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El clan por FiorelaN

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Capítulo XVIII: “Recurrencias”

 

Sasuke

Hacía mucho frío, realmente, hacía mucho frío. El aire caliente que soltaba por mi boca y mi nariz se congelaba al entrar en contacto con el ambiente helado del exterior. De forma desesperada, inhalaba más oxígeno mientras corría por la carretera y oía el chapoteo de mis pies al pisar los charcos de agua. Había estado lloviendo.

Qué noche más oscura y fría. Jamás había vivido una igual y no quería estar en esa carretera corriendo. Tenía mucho miedo por lo espeluznante que se veía el bosque que había a los lados, pues la carretera lo partía en dos.

Se suponía que no debá estar allí. Yo había estado durmiendo tranquilo en mi cama esa noche, pero algo me había despertado y había decidido salir en busca de ello. Por más loco que sonase, había escuchado una voz que me llamaba desde fuera, pero, al salir, no había nadie. Algo me había impulsado a ir desesperadamente hacia la cabaña donde pasábamos los fines de semana con mi familia.

Corría tan rápido como el cuerpo me lo permitía y comencé a oír aquella voz de nuevo, que susurraba desde el bosque cuando me estaba acercando al lugar de destino ya que la cabaña se encontraba adentrada en el bosque. No podía distinguir si la voz era femenina o masculina, pero era una voz suave que susurraba mi nombre y me daba escalofríos.

—Sasuke…—la oí de nuevo mientras el helado viento la arrastraba hacia la profundidad del bosque.

No me veía ni las manos de tanta oscuridad que había, pero la luz de la cabaña me enseñó el camino. Fui a los tropezones hacia ese lugar. Realmente estaba muy apurado.

La puerta estaba entreabierta y mi corazón se aceleró de golpe sin entender por qué. Estiré mi mano para tocar la madera y empujarla suavemente. Anhelaba ver de nuevo el interior de ese lugar que me llenaba de recuerdos.

—Sasuke…—la voz se oyó más clara y supe que era la voz de mi madre.

—¿Mamá? —abrí del todo la puerta y entré al lugar.

Allí estaba, frente a la chimenea encendida, sentada en el suelo junto a mi padre. Ella estaba sonriendo y él estaba sujetando su mano. Me sentí muy feliz y pude sonreír como hacía tiempo no lo hacía. Ella me miró.

—Sasuke—pronunció mi nombre.

Había sido ella quien me había estado llamando todo ese tiempo.

—Mamá, papá. Están aquí—dije muy feliz y comencé a acercarme a ellos.

Pude sentir el calor que envolvía mi cuerpo. Ese lugar se sentía tan cálido y reconfortante. Absolutamente lleno de todo lo que me había estado faltando durante tanto tiempo.

—¡Mamá! —me lancé emocionado a sus brazos y sentí la mano de mi padre en mi espalda.

Jamás había estado tan feliz en mi vida y sentía mi corazón rebozando de alegría.

—Los extrañé tanto… Por fin regresaron—dije y una briza helada golpeó la ventana, logró abrirla de golpe borrando el calor del lugar y apagando la chimenea.

Las luces se apagaron, pero aún podía ver un poco. Yo seguía abrazado a mi madre y sentía la mano de mi padre sobre mi espalda.

—Hijo—oí la voz de mi padre.

Volteé a verlo sin soltar a mi madre y él me miraba de forma seria. De repente comencé a sentir un líquido caliente en mis manos y la ropa de mi madre se humedecía rápidamente. La miré y tenía sus ojos cerrados mientras que su cuerpo solamente se sostenía por mi abrazo.

—¿Mamá…? —la voz se me empezó a apagar.

La dejé recostada sobre el suelo y me vi las manos. Estaban completamente rojas de la sangre que brotaba sin medida del cuerpo de mi madre.

—Madre… ¡MADRE! —solté un grito que me desgarró la garganta.

La moví un poco con la ilusa esperanza de que abriese los ojos, pero no sucedió.

—¡MADRE! ¡MADRE! —por más que la llamase, ella no iba a responder—¡Papá! —volteé a verlo y mis ojos se abrieron mucho ante la escena.

Su cuerpo estaba en el suelo mientras que la sangre encharcaba toda la sala junto con la de mi madre.

—¡PADRE! —grité y toqué su cuerpo.

De nuevo la ilusa esperanza. Llevé mis manos a mi cabeza manchándome con la sangre. Intenté ponerme de pie, pero me resbalé con ese líquido escarlata y me ensucié la mitad del cuerpo con él. Pude ver a alguien parado en la esquina de la sala a pesar de la oscuridad.

