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El Misterio de los Vampiros de Aqueos por Shuni_Chan

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Notas del capitulo:

    Hola, saludos, espero que estén pasando un feliz domingo. Les traigo la primera parte de este capítulo, me quedó algo largo y estos dos son prácticamente el desenlace del fics, espero que lo disfruten.

I Parte

Adiós

 

    Después de haber entablado una larga conversación con el mayor que yacía aún acostado y durmiendo, Dohko estaba sumido en la quietud de la habitación, no estaba completamente dormido, todos sus sentidos estaban en alerta. Su cabeza reposaba en el alerón del sillón, y en sus piernas descansaba el bastón, siempre con una mano lista para poder desenfundar la espada rápidamente.

    Sus sentidos se pusieron al máximo cuando escuchó que giraban el picaporte lentamente y abrían la puerta que chirrió advirtiendo el paso de algún extraño a la habitación, los pasos del extraño eran firmes y se detuvieron frente a él. Sintió una mano fría que palpaba su mejilla y en un movimiento rápido la apartó desenfundando la espada mirando al intruso aún sentado en la silla.

     La sorpresa se la llevó al reconocerlo y verlo directo a esos ojos que nunca olvidaría. Su cabello estaba más largo de lo que lo recordaba, pero todas sus facciones y su cuerpo, era el mismo, había quedado con su apariencia de un hombre de 25 años, la vida eterna le decían.

     - Shion – Dijo con voz queda viendo sorprendido a ese hombre inmóvil frente a él que lo miraba con ojos serenos y automáticamente bajó la guardia, la idea de vencerlo para darle el descanso eterno se había esfumado de su cabeza dejando caer la espada al suelo.

     - Dohko – Respondió el susodicho acuclillándose a la altura del castaño sin apartarle la vista, solo retiró un segundo la vista del castaño al estirar la mano para colocarla en la frente del señor mayor que descansaba en la cama y había despertado con la agitación del momento durmiéndolo profundamente  – Tranquilo, solo está durmiendo.

     - ¿Qué haces aquí, que quieres? – dijo apacible. 

     - Solo quería verte, volver a tocar tu rostro y despedirme de ti.

    - ¿Despedirte? – Preguntó intrigado, una gran incógnita se formó en la mente de Dohko, ¿de que hablaba?

     - Así es – Sonriendo al ver esa perpleja mirada continuó -  Yo siempre te observé, nunca perdí tu rastro, te seguía a donde fueras, incluso vi como llegaste a adoptar al pequeño Shiryu – Se detuvo un rato esperando que Dohko digiriera esa información – Vi como quedó huérfano, aún era un bebé, su familia por ser de clase pobre no lo pudieron mantener dejándolo olvidado en una esquina de la calle, era ignorado por todos los que pasaban dejándolo a su suerte, era un bebé que ni lloraba, estaba tranquilo jugando con sus pequeños pies cuando lo encontraste, no fuiste indiferente como los demás, te acercaste y decidiste hacerte cargo a pesar de que no estabas muy convencido de poder hacerlo. Cuando lo tuviste en tu casa, tu duda crecía todos los días, te decías que no estabas preparado para eso, incluso pensaste darlo en adopción a caridad. Pero fuiste responsable, criaste un buen chico, lo llevaste por el lado correcto de la vida como debe ser y ahora llevas adelante a una pequeña niña que también te ha robado el corazón con su ternura con la misma mala fortuna, pero sé que ha caído en los brazos correctos – Finalizó Shión con un beso en la mano de Dohko que aun pasmado le contaba todo lo que había pasado por su vida.

     - Shion…

    - También lamento el haberte hecho daño – Tomaba la pierna lastimada besándola con suavidad y cariño mientras la acariciaba  – Sé que te dolió mucho, Hades me vigilaba, pero yo volví a morir por dentro cuando te hice eso, no pensé en lastimarte ¡nunca! Pero el daño ya estaba hecho, yo… no podía estar contigo, no en esto que me convirtieron – Volvió la mirada a Dohko - Me hubiera gustado envejecer contigo, te ves hermoso cada día que pasa.

