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El clan por FiorelaN

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Capítulo XV: “Destello de felicidad”


Sasuke


Ahí estaba, con sus manos temblorosas e inexpertas tocando torpemente mi cuerpo, intentando abarcar lo más que pudiera, intentando aferrarse a mí como si fuera lo único que le daría salvación para su agobio. Agobio. También él era mi salvación y me aferré a él buscando el auxilio para escapar de mi soledad.


Luego de haber oído esas palabras que habían llegado a mí como una súplica para poder sentirme, tener más de mí y absorber todo lo que pudiera de mis sentimientos que iban surgiendo a cada instante escapando de mi ser para revelárselos, atrapé con ansiedad sus labios deseando saciar mi hambre de compañía y saciar las ganas de probar de sus labios el sabor del amor y del significado de "familia", porque así me había sentido siempre con él..., en familia.


Separé mis labios de los suyos y me dediqué a observar con adoración ese perfecto rostro que estaba enrojecido a causa de mí y solamente de mí. Era una imagen sublime y sus ojos brillaban con fuerza, haciéndolos ver más hermosos que dos zafiros.


—Naruto...—no pude evitar susurrar su nombre al sentirme deslumbrado por tanta belleza.


—Sasuke...—replicó mi accionar al susurrar mi nombre.


Me quité de encima de él instintivamente y tomé su mano para jalarlo. Él simplemente se movió automáticamente sin rechistar y, sin dejar de verlo a los ojos, comencé a llevarlo hacia las escaleras. Tuve que renunciar a seguir mirando sus ojos para prestar atención por donde iba para subir escalones, pero no solté su mano ni por un instante.


Llegamos a mi cuarto y, simplemente, hice que se sentara en mi cama para después empujarlo, hacer que se acomodara con la cabeza sobre la almohada y colocar mis manos una a cada lado de su cabeza.


Realmente, habría deseado esperar más, pero mi cuerpo se movía por el puro instinto de supervivencia, y era que, sin la esencia de su cuerpo y su aroma impregnando todo mi ser, no podía seguir viviendo. Estaba a punto de convertirse en mi alimento y, si me faltaba a partir de ese momento, mi alma moriría de hambre.


—Naruto...—susurré su nombre.


Se me estaba volviendo adictivo el pronunciar ese nombre, porque me devolvía a la vida cada letra.


Entonces, vi que algo andaba mal, porque, en vez de buscar mis labios o continuar mirando mis ojos, como yo deseaba que lo hiciera, él solamente apartó la mirada de mí y su expresión era distinta: mostraba algo de tristeza, como de una ilusión rota.


—¿Qué ocurre? —pregunté con evidente preocupación.


—Nada...—me respondió casi en un susurro, pero no me convenció evidentemente.


—Si quieres, lo dejamos aquí—sugerí pensando que, posiblemente, se había arrepentido.


—No. En realidad, quiero hacerlo, dattebayo...


—¿Pero? —sabía que había algo más.


Naruto para mí era totalmente transparente. No había nada que pudiera ocultarme por más que se le fuera la vida en ello. Podía entrar a su cabeza y saber lo que pensaba con sólo mirar sus ojos o su hermoso rostro. También su cuerpo me contaba sus secretos al temblar de la forma en la que lo hacía bajo el mío.


—S-Solamente..., me habría gustado ser tu primera vez como tú serás la mía, dattebayo...—me confesó totalmente sonrojado, pero con los ojos humedecidos.


Suspiré con pesadez, porque, en su mente, todavía había recuerdos de lo que había visto días atrás. La realidad era que él estaba equivocado, porque él iba a ser mi primera vez.


Sin ser capaz de evitar sentir una punzada en el estómago al ver sus ojos cada vez más húmedos y con lágrimas amenazando con salir, acerqué mi boca a su oído para susurrar mi respuesta.


—Naruto…, lo eres—sentí cómo su cuerpo tembló ante eso y fui a observar su rostro.


Pude ver la sorpresa en su cara y cómo dos lágrimas rodaban en dirección a la almohada.


—Sasuke—me nombró y se mordió el labio inferior—. Yo sé lo que vi…—me dijo con su voz casi quebrada y bajé la mirada al no soportar verlo de esa forma.


—También sé lo que viste y jamás lo negué, pero ya te lo dije antes. Lo que viste fue lo único que sucedió. No hubo nada más que algo escueto que no llegó a ninguna parte—apoyé mi frente sobre la suya—. Naruto… ¿Me crees?


