Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Inevitable Destino (Resubido) por Menma_Lightwood

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Resubiendo (Quisiera un dólar por cada vez que he dicho eso hoy xD)

2 de noviembre de 2020
Lunes, 8:36 p. m.

Historia 1.22


¿¡Ahhhhh!?

- ¿De que carajo estás...? - Trató de moverse el rubio, pero Itachi se acercó un centímetro más, provocando que se detuviera que seco - Aléjate de...

- Si te sigues moviendo, no lo haré - le cortó directo al grano.

- ¿Ah?

- Y si lo sigues haciendo, entonces me acercaré más - Y como para comprobar su punto, dejo que sus narices se rozaran - Y mas... - Ahora compartían la respiración. Los ojos de Deidara se abrieron - Tienes dos opciones, puedes elegir responder mi pregunta, o puedes dejar que termine de acercarme y me darás la respuesta de todas formas.

Primero, el nivel de shock mental que tenía no se comparaba a ninguno que hubiera sufrido antes, ¿Itachi Uchiha mostrando sus emociones tan abiertamente? la sola frase era sorprendente por su cuenta, y con el resto todo se volvía una bomba. Y en segundo... A Deidara le daba algo de pavor si quiera intentar responder, si movía los labios era capaz de rozarlos por accidente y eso sería muy tentador para su escasa estabilidad hormonal.

Pero maldición... Deseaba que terminara de acercarse casi como necesitaba respirar.

Dándole un poco más de distancia (Aunque no mucha) El Uchiha se apartó, siempre había sabido respetar su espacio, la diferencia es que ahora quería que fuese sincero. Siempre notaba que Deidara parecía estar conteniendose de soltar algo, de explotar como su propio arte lo hacía. Quería que, por una vez, solo fuera honesto con lo que sentía.

- Responde mi pregunta, Dei - Cierto, estaba siendo paciente, pero tampoco podía hacer todo el trabajo por él.

- Yo... - No se le ocurría ninguna salida ocurrente, es decir, se podía escapar, pero estaba tan cansado de hacerlo...; Podía intentar ganarle en su juego, solo que no era posible. Si respondía el muy idiota terminaría sabiendo sus extraños y retorcidos sentimientos, pero si no respondía algo muy candente podía pasar en esa cama, y por lo mucho que lo disfrutaría, el azabache se terminaría dando cuenta de que sentía algo de todos modos. Estaba jodido de todos lados. No en vano estaba siendo acorralado por un Uchiha - Yo...

- ¿Si?

Bueno, ya saben lo que dicen. "¡Quien tenga miedo a morir que no nazca!"

- Porque no vale la pena.

- ¿Que? - Sinceramente Itachi se esperaba de todo menos una respuesta similar, menos en ese tono tan apagado. Deidara solo sonrió sin ganas.

- No vale la pena ¿De que serviría llegar aquí, con buenos sentimientos e intenciones si casi todos los de Akatsuki están dementes? Ninguno de ustedes muestra más de lo necesario y yo no tenía porque ser la excepción. Intenté hacerlo a mi manera la primera vez y el imbécil que vino a reclutarme casi me mata - Le dedicó una mirada resentida - No podía ir por la vida haciendo lo mismo o me matarían, tenía que hacer algo diferente.

- ¿Diferente?

- Entrenar - Específico con seriedad - Quería evitarlos a todos ustedes lo más posible y solo entrenar, fortalecerme - Suspiró - No lo sé, Uchiha. Supongo que me centre tanto en la idea de matarte que el odio es lo único que me motivo a seguir. Y si solo se siente odio... pues... es natural que no salga a la luz nada más.

- Pero lo hacía, Deidara - Era verdad, de todos los miembros, el rubio siempre era en el que se veía más vitalidad, aunque si trataba de guardarselo.

Deidara arrugó las cejas.

- ¿Crees que no lo sé? Se qué me es casi imposible no actuar de la manera que lo hago. Supongo que soy demasiado joven, o muy estúpido, o...

- O quizás - Interrumpió el azabache, sus ojos fijos en él - Solo eres más humano.

Había estado tratando de no mirarlo directo al rostro, pero con esa súbita revelación no pudo evitarlo. El Uchiha tenia una expresión diferente en su cara, ni siquiera sabía cómo compararla porque jamás la había visto antes, pero se estaba empezando a ser más evidente que podía significar por la manera en que transcurría el tiempo y no paraba de hacerlo.

Y dolía ¡Carajo, vaya que dolía! ¿Porque se atrevía a mirarlo así cuando hace unos minutos le dijo que no había sido importante nada de lo que había sucedido entre ellos?

- ¿Porque? - Susurró entonces Dei con una mezcla de rencor y sufrimiento - ¿Porque haces esto?

- Deidara...

- Te salvé ¿Vale? Te traje de vuelta a este mundo solo porque creía que lo merecías... pero no quiero que me lo pagues con sinceridad si con eso solo me metes ideas tontas a la cabeza.

- Mi intención no es hacerte creer nada que no es. No está vez - Estaba muy convencido de ello, se notaba. Pero se le dificultaba creerle.

- ¿Ah si? Pues créeme que esto - Y movió ligeramente sus muñecas atrapadas - ...Y esto - Sus ojos vagaron hacia el torso del Uchiha que casi se pegaba contra el suyo - Y también... esto - Fue casi doloroso alzar la vista para recalcar lo cerca que estaban el uno del otro - Me hacen creer estupideces que no son reales.

Aún bajo el efecto de la dosis, al de ojos oscuros no le tomo ni un segundo entender esa indirecta, y se irguió un poco con confianza.

- ¿Quien dice que no son reales?

- Nada con un Uchiha es real - Sonrió de forma amarga - Ustedes son expertos en ilusiones ¿No? Todo lo que te rodea es falso, jamás demuestras algo que sea real. Nunca lo has hecho, al menos no aquí.

"No conmigo" Quiso decir en realidad, pero no pudo. Se sentía tan Idiota como de seguro se veía.

