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¿Quién eres? por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me pertenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

El viernes por la mañana, no dejaban de escuchar chismes sobre un chico nuevo en la clase de al lado, no les llamaba la atención el chico, pero si debía admitir que era extraño que haya entrado en esta fecha.

Ignoraban el tema hasta que tal chico pasó por la puerta cuando estaban almorzando en la clase. Era alto, de contextura delgada, ojos verdes y cabello negro. De su oreja colgaba una caravana con un dado rojo. No tenía para nada apariencia común, llamaba la atención, era occidentalmente atractivo. Venía abrazado a dos chicas.

-¿Quién se cree? –dijo Tea. No daba la mejor impresión la verdad, bueno, depende de quien lo mirase.

El chico miró hacia los lados y se acercó a ellos cuando los divisó.

-Soy Duke Deblin. Me dijeron que solo un tal Joey y un tal Yugi habían podido entrar al evento de Kaiba Corp. –les dijo directamente. La clase murmuró a su alrededor.

Joey miró a Yugi y Yugi miró a Joey. El rubio tragó su comida tranquilamente.

-Yo soy Joey y él es Yugi –respondió-. ¿Y qué?

-Tranquilo. Solo quería saber quiénes eran porque yo también iré, y no parece que en esta escuela haya otros fanáticos. Trabajo para Kaiba Corp. –lo primero que se le pasó por la cabeza a Joey era que pudo pasar gracias a su trabajo.

Joey no le veía cara de ser fanático de los juegos. Miró el asiento donde siempre se sentaba Kaiba, lamentablemente hoy no estaba, porque si no le preguntaría si era cierto lo que el extraño chico decía.

No siempre se ve que llega un chico nuevo, llama la atención de todo el mundo y todavía para rematar dice que trabaja para la empresa más importante de ciudad Dominó y para el CEO que extrañamente estudia con ellos.

Demasiado para asimilarlo de golpe.

-Que bien –comentó Yugi, sonriendo como siempre.

 Joey se negaba a hacer eso, ese chico no le caía bien, era un claro engreído. Le recordaba a otro engreído que no quería mencionar y que tampoco le caía bien. Aunque al menos el segundo no andaba rodeado de chicas que lo adulaban sin sentido, bueno él directamente no le dirigía la palabra a ninguna chica o chico… no sabía que era peor.

-¿Así que… te gustan los juegos?  -le preguntó Joey, en serio no le veía cara de eso, tenía más cara del típico chico rodeado de chicas lindas y que trataba a los chicos como ellos como… ¿cómo es que les decían? Ah sí, frikis o nerds. Já, como si fuera un insulto para ellos.

-Pues sí, aunque no lo parezca. Aunque tú no puedes hablar mucho tampoco, tú no te ves cómo alguien capaz de llegar al evento. Solo fueron elegidos los mejores de los mejores por si no lo sabías –le dijo.

-Sí, lo sé. Por eso es que asistiré -le respondió Joey ofendido.

-Si tú lo dices. Nos vemos en el evento -se dio media vuelta y se fue riendo acompañado.

Joey rechinó los dientes. Ya estaba harto de esto, todo el mundo lo subestimaba antes de conocerlo. Siempre creían que él no podría hacer todo lo que ya había hecho. ¿Quiénes se creían? ¿Por qué siempre tenían que juzgarlo?

Les demostraría de qué está hecho Joey Wheeler.

+ - + - + -+ - + - + 

Ya era miércoles por la noche, faltaban unos tres días para el sábado cuando sería el evento.

Joey se encontraba corriendo por las montañas nevadas junto al avatar de Ryou; tenía dos estrellas y media sobre su cabeza y a su alrededor volaba su monstruo más cercano y fuerte: Necrofear Oscuro.

Por más que sorprendía, Ryou les había afirmado que tenía fascinación por las cartas grotescas. Quien lo viese nunca diría que se inclinaba por ese tipo de cartas, pero bueno, se estaba armando una buena baraja de ellas.

Ryou pertenecía al reino del “Ladrón”, el mapa de las montañas nevadas del Himalaya; la mayor parte de ese lugar estaba repleto de nieve y ocultaba muchas misiones difíciles de encontrar entre sus infinitas montañas. Ahora mismo acababan de terminar una que había hallado Joey  y que se lograba pasándola de a dos personas.

