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El Misterio de los Vampiros de Aqueos por Shuni_Chan

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Notas del capitulo:

    Hola, saludos, de nuevo yo por aquí. Les traigo el nuevo capítulo tiene dos título debido a que uní el 6, estaba muy cortito y preferí unirlos para que sigan disfrutando del sufrimiento, ujum, perdón, de los acontecimientos en Aqueos.

    En este capítulo hay diálogos que están en negrilla, eso es debido a que extraje esas frases de la serie que tanto conocemos y de seguro mientras los lean recordarán esas escenas. 

   Bueno sin más que agregar, los dejo con el fics. 

Conmoción / Pesadillas

 

   Un nuevo día comenzaba.  Lunes en la mañana, ya los prefectos habían reanudado las actividades, a pedido de los ciudadanos, al ver que hubo una semana sin presentar inconvenientes. Shun se despertaba temprano para tener listo el desayuno cuando su hermano y abuelo se levanten.

 

   Ikki fue el primero en asomarse a la pequeña cocina de la casa, miró a Shun mientas este le entregaba en sus manos una taza de café recién echo, listo para ser deleitado. Tomó a su hermano abrazándolo  con cariño y dándole un beso en la cabeza.

 

   - Shun,  creo que te estas esforzando mucho, yo puedo hacer esto mientras tú descansas – Le dijo mientras lo abrazaba.

 

   - No, estoy bien Ikki, no te preocupes, esto no es nada de todo lo que mamá hace por nosotros, cuando ella se recupere y este de nuevo en casa, la voy a atender con el mismo esmero que ella nos atiende a nosotros – decía Shun orgulloso – Ella es nuestro tesoro y la vamos a cuidar.

 

   - Así es hermano, hoy te voy a acompañar medio camino a la  escuela, el señor Andrews va a ir a una reunión en el Concejo y quiero poder hablar con él.

 

   - ¿El Señor Andrews? Ikki todavía tienes esperanza en seguir en esa mina de carbón – Increpó Shun – Hay otros trabajos hermano, mejores que ese.

 

   -Sí, pero se necesitan estudios y experiencia y eso es lo que tú vas a lograr estudiando y saliendo adelante, ve a cambiarte, vamos saliendo, te acompaño.

 

   Salieron de la casa no sin antes dejarle todo preparado al abuelo. En el camino de a poco iba sus amigos, Ikki estaba feliz de encontrarse con ellos ya que el peliverde no estaría solo, llegaron a un punto donde Ikki se despidió de Shun dándole un beso en la frente y les dijo al grupo que fueran derecho a la escuela y no se desviaran del camino.

 

   - Es decir, que estuvimos dormidos por ¿dos días? –Seiya levantaba dos dedos, para cerciorarse del número de días.

 

   - Es casi imposible - Respondía Hyoga.

 

    - Así es, cuando llegué Ikki entró a la habitación y me dijo que tenía dos días buscándome, estaba desesperado, no lo había visto así nunca -. Decía Shun recordando la escena – Y al llegar a casa, ¿qué les dijo su familia?, ¿no los buscaron así como mi hermanos lo estuvo haciendo?

 

   - Mi hermana pensaba que estaba en la casa de algunos de ustedes – Levantó los hombros el castaño.

 

   -  Cuando llegue a casa no estaba mi padre  -El rubio solo levantó los hombros, pero recibió un apoyo de la mano de Shiryu que se posó en su hombro, ellos sabían lo difícil que era el padre del rubio.

 

   - Mi abuelo simplemente me miró y me dio la bienvenida.- Dijo Shiryu recordando un poco extrañado – Normal, como un día cualquiera, pero es extraño, salvo el caso de Shun todos llegamos a casa como si nos hubiéramos ausentado por algunas horas, Seika hubiera salido igual que el hermano de Shun para buscarte Seiya. – Dedujo el pelinegro.

 

   - Así es, pero ¿por qué Ikki no se vio afectado?  - Indaga Seiya.

 

   - No sé, quizás quería que lo supiéramos y que veamos que ellos tienen el control sobre nosotros y nuestras familias – Analiza el pelinegro.

 

   - Pero ese sujeto a pesar de extraño me confirmó que no nos iba a hacer daño – Acotó Shun.

 

    - Una cosa es la palabra, otra la acción Shun, no hay que ser tan inocentes, tú comentaste que lo dijo casi de forma sarcástica, el sintió tu miedo.