Estaba completamente aterrado, muerto de dolor y mis lágrimas se volvían rojas al tocar mis mejillas manchadas con sangre.

—¿Quién… eres? —pregunté y el reflejo de la luz de la luna que entraba por la ventana reflectó el brillo de la katana en su mano.

Me paralicé de miedo al ver esa arma y caí hacia atrás quedando sentado en el charco de sangre. Respiraba agitadamente y me sentía asqueado al contacto con aquel líquido caliente que se volvía frío al recibir la briza helada externa. Además, el olor metálico que invadía la sala me estaba empezando a dar nauseas.

Oí los pasos de aquella persona acercarse a mí y entré en pánico.

—¡ALÉJATE DE MÍ! —grité y sentí como si el corazón quería salírseme del pecho.

La persona no se detenía y sus pasos hacían eco en todo el lugar. Eran lentos, firmes y ruidosos, haciendo que mi ser se hundiese en el terror.

—¿Tú… hiciste esto? —pregunté con la voz quebrada por el dolor y el miedo.

Miré cómo cambiaba la katana de mano y vi la hoja completamente ensangrentada. Aquella persona se había acercado tanto que me tenía acorralado contra la pared. Elevó la katana y la bajó de golpe haciéndome sentir todo su filo en la extensión de todo mi pecho. El dolor era horriblemente intolerable y podía jurar que había podido oír cómo mi carne se abría.

—¡AAAAAAAAAH! —no lo soporté y grité hasta desgarrar por completo cada una de mis cuerdas bocales.

—¡SASUKE! —oí la voz de mi hermano gritar mi nombre y la puerta de mi cuarto abrirse de golpe.

Me incorporé violentamente en la cama. No podía regular mi respiración y el corazón parecía que iba a salírseme del pecho. Volteé a ver a mi hermano y tenía una expresión que nunca había visto. Parecía la cara misma del pánico. Él se acercó a mí apresuradamente.

—¿Qué sucede? ¿Qué te pasa? —me preguntó y no podía entender casi nada.

Mi cerebro ni siquiera había sido capaz de procesar esas dos simples preguntas y comencé a toser un poco por la falta de oxígeno. Mi cuerpo estaba completamente empapado en sudor, pero estaba casi temblando de frío.

Itachi se sentó a mi lado en la cama.

—Sasuke—me nombró y puso su mano sobre mi hombro.

Tenía la mirada perdido en cualquier parte y mi mente estaba en otro lado, reviviendo una y otra vez aquella escena que me había mostrado mi inconsciente en aquella pesadilla.

Lentamente fui dejando que mi cuerpo se inclinara hacia adelante hasta que mi frente tocó el pecho de mi hermano y mis ojos se comenzaron a humedecer. Él se quedó completamente quieto y comprendí que estaba sorprendido, porque hacía mucho tiempo que no había ese tipo de acercamiento entre nosotros. Pude sentir su duda hasta que por fin llevó una mano a mi nuca y la otra a la dejó apoyada sobre mi espalda. Me sentí reconfortado y no pude evitar dejar escapar un sollozo.

—No te reprimas…—me dijo Itachi y no pude soportarlo.

Llevé mis manos a sus costillas y aprete su camiseta con fuerza mientras hundía mi cara en su pecho empapando con mis lágrimas esa prenda. Solté mi llanto de forma ahogada y que había estado reprimiendo por tanto tiempo. No sabía qué hora era, pero todavía estaba muy oscuro y tampoco sabía cuánto tiempo llevaba abrazo a Itachi, pero mi llanto se convirtió en sollozo y se fue calmando poco a poco.

—Si quieres…, puedes contarme qué sucedió. Dime. ¿Tuviste una pesadilla? —me preguntó y quería responderle, pero la voz no me salía y tampoco quería separarme de él.

Nunca había tenido tanta necesidad de abrazarlo, de estar a su lado y que nunca se fuera. Itachi era lo único que me quedaba y, si lo perdía, no sabía qué iba a hacer, pero estaba seguro de que enloquecería. Yo solamente deseaba que él jamás se apartara de mi lado. Comencé a sollozar de nuevo y él comprendió de inmediato.

—Tranquilo. Todo está bien… Ya pasó—me dijo y sentí cómo su voz calmada me arrullaba como si fuese un niño.