“Tengo que ir hacer mi tarea, ya me voy”. Le escribió Ryou.

“¿Había tarea?”. Respondió. Muy pocas veces se acordaba de hacerla y la mayor parte de esas veces no tenía ganas.

“Sí, la hay. Es importante, tienes que hacerla”.

“Sí, mamá”.

Joey suspiró cuando vio a Ryou desaparecer. Tendría que hacer su tarea, ahora que lo recordaba, sí era importante. Estaría en problemas si no la hacía.

Se paró sin cerrar el juego y tomó los cuadernos que sabía que necesitaría, un lápiz y un color. Con eso sería suficiente. Colocó todo sobre su escritorio y cuando iba a cerrar el juego recibió un nuevo mensaje.  En medio de la nieve estaba parado el Sacerdote con su usual Dragón.

“¿Estabas en un duelo?”

Joey se debatió seriamente entre contestarle o decirle que tenía tarea y por eso debía irse. Pero se dio cuenta de que no tenía la voluntad para hacerlo, disfrutaba de hablar con el desconocido, más de lo que le gustaba aceptarlo.

Una pregunta que nunca se le había pasado por la mente le surgió. ¿Cómo era que siempre sabía el lugar exacto en donde se encontraba? Generalmente siempre era el Sacerdote quien lo encontraba y según él apenas abría el juego. Lo dejó pasar.

“Más bien en una misión”.

Nunca te pregunté cómo es que llegaste a jugar a este juego. ¿Cómo lo conociste?

“Un amigo me habló de él. Yo ya me había aburrido del juego que estaba jugando, ya no tenía nada más que hacer en él. Me enteré de este juego y él decía que era uno de los mejores que había probado, lo probé y me gustó. Así que lo seguí jugando”. Joey odiaba tener que mandar mensajes largos, estaba seguro que esta parte del juego no estaba dedicada para eso.

“Entonces, si llegas a obtener todo lo que te ofrece el juego, ¿dejarías de jugarlo?”

Joey pensó en su respuesta antes de contestar.

“Puede ser, pero este juego está lleno de cosas y si cumplen con la promesa de que se va a estar continuamente expandiendo, probablemente siga jugando”.

“Suerte que se hará, así no tendrás que irte”.

Joey no sabía por qué pero ese comentario le hacía sentir bien, en su mente es como si le hubiera dicho ese chico engreído “me alego de que no dejes el juego”. Sabía que era una estupidez pero estaba feliz con engañarse pensando en eso.

“¿Y tú cómo llegaste a este juego?”

“Estoy desde el comienzo”. Le dijo simplemente.

No estaba seguro de si tomar eso como una respuesta, es decir, eso ya se lo había dicho pero no respondía a cómo fue que lo conoció. Era como si evitara la preguntara. Quería saber si lo había visto en una tienda el día de su lanzamiento, si al igual que él alguien se lo había recomendado o si conocía a alguien dentro del negocio que lo introdujo el mismo día.

Dejó pasarlo, apuesto a que un día se lo diría, no era la primera vez que evitaba contestar una pregunta que después terminaba contestando.

Antes de darse cuenta ya habían pasado media hora hablando de nada en particular, cosas sin sentido de ellos mismos como: ¿cuál era su materia favorita? Curiosamente a él le gustaban todas. ¿Qué tomaba de desayuno? A Joey le pareció que su mayor sueño era nadar en café. ¿Cuántos años tenía? Coincidió en que tenía su misma edad. Averiguó que no solo era un fanático de los juegos sino que también le gustaba mucho leer, principalmente clásicos.

“¿Entonces irás al evento de Kaiba Corp.?”

 Joey le seguía insistiendo, quería que al menos fuera para posteriormente poder comentar sobre las cosas que hubiera allí. Si luego se encontraban, sería un bono extra. Demoró en contestarle.

“Iré”. Le dijo finalmente.

-Genial -pronunció Joey al leerlo.

“Podríamos encontrarnos. ¿Qué te parece si ponemos un lugar y hora para vernos?” Le propuso.

“No lo creo”. Sintió su ánimo esconderse. “No me parece buena idea conocernos”.

