de la cabeza, y es que no lo malentiendan, le gustaba el juego, pero al jugarlo… bueno, no le iba tan bien.

No le era normal, él era un adicto a los juegos: los empezaba y los terminaba. Él mismo había logrado llegar a las cinco estrellas en el juego y estaba seguro de que era de las personas con más misiones halladas y cumplidas, aunque debía de admitir que un poco del crédito se lo llevaba el Sacerdote. No era que él lo ayudase, pero si le tiraba indirectas sobre nuevas misiones o viejas que no había encontrado aún, cuando se trataba de Demos directamente le decía su ubicación para que lo probara.

Por eso mismo estaba empezando a sospechar que el Sacerdote era alguien más que solo un vigilante de tramposos. Él siempre sabía todo. Estaba al corriente de que trabajaba para Kaiba Corp., pero probablemente no era tan pequeño su puesto como él le hacía creer. Desde que Yugi salía con el Faraón, había aprendido mucho de cómo funcionaba el juego y al final terminaba por contárselo a Joey.

Joey sospechaba que el Sacerdote podría estar trabajando para el equipo de diseño de las misiones y también podría estar involucrado con el nuevo juego de dados, era muy bueno al jugarlo. Y eso lo ponía de los nervios, porque el Sacerdote no dejaba de burlarse de él por perder.

Así que había tomado la decisión de alejarse de ese juego malévolo que solo le traía mala suerte. Por suerte para él y para su ego, no cualquiera pedía un duelo con un ‘cinco estrellas’ que tenía un Dragón Negro de Ojos Rojos volando detrás de él. Prefería mil veces escalar dedicándose solamente al Duelo de Monstruos, de todas formas le gustaba más.

Acababa de salir de una tienda de provisiones cuando se encontró con el Sacerdote, aunque a decir verdad él lo había encontrado, como siempre.

“¿Alguna vez vas a decirme cómo haces para ubicarme constantemente? Dejé de creer que esto era coincidencia hace mucho tiempo”. Le escribió tan pronto como hizo ‘click’ en comenzar chat privado.

“¿Vas a acusarme de acoso en el juego?” Joey se rio de la forma que tenía el Sacerdote de siempre dar vuelta sus preguntas o lanzar otra él mismo para no responderle.

“Depende, ¿me estás acosando?” Se preguntó si la persona del otro lado de la pantalla se estaba riendo o sonriendo igual que él en ese momento. O quizá el otro no se alegraba al verlo como él lo hacía, esa idea no le gustaba.

“Un poco, nada serio”.

En el tiempo que lo conocía, Joey había tardado en entender su humor; era sutil, casi imperceptible pero ahí estaba. A veces hasta podía confundirse con maldad cuando solo era una broma inocente. Le gustaba y le hacía reír, cosa que no le asombró teniendo en cuenta lo fácil que era para él reírse, pero se daba cuenta que no era fácil comprenderlo, y el hecho de que él sí pudiera hacerlo lo conmovía.

Entendía por qué el Sacerdote le había comentado que no se consideraba una persona simpática o divertida, le había llevado tiempo entender sus bromas. No le hacía un chiste al día, pero era agradable verlo intentar ser agradable con él y su humor seco decía mucho.    

“Qué bueno, avísame si se vuelve serio”

“Lo haré. Entonces, no me conecto hace días, ¿has logrado algo nuevo?”

“No realmente, recorrí montañas del Himalaya y túneles ocultos en la selva africana viendo si hallaba algo nuevo, pero no encontré nada. Y cuando lo hacía siempre estaba relacionado a ese tonto juego de dados que me hace perder todo el tiempo”. Joey pensó al respecto, se había vuelto adicto a las misiones, odiaba no poder encontrarlas. Despechado agregó. “Fue aburrido”

“¿Aburrido?”

“Un poco. Además ya llegué a las cinco estrellas y tengo un mazo fuerte, no hay cartas que deseé y lo único que me queda probar es Dados de Monstruos del Calabazo. Hoy no sé qué puedo hacer”.

Joey estuvo esperando bastante su respuesta, ambos solían escribir rápido y solo demoraban si el mensaje era largo, claramente siempre era él el de los mensajes largos. Lo charlatán no se iba ni en los videojuegos. Empezó a parecerle extraño y se fijó si el avatar estaba conectado. Usualmente cuando te desconectabas tu avatar desaparecía, pero podría quedar allí si estabas en un duelo (para evitar a los tramposos que huían cuando estaban perdiendo o si tu conexión a Internet estaba fallando por momentos).

