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Koi no Yokan por TsubasaHatsukoi

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- ¡Eres un idiota si crees que voy a salir de aquí vistiendo esto! - La voz furiosa de Misaki se escuchaba a través de la puerta de aquel armario.

- Perdiste la apuesta, tienes que pagar. - Usami simplemente lo esperaba afuera, sentado con tranquilidad a la orilla de su cama.

- P-pero esta cosa... - Su voz a duras penas salía por la vergüenza que sentía.

- Dijiste que harías cualquier cosa.

- ¡Estoy completamente seguro de que hiciste trampa!

- No hice trampa. Anda póntelo.

- Eres un maldito pervertido... - Y se dispuso sacar cada una de las piezas de ropa que había en la bolsa, la que tan solo hace unos minutos Akihiko le había entregado maliciosamente.

La causa de esta pequeña situación que acontecía entre la pareja se debía a una pequeña apuesta que había surgido entre ambos unos días antes. Misaki llegó a un punto de desesperación total por ver a Usagi fumar y fumar como locomotora mientras trabajaba, que se enojó con él y explotó recriminándole cosas y cosas, sobre que se iba a morir joven, que debía dejar de fumar, que era un hábito asqueroso, etcétera, etcétera. Pero entre todo el regaño del menor hubo una frase que caló en el escritor.

"¡Apuesto a que no puedes durar ni un día sin fumar!"

Y bueno, la palabra "apuesto" resonó mucho en los oídos del mayor, y al ver al castaño tan adorablemente enojado, le dieron muchas ganas de jugar un poco con él.

"Te apuesto a que puedo pasar un día sin fumar, sin problemas."

Y bueno, de esa forma se consumó una pequeña apuesta entre ambos, en donde Misaki, al estar totalmente seguro de que el otro perdería, apostó lo que él quisiera, cualquier cosa que al escritor se le ocurriera. Y Usami sonrió ante aquella decisión.

Para la sorpresa de Misaki, Usagi lo logró. Soportó un día sin tocar un sólo cigarrillo.

Y tenía que cumplir con cualquier cosa que el otro le pidiera.

Y ahora estaba allí encerrado en el armario del cuarto del mayor, sin querer salir de allí. Cuando llegó de trabajar ese día, Usami lo estaba esperando con una bolsa de papel en mano, diciéndole que debía cumplir con la apuesta, cuando el mayor lo hizo entrar a su cuarto sabía que nada bueno iba a salir de aquello, pero ya no había forma de huir. Cuando estuvieron dentro Usagi le dijo que se pusiera la ropa que estaba en la bolsa, entró al armario para cambiarse sin que el otro lo viera. Pero al ver lo que estaba dentro de la bolsa quiso salir huyendo de ahí enseguida.

- Mientras más rápido te lo pongas más rápido te lo quitarás, anda. - Misaki soltó un muy largo suspiro de resignación, y se vistió con esa cosa lo más rápido que pudo, mientras menos la viera menos le daría vergüenza, aunque sus mejillas ya estaban coloreadas de un intenso color rojo del que sería imposible deshacerse en toda la larga noche que le esperaba.

- Te odio. - Y abrió la puerta, dando paso a un muy avergonzado y cabizbajo Misaki, que apretaba con fuerza la tela del lindo conjunto que traía puesto.

El adorable traje que Usami había ordenado y escogido meticulosamente por internet para Misaki era un pequeño short pegado a la parte de arriba, casi como un overol, de color café claro; por debajo de este llevaba una blusa de manga larga casi transparente pero de un tono de café mas oscuro; y para finalizar llevaba en conjunto unas botitas y unos guantes peludos, unas lindas orejitas de oso y un gran moño en su pecho, claro sin olvidar también la linda bola peluda que llevaba como cola.

Ni Misaki ni Usami dijeron nada cuando el menor salió, Misaki estaba muy avergonzado como para decir algo y Usagi estaba completamente embobado con la vista que le ofrecía el castaño que las palabras no salían de su boca. El peliplata seguía en su lugar, sentado en su cama, desde ese ángulo analizaba de arriba a abajo a Misaki con un brillo en sus ojos. Misaki simplemente podía removerse nervioso en su lugar a la vez que sentía la penetrante mirada del mayor sobre su cuerpo. Estuvo así unos minutos, sin verle la cara al otro, esperando que fuera él el que soltara la primera palabra, sin embargo su desesperación por el incómodo silencio llegó antes que las palabras del escritor.