Joey debía admitir que a él tampoco le parecía buena idea hacerlo. Era un desconocido. Todo lo que le había dicho pudo haber sido una mentira inventada por un loco o un hacker. Esa última opción se la había pensado bastante, él era muy extraño y siempre parecía saber todo lo recúrrete a este juego y otros jugadores, como si supiese el modo en el que fue armado.

Además debía de comprender que no todo el mundo era tan sociable como él, podía simplemente ser tímido o naturalmente jamás se le había pasado por la mente ver en Joey a un amigo. Solo era un conocido con el que jugaba un videojuego.

Pero Joey al menos quería conocer la cara de la persona con la que hablaba.

“¿Qué tal una pista para reconocernos, algo que sea fácil de ubicar? Si te reconozco tengo el derecho de hablarte. Por ejemplo, mi cabello es rubio”. Propuso otra idea. Joey sabía que su cabello era llamativo, muy pocas personas en Japón tenía un color de cabello como el suyo. “Y es natural”.

Eso era algo que quería aclarar, no tenía tantas ganas ni tanto dinero para ser alguien que iba a la peluquería. Solo lo necesario cada un par de meses.

“Mi cabello es oscuro”. Joey gruñó decepcionado.

“Sí… al igual que la mayoría de las personas en Japón y de los que asistirán, seguramente. ¿No tienes algo que llame la atención entre mucha gente?”

“Demasiadas cosas. No te lo diré”.

-Qué engreído -murmuró Joey. Cuando conseguía olvidar que eso era una gran parte de su actitud, él volvía con un comentario así-. Apuesto a que te reconocería inmediatamente…

“No es justo. Yo me encuentro en desventaja. Yo no sé nada de ti”. Reclamó.

“Eso no es mi culpa, tú lo dijiste antes de que yo aceptara”.

Se lo imaginó riéndose y eso lo cabreaba. No era para nada justo, él sabía algo físico que lo ayudaría a ubicarlo. Mientras que él tenía… ¿qué? ¿Una actitud engreída y que era bueno en los juegos?

“Eres un tramposo. ¿Sabes qué? Me iré a hacer mi tarea”.

“Está bien. Estaré buscando a un chico rubio”.

Joey cerró el juego molesto. También quería pasarse el sábado buscándolo, pero no tenía la forma de hacerlo.

Apagó su computadora y se centró en su tarea. Le llevó demasiado tiempo hacerla y eso solo confirmó lo que Ryou le había dicho, era importante. Trató de perfeccionarla hasta más no poder y cuando estuvo conforme se acostó a dormir.

La mañana siguiente de milagro se despertó con la segunda alarma.

+ - + - + - + - +  

Seto Kaiba faltó a la escuela los dos días anteriores a su evento. Como CEO de una de las mayores empresas en Japón debía observar bajo lupa cada último movimiento a realizar, todo debía realizarse con la mejor eficiencia y para esto él tenía que estar en el frente.

Sentado en la oficina en su mansión, tecleaba sin parar en su computadora. Nada podía salir mal. Frente a él tenía unos sofás negros y allí estaba sentado su primo.

Atem tenía solo un par de meses más que él mismo, por lo tanto no había sido difícil crear la amistad entre ellos. Más que nada había visto un posible problema al conocerlo porque eran muy diferentes; mientras que a Kaiba le hubiese dado igual dirigirle o no la palabra la primera vez que lo vio, su primo enseguida lo llenó de preguntas, lo paseo por toda su casa y le mostró y prestó todo lo que le pertenecía.

También en su físico se notaba que no estaban relacionados por sangre: Atem tenía cabeza y medía menos que él, pero aun así era un fanático de los deportes por lo cual su cuerpo estaba firme y fuerte. Su piel era morena, contrastaba mucho con la piel lechosa de un asiático y sus ojos eran grandes y rojos.

Al contrario que él, su mirada generalmente estaba llena de amabilidad, mientras no lo hicieran enojar, claro. Ahí ni siquiera el gran Kaiba era rival. Ni hablemos de su extravagante peinado, el cual no podía explicar su origen, pero llamaba demasiado la atención.

-Mira a quien me encontré en tu puerta.

