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Criminal - [Ereri] por L_inverse

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Notas del capitulo:

¡Hola! Apuesto a que no se esperaban que actualizara tan pronto jiji. Les traigo la continuación, espero sea de su agrado.

¡Disfruten!

Desde que había comenzado esta relación de pareja con Levi, sentía que le emocionaba de sobremanera sentir el timbre de su departamento, así como también el sonido de su celular con una notificación o llamada entrante, sobre todo porque ya se había acostumbrado a los horarios en los que el azabache podía tener la oportunidad de comunicarse, así como de visitarlo.

Y esta vez no fue la excepción.

Se levantó de un golpe del sillón, pausando la serie que estaba viendo, y se apresuró a abrir la puerta para ver el perfecto cabello de Levi luciendo su precioso negro brillar ante los focos del pasillo que conectaban a su departamento. Su sonrisa tenue y sutilmente agotada encogió su corazón y se apresuró a estrecharlo contra su cuerpo, abrazándolo firmemente mientras dejaba un beso en la mejilla del detective, quien se había estirado para apoyar su barbilla en el hombro del chico y rodear su cintura con aquellos brazos vestidos con la camisa blanca que usaba para trabajar.

El suspiro que evocó el otro le hizo apretar aún más sus brazos alrededor del hombre, sabiéndose completo ahora que lo volvía a ver, después de no haber podido concretar un encuentro desde el viernes pasado, todo porque el universitario tuvo sus exámenes finales y Levi se enfrascó en una misión peligrosa tratando de encontrar a un criminal. De hecho, con suerte habían podido hablar durante las noches, sólo para corroborar que ambos estaban bien y se mandaban apoyo mutuo en sus responsabilidades.

Ahora que estaba junto a él, Eren podía respirar de alivio. De todas formas el trabajo que tenía su pareja lo hacía preocuparse, sobre todo considerando su fama y que, con las conexiones que tenía el chiquillo con el mercado negro debido a trabajo como el Espectro, sabía que no era muy querido en esos sectores.

— Te extrañé. — le dijo, todavía balanceándose abrazados bajo el marco de la entrada de su casa.

— Ya estoy aquí. — dijo el otro tras una leve carcajada, sin admitir que lo había extrañado también, aunque su forma de abrazarlo con fuerza le daba a entender lo mucho que necesitaba de su abrazo y su presencia. Luego, se separó un poco para observarlo atentamente, dedicándole una sonrisa al mayor.

— Cociné lasaña para ti. — mencionó el moreno, tomando la mano del detective e invitándolo a entrar.

— Te dije que no era necesario. Podríamos haber pedido algo. — reclamó, mostrándose un poco incómodo por el hecho de que el chico cocinara. — Tch. Yo nunca cocino cuando vas a mi casa. — soltó, pero Eren ya se esperaba algo así. Ciertamente el detective Levi Ackerman podía arreglárselas para sobrevivir por su cuenta en temas de comida, sin embargo… tampoco era muy experto en cuanto a preparaciones.

— Sabes que me gusta cocinar. Más si es para impresionarte. — le dijo, guiñándole un ojo mientras se acercaba al horno para bajarle la potencia al fuego. — ¿Qué tal estuvo tu día? — le preguntó, volteando a mirarlo cuando este terminó de lavarse las manos.

— Tuve un interrogatorio muy fructífero con uno de los sospechosos. — comentó, mirándolo nuevamente. — ¿Y los resultados de tus exámenes? — preguntó enarcando una ceja, a lo que Eren se irguió triunfal.

— Todo aprobado, Ackerman. Oficialmente empezaré mis internados desde agosto y, ahora, me encuentro de vacaciones. — informó.

— Oh, pensé que tus vacaciones comenzaban a mediados de junio. — comentó el hombre.

— Pues, para los estudiantes aplicados como yo, que no tuvimos que repetir ninguno de los finales, tenemos una semana extra. — señaló con orgullo. — ¿No me merezco un premio o algo así? —

— ¿Premio? Es tu deber aprobar tus exámenes, mocoso de mierda. — inquirió él, apoyándose sobre la isleta y mirándolo con gesto burlón.

— Obtuve sobresaliente en mis últimas evaluaciones. — señaló, enarcando una ceja y torciendo una sonrisa victoriosa. Frente a él, el detective finalmente soltó un suspiro y se acercó a dejar una caricia en su cabello.

— Buen chico. — le dijo, claramente conteniendo la risa por su broma. Eren soltó un bufido y lo abrazó por la cintura, atrayéndolo hacia él.

— Eres cruel. Hice mi mejor esfuerzo para que vieras que me tomo en serio mis responsabilidades y compromisos. — se quejó, fingiendo estar ofendido. Levi tornó los ojos y negó con la cabeza, claramente creyéndole poco el berrinche.

— De acuerdo, ¿qué quieres de premio? —

— Uf, Levi, ni te imaginas lo que me gustaría de premio. — comentó acercándose a los labios del mayor, quién retrocedió unos milímetros antes de que pudiera siquiera tocarlos.

— Piénsalo bien, Jaeger. No te puedes retractar. — dijo el azabache, mirándolo de manera provocadora, como instándolo a equivocarse en su deseo. Ante esto, Eren lo pensó detenidamente, todavía clavando su mirada en los ojos grises del más bajo, quien se había mantenido quieto entre sus brazos, alzando la barbilla para permitirse observarlo con un gesto expectante y, por qué no, un poco nervioso. Le pareció tentadora la idea de jugar con su mente y hacerle creer que le pediría algo más íntimo entre ellos.

— Te lo diré mientras cenamos. — susurró, dejando un casto beso en los labios del detective y procediendo a soltarlo.

— ¿Así que te harás el misterioso, mocoso? — preguntó el detective mientras él apagaba el horno y sacaba la bandeja de metal con sumo cuidado para no quemarse y tampoco arruinar la lasaña que había preparado. Dejó la bandeja apoyada en una tabla sobre la encimera y procedió a mirarlo.

— No temas, Levi. — le dijo con inocencia fingida. — Sólo quiero que comas la rica cena que preparé para ti. Son más de las siete y te apuesto que te saltaste el almuerzo hoy. — frente a él, el detective lo miró con escrutinio antes de relajar su postura y soltar un par de maldiciones.

— De acuerdo… ¿necesitas ayuda? — le preguntó finalmente, dándole un vistazo a la comida.

— Tengo listo el comedor. Ayúdame a llevar los platos servidos. — respondió con entusiasmo mientras procedía a cortar los trozos de lasaña, al tiempo que Levi sacaba la loza de su respectivo compartimiento y se los alcanzaba.

Eren se sentía muy contento esa noche. Por supuesto que la parte principal de todo ello era Levi y su compañía, pero también se debía a que por fin había terminado su semestre en la universidad y tendría tiempo libre para descansar, hacer ejercicio y planificar salidas con sus amigos y pareja, al menos por un par de semanas que duraba el receso de verano.

Se sentaron juntos en el comedor y, de alguna forma, Eren sintió el peso del tiempo sobre ellos al tener a Levi en ese lugar, comenzando a comer mientras veía al detective disfrutar de la preparación; y es que no pudo evitar recordar esa noche que había invitado al detective a su hogar para poder conocerse mejor y este se había marchado tras establecer que no quería relacionarse con él.

Las ironías de la vida lo habían llevado a sentarse nuevamente en ese comedor, cenando otra de las preparaciones que sabía le gustaba mucho al policía y este disfrutando amenamente la cena, conversándole de forma vaga sobre el día que tuvo.

Se había perdido tanto admirando a Levi y su forma de comer, su forma de hablar, de beber de la copa de vino que había servido junto al platillo de esa noche… No podría haber imaginado llegar a estar así de cómodo en su compañía, sintiéndose tan familiar aquel sentimiento de cariño que se tenían y la manera en que estaban haciendo que esa relación resultara.

