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Amor En Época De Dolor (ShakaXMu Yaoi Lemon) ShaMu por AMMU TEIKOKU YUDAINA

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Notas del capitulo:

Happy Halloween

Vamos a ponernos nuestras ropas favoritas,

Este es su sueño dulce.

Ya cada vez queda menos mis terrones de azúcar.

Esta parte... Ya seria la ultima de la sección de los fic's actualizados, o sea... Los de dos capítulos que ustedes escogieron, cada cosa, es algo que ustedes decidieron en las votaciones del mes de setiembre, jajaja ya se... Un mes después, pero perdónenme...

Jajajajaja, al fin de cuentas, no ahí deuda que no se cobre, ni plazo que no se cumpla.

Así que van a seguir viendo algo mas...

Les diré que ya solo quedan cinco cositas mas... Pero... Al fin conocieran los nuevos fic's que ustedes escogieron por medio de las palabras que igualmente ustedes escogieron, por lo cual... Yo no puedo decir mas. 

Ahora si a disfrutar este hermoso fic, que es de verdad muy dulce, por ahora...

Jajajaja XD

10/15

---Esa noche (En la villa de los Mesam)---

-No, por favor…- El tono de preocupación del pelilila, se escucha como está revolviendo toda su habitación, con una expresión de angustia plena –No puede ser… No pude haberlo perdido… Soy un idiota- Los insultos a su persona, sus manos temblando, pues algo preciado para el con todo su corazón ya no se encuentra en su posesión y debía recuperarlo a como diera lugar.

-¡¡¡¿DÓNDE PUDE DEJARLO?!!!- Se pregunta para sí mismo, mordiendo su labio inferior,  juntando sus peculiares cejas con la angustia de no tener ese hermoso regalo en su posesión.

-Nunca me lo quito… Mi padre me dijo que jamás lo hiciera, pero…- Niega con su cabeza, cubriendo su rostro, dejando que las lágrimas escapen -¿Qué hare si ya no lo tengo? El recuerdo más preciado de mi padre…- El llanto por su desesperación, es normal en cierta forma, pues aquello que desea tener de vuelta es el último regalo que su progenitor le dio antes de aquella fatalidad.

Sin saber que más hace, se deja caer en el piso de aquella habitación, para intentar calmarse, aunque se siente demasiado agobiado por esto.

Ya habiendo caído la noche, decidió tomar un baño, en ese momento no noto que le faltaba algo, hasta cuando se colocó su ropa de noche, y al poner esa prenda, ver que su muñeca esta desnuda, sin ese color rojo, sus esmeraldas se abren de par en par, entrando en un gran pánico, impropio de su nobleza.

Pero después de hacer su desastre, debía pensar todo mejor, a veces tendía a ser algo impulsivo, más cuando algo lo angustia tanto, es incapaz de mantener la calma siempre si es algo preciado de lo que se trata.

-¡¡¡¿DÓNDE… PUEDE ESTAR?!!!- Se pregunta, para acto seguido, soltar un suspiro e intentar recordar donde fue la última vez que vio ese recuerdo de su padre.

No tuvo que pensar mucho, pues recuerda haberlo sentido en un solo momento, cuando se encontraba en un lugar ajeno a este.

Su propia mente trae la hermosa imagen de cuando estaba meditando en aquel punto cercano al Jardín del Silencio, después de encontrarse con ese aprendiz que lo regaño.

Justo en su meditación, recordó sentir aquel aro rojo en su muñeca y por un instante jugar con el, tocándolo y dedicando sonrisas, era su forma singular de calmar sus nervios cuando algo lo atormenta o inquieta.

Y sí que fue mucho de eso, en el instante que cerro sus ojos y buscar respuestas a sus propios conflictos.

Sin embargo, el hecho de saber dónde se encuentra dicho objeto, y si es que de verdad se está allí, le tornaría solo problemas.