Sentí sus manos sobre mi pecho arrugando mi camiseta. Tenía mis ojos cerrados, porque no deseaba ver cómo sus lágrimas salían por mi culpa.


—Mírame, Sasuke…—me pidió y no obedecí—. Mírame…


Sucumbí ante su súplica y observé el brillo de sus ojos, pues se habían iluminado al mirar los míos.


—Te creo—me dijo mientras sentía cómo una de sus manos subía a acariciar mi cuello.


—Eres la primera persona a la que voy a entregarme en cuerpo, porque en alma ya lo hice desde el primer minuto en el que me había dado cuenta de que estaba irrevocablemente enamorado de ti, Naruto—le confesé y su rostro se tornó carmesí.


Y, en ese instante, contemplé su felicidad, felicidad que me abrazó al ver una radiante sonrisa en su boca antes de que posara sus labios sobre los míos en busca de su alimento.


No había nada que no amara de Naruto, porque todo en él me parecía perfecto. Desde su locura, su hiperactividad, su atolondrada forma de ser, sus torpezas, su impulsividad, su determinación, su voluntad, su amor, sus sonrisas, sus palabras, sus alegrías y sus tristezas… Él era mi locura y también mi cura, pero lo que más amaba de él era ver el brillo de sus ojos cuando me miraba, porque eran mi paz y mi calma ante la tormenta. Solamente él podía causar un incendio en mí, pero lo más importante era que él era el único que podía apagarlo.


Dejé caer mi cuerpo, que estaba sosteniendo con mis manos, sobre el suyo sin llegar a aplastarlo y llevé mis manos hasta su vientre, el cual comencé a tocar por debajo de su camiseta. El primer contacto hizo que se retorciera y tomara mi cara con sus manos, haciendo más intenso el beso.


No sabía hasta dónde soportaría su dulzura, pero era realmente adictiva. No podía evitar desear probar cada rincón de su boca, desde sus labios, los cuales acaricié con mi lengua de principio a fin, hasta su paladar y su lengua tan cálida, tan dulce y tan irremediablemente irresistible.


Subí mis manos lentamente por su vientre, disfrutando el recorrido y amando su contacto cálido, deseando abarcar completamente la zona de sus costillas al subir para tocar su pecho mientras él arqueaba su espalda y soltaba pequeños sonidos guturales.


Elevé su camiseta y, en automático, él elevó sus brazos para ayudarme a quitársela. La arrojé a cualquier parte de mi habitación y llevé mis manos a sus mejillas.


Aunque el beso era lento, suave, también era intenso y, cada vez, se volvía más hambriento, más necesitado.


Sentí sus manos que bajaban por mi pecho hasta llegar al final de mi camiseta y, temblorosas, sujetaron la parte baja de la prenda para comenzar a elevarla. Entonces, para serle de ayuda coloqué una rodilla a cada lado de sus caderas para hacerme de soporte y no aplastar su cuerpo al momento de incorporarme un poco para levantar los brazos.


Naruto no volvió a unir su boca con la mía en ese instante. Se había quedado observando mi torso con los ojos iluminados mientras detallaban cada trozo de mi piel y su rostro mostraba una expresión de deslumbramiento. No tenía recuerdos en mi cabeza de si alguna vez había visto mi torso desnudo, pero por la expresión en su rostro supuse que la respuesta era un no.


Una de sus manos con timidez se posó sobre mi pecho y se deslizó delicadamente hacia mi vientre. Parecía estar frente a algo que jamás había visto y anhelaba saber qué se sentía tocarlo.


Lo observé con un sentimiento de ternura ante sus expresiones y sus acciones. Dejé que se deleitara todo lo que quisiera y que saciara su curiosidad. Parecía un niño que había descubierto algo increíble. No dudó en llevar su otra mano a mi cuerpo para con la yema de sus manos delinear cada uno de los cuadrados que se podían notar en mi abdomen.


—Eres… hermoso… —susurró inconscientemente mientras estaba metido en su propio mundo ignorando mi presencia.


Luego de un instante, después de decir aquello, se percató y apartó rápido sus manos de mi cuerpo y su rostro se enrojeció aún más. Supe que se había avergonzado más que nunca al verse desnudo ante mí mentalmente, porque sus pensamientos habían escapado por su boca.


—Tranquilo. Puedes tocar lo que quieras y decir lo que quieras—le dije tratando de darle seguridad y con una sonrisa divertida en mi rostro, porque me causaba gracia verlo tan avergonzado.