La puerta de madera de su oficina se abrió y por ella pasó un chico rubio, alto, moreno y macizo. Detrás lo siguió otro chico aún más alto, también moreno, con cara seria y de claro aburrimiento y un cabello platinado pasado sobre su hombro en el cual llevaba un bolso grande.

Ambos eran amigos de su infancia. Marik y Akefia respectivamente. Los tres invitados a su casa eran de origen egipcio y allí era donde se habían conocido, en unas de las cuantas visitas que hizo allí con Gozaburo Kaiba a su hermano, el padre de Atem.

Akefia cerró la puerta apenas pasó dándole en el rostro a quien venía detrás.

-¡Oye! –se quejaron desde fuera. Él se rió mientras la puerta volvía a abrirse.

Bajo el marco estaba un furioso chico de la misma edad que ellos, pero a su lado parecía claramente menor. Era delgado, con una estrecha cintura de piel morena y suave, sus ojos eran de un destacado color lavanda que hacía un gran juego con su sedoso cabello rubio cenizo.

Su nombre era Malik. Nadie negaba, ni el mismo Seto Kaiba, lo atractivo del chico.

-Lo siento, no te vi –Akefia se rió de nuevo.

-No te metas con mi chico, idiota –Marik elevó un puño en amenaza.

Tomó al chico por la mano y lo entró a la habitación. Marik se sentó en el sofá frente a Atem y Malik se sentó sobre sus piernas y comenzaron a besarse, siempre estaban demasiado acaramelados. Seto negó con la cabeza, no tenían vergüenza, continuamente estaban igual en el lugar que sea.

Akefia se le paró al lado y se dieron un fuerte apretón de manos.

-¿Cómo estuvo tu vuelo?

-Me mandaron a revisión, pensaron que tenía drogas o armas o yo que sé qué –se quejó cruzándose de brazos molesto.

-¿Otra vez? –preguntó Atem levantando la vista de su computadora.

-Sí, es frustrante –se apoyó al lado de Seto en el escritorio mirando por el ventanal que estaba detrás y que apuntaba al jardín trasero.

-Te dije que tu cara es fea, por eso se asustan –le dijo con resentimiento Malik separándose del beso. Marik se rió del comentario de su novio.

-Creo que tiene razón, dicen que en Corea son buenos en las operaciones estéticas, ¿quieres que te busque un lugar? –le propuso Seto.

Él solo gruñó y se sentó junto a Atem en los sofás mientras sus amigos, a los cuales consideraba hermanos, ya se reían en su cara.

-¿Entonces ya está todo listo? –Akefia decidió cambiar de tema.

-Al parecer sí –afirmó Seto.

Cerró su computadora y se fue a sentar en un sillón individual, ni loco se sentaba con la pareja de enamorados que en cualquier momento utilizaba su preciado y caro sofá para hacer cosas de las cuales no quería ni saber.

-¿Estás hablando con ese chico de nuevo? –le preguntó Akefia a Atem mientras miraba lo que este hacía en su computadora. Y Seto que pensaba que estaba trabajando…

-No viches, no es tu asunto –Atem volteó aún más su computadora para que no pudiesen ver lo que escribía, aunque ya lo habían descubierto.

-¿De nuevo? Habla todos los malditos días con él, a toda hora se mandan mensajes y ahora hasta se hablan directamente. Sonríe como idiota todo el tiempo –se burló Seto y Akefia le sonrió a Atem con clara burla.

A ninguno le molestaba en realidad, es más, bien por él. Lo veían feliz y para ellos eso estaba bien, ya les llegaría su turno y entonces ellos serían el centro de las burlas, lo sabían así que debían de disfrutar el momento.

-Ojalá te corresponda –le animó Malik -. Así no seré el único que tenga que bancarse a ustedes cuatro.

-Te puedes ir cuando quieras. Ahí está la puerta, ¿te llevo? –le respondió Akefia con clara burla y Malik le gruñó, estaba a punto de contestarle cuando Marik lo interrumpió.

-Cierra la boca, idiota. Sabes todo lo que me costó conquistarlo, no quiero perderlo por tú culpa. Ni te atrevas a decirle eso otra vez –Marik le lanzó con rabia y acercó más hacia sí a su novio (si es que eso era posible).