 

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   Ikki caminaba rápidamente por las calles, estaba a punto de llegar al Concejo cuando la vio. Quedó inmóvil, embelesado, Esmeralda, tan hermosa como siempre, si tan solo su familia los dejara tener una relación como tal seria el hombre más feliz del universo. Sus pies comenzaron a dar los pasos hacia ella, como hipnotizado se iba acercando cuando una mano se colocó en su hombro deteniéndolo.

 

   - ¿A dónde vas tan deprisa Ikki? ¿Acaso se te olvida que mi hija es mucho para ti? – Decía arrogante un señor alto de tez morena.

 

   - Sr. Guilty. – Vio a aquel hombre sosteniendo su hombro.

 

   - Es mejor que sigas tu camino, no te entrometas en el mío Ikki, ni te atrevas a acercarte a ella ni a dirigirle tus apestosas palabras – Ikki miro a Esmeralda, ella estaba entretenida hablando con un caballero de la alta sociedad, él nunca le podría llegar a los talones a ese hombre, ella se merecía algo mejor. Bajo su mirada y muy respetuosamente le dio la razón asintiendo con la cabeza, con un “con permiso” se desvió del camino para no toparse con ella y poder llegar su destino.

 

   Caminaba triste, metido en sus pensamientos pensando en cómo raptar a la princesa, y darle todo lo que quisiera. Que increíble, el pensando en eso, cuando era su hermano al que le gustaba leer ese tipo de historias, le decía que no perdiera tiempo leyendo esas fantasías y ahora él pensaba en eso, se rio internamente.

 

   Llegando al Concejo, se detuvo frente al edificio pensando en las palabras que le podía decir al Sr. Andrews, estaba nervioso y no paraba de jugar con sus manos cuando de pronto una ventana estalló y de ahí se veía como caía al suelo empedrado de la calle un cuerpo humano, el mismo rostro horrible de la otra víctimas, totalmente blanco y esa expresión, Ikki pudo ver todo claramente, prácticamente se encontraba en la primera fila, y para su mala suerte, esa persona era el Sr. Andrews.

 

   ¿Ahora qué iba a hacer? miraba el cuerpo mientras se sostenía las cienes, no podía tener tan mala suerte, ¿qué había hecho para merecer todo eso?, ¿cómo iba a llevar la comida para su familia? le quedaba poco de lo ahorrado. Subió la mirada mientras veía la ventana por donde había salido expelido el Sr. Andrews y vio una sombra, ¿era una persona? ¿Qué era eso? Desapareció tan rápido en un pestañeo.

 

   La multitud se aglomeró alrededor de aquel cuerpo, hasta que la policía se hizo presente. Se abrió paso para salir lo más rápido posible, y se topó con ella; Esmeralda, sus vistas se cruzaron y era como si nunca se hubieran visto, quedaron prendados, ella giro su cabeza como buscando a alguien, tomo de las manos a Ikki llevándoselo lejos de la multitud, y de su padre. Ikki solo iba absorto, no puso presión era como un niño siendo halado por su madre.

 

   - Ikki, por todos los dioses, no se de ti hace mucho tiempo – Le dijo, mientras que con su mano izquierda tocaba una mejilla del caballero.

 

   Él simplemente tomo esa mano para besarla – Esmeralda, tu sabes que nuestro amor no puede florecer, tu familia, está en contra de nuestro amor.

 

   - El odio que tiene  mi padre hacia tu persona se debe terminar. Todos somos iguales y no entiendo porque la gente siempre tiene que odiarse por las clases sociales, “deben haber más cosas maravillosas en este mundo, estoy segura” 

 

    Ikki sin palabras solo miraba a la hermosa mujer que tenía enfrente de él, asintió a sus palabras, el sentía esa mirada de desprecio todos los días cuando iba a su trabajo.

 

   - Esmeralda, te he extrañado mucho y siempre te recuerdo pero ahora me encuentro en una situación difícil,  me he quedado sin trabajo, mi familia la ha visitado la desgracia, mi padre falleció y mi madre se encuentra recluida en el sanatorio; desde la muerte de mi padre no volvió a ser la misma, tengo que sacar adelante a mi hermano y a mi abuelo. Estaba por hablar con el Sr. Andrews para volver a trabajar con él, pero ya no ha de ser posible.

