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El clan por FiorelaN

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Notas del capitulo:

POR FAVOR, LEE LAS NOTAS DE AUTOR DEL FINAL


Capítulo V: "Un último beso"

Punto de vista de Sasuke

 

Hacía mucho tiempo que no sentía tanta adrenalina en mi cuerpo. No creí que, algún día, podría volver a sentirme de esta forma. Es como si una corriente eléctrica me atravesara desde norte a sur recorriendo cada rincón de mi cuerpo, impulsando sus piernas a moverse. ¿Por qué tanto escándalo? ¿Era real? Se sentía como… miedo. ¿Esa era la palabra? ¿Miedo? Pero… ¿a qué? Lo único que deseaba era encontrar a Naruto y que estuviese bien. Eso es. Temía a perderlo, pero… ¿por qué? No era que se fuera a morir.

Después de tanto correr por toda Konoha, sólo me quedaba buscar en la carretera que daba a la salida de la ciudad. Sabía que por ese sector estaba el puente y había unas cuantas cabañas cercanas al bosque.

Si hubiese sabido lo que él sentía por mí, no me habría dejado llevar por aquel estúpido capricho, porque eso era lo que había sido, un mero capricho idiota de adolescente inmaduro. Me repugnaba la sola idea de volver a pensar en lo que había pasado. No podía concebir cómo era que yo había caído en esa estupidez con el idiota del director. En ese momento, le tenía tanto asco a ese sujeto que no quería volver a verlo en la vida y hasta me daban ganas de matarlo, pero… yo era el culpable que había permitido que eso pasara y por eso deseaba darme una paliza a mí mismo por haber hecho sufrir a Naruto, porque sabía que estaba sufriendo y era por mi maldita culpa.

¿Por qué demonios no me dijo lo que sentía por mí? Otra duda que tenía luego de caer en cuentas era… ¿qué hacía mi hermano con la carta de Naruto? ¿De dónde la sacó? Luego le preguntaría.

Ahí estaba. Pude ver su cabello rubio bajo un paraguas y mi cuerpo fue atacado por una corriente eléctrica más fuerte que las anteriores. Me sentía tan ansioso y nervioso. Quería llegar lo más rápido posible a él, pero me percaté de algo que me hizo sentir un nudo en el estómago, y era que Naruto no estaba solo. Gaara estaba con él y… ¿le estaba acariciando la mejilla?

— ¡Naruto! —grité su nombre para que se percatara de mi presencia.

Volteó a verme junto con el otro. Me acerqué muy pronto a ellos. Llovía demasiado y yo estaba empapado desde los pies a la cabeza, pero ellos estaban secos y muy tranquilos parados en medio de la carretera usando paraguas. Debía admitir que me veía patético y me sentía un mal tercio. Naruto estaba bien y no estaba solo. Alguien estaba con él. Posiblemente, Gaara había estado consolándolo. No era idiota. Me daba cuenta de todo con facilidad menos de que yo le gustaba al rubio. Qué idiota me sentía por eso.

—Naruto—volví a decir su nombre.

Él me estaba mirando con cara de que estaba viendo un fantasma y Gaara tenía una cara de enfado que no evitó disimular, pero la mía no se quedaba atrás. Quería que ese imbécil se apartara de Naruto. Quería empujarlo y que dejara de tocar el rostro de mi rubio, pero no podía hacerlo, así que me quedé quieto frente a ellos como un idiota bajo la lluvia.

—Sasuke…—dijo mi nombre casi en un susurro y pude notar que le había dolido pronunciar mi nombre— ¿Qué haces aquí? —bajó su mirada. Odié que hiciese eso.

—Estuve buscándote por todos lados. Quería saber…—fui interrumpido.

—No te hubieses molestado, Uchiha. Naruto estaba conmigo y ya vamos camino a casa—me dijo Gaara, por lo que me fastidié como nunca en la vida por haber sido interrumpido y por confirmar que él había estado con mi rubio.