El Sasuke que detestaba que lo tratasen como a un niño, que no deseaba contacto físico y que era repelente a las expresiones de afecto, en ese momento, se encontraba tan vulnerable.

Así me sentía: vulnerable. Deseaba como nunca sentir el calor de un afecto, la llenura que proporcionaba el sentirse consolado por tus protectores, en mi caso…, Itachi, mi poderoso hermano mayor, que deseaba que fuese inmortal para que nada malo le sucediese.

—Itachi…—susurré su nombre.

—Dime—me dijo sin apartarse de mí.

—El que mató a mis padres… Él… ¿Vendrá por ti en algún momento? ¿También querrá matarte? —le pregunté con mi voz quebrada y muerto de pánico.

Esperaba una respuesta inmediata, aunque fuese una respuesta consuelo, como un: “No. Tranquilo”. Solamente hubo silencio y nada más que silencio. Él ni siquiera tenía intensión de responder a mi pregunta, eso lo descubrí al notar que el tiempo pasaba y continuaba en silencio.

Entré aún más en pánico, porque su silencio sólo me decía que él no estaba seguro de ello y que había altas probabilidades de que quisiesen matarlo, porque no era ilógico. Tal vez la competencia había mandado a alguien a matar a mis padres o alguien que odiaba sus éxitos, o quien fuese que no quisiese que ellos continuasen con la empresa. Mi hermano había pasado a ser el jefe y eso lo convertía en un objetivo.

—Itachi… No te quedes callado, por favor—le supliqué sintiendo que un dolor agudo atravesaba mi pecho.

—Sasuke—su voz sonó firme y severa—. No deberías pensar en esas cosas.

—Pero… es muy probable que el asesino también quiera…—me interrumpió apartándome de su cuerpo— ¡No! —grité por impulso tratando de aferrarme de nuevo a su cuerpo.

No entendía lo que me sucedía. No había actuado así desde el día en que me habían anunciado la muerte de mis padres. Estaba completamente ido de mi yo de siempre y había aparecido nuevamente ese niño asustadizo, necesitado de afecto y consuelo. Él me apartó de nuevo y me sujetó de los hombros, buscando que lo mirase a los ojos.

—Sasuke, escúchame. Todo va a estar bien. Deja de pensar en eso. Nada malo va a pasarme, si a eso es a lo que le temes—me dijo y podía ver la seguridad en sus ojos, pero su rostro me mostraba una expresión que no podía descifrar—. Nada malo va a sucederme ni a mí ni a ti. Me encargaré de que eso sea así siempre, ¿entendiste? —hice silencio ante sus palabras mientras sentía su mirada clavarse en mi ser— ¿Entendiste, Sasuke? —me reiteró la pregunta.

Solamente pude asentir sin borrar mi expresión de miedo absoluto y volvió a permitirme aferrarme a él como un niño. Apoyé mi cabeza en su pecho y arrugué su camiseta entre mis dedos mientras él me rodeaba con sus brazos.

No sabía cuánto tiempo había pasado exactamente, pero al despertar ya era de mañana y el sol entraba por mi ventana. Me había quedado dormido en brazos de mi hermano y, al parecer, cuando eso había ocurrido, él me había dejado tumbado en mi cama y se había marchado a su habitación. En el fondo me alegraba que, después de todo el desprecio y cosas horribles que había recibido de mi parte, él seguía ahí para mí, dispuesto a darme todo lo que yo necesitase. Aún así…, necesitaba algo más.

Sabía que era día entre semana y que debía ir a la escuela, pero no me sentía nada bien. Algo me aplastaba el pecho y me impedía salir de la cama. La horrible pesadilla volvía a mi cabeza.

La recordaba…, hacía unos dos meses que había dejado de tenerla. Era la misma pesadilla que había tenido después de la muerte de mis padres. Solía tenerla varias noches seguidas y luego se calmaba, pero había vuelto y esperaba que se fuera para nunca volver.

No iba a soportar tenerla de nuevo. El pánico era cada vez más grande y vivía la situación como si fuese real, a pesar de que no había presenciado la muerte de mis padres ni los había encontrado en la cabaña, pero el hecho de haber imaginado todo cuando me lo habían contado, había sido suficiente para traumarme de por vida…

Tomé mi teléfono y, sin pensarlo dos veces, marqué el número de teléfono de mi rescate. Dio el tono dos veces y atendió.

—Naruto—dije su nombre.

—Sasuke, hola. ¿Qué sucede? —me preguntó, porque era muy extraño que lo llamara en las mañanas.

