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El Misterio de los Vampiros de Aqueos por Shuni_Chan

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Notas del capitulo:

   Hola, saludos, les traigo un nuevo capítulo, en este aparece otro vampi que me imagino que van a conocer. 

Sueños


 


   Hyoga estuvo acompañando al peliverde un buen tiempo en la habitación, estaban tratando de conocerse mejor. Todas las fallas y cosas positivas que tenían, se sorprendieron al ver que había muchas cosas en común y bromearon con que más bien eran hermanos. Al peliverde la pesadilla aún le pasaba factura a su sueño, Hyoga lo comprendió, se levantó de la cama no sin antes dejarle un beso en los labios y otro en la frente, arropándolo como si fuera un padre con su hijo.


   Salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí, olvidándose completamente que el anciano estaba en casa. Se sonrojo, ¿habrá escuchado todo? Lo más probable. Esa pequeña casa no guardaba secretos. Se fijó en el anciano pero este no mostraba signos de disgusto o molestia, estaba tranquilo.


   - ¿Está todo bien joven? – Pregunto el anciano mirando directamente al rubio.


   - Sí señor, solo está cansado, ya se acostó. De verdad tuvo una muy mala noche.


    - Ni que lo digas joven – dijo el abuelo y prosiguió levantándose de la silla – Al ver que mi nieto va a estar en buenas manos,  ¿puedo abusar un poco de tu confianza?


   ¿Qué quería decir eso? ¡Claro! Él había escuchado todo, se sonrojo a punto de un tomate y el señor parecía aceptarlo muy bien.


   - Claro señor, recuerde que lo vine a ayudar, estoy a la orden - dijo cordialmente el rubio.


   - Bueno, quiero ir a visitar a mi hija al sanatorio, tengo tiempo que no voy a visitarla,  no voy a tardar mucho, ella ya no es la misma cada vez que la visito está más ida – La expresión del anciano que al principio era divertida al ver la incomodidad del rubio cambio drásticamente al recordar a su hija. Esto lo noto el rubio y asintió.


   -Si señor puede confiar en mí, con gusto de aquí no me moveré


   -Gracias hijo ya regreso – Tomó su chaqueta del perchero y salió.


    Hyoga quedó solo, examinado con detenimiento el lugar donde se encontraba, prácticamente era la sala, comedor y cocina, miro todo a su alrededor, las tres puertas, dos de ellas eran habitaciones y una un baño un poco desvencijado con una pequeña bañera de patas que estaba algo oxidada.


   Todo estaba limpio y ordenado, era humilde y pequeña pero se sentía el calor de hogar que extrañaba él. Ellos eran una familia unida a pesar de las adversidades, se tenían uno al otro y se apoyaban mutuamente, y eso era lo que él quería en su hogar.


   Suspiró sentándose de nuevo en aquella silla de comedor, cruzó sus piernas y sus brazos. Él por el trabajo de su padre, tenía una casa mucho más grande que esta, era de dos pisos con 3 habitaciones y baño con baldosas nuevas, cocina  y un espacio delimitado para una gran mesa de comedor. Pero siempre estaba sola, fría y sola, así como se sentía todos los días cuando estaba encerrado en esa casa. A pesar de que había personal de servicio igualmente se sentía solo.


   Su mamá Natassia, así se llamaba, había muerto cuando tenía apenas 6 años. Su recuerdo era muy vago, recordaba la rubia cabellera y esa sonrisa que siempre tenía para él. Un viaje en barco le había arrancado la vida de su madre, este no resistió el embate de las grandes olas que destrozaron el mismo, se hundió;  nunca encontraron los cuerpos de las personas y la tripulación que viajaban en el mismo, “el mar se los tragó” así simplemente habían dicho. Antes de zarpar ella le dio ese rosario que quedó como recuerdo de aquella madre devota que alguna vez tuvo.