- Ya he respondido tu pregunta ¿De acuerdo? Oculto lo mejor que puedo mis sentimientos porque vivo rodeado en un círculo de lunáticos que me despedazarian si supieran mis pensamientos privados - Entonces torció la boca, algo humillado por tener que agregar un -: Como ahora, por ejemplo.

Algo en esa admisión logró ablandar un poco más esa tan ferrea coraza que poseía el Uchiha, animándole a soltar lo que finalmente quería decirle.

- Te dije que había algo que cambiaria a partir de hoy. Cambiaste muchas cosas al traerme de vuelta, Dei, y una de ellas tiene que ver contigo...

- No - Zanjó con rapidez el rubio, descolocando al Uchiha.

- ¿Que?

- No quiero escucharlo. No quiero escucharte - Corrigio algo más fuerte ahora, casi sentía ese instinto infantil que te hace querer cubrirte los oídos. No quería escucharlo decirle algo tan personal y privado, porque suponía que era lo que podía ser. Y no se sentía nada listo para tener esa conversación, no cuando su cerebro seguía hecho una maraña - Lo único que quiero es que te límites a agradecerme y te me quites de encima, que dejes que me vaya y asi pueda lamentarme a solas lo muy idiota que seguramente fui por andarte reviviendo cuando aún te odio - Tenía el ceño fruncido ahora, pero lo frunció más al ver que el otro se quedaba en silencio - Oye, ¿Me estás escu...?

- ¿Te das cuenta de que siempre que toca un momento en el que tienes que ser honesto contigo mismo, te acobardas?

¿Ha?

- ¿Que dijiste? - Fue curioso, el instinto le decía que debía indignarse, pero su lógica se frotaba la barbilla con interés. Eso tenía algo de sentido.

- Siempre intentas huir de mi cuando las cosas se vuelven más profundas ¿Porque?

- Yo no le huyo a nada - Mascullo con terquedad, algo molesto - ¿Porque lo haría?

- Desde aquí puedo sentir tu miedo, Deidara - Su rostro moviéndose de un lado a otro como si quisiera sondearlo, como si pudiera ver físicamente ese dichoso sentimiento negativo del que tanto hablaba - Te paraliza, te detiene... ¿A qué le tienes miedo?

Estuvo a una milésima de negarlo, de seguir con su línea de diálogo usual y mentalmente negarse a ello. Pero fue extraño, es como si de repente la pregunta de verdad se la fuera pensado seriamente, y no por una especie de Genjutsu ni por estar obligado por alguna loca criatura chismosa, si no porque después de tanto, escuchar la pregunta había despertado algo en él, algo que le respondía sus mayores interrogantes. Como si su sinceridad tuviera voz propia.

Pero la pregunta era: "¿Tengo miedo?"

Y súbitamente esa parte suya le respondió: "Si, tengo mucho miedo. Estoy aterrado, me siento perdido, no sé qué hacer."

"Pero... ¿A qué realmente le tengo miedo?"

Cuando su cabeza se quedó en silencio, creyó que ni siquiera su interior propio lo sabía. Pero su voz subconsciente le respondió tan solo unos segundos después.

"Tienes miedo de no escoger el mejor camino"

"Tienes miedo de entregarte en manos equivocadas y no poder cumplir tus sueños"

"Tienes miedo de equivocarte"

Más obviamente, finalizó:

"Tienes miedo de elegir"

Elegir...

La apuesta.

Se lo debió haber supuesto desde un principio, la apuesta era como una especie de amenaza constante que tenía en su cabeza. Le impedía pensar con claridad, le confundía el tener tres opciones que de empeñaban tan fervientemente en ser lo mejor para el. Sonaba bien, pero cuando tocaba pensar en realidad que decisión tomar, todo se volvía un lío.

- ¿Dei? - Las palabras del Uchiha le sacaron de sus pensamientos reveladores - ¿Que sucede?

Deidara bufó.

- Supongo que es cierto. Tienes razón como siempre, Uchiha. Pero nunca se me han dado las conversaciones sentimentales, prefiero escapar de ellas... - Inhaló y exhaló, soltando parte de su desgano - ¿Ya me puedes soltar?

- Aún no me dices a qué le tienes miedo.

- A mi - Espetó con brusquedad, era una verdad a medias que agradeció que se creyese - Me tengo miedo a mi mismo y a las estupideces que quiero hacer pero no debo. Nunca se me da pensar primero con la cabeza, ese es el problema ¿Feliz?

- ¿Y qué es lo que quieres hacer?

Volvió a de nuevo a cerrar la distancia, provocando que girase la cabeza hacia un lado para evitarle. Deidara cerro los ojos, era mejor si no veía, así no se sentía tentado.

- ¿Que es lo que quieres pero no debes? - Continuó preguntando sobre su piel. Su aliento rozaba sutilmente su cuello haciendo a sus vellos erizarse.

Armandose de voluntad, hablo como pudo.

- ¿Que te importa?

- ¿Sabes? - Hablo de pronto, aún estaba respirando sobre él, pero su tono era como de quién comenta sobre el clima - Para decir que no se te da pensar con la cabeza, tiendes mucho a usarla.

"¿Eh?" Parpadeó varias veces.

- No entiendo de que hablas.

- Estás pensando con la cabeza justo ahora, Deidara - Advirtió el Uchiha con mucha seriedad, generándole una mueca.

- ¿Y que sabes tú de...?

- Si no lo estuvieras haciendo, ahora mismo tu reacción sería muy diferente.

De no haberlos tenido cerrados, le hubiera rodado los ojos.

- Eso no tiene sentido.

- ¿No? - Casi pudo sentir el desafío explicito en su tono - Haremos un trato. Te voy a soltar las manos y serás libre de irte, no te pienso detener ni tampoco te voy a seguir.

- ¿A cambio de que? - Se atrevió a abrir un ojo con algo de duda.