Volvió a llevar sus manos con duda a mi cuerpo, pero aún no lo tocaba, como si no se atreviese. Entonces, tomé una de sus muñecas y la llevé a mi pecho para que sintiera el latido de mi corazón y se sorprendió al sentirlo.


—Late de esa forma porque tú me estás tocando—le dije y volví a posarme sobre él en busca de su boca.


Correspondió a mi beso con la felicidad estampada en su rostro. Sentí cómo sus manos comenzaron a pasearse con confianza por todo mi torso con hambre de sentir mi piel y yo estaba con hambre de sentir la suya, pues el calor de su piel en contacto con la mía me transportaba a un mundo del que no deseaba volver jamás.


Mis manos se dedicaron a delinear cada rincón de su torso sintiendo cómo el fuego en mi interior iba subiendo a cada instante hasta que llevé mis manos al elástico de su pantalón y noté cómo su cuerpo tembló. Aparté mis labios de los suyos, pero me dediqué a besar su mejilla derecha en camino hacia su cuello.


Sus manos se habían ido hacia mi espalda y estaba dibujando un mapa con las yemas de sus dedos en ese lugar, haciendo que se me erizara la piel en cada caricia.


Jalé hacia abajo un poco su pantalón y él elevó un poco sus caderas para ayudarme. No tardé demasiado en despojarlo de esa prenda y la arrojé hacia cualquier parte. Sus manos se posaron sobre mis caderas, como si hubiera tenido la misma intención de repetir mis acciones. Entonces, deposité unos besos en su cuello y lo mordí suavemente.


—Aaah…—oí su gemido y, entonces, me enceguecí.


Comencé a devorar hambrientamente su cuello mientras él gemía más intensamente haciendo que el agarre a mis caderas se debilitara cada vez más y mis manos comenzaron a sujetar sus muslos para abrirlos un poco más y así posicionarme entre sus piernas.


Naruto con timidez comenzó a bajar lentamente mi pantalón mientras yo intentaba succionar con cuidado su cuello para saciar mis ganas y, a la vez, no dejar ninguna marca que pudieran ver en el orfanato, pero era el único lugar donde no iba a dejar marcas, porque donde nadie pudiese ver estaría tatuado mi nombre en su delicado cuerpo.


Él terminó su tarea con mi ayuda y arrojó mi pantalón al suelo. Mis manos recorrieron sus piernas de norte a sur.


—Aaaah… Sasuke…—gimió mi nombre mientras mordía suavemente su clavícula.


—Naruto…—pronuncié su nombre subiendo a besar sus labios.


Esta vez, el beso fue mucho más intenso, más ansioso y más enloquecedor. Pude sentir su agrado cuando hizo presión con la yema de sus dedos en mi espalda, por lo que no pude evitar comenzar a bajar su ropa interior y, nuevamente, él elevó sus caderas para ayudarme hasta que se la retiré por completo. Él no pudo esperar mucho más para hacer lo mismo con mi última prenda y me posicioné entre sus piernas sin dejar de besar su boca ni por un instante.


Llevé mi mano derecha a su pecho para comenzar a acariciarlo y deslizarme hasta su vientre sintiendo cómo su cuerpo se estremecía ante mi tacto. Mi otra mano estaba siendo mi apoyo al costado de su cabeza.


En el camino hacia abajo, me encontré con su miembro, el cual no dudé en tomar con mi mano y acariciar. Naruto arqueó su espalda y dejó escapar un pequeño gemido entre el beso.


Separé mi boca de la suya y la llevé hacia su oído.


—Eres muy hermoso—le susurré y se aferró aún más a mí, obligando a mi cuerpo a pegarse más al suyo.


Comencé a masajear su entrepierna mientras me deleitaba con sus jadeos y gemidos en mi oído, haciendo que me enloqueciera a niveles insospechados. Jamás me había sentido de esa forma y, entonces, comprendí que el único que podía transportarme a un mundo de pasión descontrolada era ese rubio atolondrado, al cual amaba más que a nada ni nadie en este mundo.


Sus dedos se clavaban en mi espalda, su cuerpo se retorcía por el placer que le causaba y su boca estaba completamente abierta gimiendo mi nombre a cada instante. Sentía la temperatura de su cuerpo aumentar, pues su piel ardía y estaba quemando la mía, pero supe que no soportaría más placer, por lo que me detuve y se sorprendió un poco.


—Tranquilo…—le dije con mi respiración agitada, porque ya no soportaba más sus gemidos, pero tampoco quería que le diera un ataque de asma por todo lo que estábamos haciendo—Relájate un poco y seguimos.