    - Shion… te extraño – Dijo Dohko con un nudo en la garganta, las lágrimas desde hace tiempo ya resbalaban por su rostro.

    -Lo sé.

    Se levantó ligeramente solo para inclinarse hacia el castaño, tenía una mano puesta en la pierna lastimada de Dohko y otra en su hombro y llegó a sus labios. Se unieron en un beso apasionado que de a poco se profundizaba, se demandaban, se necesitaban del uno al otro, Dohko cruzó sus brazos alrededor del cuello atrayéndolo más.  Shion lo levantó de su puesto fácilmente, sosteniéndolo de su trasero haciendo que Dohko lo envuelva con sus piernas, siguieron con los besos, se extrañaban a horrores sentir de nuevo esos labios carnosos del otro.

    - ¿Por qué te estas despidiendo de mí? – Pregunto el castaño apoyando sus frentes en la de Shion como lo hacía siempre.

    - Porque ha llegado la hora de poder descansar, ya no podré seguir viendo tu vida, me adelantaré y te esperaré en la eternidad de la muerte, todavía te queda mucho por delante, disfrútalo.

  Dohko escuchó su corazón quebrarse en miles de pedazos, lloró amargamente en el hombro de Shion como un niño y este solo lo abrazó para poder consolarlo. Era la última vez que iba a ver a su gran amigo y al que fue su pareja por mucho tiempo hasta que se lo arrebataron de sus manos. Dohko levantó de nuevo la cabeza aferrando sus dos manos al rostro de Shion se miraban mutuamente, grabándose sus rostros en su memoria, cada rasgo, cada textura nueva algo para mantener preservado el recuerdo y un último beso que le depositó Shion en los labios volviendo a sentar al castaño en el sillón.

    Se inclinó recogiendo la espada de Dohko que había quedado en el suelo y enfundándola de nuevo en la vaina del bastón, mirando su pareja que lo veía curioso.

    - Me la llevaré, será de utilidad para los chicos.

   - ¿Que va a pasar Shion?  ¿Ellos se van a sacrificar por esto? Nosotros solo…– Intentaba no quebrarse de nuevo pero las lágrimas lo traicionaron. Shion lo entendió perfectamente estaba preocupado por el pelinegro como un padre lo estaría por su hijo.

    - No, eso no lo permitiremos, solo nos ayudaran para poder salir de esta maldición en la que estamos sumidos – Respondió volviendo a acuclillarse frente a Dohko mirándolo curiosamente - ¿Por qué le permitiste que te dijera abuelo? papá o padre no sonaría nada mal.

    Dohko rio bajo mostrando una dulce sonrisa recordando cuando el pequeño Shiryu lo llamaba “papá” y él le decía no “Abuelo”

    -Un abuelo cuida y cría igual bien a sus nietos como un padre lo haría  - mirando al hombre mayor a su lado – No quería crear confusión en el cuándo estuviera mayor y le dijeran que no se parecía nada en mí o algo parecido.

    -¿Se lo dirás alguna vez?

   -Sí –Respondió decidido – Ha llegado el momento en que sepa todo su pasado y lo que pueda hacer con el.

    -Eres un buen padre Dohko – mirándolo dulcemente y delineando con su pulgar esa sonrisa que la llevaría por siempre en su memoria, se levantó de nuevo - No salgas, sabrás cuando lo puedes hacer.

   -Shion…

  -Tranquilo, él va a estar bien ya lo veras - Se inclinó depositándole en los labios otro beso un último beso antes de salir.- Adiós Dohko, siempre te seguiré amando – Salió de la habitación cerrando la puerta dejando a Dohko desolado y taciturno.

