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Sunflower por rkivexxxv

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Curiosidad

Veía con atención los canapés y todas esas miniaturas puestas en la mesa de las que no tenía ni la mínima idea de cómo se llamaban, Naruto suspiró exhausto.

¿Era tan difícil servir algo japonés?

Ese pensamiento llegó a su mente tan rápido como se fue.

Estaba ahí, aguantando las insensibles miradas llenas de inquietud y molestia mientras intentaba elegir qué llevarse a la boca. Había querido desaparecer en el baño para dejar de sentirse observado por todos ahí, como si estuvieran analizando cada movimiento que hacía. Desechó la idea en el momento en que pensó en Sasuke, se supone que estaba ahí para ser su apoyo moral, y huir como cobarde no era algo muy Uzumaki Naruto de su parte.

Eso sólo les daría una razón más a los Uchiha para que lo siguieran viendo como si fuera una basura oportunista o algo parecido.

Además, le había dicho que todo estaba bien. No quería hacerlo preocupar, o que pensara que asistir a la boda de Itachi había sido un error. Ese sentimiento era más grande que el de querer huir.

Hizo un mohín, quizás escapar como Sasuke le pidió habría sido mucho mejor.

Sus pensamientos eran como una marea en la que estaba sumergido, de la cual salió repentinamente al sentir a alguien a su lado. Echó un pequeño vistazo y tragó en seco al darse cuenta de que se trataba del padre de Sasuke, tan calmado, era como si hubiese olvidado todas esas cosas de mal gusto que le había dicho sólo hace unas horas atrás.

Una horda de hipócritas, ahora podía entender mejor a lo que Sasuke se refería esa vez. Pensar en el pelinegro luchando solo contra su familia por su futuro lo hizo sentir mal de nuevo.

Naruto observó con disimulo hacia sus lados, dándose cuenta de que sólo estaban ellos dos. Apretó los labios y se llenó de valor, olvidó los canapés, dejó de lado su deseo por comer algo tradicional y liberó esa frustración que sentía por querer escapar de ahí y no poder.

—Creo que hace un buen trabajo—su voz sonó clara y sin miedo.

El hombre detuvo cualquier movimiento—. ¿Disculpa?

—En preocuparse—dijo con más seguridad—. Por Sasuke.

Fugaku se quedó inmóvil, su mano izquierda sostenía un plato con aquellos aperitivos que ahora ya no eran su mayor interés, observó al rubio con el ceño fruncido.

—Puedo entender por qué me dijo todas esas cosas desagradables—sonrió fugazmente—, pero no soy la persona que usted cree que soy.

El hombre dejó el plato sobre la mesa y se cruzó de brazos, esa fría mirada seguía en sus ojos. Y Naruto no estaba dispuesto a ceder ante a ella.

—No quiero el dinero de su familia, y no me importa si cree que no soy lo suficientemente bueno para Sasuke.

—¿No te pedí que te mantuvieras al margen y que conocieras tu lugar?—dijo molesto.

Asintió, sonriendo pese a las duras palabras—. Sasuke es un buen hombre... y si hay algo que me molesta más que el rechazo que siente por mí, es que no pueda ver el valor que posee su hijo.

El silencio y la consternación por parte de Fugaku lo animaron a continuar.

—Usted y Mikoto-san educaron a una maravillosa persona, si a él de verdad no le importara su familia, no habría venido a la boda de su hermano en primer lugar—dejó escapar un largo suspiro y su rostro se llenó de pena—. No le dé la espalda a su hijo por intentar forjar su propio camino.

El rostro del hombre se tensó, apretó los puños con notable intranquilidad y bajó la mirada tan sólo un poco avergonzado. Naruto hizo una pequeña reverencia antes de retirarse, había terminado de decir todo lo que su corazón guardaba.

[...]

Sasuke veía con atención a Naruto bajar el equipaje de los asientos traseros, el camino de regreso a casa fue cómodo y silencioso. A veces a su mente llegaba el recuerdo de su padre y Naruto discutiendo en voz baja sobre algo que había decidido no preguntar.

Aunque de alguna forma terminaría por descubrirlo.

Pero dejando de lado el extraño fin de semana que había vivido, se sentía agradecido por volver a casa. Itachi se despidió de él con un "todo está bien, deja de preocuparte", como si él no hubiera sido la causa principal para hacerlo. De no haber sido por su extraña conversación en la biblioteca, quizás no estaría dándole tantas vueltas al asunto.

Pero si de algo estaba de acuerdo con su hermano, era sobre lo fuerte y tenaz que resultaba Naruto cuando le hacía frente a las adversidades.

—¡Me muero del hambre!—exclamó el rubio.

Pero él seguía sin decirle nada.

—¿Quieres ir por algo de comer?

Él asintió rápidamente.

Las puertas del elevador se abrieron, suspiraron al mismo tiempo al ver su fúnebre y familiar pasillo. Fue el fin de semana más largo de sus vidas, lo suficiente como para hacerlos extrañar un lugar tan triste y desolado como ese.

—¿En tu departamento, o en el mío?—preguntó.

—El mío—dijo sin dudar—, probablemente el tuyo está hecho un desastre.

Naruto sacó la lengua cual niño travieso.

—No tuve tiempo para dejarlo ordenado antes de irme.

Sasuke abrió su puerta sintiendo una calidez recorrer su cuerpo.

Hogar, dulce hogar.

—O probablemente no aprovechaste el tiempo y lo dejaste todo a última hora—siguió molestándolo.

Uzumaki entreabrió los labios como si hubiera escuchado el peor insulto del mundo venir directamente hacia él.