—Estoy bien, Sasuke…—me respondió controlando su respiración—Sigue…—me suplicó.


Apoyé mi frente sobre la suya.


—Creo que es mejor hacerlo ahora que estás así, para que… no duela tanto—dije tratando de provocarle la menor vergüenza posible.


Él no podía ponerse más rojo y asintió.


—Un momento—le dije mientras extendía mi mano hacia la mesa de noche que tenía pegada a la cama y abría el cajón.


Naruto no entendía nada de lo que estaba haciendo y se extrañó aún más al ver el bote de lubricante que había sacado del cajón.


—No te preocupes. Esto es para que la zona se lubrique y así no duela, ¿entiendes? —le expliqué mientras abría el bote y tomaba un poco de la sustancia con mis dedos.


—¿C-Cómo sabes? —me preguntó con una expresión entre avergonzada y algo molesta.


—Pues… estuve investigando un poco para no hacerte daño—le tuve que confesar para que dejara de pensar en tonterías, porque supe lo que había cruzado por su mente.


Cerró sus ojos y se mordió el labio inferior mientras rodeaba mi cuello con sus brazos.


—Tal vez lo sientas algo frío al principio, pero luego se irá calentando—le advertí para que no lo tomara por sorpresa.


Con mi mano limpia volví a sujetar su miembro y mordí su labio inferior suavemente en señal de que me permitiera entrar en su boca de nuevo. Abrió su boca y comencé de nuevo con aquel intenso beso, pero mucho más lento, mientras arqueaba su espalda al sentir los masajes a su miembro.


Comencé a untar el lubricante por su pequeña entrada y se sobresaltó al sentir el frío del principio, pero se relajó al cabo de medio segundo, pues la sustancia comenzó a calentarse con los masajes suaves que yo estaba dándole.


Naruto parecía estar disfrutando enormemente de aquellos masajes a su entrada. Bajó sus manos de mi cuello a mi espalda nuevamente para hacer círculos con las yemas de sus dedos, pero me sorprendió que una de sus manos abandonara esa tarea para dirigirse a mi vientre y me sobresalté un poco al sentir el tacto de su mano sobre mi entrepierna.


Me sorprendió en gran manera su actitud inesperada, pero me agradó mucho que pensara que estaba recibiendo él toda la atención, lo cual no me molestaba. Podría estar horas solamente disfrutando con su propio placer, porque ese era mi deleite.


Comenzó un suave, lento y tembloroso masaje a mi entrepierna que me hacía estremecer completamente, provocando que intensificara el beso que le estaba dando, que, más que beso, le estaba devorando la boca como una fiera hambrienta.


Intensifiqué los masajes que yo le estaba dando a su entrepierna y, sin esperar más, comencé a introducir mi dedo índice en su entrada, haciendo que él arqueara su espalda por la molestia, pero, lentamente, comenzó a relajarse al sentir el movimiento delicado de mi dedo al entrar y salir y hasta comenzó a disfrutarlo.


Tuve que ir más lento con los movimientos de mi mano, que sujetaba su miembro, para no provocar que terminase en ese momento. Necesitaba que él permaneciera excitado de esa manera para evitarle el menor dolor posible.


De esa forma, introduje un segundo dedo en su interior y ya no fue tan molesto como el primero. Más bien, creo que lo venía ansiando desde antes, pues soltó un sonido gutural que me hizo estremecer todo el cuerpo.


Su mano me estaba haciendo delirar y no podía evitar gemir ahogadamente, pero de forma audible, cosa que sabía que lo estaba enloqueciendo, como si le encantara oírme hacer eso, por lo que no pude evitar complacerlo al separar mis labios y dirigirme a su oído.


—Aaaah… Naruto… —haciendo eso conseguí que él soltara un fuerte gemido audible y sonreí complacido ante eso.


Clavó los dedos de la mano que tenía atendiendo mi espalda por el hecho de haberme oído gemir.


—Sasuke…, por favor…—me suplicó por más y no podía negarme.


Así que quité lentamente mis dedos de su interior, pero no esperé a que él se sintiese vacío y, de una sola vez, me adentré a la gloria que él me había regalado al permitirme experimentar esa sensación completamente desconocida para mí.


Él solamente soltó un pequeño gemido agudo y casi inaudible ante mi invasión repentina, de la cual casi ni se dio cuenta, pero no me moví. Me quedé completamente quieto mientras atrapaba sus labios nuevamente. Sabía que no le había dolido demasiado y que solamente sentía una molestia por la forma tan alocada en la que correspondió a mi beso con suma ansiedad.


