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El Misterio de los Vampiros de Aqueos por Shuni_Chan

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Notas del capitulo:

   Hola, saludos. Les traigo un nuevo capítulo, esta vez es un poco romántico y dar a conocer la pareja principal, y si se pregunta porque no he puesto los personajes en las categorías es porque este sistema me comió, no se cómo agregarlas :( Pero en fin, disfruten la lectura.

Un nuevo amor Florece

 

   Despertaba de a poco, la luz del día entraba por las ventanas del cuarto, somnoliento busco a Ikki pero este ya se había levantado. Se sentía extraño, no sabía describir a ciencia cierta eso, sentía el dolor en los pies, la sensación en el cuello, pero esto era algo más indescriptible. Escuchó voces fuera de la habitación, no estaban discutiendo, estaban hablando de él, lo que lo llevó a escuchar desde su cama.

   - Abuelo ¿qué crees que pasó? – Comentaba Ikki – No puedo procesar con claridad como un sueño se convierte en pesadilla.

   - No tengo ni idea hijo, pero debemos cuidarlo, esos seres ya le pusieron el ojo. Cuando desapareció estuvo con uno.

   Indignado Ikki preguntó con un ceño fruncido

   - ¿Cómo? ¿Por qué no me lo había dicho?

   - Porque tal vez no le creerías Ikki, te has vuelto incrédulo con lo que está pasando en esta ciudad, todo pasa a tu alrededor y aún no quieres darte cuenta de lo evidente. Ellos vuelven Ikki, ellos volvieron.

   - Es… es que es imposible que unos seres aparezcan de la nada a…

   - Imposible no Ikki – Interrumpió el anciano -  En la plaza, lo que ocurrió en el Concejo, has debido ver algo ¿no es cierto?

   - Bueno, pues… Ese día, vi una sombra del despacho donde salió expelido el Sr. Andrews -Suspiró, recordando la escena.

   - Son esos mismos Ikki, no te engañes, no cierres los ojos, quizás este sea el momento que necesitamos estar despiertos y no solo literalmente sino – Tocándose las cienes 2 veces - despiertos de conciencia.

   - Abuelo – Comenta levantándose y cambiando la conversación, la verdad ya le estaba resultando bastante frustrante esto  - Me debes un charla de eso que le paso a Shun cuando desapareció, pero quiero ir a la mina, y ver quién será el remplazo del Sr. Andrews.

   - Claro hijo, ¿pero vas a ir así?, mírate como estas.

   - No queda de otra abuelo, esto no es nada.

   - Entonces ve hijo  - Comprendiendo al terco de su nieto, su cabeza no estaba centrada en lo que debía poner atención en estos momentos.

   - Gracias abuelo ya regreso - Iba de salida cuando recordó los pendientes de Esmeralda, por más necesidad que tuviera no podía quedarse con ellos. Se devolvió a su habitación para buscarlos.

   - Hermano, lo siento mucho.- Dijo afligido el peliverde, su voz sonaba ronca.

   - ¿Por qué te estas disculpando Shun? – Preguntó Ikki mientras caminaba hacia la mesita de noche que estaba al lado de su cama sin mirar al peliverde.

   - Por no decirte nada al respecto de cuando desaparecí, yo…

   - Tranquilo, recuerdo ese día, no quise oír explicaciones algunas, solo que estabas bien y estabas en casa – Abriendo el cajón de la mesa.

   El peliverde musitó un sí muy quedo, se sentó en la cama y apoyó su espalda en la cabecera de la cama- ¿Hermano vas a ir a la mina? – Preguntó -  No has sanado de los golpes y temo que te pase algo.

   Tomando los pendientes Ikki gira a ver al peliverde para responderle, las palabras se quedaron en la boca del mismo, solo balbuceaba y veía sorprendido lo que la noche no le mostró. Pudo notar la gran magulladura en el cuello del peliverde, su rostro se veía un poco azulado igual que sus labios. El miedo lo invadió, su hermanito pudo haber muerto realmente durmiendo y él simplemente no podía hacer nada, al menos que enfrentara de frente ese miedo. Se acercó viendo las marcas de la mano del agresor grabadas en el cuello frágil de Shun, dudaba en llamar a un médico o alguien, no le creerían simplemente le dirían que había abuso y le podían quitar a su hermano.

   - ¿Seguro que estás bien Shun? – Veía a través de sus ojos, los veía con miedo, pero quién no lo tendría después de todo lo que pasó.

