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Sunflower por rkivexxxv

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Coincidencia

De nuevo estaba perdido, escuchaba las voces a lo lejos, como si el sonido estuviera siendo amortiguado por una pared invisible cerca de sus oídos. Mordió la punta del bolígrafo con impaciencia y tamborileaba sus dedos sobre ese descuidado libro.

La única palabra que parecía estar dispuesta a venir una y otra vez a su mente era mamá, y seguida de esa, Sasuke. Por mucho que se obligaba a poner atención a las aburridas palabras del profesor, no podía, simplemente la idea de autosabotear su vida académica resultaba más divertida para su cerebro.

Y no eran sólo sus créditos los que estaban en juego, sino también su confianza en sí mismo. Pero el peso fuerte de un libro cayendo sobre su escritorio lo despertó de aquellos terribles pensamientos, era Shikamaru, quien le miraba con una ceja alzada y los labios firmemente rectos.

Naruto suspiró, dándose cuenta que eran los únicos en el salón.

—¿De nuevo soñando despierto?—preguntó.

Él rascó su cuello con vergüenza—. Era una pesadilla, no un sueño—guardó sus cosas.

Salieron de ahí y se dirigieron por algo de comer. Un puestito de comida callejera que conocían.

—¿No es un «te lo dije» verdad?—dijo preocupado, mordiendo su onigiri.

El rubio rodó los ojos—. No, no es un te lo dije—imitó en un tono molesto.

«Te lo dije» es lo que su amigo llamaba advertencias que no había dicho, pero que, si sucedían, no iba a dudar en decirle que estaba en lo correcto. Es decir, si Sasuke Uchiha resultaba ser un maldito patán, cretino y rompecorazones; Shikamaru no tardaría ni un sólo segundo en verle con esos ojos de cerebrito que tenía, decirle en un tono aburrido que toda la situación era sumamente problemática y escupirle en la cara un te lo dije.

Aunque, si eso llegara a pasar, no sólo le diría que estaba equivocado respecto a quién era ese tal Uchiha, sino que también iría en busca de él en defensa de su amigo y lo haría pagar por el daño, pero no era necesario que Naruto supiera esa parte.

¿Entonces cuál es el problema?—preguntó otra vez—. Y no intentes decir que no es sobre Sasuke, porque ambos sabemos que se trata de él.

El rubio sacó la lengua cual niño malcriado y dejó caer los hombros. De cualquier forma, no planeaba evitar la conversación.

—Sasuke es genial y siempre estoy feliz cuando estamos juntos, de veras—aseguró, tratando de alejar la mala perspectiva que su amigo tenía sobre el Uchiha—. No es él quien me preocupa, sino su madre.

Empezaron a caminar a la parada de autobuses después de llenar el estómago con algo.

—¿Su madre?

Él asintió—. Me dijo que ella quiere conocerme.

—Vaya, no resultó ser el maldito que creí—dijo con una sincera sorpresa.

—Oye...

—A mí me parece que está tomando en serio lo que tiene contigo, ¿por qué te preocupa tanto?

Hizo un puchero—. ¿Y si no le agrado?

Hubo un pequeño silencio por su parte y luego una mirada triste se instaló en el rostro del ojiazul.

—Él ha tenido muchos problemas con su familia, no quiero agravar más la situación.

—Si Sasuke huyó una vez por sus ideales, lo volverá a hacer si quiere tenerte en su vida—respondió rápidamente.

Naruto guardó silencio por un segundo; pensando en lo que dijo su amigo, mientras lanzaba un largo suspiro y hacía un mohín.

—Oh, ahí viene el mío—el pelinegro divisó el autobús aproximarse.

—Shikamaru...—dijo en un tono suave—. Gracias por escucharme.

Él le regaló una sonrisa—. No dejes que esas cosas te fastidien—antes de subirse lo miró seriamente—. No me hagas decirte te lo dije.

Y mientras el transporte público se alejaba, Naruto podía sentirse más tranquilo—. Un momento—murmuró para sí mismo.