Entonces, el detective se quedó mirándolo confundido, dejando los cubiertos junto a su plato y esperando que él reaccionara.

— ¿Pasó algo? —

— Me preguntaste qué quería de premio… — comenzó a decir, apoyando su mejilla contra la palma de su mano y mirando atentamente a Levi. — Pero creo que tenerte aquí es el mejor regalo que puedo pedir. —

— Eren, ¿qué ocurre? — preguntó el azabache, mostrándose preocupado. Tal vez se debía al tono nostálgico que había bañado sus palabras anteriores de sólo pensar en todo lo que habían pasado tras su conversación en aquella mesa, cuando sintió por primera vez el dolor de la crueldad de Levi y sus prejuicios.

— No pasa nada, tranquilo. — dijo el chico con una carcajada y tomando la mano contraria para tranquilizarlo. — Sólo recordaba lo mucho que ha cambiado nuestra relación desde que nos conocimos y todo lo que hemos tenido que afrontar. Recordé que fue aquí la primera vez que rompiste mi corazón. — confesó con una risita nerviosa, todavía sosteniendo la mano contraria y mirando sus dedos entrelazarse con suavidad.

— Es verdad… no hemos comido aquí desde entonces. — murmuró el policía, dándole un corto vistazo a la habitación. — Ya no soy esa persona, al menos, intento no serlo. — aseguró el detective, mirándolo nuevamente y frunciendo más el entrecejo, mostrando lo serio que se estaba tomando el asunto.

— No lo eres. — aseguró el moreno con una sonrisa. — Yo tampoco soy ese chico. Pensaba que confiaba en ti en ese tiempo, pero siempre hubo inseguridad en mi corazón respecto a tu sentir y tu opinión sobre mí…. La verdad es que ahora ya no me siento inseguro. —

— ¿No? — preguntó Levi, apretando su mano con más fuerza.

Eren recordó su conversación con Mikasa del fin de semana pasado, sumido en esa cuenta regresiva ante el próximo atraco del ladrón y revivió la determinación que había adoptado para darle fin a ese trabajo clandestino como el ladrón, aquel que le permitiría tener una relación más plena junto al detective… y sabía que tenía que confiar en él. Lo sabía.

— No. — sentenció con seriedad. — Sé que nunca me lastimarías. —

— No lo olvides. — dijo el detective, curvando las comisuras de sus labios levemente. Eren se sonrojó un poco ante sus palabras y procedió a comer más tranquilo. Sin duda le gustaba estar en esa mesa junto a Levi, más allá del recuerdo inicial de ese primer encuentro a finales de enero.

Un extraño recuerdo acudió a su mente en medio de la comida, el recuerdo de su madre cuando era apenas un niño pequeño. Ambos sentados en la enorme mesa del comedor de la mansión Jaeger, comiendo unos pequeños pasteles que habían preparado juntos y habían decidido servir con un vaso de leche.

En pocas ocasiones había tenido la oportunidad de comer junto a su familia tras la partida de su progenitora, pues su padre tenía horarios complicados debido a su trabajo y Zeke solía comer en su habitación, por lo que Eren terminaba en la cocina junto al personal, quienes lo acompañaban para que no comiera solo.

Cuando fue creciendo, también había optado por comer en su propia habitación o cuando no importunara a los sirvientes en la cocina y jamás había utilizado el comedor por su cuenta, sólo porque le hacía sentir un vacío demasiado grande, haciendo que ese salón quedara únicamente como un adorno dentro de su casa, olvidado como muchos sitios dentro de esa enorme y fría mansión.

Le dio curiosidad haber hecho que Levi comiera junto a él en ese lugar del departamento, pues, sinceramente, Eren no lo utilizaba mucho. Comía en la isleta de la cocina o en la sala frente al televisor. Incluso cuando recibía visitas terminaban por comer sobre la mesita de centro de la sala…

— Deberíamos comer aquí más seguido. — comentó de pronto, entusiasmado con la idea. Sintió la mirada de Levi alzarse hacia él. — Es más familiar. — pudo sentir los leves segundos en los que el policía lo analizó por sus palabras, sabiendo que el azabache tenía una forma muy certera de adivinar las cosas que pasaban por su mente y cómo le afectaban. Era parte de los encantos del hombre del que estaba enamorado.

— Me agrada la idea. — secundó, limpiado sus labios de los restos de comida que podían haber quedado en ellos.

Eren entonces le sonrió con entusiasmo y siguieron disfrutando de esa cena, en un ambiente cálido y ameno.

 

~*~~~*~~~*~

 

Los restos de té yacían en las tazas, sobre la mesa de centro de la sala del mocoso. Estaban sentados sobre la alfombra mientras sus espaldas descansaban contra el sillón y sus piernas se estiraban libremente.

Habían estado conversando de muchas cosas tras terminar de cenar, entre risas por anécdotas de la universidad del chico y también de situaciones que le comentaba el azabache con los chicos de la casa de acogida o en algunas misiones donde la torpeza de los nuevos oficiales lo sacaba de quicio.

De vez en cuando el mocoso se inclinaba y le robaba besos fugaces que agitaban su corazón y le hacían sentir las jodidas mariposas en su estómago, sintiéndose vulnerable ante las caricias del moreno, quien parecía totalmente consciente del efecto que tenía sobre el detective.

Debería ya sentirse menos nervioso cada vez que el chico se tomaba las libertades de tener esos gestos con él, pues se suponía que hace tiempo estaban en una relación, pero a Levi todavía le revolvía el estómago — de buena manera — el hecho de poder besarse o abrazarse cariñosamente con Eren.

Pero entre tantos temas de conversación, uno en particular terminó dando vueltas entre ambos, cuando el mocoso le hablaba sobre algunas travesuras en fiestas junto a Historia, Armin y Mikasa, donde Zeke los delataba y Frieda tenía que cubrirlos; y, sin querer, uno de los recuerdos del chico fue un cumpleaños en que él era muy niño y se había ido hasta el jardín a juntar flores para hacerle una corona de claveles a su madre.

Honestamente, tras el comentario de Eren mientras cenaban, Levi tuvo la impresión de que el moreno había estado teniendo recuerdos respecto a su familia, tanto así que en más de una oportunidad comenzó a rememorar pequeñas situaciones de cuando era niño junto a Carla Jaeger, su madre.

Una de las tantas cosas que le dolían del pasado del mocoso era la ausencia de un sólido núcleo familiar que le brindara cariño. Levi sabía que tenía una especial empatía por niños y niñas que pasaban por abrumantes situaciones familiares, debido a su crianza en una casa de acogidas; pero jamás se había puesto a considerar que, en ocasiones, la falta de cuidados y cariño fraternal se daba incluso con padres y madres presentes en los hogares, como era el caso de Eren.

Sin embargo, una parte de él tenía la impresión de que este resentimiento por los miembros de la familia Jaeger excluían a su difunta madre, pues cada vez que el joven la mencionaba, su rostro adoptaba otro semblante, más cálido y, por qué no, un poco más inocente, como si recordarla le hiciera volver a su niñez distante y sentirse nuevamente como ese niño de mejillas redondeadas que adoraba el carisma de su progenitora.

Levi temió preguntar más sobre el tema, porque no quería tocar otra herida del joven que todavía sujetaba su mano. Pero, en cierto punto, el silencio se instauró entre ellos y el azabache temió que el chico estuviese viviendo una batalla interna de emociones y pensamientos que no se atrevía a verbalizar; sin embargo, de pronto, fue Eren quien lo miró con esos ojos llenos de brillo y cariño.