- ¡Di algo o me lo quitaré! - Y hasta ese momento fue que el escritor bajó de su nube, ahora Misaki estaba frente a él viéndolo con una expresión de enfado pero sin dejar de lado el gran sonrojo que cubría sus mejillas.

- Te ves adorable. - Fue lo único que pudo pronunciar, a primera instancia.

- T-tu... - Antes de que pudiera reclamar algo, el mayor lo jaló hasta su cuerpo, y desde su posición, lo abrazó por la cintura.

- No se qué hacer ahora. - Enterró su rostro en el abdomen de Misaki, sin dejar de abrazarlo con fuerza a la vez que paseaba sus manos por la espalda baja de Misaki. El castaño se retorció ante el escalofrío que le provocaron las caricias del mayor. Aquello no pintaba bien para el pobre de Misaki.

- ¿S-sobre qué? - Apenas terminó de formular aquella pregunta y el escritor lo cargó por la cintura, tumbándolo en la cama y colocándose de inmediato encima del cuerpo más pequeño.

- No sé si admirarte por unas horas más y hacerte mi nuevo peluche personal o... - Se acercó hasta dejar su labios rozando el oído de Misaki. - Arrancarte toda la ropa en este momento... - susurró para luego morder el lóbulo del castaño.

- ¿¡Q-qué diab-!? - Antes de poder terminar su queja se vio sorprendido por los labios del peliplata, que ahora se encontraban besando con insistencia su cuello descubierto. - ¡Suéltame! ¡Ya hice lo que me dijiste! - trató de empujar al mayor pero lo único que recibió en respuesta fue que el otro le sujetara ambas manos por encima de su cabeza, dejándolo sin posibilidad de defenderse.

- ¿Creíste que después de verte en tan adorable traje te iba a dejar ir tan fácil? - Usagi se incorporó con una sonrisa ladina, mirando de frente rostro molesto de su pareja.

- ¡No era parte del trato! - Misaki se retorció sobre la cama al sentir la mano libre del escritor manosear su cintura.

- Tú dijiste "Lo que tú quieras". Bueno, esto es parte del pago también. - Misaki ya no refutó contra eso, sabía que no podía pelear contra el escritor. Él se lo había buscado, para qué engañarse, cuando apostó contra el otro claro que pasaron por su cabeza los posibles escenarios vergonzosos por los que el mayor lo podría poner, pero estaba tan seguro de que ganaría que al final no le importó mucho.

Se arrepiente tanto de su decisión.

Antes de que Misaki pudiera decir algo, Usami acortó la distancia entre sus rostros, uniendo sus labios en un hambriento beso. Lamió el labio inferior del menor, quien abrió su boca por instinto, dejando que la lengua de Usami se colara en su cavidad, dando inicio a un profundo beso que lo dejó sin aliento. Mordió su labio con suavidad y dirigió sus besos hasta el cuello de Misaki de nueva cuenta, pero está vez se entretuvo por más tiempo, dejando leves mordidas y succionando con destreza, besos que en poco tiempo se convertirían en marcas rojizas en su cuello.

- U-usagi-san... - El menor suspiró al sentir los labios del escritor recorrer su cuello, ahora se encontraba brindándole atención a la piel de más abajo, dejando besos en la zona de sus clavículas y hombros, los cuales Usami había comenzado a desnudar removiendo un poco la tela de la prenda. Usami ya había soltado sus manos al ver que ya no iba a poner resistencia ante sus caricias, pero se sorprendió cuando sintió la gran mano del peliplata posarse sobre su pelvis.