Cuando cliqueó sobre el avatar para ver en su información sí aparecía conectado y pronto en el cuadro de chat apareció un ‘escribiendo…’.

“¿Dejarás el juego entonces?” Joey frunció el ceño al leerlo.

“¿Qué? ¿Por qué preguntas?”

“Una vez dijiste que podrías dejar el juego si no tenías nada más para hacer. Estas últimas semanas las expansiones han estado dedicadas en su mayoría al nuevo juego, en el cual resulta que eres un caso perdido. Me hace preguntar si te irás”.

“¿Te molestaría que me fuera?” Joey se arrepintió tan rápido de escribirlo, pero de verdad quería saber y no estaba seguro de por qué. Ni siquiera le importó el que le nombrase lo malo que era en el nuevo juego.

“Me gustaría que te quedaras”.

A Joey esa respuesta le hizo saltar algo dentro de él y se forzó a no pensar mucho en eso, en no sentir mucho por eso. ‘No seas tonto, Joey’, se repitió mentalmente. No lo conocía y por lo que sabía, había una gran posibilidad de que la persona del otro lado de la pantalla le llevase diez o más años, como se podría esperar de un empleado que trabaja para Kaiba Corp.

Pero no podía evitar pensar que eso parecía un coqueteo y le hacía sonrojarse. Él no quería que dejase el juego, se sentiría mal si lo dejase, y a Joey ese pensamiento no le gustaba. Sus manos se movieron por el teclado más rápido que su cerebro.

“No lo dejaré, intentaré mejorar en Dados de Monstruos del Calabozo”. Joey se quiso patear, parecía un perro arrastrándose y obedeciendo. El Sacerdote le decía que se quedara y él lo hacía. Soltó un suspiro de frustración y golpeó su frente contra el escritorio, eso había sido patético, así que agregó algo más: “Pero si no veo una expansión pronto, puede que vaya a probar uno de los juegos que tengo en mi lista”.

“Estoy seguro de que habrá una pronto que te gustará, hay un nuevo evento programado para Agosto.”

“¡¿Agosto?! ¡Esa es una eternidad!” 

Recordó que hace unos días Yugi le había comentado que la próxima vez que podría ver a Atem sería en Agosto, volvió a preguntarse cómo sabía sobre una fecha confidencial que no había sido lanzada al público. Aunque si lo pensaba bien, el Sacerdote era quien le había dado su invitación la última vez, por lo tanto no era raro que supiera de esas cosas.

Pensó al respecto, un mes era mucho y casi se arrepintió de la ayuda que el Sacerdote le daba para encontrar misiones. Si él no le diera pistas tendría en qué gastar su tiempo en el juego, como Yugi. Pero le gustaba hacer misiones seguido, era su excusa para hablar con el Sacerdote; probaba demos o misiones ya hechas y entonces el Sacerdote le preguntaría sobre su humilde opinión y hasta una vez había cambiado una cosa  que él le había recomendado en un demo (por eso creía que trabajaba en el equipo de diseño de trampas).

Y lo mejor de todo era que sutilmente podía desviar la conversación a otros temas, como el mismo Sacerdote; había empezado a acumular mucha información de él. Volvió a enfadarse consigo mismo y escribió algo más antes de que el Sacerdote le respondiera algo.

“En un mes podría jugar otra cosa y volver para la expansión, y si no me gusta, pues lo dejaré supongo”. Esperó a ver la reacción del otro, capaz se enojaba o se ponía triste, algo que le diera una señal de que los pajaritos no cantaban solo para él.

“¿Y qué piensas jugar?

Joey se imaginó a un chico enfadado que está pensando en cuáles son sus competencias o enemigos con los que luchar. Sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos tan poco acertados. Y entonces entró en pánico, porque en realidad no tenía ningún juego en cola, gastaba todo su tiempo en “Magic & Wizards”. Minimizó el juego y rápidamente investigó en Internet cuál estaba siendo la mayor competencia del juego de Kaiba; se decepcionó al ver que “Magic & Wizard” le llevaba bastante ventaja en ventas y a pesar de que unos meses atrás el juego en segundo lugar lo hubiera entusiasmado, ahora se veía aburrido si lo comparaba a su vicio actual.    

Se dirigió al juego y escribió el nombre en el chat, esperó por una respuesta que no demoró en llegar.

“¿Estás de broma? ¿De todos los juegos del mundo, quieres dejar este para jugar a ese aburrido y que parece una copia de millones de juegos que ya han salido?”