 

   - ¡Oh Ikki!, cuanto lo lamento, tu eres un buen hombre y no tienes por qué sufrir así. Toma y no lo rechaces, lo necesitas más que yo – Expresó la rubia quitándose los aretes que tenía puesto – Son de oro, véndelo – lo colocó en sus manos.

 

   - No puedo aceptar eso amor, simplemente no… - Se vio interrumpido, dos hombres un poco más alto que él se le fueron encima a golpes, no entendía lo que estaba pasando hasta que lo vio, el padre de la rubia, parado con soberbia al lado de ella.

 

   - Cómo te atreves Esmeralda, hablar con un sucio y rastrero obrero, ni siquiera mi propia hija puede decidir su propia vida, yo sé lo que le conviene a ella y simplemente no eres tú bazofia – Lo escupió mientras los hombres los sostenían por los brazos, dio media vuelta y tomo a Esmeralda del antebrazo fuertemente, la estaba llevando a rastras mientras ella se oponía. Nada podía hacer la chica, su padre era mucho más alto y fuerte que ella – Encárguense de él, pero no lo maten, simplemente denle la lección de no acercarse más a mi familia.

 

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   Con el orgullo herido, más que sus heridas, Ikki prácticamente se arrastraba, Esmeralda no tenía la culpa de esto, era ese viejo granuja. Todos veían al pobre peliazul tambalearse por las calles como si estuviera ebrio. Su propia fuerza de voluntad lo llevó a su humilde casa, Shun estaba ahí cuando Ikki apenas abrió la puerta, cayo de rodillas y llevo sus manos a su rostro derrumbándose totalmente.

 

   -Ikki, hermano, por todos los dioses ¿qué te pasó? – Se acercó Shun para ver que su hermano estaba llorando, muy pocas veces, o mejor dicho, solo lo había visto llorar dos veces, uno cuando su padre murió y ahora en este preciso momento. Solo se acuclillo con él y le prestó su hombro para que desahogara toda la frustración que tenía en ese momento.

 

   Cuando tuvo un poco de sosiego en su alma se dirigió a su habitación, aún tenía el puño cerrado que abrió de a poco para descubrir en este los aretes de esa preciosas mujer, muy sencillos y discretos, los devolvería, no podía aceptar aquello, era mucho de la mujer que amaba. Amaba en tiempo ¿pasado? Quizás, no podía, simplemente no podía hacer frente a esa realidad.

 

   Al día siguiente su alma se seguía sintiendo miserable, estaba en cama viendo a la nada. Sus heridas escocían a pesar de que estás estaban tratadas y vendadas adecuadamente para evitar alguna infección, suspiraba, la verdad la vida lo estaba tratando injustamente. La puerta de la habitación se abrió deteniendo sus cavilaciones dejándose ver una cabellera verde.

 

   - Shun…

 

   - Hermano, te traje el desayuno – Dijo Shun mientras entraba con una bandeja, un desayuno suave de café con pan y algunas frutas.

 

   - Gracias hermano – Se sentó en la cama con un poco de dificultad, todo su cuerpo esta mallugado por los golpes y hoy dolían más que ayer pero le dolía más su orgullo.

 

   - ¿Estas bien? – Pregunto el peliverde colocando la pequeña bandeja que fungía de mesa entre las piernas de Ikki y se sentaba a su lado. Tocaba suavemente una cicatriz algo grande en el entrecejo de Ikki.

 

   - Más o menos Shun.

 

   - Ikki, ¿qué fue lo que pasó?

 

   - Solo me topé con la persona incorrecta.

 

   - ¿Esmeralda, cierto? –Shun conocía esa tragedia familiar desde que tenía 8 años, ese día vio con sus propios ojos como era el amor a primera vista y también vio como era ser despreciado vilmente por el padre de la chica. Ikki solo asintió mientras tomaba sorbos cortos de su café.

 

   - Y no solo con ella sino con su padre también.

 

   - ¡Ay hermano! El amor vuelve débil al hombre – Abrazándolo cuidadosamente para no causarle más daño de lo que le habían hecho.

 

   -“Dicen que los sentimientos hacen débil al hombre, pero muchas veces el amor es lo que nos vuelve más fuerte” y no solo el amor de una pareja, también el de una familia.

