Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Oculto en Saturno por blendpekoe

[Reviews - 17]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

El suceso con Benjamín me dejó muy afectado. Él no era ni significaba nada en mi vida pero sus palabras me dejaron herido. Sus acusaciones venían de su pasiva codicia. Él se dedicaba a esperar el momento oportuno, no como un depredador sino como un carroñero, sin tomar riesgos. No recurriría a mentiras que podrían descubrirse, tomaría la verdad más conveniente y la moldearía a su necesidad. Eso hizo conmigo, ni más ni menos.


Cuando fui a ver a Francisco, mientras esperaba a un costado, recordé que me había llamó trágico.


—Estás muy concentrado.


Levanté la cabeza y vi a Francisco, se había acercado sin que lo advirtiera. Tardé en reaccionar.


—Un poco.


Algo notó en mí porque no sonreía como siempre lo hacía. Se arrimó un poco más, su mirada fija en mis ojos.


—Parece que hoy es una noche ideal para olvidarlo todo —dijo en voz baja y con amabilidad.


Me tensé ante la sugerencia que remarcaba mi evidente desdicha. Sentí que él podía saber con precisión los pensamientos que me atormentaban, incluso sin que se los mencionara.


—Sí.


Caminamos las dos manzanas en silencio, la noche estaba muy despejada a comparación de la última vez y lamenté que fuera así, que no hubiera una llovizna que nos hiciera caminar pegados.


En el departamento, después de dejar su mochila y su abrigo, me miró con curiosidad porque yo estaba atontado, quieto en mi lugar.


—¿Quieres tomar algo?


Negué con la cabeza despertando de mi ensueño. Se acercó a mí hasta que su cuerpo presionó el mío y pasó sus brazos por sobre mis hombros en un cuidadoso abrazo, atento a mi derrotada expresión.


—¿Qué quieres hacer? —preguntó de manera seductora.


Quería desaparecer. Acaricié su rostro y sus labios. Quería morir y renacer. Levanté su barbilla y di unos besos bajo su mandíbula, su perfume aún se olía, amaderado y fresco, siempre usaba el mismo. Me quedé en su cuello respirándolo, haciendo nido en su bufanda. Mi vida estaba llena de crueles decepciones y no sabía cómo seguir, qué rumbo tomar. Lo abracé con fuerza sorprendiéndolo.


—Quiero que hagas conmigo lo que quieras —dije sin pensar.


Francisco soltó una pequeña risa ahogada antes de separarse de mí.


—Después de decir eso ya no puedes acusarme de ser confiado.


Estiró de mi ropa y me fue llevando a su habitación, su mirada detrás de sus anteojos era tierna, compasiva, hermosa. Me hizo recostar en la cama y se acomodó a mi lado acunándome en sus brazos. Esperé un momento donde nada más sucedió, quedé perplejo. Podía sentir sus dedos en mi cabello, masajeando con delicadeza. Después de dudar me animé a mirarlo buscando una explicación.


—Dijiste que podía hacer lo que quisiera.


El corazón me latía con fuerza y un nudo se formó en mi garganta, pero en lugar de alejarme bajé la mirada.


—La idea era que no seríamos nada —señalé temeroso y con dificultad.


—No somos nada —fue su respuesta tranquila y segura— pero tampoco somos extraños.


Volví a mirarlo, él era pura claridad, yo era pura confusión.


—¿Te doy lástima?


—No.


A él podía creerle.


O necesitaba creerle.


Lentamente me fui relajando en esa extraña situación. Cerré los ojos; su perfume, su calor y caricias se convirtieron en todo. Sus dedos en mi cabeza parecían sedarme haciendo desaparecer el mundo. Seguí con atención su respiración mientras me acomodaba con timidez. Temía que un movimiento descuidado pudiera acabar con esa irrealidad en la que me encontraba, que sucedía y dependía de la voluntad de Francisco... como siempre, como todo.