Joey pensó en que tenía razón, no había un buen punto de comparación entre ambos, pero no quería humillarse a sí mismo, debía de defender su punto.

“Pues está siendo muy recomendado y es el segundo más vendido en Japón. Podría darle una oportunidad”.

“Senshi, de verdad vas a decepcionarme si cambias este juego por ese tan absurdo”. A Joey realmente esa advertencia le hizo preocuparse.

“Bueno no habrá necesidad si hay una actualización antes, o mejor… me vuelvo bueno en Dados de Monstruos”.

“Estamos perdidos entonces”.

“¡Oye!”

+ - + - + - + - +  

Ese día era viernes y hacía un calor de espanto, manejaba la bicicleta con una mano porque con la otra se llevaba un helado de agua a su boca. Iba con tranquilidad disfrutando del sol, no había dormido bien por el calor que hacía en su habitación, terminó siendo un placer tener que levantarse de la cama.

Dejó su bicicleta junto a las demás y empezó a caminar hacia la entrada. A lo lejos divisó a Yugi junto a Tea y levantó el brazo para llamar su atención, en eso, distraído, alguien lo pecha.

-Está bien, voy a ayudarte con lo que me pediste…

Joey levantó la vista para encontrarse que había chocado con Kaiba y se estremeció enseguida. Kaiba le clavó una mirada aburrida y hasta de molestia mientras hablaba por su celular, como siempre con él debías de aplicar la ley de te corres o te pasa por arriba.

-Disculpa por pecharte. Oh, no fue nada –le dijo Joey en tono burlón actuando a dos papeles. Solo consiguió que Kaiba parara por un segundo a mirarlo mal de vuelta y claramente Joey no movió ni un pelo. No le tenía miedo y en serio esperaba que se disculpase. Kaiba solo marchó de nuevo-. Claro, acepto tus disculpas.

-No hay nada que me haya hecho cambiar de opinión, deja de insistir en eso, Faraón –siguió diciendo Kaiba por el celular e ignorándolo completamente-. Solo quiero adelantar la fecha del lanzamiento, eso es todo.

Joey le clavó una mala mirada por la espalda, de verdad que a veces no lo toleraba; cuando venía a la escuela, molesto o estresado por el trabajo, parecía que se llevaba al mundo por delante. Era el CEO de una gran empresa de videojuegos, gran cosa, ¿y qué? No había necesidad de ser así.

-Parece que hay problemas en Kaiba Corp. –Duke Deblin había aparecido a su lado haciéndolo saltar en su lugar, y al parecer había visto su accidente-. Normalmente no es así.

Joey rodó los ojos, se estaba llevando bien con Duke, pero de verdad quería arrancarse pestaña por pestaña cada vez que este hacía referencia a que conocía a Kaiba de manera personal. No se lo diría pero creía que era algo estúpido, después de todo, él compartía salón con Kaiba desde que este entró a la escuela.

Recordaba el fatídico día a la perfección, se había incorporado dos años atrás en la mitad del año escolar. Sabía que antes estudiaba en casa, en la casa de su padre adoptivo, Gozaburo Kaiba, quien había fallecido en un horrible accidente y de la nada había empezado en una escuela normal. Desde el principio trató a todos con cordialidad pero negándose por completo a entablar alguna clase de amistad con alguno de sus compañeros, a pesar de los esfuerzos de estos.

Desde la muerte de Gozaburo, recordaba que en la televisión no dejaban de pasar noticias sobre los negocios sucios que tenía su empresa y de inmediato esta empezó a decaer. Un mes después, se anunció que el heredero mayor de los Kaiba se haría cargo de la empresa a pesar de ser menor de edad. Kaiba recortó en su totalidad el cáncer de la empresa y se quedó con un sector que se dedicó a hacer crecer. Recordaba que por ese entonces el chico tenía muchas faltas en la escuela. Y de pronto un día, se anunció que Kaiba Corp. había absorbido a otra empresa especializada en programación y videojuegos, y desde entonces no hicieron más que progresar.

Lanzaron un videojuego y fue puro éxito, luego otro y otro, y entonces se produjo una larga pausa; Kaiba venía cansado a clase pero motivado. Antes de darse cuenta “Magic & Wizards” estaba a la venta, un videojuego que decían que llevó años planificar. Kaiba Corp. terminó más arriba que antes y todo por medios limpios.