 

-.-.-.-.-.-.-.--.-.-.-.-.-.-

 

    -Ahora si estamos perdidos – dijo derrotado Milo sentándose en el suelo y apoyando el muñón en la rodilla que mantenía doblada – Ha llegado nuestro fin Mu.

    -Así es – Respondió mientras miraba a los recién llegados.

    - ¿¡Qué!? ¿Se van dar por vencidos así de fácil? – Bramó furioso Hyoga, no creía en lo que acababa de escuchar.

    - No somos rivales para ellos, uno es un Juez de Hades, Radamanthys y el otro es el gemelo de Saga, Kanon  – Respondió Milo mirando fijamente a los recién llegados – Y creo que las condiciones no nos favorecen – Levantando el brazo y mostrando el muñón.  

    - No podemos quedarnos así, esto no es posible, hemos llegado tan lejos – Dijo Shiryu viendo la expresión de desasosiego de todos los presentes, cambió su expresión, su rostro se aclaró con una idea  – Si toman nuestra sangre…

    - ¡NO! – Exclamó Mu sin dejar terminar de hablar al pelinegro – Si hago eso no los atacaría a ellos sino a ustedes.

    El silencio reinó un instante cuando se vio interrumpido por el ruido del arma al ser cargada. Hyoga con la mirada decidida apuntaba directamente a unos de  ellos y disparó. El ruido ensordecedor lleno la estancia y la bala recorría rápidamente la distancia, aquellos ni se movieron ni un milímetro cuando la bala se detuvo solo a centímetros de la cabeza del gemelo de Saga y caía al suelo alfombrado con una pequeña estela de humo de la pólvora quemada.

    - ¿Ustedes creen que nos van a detener de esa forma? – Preguntó Kanon en tono socarrón  – No caeré en la misma trampa que el estúpido de mi hermano.

    Una queja por parte del rubio se dejó escuchar cuando todos observaban con asombro como el arma intentaba escaparse de sus manos, Hyoga la retenía con toda su fuerza mirando a aquellos seres que no movieron una sola mano. No pudo más, el arma escapó de sus manos y a medida que se levantaba vieron con asombro como el arma se desarmaba por partes dejando no más que un montón de chatarra.

    - No nos hagan perder más el tiempo, quieren hacer esto por las malas o por las buenas – Dijo aquel hombre de las cejas pobladas mirándolos con los ojos entrecerrados.

    - No le permitiremos eso, no somos ofrendas para su sacrificio – Respondió Shiryu que desenvainó su espada listo para atacar si fuera preciso.

    - Tú no decides eso niño – Respondió Radamanthys seriamente – Por lo que veo esto va a ser por las malas.

    - Recuerda que no le podemos hacer daño, necesitamos su sangre y además el idiota de Saga tomo de ese niño espero que aun sirva.

    Milo que permanecía de espectador, se levantó decidido a hacer algo, tenía que hacer algo, la idea que le rondaba en la cabeza no era muy beneficiosa para los chicos pero eso arruinaba el plan de Hades.

    - Que sea lo que los dioses quieran – Milo le arrebató la espada a Shiryu, la blandió viendo la cara de espanto que tenía el pelinegro que vio con asombro como esa espada se dirigía a él, pero lo que había pensado, la espada se detuvo solo a milímetros del pelinegro que estaba con los brazos cruzados protegiéndose si con eso se podía protegerse – Lo intenté, hice lo que pude – fue lo último que dijo cuando recibió un golpe que lo mandó a volar hasta el portal triangulado que aún se encontraba abierto.

    Los presente asombrados por lo que acaba de suceder, vieron a aquel rubio con la espada en sus manos, sus ojos no pudieron observar precisamente a donde fue a parar Milo, pero ahora se preguntaban qué podían hacer ellos antes esos seres.  

    - ¿Alguien más va a interferir? – Mirando fieramente a Mu que solo lo veía petrificado – Toma a uno de ellos y condúcelo al portal – Ordenó tomando salvajemente a Shiryu y a Hyoga del brazo llevándolos.