— Nunca hemos hablado de nuestras madres. — soltó entonces, haciendo que Levi se sintiera inquieto. El chico mantenía una sonrisa nostálgica dibujada en su rostro, mientras bajaba su vista hacia sus manos entrelazadas. — Yo, afortunadamente, sólo tengo bonitos recuerdos de la mía. — comenzó a decir. — Le encantaban las flores, así que solía pasar tiempo en el jardín y hacía arreglos para poner en la sala, en los pasillos y donde se le ocurriera, realmente. — la carcajada del chico le fue contagiosa y ambos se miraron unos instantes antes de que él prosiguiera. — Ese cumpleaños que fui a hacerle una corona de flores quedé completamente lleno de tierra y terminé por arruinar la plantación de los jardineros. Mi padre estaba hecho una furia. — Eren puso los ojos en blanco ante el involuntario recuerdo de su progenitor.

— ¿Y no tienes bonitos recuerdos de él? — se atrevió a preguntar el detective, tratando de entender la relación que tenía Eren con Grisha. Necesitaba saber si el jodido doctor había actuado como el padre que debía haber sido, si en algún momento mostró un ápice de amor por su hijo menor… Quizá era sólo para no afrontar la idea de que Eren no poseía una familia que lo quisiera.

— No muchos y, ciertamente, ninguno tan valioso como los que tengo de mi madre. — admitió él, esta vez, borrando su sonrisa. — Mi padre siempre fue muy exigente conmigo, tal vez porque Zeke le era muy obediente y siempre estaba ahí para cumplir sus expectativas; pero, aun así, también era brutalmente exigente con él. Es probable que, debido a eso, Zeke comenzó a meterse en tantos problemas y se le veía borracho todos los días cuando apenas tenía dieciséis años. — no hacía falta que Eren se lo dijera, pues muchas veces el barbón llegó hasta el cuartel tras ser arrestado por conducir en estado de ebriedad, protagonizar peleas y un sinfín de espectáculos para llamar la atención. — Mi padre fue el principal responsable de la mala relación que tengo con Zeke. — esta revelación le sorprendió, porque, si bien sabía que Eren se llevaba horrible con su hermano, no pensó que, en el fondo, este hecho le molestaba o le dolía. — Nos comparaba todo el tiempo y, prácticamente, nos hacía competir por estupideces. Por las calificaciones, por los logros en los clubes, por nuestras habilidades… en fin, siempre fue exigente con ambos, pero cuando Zeke comenzó con su comportamiento rebelde, mi padre se obsesionó conmigo, de cierta forma. Pudo haber sido porque me volví muy amigo de Historia y, como siempre trataba de complacerlo, estudiaba mucho e intentaba destacar en todo durante mis años de colegiatura. — Eren soltó un suspiro y se rascó los cabellos largos de su nuca, en un gesto cargado de frustración. — Pensándolo en retrospectiva, nunca recibí felicitaciones de mi padre, a menos que estuviéramos frente a más personas, donde se mostraba como un padre orgulloso de su hijo y sus logros; y, sin embargo, siempre las esperaba, siempre esperé un gesto de cariño y preocupación por su parte. Tal vez ese fue el motivo principal que tenía Zeke para meterse en problemas, queriendo llamar la atención de papá y ver si lo quería lo suficiente para ayudarlo o preocuparse por su seguridad; pero ya sabrás que Grisha Jaeger no es así. Sólo sacaba de apuros a Zeke para evitar los malos comentarios de la gente y, por esta razón, lo internó en un centro de rehabilitación en Marley. —

— ¿No fue a una escuela privada? — preguntó Levi, completamente sorprendido por la información.

— Eso le dijo al resto. — señaló Eren. — Tras volver de Marley, Zeke se volvió igual a mi padre y por eso ahora es su sombra, sabiendo que heredará todas las clínicas y mansiones a nombre de los Jaeger. —

— ¿Y qué hay de ti? — cuestionó el detective, a lo que Eren simplemente se encogió de hombros.

— No quiero nada, honestamente. — confesó con indiferencia. — Mi padre se preocupó de borrar todo rastro de mi madre de la mansión, así que tampoco quiero recibirla como herencia; según él era porque no soportaba haberla perdido. Pero ni siquiera nos tuvo en consideración, siendo sus hijos. — la rabia contenida que tenía el mocoso por este hecho, así como su dolor, fue algo que el detective compartió. — De hecho, sólo tengo una fotografía de ella, en el jardín, sosteniéndome en sus brazos cuando yo tenía cerca de tres años. — comentó, ahora volviendo a dibujar una débil sonrisa. — La tengo escondida entre algunos objetos personales, porque si mi padre viene al departamento y la ve, podría romperla. O, al menos, esa es la impresión que me da. —

— Tu padre puede irse a la misma mierda, Eren. — soltó Levi, incapaz de seguir aguantando el relato sobre el horrible padre que tiene un joven tan maravilloso como el moreno. En seguida, la sonrisa del chico se enanchó y se acercó a depositar un beso en la mejilla del azabache.

— Es tu turno de contarme tus tragedias. — mencionó, acomodándose más cerca de él y siempre manteniendo esas esmeraldas fijas en el policía.

Levi se quedó pensativo un momento, analizando las expresiones del chico y pudo comprobar que, pese a que el relato que tuvo sobre su familia había sido duro y complicado, él no parecía estar deprimido, incluso se mostraba aliviado… como si hubiese estado toda la noche con esos pensamientos en la mente y por fin los hubiese liberado.

Así que ahora era su turno.

— La verdad es que no tengo mucho que quejarme. — comenzó a decir tras un suspiro. — Perdí a mi madre en un asalto que se salió de control y fue un suceso desgarrador para mi corta edad… creo que lo sigue siendo. — admitió, pensando en Kuchel. — Éramos muy pobres. Vivíamos en un cuarto de una casa de huéspedes. Teníamos una cama que compartíamos, recuerdo que había un intento de cocina y había un baño común por piso. Era un niño, así que recuerdo pocas cosas, pero tengo algunos momentos muy marcados de mi madre llorando por las noches, cuando llegaba del trabajo y yo ya estaba a punto de dormir, así como también recuerdo sus canciones para lavar la ropa y cocinar. — sintió la mano de Eren sujetar la suya con más fuerza y no pudo evitar sonreír un poco por la manera en que podía hablar de este asunto con tanta libertad, sabiéndose apoyado por el chico que ahora estaba junto a él. — Luego, vino el reinado de Kenny. — siguió hablando con un suspiro. — Lo cierto es que era un completo hijo de puta. — el mocoso no contuvo la carcajada que escapó de sus labios ante la sinceridad de sus palabras. — Era tosco, autoritario y horriblemente gruñón. —

— Oh, ahora entiendo muchas cosas… — comentó Eren con ese tono burlón tan propio de él, haciendo que el azabache le diera un codazo en las costillas.

— Sí, adopté muchos aspectos de la personalidad de Kenny. — admitió avergonzado, sabiendo que era absolutamente cierto. — Pero el muy bastardo siempre se preocupó por mí, de la misma forma en que lo hacía por cada miembro de esa casa de acogida. Se preocupaba de comprarnos los uniformes de la escuela, de los libros, de que estudiáramos y nos ayudáramos mutuamente. También nos enseñaba a limpiar nuestras habitaciones y cooperar con la limpieza de la casa; cuando fuimos creciendo, también nos enseñó a cocinar, a lavar la ropa e ir a comprar; todo esto para que no dependiéramos de nadie, para que si, en algún momento debíamos irnos de ese hogar, supiéramos valernos con las cosas más básicas. — Levi se sentía absolutamente agradecido de Kenny por su labor como padre y jamás se quejó de la vida que tuvo a su lado, puesto que sabía todos los esfuerzos que hacía el hombre para sacar adelante a los menores que llegaban a su hogar. — Si bien no recibía muestras comunes de cariño de parte de él, esa era su forma de querernos y también promovía la buena convivencia entre todos los que habitaban en esa casa; por lo mismo, tengo una excelente relación con Farlan e Isabel, así como también con los chicos y chicas que fueron llegando con el tiempo… —

— Su partida debió ser igualmente desgarradora. — eso fue lo que dijo Eren cuando un corto silencio se instauró entre ellos.