El Uchiha se veía muy concentrado, casi como si estuviera preparándose para alguna misión importante. Su nivel de compromiso era notable, y le costaba creer que está vez era... por él. Cerró los ojos de nuevo cuando volvió a hablar.

- Cuando te suelte, tendrás que mirarme. No te meteré en una ilusión, lo prometo. Solamente quiero que me mires un momento, y que cuando lo hagas intentes no pensar con la cabeza. Si aún así después de eso te quieres ir, hazlo.

Demasiado fácil para ser real.

- Aha... ¿Y cuál es la trampa?

- No hay ninguna.

- ¿Seguro? - Lo dijo en plan irónico, pero cuando terminó de abrir ambos ojos y le observó de nuevo, entendió que no había rastro de diversión o duda en esos pozos negros. "Bueno, si no hay de otra..." Suspiró - Está bien.

- No pienses con la cabeza, es la única condición.

- Vale.

- Bien.

Transcurrió unos veinte segundos en los que la verdad sólo guardaron silencio, Deidara se negaba a mirarlo aún porque todavía no comenzaba el trato como tal, además tenía algo de nerviosismo por lo que podía suceder si le miraba antes de tiempo.

Pero entonces, muy suavemente, le soltó.

Sus muñecas se vieron libres, y sabiendo que tenía que cumplir, alzó con cuidado la mirada para toparse con la suya.

Realmente no sabía que era lo que estaba esperando, pero nada de las cosas que usualmente temía sucedieron, es decir: Nada de Sharingan, llamas negras, ilusiones satánicas ni mucho menos intenciones asesinas. Solo dos ojos completamente normales que le miraban de una manera que le hacía temblar la piernas, sentir mariposas en su estómago, acelerar su corazón. Con ese último en particular tuvo problemas, estaba normal al principio cuando solo le había mirado con molestia, luego con curiosidad y después... Solo de le quedó mirando. Y fue raro, el solo quedarsele viendo fijo al Uchiha le hizo latir muy rápido y muy fuerte ese órgano tan temperamental, causándole un hormigueo en sus manos, como si necesitara ponerlas en él. Comenzó a sonrojarse poco a poco, con su respiración volviéndose algo más pesada.

"Controlate" Se regañó a si mismo, dándose cachetadas mentales "Tienes que..."

- Recuerda, Deidara - Le sobresaltó ese susurro repentino.

- ¿Que?

Una de esas manos se acercó y con sus nudillos acaricio su rostro, bajando desde su pómulo y deteniéndose en la comisura de sus labios. Los abrió un poco sin darse cuenta, permitiendo que le rozara el labio inferior también, escuchando de fondo esa voz tan profunda.

- No pienses con la cabeza.

"No quiero hacerlo" Se encontró pensando para su sorpresa.

La otra mano le acomodo un mechón de cabello, tocando con delicadeza su oreja. Le gusto cómo se sintió eso, siempre lo había hecho, al grado de que cuando lo volvió a hacer cerró un poquito los párpados y se inclinó a un lado, disfrutando de su toque. Itachi sonrió un poco al verlo tan tranquilo, parecía un gatito que disfruta que lo acaricien.

"Pero si no lo hago..."

Las manos se alejaron de pronto y Deidara le miró extrañado, pero por la distancia prudente que tomo el azabache, intuyó que su parte del trato había terminado, ahora solo tenía que hacer el suyo. Levantarse e irse, abandonar el lugar. Con algo de duda y casi en trance, se deslizó a un lado y se separó de él, una corriente de aire frío le golpeó los brazos cuándo abandonó el resguardo de las sábanas, pero apenas la notó. Se levantó de la cama dejándolo allí, ahora sentado y mirándole.

"Si no lo hago..."

Escuchando a esa parte que le gritaba que se fuera por su propio bien, se dió la vuelta para no verlo y dió un paso al frente.

- Dei - le llamo en voz alta, y el rubio giro solo lo suficiente para verlo por encima de su hombro.

- ¿Si?

Esa mirada cálida e inigualable volvió, así como esa pequeña pero sincera sonrisa.

- Siempre serás mi hogar.

"Tu..." Se llevó una mano al pecho y estrujó la tela, sintiendo un nudo enorme en su garganta y sus ojos azules cristalizarse. El jamás tuvo un verdadero hogar, pero ahora alguien lo consideraba lo suficientemente especial como para hacerlo el suyo.

"Si yo realmente no lo hago..."

No podía dar los pasos que necesitaba para irse, no podía avanzar y traspasar esa puerta, pero tampoco podía girarse y enfrentarlo. Simplemente no podía afrontar que quizás... que tan solo quizás...

Escuchó el sonido amortiguado del colchón antes de sentir el inigualable calor que provenía de su cercanía. Se detuvo apenas a unos cinco pasos de él, ni uno más, ni uno menos. Había dicho que no lo detendría y no lo haría.

- Dei... - Muy sutilmente su voz se alzó entre el silencio, sobrepasando apenas un susurro pero resultando tan potente como un grito de guerra.

Entonces se giró.

Deidara lo hizo y lo vio allí, más alto que él, aún sin camisa, usando los pantalones negros holgados que le había puesto, con algunos rasguños en su piel. Tenía la mano alzada en su dirección pero no le tocaba, no era esa su intención, era más como si le abriese los brazos en una invitación abierta para que fuera hacia él. Deidara se fijó de nuevo en sus ojos, y como si recordase de repente sus palabras, la voz autoritaria de su cabeza se apagó, dejando en un eco su último mensaje mientras se perdía en esos ojos oscuros.

"Si no lo hago... no podré detenerme"

Más cuando solo quedó su corazón para pensar por él, otro mensaje muy diferente llegó.

"Pero quiero hacerlo"

- Dei...

Fue casi impulsivo, como un acto de simple y llana necesidad, pero también llena de un sentimiento muy profundo que no le dejo pensar otra cosa. Deidara paso de largo de la mano que le tendía, y casi se estrelló contra su pecho cuando junto sus labios con los del azabache, rindiendose ante un beso intenso, lleno de desesperación.