   - Si Ikki, solo tengo la molestia – Pasó su mano tocando ligeramente el cuello – Tranquilo, ve y ten mucho cuidado.

   - Lo tendré Shun – Se acercó y depositó un beso en su frente y un abrazo.

 

   Salió de casa, esa angustia de ver a su hermano así más la conversación con su abuelo no lo dejaba tranquilo. Prosiguió el camino, la ciudad bulliciosa no detenía su faena.

   - ¡Entérese lo que pasó con el Sr. Andrews Lavert! – Vociferaba el pequeño pregonero.

   Ikki esto le llamó la atención, volteo y vio la portada del diario que estaba siendo mostrado. En primera plana el rostro espantoso del que alguna vez fue su jefe y la gente alrededor del cuerpo.

   - ¿Señor lo va a comprar? Solo es una moneda – Decía el pequeño pelirrojo.

   - No, no, gracias en estos momentos no – Pero no podía apartar la mirada del diario.

   - Si quiere verlo tiene que comprarlo – Recalcó con voz chillona el pequeño y apartando el diario de la vista del mayor.

   - La verdad no tengo para pagar – Respondió Ikki desviando la mirada, retrocediendo en sus recuerdos y buscando esa misma escena. Le había llamado la atención alguien en esa multitud, un rostro, ¿por qué le había llamado la atención precisamente esa persona? ¿Lo conocía? ¿Lo había visto? ¿Quién era?

   Prosiguió su camino intentando ignorar al chiquillo que aun insistía en venderle el diario a como diera lugar.

   - Te dieron una buena golpiza ¡eh!, alguna deuda que no pagaste.

   - Mira niñito no quiero el diario y no te inmiscuyas en lo que no te importa.

   - Tranquilo, tranquilo, amigo, solo decía-  Ikki volvió a retomar su camino no sin antes escuchar al chiquillo de nuevo - Estas interesado en el diario solo es una moneda.

   Con un poco más de paciencia se inclinó a la altura del aquel niño pelirrojo – La verdad no tengo ni un centavo niño, ese que aparece en la portada del diario era mi jefe y voy en estos momentos a ver que diantres voy a hacer con mi vida ahora.

   El muchachito comprendió – Mi nombre es Kiki, siempre vendo por aquí, si quieres alguna vez comprarme estoy a la orden.

    Ikki asintió y le dio la espalda siguiendo con su camino. Le dio un poco de tristeza el chiquillo, era su trabajo y el medio para llevar comida al hogar. Ciertamente si no fuera por su padre que se partió el lomo trabajando Shun y él  estarían en esa misma situación.

   Detuvo su andar de repente, recordó la mala fama que tienes esos niños, sus manos pequeñas y hábiles se adentraban en cualquier bolsillo ajeno para robar a los incautos como él. Revisó rápidamente el bolsillo donde tenía los pendientes e increíblemente hay estaban, suspiro con alivio y prosiguió el caminó lo más rápido posible.

   Puede ser la costumbre de siempre acompañar a su hermano a la escuela, pero se dio cuenta que tomó el camino largo, los amigos del peliverde se encontraban esperándolo extrañándose de no verlo con él, Ikki le explico rápidamente sin lujos de detalles lo que le aconteció al peliverde y sin perder más tiempo siguió su camino.

   - ¿Por una pesadilla Shun puede faltar a clases? No es justo – Expresa el castaño con mohín de disgusto.

   - No debió ser cualquier pesadilla, Ikki no aclaró mucho, debió ser algo serio – Recalcó Shiryu. - Deberíamos ir a visitarlo cuando salgamos de clases.

   Hyoga se mantenía en silencio, y con el ceño fruncido, intranquilo - Voy a ir a su casa, allá los espero. – Emprendiendo el camino.

   - Espera, Hyoga no te vayas así, ¿no vas a entrar a clases? – Indignado Shiryu le recriminaba por su testarudez mientras le tomaba del brazo.

   - No, me preocupa Shun – Respondió el rubio.

   - Pe…, pero ¿no te vas a meter en problemas? – dijo el castaño.

   - No lo creo, ese hombre ni sabrá que falté. – Refiriéndose a su padre.

   - Está bien – Dijo Shiryu vencido, soltándolo, vio que su amigo no iba a cambiar de opinión – Nos vemos dentro de un rato.

   El rubio asintió y emprendió el camino a la casa del peliverde.

    - ¿Por qué Hyoga puede faltar a clases y yo no? Estoy igual de preocupado por nuestro amigo, Shun también es mi amigo ¿lo sabes?