-Duke, no te ofendas, pero conozco a Kaiba desde hace años; lo he visto con ojeras de cansancio y acné en la cara. Sé cómo es y está lejos de ser amable –le dijo con molestia a Duke y este tuvo la bondad de parecer avergonzado-. Y también sé que cualquier cosa que vaya mal en su trabajo lo mantiene como una bomba a punto de estallar hasta que las cosas se calman.

-Lo conoces bien –observó Duke.

-No tanto, para mi buena suerte.

-Te aseguro que no es tan malo como puede parecer.

-Te daré el beneficio de la duda. Después de todo, desde que lo conozco solo hemos charlado seriamente un par de veces –concluyó Joey empezando a caminar a su aula. Había perdido a sus amigos en la multitud-. Aunque he de admitir que hace buenos videojuegos.

-Es verdad. Hablando de eso, ¿qué te ha parecido mi juego? –Duke le dedicó una suave sonrisa y Joey no pudo evitar pensar que era atractiva. Se sintió mal por no ser bueno en Dados de Monstruos. No se animaba a decirle a Duke cuanto lo odiaba y demoró tanto en buscar palabras que la sonrisa se empezó a borrar de la cara de Duke-. ¿No te gustó, verdad?

-¡No, no es eso! –dijo rápidamente Joey y Duke le dirigió una mirada de que no le creía, se sintió culpable por haber eliminado su sonrisa perpetua-. Es solo que a pesar de mis cinco estrellas no logro tomarle el truco. Pierdo demasiadas veces para mi gusto. Es un juego genial, pero sería más genial si dejara de perder mis cosas cada vez que juego una partida, por suerte nunca he tenido la necesidad de apostar mis cartas favoritas.

-Entiendo… -la mirada de Duke seguía siendo insegura y Joey se puso nervioso-. Se me ocurre que quizá podría ayudarte a mejorar. ¿Qué opinas?

-¿De verdad? –a Joey le emocionaba la idea. Podría mejorar y entonces lograr pasar nuevas misiones y enfrentarse a más personas, dejar de huir siempre era lo más digno de llamarse un ‘Gamer’. En definitiva podía quedarse en el juego por algo más que el Sacerdote.

Porque debía de admitirlo, toda la semana entró y esperó a que el Sacerdote se conectara y lo encontrara. Después se quedaban mayoritariamente charlando, ayer en la noche terminó por confesarle su amor por la comida basura y él le dijo que el tiramisú era su “edén”. Joey lloró de risa cuando leyó la palabra edén, no podía creer que estaba cayendo por alguien que decía edén.

Todos los días aprendía cosas de él y ahora más que nunca no quería dejar el juego, antenoche se notó que se estaba aburriendo y entre vuelta y vuelta, el Sacerdote volvió a afirmar su rechazo contra ese nuevo juego rival de la nada. Se le revolvieron mariposas en el estómago al pensar que quizá el Sacerdote estaba tratando de que no se fuera.

-Sí, claro. Podríamos ir al centro de arenas de Kaiba Corp. y practicar. Y si le decimos a los otros, Yugi también sería de ayuda. Definitivamente es bueno en mi juego. ¿Qué te parece hoy a las siente?

-Me parece un buen plan, le diré a los otros.

Duke se despidió primero entrando a su salón y dedicándole un guiño, Joey se estremeció, seguro que era por lo llamativo de la belleza occidental. Se fue a su clase a contarles el plan para todos ese día. 

Notas finales:

¿Les gusto?

 

En lo personal disfruto muchísimo de escribir la relación entre de amistad entre Seto, Atem, Akefia y Marik, y creo que más que nada porque el origen de su amistad siempre me ha quedado clara a mí y puedo afirmar la importancia que tiene para cada uno de ellos. Ya se los compartiré más adelante, tiene mucho que ver con los apodos y por qué Seto ya no vive en Egipto.

 

De todas formas, a lo que voy es que me divierte; se burlan a morir del otro, pero son lo más importante para el otro. Y Malik, dios, desde un principio supe que su llegada al grupo sería diferente, como ser parte de ellos pero no totalmente, y que eso lo hace enojar aunque por supuesto es lo suficientemente maduro para entender que todo lo relacionada con "Magic and Wizard" es completamente secreto. Aún así muere porque el resto tengan pareja para que lo comprendan.

 

Volvemos fuerte con el puppyshipping... tanto el Sacerdote como Joey están comprendiendo que lo suyo está siendo más que una amistad, y ahora Seto está a toda marcha para que Joey no deje su juego. Mientras tanto, a Joey parece que le gustan los chicos con egos más grandes que el sol...

 

Gracias por leer!!

 

Nos vemos en el próximo cap!! 


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