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Crisantemo por Zils

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XIV

 

— ¡¿Lo sabías?!

—B-bueno, ¿sí? —Kaien la miró apenado tras su humeante taza de té, como si quisiera ocultarse tras ella. Él detestaba guardarles secretos a sus queridos hijos, pero no tenía opción.

Yuuki, ante su respuesta, sólo suspiró. Después de todo, era obvio que su padre sabría algo al respecto.

—Ni siquiera sé por qué me sorprendo, sabes todo.

Tan pronto como se despidió de Sayori, Yuuki corrió hacia la residencia del director para hablar con su autodenominado padre adoptivo. Apenas le dijo que Kaname se quedaría a cenar, Kaien soltó un chillido emocionado bastante sospechoso.

Cuando ella le preguntó el porqué de su emoción, Cross rio nervioso, repentinamente le ofreció té y comenzó a recorrer su oficina preparando el dichoso tecito, balbuceando que Zero estaba creciendo rápido y que estaba muy orgulloso de él.

Aún más sospechoso, pues ella jamás mencionó a Zero en la conversación.

Entonces, Yuuki, cansada de las mil vueltas que daba el cazador, dejó caer un: "bueno, son el uno para el otro". A lo que Kaien suspiró como colegiala enamorada: "Ah, la magia de los destinados..."

Y así es como llegaron a ese punto.

— ¡No podía decirles! ¡Lo prometí!—Cross lloriqueó, dejando la taza en el escritorio. — Me alegra mucho que Zero te lo dijera. ¡Detesto guardar secretos!

Pues era bastante bueno en algo que odiaba.

Yuuki se dejó caer en la silla frente al escritorio. Tomó su propia taza de té, una adorable tacita rosa con huellas de gatito, y bebió un sorbo.

— ¿Crees que le diga a Kaname-senpai? Las cosas serían más fáciles si pudieran trabajar juntos.

Kaien sonrió nostálgico. —Todo a su tiempo, Yuuki. Las almas gemelas están destinadas a encontrarse en algún momento, en esta vida o en las siguientes. Una vez unidos ya nada les podrá separar.

Yuuki realmente esperaba que fuera así, que nada les pudiera separar, que aprendieran a entenderse y apoyarse mutuamente. Ella les deseaba la mayor de las felicidades.

Pero sabía que la situación era más complicada de lo que parecía.

—Zero es un cazador, ¿no? Y Kaname-senpai es un vampiro importante. ¿Zero tendrá que renunciar a ser cazador?

Kaien tardó unos segundos en responder. —Al parecer, sí.

—Pero, ¿no sería una oportunidad para promover la coexistencia? Tal vez, no directamente entre humanos y vampiros, sino que como cazadores y vampiros. Dar el primer paso.

Kaien, por unos segundos, se quedó sin palabras. Frente a él ya no estaba su pequeña hija, sino que era Kuran Juuri, esa vampiresa que quebró sus esquemas y le arrastró a sus sueños de coexistencia, quien le miraba expectante.

Ambas se parecían tanto que era doloroso.

A Cross le gustaría decir que sí, que esa alianza haría una gran diferencia, pero la situación era mucho más compleja.

Kaien no podía asegurar la protección de Zero dentro de la Asociación.

No era algo que pudiera decir con ligereza, ni tampoco tenía pruebas suficientes que sustentaran sus dichos, pero estaba convencido de que la Asociación estaba involucrada en el atentado a los Kiryuu. Yagari y él habían llegado a la misma conclusión hace unos años atrás, después de que encontraran los reportes de los Kiryuu adulterados. ¿Quién cambiaría los informes de cazadores rango S? Y principalmente, ¿qué querían ocultar haciendo eso?

Sin embargo, el problema no termina a allí, era sólo la punta del iceberg. Tanto los altos mandos como sus mismos compañeros cazadores, rechazaban a Zero por ser un vampiro. Si Kaien y Yagari no hubieran intervenido a su favor, Zero hubiera sido eliminado por su estatus de nivel E hace años.