- Sería una pena tener que quitarte el traje... - Se sonrojó de inmediato al escuchar esas palabras de la boca del otro, había olvidado por un segundo las condiciones en las que se encontraba. No sabía que opción era mejor, quedar completamente desnudo o quedarse vistiendo ese ridículo traje por el resto de la noche. - Veamos que se puede hacer. - Y dichas aquellas palabras, el escritor tomó su cuerpo para voltearlo sobre el colchón, quedando a espaldas del mayor. Sólo sintió como la cremallera del traje se deslizaba lentamente y luego como las manos de Usami se colaban por la ropa, masajeando su pecho con una, mientras que la otra se había dirigido a su miembro. Los dedos del mayor delineaban la piel de su pecho para luego detenerse a pellizcar sus pezones con soltura y, simultáneamente con su otra mano masajeaba delicadamente su intimidad por encima de su ropa interior. 

Misaki comenzaba a jadear, instintivamente llevó sus manos a su boca para cubrirla, que Akihiko hiciera ambas cosas al mismo tiempo estaba sobrepasando sus límites. Sintió la respiración del otro detrás de él, seguido de su lengua pasando por su nuca.

- Tenemos que comprarte más trajes como estos Misaki. - Comentó con la felicidad rebozando por cada poro de su piel, tanto que su voz sonó un poco divertida a vista del menor.

-¡Estás loco! - Muy apenas podía pronunciar las palabras, Usagi no había parado de mover sus manos y su boca estaba desesperada por dejar libres sus ruidosos suspiros.

- Pero lo estás disfrutando ¿no es así? - El peliplata acercó su rostro a la nuca de Misaki de nueva cuenta, acariciando con la punta de su nariz la piel descubierta de Misaki. El castaño solo pudo retorcerse entre los brazos del otro ante aquella placentera caricia. 

- ¡C-claro que no! - No lo iba a admitir así de fácil, claro que no. O al menos no lo diría en voz alta.

- ¿Seguro? - Ya no contestó nada. Y para ese momento el escritor retiró su mano del pecho de Misaki para cambiar su objetivo a la ropa interior del otro, que para esos momentos, no hacía otra cosa más que estorbarle. Deslizó la prenda un poco (cuidando de no remover el resto del traje), dejando al descubierto el lindo trasero de su pequeño, pellizcándolo al instante. Misaki no pudo contener un gemido al sentir el repentino ataque. Usami sonrió al escuchar la reacción de su adorable pareja. 

- Levanta tus caderas un poco Misaki. - El menor lo hizo, sin objeción, la verdad, estaba ansioso por que el otro siguiera con lo suyo.

El peliplata se inclinó hasta el suave trasero del castaño, dejando primero superficiales besos en su piel, para luego comenzar a acariciarlo a su vez con sus manos, masajeando con toda la extensión de su mano aquella redonda redonda y carnosa parte de Misaki. Después de un rato de deleitarse a través del tacto, separó ambas nalgas de Misaki para introducir de golpe y sin pensar, su lengua en la rosada cavidad del pequeño. 

Misaki ya no se molestaba por mantener su boca cerrada, los jadeos se habían hecho presentes al sentir la húmeda lengua del escritor recorrer su interior. Se limitaba a apretar con fuerza las sábanas que se encontraban debajo de ellos. De un momento a otro Usami se separó abruptamente, sorprendiendo al castaño por el repentino vacío en su parte trasera. Misaki giró un poco su rostro para ver lo que hacía su escritor idiota, y lo que vio le dejó hipnotizado unos segundos, pues el mayor se encontraba desabotonando con rapidez la camisa que portaba dejando su marcado abdomen al descubierto para seguidamente bajar la cremallera de su pantalón, todo a ojos de Misaki.

- Ya no puedo resistirme Misaki. - Y sin esperar respuesta, se colocó justo detrás del castaño, tomándolo por las caderas para jalar su cuerpo un poco hacia atrás. Misaki quedo con las rodillas hundidas en la cama, sosteniéndose con sus antebrazos sobre el colchón. 

- Usagi-san...

- Voy a entrar. - Y sin más que decir se abrió paso en la entrada de Misaki, quien soltó un quejido inmediato al sentir la intromisión, pero no era un quejido de dolor, solo de sorpresa, su cuerpo ya estaba más que acostumbrado a recibir a su pareja. El escritor se comenzó a mover casi al instante al ver que no había queja o incomodidad alguna de parte de Misaki. Acariciaba la suave cintura de Misaki a la vez que lo embestía con ahínco.