Itachi reaccionó también, le sujetó de la cintura antes de empujarlo contra la pared para seguirlo besando con fuerza, pero también con mucho sentimiento. Se había contenido para no romper su promesa y mantenerlo consigo, pero el que hubiera tomado la iniciativa le sorprendió un poco, no demasiado porque sabía que quería quedarse. Pero si porque no fue el quien tuvo que hacer demasiado, si no que fue el mismo rubio quien decidió tomar el primer paso.

Las manos del rubio comenzaron a vagar por su torso, deleitándose con la sensación de ese abdomen firme bajo sus dedos. El Uchiha por su parte, introdujo una mano dentro de su camisa y la subió lentamente por su espalda, provocándole una ola de escalofríos placenteros.

Respirando con dificultad, el artista se separó un poco.

- ¿Esto era lo que querías?

- No - Le dió otro beso, uno más sensual está vez. Con su lengua introduciéndose en su boca e incitandole a perder la cabeza - Es lo que ambos queríamos.

El mayor se sentó de nuevo en la cama, trayendose al rubio con él sin dejar de besarle, guiandole para que se sentase a horcadas sobre sus piernas. No se lo diría a Deidara, pero tendía mucho a imaginarlo en esa posición con él. Demasiado, en realidad. Desde allí tuvo mejor espacio para acariciar sus piernas, tener acceso a su cuello y torso, además de poder apretar con ganas su trasero. De hecho, eso fue casi lo primero que hizo, y la suave pero firme presión más el roce que generó entre sus miembros juntos le hizo gemir entre el beso.

A Itachi le gusto el sonido, así que continuó instandole con sus manos a que moviese sus caderas, mesiendose contra su intimidad para volverlo a escuchar. Le fascinaba verlo tan relajado, pero al mismo tiempo que lo sentía disfrutar, había algo que como Uchiha, o mejor, que como persona no podía ignorar.

- Aún tienes miedo... - Le dijo en su oído. Claro, era menor al del principio, pero no desaparecía, y la pregunta era... - ¿Porque?

- No... no lo sé...

Tenía que ser el colmo consigo mismo ¿Porque rayos seguía dudando tanto? ¿Porque no podía simplemente relajarse y dejarse llevar? ¿Porque le era tan difícil? ¿Acaso era Itachi? ¿O simplemente era él? Había tenido razón antes, no quería parar y menos aún, pero había una diferencia entre eso y el ligero sustillo que le atacaba el corazón. Que el otro se diera cuenta de ello tampoco ayudaba en nada.

Aún suspirando y disfrutando de las caricias, Deidara se desánimo un poco ¿Acaso había algo mal que él?

Itachi noto su cambio y tomo su rostro con cariño.

- Eh - Sonrió un poco - No hay problema.

- Para ti es fácil decirlo. Tú no tienes ninguno - Cabeceando con sarcasmo hacia cierta parte del Uchiha que estaba más que resuelta en lo que quería.

Itachi le sonrió a la gracia.

- Pues una parte de ti tampoco.

A ser posible, sus mejillas se le volvieron más rojas. Vale, puede que tuviera razón, porque el que tuviera una confusión mental para nada impidió que su mini yo se confundiera.

- Cállate - Mascullo avergonzado, sacándole una ligera risa al otro. Era un momento muy tranquilo y agradable que el mayor decoró con un tierno beso.

- Deidara, por más que me gustaría dejarte justo donde estás, no es lo más recomendable por ahora.

- ¿Porque? - Sabía la respuesta, es solo que quería escucharlo decirla.

- Porque dudas. Y no debo, no - Se corrigió, apretándolo hacia él en un abrazo - No quiero presionarte.

Yisus ¿Esas palabras realmente habían salido de la boca del Uchiha? ¿O ya había muerto y estaba en el cielo? Era literalmente lo más jodidamente tierno que le había dicho hasta ahora, y mira que le había soltado varios versos sentimentales que dejaban a algunos poetas por el piso. Pero esto... esto era otro nivel. Algo corto pero muy hermoso.

- Aunque... - Continuó, y el fantasma de una mueca maliciosa naciendo en su rostro le hizo tragar saliva.

"¿Mmmm?" El romanticismo seguía allí, claro. Solo que estaba siendo acompañado por otra profundidad un poco más... íntima.

- ¿Aunque?

- Haciéndome una idea de que es lo que te detiene y hasta donde debo llegar, no creo que este mal si... - Esas manos se deslizaron hacia abajo, tocando justo en los lugares precisos - Te ayudo con un pequeño problema.

Cuando algo le sujeto de pronto entre las piernas, rodeando entero su tensa extremidad, Deidara tuvo que morderse el labio para no gritar.

"Ay, madresita santa..."

- ¿Q-Que estás...?

- ¿Tienes algún problema con eso, Dei? - Preguntó pasando su lengua por su cuello hasta su oreja.

¿Honestamente?

- Ninguno.

Fue arrojado sobre el colchón con algo de fuerza, robándole una exclamación de sorpresa por tan repentino acto pasional para venir de alguien que aún seguía algo atontado. Itachi se cernió sobre él, sin dejar de sujetar su miembro y comenzando a moverlo por encima de la tela. Puede que no estuviera al cien por cien, pero no lo necesitaba para complacer por completo a ese chico.

Deidara echo la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos. Creyó que podía correrse ahí mismo solo con el Uchiha tocando superficialmente su intimidad y mordiendo su cuello, pues estaba bastante sensible ya gracias a todos esos agasajos previos. No obstante, las cosas subieron súbitamente de nivel cuando quedó parcialmente expuesto de la cintura para abajo.

- ¿Que...? ¡AH! - Gimió al sentir como algo húmedo se deslizaba por toda la extensión de su hombría.

"¿E-El Uchiha me e-esta haciendo una... una...?" Joder, eso no podía ser real, no podía serlo pero... lo era. Malditamente real. Tenía a esa cabeza subiendo y bajando entre sus piernas, lamiendo de la base hasta la punta. Sencillamente no sabía si seguir viendo con asombro la escena o rendirse ante lo bien que se sentía y cerrar los ojos.