— Lo fue. — admitió él, sintiendo un nudo extraño en su garganta, que hace tiempo no sentía por la muerte de Kenny. — ¿Sabes cuáles fueron sus últimas palabras? — el azabache no pudo contener la carcajada al recordarlo. — «No me arrepiento de nada. Tuve una excelente vida y ahora les toca a ustedes, mocosos de porquería». — Levi cubrió su vista con su mano libre, recordando muy vívidamente la sonrisa torcida del rostro arrugado de su padre cuando murió. — Te dije que era un hijo de puta. —

— Insisto, ahora entiendo muchas cosas. — le dijo Eren, soltando su mano para pasar el brazo por detrás de los hombros del policía. — La manera en que describes a Kenny, me hace estar seguro de que adquiriste su amabilidad y la sobreprotección que ejercía sobre el resto de las personas. — Levi le sonrió al mocoso, sabiendo que tenía toda la razón. — Me hubiese gustado conocerlo. —

— Y él te hubiese tratado como un mocoso de porquería. — ambos rieron ante ese pensamiento. — Gracias por compartir esto conmigo. — le dijo entonces, acariciando el rostro del chico. Nunca había hablado con tanta sinceridad sobre su vida junto a Kenny tras la partida de su madre y le había gustado mucho compartir eso con el mocoso, así como también le había gustado que él le comentara un poco más sobre su relación con Zeke y Grisha, incluso cuando esta relación estaba bañada por desaires y dolor.

— Gracias a ti también. — Eren se acercó y dejó un beso en la frente del detective, que el otro recibió gustoso, ya que le encantaba que el chico demostrara su cariño de tantas formas. — Levi. — le llamó entonces.

— ¿Qué ocurre? — preguntó cuando sus miradas se volvieron a encontrar, con esos ojos verdeazulados brillando por la expectación y la determinación.

— Quédate esta noche. —

Su petición lo tomó completamente desprevenido, pues recién caía en cuenta de que se había hecho muy tarde y que la noche había arribado con rapidez sobre la ciudad.

No era la primera vez que Eren le pedía quedarse, de hecho, el mocoso de mierda se lo sugería con frecuencia y todas las veces anteriores el detective se había negado, puesto a que siempre tenía una excusa para negarse; al principio, porque no podía definir bien su relación con el mocoso y no quería generarle ilusiones, después porque sabía que había sentimientos por el chico, pero todavía eran demasiado confusos y quedarse podía llevarlo a tomar malas decisiones — o tal vez buenas, en su momento — con él.

Pero ahora, la petición de Eren no era para provocarlo, sino una petición llena de cariño.

— No te estoy pidiendo que te acuestes conmigo, sólo quiero que te quedes, puedes incluso dormir en el cuarto de invitados. — mencionó el moreno, besando suavemente al azabache tras responderle. — Prometo preparar un rico desayuno. — añadió casi cantado y sonriendo antes de mirarlo.

— Suena tentador. — comentó él, sonriendo débilmente de sólo pensar que el desayuno no era lo único que le parecía tentador en ese momento.

— ¿Eso es un sí? — preguntó con expectación.

— No vine preparado para quedarme, mocoso. — Levi trató de buscar excusas para negarse, pero se le acababan o, quizá, no estaba buscando con suficientes ganas. — Ni cepillo de dientes, ropa de cambio… —

— Tengo cepillos extra y puedes usar mi ropa. — tras decir este comentario, se apartó unos centímetros para dedicarle una mirada completamente lujuriosa. — Te verías realmente sensual con una de mis camisas… —

— Idiota. — le espetó, apartando la vista porque estaba demasiado sonrojado con su comentario.

— Es broma. — mencionó el otro con una carcajada, aunque su mirada decía que claramente no había sido una simple broma. — Te estás quedando sin argumentos, Ackerman. — señaló con sorna. El recién nombrado se tomó apenas unos segundos para sopesar la oferta, cada vez más convencido de que no era nada malo que se quedara, después de todo, era su pareja ¿no?

— De acuerdo, me quedaré. — aceptó finalmente, nervioso como hace tiempo no se sentía con Eren.

— ¡Perfecto! Iré a poner sábanas a la cama de invitados. — antes de que el chico se pusiera de pie, Levi le sujetó la camiseta, avergonzado por lo que diría a continuación, pero tomando ese riesgo. Eren lo miró sorprendido por su arrebato y él tuvo que tomar una bocanada de aire antes de hablar.

— Oi, soy tu pareja… — le dijo con más firmeza de la que imaginó, dándole valor para continuar. — No pienso dormir en otra cama. — esta vez, fue el turno de Eren de sonrojarse, pero no dejó que eso le impidiera sonreír anchamente y abrazar al detective con fuerza.

Tanta fuerza, que terminó por botarlo al piso del impacto, quedando ligeramente sobre el detective, quien soltó un audible gruñido por el brusco gesto que hacía Eren; a veces sentía que el mocoso no se daba cuenta de que era un bruto joven de veintidós años, con más de un metro ochenta de estatura y un peso considerable debido a los músculos que se cargaba, y sencillamente se lanzaba hacia a él como si fuese una pluma o un niño pequeño queriendo ser cargado en brazos por un adulto.

Soltó un suspiro cuando la risita traviesa del mocoso resonó entre ellos, al tiempo que se erguía lo suficiente para poder mirarlo a los ojos.

— Bruto de mierda. — le espetó, mirándolo con el ceño fruncido y sutilmente sonrojado de estar en esa posición extrañamente comprometedora.

— ¿Qué pasa, Levi? ¿El mejor detective de Stohess es derribado por un veinteañero? — empezó a decir con ese tono provocador. — Eso tiene dos posibles respuestas: No eres tan fuerte como tu fama lo dice o… simplemente te dejas derribar por mí. — Eren estaba recargado contra su propio costado, pero seguía manteniendo parte de su cuerpo sobre el azabache, mirándolo a esos escasos centímetros que parecían torturadores.

— Ninguna de las dos. — respondió él, tratando de encontrar cordura después de haber bajado su vista hacia los labios del chico. — Me tomaste por sorpresa. —

— ¿Y no que un buen detective debe estar siempre alerta? — Levi puso los ojos en blanco y apartó al mocoso para volver a incorporarse, quedando sentado junto a él. Estaba nervioso tras la petición del chico de quedarse y, por supuesto, por haber aceptado finalmente.

No sabía por qué le daba tanto pavor quedarse a dormir con él, como si no hubieran compartido cuarto la vez que visitaron Mitras; pero es que ahora era distinto, sus sentimientos eran distintos a los que tenía en ese viaje a principios de febrero y, con el hecho de asumir su relación, venía todo el tema del contacto físico al que Levi jamás había estado acostumbrado.

No como Eren, quien le gustaba mostrar su afecto con caricias, abrazos y sujetar la mano contraria; así como también verbalizaba con facilidad su sentir y manifestaba sus sentimientos con radiantes sonrisas y ojos hipnotizantes.

— Hey. — el beso de Eren sobre su mejilla lo llevó de nuevo a volver a la realidad. Le pasaba seguido esto de cuestionarse sus acciones con el mocoso y qué le limitaba dar un paso más allá en su relación.

No, no era virgen; sin embargo, llevaba muchos años sin una pareja y, de hecho, prácticamente se había rendido en el asunto hasta que Eren llegó a su vida; además, demonios, odiaba sentirse de esa manera, pero últimamente no dejaba de pensar en esa jodida diferencia de edad que había entre ambos.

— Levi. — la voz del chico lo hizo voltear a verlo, encontrándose con sus orbes esmeraldas brillando con indecisión, pese a que curvaba una sonrisa. — ¿Puedo preguntarte algo? —

— Suéltalo. — le dijo, nervioso como nunca, porque una parte de él intuía cuál sería su pregunta.