    - Lo siento – Dijo en susurro Mu cuando se inclinó por Ikki y Shun, ellos no pusieron resistencia y se dejaron llevar.

    - No lo lamentes, hiciste todo lo que pudiste haber hecho – dijo Shun para tranquilizar un poco al pelilila.

    El pequeño Kiki tomó de la pierna de Mu mirando con miedo al rubio al punto del llanto cuando sintió una mano posarse en su cabeza, levantó la mirada y encontró la mirada tranquilizadora de Mu y un “Todo está bien” que masculló el pelilila. Continuó el camino junto a los hermanos y pasó por ese portal hasta llegar a un gran salón circular.

     Parecía que hubieran salido de la mansión o quizás ese salón era parte de ella, pero todo el lujo fue remplazado por paredes rusticas de piedras que estaban formadas por grandes bloques montados uno sobre otros, grandes arcos puntiagudos de forma gótica y un gran techo abovedado que se encontraba con una abertura en el centro y donde parcialmente se veían las pocas estrellas en el firmamento,  le daban ese aspecto de templo.

    Grandes ventanales con su estilo gótico y vidrios de diversos colores llenaban la estancia de varios colores gracias a la luz de la luna llena. Su techo en base abovedado sostenía una serie de grandes candelabros de hierro y en ellos varias velas estaban encendidas y escurrían endureciéndose por todo el metal. Además de la iluminación en el techo habían encendidas en las paredes una que otra antorcha espaciadas para poder iluminar el lugar adecuadamente.

     En el centro del mismo salón y en forma circular se encontraban cuatro grandes bloques de piedras que asemejaban a unas camas, tenían talladas a su alrededor algunas imágenes intrincadas, símbolos y unos canales que desembocaban en un gran diseño realizado en hierro de arabescos antiguos.

     Frente a ellos, una escalinata de seis peldaños conducía a un trono y sentado se encontraba nada más que el sujeto que se presentó en la noche en su casa, esta vez no estaba vestido con esa ropas antiguas, tenía puesta una túnica negra con morado con un cinturón resplandeciente y una gran capa que le dan aire de majestuosidad y Seiya estaba a su lado, vestido de la misma forma,  sentado en el apoya brazos acariciando al pelinegro mientras él lo abrazaba posesivamente por la cintura. Custodiándolos habían dos sujetos, uno de cabello plateado que prácticamente el cabello caía sobre sus ojos y otro de cabello negro largo. Rindiendo pleitesía con una rodilla en el suelo e inclinado estaba ese rubio de aspecto fiero. Bajo las escalinatas estaba Milo arrodillado con la cabeza gacha.

    Hyoga y Shiryu permanecían de pie mirando fijamente hacia el trono, sabía que no miraban a ese sujeto sino a su amigo Seiya, los ojos de Shiryu veían con dolor al castaño,  tragaba grueso, el nudo en la garganta tal vez no le permitía tragar bien.

     Shun sintió que era separado del pelilila, y empujado hacia donde estaban sus amigos que lo tomaron rápidamente para que no cayera. Mu era puesto igualmente de rodillas al lado de Milo, y al pequeño Kiki lo tenía fuertemente tomado del brazo un hombre de estatura corta con un aspecto desagradable, tenía apariencia de un anfibio que vive en los estanques.

     Kanon pasó justamente a lado de ellos, subió las pequeñas escalinatas y se arrodilló frente al pelinegro igual como el rubio.

    - Señor, hemos cumplido, están presentes los ofrendados  y los que han traicionado la causa, ¿qué quiere hacer con ellos?

    - ¡Mátalos! – Simplemente dijo sin ninguna expresión de culpa en su rostro – Pero no lo harán ustedes, lo harán ellos. – Apuntando con un dedo a los chicos asombrados con la proposición de ese hombre. 