Podría esperarlo la vida entera si él quisiera para empezar a moverme mientras que no me privara de besar sus adictivos labios, que se estaban poniendo muy rosados e hinchados de tanto devorarlos.


Luego de un corto tiempo en el que me dediqué a acariciar su torso y en el que, de vez en cuando, bajaba para estimular su miembro un poco hasta que casi explotara, sentí cómo movió un poco sus caderas en señal de que podía moverme con libertad para disfrutar de su cuerpo a mis anchas.


Sin hacerlo esperar demasiado, tomé sus muslos y los pegué a cada costado de mi cuerpo, pero él decidió enredar sus piernas en mis caderas, haciendo que mi vientre se pegara a su miembro y ya no pudiera tener mi mano allí para estimularlo, pero las llevé a sus propias manos para entrelazarlas y eso pareció encantarle.


Comencé un movimiento lento, pero enloquecedor, que hacía que nuestras pieles se rozaran y se quemaran una con la otra en la fricción. Su pecho acariciaba el mío y mi vientre el suyo, haciendo que su miembro se estimulara con la fricción de mi vientre sobre él.


No podía describir la sensación, porque era inexplicable, al igual que insuperable. ¿Qué era esto? ¿Cómo era que podría sobrevivir a partir de ahora sin estas sensaciones en mi ser constantemente? ¿Por qué debía tener un final? Deseaba que fuese eterno y me elevara por siempre al Cielo con cada movimiento de nuestros cuerpos.


Inevitablemente, deseé más y comencé a llegar más profundo, más rápido e intenso. No sabía si había alcanzado algún lugar nuevo, pero supe que había tocado un punto que antes no había alcanzado al principio, porque, esta vez…, Naruto me clavó las uñas en la espalda y me sobresalté un poco por el repentino dolor.


Al principio, pensé que lo había herido con mis movimientos, pero luego entendí que el placer lo había llevado a no medir sus fuerzas ni lo que hacía. Por un lado, me había dolido intensamente, pero, por el otro, deseé sentir un poco más de dolor por lo placentero que se había sentido.


Comencé a golpear con más intensidad aquel lugar nuevo que había tocado y Naruto me clavaba con más intensidad las uñas recorriendo cada centímetro de mi espalda, haciendo que corrientes de placer llegaran a mi zona baja, avisándome de que algo iba a suceder pronto, y, sin previo aviso, sentí una humedad en mi vientre y algo muy cálido que se resbalaba por mi piel entendiendo que había provocado un placer inconmensurable en mi rubio.


No tardé en alcanzar lo mismo que le había provocado a él, haciendo que arqueara su espalda al sentir el líquido caliente que llenaba sus entrañas y que me liberaba de cualquier agobio anterior que hubiera tenido.


Me quedé quieto entre sus brazos. Sus manos se habían relajado y daban caricias suaves, delicadas y cálidas en mi espalda mientras no podía dejar de besar sus labios enloquecido.


Tuve que apartar mis labios de los suyos por un momento, pero mordí suavemente su mejilla, lo cual provocó que Naruto soltara un gemido. No tenía pensado parar allí. Solamente necesitaba recuperar el aliento.


—No sé qué fue todo eso, pero… necesito más—le confesé mirándolo a los ojos y él se enrojeció a más no poder.


—Sasuke…—susurró mi nombre—Creo que te causé heridas—me informó mientras continuaba acariciando mi espalda, como explorando los lugares dañados.


—Sí, pero no te preocupes. Valió la pena. ¿Yo te herí? —le pregunté con preocupación.


—No…, de hecho…, no sé qué le sucedió a mi cuerpo que no me di cuenta al causarte heridas. Fue algo que no entiendo muy bien, pero… y-yo… quiero más, Sasuke—me confesó mirándome a los ojos y no pude evitar volver a comerme su boca.


Pero, esta vez, lo tomé de la cintura encadenando mis brazos a ella para poder elevarlo mientras yo quedaba sentado en la cama y él sentado sobre mí sin haber salido de su interior todavía.


Sabía que había llegado aún más profundo en esa postura, pero, de esta forma, estábamos a la misma altura y era algo que deseaba probar.


Se pegó a mí lo más que pudo mientras sujetaba mi rostro al besarme y comencé a mover sus caderas de arriba hacia abajo lentamente hasta que no era yo quien lo hacía subir y bajar, sino que era él quien se movía.