   En cambio su padre Camus, el ser más frio y calculador que existe solo vivía para el trabajo. Cuando su madre murió el no mostró ningún atisbo de tristeza. Es un excelente abogado de la ciudad de Aqueos, nunca estaba cuando lo necesitaba y no hace mucho tiempo había tenido una discusión fuerte con él por tratar de coartarle su libertad.  Quería irremediablemente “encarcelarlo” en su casa obligándole a asistir a clases particulares en la misma, en sus propias palabras “Estas perdiendo el tiempo en ir todos los días a esa escuela, no aprendes más que a leer y escribir y la verdadera enseñanza es la que se te va a impartir para que seas mi sucesor, lo has de hacer quieras o no”


   En su mente, esas palabras resonaban en su cabeza, tan fuertes y claras como lo había expresado su padre. No podía permitir eso, ¡nunca!, porque simplemente lo apartaría de lo que lo mantiene un poco cuerdo en este mundo, los amigos, con los que podía hablar, entretenerse un buen rato y lo bien que lo comprendían cuando estaba de mal humor.


    La mañana transcurrió entre sus pensamientos, se levantaba cada cierto tiempo para revisar al peliverde, abría la puerta con cuidado, se asomaba y veía que aún seguía durmiendo y respirando que eso es lo que importaba.


   Salió del ensimismamiento cuando escuchó que tocaban la puerta. Tres fuerte Toc, Toc, Toc, se levantó, dudo en abrirla ya que él era solo un visitante. Decidido caminó hasta esta y la abrió.


   - ¿Hyoga? – Preguntó Shiryu extrañado de que fuera el que abriera la puerta -  ¿Qué paso?


   - No ha pasado nada extraño, solo que Ikki no ha regresado y el abuelo aprovechó de visitar a su hija en el sanatorio – Respondió el rubio apartándose un poco para dar paso a sus compañeros, cerrando la puerta tras de sí.


   - Ya veo – Respondió el pelinegro.


   - ¿Cómo se encuentra? – Preguntó el castaño hablando con voz baja sabiendo que el peliverde se encontraba dormido.


   - Esto es serio amigos, Shun se las vio muy mal en su pesadilla, no me quiso contar muchos detalles pero ya verán de lo que hablo cuando lo vean, no quiero que se abatan, debemos apoyarlo – Respondió el rubio.


   Estuvieron conversando un rato, el rubio prefirió guardarse su declaración de amor al peliverde, todavía era muy pronto para darle esa noticias al morocho y al pelinegro – ¿Hyoga? – Se escuchó decir en la habitación del peliverde. El rubio se acercó, abrió la puerta, asomándose le avisó que los muchachos estaban ahí para visitarlo,


   – Va a ser un poco impactante cuando lo vean, pero, está bien y está con nosotros – Dijo Hyoga en susurro mirándolos seriamente.


   Shiryu y Seiya se miraron entre sí, ¿Tan mal estaba su amigo? Y asintieron. El rubio abrió la puerta dejándolos pasar. Entraron y con sus ojos bien abiertos no daban crédito a lo que veían. Shun viéndolos con algo de pena y dolor, el pelilargo había soltado los libros que tenía en la mano por la impresión y al castaño se aguaron los ojos.


   - Chicos, estoy bien no he muerto – Decía el peliverde al verlos impresionados.


   - Shun… no…esto…esto es demasiado – no salía del asombro el pelinegro, cubrió con su mano sus ojos.


   El rubio se acercó a ellos diciendo en voz baja - ¿Qué les dije? , no hagan ese drama, guarden compostura, fíjense que el necesita nuestro apoyo.


   -Tienes razón, tienes razón – Mascullo Seiya acercándose el peliverde y dándole un abrazo siginificativo para ambos - Aquí estamos Shun.


   -Estuvimos todo el día preocupado por ti – Dijo el pelinegro.


   Shun asintió enternecido viendo a sus grandes amigos, no le hacían faltan más para ser feliz, ya lo tenía todo, les pidió que se acercaran y se abrazaron todos juntos como una familia muy unida, nos los cambiara por nada.


   El peliverde luego que todos pudieron sosegarse, les contó de su pesadilla, no solo fue el estrangulamiento mostrando su cuello y pudieran ver la marca que dejó aquel sujeto, también fueron las heridas de las rodillas y los pies.


   -Fue un sueño vivido, todo lo que te pasó en el sueño se traspasó a la vida  real.  


   -¿Y ustedes no han tenido este tipo de sueños? ¿Solo yo? – Preguntó Shun.