    - Así se hará señor – Respondió Kanon levantándose y dirigiéndose a los chicos tomando a dos de ellos.  Hyoga que se sentía incómodo al toque de ese sujeto fue colocado al lado de Milo, mientras Shiryu fue colocado al lado de Mu.

  - Ustedes serán los verdugos de los que traicionaron nuestro Clan, no podemos permitir estas injurias afecten nuestro pleno desenvolvimiento, eso va para todos ustedes, los que se atrevan a levantar las armas contra mí o en contra de mi prometido esto es lo que les espera.

    Shun se dio cuenta que esas palabras no estaban dirigidas a ellos exactamente, estaba amenazando a otros de su clan, viró sobre sí mismo para mirar detrás sorprendiéndose por la cantidad de esos seres que se encontraban en ese lugar de espectadores, todos rindiendo respeto con una rodilla en el suelo a la autoridad mayor presente en ese trono.

    Ikki también viró al ver la sorpresa en los ojos de su hermano,  detalló a los que estaban en la primera fila y uno de ellos le pareció conocido, se parecía tanto a Aioros, casi las mismas facciones, el color del cabello era casi idéntico pero era mucho más joven, ese era el hermano del Señor Aioros que había comentado Milo, se sorprendió tanto que aquel joven también lo miró con una mirada fría que lo intimidó, apartó la mirada volviendo su vista al frente.

    Shiryu temblaba igual que una hoja, tenía en su interior un remolino de emociones, el miedo, la angustia, pero más que todo la palabra prometido le rezumbaba en los oídos, prometió que no iba a llorar frente a Seiya, sino que lo libraría de ese sufrimiento en el que se encontraba, estaba perdido viendo al castaño cuando sintió que colocaban la empuñadura de la espada en su mano, lo asió y escuchó el filo de la otra espada ser desenfundado y era colocada en la manos de Hyoga que la tomó sin real fuerza cayendo la punta de esta al suelo.

    - Kanon, no te saldrás con las tuyas, no era esto lo que queríamos para todos – con voz firme y aun arrodillado, se expresaba Milo mirando directamente a Kanon.

    - Ustedes fueron los transgresores a la causa justa que tenía nuestro señor, él les iba a otorgar un gran poder, lo podían utilizar para lo que quisieran pero preferiste creerle a Mu y su farsa creencia.

    - Tú solo defiendes esto porque eres pareja de un juez, tu eres el ciego – Respondía Milo - Además dejaste morir a tu hermano, a tu hermano de sangre.

   - Fue débil por la sangre y carne humana, como todo perro no controla todos sus sentidos.

    - Ese no eres tú, amigo – Finalizó Milo cuando Kanon empujo su cabeza para que volviera a mirar al suelo.

    - Procedan a dar fin a los traidores – Expresó con vehemencia el líder – Pero como sé que no lo van a hacer por ustedes mismos, unos de mis jueces los va a ayudar a hacer su cometido.

    - Minos a la orden señor – Se adelantó el hombre de cabellos de plata y con una reverencia alargó sus manos, de ellas salieron finos filamentos que se enredaban en el cuerpo del pelinegro y del rubio, manipulando así sus movimientos, no eras más que títeres siendo controlados por el titiritero.

    - Shiryu, recuerda que ustedes pueden vencer esto, no se les olvide todo lo que pueden hacer – dijo Mu, su voz era tranquila  sabiendo lo que venía, miraba de soslayo a Shiryu que tenía todo sus brazos extendidos alzando la espada, y grandes lágrimas se deslizaban por su rostro – No te preocupes, esto tenía que pasar en algún momento, si salíamos vivo de esto yo les iba a pedir que pusieran fin a mi vida, estaba cansado de vagar por este mundo, ahora podré al fin descansar en paz.

     - Mu, no entiendo como lo vamos a hacer – Respondió con la voz quebrada por el llanto mirando al pelilia que a pesar de las circunstancias se veía tranquilo.

    La mano de Hades bajó dando la orden a la condena.