Dejo de pensar cuando le engulló por completo.

Soltó un gemido alto y agudo, digno de cómo se sentía en ese momento. Ni siquiera tuvo tiempo de pensarlo antes de que sus manos fueran a dar en esa melena negra y sujetarla con fuerza. A la mierda el respeto, estaba sintiendo el mayor placer de su vida hasta ahora, ya podría preocuparse por los detalles después.

No tenía ni idea de que habría estado haciendo aparte de pensar en la venganza de sus hermano todos estos años, pero los movimientos del Uchiha eran tan precisos como sus ataques, subía y bajaba con maestría. Aún con su miembro en su boca pasaba la lengua por la punta le succionaba hasta generarle un dolorcito delicioso que estuvo a punto de hacerlo venirse.

Y dijo "A punto" porque cuando fue a hacerlo el Uchiha se detuvo, alejándose de esa zona y apretandole con la mano, cortando de raíz su orgasmo.

- ¡Eres un...! - Intento gruñir Deidara, aunque le salió más como un quejido de súplica. Esa presión allí no es que no le gustase, solo que no era lo que quería que hiciera. O que siguiera haciendo, más bien.

- Tengo solo una condición para ti, Dei - No era ni siquiera malicia lo que había en ese rostro, era más como una insana y pervertida diversión.

- ¿Ha?

- Tómalo como un favor.

A riesgo de sonar patético por lo caliente que estaba, el rubio se limitó a mirarlo interrogante.

- Llámame por mi nombre.

"No me jodaaaaaaaas" Su orgullo se tiró de los pelos hasta arrancarse varios mechones. De todo lo que le podía pedir el Uchiha ¿Elegía lo único con lo que sentía que ardería totalmente en vergüenza? Vale, que él lo llamaba por el suyo todo el tiempo, incluso a veces en algunos momentos especiales le llamaba por su apodo pero... ¿Tenía que hacerlo? Es decir, podía hacer el esfuerzo en otro momento pero ¡Vamos! ¿Justo ahora? ¿No pudo escoger un momento menos sugerente? ¿Acaso le excitaba escucharlo decir su nombre o que?

"¡No, no y no!" Su orgullo chibi se negó a dejarse vencer. Una cosa era una vez porque pensara que jamás lo vería de nuevo, y otra que lo dijera en pleno acto sexual.

Sacudió la cabeza como pudo.

- Bueno - Se encogió de hombros el azabache quien no pareció preocupado - Tu decides.

Se esperaba cualquier otra cosa, como un castigo o que le aplicase la ley del hielo. Honestamente se esperaba todo de él... menos que se tragara de nuevo su miembro ¡Carajo! No había gritado tan alto hasta ese momento, el muy hijo de puta sabía cómo volverlo loco solo con la boca, así que no fue sorpresa que se sintiera aún más enloquecido de placer cuando también uso sus manos, tocando el lugar justo en su piel más sensible. Eso le empujó al borde, pero antes de caer por el vacío, se detuvo.

Vió esos ojos negros llenos de excitación al igual que de malicia y el cerebro le hizo click.

"¡Maldito bastardo!"

Si la idea del Uchiha era torturarlo la verdad es que lo estaba haciendo de maravilla, no tenía ni idea de que tanto podía aguantar pero sabía que no era mucho.

Efectivamente tuvo razón, porque dos interrupciones después, estaba literalmente casi llorando por la ansias, a un paso de hiperventilarse por la cúmulo de placer que no le permitía dejar ir.

- Solo tienes de decirlo, Dei... - Canturreo el Uchiha.

- Hn... ¡Ahhh! Ah...

- Solo dilo.

- ¡AH! ¡Maldi...! - Pequeñas lágrimas se asentaron en las esquinas de sus ojos cuando su orgasmo fue interrumpido de nuevo, solo para seguir tocandolo un minuto después. Se le estaban agotando las reservas de fuerza - Por... Ah, por... por favor...

- Sabes cual es mi única petición, Dei - Reiteró con ese nuevo tono juguetón.

En un intento desesperado por no ceder hasta trato de tocarse el mismo, pero un habilidoso Uchiha ya le había atrapado las manos a los costados antes de que pudiera siquiera pensarlo. Había llegado a ese punto de la desesperación crítica en donde los límites de lo que avergüenza y lo que no, se desdibujan hasta dejar una marca borrosa muy fácil de traspasar.

Su orgullo versión chibi le miró en advertencia como entendiendo sus intenciones, y él solo pudo decirle a su versión lujuriosa que lo noquease mientras le ofrecía una silenciosa disculpa.

Se rindió.

- I... Ita...

- ¿Si? - Elevó sus ojos con algo de arrogancia y le miró, esperando que continuase.

"Que hijo de puta"

- Ahh... Ita... Itachi - Terminó por decir, totalmente vencido. Era imposible que estuviera más avergonzado.

Más que complacido, el azabache subió para darle un beso apasionado como recompensa por su obra. Más aún no estaba del todo satisfecho con eso, de modo que separó solo para decirle a milímetros de su boca:

- Continúa. Sigue diciendolo.

Cuando volvió a tragarlo entero, su cordura así como su pena se fueron a dar un largo paseo sin retorno a Narnia con todo y ropero.

- Itachi... - Arriba y abajo, arriba y abajo, sin darle tregua alguna. Está vez se veía decidido a no detenerse hasta el final - Haa... Ah, Ita... chi - Esa lengua entrando hasta por los espacios más recónditos - ¡Ahhh! - Podía sentir como venía, esa explosión retardada por los largos minutos de tortura - I... ¡Itachi! ¡AHHHHH!

¡Finalmente, luego de tanto sufrimiento (Que tan sufrimiento no fue, pero igual) pudo correrse! Al menos tenía que concederle algo, había sido el mejor que había experimentado hasta ahora. Fue intenso, como una ola expansiva que nació en la parte más baja de su pelvis hasta expandirse y tocar la punta de todos sus dedos.