—Naruto… Te necesito… No quiero estar solo… Ven, por favor—le dije tratando de contener mis ganas de llorar.

Él no me respondió nada de inmediato. Supe que estaba pensando qué hacer, porque debíamos ir a la escuela, pero le había pedido que viniese a mi casa y eso lo ponía en una encrucijada. Luego de unos interminables segundos, me respondió:

—Está bien. Voy para allá.

Colgué la llamada y me quedé tumbado en la cama esperando a que él viniese.

 

Naruto

Estaba a punto de irme a la escuela cuando mi celular sonó de repente, haciéndome preguntar quién podría ser la persona que me necesitaba a esas horas y me sorprendió la respuesta. Atendí casi de inmediato.

—Naruto—oí la voz de Sasuke, pero noté algo extraño en su tono.

—Sasuke, hola. ¿Qué sucede? —pregunté por lo extraño de la llamada y su tono.

—Naruto… Te necesito… No quiero estar solo… Ven, por favor—me dijo y se me hizo un nudo en la garganta.

Su voz estaba casi quebrada, aunque prácticamente susurraba lo que decía. Era verdad que debía ir a la escuela, pero sentía el inmenso impulso de salir corriendo para ir a abrazarlo y descubrir lo que sucedía. Era muy extraño que Sasuke me pidiese eso, sobre todo cuando él es cero expresivo.

—Está bien. Voy para allá—dije antes de que él cortase la llamada.

Sin más, tomé mi mochila para que creyeran que me dirigía hacia la escuela, pero me iba directo a casa de Sasuke. Por el camino le envié un audio a Sai y a Gaara para que me cubriesen.

Llegué a la puerta de la casa de Sasuke y toqué el timbre. Oí sus pasos apresurados acercarse a la puerta y la abrió. Lo que vi me dejó impactado… Su cara no era la mejor, porque tenía ojeras, los ojos hinchados y enrojecidos, como si hubiese estado llorando por mucho tiempo, pero lo que no entendía era el hecho de que no llevase camiseta cuando hacía bastante frío y su expresión me decía que no debía hacer demasiadas preguntas.

—Sasuke…—susurre su nombre y se hizo a un lado para que pasase.

Cerró la puerta y, sin decirme absolutamente nada, comenzó a ir hacia las escaleras y empezó a subirlas. Sin más, lo seguí sin decir una sola palabra. Él abrió la puerta de su cuarto y se adentró. Lo imité y cerré la puerta tras de mí, dejé la mochila en el suelo y me quité el abrigo que llevaba para quedarme sólo con mi camisa del uniforme escolar.

—Sasuke. ¿Por qué…? —me interrumpió mientras estaba dándome la espalda.

—Naruto. ¿Podrías solamente quedarte conmigo sin hacerme ninguna pregunta por el momento? Prometo que después te contaré todo…—me dijo y sentí escalofríos por el tono de su voz tan grave y serio.

—Claro—respondí y se dio la vuelta para mirarme.

Se acercó a mí y no pude evitar contemplar todo su ser perturbado por alguna razón desconocida.

—Naruto… Te voy a pedir que no me toques…—me dijo y sentí que algo me oprimía el pecho.

Ignoré completamente sus palabras, porque su cuerpo pedía a gritos algo de afecto, así que extendí mi mano y toqué la piel de su pecho delicadamente, entonces, de repente sentí mi cuerpo estamparse contra la puerta de su cuarto. Me tenía acorralado con una mano a cada lado de mi cuerpo y su mirada era extraña, pero atrayente, tanto que me era imposible no desear besarlo.

—Te dije que no me tocaras…—me susurró y sentí cómo todo mi ser se estremecía.

—Sasuke… Yo…—me interrumpió al atrapar mis labios con los suyos en un beso que desconocía.

No se sentía como los besos de siempre, porque este era más intenso, más necesitado, más posesivo y eso…, por alguna extraña y loca razón, me enloquecía.

La verdad era que no sabía lo que sucedía, pero tenía la promesa de saber si, por el momento, no preguntaba nada. De todas formas, él necesitaba de mí y no iba a negarle nada que necesitara.

Mi cara se sentía ardiente al igual que mi cuerpo al momento en el que él llevó una de sus manos a la zona de mi vientre y comenzó a colarse por debajo de mi camisa para entrar en contacto con mi piel caliente que se estremeció al sentir sus fríos dedos. Inevitablemente separé un poco mis labios de los suyos al necesitar oxígeno.