—Cállate—no pude evitar pedirle que cerrara su maldita boca—Nadie te preguntó nada y no te atrevas a volver a interrumpirme. Estoy hablando con Naruto—le lancé una mirada de odio y me devolvió una llena de hostilidad con la que pretendía asustarme. Qué imbécil era este sujeto.

—No se peleen—pidió Naruto con tristeza en sus ojos y me miró directo a los míos—Gaara tiene razón. No debiste haberte molestado. Estoy bien—volvió a bajar sus ojos—Estás todo mojado. Podrías enfermarte. Deberías volver a tu casa—podría jurar que su voz quería quebrarse y estaba tratando de evitarlo.

—No me interesa si llueve o el maldito mundo se derrumba sobre mi cabeza. Necesito hablar contigo, Naruto—dije sin saber cómo pude haber soltado eso frente a Gaara y con cierta desesperación en mi pedido.

Pude ver cómo los ojos de mi rubio se abrían más de lo normal por el asombro de oírme hablar así, pues nunca me había oído desesperado, y mucho menos haciéndole una petición como esa.

—Es tarde, Uchiha. Piérdete—me dijo y tomó la mano de Naruto.

En ese momento, podría jurar que mis ojos habían sufrido un cambio y, si hubiésemos estado en esas películas fantásticas o en un anime, se me hubiesen puesto de color rojo con alguna habilidad que me permitiese fulminar a Gaara en ese instante, porque me sentía tan furioso que lo único que quería era llevarlo a rastras hasta el puente y lanzarlo al lago, pero mis ojos seguían igual de negros, aunque llenos de ira.

— ¡No te metas en esto! —le grité y lo agarré de la camisa.

—Suéltame o te vas a arrepentir—me dijo calmadamente sin sentir temor.

— ¡Basta! —nos gritó mi rubio.

Volteé a verlo y tenía los ojos inundados de lágrimas que estaban a punto de salir. Vi el miedo en sus ojos y eso me desesperó, angustió y me llenó aún más de enojo contra mí mismo.

Solté al imbécil.

—Naruto…—le dije acercándome a él un poco.

Mi rubio hizo una acción que me rompió el corazón: dar un paso hacia atrás para eliminar la cercanía que yo intentaba crear.

—Sólo quiero que hablemos… No te estoy pidiendo mucho—le supliqué sin romper mi seriedad, pero sabía que él había visto en mis ojos la desesperación.

No sabía si le había conmovido el hecho de verme empapado, con frío y suplicando o si, simplemente, él lo deseaba, pero me respondió:

—Gaara y yo ya estamos metidos en muchos problemas, así que debemos regresar pronto al orfanato o la abuela Tsunade podría resultar perjudicada. Vuelve a casa y prometo que luego hablaremos todo lo que tú quieras, Sasuke—me dijo mirándome a los ojos con una seriedad que no había visto nunca y con sus ojos humedecidos.

No pude decir nada ante esa imagen que me causó mucho dolor. Solamente asentí y me di la vuelta para marcharme. Apretaba mis puños mientras me alejaba de allí. Sentía que, en cualquier momento, podría romper en llanto como un niño, pero no quería permitirme semejante cosa.

Volví a casa todo mojado con mi peor cara de depresión. Me recargué en la puerta luego de cerrarla y un charco se formó en el suelo alrededor de mis pies. Lentamente, fui bajando hasta quedar sentado en el suelo y apoyé mi frente en mis rodillas. No deseaba moverme de ahí.

—No fue bien el encuentro, ¿no? —oí la voz de mi hermano— O tal vez no lo encontraste, pero, a decir verdad, por cómo regresaste y por la postura en la que estás diría que sí lo encontraste, pero te mandó al Diablo—fruncí el ceño ante esas palabras.

No estaba para esas estupideces en esos momentos. Sólo quería silencio, pero deseaba sacarme una duda.

— ¿De dónde sacaste la carta de Naruto? —le pregunté elevando el rostro para verlo recargado en la pared de la sala de brazos cruzados.

—Deidara, el joven que está haciendo las pasantías en la empresa, también es del orfanato de tu amigo. Supongo que no se llevan bien—me respondió, pero me dejó con más dudas.