Tenía la cabeza en blanco, borrada hasta el fondo. Había quedado totalmente agotado, destruido, en plan K.O fulminante.

Hasta que notó un detalle.

- Ay... - Soltó quedito cuando vio que por la urgencia y el no avisar, había logrado causar un pequeño desastre en la boca del otro - Lo lamen...

Itachi le dió un breve beso para callarlo, y sin pudor alguno se relamio brevemente la comisura, provocándole un tremendo sonrojo al otro.

- No importa - Aún había algo de esa chispa maliciosa allí - No sabes nada mal, Deidara...

- Imbécil - Murmuró, aunque luego sonrió un poco.

Terminaron por quedarse acostados frente a frente de nuevo, a solos unos centímetros de separación el uno de otro, mirándose con una nueva clase de curiosidad y anhelo. No sé dijeron nada al respecto, en realidad, no se dijeron nada, simplemente se quedaron así, en un cómodo silencio que perduró por varios minutos. Deidara lo miraba de lo más asombrado, aún no se cansaba de ver esa nueva paz en el, seguido de esa distintiva calidez que era solo para él. Le hubiera gustado apreciarla todo el día, pero cuando la imagen de Itachi se fue oscureciendo poco a poco, entendió que se estaba quedando dormido.

Su plan original era apretar los ojos y luego enfocarse para mantenerlos abiertos, más cuando unos dedos le acariciaron de nuevo la piel sensible de su oreja, sus párpados se cerraron casi por completo. "Rayos, se dió cuenta" toda la vida había sido muy débil cuando le atendían esa zona con cariño, una vez incluso una compañera llegó a hacerle por ocio allí un masaje y durmió seguido unas dieciséis horas. Le provocaba un escalofrío placentero, así como una sensación de relajación muy potente.

Aceptando su derrota, soltó un pequeño gemido satisfecho antes de quedarse dormido con una minúscula sonrisa.












OoOoOoOoOoOoO











"Cálido..."

Despertó porque su estómago estaba haciéndole un berrinche de esos como cuando llegas tarde a la casa con un hambre demencial y descubres que la comida no está ni cerca de estar lista.

"Pero estoy taan cómodo" A su al rededor había frío, lo sentía en el aire. Con los ojos cerrados intentó huir de él, y se acurrucó más contra algo fuerte y caliente que le abrazaba y que en respuesta le apretó un poco más. Abrió tentativamente un ojo con extrañeza y se encontró con que estaba casi boca abajo, con el cuerpo parcialmente encima de Itachi, quien también dormía y le envolvía con los brazos la cintura. Tenía la cabeza inclinada hacia él, y parte de su cabello negro estaba mezclado con su propio cabello rubio. Se veia tan tranquilo y pacífico...

Pero tenía hambre.

Con cuidado se separó de él. No le despertó, lo que eso significaba que aún el efecto de la fórmula no terminaba de hacer efecto. Agradeció eso y salió directo afuera. Lo primero que hizo fue darse un baño en un río a un par de kilómetros, al menos tenía suficiente dinero para comprar jabón y shampoo. El único detalle fue que su capa estaba algo roida, de modo que se la quitó y la guardó.

Se quitó también la banda con el símbolo de la roca, le estaba fastidiando así como la cola que le recogía parcialmente el cabello. Se quitó eso también y se la coloco justo a la mitad.

"Me veo como... aquella vez" Reconoció algo sorprendido al verse reflejado en el agua, tenía ese mismo peinado desprolijo cuando le fueron a reclutar por primera vez a Akatsuki.

Se dió la vuelta para comprar algo de comer, logró caminar un par de minutos pero entonces, cuando ya iba a mitad de camino una figura sentada cerca de la orilla de un acantilado llamo su atención. No sabía si era porque de espaldas le resultaba conocida o porque el aura depresiva que tenía encima era extraña, pero se acercó con cuidado.

- ¿Hola?

- Ya dilo - Hablo de pronto, aún sin voltearse ni mostrar su cara, pero no hizo falta, esa vocecita era inconfundible.

- ¿Dos? - Exclamó de lo más descolocado el artista.

Efectivamente, allí estaba la figura número dos en su forma humana, y al parecer o acababa de sufrir una ruptura o le había bajado el periodo, porque no justificaba esa depresión tan repentina viniendo de ella.

- Solo dilo, pajarito... - Continuaba con ese tono lastimero.

- ¿El que cosa? - No entendía nada, y mucho menos que sus palabras deprimieran aún más a la criatura.

- Que soy patético.

- ¿Porque diría eso? ¿Que te pasó? - Se sentó junto a ella y le puso una mano en el hombro. Tenía los ojitos azules caídos - ¿Te peleaste con las otras dos?

La figura bufó.

- ¿Ellos? Son unos hijos de puta, solo se preocupan por si mismos. Pero yo hago lo mismo así que... ñe - Se encogió de hombros.

- ¿Entonces que tienes?

- Estoy triste, pajarito. Muy triste... demasiado triste - Añadió de nuevo, como si con una vez no fuera suficiente para explicar su dolor - Insoportablemente triste.

Resistiendo las ganas de reír por tanto dramatismo, el rubio le dió una pequeña palmadita.

- ¿Me dirás qué te pasó?

- ¡Fue horrible! - Estalló de pronto, tirándose a los brazos del artista que se quedó como ¿Que carajo? ¿Y a este que le dió? - ¡Ni siquiera puedo decirlo!

- Vale, si te hace daño entonces no me digas.

- ¡Pero debo hacerlo o si no me deprimire más!

- ¿Vale? - Alzó una ceja con cuidado - Entonces dímelo para que te sientas mejor.

- ¡No! ¡Porque si te lo digo me pondré más triste que si no te lo digo! No, no, espera - Levantó ambas palmas como si de pronto estuviera sintiendo una presencia espiritual - Tengo que decirlo, pero no a ti. Necesito a alguien, necesito ayuda especial ¿Conoces algún psicólogo que trabaje bien con materia espiritual consciente?