Ciertamente, Zero obtendría una posición más estable como destinado de Kaname dentro de la sociedad vampírica. Ese camino, si bien tampoco sería fácil, le daría la seguridad que la Asociación no.

Finalmente, era Zero quien debía tomar esa decisión.

—Es una situación complicada. —terminó murmurando—Nosotros sólo podemos observar y apoyarlos.

Y darles un empujoncito. Agregó Yuuki en su mente.

—Por cierto, ¿cómo está Kurenai-san?

—Bueno, ella—dos golpecitos en la puerta interrumpieron a Kaien— ¡Adelante!

Padre e hija voltearon hacia la puerta, donde dos cabezas plateadas se asomaron.

—Disculpe las molestias...

 

 

 

*

 

*

 

*

 

 

 

—No puedo creer que Kaname-sama decidiera quedarse en la academia. —Ruka refunfuñó mientras daba vueltas por la sala en la mansión de los Aido, el lugar elegido ese año para las vacaciones de verano.

A Hanabusa no le sorprendía. Después de todo, ¿quién querría alejarse de su destinado? Si Ruka supiera, no le quedaría otra opción mas que resignarse, al igual que él.

Sólo esperaba que Kiryuu se comportara y no le diera problemas a Kaname.

—Un cambio de aires le hará bien. —Takuma aseguró, restándole importancia al asunto. —Serán unos cuantos días. ¡Unos preciosos días alejados del papeleo!

Akatsuki suspiró. —Sólo quieres evitar el trabajo.

¡Ay, no! Ahí va otra vez...

Aido suspiró mientras se acurrucaba en el sofá, preparado para la siguiente escena.

Kain, por su parte, supo que no debió decir eso cuando Takuma lo miró con los ojos anegados en lágrimas. Lágrimas de cocodrilo.

— ¡No tienes idea cómo es! ¡Creí que moriría entre las torres de informes!—lloriqueó Ichijo. — Todo el día: informes, registros, proyectos... ¡Ni siquiera puedo dormir! Incluso Kaname lo odia, que no lo diga es otra cosa.

—Tú te ofreciste para eso. —murmuró Ruka.

—Takuma-san no pudo negarse. —Rima intervino en favor de Ichijo— Prácticamente es un espía del senado.

Una pésima intervención.

— ¡Eso es cruel Rima! ¡No soy un espía!—Takuma chilló más fuerte. —Sólo soy un simple estudiante que quiere leer manga y llevarse bien con sus amigos. ¡Todo es culpa del abuelo!

Exactamente, pensó Aido, todo era culpa de Asato y ese grupo de vampiros conservadores.

—Ya, ya. No llores, vicepresidente—Akatsuki le dio unas palmaditas en la cabeza al rubio. Ya que Kaname no estaba, le tocaba a él ser quien soportara el comportamiento infantil de sus amigos. Para ser sincero, estaba acostumbrado;  después de todo, el crecer junto a Hanabusa y Ruka le dio mucha práctica para cultivar su paciencia.

—Si Haruka-sama y Juuri-sama estuvieran aquí, todo sería más fácil— masculló Hanabusa. Sus palabras causaron una ligera tensión en el ambiente.

Todos estaban de acuerdo en eso, pero era un tema prácticamente tabú comentarlo.

La muerte de los patriarcas Kuran causó gran impacto en la comunidad vampírica. Si bien, no era un hecho poco común que sangres pura eligieran el suicidio tras largos años de existencia, el perder a dos fuertes líderes fue un duro golpe.

Un suceso sospechosamente conveniente para los conservadores.

Durante esa época, la sociedad nocturna estaba dividida en dos grandes facciones: los conservadores, quienes apoyaban al Consejo, cuyos ideales eran la primacía de la raza vampírica sobre los humanos; y los progresistas, quienes apoyaban a los reyes Kuran y luchaban para lograr la mayor coexistencia pacífica posible entre vampiros y humanos.

Los reyes sangre pura tenían bastantes seguidores, lo que a la larga causó varios desencuentros con el senado.