—Sasuke…—susurré su nombre y lo que siguió me dejó totalmente sorprendido.

Destrozó mi camisa al abrirla de golpe. Los botones salieron volando y se esparcieron por toda la habitación, dejándome en shock, pero lo que le siguió a eso, fue todavía más increíble. Me volteó con brusquedad y me estampó contra la puerta quitándome la camisa, dejando mi piel libre de la tela.

—S-Sasuke…—tartamudeé su nombre.

Realmente… estaba algo asustado, pero sabía que él no podría nunca hacerme daño o hacerme algo que yo no deseara. Confiaba en eso.

—Te enseñaré a obedecerme cuando te doy una maldita orden—me dijo y sentí un escalofrío.

Metió su pierna entre medio de las mías obligándome a abrirlas y presionó mi trasero con su rodilla. Sentí la adrenalina recorrer mi cuerpo en ese instante. Todo eso era desconocido para mí, pero, aunque me asustaba un poco… sentía curiosidad de qué era lo que Sasuke pretendía.

—Sasuke… No entiendo nada…—dije empezando a sentir agitada mi respiración.

—Haz silencio y solamente habla cuando yo te lo ordene. Tranquilo… No voy a hacerte nada malo, pero… hazme caso por tu bien—me dijo y me estremecí.

¿Qué era lo que le ocurría? Fuera lo que fuera, en ese instante no quería contradecirlo. Algo me decía que todo se podía ir a la basura si intentaba llevarle la contraria.

Pude sentir sus manos frías recorrer toda mi espalda y eso me hizo tener escalofríos. Todo mi cuerpo se estremeció y, por alguna razón, cada vez sentía mi piel más y más ardiente, a pesar de la extraña actitud de Sasuke. Sentí su respiración cerca de mi cuello.

—Si alguien te pregunta… Sólo diles mi nombre—me dijo y sentí que la sangre me hervía de repente—¿Qué les dirás? —me preguntó mientras sujetaba mis caderas con sus manos.

—L-Les diré tu nombre—respondí y mis latidos comenzaron a acelerarse bastante.

—Dilo…—me pidió aún más cerca de mi oído y el choque de su aliento contra mi piel me estaba enloqueciendo.

—S-Sasuke… Uchiha… —dije y presionó aún más mi trasero con su rodilla.

—Dilo de nuevo. Di mi nombre—me dijo a modo de orden severa.

—Sasuke Uchiha—repetí y sentí como sus manos subían lentamente hacia mi cintura camino a mi pecho.

—Si te preguntan, dirás el nombre de tu dueño. ¿Quién es? —preguntó con un tono sensual aún más irresistible que la vez anterior que había estado con él.

—S-Sasuke… Uchiha…—dije con dificultad, pues sus caricias estaban siendo irresistibles.

En ese instante sentí su boca atacar mi cuello y un dolor punzante que, solamente duró unos segundos y comprendí que me había mordido, pero luego no pude evitar comenzar a gemir al sentir su cálida lengua en la zona y comenzó a hacerme un chupetón allí.

—Aaah… Sasuke… —gemí su nombre y entonces me apartó de la puerta.

Me agarró de la mano y me jaló para luego arrojarme a la cama. Pude ver cómo había comenzado a desabrochar su pantalón.

—Quítate ese estorbo—me ordenó, refiriéndose a mis pantalones.

Muy avergonzado, tímido y completamente sonrojado, le hice caso y comencé a quitarme toda la ropa que me quedaba. Él ya estaba desnudo y se apresuró a ponerse sobre mí.

No conocía esta parte de Sasuke y, la verdad, no sabía si podría gustarme o no, pero… esperaba que sí. De alguna forma, no era desagradable, de hecho, cada vez que me daba una orden, la adrenalina recorría mi cuerpo y mi ser pedía que fuese un poquito… ¿brusco? Mi ser estaba tentado a desobedecerlo para ver qué sucedía.

—Abre la boca—me ordenó.

—No—respondí y su rostro se transformó mostrándome una expresión desconocida, pero no me dio miedo.

Lo que siguió me hizo querer desobedecerle a cada cosa que me dijese. Sujetó mi miembro y comenzó a apretarlo, pero no al punto del dolor, sino que se sintió muy bien y mi corazón parecía que iba a salírseme del pecho.

—¡Sasuke! —grité su nombre del gusto.

—¿Qué dijiste? ¿Acaso dijiste que no? Abre la boca ahora mismo o haré que la abras para mí—su voz sonó severa, pero, al mismo tiempo, su tono era sensual.