 

   Shun solo asintió a esa frase, quedó mudo, eran ciertas esas palabras, uno podría hacer lo que estuviera a la mano por lo que más amaba. ¿Qué había hecho el por su amor aun no declarado? Nada, ¿Qué había hecho por su madre? Nada. Solo los ojos se aguaron pensando en ella. La había ido a visitar pocas veces, pero no era porque no la quería, simplemente esa madre cariñosa, amable, atenta se había ido, no le gustaba para nada verla de esa forma, simplemente se repetía en su mente que esa mujer frente a él mirando a la nada no era su mamá.

 

   El día transcurrió entre varios quehaceres, hasta que la noche llegó y la hora de descansar. Shun se cercioró que su hermano no necesitara nada, se acercó y estaba profundamente dormido, le dio un beso en la frente y se dirigió a su cama. Se acomodó en ella, dio unas cuantas vueltas hasta que encontró acomodo y se durmió.

 

   Se vio a si mismo caminando por las calles desoladas de Aqueos, con su camisón puesto y descalzo, las farolas alumbraban a media, y estaba rodeado de una bruma blanca, a penas tenia visibilidad. Caminaba sin rumbo fijo, miraba a todos lados sin saber ubicarse en que parte de la ciudad se encontraba. Llamó a su hermano; solo el eco retumbó, volvió a llamar y este mismo eco le respondió.

 

   Su cuerpo temblaba ligeramente, el miedo se iba a acrecentando en él. Seguía caminando, mirando a la derecha, luego a la izquierda, solo esas luces mortecinas que era opacada por la niebla lo acompañaban. Tropezó cayendo de rodillas, hizo un quejido de dolor, se levantó mientras observaba sus rodillas y veía el raspón que se había hecho; levantó la mirada, y frente a él estaba esa mansión, más oscura, siniestra, le parecía terrible, tenía ganas de gritar y salir corriendo, quiso retroceder pero las piernas ni su cuerpo le respondía, sin proponérselo comenzó a caminar hacia ese lugar.

 

   Llegó a la entrada y aquella puerta desvencijada comenzó a abrirse con un sonido chirriante y espantoso. A medida que abría escuchó una voz conocida, era su hermano que le decía “Nunca debes perder el valor, suceda lo que suceda”. Aquella puerta abrió totalmente y una negrura espesa estaba delante de él, sus piernas volvieron a moverse introduciéndose en esa mansión. En su andar la textura del suelo cambio drásticamente, caminaba por una superficie muy rugosa, que lastimaba de a poco los pies. Era guiado como una marioneta, había cruzado unas cuantas veces en esa oscuridad y cada vez la textura del suelo lastimaba más, el caminar era tortuoso, se quejaba a medida que avanzaba, quería despertar si esto era un sueño, pero simplemente no podía, recordaba esa frase que escuchó de su hermano, él le había dicho eso cuando la muerte de su padre, ese día se sentía derrotado, abatido.

 

   Detuvo de repente el andar, esta vez tenia movilidad, sus pies dolían pero era tal el desasosiego que no sentía casi nada. Levantó sus manos al frente intentando palpar algo, al principio nada, las manos bailaban en el aire, camino sin un rumbo fijo y sintió una pared muy rugosa, húmeda y el olor característico a un lugar muy cerrado. Seguía palpando a través de ella para guiarse, estaba en eso hasta que sintió una presencia detrás de él y una mano muy fría reposó es su hombro derecho que detuvo su andar.

 

   Escalofríos viajaban por todo su cuerpo y comenzó a temblar. De pronto la mano comenzó a moverse deslizándose por su brazo, subió igual por el mismo y se dirigió al pecho, bajó por su torso hasta llegar abajo a su virilidad. Las alarmas del peliverde se encendieron y trato por todos los medios de zafarse de aquello, utilizo todas su fuerzas y pudo despegarse cayendo de rodillas, sus quejidos era lo único que se escuchaba en ese lugar.

 

   Llorando, sintió de nuevo esa mano que se aferraba a su tobillo y lo halaba con fuerza, gritó, estaba siendo arrastrado, con una patada golpeo algo o alguien y volvió a zafarse y se levantó rápidamente. Miraba a todos lados teniendo la esperanza de ver una luz o algo cuando sintió esa misma mano fría que se agarró de su cuello apretándolo, llevó sus propias manos a aquella para intentar quitárselas, el miedo lo invadió cada vez más, sintió que sus pies ya no tocaban el piso, estaba siendo levantando mientras seguía siendo estrangulado, la mano ejercía más presión cada vez en su cuello.

