Qué más da // Ricky Martin
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Cuando Hugo abrió la puerta de su casa sabía que algo no iba bien, a esa hora su mujer siempre estaba viendo la televisión, esperándole.
La ausencia de sonido pero la puerta sin cerrar con llave, le daban un mal presentimiento, llevaba con él varios días.
Miró en el salón, pero allí no había nadie, andaba por un lugar completamente conocido, como su propia casa pero esta se había transformado en un ambiente desconocido, peligroso.
Fue entonces cuando lo oyó por primera vez, solo había sido un sonido que cualquier oído sugestionado podría haberlo imaginado.
Pero después de unos segundo lo volvió a escuchar, lo conocía, lo conocía perfectamente.
Ya no era un mal presentimiento, era el recuerdo de su amenaza, llevaba días con esas palabras en su mente.
"Hazlo, o te arrepentirás."
Hugo no era una persona de acción, llevaba 10 años en un trabajo que odiaba, salía con el mismo grupo de amigos que ya ni siquiera le caía bien.
"Hazlo, o te arrepentirás."
Hugo no había hecho nada arriesgado en su puñetera vida, ni siquiera fue quien decidió casarse. Lucía lo había decidido todo, absolutamente todo.
"Hazlo, o te arrepentirás."
Hugo ya se arrepentía, se arrepentía cada día, pero no podía pararlo.
Estaba a un paso de abrir la puerta del dormitorio, el sonido era ahora claro, inequívoco.
Su mano estaba sobre el pomo de la puerta, sabía, lo sabía, y en realidad no quería verlo, pero era incapaz de no hacerlo. De no comprobar con sus propios ojos como aquella amenaza se estaba cumpliendo.
Suavemente, como todo lo que hacía Hugo, abrió la puerta, saberlo, intuirlo no era lo mismo que verlo.
Lucía estaba sobre la cama, en cuatro, algo que ellos nunca habían hecho, y detrás de ella, penetrándola con rabia, arrancándole gemidos sin control estaba él.
Le miró, porque le estaba esperando.
"Hazlo, o te arrepentirás."
Hugo se arrepentía, pero no lo había hecho.
Víctor, su amante, estaba follándose a su mujer, la misma a la que Hugo no se atrevía a dejar.
No podía decir que no la quería, pero sí que no lo hacía como un marido querría a su mujer, sino no buscaría a Víctor cada vez que podía.
Escapándose diciendo que iba a jugar al pádel para encontrarse en cualquier habitación de hotel, para ocupar exactamente la posición que Lucía tenía ahora.
Víctor le había atraído desde que lo vio, pero como muchos antes que él, solo miraba, nunca tocaba. Hasta que fue Víctor el que le tocó, y destrozó toda su vida.
"Déjala, sal de esa mentira, ven conmigo." Esas habían sido las primeras veces, cuando todo eran sonrisas, besos e ilusiones.
"Déjala, Hugo." Pero él volvía todas las noches a compartir su vida con Lucía, no con Víctor.
"Búscate un puto si eso es lo que quieres."
"No vuelvas a llamarme para que te folle y luego te vayas."
"Vas a arrepentirte, te lo juro."
Sus peleas habían ido escalando cada vez más, el sexo era cada vez más intenso, más doloroso, porque cada vez Hugo le necesitaba más, y sin embargo, era incapaz de hacer lo que le pedía.
Lucía gemía sin darse cuenta de nada, con el rostro enterrado en una almohada. Abriéndose con las manos para otro, y eso en el fondo no le dolió, lo que dolía era que Víctor hubiera sido capaz de hacer algo como eso.
"Hazlo, o te arrepentirás." Esa había sido su última amenaza, sabía que sería completamente capaz de cumplirla, sabía que Víctor era capaz de todo, y eso era algo que le había atraído de él al principio.
Ahora destruía su vida a golpe de cadera.
Los miró a ambos, la sonrisa en el rostro desquiciado de su amante era de triunfo. Su mujer ajena a que su matrimonio era una completa farsa.
Hugo dio un paso atrás, y salió cerrando la puerta. Arrastrándose contra la pared, les seguía escuchando, oía los golpes, los gemidos. Oía como Víctor cumplía su amenaza y destrozaba su vida.