Pues desde luego y viendo su habitación, aquella que siempre ha usado para dormir desde que era niño, los cajones con algunas de sus prendas tiradas, la mesa desordenada, sus maletas vacías y en el suelo, sin importar que se ensucien sus ojos personales, y de igual forma la cama desarreglada, pues busco en todos lados, incluso en lugares pocos probables, pero debía agotar toda posibilidad.

No podría dormir sin su recuerdo, lo necesita para acurrucarse en su cama y apreciarlo, trayendo la época de la infancia a su mente y cuando todos eran felices, para tener dulces sueños y no pensar en los tormentos de la vida adulta a la que se acerca a pasos agigantados.

-Tengo que ir- Sin detenerse a pensarlo, sabe que será la única forma de estar tranquilo.

Tiene sin duda mucho valor emocional ese objeto, al grado que le da igual tener que romper reglas del monasterio para recuperar lo que por derecho es suyo, aunque sea algo sin ningún valor monetaria, eso no le interesa, solo quiere recuperarlo a como dé lugar.

El pelilila, pensó por breves momentos que sería más prudente pedirle a Camus que lo acompañe a si proeza que hará, ya que si pedía ayuda a Aioros y Aioria, estos le convencerían que es mejor hablar con los monjes antes de siquiera ingresar al recinto.

Pero el menor sabe las reglas que aún cree que están presentes, y es que de noche los monasterios se cierran, apenas el sol se oculta, para evitar que cualquier mal entre o aquellos que se sellan no tengan la oportunidad de salir.

En ese instante poco le importa recodar aquello, ya que le impediría recuperar su preciado objeto, por lo cual es sin duda mil veces mejor ir solo con su mejor amigo.

Sin embargo lamentablemente, Mu no lo hará… No ira a pedirle este favor al peliaguamarino, pues desde el momento en que regresaron a la residencia, el de ojos violetas opacos, se fue directo a su habitación, sin querer salir, ni siquiera para la cena, aunque el pelilila le llevo algo ligero, apenas si logro escuchar un “Gracias” por parte del contrario.

Se da cuenta que está solo en esto, por lo tanto debe ir lo antes posible, y más sabiendo que la noche está en su plenitud, tendría esto como beneficio para no ser detectado.

Al aceptar la idea de ir él solo al monasterio, no lo pensó dos veces, ni siquiera le preocupa que vaya en pijama a su travesía, sin tomar siquiera un abrigo que le ayudara a aguantar un poco el frio de la noche, pues el lugar tiende a tener ese efecto.

Con cuidado de no despertar a nadie, para que lo detengan, baja las escaleras, abre la puerta de aquel hogar con cautela, teniendo desde luego una copia de la llama en su posesión, pues siempre le gusta tener el control de poder salir e ir.

De hecho en su hogar, aunque para algunos eso no es propio, al tener toda la confianza de su papá, tiene este privilegio que muchos donceles y doncellas no poseen por su rebeldía.

Justo en este momento, si su papá se enterar que está saliendo a hurtadillas en planea noche para ir a un lugar que si bien, no es una amenaza como tal si el hecho de ir por un gran tramo de bosque y camino, solo con la luz de la luna y las estrellas, posiblemente lo encerraría hasta el día de su boda.

Pero Mu no parece detenerse a pensar en nada sensato, solo quiere su presenté más amado de vuelta, si no… No volvería a tener preciosos sueños y recuerdos, además que si alguien lo viera y se lo llevara lo perdería para siempre.

No lo permitiría, lo que más ha cuidado desde hace ocho años no dejara que se le vaya así como así, lo buscaría si fuera por todo el lugar, sin importarle nada, solo desea que su regalo vuelva.

Caminar toda la noche no sería lo mejor, además que quiere ir lo más rápido posible.

Su pensamiento es rápido, calculador y diligente, pensando cual es la mejor opción, mientras atraviesa el patio, mirando solo de reojo el columpio que aún permanece roto.

Para encontrar una mejor solución, tiene una idea.