—Sasuke…—gemí su nombre y extendió su mano hacia su mesa de luz para tomar el bote de vaselina.

Sin más, se llenó la mano con esa sustancia y sujetó de nuevo mi miembro.

—Abre la boca, Naruto—me ordenó y sentí que iba a estallar.

Mi cuerpo se calentó de golpe a niveles insospechados mientras él movía su mano. Por alguna razón, el hecho de que lo hiciese con esa sustancia en su mano lo hacía el doble de placentero que sin ella. Me iba a obligar a abrir la boca al hacerme gemir y yo intentaba hacerlo con la boca cerrada hasta que sentí su boca en mi cuello, degustándolo con desesperación, por lo que no pude evitarlo.

—Aaaah…—en ese instante se apresuró a invadir mi boca con la suya.

No entendía lo que le sucedía, pero ese Sasuke me hacía delirar el doble de lo que lo hacía el Sasuke delicado y tierno que había conocido la primera vez que lo habíamos hecho. Él había despertado algo en mí que no sabía que existía o que no pudiese salir por la vergüenza que yo siempre solía tener, pero él me hacía obedecerlo a la vez que me hacía querer desafiarlo.

Su lengua recorrió toda la extensión de mi boca con desesperación y su mano me estaba llevando a la locura misma hasta que no pude más. Mi espalda se arqueó inevitablemente y supe que había manchado su vientre. Separó su boca de la mía.

—¿Seguirás desobedeciéndome? —me preguntó mirándome a los ojos y mi ser se estremeció por completo.

Mi respiración estaba agitada y mi cuerpo ardía increíblemente. ¿Qué era todo eso? ¿Por qué me sentía así? ¿No debía estar asustado ante esta parte de Sasuke? Todo había sido muy repentino y debía haber estado pidiendo explicaciones sobre esa nueva actitud brusca, dominante y posesiva de él, pero en vez de eso, estaba siguiéndole el juego y entregándome a él sin reparos.

—Sasuke… Quiero más de ti—le dije casi en súplica mientras llevaba mi mano a su pecho para acariciarlo.

Él me observaba serio y en silencio mientras mi mano se paseaba por todo su torso hasta que la detuvo, agarrándome de la muñeca y, de repente, sujetó mi cuerpo para darme vuelta y quedé en una posición que me daba mucha vergüenza, pero, a la vez, me sorprendió en la misma medida que me encantó.

—S-Sasuke…—tartamudeé su nombre estando en shock.

Volteé mi cabeza para verlo y estaba sonriendo de forma casi perversa, lo que provocó que una corriente eléctrica recorriese mi cuerpo.

—Mira hacia el frente—me ordenó y obedecí.

Si seguía mirando esa cara, realmente no sabía qué podría suceder. Lo que pasó después me asustó, al principio. Él tomó la corbata de mi camisa y la usó para cubrir mis ojos.

—S-Sasuke—lo nombré algo temeroso.

—Estás conmigo. Nada malo te pasará. Ahora relájate y déjame castigarte…—me dijo y sonreí extrañamente.

Era totalmente diferente a lo que conocía de él, que era poco realmente, pero no me sentía inseguro a su lado. Seguía siendo Sasuke y me recordaba que nada malo iba a sucederme, que él no me haría daño y eso me bastaba para continuar con ese juego desconocido para mí.

Sentí su cuerpo sobre mi espalda y su dureza entre mis nalgas, lo que me hizo sobresaltarme, pero me gustó bastante sentirlo tan caliente en contacto con mi piel. Su aliento caliente golpeaba mi cuello y el hecho de que no podía ver, me hacía sentir el doble todas cosas que me estaba haciendo.

Recorrió mi pecho y mi vientre con una de sus manos hasta llegar a mi miembro y lo sujetó nuevamente, lo que me hizo estremecerme y sobresaltarme por la sorpresa. Comenzó a mover su mano y, de nuevo, comencé a sentir todo mi cuerpo enloquecer a la vez que él comenzó a moverse entre mis nalgas. Estaba tan avergonzado.

—Aaaah… Sasuke… —gemí su nombre, pero una duda invadió mi mente—…S-Sasuke… Tu hermano…

—Él está en la oficina. Ahora, no digas nada más que mi nombre y esos deliciosos gemidos que sueltas a causa de mí—me dijo y mi ser se estremeció.