   - Tu hermana espera mucho de ti. Vamos entrando que ya va a comenzar las clases – Responde el pelinegro caminando pasándole un brazo encima de los hombros, mientras escuchaba las quejas del castaño y una sonrisa divertida se dibujaba en su rostro.

 

.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,,.

 

   Llegó a la casa del peliverde, estaba un poco dudoso de tocar, ¿debió de haber esperado a los chicos? Lo más probable, pero ya era muy tarde para cambiar de opinión. Toco con vehemencia la puerta y después de un rato esta fue abierta por el abuelo de su amigo.

   - Buenos días señor – Saludó cordialmente - Disculpe la molestia, Ikki nos explicó lo que había pasado con Shun y me preocupó un poco, ¿se encuentra bien?

   - Buenos días jovencito, gracias por venir, ¿pero no estas faltando a la escuela? – Preguntó con curiosidad el anciano.

   - Sí, pero no hay ningún problema.

   - Está bien joven – Acotó mirándolo fijamente -  Pasa adelante, siéntate, veré si está despierto.

   Hyoga se sentó en una pequeña silla en el comedor, la casa poseía muy pocos muebles y la verdad muy poco espacio también. El abuelo caminó con sus pasos cortos a la habitación, toco la puerta y se asomó.

   - Me temo estimado joven que el pequeño está dormido – Cerrando la puerta tras de sí y se sentó en la mecedora, tomó su pipa le dio un sorbo a esta.

   - ¿Puedo quedarme? Le ayudaré a cuidarlo, no hay problema en eso.

   - Está bien, como usted prefiera jovencito.

   Hubo un silencio incomodo, Hyoga no conocía mucho al anciano, lo veía mecerse y mirar ausentemente hacia afuera.

   - Joven, va a disculpar mi intromisión, pero ¿usted estaba con mi nieto cuando se perdieron por los callejones de la ciudad y aparecieron en la mansión? – Preguntó el anciano.

   - Si estaba con él y con otros amigos, pero realmente no recuerdo mucho, él fue que nos explicó con quien se encontró. – Respondió el rubio  

   - Y ¿ha tenido sueños o pesadillas extrañas? – Inquirió el anciano

   - No señor ninguna de consideración – Mintió el rubio -  Puedo preguntar ¿qué tipo de pesadilla tuvo  Shun? ¿Es algo muy grave?.

   - No fue cualquier pesadilla hijo, fue una verdaderamente horrible. – Hyoga quedó sumido en sus pensamientos, la verdad había tenido un sueño muy extraño con su difunta madre.

   - ¿Abuelo? -  Se escuchó decir desde la habitación del peliverde con una voz pastosa.

   - Discúlpeme - El señor se levantó y dejó a Hyoga con la incógnita, el rubio también se levantó del asiento y miro la puerta por donde se perdió el señor, escuchaba murmullos.  Su vista se seguía posando en la puerta como queriendo ver a través de ella. El señor salió, lo miró por un rato, buscó un vaso, lo lleno de agua y se lo dio al rubio.

   - Ve, entra, yo le dije que estabas aquí, toma se lo puedes llevar – Dijo entregándole  el vaso al rubio. Este caminó con pasos decididos a la habitación tomo el pomo de la puerta y la abrió.

   Ahí estaba ese pequeño peliverde, sentado en la cama, arropado hasta la cintura y tratando de abrocharse los últimos botones del camisón que traía puesto. Tenía un extraño color en la piel. Hyoga sintió miedo, su corazón se aceleró y quedó estático en el marco de la puerta cuando el peliverde le dirigió la mirada.

   - ¿Hyoga? – Dijo el peliverde - ¿Estas bien?

   Reaccionó cuando escuchó la voz del pequeño y su cara de preocupación. Lo veía, estaba tan frágil y vulnerable, maldijo internamente, eso no ha debido pasar si nunca se hubieran tropezado con esos seres, eran ellos, estaba seguro.

   - Shun – Reacciono de a poco mientras se acercaba al peliverde con el vaso de agua en la mano - Nos encontramos a tu hermano, nos contó lo que paso, ¿estás bien? -Caminó hasta la cama y se sentó en la esquina inferior viendo con detenimiento al joven.

   - Sí, estoy bien, por lo menos aún estoy vivo – dijo tomando el vaso que le pasaba Hyoga – Gracias por preocuparte.

   - ¿Quieres que te ayude a sostener el vaso? – Viendo como este temblaba en las manos del menor se acercó un poco más al peliverde intimidándolo.