La muerte de Haruka y Juuri causó una desestabilización en el poder político debido a los problemas de sucesión. Ya que Kaname, el heredero al trono, era muy joven para tomar el mando, el Consejo de Ancianos se hizo cargo de los asuntos del rey mientras Kaname crecía.

Los proyectos dirigidos por los reyes Kuran que buscaban la coexistencia quedaron estancados, siendo prontamente desechados por el senado. Las familias que apoyaban dichos proyectos quedaron bajo la mira del Consejo y tuvieron que mantener un perfil bajo para evitar persecuciones.

Cuando Kaname tomó el mando como rey, el senado se aseguró de mantenerlo bajo su control. Asato, quien lo tomó como protegido, se aseguró que su nieto formara una estrecha relación con él para mantenerlo vigilado.

Sin embargo, no pudieran evitar que Kaname tuviera como círculo de confianza a miembros de esas familias progresistas.

La última declaración de Kaname frente al Consejo respecto a la Academia Cross, avivó la desconfianza del senado.

Hanabusa estaba seguro que venían tiempos difíciles.

—Estás muy callado. —Kain sacudió descuidadamente el cabello de su primo. —Das miedo.

—Solo estaba pensando. —Murmuró Aido.

Ichijo, que había estado hablando con Rima, dirigió su atención a sus dos amigos.

 

— ¡Dormiremos juntos, Hana-chan! ¡Como en los viejos tiempos!— declaró con una enorme sonrisa.

— ¡Aléjate!

—Vamos, no seas así. —Takuma hizo un adorable puchero mientras envolvía a un malhumorado Aido entre sus brazos—Kaname y Senri siempre duermen conmigo, ¡y no están! ¿Esperas que duerma solito?

— ¡Ya no tienes cinco años!

Aido, a veces, olvidaba que ese chiquillo mimado era el nieto del temible presidente del Consejo. Al menos, se consoló, Kaname no estaba allí para fomentar su comportamiento infantil.

Esos dos juntos eran más dramáticos que él mismo.

— ¡Entonces todos dormiremos juntos! ¡Una pijamada!

—Si la abuela descubre que hicimos eso, me mataría. —Ruka tembló ante la idea. Su abuela era una mujer de firmes convicciones, fuerte, leal, independiente y astuta como ninguna otra. Una dama admirable. Sin embargo, tenía unos métodos de crianza espartanos que le hicieron llorar muchas veces de pequeña.

—Si la abuela descubre que Takuma-san está aquí, nos mataría a todos—murmuró Rima de acuerdo.

— ¡Hana-chan!

— ¡Ya te oí! ¡Haremos tu pijamada!

— ¡Gracias!

Sólo serían unos días. Unos pocos días donde podrían ser ellos mismos.

 

 

 

 

*

 

*

 

*

 

 

 

Kaname, a lo largo de su vida, estuvo en cientos de reuniones incómodas. Tenía un enorme repertorio de situaciones vergonzosas acuestas, de las que aprendió a desestimar la opinión ajena y crear un muro de estoicismo impenetrable a su alrededor.

Pero en ese momento, bajo el escrutinio del gemelo de su destinado, su experiencia acumulada se tornó en cero.

Oficialmente, era la cena más incómoda de su vida.

¡¿Por qué demonios ese chico le miraba así?!

Ichiru, el gemelo de su destinado, le miraba con una expresión maliciosa al otro lado de la mesa. Y él sólo quería esconderse tras Yuuki para evitarlo.

Jamás se imaginó que viviría esa situación.

Cuando aceptó la invitación a cenar, ingenuamente creyó que serían sólo Zero, Yuuki, Cross y él; una linda oportunidad para estar junto a su alma gemela.

Tras su conversación con Zero, sumido en su nube de azúcar, imaginó que esa cena podría cimentar el camino para su reciente amistad; pues sabía perfectamente que, si bien Zero le había aceptado como destinado, eso no significaba que estuviera enamorado de él.