   -Bueno, tenía dudas de contarlo – Comenta el rubio con los brazos cruzados – pensé que era culpa lo que sentía por mi madre, pero podría ser que no. – Prosiguió- Soñé con mi madre, yo abordaba con ella el barco en que zarpó, luego vino la tormenta y con ello el desastre. Vi todo lo que pasó, como el barco se desbarataba por cada arremetida de las olas…el mástil del barco caía sobre mí, mi mamá me empujó salvándome, pero cayó sobre ella aplastándola. – Hizo una pausa larga mientras trataba de asimilar esa parte -  Una gran ola movió lo que quedaba del barco y yo caí al mar, no podía mantenerme a flote, el mar estaba embravecido, y las olas me revolvían. Estaba cansado agotado, ya no podía mantenerme a flote y comencé a hundirme, me estaba ahogando, no podía respirar, ya no tenía aire, y fue un golpe que me trajo a la realidad. Me había caído de la cama, mi cabeza había golpeado con la punta de la mesa de noche.


   -¡Que horrible Hyoga! ¿Estabas solo? - Pregunto el peliverde espantado por lo que acababa de decir el rubio.


   -Sí, las mucamas fueron a ver qué había pasado ya que escucharon el golpe cuando caí.


   -Bueno, si de sueños se trata yo también tuve uno– Dijo con congoja el pelinegro – He soñado que voy caminado sosegadamente hacia la mansión, recuerdo que era de día – Miró a sus amigos para ver su expresión de curiosidad- No tenía miedo, solo iba con calma.  Abro la puerta, subo las escaleras y al final veo ese pasillo iluminado de un rojo sangre, miro a la izquierda y seguí por allí. Al final me detengo y observó un cuadro de grandes dimensiones, me llamó mucho la atención la inscripción Abandone la Esperanza Todo el que entre Aquí Recordé esa frase ya que es de un libro que leí hace poco llamada  “La Divina Comedia”, levanté la vista y era una escena también del mismo libro. *Dos hombres condenados en el octavo círculo del infierno, luchando salvajemente. Uno de ellos de cabello rojo, muerde por el cuello a un hombre de cabello negro sujetándolo fuertemente por el brazo mientras le clava la rodilla en toda la espalda.


    De pronto sentí una mano que me acariciaba, apartó mi cabello y sentí dos afiladas agujas aquí – Señalando su nuca- parpadee un poco, trémulo seguía viendo esa obra de arte, sin inmutarme siquiera, mi vista se fue nublando y luego oscuridad. Cuando me desperté, muy desorientado, incluso me caí de la cama despertando a mi abuelo que me vio como un fantasma, me dijo que estaba pálido.


   - ¿Y te quedó la marca? ¿Puedo observar? – Preguntó curioso Seiya.


   Bajo la mirada con miedo - La verdad no quiero que esto sea real, no quiero creerlo. - Apartó el cabello y hay estaban las marcas.


   Quedaron en silencio un rato, todos pasaron momentos difíciles e incomodos, luego los tres fijaron su mirada en Seiya, escudriñándolo con la mirada. Era el que faltaba en el grupo.


   El castaño incómodo con las miradas se sentó en el suelo, por el rostro que tenía no quería hablar.


   - Seiya, ¿estás bien? ¿Tuviste un sueño? – Preguntó el pelinegro, el castaño solo asintió.


    - Se podría decir pesadilla – respondió el castaño - pero no, no sé , yo solo me vi … No lo sé... Aun me cuesta... Todo esto...– colocaba una mano en su pecho – y luego…luego…no se


   - Seiya, aclara tus ideas, no te sientas mal a cada uno nos sucedió – dijo para tranquilizarlo Shiryu, pero el castaño seguía con la mirada baja, estaba ido en el recuerdo, movía la cabeza negando, mascullaba algo.


   - No, no puedo hablar de esto – Se levantó rápidamente y salió no solo de la habitación sino de la casa, habían escuchado el portazo en la puerta de entrada.


   Quedaron estupefactos con ese acto del castaño, no pensaban que lo había pasado mal con la pesadilla como lo había nombrado él.