***


Me desperté en plena noche o eso creí, mi sueño era demasiado liviano. Seguía en brazos de Francisco, quien dormía profundamente. Las luces aún estaban encendidas y nosotros con toda la ropa puesta, pero no quise romper ese abrazo temiendo que no volviera a suceder. Lo que había ocurrido parecía un suceso excepcional y Francisco no dejaba de asombrarme. Lo observé mientras dormía preguntándome qué lo llevaba a no querer una relación. Un amor no correspondido parecía ser lo más probable para una persona como él. Tenía ciertas contradicciones pero aún así lo percibía incapaz de hacer o decir algo que pudiera lastimar. Alguien tan tranquilo y sonriente era muy fácil de amar, casi se sentía como un desperdicio que su único interés fuera el sexo.


***


Volví a despertarme sintiendo una suave caricia en mi pelo. Francisco estaba apenas despierto, afuera seguía siendo de noche. A la fuerza rompí con el momento y me aparté de él.


—Es mejor que te cambies para dormir.


Asintió medio dormido. Lo primero que hizo fue sacarse la bufanda que lo molestaba antes de dirigirse a su armario. Yo me levantaba dispuesto a irme pero se adelantó y apoyó un pijama para mí en la cama. No renegué. Francisco se cambió pesadamente y dejó la luz de su lado encendida. Después de cambiarme me quedé sentado, aturdido, sin saber cómo se seguía después de lo que había ocurrido. Él lo solucionó estirando una de sus manos hacia mí.


—Ven.


Obedecí como si no tuviera opción, ni culpa, ni miedo. Lo único que deseaba era volver a sus brazos.


—Para alguien friolento como yo, esto es conveniente.


—Fran —susurré.


—¿Mmm?


—Gracias.


Mi gracias no reflejaba lo que sentía porque no sabía cómo traducirlo en palabras. Pero él entendía lo que significaba para mí poder calmar un poco mi alma.


Se durmió enseguida, yo no tuve esa suerte y me desvelé mucho tiempo.


***


Por la mañana me desperté en cuanto sentí a Francisco salir de la cama. Se puso ropa más casual, que no era una vista normal para mí, pero incluso en la informalidad mantenía esa apariencia inmaculada y cara con sus dos colores neutros.


—Voy a preparar el desayuno —avisó al verme despierto.


Me levanté con rapidez ante la incomodidad de parecer perezoso.


—Te ayudo.


Esperó por mí mientras me cambiaba, con una sonrisa que delataba su buen humor.


Preparamos un desayuno un poco más sustancioso que el anterior con sándwiches y café, pero antes de sentarse en la mesa Francisco fue a buscar algo en su mochila.


—Ahora que ya estamos en más confianza —dijo mientras ponía un juego de llaves cerca mío— puedes aceptarlas.


Las miré con sorpresa, no había sido una idea loca de esas que nacen y mueren al mencionarlas, era una idea real que estuvo a la espera dentro de su mochila todo ese tiempo.


—No es solo el clima, a veces cancelan citas y salgo más temprano.


Me inquietaba la propuesta que seguía siendo descabellada a mi parecer. Tuve la sensación, mirando esas llaves, escuchándolo hablar con naturalidad, después de la extraña noche que pasamos, de que Francisco pretendía algo muy específico. Me daba cuenta en ese momento que su actitud complaciente era parte de un esquema que no desaprovechaba ninguna oportunidad. Esa intensa búsqueda de confianza, su tolerancia, su amabilidad, facilitar fármacos, darme llaves. Incluso presentí que su plan antecedía al momento en el que me percaté que él me atraía. Funcionaba desde el primer día, como un pescador que tira el anzuelo y espera.


Lo miré con duda, aunque no me gustaba la idea de las llaves pensaba que había tenido suerte que quien me viera junto a Francisco fuera Benjamín. Mi verdadero problema estaría en ser visto por la familia de Matías.


Y Francisco me devolvía una mirada expectante, que tendría que haberme parecido escalofriante después de descubrir sus verdaderas intenciones.


—Está bien —accedí.


Sonrió orgulloso porque seguía consiguiendo lo que quería. Su objetivo, entendí, era tenerme comiendo de su mano.

Notas finales:

Puedes visitar mis redes para novedades aquí :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).