Inmediatamente su frente se arrugó y regresó su mirada a la calle vacía.

—¿Cómo sabía lo de Sasuke...?—dijo al aire, sacudió la cabeza y decidió dejar el tema de lado.

Entró a la tienda de conveniencia que estaba a sus espaldas para comprar un poco de ramen instantáneo, necesitaba comerlo para recuperar energías. Una de esas bombillas ahorradora de luz iluminaba la tienda, era un poco escalofriante de no ser por lo ordenada que estaba y el olor a desinfectante que emanaba, de lo contrario, quizás sería como en una de esas películas apocalípticas. Caminó por los pasillos hasta encontrar lo que necesitaba, lo que su estómago tanto ansiaba; no se demoró tanto, sabía la marca que le gustaba y las golosinas que quería llevar. 

Pero una señora a su lado dejó caer por accidente una lata de conserva, lo que lo hizo sobresaltarse. La recogió rápidamente y le sonrió a la mujer de forma amable.

—Oh, como lo siento—dijo, y apenada agitó la lata—. Estaba algo distraída.

—No se preocupe—Naruto le restó importancia, pero luego la observó con preocupación.

Ella parecía tan indecisa respecto a cuál de todos los productos llevar. Una arruga se acrecentaba en su frente, y a pesar de que le calculaba poco más de cuarenta años, ella se veía joven.

—¿Necesita ayuda?

—La verdad, ahora que preguntas—dijo con cierto tono de alivio, y una pequeña risa se escuchó después—. Nunca antes había visto estas marcas.

Naruto se dio cuenta inmediatamente de eso, su rostro confuso la delataba; no era porque no pudiera elegir cuál de todas las marcas era la mejor, como le sucedía a él en varias ocasiones, sino porque simplemente no las reconocía en lo absoluto. Además, era una zona pequeña y era la primera vez que la veía, eso explicaría sólo un poco la situación.

—Esta de aquí—tomó una de las tantas y se la entregó—, es deliciosa.

Ella asintió satisfecha—. Muy bien, durazno en almíbar, esa será.

Naruto asintió con una sonrisa despidiéndose y se alejó de ahí, caminó hacia el mostrador y dejó sus cosas sobre este.

—Eyyy, Naruto—saludó animadamente, su cabello de un curioso color naranja lo distrajo por un momento—. ¿Cómo has estado?

—La universidad me está matando—soltó en un lamento—, pero estoy bien en general, ¿qué tal tu esposa y el bebé?

—Están muy bien, Konan logró encontrar una niñera. Está ansiosa por regresar al trabajo—colocó todo en una bolsa y Naruto le entregó un par de billetes—. Aquí tienes, gracias por tu compra.

—Envíales mis saludos—Naruto se despidió y salió de la tienda, la ventisca lo sobresaltó y sus dientes chocaron entre sí.

Era una noche fría. Se quedó ahí mismo, esperando el autobús que se dirigía al complejo departamental; pero un par de golpecitos en su hombro lo hicieron girarse al cabo de unos minutos. Era la señora de las conservas.

—¿Vas hacia el edificio, no es así?—ella preguntó—. Puedo llevarte, yo voy hacia allá... el próximo bus tardará un poco.

Y tenía razón, si se quedaba tendría que esperar al menos treinta minutos más, y sus dedos ya empezaban a ponerse rígidos del frío. Ella lo miraba con un rostro preocupado, digno de una madre; sabía que no debía subirse al auto con extraños, y aunque al principio tuvo sus dudas, sentía que podía confiar en esa mujer.

Se sorprendió un poco, era un auto bastante moderno. Olía a un extraño ambientador que incluso juraba que era igual de costoso que ese Yaris. Además, iba en la dirección correcta. Así que no tenía razón para sentirse ofuscado o alerta, excepto porque acompañaba a una mujer que conducía carrocería de última generación. 

