Las luces resplandecian por todo el lugar, los flashes de la cámara se reflejaban en cada pared de aquel estudio.
Misaki miraba con fascinación aquel hombre que se movía con gracia para las cámaras, estaba seguro que el brillo de sus ojos lo delataba por completo, y ni se diga del ligero rubor que adornaba sus mejillas. Lo único que podía hacer para ocultarlo era esconderse inútilmente detrás de los documentos que cargaba en manos.
Cada día que a Usami le correspondía asistir a modelar en la agencia, era todo un deleite para el menor. Apenas comenzaba su carrera como fotógrafo y aun se encontraba bajo la tutoría de un maestro en la fotografía que trabajaba para esa empresa, pero Misaki no podía ser más feliz por aquello, pues su maestro estaba a cargo casi en su totalidad de todas las sesiones fotográficas de aquel hombre resplandeciente, y siempre tenía la oportunidad de presenciar a su amor platónico modelar para la cámara que, afortunadamente, se encontraba siempre a su lado.
Su tutor tenía otras sesiones que cubrir, y muchos otros modelos que fotografiar, sin embargo la profunda mirada amatista de Akihiko lo tenía cautivado por completo y no había nada que pudiera hacer al respecto por su admiración hacia ese hombre.
Aquel día había estado espléndido como de costumbre, les había tocado cubir una larga y extravagante sesión de fotos para una revista con Usami como modelo protagonista. Misaki siempre terminaba sus días laborales con una sonrisa gracias a él.
Y ahora veía como el modelo se colocaba su bata y se retiraba rumbo a los camerinos. Suspiró enamorado de solo verlo caminar.
Era demasiado obvio, lo sabía pero no podía evitarlo, con solo darle una mirada pasajera hacía que su corazón se alborotara como loco. Una vez que salió del set, su cabeza regresó a tierra y giró a ver a su maestro que lo miraba con burla. Como decíamos previamente, era un poco, muy demasiado obvio.
– Esta fascinación que sientes por Usami-san no te llevará a ningún lado.
– Lo lamento... – Era lo único que podía hacer, no era como que pudiera prometer que dejaría de lado su amor por ese hombre, no era tan sencillo. El mayor soltó un suspiro, esperando no arrepentirse por lo que estaba a punto de decir.
– No sea si sea buena idea esto, pero creo que es hora de que te empieces a hacer cargo de otras cosas.
– ¿Eh?
– No vas a aprender lo suficiente si solo te quedas parado a observarme tomando fotos.
– ¿Va a dejar que me haga cargo de una sesión? – No había forma de ocultar su emoción al formular esa pregunta.
– Sí, pero no te entusiasmes demasiado. Compórtate como un profesional ¿De acuerdo?
–¡Sí!
– La siguiente sesión está programada para dentro de una semana, te veo aquí y prepárate.
– ¡Sí!
Misaki no pudo dormir por la emoción. El día de la sesión llegó con todo el entusiasmo y seriedad del mundo, preparado para tomar las fotografías de forma profesional. Pero todo su profesionalismo se fue al caño cuando vio entrar a Usami con el pecho descubierto, en un deslumbrante saco color vino, pantalones negros y un par de pendientes de amatistas adornando sus oídos. Su tutor tuvo que darle un codazo en el brazo para que recuperara su postura.
Comenzaron las fotos y tuvo que esconder en lo más recondito de su ser el amor que sentía por ese apuesto modelo que ahora se encontraba modelando para él (de cierta forma, estaba modelando para él pues estaba tomando las fotografías).
Como fotógrafo de modas, no solo debía tomar las fotografías, sino que también debía indicarle al modelo qué hacer de vez en cuando. Se sentía como un idiota al no poder pronunciar palabra alguna, no solo por ser Akihiko el que estaba frente a él, simple y sencillamente era una persona tímida por naturaleza y dar órdenes tan directamente a otra persona no era lo suyo, pero sabía que era su deber hacerlo. El que su tutor estuviera a su lado para ordenar esas cosas le era un alivio para él, sumándole también a que Usami es un profesional y sabe qué hacer sin necesidad de instrucciones.
– Muy bien Usami-san, ahora vamos a tomar algunas fotografías mirando a la cámara. – Misaki tembló ante aquella frase, hasta el momento ninguna captura había requerido que el otro mirara directamente a la cámara. Usami no era una persona muy amigable, era alguien muy serio y Misaki no lo había visto sonreír en ningún momento, hasta ese día.
Akihiko giró hacia la camara, con una de sus manos sujetando su cabello. Aquello tomó por sorpresa al pequeño fotógrafo de Misaki, que no esperaba un giró tan abrupto hacia su persona y de inmediato sintió sus mejillas arder, y su corazón acelerarse, la cámara casi se le resbala de los nervios; y luego de acomodarse sus lentes y tomar de nueva cuenta la cámara, pudo ver claramente como Usami soltaba una risilla al ver sus torpes movimientos, y en su rostro quedó dibujada una media sonrisa, y aquellos orbes lo miraban directamente. De inmediato enfocó la cámara y capturó ese momento, esa expresión en el rostro del otro, no sabía cuando podría volver a verla.
Una vez hubo terminado la sesión Misaki fue a guardar el equipo y a darle una mirada rápida a las fotos junto a su superior. Pero antes de que pudiera hacer algo, sintió como alguien lo tomaba por el brazo con suavidad.
– Misaki ¿Verdad?
– S-sí. – Contestó nervioso, tratando de no gritar al ver a la persona que le preguntaba.
– ¿Quieres salir conmigo alguna vez? – Estuvo a punto de gritar un rotundo sí, pero antes de contestar cualquier cosa volteó con ojos brillantes buscando la aprobación de su tutor, que se encontraba a unos pasos de ellos, el mayor asintió derrotado, girándose de inmediato a otro lado.
– Sí. – Asintió con una sonrisa. Usami sonrió de vuelta.