   - ¿Pero qué le pasó? – Preguntó el peliverde


   - No sé, en la escuela estaba tranquilo y quejándose de que no habías asistido a la escuela, pero no sabía que el ocultaba también uno – El pelinegro recogió sus libros – Voy  tras él.


 


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   Ikki había llegado a la mina, justo en ese momento se celebraba una reunión, se acercó de a poco escuchando lo que decía:


   -Es por ello, que el que le sucede y nuevo jefe de esta mina de carbón es el hijo del Sr. Andrews. Sin más nada que agregar damos por finalizada esta convocatoria y pueden regresar a sus puestos de trabajo.


   -“Era de esperarse que el hijo heredara esto”


   - “Aunque nunca lo he visto, ¿será peor que el Sr. Andrews?”


   -“El debió estar en esta reunión” – Era el murmullo de los trabajadores que especulaban.


   Ikki vio a su antiguo coordinador Aioros, estaba ocupado hablando con un hombre alto de cabello corto, de alto cargo de la compañía llamado Shura. Las malas lenguas decían que eran pareja, pero él prefería hacer oídos sordos y no ofrecerse a los chismes que en esa  mina corrían.


   Aioros era un hombre agradable, muy inteligente y con mucha paciencia, sabia como guiar a los empleados que tenía a cargo, todo lo contrario a como era el Señor Andrews, era un despiadado.


   Fue escabulléndose hacia la oficina del Coordinador y poder esperarlo dentro. Vio alrededor de la oficina, como siempre todo en orden, el desgastado sillón, el gran escritorio de roble y arriba del mismo vio el diario que tanto le había llamado la atención, lo tomó, leyó el encabezado:


 


¡Tragedia! Ha muerto el Empresario Andrews Lavert


 





“El Señor Andrews que cambió la vida de miles de habitantes de Aqueos gracias a sus beneficios sociales, murió la mañana de ayer al caer desde el primer piso del Concejo. Según nos comenta la policía de esta ciudad, este es un hecho aislado que al parecer no está vinculado con las extrañas muertes que han estado ocurriendo en la ciudad.


Según testigos del hecho el Sr. Andrews estaba discutiendo fuertemente con una persona aún no identificada.


Ha dejado atrás una gran obra y…





 


   -Tsk, eso no se lo creen ni ellos mismo – Musitó el moreno con la frente arrugada por la rabia de leer eso, ese hombre no era más que un déspota millonario, estaba seguro que si tuviera un látigo, los estaría torturando todos los días. Pero que más tortura trabajar en un lugar cerrado, oscuro, con poco oxígeno y lleno del polvo del carbón, no hacía falta el látigo ya los que trabajaban ahí estaban condenados a muerte.


   Luego, pasó su vista a la fotografía central, la miro con detenimiento, miró el cuerpo del “pobre” Sr. Andrews, su mente se transportó a ese día cuando prácticamente el cuerpo cayó a sus pies. Recordaba haber visto las marcas en el cuello de aquel hombre, los dos puntos uno al lado del otro.


    La noticia desmentía que fue un ataque de esos seres pero no. Si se miraba con atención la foto hay estaban las marcas perfectamente visibles – ¿A quién quieren engañar?- Miró a la multitud que se aglomeraba atrás quedando en segundo plano, vio a cada una de las personas, detallando los rostro y algo increíble sucedió.


   De pronto esta comenzó a cobrar vida. La oscilación de las personas, el murmullo que emitían y el viento que movía sus ropajes lo podía ver perfectamente claro. Pensó estar alucinando sacudió su cabeza y enjugó un poco los ojos y volvió la vista a aquella fotografía. - ¿Qué? ¿No es una ilusión? – Expresó atónito viendo que aún seguía moviéndose. Paseó su vista a todo alrededor y ahí estaba ese sujeto, uno solo de la multitud que no miraba el cuerpo tirado en la calle, sino que lo miraba fijamente a él sin quitarle la vista de encima. El viento jugaba con su cabello arremolinándolo, estaba cruzado de brazos y tenía una mirada penetrante. Comenzó a andar sin apartarle la vista ni un minuto, veía como se acercaba de a poco, el moreno no podía apartar la vista de aquel sujeto que con su elegante andar se acercaba.