Entraba y salía de aquel cuerpo que lo volvía loco con cada mirada que le daba, ver a su pequeño con ese traje era algo inimaginable, siempre había reservado sus deseos y fantasías para sus novelas, pero ahora que veía a Misaki con ese traje de osito todo desarreglado y con sus orejitas a punto de caerse, era imposible tratar de contenerse. Debió haberle tomado una fotografía antes de todo.

Todas las estocadas arremetían contra el punto que hacían a Misaki arquearse de placer, con cada embestida ambos se sentían cada vez más cerca de terminar. Usami salió del cuerpo del menor, y antes de que este protestara de alguna forma, el escritor se deshizo de una vez por todas de la ropa que el menor portaba, de su short y de la blusa interior, dejándolo solamente son los guantes y las orejas peludas que adornaban su cabeza. Con la misma rapidez en la que le quitó las prendas, tomó a Misaki y lo colocó sobre su regazo, quedando sus rostros frente a frente para sorpresa del menor. En todo lo que iba de la noche, Misaki no había visto a los ojos a Usagi, por lo vergüenza y por la posición en la que se encontraba, pero ahora estando sobre el otro no había forma de evitar sus profundos y brillantes ojos violetas. Usami sonrió levemente al verlo, los latidos de Misaki se incrementaron de golpe al ver esa expresión. Lo abrazó por el cuello sin pensarlo. 

Usami lo tomó por la cadera e introdujo su miembro de nueva cuenta en el cuerpo de Misaki, y comenzó a moverse de nueva cuenta. El castaño empezó a impulsarse por instinto, sus movimientos combinados con los del mayor profundizaban el contacto intensamente.

- ¡U-usagi-san! Voy a... - No pudo terminar la frase, el escritor había tocado el punto que lo hacía delirar de placer. Se lanzó al escritor, abrazándolo con más fuerza escondiendo su rostro en de hombro del mayor. Usami besó su cabeza al tenerlo en esa posición, abrazándolo por la cintura en respuesta. 

- Anda Misaki, suéltalo. - Y con unas embestidas más, un escalofrío recorrió el cuerpo de Misaki e inmediatamente después, se vino sobre sus abdómenes. Usami tomó del mentón al castaño, y lo besó con fuerza. Unos momentos después el escritor se corrió en el interior del menor. 

Se quedaron unos minutos en esa posición, abrazados, para que el escritor deshiciera la posición luego de unos apacibles minutos. Salió del interior de Misaki, lo acomodó en la cama junto a él, y los cubrió con las sabanas que ya se encontraban deshechas por todos lados. Misaki no decía nada, estaba demasiado avergonzado como para hablar, tan solo escondía su rostro en el pecho del mayor. 

- Oye, Misaki... - Lo llamó suavemente, Misaki podía sentir sus manos acariciando su espalda tiernamente. El menor no contestó, solo hizo un ruido para darle a entender que lo escuchaba, el escritor pasó sus manos de su espalda a su cabeza, tomando y pellizcando, las orejas de peluche que Misaki había olvidado que seguían ahí. - Hay que hacerlo de nuevo ¿no lo crees? - Misaki sintió como toda la sangre que ya se había calmado en su cuerpo volvía a subir y tomaba posesión de todo su rostro. 

- Idiota... - Y tras una leve risita de parte del mayor, ambos quedaron dormidos. 

        

- Usagi-san... - Aquello no pintaba bien, para nada bien. - ¿Qué es esto? - Frente a él habían al menos 10 bolsas diferentes con nombres de tiendas que no quería ni imaginar que era lo que vendían.

- Todo es tuyo ¿por qué no te lo mides? - Conocía esa mirada y ese tono de voz.

- Es una broma ¿verdad? - Sentía como une venita se había resaltado en su sien.

- Claro que no, te conseguí muchos modelos diferentes, tenemos una gran variedad para un largo rato. - Apareció un tic en su ojo en aquel instante. - Mira podemos comenzar por este, estoy seguro de que se verá bien en ti. - Y dicho eso, sacó de una de las tantas bolsas un conjunto que Misaki no quiso ni voltear a ver.

- ¡Estás loco si crees que voy a volver a usar uno de tus estúpidos trajes!

Usami sonrió, sabía que lo iba a convencer de una u otra forma. 



 

 

 


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