— ¿Has estado…? Digo, ¿has tenido…? … Es decir, ¿alguna vez tú…? — su incapacidad para formular la pregunta le hizo soltar una corta carcajada, encantado de lo adorable que se veía al no poder ocultar su miedo y vergüenza. Eren, tan galán y desvergonzado para tirar comentarios subidos de tono y tan avergonzado con situaciones como esa.

— Sí, mocoso. — le contestó. — Me he acostado con otros hombres en el pasado. — las mejillas de Eren se encendieron como la luz de un cuarto oscuro de fotografía.

— Es una lástima no ser el primero. — se apresuró a decir, tratando de volver a su actitud de galán. — Entonces… ¿puedo saber por qué…? ¿Es que acaso yo soy…? No lo sé, ¿poco atractivo para ti? — de acuerdo, en esta ocasión, Levi soltó una carcajada mucho más audible que pareció molestar al mocoso. Así que, a modo de compensación, se atrevió a estirar su mano para dejar una corta caricia sobre el cabello del chico antes de responder.

— No te subiré el ego si es lo que planeas con tu pregunta. — le dijo con sorna, recibiendo un pequeño gruñido por parte del otro. — Simplemente me estoy acostumbrando a esto de tener una relación con alguien, mocoso. Llevo bastante tiempo soltero y, francamente, nunca fui bueno para estar con otras personas. — comenzó a explicarse, ahora con más seriedad y, por qué no, un poco de inquietud por estar revelando algo tan íntimo. — No soy de muchas muestras de afecto. No porque particularmente no me gusten, sino porque no sé cuándo está bien hacerlas o no… Así que estoy intentando dejarme llevar contigo. No es fácil, pero estoy intentándolo. —

— Uff… — el chico soltó el aire con un silbido y se pasó la mano por el cabello. — Qué alivio. Pensé que no me encontrabas atractivo o algo así… — la mirada de reojo que le dedicó el chico lo llevó a darle un corto empujón en el hombro.

— Dije que no te subiría el ego. — inquirió, a lo que el otro se abrazó a su cintura con dramatismo.

— Oh, por favor, sólo una vez. — le pidió con ese tono manipulador. Levi puso los ojos en blanco y ocultó su rostro tras su mano.

— De acuerdo, Eren. Sí eres atractivo. —

— ¿Qué tan atractivo? — siguió preguntando el otro, acercándose peligrosamente hacia el rostro del azabache.

— Lo suficiente para compensar lo bruto que eres. — mencionó, luchando por no dejarse provocar.

— ¡Wow! Levi, ese fue un gran cumplido viniendo de ti. — el chico rio y luego dejó un beso en la mejilla de Levi antes de ponerse de pie. — Sobre lo anterior. — comenzó a decir, extendiendo la mano hacia el detective para ayudarlo a ponerse de pie. — Entiendo por lo que estás pasando. Sólo quiero añadir que nunca me molestará que tomes la iniciativa. — parecía una frase para provocarlo, pero Eren se mostraba más serio y sincero con sus palabras; sus ojos verdes resplandecieron cuando conectaron con el gris de la mirada de Levi, dándole a entender que se dejara llevar sin problemas en su compañía. — De hecho, las veces en que has sido tu quien me ha abrazado o se ha atrevido a besarme, ha sido fabuloso. Porque sé que para ti esos gestos no son muy acordes a tu personalidad, así que valoro cada vez que te atreves a romper tu vergüenza. — Levi, entrado a ese punto, se sentía un poco mal sabiendo que Eren sí esperaba esos gestos o, al menos, esperaba que él no lo apartara cuando era el moreno quién se atrevía.

— Mocoso se mierda… — elevó su mano hasta acariciar la mejilla del chico, quien respondió a ese gesto con otra de sus maravillosas sonrisas; se quedó observando ese joven rostro al que se había acostumbrado tanto ver que casi podía decir que conocía de memoria sus muecas y gestos, sabiendo interpretarlos cada vez con más facilidad. Por lo que entendía que ahora el chico quería acercarse más a él.

Levi comprendía que Eren había sido un chico que creció despojado de un cariño familiar. Las muestras de afecto las encontró en sus amigos y personas que seguramente lo fueron cuidando con el pasar de los años. Se podría pensar que alguien así no necesitaría constantemente que lo mimaran o consintieran con caricias y gestos más íntimos, sin embargo, cuando Eren lo abrazaba o se acercaba a él, Levi podía notar esa necesidad de ser notado, de ser querido.

Y él quería demostrarle que lo quería.

Se estiró un poco más y, como si hubiese leído sus intenciones, el mocoso inclinó su rostro para que sus labios se tocaran sin problemas. Y comenzó a besarlo.

Muchas veces había reprimido sus deseos de besarlo con profundidad, porque no sabía si era prudente ya sea por el lugar o la situación, también porque él mismo había dicho que quería ir lento, pero ¿qué demonios significaba eso? En ocasiones, tenía la necesidad de abrazarse a Eren, de besarlo sin reparos, de acariciarlo y ver hasta dónde podían llegar; sin embargo, había otras donde se sentía demasiado nervioso por ese contacto, por hacer algo mal… por no ser suficiente para el chico.

Y es que, según Eren, este llevaba al menos siete años pensando en Levi. Quizá idealizándolo de muchas formas — porque conocía la manera de pensar del mocoso — y él temía no cumplir con esas expectativas, con esas ideas que tenía sobre él y de lo maravilloso que pensaba que era.

¿Desde cuándo eran tan inseguro consigo mismo? Podía decir con certeza que Eren había volcado su mundo como nunca nadie lo había hecho, haciéndole tocar el cielo — como ahora, que sus labios se movían en sincronía sobre los suyos, saboreándose mutuamente con calma y deleite — o llevándolo a los confines de la ansiedad e inseguridad cuando se trataba de su relación. Quería ser mejor para Eren. Se sorprendía de lo enamorado que estaba de él como para ser consumido por esas ideas y es que, en estricto rigor, el mocoso nunca le había exigido nada, había sido comprensivo con él, así como también le tenía paciencia cuando él trataba de poner distancia entre ambos.

Las manos del moreno tomaron el rostro del detective y, tras unos segundos más, rompió el beso suavemente, manteniendo una corta distancia entre ambos, mirando profundamente al hombre como si estuviera memorizando cada milímetro de él mientras acariciaba sus mejillas con sus pulgares.

— Lo siento, si no detenía el beso, iba a perder el control. — susurró el mocoso de forma lasciva, volviendo a dejar un corto beso en los labios del azabache.

— Pondremos a prueba tu control en otra ocasión. — dijo el detective, para luego relajar sus hombros y recargar su mejilla en el pecho de Eren. Curiosamente, le gustaba saberse entre los brazos de él, como si fuese una zona de seguridad y confort; cálido y agradable.

— ¿Estás cansado? Porque había pensado en ver unos capítulos de la serie que dejamos pendiente la semana pasada. — sugirió.

— Me parece bien. ¿Quieres que prepare té? —

— Oh, y galletas. — dijo con entusiasmo.

 

~*~~~*~~~*~

 

Levi despertó y no tardó en sonreír sutilmente. La sensación que estaba teniendo en ese momento le parecía tan mágica que creyó seguir soñando, aunque su mente veloz ya había aterrizado a la realidad para comprender que no era ningún sueño el que vivía, sino que su realidad estaba bañada de maravillosos momentos como ese, donde Eren lo abrazaba por la espalda, pasando una de sus manos por la cintura del azabache y la otra se la había cedido a modo de almohada, dejando su torso pegado a la espalda del detective y trasmitiéndole su usual calidez.

Podía sentir la respiración del mocoso sobre su nuca y, lejos de molestarle, le pareció una sensación de lo más agradable. Sentirlo respirar tan pausadamente contra él era casi como una fuente de alegría que nunca creyó adquirir de esa forma, mientras miraba la bola de cristal con el muñeco de nieve que le había regalado para su cumpleaños, descansando en el velador junto a la cabecera; puesto ahí con el aparente propósito de recordar al detective apenas el chico abriera los ojos por la mañana.