—¿Has vivido aquí toda tu vida?—preguntó ella, curiosa.

Él sacudió su cabeza—. Viví en Osaka durante mi niñez, luego me mudé a Tokio con mis padres y hace unos meses volví aquí.

—Ya veo, ¿te sientes cómodo aquí?

—Al principio no… ya sabe, hay gente muy extraña viviendo en ese edificio—rió al rememorar los primeros días—. Pero ahora se siente como un hogar.

Ella curvó los labios hacia arriba, una pequeña carcajada sincera se escuchó—. Por cierto—recordó al instante—. Gracias de nuevo, estaba a punto de irme sin llevar nada. 

—No hay de qué...—dijo por lo bajo, dándose ánimo para preguntar lo que tanto carcomía su curiosidad—. ¿No es de por aquí, verdad?—preguntó rápidamente, sin querer sonar grosero.

La mujer suspiró.

—Tienes razón, he venido a visitar a mi hijo. Vive en ese edificio también.

Naruto asintió mientras abrazaba su bolsa de compras, aferrándose tímidamente a ella.

—Aunque estoy segura que Sasuke no se alegrará mucho de verme, es como un viejo amargado.

—¿Sa-Sasuke?—titubeó, abrió la boca un par de veces antes de aclarar su voz—. ¿Señora Uchiha?—y ella le sonrió, como si hubiera sido atrapada en medio de una travesura.

—Naruto, es un placer conocerte por fin. 

—¿Cómo supo... quien era yo?—confundido, y ahora más nervioso que nunca preguntó.

—¡Ah, sí! Disculpa mi falta de educación—soltó una risita nerviosa—. Escuché tu conversación con el hombre de la tienda, lo siento.

—Oh, no… está bien, sólo estoy un poco sorprendido. 

—Él dijo tu nombre y no pude evitar querer hablar contigo.

Ella dobló rápidamente hacia la entrada del complejo departamental, se estacionó en aquel lugar desierto y que, a simple vista, parecía poco seguro. Ambos salieron del auto y caminaron juntos hasta el edificio.

—Sasuke no me dijo que vivían juntos—comentó queriendo saber más sobre ellos.

Kabuto merodeaba por ahí y Naruto evitó por completo su mirada. Exhaló aliviado al ver la puerta del elevador abrirse justo en el momento en que llegaron.

—Oh no no, no vivo con él, estoy en el departamento de al lado.

—Así que ustedes se conocieron cuando te mudaste aquí—decía para sí misma, armando un rompecabezas en su mente.

—Pero fue muy difícil hablar con él, al principio—dijo.

Ahora entendía de dónde es que el silencio preguntón de Sasuke había salido. Aunque ella no era del tipo silencioso, ella llegaba a conclusiones; lo que obligaba a Naruto a contar más.

Atravesaron aquel pasillo y él se detuvo frente a su puerta; sostuvo la manija de esta, y miró a la señora Uchiha con preocupación—. A esta hora, Sasuke aún no ha llegado del trabajo—le explicó. 

Ella acarició su barbilla y miró hacia otro lado—. Hmm, supongo que vine algo temprano.

—Pero podemos esperarlo juntos—dijo rápidamente—, si usted quiere.

Ella le sonrió—. Eres muy amable.

Naruto suspiró, se llenó de ánimos en el momento en que invitó a la madre de su novio a pasar y sacó a relucir sus mejores habilidades como anfitrión. Plegarias desesperadas empezaron a reproducirse en su mente, esperando que Sasuke se diera prisa porque no estaba seguro de cuánto iba a durar esa fachada relajada que construyó en el momento en que ofreció su departamento como sala de espera, estaba sumamente nervioso y tenía miedo de dar una mala impresión.

—Y bien, cuéntame corazón—la mujer le sonrió en cuanto se dio la vuelta—, ¿cómo va la universidad?

Sasuke Uchiha, será mejor que tu estúpido trasero ya esté de camino. 

Con ese pensamiento, dio por finalizado su rezo.


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