No. Sencillamente no tenía nada que agregar a eso.

- ... Aha. La verdad es que no conozco a nadie así, gracias a Dios - Susurró eso último - Así que mejor no me digas na...

- ¡Pero no tengo a nadie más que decirle! - Le interrumpió casi zarandeandole.

Deidara se llevó dos dedos a la cien a la vez que una pronunciada gota le resbalaba por la nuca.

- Dos, ¿De por casualidad de la vida andas en tus días del mes o...?

- ¡No seas cruel, pajarito! ¡Estoy dolido! ¡Estoy triste! ¿¡ACASO NO VES QUE ESTOY DESTROZADO!?

- Lo único que se va a destrozar serán mis tímpanos si no dejas la chilladera.

Los chicos de ojos azules voltearon sus cabezas justo a tiempo para ver a otro de ojos marrones entrar a escena. Era cómico como a pesar de tener una cara de molestia evidente, el aura era igual o más depresiva que la de su hermana.

- ¿Que haces tú aquí? - Exclamó el rubio, genuinamente impactado de que ambas figuras apareciesen al mismo tiempo.

La tres le taladró con la mirada.

- ¿Necesito tu permiso o que?

- Okeey - Deidara levantó ambas palmas y se levantó con cuidado del lugar - Entiendo. Están pasando por un momento difícil y eso, será mejor que me vaya y...

- ¿Irte? - La figura tres casi se ahogó entre una risa - Como no.

La dos le rodó los ojos.

- Ya déjalo en paz, no es su culpa que andes fastidioso.

- ¿¡Yo!? - Sus ojos se abrieron con incredulidad - ¿Quien es el que anda lamentándose en los barrancos como si fuera una alma en pena?

- ¡Estoy expresando mi sufrimiento! - Chilló levantándose. Pasó por delante del rubio y apretó los puños - ¡Tú no lo entiendes porque eres un insensible de mierda!

- No soy un marica, querrás decir.

- ¡Pedazo de...! - Deidara apenas se lazo a tiempo para sujetarlo por detrás y evitar la masacre entre seres celestiales - ¡Suéltame, merece morir!

- ¡Inténtalo, basura! - La figura contraria también alzó los puños y hacia amago de acercarse.

- ¡Oigan! - Gritó Deidara - No se que les pasa a ustedes dos, pero tienen que tranquilizarse. ¿Acaso se les olvida que son criaturas interdimensionales? Hagan un solo berrinche en la tierra y terminarán destruyéndola.

- Vaya, la voz de la razón ha hablado - El sarcasmo no pudo ser más que cruel - Tengo una pregunta ¿Y desde cuándo te interesa lo que le suceda al mundo, rubio?

- Eh ¿Desde que vivo en el? - Casi sacudió una mano, osea ¿Helou? ¿Que clase de pregunta era esa?

- ¡Ay, que dolor!

La figura número dos, aún en sus brazos, cayó drásticamente al suelo de rodillas como si sus piernas no fueran suficientes para aguantar su pesar. Eso no le detuvo de seguir gritando con dolor, sin embargo.

- ¡Que sufrimiento!

- ¿Pero... que... carajo? - Deidara ladeó la cabeza con un signo de interrogación encima.

- ¡No aguanto tanta pena!

- ¡Esto es tu culpa! - Le acusó de pronto la tres con el dedito acusador en alto. Su ceño estaba fruncido y le miraba como quien mira al gato que se le robó la carne para asar - ¡Tú tienes toda la culpa de esto!

- ¿¡Que!? - Exclamó con los ojos más que abiertos - ¿Y yo que tengo que ver?

- ¡Tienes todo que ver! ¡Esto pasa porque no eres capaz de tomar buenas decisiones!

- ¡Oye! - Muy bien, ya se había ofendido - ¡El que la cague de vez en cuando no tiene que ver con...!

- ¡Tiene todo que ver, rubio idiota!

- ¡Me consumo en agonía! - Seguía chillando la dos como si se estuviera deshaciendo.

- ¡No, no lo tiene! - Insistía el artista, intentando ignorar ese teatro y enfocarse en la conversación - ¡Yo no tengo nada que ver con sus problemas!

- ¡Por supuesto que si! - Casi que le daba un paro cardíaco a la número tres por el cúmulo de ira que estaba reteniendo - ¡Tú aceptaste la apuesta!

Deidara abrió la boca y sacudió los brazos como las gallinas cuando quieren volar.

- ¿¡Y esa mierda a que viene ahora!?

- ¡No aguanto tanto sufrimiento! - Ahora la dos se retorcía en el suelo como si la hubieran acuchillado.

Su hermana sulfúrica paso de él y se le plantó al artista con una cara de ira primitiva que también estaba teñida con algo de derrota personal.

- ¡A qué estamos destruidos, rubio imbécil!

- ¡Tan destruidos...! - Secundaba la figura número dos con mucho dolor.

- ¡Estamos ofendidos!

- ¡Tan ofendidos...! - Ahora lloraba lágrimas a mares.

- ¡Estamos putamente humillados!

- ¡Tan putamente humi... !

- ¡CIERRA LA MALDITA BOCA, JODER! - Se hartó finalmente la número tres y le lanzó un golpe a su hermano directo a la cabeza a lo que está soltó un adolorido ¡Auch! Y cayó de espaldas - ¡Me tienes harto! ¡Suficiente tengo con haber perdido la apuesta para que vengas tú y...!

- ¡Un minuto! - Deidara dió un paso al frente, alucinando por lo que acaba de oir - ¿Que dijiste?

La tres bufó sin ganas y volteó la cara.

- Que estamos triste y enojados porque perdimos la apuesta y...

- ¿De que carajo están hablando ustedes dos? - Fue el turno de Deidara para alzar la voz - ¡Pero si aún no he hecho nada! ¡Ninguno de ustedes ha ganado la apuesta!