Tomó una bocada de aire para llenarse los pulmones del olor de Eren, ese que estaba impregnado en sus sábanas, en el pijama que le había prestado para dormir y en sus brazos cobijándolo incluso mientras dormía.

No había tenido una noche de sueño tan reponedor como aquella. De hecho, por la cantidad de luz que se filtraba levemente por las cortinas de esa habitación, podía inferir que eran pasado las nueve de la mañana, completando al menos siete horas de sueño después de haberse quedado hasta tarde viendo esa serie de ciencia ficción que los atrapó tanto sin darse cuenta.

Se sentía tan cómodo en ese lugar, tan pacífico y extraño, pues creía nunca haber despertado con tanta felicidad atorada en su garganta. Se volteó de puro impulso de observar el apacible semblante de su pareja, recibiendo un suave quejido por abandonar la antigua posición en la que se hallaban durmiendo, pero, incluso así, el moreno había vuelto a atraparlo entre sus brazos, todavía sin abrir sus ojos.

El azabache se permitió contemplarlo, detallando lo suave que se veía su piel, pese a la incipiente barba que comenzaba a oscurecer la zona de la barbilla y quijada, y lo sedoso que lucía su cabello suelto. Estiró la mano y apartó algunos mechones que parecían querer acariciar también la tez canela del joven veinteañero, quien lucía esa ridícula juventud ahora que parecía tan tranquilo dormitando.

Levi sabía que no había dejado de sonreír en todo momento, agradecido con el chico de haberlo convencido de quedarse y totalmente indignado consigo mismo de no haberse dado ese privilegio de dormir junto a él anteriormente; suspiró levemente mientras volvía a cerrar los ojos, tratando de grabarse totalmente ese momento y todas las sensaciones que le brindaba saberse junto a Eren.

En eso, lo siente removerse ligeramente y se obliga a mirarlo, encontrándose con ese intento de sus ojos por querer abrirse y mostrar sus esmeraldas todavía opacas por el sueño; y, en seguida, su sonrisa se hizo presente, esa preciosa sonrisa que apenas elevaba sutilmente las comisuras de sus labios, pero que reflejaba su alegría de despertar juntos por primera vez.

El moreno lo estrechó un poco más contra sí y Levi se permitió acurrucarse contra su pecho firme y cálido, abrazando al chico bajo las mantas y sintiendo con más fuerza su olor. Sintió cómo el otro le daba cortas caricias a su espalda de manera distraída, hasta depositar un corto beso sobre su frente y buscar espacio para poder mirarlo.

— Muy buenos días, detective Ackerman. — le murmuró, dejando ver sus orbes verdeazulados y esa sonrisa más ancha.

— Buenos días, mocoso de mierda. — Eren se carcajeo un poco sonrojado ante su saludo y Levi se acomodó contra la almohada, incapaz de apartar su mirada de él.

— ¿Despertaste hace mucho? — le preguntó el chico, todavía acariciando su espalda con suavidad.

— No, hace un par de minutos. — respondió, viendo cómo Eren llevaba su mano hasta sus cabellos castaños y los peinaba hacia atrás. — Te observé dormir unos momentos. — comentó, no sabiendo por qué era tan sincero, pero le encantó ver que el otro se ponía un poco nervioso por su comentario.

— ¿Ah, sí? ¿Puedo saber por qué? — preguntó con curiosidad y expectación, dedicándole toda su atención.

— Te ves jodidamente adorable cuando duermes. — el chico se sonrojó violentamente e, incluso, sus ojos se abrieron ante la sorpresa. Tal vez no se esperaba que fuera tan sincero.

— De saber que eres tan cariñoso por las mañanas habría sido más insistente en que te quedaras las veces pasadas. — comentó, sonriendo con vergüenza y acercándose a Levi para dejar un beso en su frente. — Siento que estoy soñando… — murmuró, aun con sus labios sobre la piel del detective.

— ¿Quieres que te pellizque para saber si es real? — comentó, abrazándose más al otro.

— Créeme… sé que es real. — le dijo, apartándose nuevamente, con una expresión culpable en el rostro. — Tengo un problema doloroso del que debo hacerme cargo. — Levi lo miró con confusión, hasta que el chico estalló en una risa demasiado avergonzada. — Demonios, lo siento, pero debo ir al baño. Mi vejiga va a explotar. — ante sus palabras, el detective no pudo evitar reír y lo vio destaparse rápidamente y apresurarse en llegar al baño de la habitación.

Levi pasó su mano por su rostro, fregando sus ojos y luego revolviendo sus cabellos azabaches cuando se quedó mirando el techo de la habitación. No sabía que podía sonreír por tanto tiempo y es que se sentía de tan buen humor que hasta le parecía agradable la sensación de las mariposas en su estómago que tenía en ese momento, de sólo pensar que estaba en la cama del chiquillo y que había dormido plácidamente entre sus brazos.

Pronto, el moreno volvió a aparecer en la habitación y prácticamente se lanzó sobre él, rodeándolo con su cuerpo y el sutil aroma a jabón que traía. Entonces, se apartó y le plantó un beso en los labios antes de volver a mirarlo.

— Así que… ¿dormiste bien? — le preguntó con dulzura, acariciando su rostro y viéndolo desde una corta distancia.

— Sí… — susurró Levi, dejándose consentir por sus caricias. — Nunca había dormido tantas horas seguidas. —

— Yo también dormí como un bebé. — mencionó, todavía dibujando una sonrisa. — Me encantó que accedieras a quedarte. —

— Me convenció lo del desayuno. — dijo el azabache, robándole una risita al más joven.

— Lo prometido es deuda. Pero todavía quiero quedarme un poco más así y aprovecharme del Levi mañanero y cariñoso. — tras decir eso, el chico se recostó a su lado y apoyó su mejilla contra el pecho del detective, abrazándose a su cuerpo y enredando una de sus piernas alrededor del mayor. Levi sonrió ante este gesto infantil y dejó que sus dedos se perdieran en la cabellera larga de Eren, mientras su otra mano acariciaba esos brazos firmes que lo rodeaban.

— No tengo prisa… — murmuró, sabiendo que también quería quedarse otros momentos más bajo en el encanto de ese despertar tan agradable.

— ¿No tienes planes para hoy? — preguntó el chico, acurrucándose más contra su costado. El azabache sintió un poco de inquietud ante lo que diría, sin embargo, debía hacerlo.

— En la tarde iré a ver a Isabel junto Farlan y los chicos. — ya le había mencionado con anterioridad al mocoso que los sábados solía visitar a su hermana junto a su familia. Supuso que lo había olvidado por un momento, pero, tras recordárselo, el chico se tensó un poco contra él, para luego suspirar profundamente.

Estaba muy tentado de pedirle a Eren que los acompañara. Farlan ya sabía de su relación y el resto de los mocosos de la casa de acogida también lo conocían, sobre todo Sasha, tras el accidente de hace un par de semanas.

Pero a Isabel jamás le había hablado sobre Eren. Aunque tenía la impresión de que Farlan o alguno de los mocosos había mencionado el tema pues la pelirroja en alguna ocasión tuvo la intención de preguntar sobre una posible pareja en su vida y, para ese entonces, las cosas con Eren estaban muy tensas y confusas, por lo que le dio una negativa rotunda.

Ahora, en cambio, sentía una extraña necesidad de comentárselo, de presentarle al moreno de ojos verdes que lo tenía en ese maravilloso e imposible estado de felicidad; sin embargo, como siempre, las cosas entre el mocoso y él no eran tan simples ¿no? El chico era medio hermano de Isabel y ese asunto de Grisha les crispaba los nervios a ambos, motivo por el cual su pareja no se atrevía a conocer a la pelirroja, por más que siempre buscara ayudarla.