Llevar uno de los caballos que tiran del carruaje sería lo mejor, rápido, sin que sea muy pesado para él mismo caminar, y el transporte no es algo que le ayude, solo lo atrasaría.

Agradecido como no se tiene una idea que a este viaje, pudo llevar a la yegua que le tomo mucho cariño y viceversa.

La cual jamás huye de él, y le hace caso absoluto.

Apenas al entrar a donde dichos animales descansan, comen y beben agua, busca aquella criatura de pelaje blancuzco y crin ceniza, que al verlo parecía incluso curiosa por la presencia del joven doncel.

-Tienes que llevarme al monasterio- Le dice, intentando con tener un grito de desesperación, pues su rostro indica exactamente esa emoción, agitado por la situación.

Y sin pensarlo dos veces, sin montura ni nada que le ayude ir cómodo, solo una pequeña roca cercana que le auxilio en su momento de subir al animal que es bastante alto.

Para montarlo en ese instante, sin que sus ropas se ensucien, pues solo viste un camisón de un color azul pastel, empuñaduras bombachas, y en sus muñecas más estrecho.

-Por favor, no hagas mucho ruido ¿Si?- Le ruega a la yegua, y esta con un trote silencioso, es como sale de la caballeriza de la residencia, para dirigirse a la salida, que previamente el joven había dejado abierta, así no perdería más tiempo.

Y más sabiendo que es algo bajo para lograr subir por su cuenta sin ayuda de un impulsó de alguien o un objeto en la tierra.

Incluso para este punto ni le importo dejar las rendijas de su hogar abiertas, solo quería llegar lo antes posible, incluso cuando ya estaba lejos para que el sonido de los pasos firmes y apresurados del animal no despertara a los demás, le indicó que fuera más rápido.

A lo cual la yegua comprendió y su trote suave, se volvió en un galope que intenta cumplir los deseos del doncel que lleva sobre su lomo.

A como recuerda el camino durante el día, se trata de guiar para llegar lo antes posible, igualmente recordar que al estar cerca bajar la velocidad y que el galope no sea escuchado, si no advertiría a los monjes y eso sería su gran problema.

Aunque le importa poco, solo pide el permiso para entrar y recuperar lo que es suyo.

Sus ojos con unas pequeñas lágrimas, puede que sea demasiado dramático al estar haciendo esto, pero… Es de un preciado recuerdo de su padre, algo que necesita de vida o muerte, que no podía regresar sin ello.

Y no porque su papá lo regañara por perderlo, si no que su corazón se rompería, si perdiera ese detalle tan hermoso.

Sus piernas van lo más cerradas posibles a los costados del animal, para no caer, igual sujetando con sus puños ese sedoso crin, debía guiarla, aunque ella más parecía conocer a donde ir, como si lograra entender al niño con solo su pedido raro.

Los animales tienen a comprendernos mejor, que nosotros mismo.

Si no fuera por la fuerza de esa yegua, sin duda habrían tardado más, pero en cuestión de quince minutos a lo mucho y eso que de principio a fin debieron bajar la velocidad, ya se encuentran a escasos metros del monasterio.

Decidieron ir más cercanos al bosque, para no ser descubierto, apenas se percata que no lleva ninguna lámpara de aceite, nada que lo logre iluminar que no sea la luna en su máximo esplendor y las estrellas, que han sido su guía para llegar.

Sin pensarlo dos veces, y al estar a casi nada del lugar, baja de inmediato del animal, el cual esta impresionada por la reacción del doncel que conoce desde niño y que en todo ese tiempo nunca reacciono así.

Dando un pequeño relincho, para llamar la atención de este, como si le preguntara ¿Qué ocurre?

-Shh, por favor, no hagas ruido- Hablándole como si fuera una humana, poniendo su dedo delante de su boca, indicando que no haga aquello, pues necesitará el elemento sorpresa para ir directamente a la gran muralla que resguarda el monasterio.