Kaname estaba conforme con que su relación fuera de amistad. De hecho, le asustaba aspirar a algo más allá de eso.

Tocó la puerta de la residencia del director con todas sus ilusiones flotando a su alrededor. Yuuki le recibió sonriente, invitándolo a pasar. Ella le comentó entusiasta como fue su día mientras caminaban al comedor, donde Kaien terminaba de acomodar los cubiertos.

No pasó mucho para que Zero se asomara desde la cocina. Se saludaron con un simple asentimiento; un gesto que parecería cortante para el resto, pero que para ellos, quienes podían sentir los sentimientos del otro, estaba cargado de significado.

Lo que siguió fue Kaien revoloteando de un lado a otro alabando las habilidades culinarias de su adorado hijo adoptivo, mientras Zero y Yuuki llevaban los platillos a la mesa.

Hasta allí todo parecía ir viento en popa.

Las cosas se tornaron incómodas cuando, una vez sentados, Ichiru y Maria se unieron.

Pero Kaname no era el único incómodo con la situación; Kurenai Maria sentía que su alma abandonaría su cuerpo en cualquier momento.

Ella jamás se había presentado en la sociedad vampírica, por lo que nunca había visto al rey en persona; así que estaba más que nerviosa. Para su suerte, Kaname parecía una persona amable e inofensiva, al menos en ese momento. Se sintió orgullosa y aliviada cuando logró presentarse sin tartamudear; pero al notar la diversión de su destinado a través de su vínculo, sus nervios aumentaron el doble.

Ella conocía perfectamente a su alma gemela: Ichiru era de naturaleza juguetona, le encantaba molestar a otros más si sus palabras tendrían un efecto duradero en su víctima.

Y, para su horror, había tomado como objetivo al mismísimo rey de los vampiros.

—No me he presentado formalmente. Kiryuu Ichiru, un gusto. —Ichiru sonrió dulcemente, deseoso de molestar a su hermanito que parecía querer golpearlo desde hace unos minutos. — ¿Debería llamarle Kaname-sama?

Kaname le restó importancia a la pregunta. —Puedes llamarme como gustes.

Maria palideció.

Oh, no...

—Entonces, ¿cuñado?

Kaname por poco se muerde la lengua al escucharlo.

Maria sintió que su alma abandonaba definitivamente su cuerpo.

Kaien miraba feliz la interacción entre los niños.

Yuuki soltó una risita nerviosa, incapaz de controlarse.

Zero...Bueno, Zero no sabía si reír por el tierno nerviosismo de Kaname o golpear a su hermano por entrometido.

— ¡Ichiru!—Maria jaló avergonzada la manga de su alma gemela cuando salió de su asombro— ¡Lo siento mucho, Kaname-sama!

Kaname simplemente asintió, demasiado avergonzado como para decir algo. Definitivamente quiso esconderse tras Yuuki.

¿Acaso todos allí lo sabían?

Por lo despreocupado que estaba Zero, apostaba que sí. Eso sólo hacía la situación más vergonzosa para él.

—Está bien, me disculpo. —Ichiru sonrió sin un ápice de arrepentimiento. Si seguía molestando al sangre pura, su destinada tendría un colapso nervioso y definitivamente no quería eso. Se decidió por la técnica clásica de redirigir la atención a la comida y, por ende, hacia Zero—Sigues siendo muy bueno en la cocina, hermano.

— ¡Es el mejor!—Yuuki rápidamente siguió la corriente, tan animada como siempre. Kaname lo agradeció en silencio—Sus pasteles son deliciosos. Incluso a Yori-chan, que no le agradan los dulces, le encantan.

— ¡Oh, sí! Creo que tengo una foto de su primer pastel. —Kaien asintió repetidas veces— Se empeñó en que tuviera dos pisos, pero los bizcochos quedaron como volcanes y más que pastel parecía una taza de cerámica de chocolate.

— ¿Recuerdas eso?—murmuró Zero.

— ¡Recuerdo todo si se trata de mis adorables hijos!