Su voz era suficiente para causarme mil sensaciones distintas. No pude evitar terminar en su mano. Respiraba bastante agitado por lo que él me había hecho. Él tomó de nuevo el bote de vaselina y sentí cómo la untaba por todo mi trasero y volvía sentir su dureza entre mis nalgas. Estuvo moviéndose un rato mientras gemía suavemente en mi oído, lo que me hacía enloquecer, porque no había nada más placentero que oírlo gemir. La sensación era indescriptible y me hacía pedir más de él. Pude sentir cómo su respiración se aceleraba cada vez más al igual que sus movimientos.

—S-Sasuke… Hazlo… dentro…—le dije y se detuvo de golpe.

Lo siguiente que sentí fue cómo mordía mi oreja suavemente y sentí su cálida lengua recorrer mi mejilla.

—Aaah…—gemí ante esos actos.

Sentí su mano untar esa sustancia en mi entrada para después comenzar a sentir la intromisión de uno de sus dedos. No me dolía tanto como la primera vez, pero seguía siendo molesto. Estuvo moviéndolo un poco dentro de mí y luego introdujo uno más. Ya no era como antes, porque la sustancia hacía que fuese más fácil, además de que era bastante placentero, pero mi cuerpo pedía más. Moví mis caderas tratando de darle el mensaje y retiró sus dedos lentamente, provocando que me mordiese el labio inferior y, lo siguiente que sentí fue una nalgada. Me sorprendí y me ruboricé a más no poder.

—Teme—reclamé.

—¿Qué fue lo que me dijiste? —preguntó con un tono de voz molesto, pero sabía que eso provocaría algo más agradable.

—Dije… t-e-m-e—le deletreé la palabra y sentí cómo mi interior se llenaba de golpe haciéndome callar.

Había entrado en mí de una sola vez, pero no se movió, lo cual agradecí. Apreté los dientes, porque me dolía, pero no tanto. Jadeé un poco antes de empezar a sentir que deseaba más. Por alguna razón, esa acción había encantado, aunque me había sorprendido bastante. No me lo había esperado. Me había encendido bastante…

—Haré que no te den ganas de faltarle al respeto a tu amo de nuevo—me dijo con la respiración agitada.

Sabía que él deseaba más.

—A ver… lo que consigues, teme—dije y sonreí de forma ladina.

Lo provoqué a propósito de la peor forma por la simple curiosidad de ver lo que seguía. Algo debía admitir…, esa postura me hacía ver las estrellas. Él llegaba tan profundo que deseaba que no saliese nunca de mí. Moví mis caderas en señal de que podía continuar.

—Te haré gritar mi nombre—me dijo antes de darme una estocada que me dejó sin aliento.

—¡Aaah! —grité al sentirlo tan intenso y brusco.

Sujetó mis caderas con fuerza y comenzó a moverse intensamente, pero no necesariamente con brutalidad ni rapidez. Las estocadas eran precisas, intensas, aunque lentas y enloquecedoras.

—Aaaah… Sasuke… Sasuke… —no podía evitar gemir su nombre y hacer que eso le provocara querer destrozarme.

Mis pensamientos se estaban volviendo cada vez más sucios, porque del placer que sentía, comenzaba a tener la necesidad de que me partiera en dos y que no me tuviese piedad. No sabía si eso era normal en esas circunstancias, pero era lo que él me estaba provocando.

Sentí su cuerpo nuevamente sobre mi espalda y sus manos recorrieron todo mi cuerpo quemando mi piel a cada caricia hasta llegar a mis manos y allí las dejó. Fue un acto simple, pero un acto que me dijo que estaba pensando en mí y estaba siendo considerado con mis sentimientos. Me daba seguridad al tocar mis manos tan delicadamente. Comenzó a morder mi hombro delicadamente y a lamerlo. Repartía besos por toda mi espalda y mi cuello mientras oía de vez en cuando sus gemidos que me enloquecían. Sentía el movimiento de su cuerpo sobre el mío entrando y saliendo de mí.

—Naruto…—gimió mi nombre en mi oído.

—Sasuke…—repliqué su accionar.

Sus movimientos se hicieron cada vez más rápidos e intensos. Llevó su mano a mi miembro para comenzar a enloquecerme más de lo que lo estaba. Pude sentir cómo mi interior se llenaba con su esencia, pero él no se detuvo y continuó moviéndose como si nada hubiese pasado. Cada vez era más y más intenso, como si estuviese poseído. La verdad era que… yo también parecía estar poseído, porque no cerraba la boca en ningún momento y solamente podía gemir.