Corre apresurado, aun con el aliento casi faltándole, por no tener la mejor condición física del mundo, pero hace su mayor esfuerzo en esto.

Su yegua se queda mirándolo consternada, por no comprender que está haciendo el jovencito.

Llega hasta el punto que cree es el correcto o más bien confía que es, pues parte de los arboles gemelos, se pueden ver en sus majestuosas copas, que la muralla no ha podido detener.

En el pensar del menor, solo existe una sola idea, y es la misma locura que una persona antes que él cometió, pero que sin duda sirvió para conocer a quien ahora protege al doncel.

Su mente en silencio trabaja, sus ojos verdes decididos, con el ceño fruncido, encontrando su mejor acción, algunas rocas cercanas a este punto, las cuales sin pensarlo un momento, se sube a ellas, para intentar alcanzar una de las ramas que salen de los sales gemelos, y así ayudarse para subir la muralla.

El animal que lo acompaña, apenas se percata de esto, se dirige a todo galope hacia donde esta para evitar que se lastime, pero… Es impresionante lo ágil y rápido que es Mu en algo así, sin duda con el motivo tan grande que es el recuperar su recuerdo.

Las ramas son muy fuertes de esos árboles sagrados para los monjes budistas por su historia y connotación, además ayuda que el peso del doncel sea poco para que no falque aquello de donde se sostiene.

Aún le falta un poco para tocar el filo de la muralla, de donde desea con todas sus fuerzas sujetar para así de este modo encontrarse en la cima y pueda solo “Caer” de forma “Cuidado” del otro lado.

Estira su mano con todas sus fuerzas y flexibilidad que su cuerpo el da, logra conseguir su cometido, para con la otra hacer lo mismo y liberar al árbol de su peso extra, y así sosteniéndose con la resistencia de sus brazos, llegar a lo más alto.

Poco le interesa que sus piernas están siendo algo descubiertas por el trabajo físico, ya que se encuentra sentado sobre la muralla con sus piernas a los laterales se hacen alusión al adentro y afuera, mirando hacia el monasterio, creyendo que no hay nadie a la redonda pues sino, ya hubiera sido reprendido.

La yegua esta ya debajo de ese punto, esperando a que si se arrepiente caiga sobre su lomo, cualquier cosa para que no se lastime.

Aunque eso ya paso, sus delicadas manos por la fricción de las ramas están algo raspadas, como el interior de sus muslos por sujetarse con ellos a la muralla, pero es algo que le da igual, raspones todo el mudo los tiene y heridas de ese tipo.

Cierra sus ojos, dejando escapar un suspiro, mira hacia abajo, al punto más cercano, romperá de nuevo las reglas, acercarse demasiado a los arboles con flores en capullo, pero es algo que ya no puede arrepentirse, solo entrara a buscar lo que es suyo y se retirara, no robara nada, ni hará daños, solo quiere su preciado recuerdo de su padre.

Antes de cruzar del otro lado, su cabello ondea por la suave brisa nocturna, mira a la yegua que lo espera, y asiente para hacerle entender que todo estará bien.

Y sin más, pasa su pierna que se encuentra a la derecha de la muralla hacia la izquierda, para sentarse, mirando de nuevo el punto que es el más seguro para dé un impulso caer.

Sí que no lo piensa sensatamente, ya que si no calcula bien esto, podía lastimarse en algunas rocas del otro lado, pero el doncel es tan terco como el mismo.

Un suspiro más, cierra sus ojos para darse valor y al abrirlos, se impulsa para caer del otro lado lo mejor posible, pidiendo a su progenitor que lo ayude a recuperar el regalo que él perdió.

Tiene suerte, una estrella guardiana que no permite que se hiera más allá de unos raspones en sus manos y piernas, rasgando de paso la falda de su camisón, pero le da igual.

Es el momento de buscar lo que perdió, ahora no le duele el haber caído de un pequeño sentón, aunque sus piernas amortiguaron un poco, pero eso lo vería en la mañana, cuando despertara.