Seto se los quedó mirando seriamente, sabía que Akefia solo lo hacía en broma, pero entendía la preocupación de Marik. Desde la primera vez que conoció a Marik este siempre estaba planeando regalos para dárselos a alguien: flores, caramelos, rocas bonitas que encontraba en los caminos de Egipto, etc.

Se preguntaba muchas veces a quien se las daría, cómo sería la niña que tenía tan enloquecido a su nuevo amigo. Le preguntó una vez a su primo quien era y él le había respondido que era alguien de una casa vecina, de su edad. Un día los dos lo siguieron.

Marik estaba muy nervioso, sus mejillas estaban coloradas y se retorcía los dedos entre ellos. Tenían doce años para ese momento. Lo vio parado en un callejón entregándole un ramo de flores silvestres que él mismo había recogido en la mañana a una niña. Recordaba haber pensado que era muy hermosa con su cabello rubio suelto y una flor violeta colocada detrás de su oreja que combinaba con sus grandes ojos color lavanda.

-Se llama Malik, es el hermano menor de la familia Ishtar –le había murmurado por lo bajo Atem.

En ese momento debía admitir que se sorprendió de que fuera un chico, él esperaba una niña. Y sabía que se había sonrojado fuertemente al pensar que un niño era tan hermoso.

El chico frente a su amigo de todas formas casi parecía una chica; sus altos pómulos redondeados y colorados hacían resaltar sus grandes ojos inocentes, su cabello estaba largo y recogido en una media colita como el de una niña, su cuerpo también parecía el de una, frágil y pequeño.

El chico tomó en sus manos las flores sin decir nada y Marik inmediatamente salió corriendo fuera del callejón sin darse si quiera cuenta de que pasó por al lado de sus dos amigos.

-Siempre hace eso… -dijo Atem con pena.

-¿Por qué no le dijo nada? –se quejó un joven Seto  que no conocía el amor.

-Le da vergüenza que él lo rechace, así que solo le da regalos y sale corriendo. Por ahora, por suerte no le ha dicho que no, si eso sucede se echará a llorar seguro –dijo Atem mientras se iba.

Lo último que vio ese día del chico fue como este sonreía mientras olía las flores. Pensó que era muy tonto de Marik no decirle nada, le parecía un desperdicio ya que el chico se le hacía muy lindo.

Con los años, notó que ese niño, Malik, se había hartado de la actitud de Marik y lo rechazaba, por lo tanto a Marik no le quedó de otra que dejar su lado tímido y empezar a hablarle. Todos habían crecido y la hermosura de Malik había florecido a más no poder, haciendo que más personas se fijaran en él, lo cual ponía de los nervios a Marik que vivía últimamente rechazo tras rechazo.

No fue hasta hace dos años, en el cumpleaños de Marik que consiguió que Malik saliera con él. Decía que había sido un milagro de cumpleaños por sus dieciséis; pero en realidad Seto, Atem y Akefia le habían prometido a Malik que le darían un montón de juegos y la oportunidad de visitar Japón, si él a cambio salía en una sola cita con Marik. Al final este no desaprovechó la oportunidad y Malik se había divertido como nunca en la cita y aceptó salir una vez más con él, luego otra y luego de esa otra, hasta que terminaron formalizando su relación.

Nadie tocaba el tema del negocio, jamás se lo contarían a Marik, sería un secreto que se llevarían a la tumba.

-Nosotros solo somos amigos –afirmó desanimadamente Atem mientras escribía otro mensaje.

-Tú no suenas como alguien que solo quiere amistad –le dijo Seto.

-Una cosa es lo que yo quiera y otra lo que él quiere. Además no nos conocemos -suspiró.

-Siempre hay tiempo para conocerse –le dijo Malik mientras abrazaba cariñosamente a su chico. No quería admitirlo pero tenía muchas ganas de que al menos uno de ellos tuviera una pareja para poder quejarse de ellos como hacían con él.

-Él tiene razón, ¿no dijiste que había entrado al evento? Pueden encontrarse allí –opinó Marik.

-Eso dice él y espero que no lo haya dejado pasar con el objetivo de verlo solamente –le reclamó Seto, la verdad que no se sorprendería de que hubiera hecho eso. Esperaba que no porque si no le daría la paliza de su vida.