    - Ya pronto verás cuando pueden actuar, todavía no es el momento – Susurró más para sí mismo que para responderle al pelinegro, cerró los ojos cuando vio bajar la espada directo a su cuello.

    - ¡NO SEÑOR MU! – gritó el pequeño Kiki llorando y gritando viendo como la cabeza rebanada de Mu rodaba hacia la escalinata con un gran camino de sangre y luego la de Milo.

     Hubo un mutismo total en el ambiente, no se escuchaba nada por unos segundos que luego fueron roto por el llanto de los verdugos que intentaban ser fuertes, solos sus gemidos salían cuando no podían retener el dolor por más tiempo.

     - Yo soy un ser piadoso y no pido sufrimiento para nuestros hermanos, ellos pueden seguir viviendo decapitados pero les daré la paz que tanto anhelaban, Radamanthys por favor ayúdalos a morir – Dijo aquel sujeto con prepotencia.

     -Si señor – Respondió el rubio levantándose y bajando las escalinatas que lo separaban.

     Horrorizados los chicos vieron como le pusieron fin a sus vidas a aquellos dos hombres que los habían ayudado a pesar de todo, como vil cucarachas aplastó la cabeza primero de Milo y luego la de Mu donde sus cuerpos dejaron de agitarse y se fueron desvaneciendo hasta convertirse en simples cenizas.

     - Bien, demos inicio al ritual – Dijo con voz de orden – Límpienlos – Fijando su vista en la del rubio que aún miraba impávido el montón de cenizas.

     El silencio fue roto cuando los murmullos comenzaron a escucharse en la estancia y aparecían hombres vestidos con túnicas negras que cubrían sus cabezas, casi no se les podía ver el rostro, más que los labios craquelados y blancos que tenían.

     Comenzaron por tomar a cada uno de los chicos colocándolos en un espacio determinado, se resistían y quejaban a ser desvestido pero para esos seres no era problema, Shun en cambio se aferraba a aquella manta sin poder hacer más que dejar su cuerpo desnudo a esos seres cubriéndose su virilidad y mirando al piso sintiendo vergüenza, sentía la mirada de todos clavarse en su cuerpo incluso la de esos hombres que tenían una sonrisa de oreja a oreja siniestra, se relamían pasando sus horribles lenguas  por esos labios resecos dejándolos con un rastro de saliva espesa en ellos.

    - Espero que tu hermano este muerto – Dijo Hades mirando asesinamente a Kanon.

     - Lo está señor, esos niños les dispararon con una bala de plata en el pecho, si todavía no lo está, está a punto de hacerlo. – Afirmó.

     Ya desnudos procedieron a lanzarles agua, el peliverde salto con una exclamación de sorpresa cuando sintió el agua helada caer a su cuerpo y el temblor se avecinó, no le gustaba bañarse con agua fría, eso lo hacia su hermano, él prefería calentar un poco de agua y ligarla con la fría hasta que estuviera agradable y sumergirse un rato en la bañera para poder relajarse. Luego le pasaron una especie de esponjas por todo el cuerpo limpiando de suciedades el cuerpo y terminaron con otro balde de agua.

    Ya listos procedieron a vestirlo con unos camisones largos blanco de tela de lino y procedieron a dirigirlo a las camas de piedras, pero no los acostaron aun, solo lo pusieron en fila uno al lado del otro arrodillándolos dolorosamente en el suelo duro  y empujando sus cabezas al suelo.

    - Ya casi va a ser la hora para dar inicio a nuestro control total, cuando la luna roja se observe dará inicio  al ritual, al fin seremos invencibles  y este mundo será nuestro, estará llenos de sufrimiento, dolor y desesperanza  – Dijo mirando a cada uno de los chicos – Pero, antes de que finalice con sus vidas podrán observar como un vampiro se convierte en uno verdadero, ciertamente cuesta mucho controlar la sed de sangre, es furiosa, algo que Mu no pudo controlar – Dijo levantando la mano haciendo una seña – Zero trae al niño.