   Lo vio claramente, su rostro de rasgos finos, mirada penetrante y esa sonrisa mordaz, su cabello levemente rizado. A pocos metros se detuvo y extendió su mano, esta iba acercándose veía como sobresalía del diario, primero los dedos con una curiosa uña del dedo índice más larga y de color rojo, luego los nudillos y por último la mano completa de aquel sujeto se acercaba a él, temblaba, tenía miedo…


   -¿Ikki? ¿Qué haces aquí? – Interrumpió el coordinador de la mina y es cuando Ikki pudo apartar su vista aterrada de aquel diario, lo soltó con los ojos desorbitados y aun mirándolo fijamente. – ¿Estas bien? El diario no muerde Ikki - Sentándose en la silla de su escritorio.


   -Se…señor…Aioros, di… disculpe la intromisión – Dijo nervioso el moreno aun saliendo del impacto y posando la mirada en el ex coordinador.


   -¿Estabas leyéndolo?


   -Si señor- Asintió el moreno aun asustado y con su vista ida.


   -¿Sabes leer Ikki? Pensé que eras como la mayoría de los de aquí.


   -Sí señor, antes de suplir a mi padre yo estaba asistiendo a la escuela junto a mi hermano.


   -Ya veo – suspiro -  Ikki, ya sé qué haces aquí, pero lo que estás buscando es imposible, tu puesto le fue dado a otro vacante al no presentarte ese día a trabajar, tu sabes cómo funciona todo aquí.


   -Lo entiendo señor, pero ese día mi madre había desaparecido, no podía dejarla…


   -Lo siento Ikki.


   -No puede dejarme así señor, tengo una familia que cuidar, mi padre dio su vida por trabajar en este lugar, yo tomé su lugar cundo enfermo y sabe lo duro que he trabajado…


   -Ikki, la verdad lo siento, si quieres tener de nuevo tu trabajo ve a la fila de los desempleados que está afuera y espera tu turno, no puedo hacer nada por ti, lo siento mucho, se cuánto te has esforzado trabajando al igual como tu padre, pero no puedo pasar por encima de las reglas establecidas. -Continuó el castaño -Pero tienes algo a tu favor Ikki, sabes leer y escribir ¿cierto? – El moreno asintió- en la oficina de correos siempre buscan a personas que puedan escribir las cartas para los que no saben, por supuesto ganan menos que aquí, pero es un trabajo.


   - Ikki asintió con pesar -Gracias Señor Aioros, lo tomaré en cuenta. – Dijo con pesar el moreno, se había dado la media vuelta para salir de la oficina cuando la puerta se abrió.


   - ¡Vaya pero si es Ikki! –Dijo la persona que estaba entrando en esos momentos con un tono arrogante- Fíjate como te dejaron, pobre de ti, obrero sucio y de mala muerte.


   - ¡Guilty! - Mascullo entre dientes, saliendo de la tristeza y entrando al odio.


   - Señor Guilty para ti obrero. ¿Qué haces aquí? Estas rogando por un trabajo, ¿sabes? Necesito que alguien trabaje para mí y tengo el cargo perfecto, serás el limpia letrinas.


   - Señor Guilty por favor – Interrumpió Aioros la conversación.


   Ikki con su rostro furioso veía a ese hombre arrogante reírse en su cara –No se preocupe Señor Aioros, ya me iba,  nunca me voy a humillar de esa forma prefiero morir de hambre -Se retiró del lugar con toda la dignidad en alto.


   - Ya te veré morir bastardo, la hierba mala nunca muere tan fácil.


   Ikki apretó sus puños evitando írsele encima a ese hombre arrogante, uso todo su autocontrol y salió del lugar.

Notas finales:

   Si les da curiosidad y quieren ver la obra de arte, aquí está el link.

 

* William-Adolphe Bouguereau Dante y Virgilio en el infierno (1850)

https://www.musee-orsay.fr/es/colecciones/obras-comentadas/pintura/commentaire_id/dante-y-virgilio-21326.html?tx_commentaire_pi1%5BpidLi%5D=509&tx_commentaire_pi1%5Bfrom%5D=841&cHash=e759a5622f

 

   Muchas gracias por leer.


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