-Claro que no. Él no me necesita para lograrlo por sí mismo –defendió Atem a… ¿su amigo? ¿Cómo se supone que debía clasificarlo?- Y además no sé si nos veremos o no. Es muy tímido.

-Qué lástima. ¿Y cómo se llama? –le preguntó con curiosidad Malik.

-No lo sé –respondió con vergüenza.

-¿Ah? ¿Dices que estás enamorado de alguien del cual no sabes ni su nombre? Hombre, eres raro… -se burló Akefia, al parecer hoy se había comido un payaso o solo tenía ganas de burlarse de todos.

-Se muchas cosas de él –se defendió Atem cerrando su computadora y dejándola en la mesa ratona delante de él-… pero justo su nombre no.

Nadie volvió a decirle algo, la situación era extraña. No sabían cómo ayudar a su amigo; no podían comprarlo como a Malik porque ni siquiera lo conocían. Seto se tentaba de vez en cuando a rastrear la dirección IP de la computadora con la cual se conectaba el chico misterioso, pero de solo mencionar la idea Atem se negaba. También se le había ocurrido ir él mismo a hablar con el chico a través del juego, pero tampoco podría hacer gran cosa.

Parece ser que todo quedaba en manos del chico, si quería o no ver a Atem.

-¿Entonces qué si sabes de él? –reclamó Akefia rompiendo el silencio.

-Sé que él vive en esta misma ciudad  y yo estoy acá plantado, aburrido con ustedes cuatro, cuando podría estar con él –se quejó.

Realmente estaba muy enojado de saber que no podía ir con su “Hikari”. Así lo nombraba, después de todo no tenía otro nombre por el cual llamarlo. El simple hecho de saber que podía estar a metros de él, cruzárselo cuando salía sin saberlo… lo ponía con mil ojos en la espalda, analizaba cada persona que pasaba por su lado.

Estaba totalmente convencido de que podría reconocerlo si lo veía.

-¿Sabes una cosa? Vete al carajo. Malik, ¿quieres tomar el lugar de Atem en nuestra humilde banda? –propuso Akefia.

Atem tomó el almohadón en su espalda y se lo arrojó de lleno en la cara, empezando allí una lucha entre ambos en el sillón. Lo normal de todos sus días como amigos.  Ese era su modo de demostrarse su amor.

+ - + - + - + - + 

Joey estaba sudado y agitado a más no poder, estaban en medio de la clase de educación física y estaban jugando un partido de futbol. Ya había olvidado la cantidad de veces que había subido y bajado a través de la cancha.

-¿Cómo estas Yugi? –le preguntó mientras se apoyaba en el arco agotado.

Increíblemente Yugi atajaba bien, jugando en la cancha se tropezaba con sus propios pies, pero nadie sabía cómo era que siempre atajaba.

-Bien, pero ya quisiera que termine –le dijo sin sacar la vista de la jugada que se llevaba a cabo en la otra mitad de la cancha.

Como si los dioses lo hubieran escuchado, en ese preciso momento el profesor sonaba el silbato dando por finalizado el partido. Los campeones de ese día festejaron y Joey y Yugi chocaron palmas a modo de festejo. Fueron directo a las duchas de hombres donde quedaron como nuevos.

Al salir se encontraron con Ryou y Tristán que habían entrado después a los baños por estar ayudando a guardar las cosas. Había un gran alboroto de chicas en una esquina de la cancha que llamó su atención.

-¡Por favor! Deben estar bromeando… ¿también puede saltarse educación física? –se quejó Joey.

Allí sentado tranquilamente estaba Duke con su uniforme de siempre tomando el sol y charlando, mientras que el resto quemaba calorías.

La sorpresa que se habían llevado el lunes cuando Kaiba sí asistió a clase y saludó a Duke con un apretón de manos. Eso solo confirmó a todos que él chico nuevo no mentía cuando decía que trabajaba para Kaiba Corp. y eso no hizo más que hacer que este  llamara la atención cinco veces más.

A Joey le hubiese encantado que Kaiba no lo registrara, igual que hacía con… ¿todos? Saber que lo saludaba solo a él no era más que otro beneficio que conseguía. No entendía qué era lo que lo hacía tan interesante en poco tiempo.