Abracé su cuerpo haciendo que no hubiera ningún espacio entre dicho cuerpo y el mío nuevamente. Sus movimientos me enloquecían hasta el punto de no retorno y sabía que él estaba consciente de eso.


Aparté mis labios de los suyos y sus gemidos no se hicieron esperar.


—Aaah… Sasuke… ¡Sasuke! —gritó mi nombre por el placer y provocó que clavara mis dientes en su pecho, dejando una marca visible.


Comencé a succionar y morder cada parte de su pecho sin llegar a dañarlo mientras él se sujetaba a mis hombros.


No podía soltarlo y no quería soltarlo. Notaba cómo su cuerpo se estremecía a cada movimiento y a cada contacto que tenía mi lengua con su piel. Me sabía a gloria y a algo más que no podía descifrar, pero era adictivo. Todo su cuerpo era completamente irresistible… Un pecado sin perdón.


—Sasuke… Sasuke… Sasuke… Sasuke… —una y otra vez gemía mi nombre sin contenerse, haciendo que la locura se apoderara de mí completamente.


Llevé mis manos a sus glúteos y soltó un grito al sentir cómo yo los apretaba y hacía que él se moviera más rápido.


—Naruto… Me estás… Aaah… Enloqueciendo…—le confesé entre gemidos que no podía contener mientras pasaba a morder su piel sin compasión.


—¡SASUKE! —gritó fuertemente mi nombre y sentí cómo su líquido caliente se esparcía por mi vientre y por el suyo.


En ese mismo instante, me descargué en su interior al oírlo gritar mi nombre.


Respiraba agitado con sus rubios cabellos pegados a su frente por el sudor y su mirada estaba perdida en cualquier parte. Su rostro estaba enrojecido y húmedo. Sus labios estaban hinchados, rojos y entreabiertos, dejando escapar su dulce y cálido aliento.


Yo tenía mi cabello bastante humedecido por el sudor y respiraba bastante agitado también. No podía dejar de ver su rostro, sus expresiones, sus ojos totalmente húmedos y esas pupilas dilatadas por el placer.


—Naruto…—susurré su nombre—Eres mi droga…


Pasó a mirarme y llevó sus manos a mi rostro, lo recorrió con ellas en suaves caricias y llegó a mis labios. Besé sus manos y apoyó su frente sobre la mía.


—Soy tuyo, Sasuke…—me susurró e hizo que todo mi cuerpo se estremeciera.


—Eres mío, Naruto—le respondí—. Yo te pertenezco sólo a ti también—besé sus labios brevemente.


Lo empujé lentamente y con cuidado para tumbarlo nuevamente sobre la cama. Salí con cuidado de su interior y acaricié su mejilla con mi mano. Mordí suavemente su barbilla.


—Te amo, Sasuke…—me susurró.


Llevé mis labios a su oído.


—Eres lo que más amo en el mundo, Naruto… No puedo evitar amarte y no quiero dejar de hacerlo. Tú haces que la soledad desaparezca—le confesé aferrándome a su cuerpo como si fuera a desaparecer de mi vida—. No te vayas nunca de mi lado o moriré…—al decir eso, sentí unas intensas ganas de llorar que traté de reprimir.


Nunca me había sentido tan acompañado y completo en toda mi vida. Hacía mucho tiempo que no estaba ante una persona que me amara tanto y no tuviera reparos en decírmelo. Mi madre había sido la única y ya no estaba. Solamente estaba él… Naruto.


—Sasuke…—susurró mi nombre y acarició mi cabeza, la cual dejé descansar sobre su pecho, y escondí mi rostro en su cuello perdiéndome en su aroma, ocultando algunas lágrimas que se me habían escapado.


—Contigo ya no me siento solo…—me confesó y sonreí, pero no pudo verme.


Me hicieron feliz sus palabras. Nos quedamos de esa forma: yo abrazado a su cuerpo sobre él, con mi rostro escondido en su cuello y con mi cabeza sobre su pecho mientras él me acariciaba la cabeza y jugaba con mi cabello entre sus dedos tan delicados.


Sus caricias hicieron que mi cuerpo se relajara a más no poder al cabo de un tiempo, haciéndome entrar en un estado de somnolencia hasta que por fin mi ser se rindió ante el sueño.

Notas finales:

Nota de autor: Hola, chiquis... Hice lo mejor que pude. Recuerden que no me pagan por escribir, así que si te gusta, por favor dejame tu comentario.


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