    - Si señor – Dijo aquel hombre con su voz nasal, Shun recordó esa voz, era del mismo hombre el que se apareció en aquel salón cuando se topó con Saga y él lo cubrió. ¿Habría sido diferente la historia si no hubiera hecho caso omiso al silencio que le demandó Saga?, tal vez, ¿pero hubiera sido peor por lo que le pasó? lo dudaba mucho.

    - Levanten sus cabezas y observen – Ordenó mientras el niño era traído cerca de Hades, el pequeño daba patadas y se resistía pero ese hombre que lo retenía a pesar de su tamaño era fuerte – Tú no tienes familia que llore por ti, así que no le harás falta a nadie – Dijo sin el más mínimo tacto.  Kiki lo vio con odio,  tomo aire, contrajo su rostro en una mueca y le lanzó un escupitajo directo a Hades y solo rio por haber acertado donde quería que cayera. Los cuatros chicos veían con asombro lo que acababa de suceder y el atrevimiento del pequeño Kiki  - Eres un malagradecido niño – dijo  mientras Seiya le limpiaba el rostro con su mano, miro con amor al castaño y volvió a mirar al niño – Háganlo probar lo que es se le ha negado hacer.

    De fondo se escucharon abrir unas grandes puertas, que por su sonido chirriante daban a entender que eran grandes y pesadas y de nuevo eran cerradas. Todos aquello seres se ponían de pie dejando un pasillo por el cual caminaba una joven de cabellos rubios largos y de ojos azules, Hyoga se dio cuenta que tenía la misma mirada que su padre cuando era controlado por esos seres, era vacía sin un atisbo de nada. La chica se detiene cerca de las escalinatas cayendo de rodillas al suelo, ella “misma” inclina su cabeza a la derecha y aparta el cabello dejando expuesto su largo y níveo cuello.

    Zero se acerca tomando la cabeza de Kiki para dejarla quieta haciendo presión y ocasionarle dolor, debido a ello el pequeño abre la boca para quejarse pero rápidamente es conducido como una serpiente cuando se le quiere extraer el veneno al cuello de la joven, los dos pequeños colmillos trapazaron la tierna carne de la joven que solo respingó un poco, Kiki al sentir esa sustancia tan adictiva dejo de pelear atrayendo consigo a la joven, clavándole dolorosamente sus uñas en las carne y en solo segundo la chica cayó muerta con los ojos abierto al suelo.

    - ¡QUIERO MAS! – Dijo Kiki con una voz que parecía más de la un demonio, todo el rostro dulce del pequeño había cambiado en un abrir y cerrar de ojos. Carcajadas se escuchaban en el lugar y los chicos lo veían horrorizados viendo la actitud desesperada del pequeño.

    - Ya entiendo por qué Mu se negó hacer eso – Dijo Shiryu viendo como Kiki los miraba malignamente pero antes de que pudiera abalanzarse a ellos era tomado de nuevo por ese hombre con aspecto de rana, esta vez sí le dio lucha, era más fuerte. En una de esos movimientos logró zafarse del agarre de Zero atacándolo con un golpe en toda la nuca, al verlo caído con una velocidad impresionante se dirigía a los cuatros  que lo miraban con expectativa, pero inmediatamente es detenido fuertemente por aquellos hilos que se enredaron en su cuerpo deteniendo su avanzar.

    - Todavía le falta mucho por aprender, pronto lo hará – Comentó mientras veía satisfecho al niño ser controlado por el otro Juez de cabello negro y ser noqueado por el – Bien, ahora daremos comienzo al ritual, ¡prepárenlos!

    - ¡Si señor! – Expresaron aquellos hombres con su rostro cubierto por la  capucha. Tomaron a los cuatros chicos acostándolos a cada uno en una de esas incomodas camas, sacaron de las mismas unos amarres que pasaron por sobre sus muñecas y tobillos aferrándolos y dejándolos completamente inmovilizados, ellos a ciencia cierta ya casi no ponían empeño en poder escapar, las esperanzas de poder hacer algo era muy limitada al menos que ocurriera un milagro.