— Levi… — el llamado del moreno le hizo bajar su mirada hacia él, quien había alzado el rostro para observarlo todavía con esa encantadora sonrisa que derretía su mundo completo. — ¿No quieres volver después de salir con tu familia? ¿O… tal vez, que yo vaya a tu casa? — sus palabras lo desanimaron un poco, porque esperaba, de alguna forma, que Eren también tomara la iniciativa de querer visitar a Isabel, aunque comprendía sus reparos para no hacerlo.

— Depende de cómo te quede el desayuno. — le respondió, intentando darle a entender que, por el momento, no pretendería presionarlo con el asunto.

— Puedo cocinar el almuerzo también… y la cena… y todas las comidas que quieras. — respondió el chico, estirándose más para alcanzar sus labios y darle un corto beso. — Si eso logra que te quedes conmigo otra noche, no supondrá ningún esfuerzo. —

— No dije que me quedaría otra noche. Dije que podría venir después de visitar a Isabel. — señaló el azabache con una ceja enarcada. Le divertía un poco jugar con la paciencia de Eren, aunque en verdad no sabía qué tan correcto era quedarse junto a él todo el fin de semana. Todavía había temas importantes que solucionar, cuyos nombres y apellidos se negaba a decir.

— Demonios, Levi… siempre te haces el difícil. — le espetó con un gesto ofendido, irguiéndose lo suficiente para sentarse sobre el colchón. — Parece que ya se fue el Levi cariñoso. —

— Así parece. — le siguió el juego sentándose a su lado, demasiado divertido con la situación. De verdad estaba de un excelente humor. — Como dije, si el desayuno está tan bueno como lo prometiste, vendré en la tarde después de visitar a Isabel. — el azabache estiró su mano y jaló la mejilla del mocoso, quien todavía parecía receloso por su comentario. — No hagas puchero, mocoso. — inquirió, lanzando una carcajada.

— Bien. — se rindió finalmente, sucumbiendo a la caricia que había terminado de hacer Ackerman sobre la mejilla del más joven. — Sólo porque estoy demasiado feliz hoy. — Levi suspiró y recostó su frente en el hombro del moreno, escondiéndose un poco de su mirada.

— Yo también lo estoy. — se sabía avergonzado hasta la médula por decir eso y, por supuesto, el calor no tardó en subir hasta sus mejillas, sabiendo que estas se habían puesto lo suficientemente rojas para ser notado por el universitario. Eren se removió a su lado y lo obligó a alzar la vista, acunando su rostro entre sus grandes manos tan suaves y cálidas como siempre. Levi se había reusado unos momentos, porque sabía que tenía la sangre acumulada en sus pómulos tras sus palabras, pero, de todas maneras, se dejó llevar por la insistencia del otro y terminó por conectar con el hermoso verde que mostraban los ojos del joven.

— Levi… no tienes idea cuánto te quiero. — sus palabras hicieron que su corazón saltara tanto que llegó a dolerle el pecho. Era la primera vez que Eren le decía que lo quería, así, sin otras frases como decir “enamorado” o “cariño”. No, era su primer “te quiero” y no sabía cómo interpretar ese cúmulo de sensaciones que estaban por salir de su pecho, como si quisiera vomitar. — No estoy esperando que me lo digas de vuelta, porque llevo mucho más tiempo que tú considerando mis sentimientos y, también, aceptándolos. — comenzó a explicarle, todavía imposibilitando que el mayor apartara su mirada de él, aunque tampoco es que pudiera. Eren lo tenía completamente hipnotizado, con su suave voz hablándole con seriedad y un montón de comprensión. — Estoy totalmente de acuerdo en que nos tomemos esta relación con calma. Apresurarnos en cualquier cosa supondría problemas y quiero que esto dure mucho, mucho tiempo. No me apura superar cada cosa que se nos cruce en el camino, no me importa esperar, no me importa ser paciente… Haré lo que sea con tal de no perderte. — Por alguna razón, la sensación de vómito se quedó atorada en la garganta del azabache, volviéndose un nudo amargo y que le cortaba la respiración.

Jamás se había sentido tan querido y comprendido por alguien, jamás había tenido la sensación de ser mirado con esa profundidad, calmando sus pensamientos, sus emociones, sus miedos e inquietudes. Eren tenía un poder tan mágico sobre él que parecía ridículo lo mucho que se desconocía frente al moreno, cómo dejaba de ser tan tosco y frío, porque le hacía infinitamente feliz consentir al mocoso, o dejarse querer por él.

Y es que… él también…

— Yo también. — soltó apresuradamente. Se sorprendió tanto como el chico frente a él, quien abrió sus ojos con impresión, aclarando ese verde, volviéndolo agua marina. Soltó el aire, deshaciendo esa molestia en su garganta que seguramente era un llanto de emoción que no liberó, sino que sonrió débilmente hacia su pareja. — Yo también te quiero, Eren. — el rostro del joven era indescriptible. Oscilaba sus muecas entre la alegría y la aflicción, sus ojos vidriosos le avisaron que se veía ese llanto tan característico de él, pues Eren lloraba de alegría, de tristeza, de frustración y miedo. Pero, ahora, parecía llorar de amor… — Debería ya estar acostumbrado a tus llantos, pero creo que todavía me impresiona verte llorar. Espero que sea de alegría. —

— Lo es. — dijo inmediatamente, sorbiendo mientras soltaba al azabache y retenía con sus dedos las lágrimas que querían arrancar de esos océanos que tenía como ojos. Se sintió demasiado nervioso de haber admitido, finalmente, que lo quería. Porque, demonios que lo quería. Sin embargo, su sonrisa ancha y esos ojos que resplandecieron como el mar al medio día terminaron por hacer que no se arrepintiera de sus palabras, sino que se mostrara firme ante ellas. — Insisto, me encanta el Levi mañanero. — dijo él, abrazándose con fuerza al detective, casi necesitado de ese gesto. — Gracias por quedarte. — Levi lo cobijó en sus brazos y se permitió respirar nuevamente, bajando el rubor de sus mejillas.

Al separarse, el chico dejó un corto beso en la frente del azabache antes de volver a mirarlo con esa intensidad tan propia de sus orbes esmeralda, tan propia de Eren. Porque todos esos gestos eran muy característicos de él y buscaban manifestar el cariño que sentía por el detective.

Levi podía sentirlo en cada uno de ellos. En la forma en que le sonreía, en que lo miraba con atención, en que besaba su mano o su frente, en la manera que tenía de aferrarse a él con necesidad, como si le desesperara transmitir esos sentimientos que albergaba en su corazón con tanto ahínco.

— Bien. Iré a preparar ese desayuno para ver si te convences de quedarte. — comentó el chico bajándose de la cama y, con esto, haciendo que Levi también procediera a seguirlo, con la idea de tomar una ducha fresca ya que comenzaba a hacer calor ese sábado de junio.

Al ponerse de pie, volteó justo en el instante en que Eren estiraba sus brazos sobre la cabeza, alargando la espalda y activando los músculos para sacarse la pereza de encima.

No pudo negar que, al momento de estirarse y que su camiseta se levantara sobre su abdomen, se quedó mirando aquella piel desnuda fijamente; no sólo porque relucía sus abdominales marcados y el músculo que revestía el hueso de su pelvis, sino porque más arriba y a la izquierda, se mostraba la cicatriz de la puñada que había recibido el mocoso el día que se conocieron.

Involuntariamente se acercó a él y no controló el impulso de estirar su mano para deslizar sus dedos sobre la piel que había cubierto la herida regenerada. Era una línea de un grosor considerable, pero no con un alto relieve, mientras que era su color más pálido y rayando en lo rosado lo que hacía más notoria aquella cicatriz; sin embargo, pese al susto que vivieron ante esa situación y los esfuerzos que tuvo que hacer Levi para curar aquella herida, debía admitir que la marca sobre la piel del chico no era tan llamativa.