—Eso fue... Obviamente fue tu culpa—murmuró con cierto matiz tímido en su voz.

Naruto se dejó caer en el mullido sofá bajo la atenta mirada del pelinegro, quien no tardó en copiar su acción y ocupar el espacio al lado de él. El silencio se paseó nuevamente entre ellos, y Sasuke recordó por qué era su culpa. Aunque la verdad es que no se sentía para nada arrepentido por ello, es más, estaba seguro de que de tener más tiempo habría sido mejor.

—Tú también lo disfrutaste.

La frente de Naruto se arrugó en señal de irritación, y antes de que pudiera reclamarle algo sobre su desvergonzado actuar, Sasuke rozó sus labios con los de él en un suave tacto; uno que se volvía hambriento conforme pasaban los segundos. La mano de Sasuke se posó firmemente en la nuca de Naruto mientras lo acercaba más a él compartiendo un beso fogoso entre los dos, el cual fue seguido de un leve mordisco en el labio inferior por parte del azabache, la punta de sus narices se tocó sutilmente cuando el aire ya no era suficiente como para continuar.

—Así fue como me hiciste desaprovechar el tiempo, Sasuke—susurró.

Uchiha se limitó a sonreír y acarició los cabellos rubios que sobresalían tan despeinados como siempre, los cuales acomodó con delicadeza detrás de su oreja para luego deslizar su mano por el cuello de Naruto.

—¿Qué quieres comer?—lo miró con atención y Naruto arrugó la nariz sin esforzarse un poco en pensar—. Supongo que esa expresión lo dice todo.

—¡Necesito ramen, Sasuke! ¡Tarde o temprano moriré!—el rubio lo tomó de los hombros y lo sacudió levemente—. Algo que no sea la comida sofisticada que consume tu familia, por favor.

Era justo, Naruto había soportado a la pretenciosa familia Uchiha y todo eso sólo por él. Se lo merecía, es más, se merecía más que sólo un plato de ramen.

El pelinegro asintió poniéndose de pie—. De acuerdo, tú ganas—inmediatamente vio esos ojos azules brillar de emoción—. Ve por un abrigo, iremos a Ichiraku.

El rubio saltó del sillón con una sonrisa pintada en su rostro y fue en busca de un suéter a la habitación del azabache. En cuestión de segundos, se escuchó un par de golpeteos en la puerta, Sasuke frunció el ceño con extrañeza mientras se dirigía a esta.

Y la sorpresa fue mucho más grande cuando el rostro preocupado del padre de Naruto lo saludó.

—¡Sasuke!—exclamó apenas lo miró—. ¿Me recuerdas? Soy el papá de Naruto. Iruka.

Él enderezó los hombros y asintió—. Iruka-san, ¿cómo está?

El castaño sonrió ante su conciso y monótono saludo.

—Bien, aunque algo preocupado—señaló la puerta de su hijo—. Estoy buscando a Naruto, pero parece que no está. Me dijo que estaría fuera todo el fin de semana contigo y...

Entonces dejó de respirar, dejó de escuchar y dejó también al mundo real. Era precisamente esto lo que tanto había querido evitar, y supuso que Naruto también lo habría querido, pese a que él mismo le dijo a su padre lo que hizo durante el fin de semana.

Y ahora pensaba en cómo decirle que Naruto prefirió no pasar a su casa, en donde se suponía que descansaría porque ya había pasado un fin de semana entero con él, por lo que sería bastante obvio no querer verle la cara hasta la siguiente semana.

—Perdón por la demora, puse a cargar mi...—el rubio apareció de pronto, pero su voz se apagó en cuanto vio a Iruka—. ¿Papá? ¿Qué... haces aquí?—un tono asustado se percibió.

Un agradecimiento silencioso pasó por la mente de Sasuke, cerró los ojos y se hizo a un lado para dejar pasar a un ceñudo Iruka. 

—¿Cómo que qué hago aquí? ¿Acaso no te puedo visitar?

Dios, era igual que su madre cuando aparecía de la nada.

—¿Y por qué no contestas el teléfono?—se cruzó de brazos—. Estaba muy preocupado por ti.

Naruto se rio con culpabilidad—. Me quedé sin batería, y por supuesto que puedes venir a verme.

—Pensé que ya estarías en casa—miró a Sasuke de soslayo, que, aunque parecía tener un rostro imperturbable, se notaba rígido.

El rubio revolvió sus cabellos con una sonrisa nerviosa—. Ah sí, es que justamente acabamos de llegar, y nosotros... pensábamos en ir a comer algo afuera.

Iruka examinó a ambos hombres con el ceño fruncido, levantó una bolsa de plástico blanca haciendo obvia la razón de su visita—. Yo traje la cena, tu padre está subiendo con lo demás.

—Dime que traes ramen ahí, por favor—suplicó, haciendo sonreír a Sasuke por un milisegundo.

Y fue así como Sasuke terminó cediendo su apartamento para cenar, y no fue porque quiso dar algún tipo de impresión, de hecho, ya había dejado claro quién era cuando conoció a los padres de Naruto. Su cordialidad se debía más a que sabía que la intensa mirada azul que recibía no era solamente porque Naruto quería estar a su lado, sino porque parecía dispuesto a revelar su relación ante a Iruka y Kakashi, estaba de acuerdo con ello y al mismo tiempo estaba asustado.

Aunque no iba a ser tan fácil, de eso estaba seguro. Cada vez que Naruto parecía estar preparado para hablar sobre ellos, Iruka no hacía más que interrumpir con alguna frase que daba pie a una nueva conversación.

Sería una larga cena.

 


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