    - Está todo listo mi señor – Dijo uno de ellos mientras colocaba una rodilla en suelo y reverenciaba al hombre en el trono.

    - Bien, Seiya, mi amor, acompáñame, serás uno de los primeros en recibir todo el poder, serás invencibles  - Tomándole la mano la besó con devoción mirando a los ojos del castaño que le mostró una sonrisa sutil, se levantó y caminaron juntos hasta llegar a los chicos – Espérame aquí, yo te diré cuando acercarte – Uno de los súbditos lo esperaba sosteniendo con las dos manos una preciosa espada con inscripciones y símbolos antiguos.

    Pasó por entre las camas de piedras y se quedó en el centro girando alrededor y detallando a cada uno de los jóvenes que ya a en ese entonces estaban temblando por el miedo, tenían miedo, mucho miedo, sus respiraciones agitadas se los decía, y el temblor de sus cuerpos también. Posó su mirada penetrante en la del peliverde.

    - Has debido dejarte caer en el sueño eterno, yo te estaba esperando para tenerte junto a mí – Profirió mientras veía al peliverde y acariciaba su rostro con el dorso de su mano – No estarías aquí – Tomó el rostro del peliverde por la barbilla enterrando dolorosamente los dedos en sus mejillas haciéndolo abrir la boca e inclinándose directamente a sus labios, besando  profundamente a Shun que se retorcía para intentar liberarse, Hades hizo una mueca de desagrado  – Tienes todavía el sabor de él, ese malnacido lobo.

    - ¡Sucio! ¡Deja a mi hermano, comienza por mí! ¡Mátame a mi primero! – Defendió Ikki alterado tratando de soltarse de sus amarras.

     Hades hizo caso omiso de Ikki, levantó de nuevo la vista y la luna llena en todo su esplendor ya hacia su aparición en la abertura, comenzó a proferir una serie de palabras en otro idioma mientras sus manos descansaban en la empuñadura de la espada que se encontraba afincada en el piso, solo se escuchaba los llantos ahogados de los chicos al ver que el “ritual” estaba dando comienzo.

    Alzó la espada apuntando directamente a la luna, la misma se comenzó a iluminar, era como si absorbiera toda la luz del astro nocturno, comenzando a resplandecer todos los símbolos, diagramas y letras que tiene la espada. Seguía profiriendo palabras en otro idioma cuando cambió la dirección de la espada, ahora la misma se encontraba apuntando hacia abajo directo al pecho del peliverde que en ese entonces ya estaba hecho un mar de lágrimas.

    Bajó la mirada encontrándose con que el peliverde tenía los ojos fuertemente cerrados esperando su final, mientras tenga más miedo mejor, pensó Hades.  Ikki que podía ver todo miraba sin poder hacer nada, vería a su hermano morir, quería tomarle la mano y decirle la mentira más grande del universo, su esperanza radicaba que sería el siguiente pero demonios, nada de esto estuvo en sus planes, seguía moviendo esas amarras tratando de una forma desesperada de desatarse de alguna forma.

    - ¡Déjanos en paz maldito! – Profirió Ikki furioso.

    - ¡Vete de aquí, déjanos en paz! – Secundó Hyoga.

    Nada de lo que dijeron pareció turbar a Hades que siguió profiriendo las palabras en otro idioma, una sonrisa cínica se instaló en sus labios y bajó con velocidad la espada lista para asestarla en todo el pecho del peliverde. Ikki no le dio ni oportunidad de gritar, solo cerró fuertemente los ojos y lanzó un alarido de dolor y frustración. 

 

Notas finales:

   Bueno, lo dejé en la mejor parte. Disfruten este día de descanso. Gracias por leer.


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