— Pensé que quedaría una marca más fea. — comentó distraídamente, todavía delineando esa región de piel y dedicándole su mirada gris, como rememorando cada una de las maniobras que había realizado para detener el sangrado.

— ¿Verdad? — mencionó el moreno con gracia. — No se ve tan mal. Hiciste un trabajo espectacular, Levi. — añadió cuando sus miradas conectaron.

— Pasé por muchas misiones en donde las cosas se tornaron complicadas. Con ello aprendí que saber sobre este tipo de procedimiento nunca está de más. Puedes salvarle la vida a alguien. — le comentó al chico en un tono calmado, para luego apartar su mano y dedicarle nuevamente su atención al rostro del mocoso.

— Como a mí. — señaló este, haciendo que el detective sonriera débilmente. — Lo interesante es que has sido mi salvador desde ese día, en muchos aspectos. Eres algo así como mi superhéroe. — el azabache puso los ojos en blanco.

— Dramático. — le dijo, pero ambos terminaron por compartir una carcajada cómplice.

— Había pensado en grabarle un tatuaje encima, pero, justo ahora, siento que me gusta mirarla. Me lleva inevitablemente al día en que nos conocimos. — comentó el joven mirando su propia cicatriz con una sonrisa nostálgica.

— Estabas semi inconsciente esa noche, no creo que recuerdes mucho. — inquirió, enarcando una ceja con gesto acusatorio.

— Y te veías como un ángel gruñón que venía a salvarme. — los brazos de Eren lo rodearon, estrechándolo con fuerza contra él con ese dramatismo tan característico en sus palabras.

— Ya, suficiente. Suéltame. — se quejó al sentirse demasiado apretado contra el chico, pero intentando no ser demasiado brusco con él como para apartarlo de golpe.

— No~— canturreó juguetón.

— Última advertencia, Eren. — dijo, usando un tono más grave, sintiendo que comenzaba a molestarse cuando el otro aplicó más fuerza para retenerlo con él.

— No. — dijo rotundo.

— No quieres medir fuerza conmigo, mocoso. Sabes que perderás. — Levi seguía siendo estrujado por los brazos de su pareja, con la mejilla estampada en el pecho contrario, agotando lentamente su paciencia para que lo dejara ir de ese caprichoso gesto.

— Apostemos. — dijo el otro con tono travieso, robándole un gruñido por lo bajo al azabache. — Si no logras apartarme, te quedarás esta noche a dormir. — ante estas palabras, el detective reaccionó y comenzó a intentar separarse levemente, sin usar ni un décimo de su fuerza. — No lo intentes hasta aceptar. — reclamó el más joven.

— ¿Qué pasa si logro apartarte? — conocía a Eren lo suficiente para saber que no dejaría pasar ese juego que había impuesto, en el que claramente perdería porque Levi sabía que era más fuerte, aunque fuese ridículo competir por algo así. Pero, por supuesto, Eren buscaría todas las artimañas para lograr que el azabache se quedara otra noche junto a él.

— Pídeme lo que quieras. Sé que ganaré. —

Ante la rebosante confianza del moreno y la paciencia que ya se le agotaba al saberse completamente incómodo por ese ridículo abrazo que todavía lo tenía sudando un poco contra Eren, al detective se le vino una idea a la mente.

Por supuesto que estaba siendo provocado por el chico, pero no por ello también le hacía gracia que el futuro doctor intentara ridículamente hacerle pasar otra noche juntos; así que, para hacerlo aún más interesante, poniendo a prueba la confianza del mocoso y, por supuesto, arriesgándose un poco también en ese juego, se atrevió a decir:

— Si gano, me acompañarás un día a ver a Isabel. —

De inmediato, pudo sentir la tensión del cuerpo del chico contra él, casi conteniendo el aire en sus pulmones e, incluso, aflojando sutilmente la fuerza con la que lo estrechaba. Por lo mismo, el detective se apresuró en aclararse.

— No tiene que ser hoy y, además, sólo voy a presentarte, no tienes que decirle nada para lo que no te sientas listo. — explicó.

— Levi… — el recién nombrado pudo percibir la indecisión del otro y, de cierta forma, se sintió un poco mal de estarle proponiendo aquello. Sin embargo, era consciente de que, muy en el fondo, a Eren le gustaría conocer a la chica y, sobre todo, también quería que él se quedara a dormir. De esta forma, intentó hacerle ver que todo esto era un juego que él había iniciado.

— Oh… ¿así que hasta aquí llega tu confianza? Parece que no quieres que me quede otra noche… — lo provocó, desconociéndose en esa infantil faceta e intentando mirar al más alto, todavía contra su pecho. Este bajó su mirada verdeazulada hacia él, aun sin soltarlo.

— De acuerdo. — dijo finalmente el mocoso, curvando una sonrisa torcida y adoptando esa actitud petulante que le recordaba a los días en los que se conocieron. — Acepto. —

— No quiero que andes llorando si soy brusco contigo, por cierto. — le dijo, mientras se preparaba para realizar su maniobra. Eren rio y dejó un pequeño beso sobre sus cabellos.

— Y yo no quiero escuchar excusas de que no te puedes quedar hoy. — Levi suspiró y asintió, sabiendo que esto era completamente ridículo. Sin embargo, por la manera en que los brazos de Eren se preparaban para esa pequeña batalla que iban a enfrentar, tuvo que admitir que una pisca de temor se alojó en su estómago. — A la cuenta de tres… —

— Uno. — se apresuró a decir el policía.

— Dos… — siguió diciendo el chico, aumentando la tensión entre ambos.

— ¡Tres! —

 

Notas finales:

 ¡Ah! Aquí termina el capítulo — se escuda en caso de que deseen golpearla —. Espero que les haya gustado.

Hoy también traje una entrega llenita de amor puro entre ambos y es que me encanta mostrarles los procesos que tiene Levi para dejarse llevar por ese amor que le tiene a Eren y cómo éste siempre hace todo por que resulte su relación, jamás presionando al otro, en vista y considerando que eso los había llevado a separarse tiempo atrás. Añadiendo un detalle más a esto, me inspiré en la canción “Innocence” de Avril Lavigne para redactar la escena del despertar de Levi y Eren, por si quieren escucharla. Tiene una melodía un poco triste, pero la letra es preciosa y me dio la inspiración para desarrollar algunos diálogos.

Por otro lado, el título de este capítulo se explica por sí sólo. Aquí quise que Eren hablara sobre lo que pensaba de su difunta madre, así como también de su hermano y su padre, de la misma forma en que describe cómo se siente respecto a su relación. Y, por supuesto, también vemos a Levi y cómo habla de Kenny, así como también lo vemos un poco más necesitado de contarle a las personas importantes de su vida sobre Eren, especialmente a Isabel.

Ay, y además la apuesta del final… ¿Quién creen que ganará? ¿Saldrá Eren con una novedad al estar tan empeñado en que el detective se quede con él otra noche? ¿Su miedo por conocer a Isabel hará que salga con un Tatakae celestial y le gane al mejor detective de Stohess?

 

Me encantó compartir esto con ustedes. Sé que me he puesto más romanticona con mis capítulos y tiene una razón eh. Con todo lo que han pasado ambos creí que era necesario darles unos minutos de amor, pero todo lo que dije aquí es importante en la construcción de sus personajes, tanto como su pasado, presente y futuro. Por eso me hizo mucha ilusión mostrarles estas escenas. Espero haber agradado su lectura.

Por lo demás, me he estado sintiendo un poco mejor y de ahí que me motivé para subirles este capítulo. Yo sé que le falta su lemon, pero me gusta construir esto lento :( 

Quiero agradecer infinito su apoyo y comentarios y votos <3 Siempre me siento agradecida y muy querida por ustedes (:

Cuídense mucho.

¡Un abrazo!


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