- ¿Que tontería estás diciendo? - Exclamó la número tres, su cara toda confundida - ¡Te vimos! ¡Estaban juntos, tú y ese prepotente bastardo Uchiha durmiendo en la misma cama!

- ¡Exacto! ¡Tú lo has dicho "durmiendo"! - Al menos podía decir que tuvo suerte de que no mirasen la escena previa a esa.

- ¿Osea que...?

- ¡No nos acostamos! - Se hartó el rubio, optando por ser directo.

Se hizo un silencio colectivo, la número dos había dejado de llorar como por arte de magia, ahora miraba al rubio desde el suelo con una expresión totalmente descolocada. La tres estaba mucho peor, tenía la boca tan abierta que bien pudieron haber reconstruido Konoha ahí. Ambas figuras se habían quedado totalmente mudas de la sorpresa.

Pero...

- ¿¡QUE!?

Todos giraron a tiempo para ver la figura número uno convertido en humano salir de la oscuridad con una cara de los mil demonios. Los ojos grises casi se le podían salir de lo mucho que los tenía ampliados por la ira.

"Estoy muerto" pensó alarmado, tratando de ver por cual mísero hueco en la tierra podía esconderse y escapar.

- ¡Que ni se te ocurra! - Advirtió la uno - Tu, mocoso, vas a responderme justo ahora te guste o no, así que dime: ¿Te acostaste o no con Itachi Uchiha?

Deidara respiró hondo.

- ... No.

- Osea... - Intervino la figura tres, una sonrisa amenazando con salir - ¿Aún eres puro?

Bueno, muy puro así que digamos no se le podría llamar después de haber sido seducido tan a fondo. Pero en efectos prácticos...

- Si.

Y como para verificar, la dos se levantó y le miró dudosa.

- ¿Osea que... la apuesta sigue?

- Para mi desgracia... - Se desinfló el blondo, esa era la única parte que no le gustaba mucho que digamos - Si.

Otro minuto de silencio colectivo más tarde...

- ¡WOOOOOOHOOOOOOOOOOO!

El culo de Deidara fue a dar violentamente al piso cuando las figuras dos y tres se arrojaron sobre el para abrazarlo. Una se le restregaba en el pecho como los gatos callejeros cuando tienen hambre mientras que la otra no para de darle besos por toda la cabeza. No podía ni adivinar cual era cual debido a lo efusivo y fuerte que le estaban demostrando afecto. La uno, por su parte, se limitó a chasquear la lengua y recostarse contra un árbol.

- ¡Eres mi rubio favorito! - Soltó alegre la número tres, sin dejar de darle apapachos.

- ¡Eres mi pajarito favorito! - Agregó sonriente la número dos.

- Pues yo te garantizo que no eres nada favorito mío justo ahora.

Deidara giro para ver a la figura faltante. Fue algo gracioso ver cómo a pesar de ser la mayor de las tres, tenía un pequeño puchero en sus labios, así como esa expresión de niño que no quiere ir al preescolar. Deidara se separó de las otras con lentitud y se le acercó para darle unas palmaditas en la espalda.

- Descuida - Le consoló sonriente - No te pongas triste.

- Cállate.

Observó con cuidado a la figura, con su cara de niño haciendo berrinche. Vió a la número dos, sus ojitos azules ya no tenían lágrimas y brincaba de un lado para otro. La número tres estaba de tan buen humor ahora que estaba haciendo un pequeño bailecito con los brazos juntos y apenas separando los pies, casi parecia que quería hacer pis.

- Aún puedo ganar - Decía soñadoramente la dos.

- Que ni se te ocurra - Le atajó al vuelo con una risa maliciosa la figura tres - Aún tengo oportunidad de ver el mundo arder en una sesión sadomasoquista.

- Son un par de enfermos mentales - Negaba con la cabeza la figura uno.

Su hermano de ojos cafés le rodó los ojos mientras que el otro le decía:

- Somos exactamente iguales a ti, así que si nosotros somos unos enfermos mentales, tú lo eres mucho más.

- No. Yo nací primero que ustedes dos. Yo sí que salí perfecto, ustedes son los que se dañaron después.

- Ni que fuéramos latas de sardinas para que salgamos dañados de fabrica - La número tres alzó una ceja con escepticismo.

Algo pasó.

Comenzó como un pequeño cosquilleo en la base de sus pulmones, que luego ascendió a a la base de su garganta y una vez allí... salió a la superficie en forma de una amplia y liberadora risa. Pero no una risa cualquiera, si no una de esas risas que son contagiosas, de esas que de solo escucharlas te alegran el día, de esas en las que no importa si resultas escandaloso, solo como te hace sentir el hacerlo. Es decir: Libre, tranquilo y sin preocupaciones. Hacia años que no se carcajeaba de esa forma.

Las figuras se le quedaron viendo raro.

- ¿Y a este que? - Preguntó en voz alta la de ojos grises.

La tres se encogió de hombros.

- Ya lo perdimos.

- Ustedes... - Aún entre risas, Deidara sacudió la cabeza y las miró por turnos, entendiendo que a pesar de todo, ese trío de lunáticos eran una parte importante de su vida ahora - Las adoro.

Las tres se miraron entre sí, repentinamente sorprendidas por esas palabras. Más luego, como siempre, la número dos reaccionó primero.

- Nosotros también te adoramos. Te adoramos muchísimo, pajarito - Y se abalanzó a darle un cálido abrazo. La figura tres, algo menos expresiva pero igual de conmovida, se acercó y se recargo en su hombro con una sonrisa de lado.

- Más que eso, rubio. Nosotros te queremos.

- Siempre te querremos - Dijo la uno, cuyo carácter serio tan solo le permitió mirarlo con cariño y depositar la mano en su cabeza.

La dos asintió.

- Siempre.

Justo allí, entre los brazos de esas raras criaturas que siempre le hacian molestar a la vez que reir, Deidara no pudo recordar un momento en que se hubiera sentido más en familia.

"Para siempre..."





















Continuará...

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).