   - No, no es necesario - dijo con palabras nerviosas -Está bien puedo tomarlo yo mismo.

    - Shun, estoy aquí para ayudarte en lo que necesites, no sientas pena, me puedes pedir cualquier cosa.

   Cuando dijo eso Shun bajo la mirada y la ocultó del rubio, ese color de piel no dejaba ver el gran sonrojo que le produjo esas palabras dichas por el rubio, estaba apenado.

   - ¿Estás bien Shun? ¿Te sientes mal? – Acercándose más y colocando su mano en la frente del peliverde – No tienes temperatura.

   De los pocos amigos que poseía, justamente tenía que venir el rubio, pensaba que Seiya era el que más probabilidad estuviera aquí, pero no, era Hyoga y lo tenía a pocos centímetros de él. Su corazón comenzó a palpitar rápidamente.

   - E… este… - Tartamudeaba – Podía oler su aroma, y para ser sincero, nunca había estado tan cerca del rubio como ahora.

   - Estas extraño amigo, de verdad ¿te sientes bien? Te vas a tomar el agua o la puedo poner en la mesa de noche – Preguntó aun cerca de él.

   - No, no, no, estoy bien Hyoga - Bebió el contenido rápidamente, como si estuviera muy sediento. Hyoga no le apartaba la mirada, el corazón le comenzó a retumbar en su pecho rápidamente, esto…era algo incómodo con todos sus sentimientos revoloteando en su estómago. Hubo un momento de silencio entre los dos.

   - Hyoga…

   - Shun…

   Profirieron al mismo tiempo, sus miradas se encontraron y fue como un chispazo entre ellos. El rubio se deslizo un poco más cerca del peliverde, acercó su rostro al mismo y besó aquellos tiernos labios, fue algo sorpresivo para el peliverde, pero correspondió el beso con amor, fue un corto y tierno beso.

   - Hyoga… no, esto no está bien.

   - Qué no está bien Shun, ¿esto? – Se volvió a acercar al rostro enviciado con esos labios que acababa de probar y volvió a robarle otro beso esta vez más profundo.

    - Si exactamente eso – dijo Shun bobamente. Este sueño estaba mejor que su pesadilla pensó, pero la pregunta es ¿era realmente un sueño? ¿Seguía dormido? - ¿Por qué Hyoga?

    - No me pude aguantar… verte así… vulnerable y saber que tal vez sea el fin de nuestros días, no pude acallar mi corazón y debía expresarlo, no debía ocultarlo más tiempo, ya no podía, tenía miedo, mucho miedo que este amor no fuera correspondido por ti y mi mente divagaba mucho, pensaba que estaba loco, pero no… no lo estoy.

   Shun quedó embelesado con esas palabras dichas por el rubio, había abierto su corazón solo para él y llego a la conclusión que estaba totalmente despierto.

   - Hyoga, esto está mal, yo…, yo siento muchas cosas por ti – Reveló Shun atónito a lo que estaba ocurriendo – Siempre he sentido algo por ti, pero… está mal, tu eres mi amigo y somos hombres. – Negaba con su cabeza.

    - Y qué si somos hombres, no lo vamos a negar, pero eso no importa si sentimos lo mismo entre uno y el otro. Es lo que la religión y la sociedad nos han impuesto, podemos vivir juntos, estar juntos pero como amigos no como amantes o novios, pero podemos cambiar eso, solo nosotros dos.

   - Hyoga – Susurró. - Pero no tenemos experiencia en el amor.

   - Nada de peros… yo tampoco tengo experiencia, dejemos que fluya, ya el tiempo nos dirá que debemos hacer, salgamos de nuestra zona de confort y experimentemos lo que es el amor, escribamos nuestra propia novela, ciertamente, no será como en los cuentos, pero podemos hacer que esto valga la pena.

   El corazón del peliverde latía desbocado, no cabía de tanta felicidad, una lagrima de deslizó a través de su rostro y luego otras y otras más. Al fin un sueño que se hacía realidad y como sea lo iba a preservar.

    El abuelo seguía en su silla mecedora mirando a la calle y fumando su pipa, había escuchado todo, con una sonrisa soñadora – ¡Ahh! El amor – Musita, y exhalando el humo de la pipa prosigue – Es a la vez tan bello y misterioso, las vueltas que la vida da están llenas de sorpresas. Jóvenes a penas su vida comienza.

Notas finales:

Bueno, espero que les haya gustado, nos vemos.


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