La atmósfera rápidamente se tornó agradable.

Las risas y los sonrojos avergonzados no tardaron en tomar protagonismo. Kaien contaba diferentes anécdotas de Yuuki y Zero, incluso unas cuantas de Yagari que resultaron tan extrañas como divertidas.

Kaname, no recordaba cuando fue la última vez que se sintió así: tan cómodo y feliz entre quienes consideraba familia, en un lugar donde sólo era Kaname, donde había alguien que no le abandonaría.

Era un tipo de felicidad confortable. Una felicidad que deseaba proteger.

Zero, quien sentía los cálidos sentimientos de Kaname a través de su vínculo, pensó que valía la pena que Kaien revelara sus momentos vergonzosos. Después de todo, su familia al fin estaba completa. Y aunque jamás se esperó que fuera de esa forma, estaba satisfecho. Muy satisfecho.

A fin de cuentas, sí fue una linda cena familiar.

 

 

 

 

 

                                          *

 

                                          *

 

                                          *

 

 

 

Apenas abrió la puerta de su hogar, sintió un nudo oprimir su pecho.

Su madre estaba sentada al pie de las escaleras, esperándolo como una niña pequeña.

—Estoy en casa.

Los ojos de su madre de iluminaron al verlo; por un momento, pudo ver en ella ese rostro lleno de vida de antaño, en los años donde sólo eran ellos dos, sin destinados ni otros vampiros de por medio.

— ¡Senri! ¡Senri!—Hayami se lanzó a abrazarlo y él tuvo que soltar su maleta para recibirle. —Senri, Senri...— su madre restregó su rostro contra él, como si fuera un gato, repitiendo su nombre una y otra vez.

Su corazón se estrujó dolorosamente al tenerla entre sus brazos.

Estaba más delgada, más demacrado, que cuando se marchó hace unos meses. En esa enorme mansión donde sólo unas cuantas mucamas la atendían, su madre moría día a día.

Y él no podía hacer nada para ayudarle.

—Déjame peinar tu cabello primero. Tus fans llorarían si te vieran así. — ella sonrió enternecida al escucharlo.

Ambos subieron a la habitación de Hayami. Una vez acomodados, Senri cuidadosamente comenzó a peinar el largo cabello de su madre, mientras ella tarareaba una vieja melodía.

Después de unos segundos ella se detuvo.

—Estás empezando a parecerte cada vez más a ese demonio. —comentó su madre con tristeza.

— ¿En serio? Jamás he visto la cara de mi padre, pero siempre pensé que me parecía a ti.

Hayami sonrió desganada—Sí, así es. Tú rostro es idéntico al mío pero tienes la misma expresión que él. Esa que no me permite saber lo que piensan.

Tal vez, era porque estaba rodeado de tipos que ocultaban celosamente sus emociones. Inevitablemente, terminó aprendiendo un par de cosas.

—Ayer llegó una carta del Consejo para ti—Hayami le extendió la carta que había guardo en el bolsillo de su vestido. —Mi tío, que es parte del Consejo, quiere que lo sucedas. No tiene hijos que ocupen su lugar y siempre ha tenido un ojo sobre ti. —su madre se volteó y le tomó la mano con fuerza mientras lo miraba preocupada.—Aunque nos desagrade, no podemos negarnos, pero vuelve rápido a casa, ¿sí?

No, definitivamente no le agradaba el asunto. Pero, ¿qué podría hacer él contra el Consejo? Si ni siquiera su primo podía hacer algo contra ellos, ¿qué le quedaba a él?

Otra vez, sentía que se ahogaba.

—No tardaré, lo prometo.

—Buen niño. —Hayami sonrió, dándole suaves caricias a su cabello.—Mami está hambrienta. Déjame beber un poco.

—Claro.

Senri respiró hondo, tragando el remolino de emociones que amenazaban con devorarle. Lo guardó al fondo de su mente, allí donde nadie se atrevía a llegar, y cerró los ojos.

Una vez más, se dejó llevar por las circunstancias.

 

 

 


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