 

   De pronto, una cálida luz iluminó el lugar, él estaba mirando al techo, mientras seguía luchando por su vida, viro los ojos hacia abajo para tratar de ver a su agresor y vio a un sujeto con la sonrisa más macabra que pudiera a ver visto. Era uno de los hombre que los había atacado en el pueblo <<Me llaman Mascara de la Muerte niño y tu fin esta próximo>> lloró, pataleo todo lo que pudo intentando zafarse, balbuceo el nombre de su hermano, su mente se nublaba, poco a poco perdía la batalla, dejo caer sus brazos, escuchaba el reír macabro de ese sujeto mientras aun buscaba con su boca abierta recibir un poco del preciado aire hasta que escuchó su nombre fuerte y claro ¡¡¡SHUN!!!

 

   Abrió los ojos, tomó aire con un sonoro respiro, su hermano estaba frente a él, el rostro de Ikki estaba desencajado de la angustia. Fue despertando de a poco, su respiración se agitó, los ojos abiertos de par en par, miro alrededor, al lado izquierdo de su hermano estaba el abuelo, una lagrima escurrió por la mejilla y otras las siguieron, seguía en shock.

 

   - ¡Shun! ¿Estás bien hermano? ¿Estás bien?  - Decía un nervioso Ikki. El peliverde en un impulso se abalanzó a su hermano y lloró, lloró todo lo que pudo, gritó y se sintió desahuciado, temblaba, todo su ser y esa sensación de impotencia lo tenía en vilo.

 

   - Tranquilo hermano, tranquilo, ya pasó, ya pasó- Trataba de calmarlo el peliazul mientras aun lo abrazaba, se sentó en la cama  y se mecía con él para tranquilizarlo.

 

   -  Voy por agua dijo el abuelo  - Ikki solo asintió.

 

   Shun de a poco iba tranquilizándose, hipeaba, tomo el vaso de agua que le ofrecía su abuelo con sus manos temblorosas bebió un sorbo.

 

   Hubo silencio en la habitación, solo se escuchaba el shusheo de Ikki para tranquilizar al peliverde que aun temblaba. El abuelo tomo el vaso y lo colocó en la mesa de noche.

 

   - Fue solo una pesadilla Shun todo está bien, ya pasó. –Dijo Ikki mientras lo seguía reconfortando.- Me distes un gran susto, me llamaste un par de veces estabas pateando y saltabas en la cama, hasta que vi como si te estuvieras asfixiando, estaba intentando despertarte desde mucho antes pero no reaccionabas.

 

   - Ikki – Dijo Shun con un hilo de voz, le costaba hablar, aún tenía la sensación en el cuello y no se recuperaba del todo por la falta de aire – Esta pesadilla… fue de lo más real Ikki, yo solo sé que caminaba por la ciudad, incluso me caí y lo sentí…el dolor… y el caminar descalzo…- Ikki para tranquilizar al peliverde, descubrió la cobija hasta sus rodillas para que viera que no había pasado nada malo, pero los hechos le demostraron lo contrario, vio aquellas rodillas lastimadas y llenas de raspones.

 

   Rápidamente Ikki se puso de pie y apartó la cobija a Shun viendo las heridas que tenía en sus pies, estaban rotos y muy lastimados,  él y su abuelo miraban indignados la escena, no podía ser posible, nunca lo vio caminar para poder hacerse semejante daño.

 

   El abuelo salió rápidamente de la habitación, Ikki aun veía estupefacto todo. El anciano entro con un recipiente de agua para lavar las heridas de su nieto, se inclinó y procedió a limpiarlas, las heridas le escocían a Shun e intentaba no llorar, pero era doloroso. Luego las vendó.

 

   Esa noche el peliverde no pudo conciliar el sueño, su hermano lo acompañó en su cama para cuidarlo y que pudiera descansar, pero era imposible, apenas cerraba los ojos volvía a ese lugar. Se revolvía en la cama, giraba con cuidado para no despertar a su hermano y a punto de las 5 de la mañana se rindió al sueño.



Notas finales:

Bueno, espero que les haya gustado este capítulo. Nos vemos en el próximo.


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