Sus movimientos se hicieron tan violentos e intensos que ya no podía controlar mi cuerpo ni mi boca.

—Aaaah… Aaaaah… Sasuke… Sasuke… Sasuke… Sasuke… ¡SASUKE! ¡SASUKE! —comencé a gritar su nombre como él me había dicho que conseguiría lograr, porque estaba delirando a causa de sus actos.

Había terminado unas dos veces más en su mano en el proceso de los gritos. Él finalmente terminó un par de veces más en mi interior y, con la respiración agitada, se quedó sobre mi cuerpo. Mis fuerzas me fueron y me tumbé por completo en la cama mientras sentía el peso de su cuerpo sobre el mío. Luego salió de mi interior y se quedó sobre mi cuerpo.

—Naruto…—susurró mi nombre y me sonrojé—¿Te hice daño? —me preguntó y me sorprendí un poco.

—No. Tranquilo—respondí y suspiró aliviado.

Sentí cómo apoyaba su cabeza sobre mi espalda mientras acariciaba mis manos.

—Te amo…—susurró y me ruboricé a más no poder.

Estaba actuando más que extraño y deseaba saber por qué.

—Sasuke… ¿Qué sucede? —pregunté preocupado.

Hizo silencio un momento, el cual me pareció interminable, pero después decidió hablar.

—Tuve una pesadilla anoche… Sé que suena estupido, pero es una molestia. Es una pesadilla recurrente que había tenido después de que mis padres murieron. Hacía unos meses que no sucedía, pero anoche volvió… En ella veo la muerte de mis padres y que el asesino también toma mi vida—me explicó y sentí un nudo en la garganta junto con la necesidad de abrazarlo, pero ya estabamos en una postura que nos permitía estar sintiendo al otro.

—Eso suena… aterrador—le dije e hizo silencio unos segundos.

—Sí—respondió simplemente.

—Entonces… ¿Tuviste miedo? —pregunté y sabía que posiblemente me diría que no por lo orgulloso que era.

—Sería estúpido negarlo a estas alturas… Nunca había sentido tanto miedo en mi vida, pero no por mí. La verdad es que no quiero perder a nadie más y me preocupa que la persona que atacó a mis padres, intente hacerle algo a Itachi—me confesó sin reparo alguno y me sorprendí, pero supuse que sentía la necesidad de liberarse.

—Entiendo tu preocupación. Sería realmente terrible que algo así sucediese de nuevo, pero tu hermano tiene las posibilidades de evitar que eso suceda y estoy seguro que él estará bien—le dije y esperaba que mis palabras le ayudaran un poco.

—No quería estar solo y… te necesitaba—me confesó y sentí cómo se aferraba más a mi cuerpo.

—Entiendo. Aquí estoy para ti, Sasuke—le dije y volteé mi rostro para verlo, entonces le di un corto beso en el que quería transmitirle toda mi seguridad.

—Naruto… No quiero perderte—me dijo hundiendo su rostro en mi espalda.

—No me perderás—le dije sintiéndome preocupado por su estado de animo.

Sentí cómo rodeaba mi cuerpo apretándome contra él aún más.

—Mataré a quien se atreva a arrebatarte de mi lado. Juro que haré que me suplique piedad…—me dijo y sentí un escalofrío en todo mi cuerpo.

No dije absolutamente nada. Él estaba demasiado afectado por aquella pesadilla, al parecer y eso lo hacía decir cosas bastante exageradas, además de tener actitudes fuera de lo común. Supuse que lo anterior se había debido a una forma de descargarse de tensiones y sufrimiento. Al parecer, ese tipo de cosas angustiantes lo hacían actuar de forma posesiva al tener miedo de perder a quien quería.

—Naruto…—susurró mi nombre.

—Dime.

—¿Te irías de mi lado? —me preguntó y comprobé que estaba realmente asustado.

—No—respondí con seguridad.

—¿Aunque hiciese algo horrible? —me preguntó y me sorprendí.

—Sasuke. ¿Por qué me preguntas esas cosas? —quería entender.

—Sólo responde…—me dijo con la voz casi quebrada—¿Te alejarías de mí si hiciese algo horrible?

—No…, pero trataría de ayudarte—le respondí.

Él simplemente entrelazó sus manos con las mías y nos quedamos de esa forma por un largo rato.

Notas finales:

Hola, chiquis. Espero que les haya gustado el capítulo y no se olviden de comentar.


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