Sin más se pone en marcha, mira directamente hacia los árboles, girando, se para, y tocando los troncos como lo hizo al principio.

Cierra sus ojos, algo apenado ahora.

-Lo siento, por… Si no tuviera de otra, si no fuera algo valioso para mí, no lo estaría buscando así…- Espera que su imprudencia fuera perdonada por el mismo Buda, pues está rompiendo valiosas reglas de tiempos anteriores, y faltando el respeto a ese lugar.

Aunque si bien… No es el primero.

El recuerdo de saber que mucho antes de que el naciera, sus padres se conocieron por una circunstancia así, salvo que en esa ocasión en donde él esta, alguien más miraba los sales gemelos y el otro cayendo de la muralla a los pies del peliverde que algún día le daría vida a este pequeño aventurero.

Sí que tiene el espíritu indomable de su padre, pero la apariencia gentil y delicada de su papá.

Pero su pena y pedida de perdón se ve interrumpida, al momento que una presencia detrás de él, no tan cercana y una voz se hace presente.

-¡¡¡¿QUÉ HACES AQUÍ?!!!- El tono de molestia que ya había escuchado.

Mu, esta vez está decidido a no hacerle caso, hasta encontrar a lo que viene, pero si se siente frustrado que de nueva cuenta este en la misma posición que en el día, en donde a sus espaldas el mismo rubio lo espera con la molestia enmarcada en la cara.

Sin más se gira, dejando ver su expresión de seriedad y decisión en su rostro.

Puede que ahora su ropa de dormir este algo maltratada, pero aun así lo hace lucir adorable, lindo en pocas palabras, con el cabello ondeando y de nuevo esa danza de algunos capullos cayendo por el viento nocturno.

Como si diera alguna señal de que algo ocurriera o fuera a pasar.

Al que logra dejar al rubio sin palabras, más que nada de sorpresa por tener a un intruso ya conocida de nuevo rompiendo las reglas de antaño y vestido de esa forma tan poco decente.

-Vengo a buscar algo que perdí- Le responde con seriedad en su voz y mirando algo retador al aprendiz de monje.

Esas palabras llegan a sus oídos, para hacerlo recobrar la compostura, pues sus mejillas se sonrojan al momento de ver a ese chico con un camisón de dormir, demostrando de esa manera la condición de doncel que posee, pero a la vez recordar lo que encontró en esa tarde.

Con tranquilidad máxima, busca entre sus ropas, para sacar justamente ese objeto de color rojo y un pequeño dije dorado entrelazado en las hebras.

-¿Buscas esto?- Le pregunta mostrando aquel objeto delante de las esmeraldas, sujetándolo de un extremo, dejando que cuelgue del otro y el brillo lunar destellando en el dije de una figura de carnero dorado.

Notas finales:

Buenos días, tardes, noches, ¿Que hora es? ¿Quien me ha robado el reloj? ¿Como están mis terrones de azúcar?

Wow, wow, wow...

Ahora vemos que nuestro hermoso doncel... Si que heredo mucho mas de los hermoso ojos esmeraldas de su padre...

Ese espíritu aventurero, que no se deja dominar tan fácilmente por nada...

Y dirán... Pero acepto casarse, bueno... Mu no le ve lo malo aun...

Pero, no puedo decir mas, por que seria spoiler...

Jajajajaja así que, disfrútenlo mucho, saquen sus conclusiones y esperemos que este fic sea pronto actualizado, pero depende mucho de ustedes mis terrones de azúcar.

Yo estoy para hacerlos felices también.

Los quiero mucho, les agradezco tanto que me sigan apoyando tanto, dejando sus comentarios, leyéndome tanto...

Kiaaaa jamas tendré palabras para decirles todo lo feliz que me hacen.

Por favor hagan caso a las medidas de higiene, no se expongan, y cuídense mucho mas ¿Si?

Los quiero mucho.

Ammu se va. 


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