Realmente no sabían mucho de él, pero todo el mundo estaba curioso así que de algunas cosas pudieron enterarse. Por ejemplo, unos amigos de Joey tenían unos amigos en su clase que le habían preguntado cuál era su avatar en “Magic & Wizards”. Joey lo buscó personalmente y tenía cinco estrellas y un mazo muy poderoso, curiosamente pertenecía al mismo reino que él, el bosque.

No tenían idea de qué era lo que hacía para Kaiba Corp., por un momento se les había ocurrido que podía ser un administrador, ya que decía que era tan bueno jugando, pero si tenía su propio avatar que había escalado normalmente y pertenecía a un reino entonces no lo era. Les mataba la curiosidad.

Hacia dos días Joey se había hartado y durante el almuerzo se animó y le preguntó a Kaiba cuál era la función de la cual tanto presumía.

No se lo dijo así, pero ese era el mensaje, ustedes entienden.

-Ya te enterarás –le dijo simplemente mirando su celular.

No se animó a preguntar otra cosa. Lo dejó por ahí, pero le carcomía la cabeza el que cada vez que Deblin pasaba por su lado le mirara con suficiencia, como si él supiese algo que Joey no sabía o cómo si supiese que él estuvo preguntado por él y eso le divertía.

Para peor se dieron cuenta que al igual que Kaiba, Duke tenía muchos beneficios en la escuela y también por los mismos motivos, el trabajo. Podía llegar tarde, podía no hace su tarea con la excusa de su trabajo, podía irse antes, podía utilizar su laptop y teléfono en el aula, podía salir de clase si lo requería y al parecer ahora también podía saltarse las desgraciadas clases de educación física.

No era que a Joey no le gustaran los deportes, pero cuando estaba obligado a jugarlos ya dejaban de gustarle.

-Cada vez se parece más a Kaiba –observó Ryou. A él no le importaba mucho Duke Deblin, pero si le molestaba el modo en el que se comportaba con sus amigos.

-Por lo que oí su trabajo no es tan extenso como el suyo, yo creo que está exagerando –afirmó Tristán.

A Joey le parecía injusto, él trabajaba cinco horas cuatro días a la semana y no tenía ningún beneficio. De todas formas, tenía que recordarle a su cerebro que nadie podía saber eso, se suponía que ningún estudiante menor a los veinte años podía trabajar en Japón a menos que tuviese un permiso de la escuela. Él nunca lo había pedido porque no quería arriesgarse a que le dijeran que no y que luego lo tuviesen vigilado.

No podía permitirse perder ese empleo, todos sus gastos los pagaba de esa forma, su padre ganaba muy poco a pesar de tener dos empleos y se iba todo en el mantenimiento del hogar y la canasta de alimentos.

-Yo creo que nos enteraremos en el evento, después de todo eso me pareció que fue lo que intentó decir Kaiba –dijo Yugi y debían admitir que tenía razón.

-Sí, es lo más probable. Muero de curiosidad –apoyó Joey.

Miró por última vez a Duke Deblin mientras este se reía. Se había vuelto realmente popular en el poco tiempo que llevaba en la escuela y no le sorprendía, admitía que desde el primer día que lo había  visto le pareció atractivo.

Tenía un aura que llamaba la atención, quizá porque era extranjero y muy sociable con todos igual que él. Estaba seguro que si no fuera por su mala manera de presentarse ese primer día seguramente en este momento serían amigos.

En un momento Duke atrapó su mirada y luego de mirarse unos segundos le giñó el ojo mientras le sonreía. Joey desvió la vista, no sabía por qué pero su corazón había dado un salto y sentía una ligera quemazón en sus mejillas.

Corrió a unirse a sus amigos, buscarían a Tea para ir por unos helados al centro comercial.

Notas finales:

¿Les gustó?

Gracias por leer!!

Nos vemos en el próximo cap que, AVISO, puede que actualice en dos semanas. Está escrito pero me iré de vacaciones y a pesar de que llevaré mi computadora conmigo, no sé si habrá internet hasta que llegue allí. En caso de que no, subiré el capítulo 5 al próximo lunes cuando regrese.

Cuídense mucho! 


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