— ¿Él te dio a ti esa carta o tú se la descubriste?

—Él me la dio.

— ¿Por qué?

—Supongo que intentaba hacer alguna maldad, pero no obtuvo que yo te regañe o lo que sea que haya pretendido—me respondió.

—Si es así de fastidioso y mal intencionado, ¿por qué demonios lo tienes en tu empresa? —le pregunté con enfado hacia el estúpido Deidara.

—Es un buen chico en el fondo y tengo esperanzas de que madure. Tiene futuro en la empresa—me dijo simplemente.

Hice un gesto de desagrado y volví a apoyar la frente en mis rodillas.

— ¿Quieres contarme? —me preguntó mostrando interés.

— ¿Desde cuándo nos contamos las cosas? —le pregunté riendo levemente con amargura.

—Desde hoy. Realmente, quiero saber—me respondió.

Estaba intentando ser buen hermano mayor. Un poco pasado de tiempo, pero antes las cosas sí eran así. Habíamos empezado con la distancia después de la muerte de nuestros padres. Antes no estábamos mucho juntos, pero sí nos contábamos las cosas.

—Lo encontré—le dije simplemente.

— ¿Y qué ocurrió?

—Estaba con…—fruncí el ceño con asco—Gaara.

Itachi hizo silencio unos insufribles segundos.

— ¿Algo raro? —me preguntó por fin.

—Estaban los dos solos parados en medio de la estúpida carretera a las afueras de Konoha, bajo sus paraguas, y Gaara acariciaba la mejilla de Naruto. Parecía… una maldita película romántica—solté con asco y rabia—Y yo fui ese idiota que siempre llega a interrumpir antes del beso… Si es que no se lo habían dado ya—solté lo que pensaba.

Itachi soltó una pequeña risa.

— ¿Qué es lo gracioso? —pregunté molesto.

—Eres muy negativo—me respondió— ¿Por qué crees que interrumpiste un beso o que se besaron? Después de leer esa carta, sé que ese chico muere por ti y que no haría eso. Tú también la leíste.

—Sí, pero no lo culparía si decidiese quedarse con su mejor amigo del orfanato. Don perfecto se encargó de consolarlo y… duermen en el mismo maldito cuarto—mi odio y mi rabia crecían cada vez más deseando ir a secuestrar a Naruto para que no durmiese con Gaara esa noche.

—Estás muy celoso, Sasuke—me dijo Itachi—Ve a cambiarte. Hace frío y vas a enfermarte—se apartó de la pared—Relájate.

—Naruto también me dijo eso. Dijo que volviese a casa y que luego podríamos hablar—me puse de pie.

—Entonces, no te mandó al Demonio. Sólo tienes que esperar para hablar con él y contarle lo que sientes—me dijo antes de salir de la sala.

No lo pensé dos veces. Me fui a la ducha directamente para calentar mi cuerpo con el agua caliente y, al terminar, me vestí con mi ropa de estar en casa: una camiseta y unos pantalones negros de pijama. Me tumbé en la cama ya repuesto del frío esperando no enfermarme, porque no deseaba faltar a la escuela. No quería pasar un día más sin mi rubio.

Tomé mi teléfono, pero decidí no llamar, porque, seguramente, no me contestaría. Envié un mensaje de texto, que lo vería sí o sí con o sin internet:

“Naruto, si llegaste al orfanato, avísame. Estaré esperando tu respuesta… Sasuke”

Dejé mi teléfono sobre mi pecho y puse mis manos detrás de mi cabeza. Cerré los ojos esperando la ansiada vibración que activase mi corazón con la respuesta de mi chico, porque sí…

—“Es mío y haré lo que sea para que esté a mi lado. No aguanto más esta estupidez y no me importa quién se entere, quién se enoje o quién trate de impedirlo. Al que mueva un solo dedo para oponerse simple y sencillamente lo fulmino”—pensé.

Fin del punto de vista de Sasuke.

Narración en tercera persona.

Las llamas en la chimenea iluminaban la oscura habitación. Afuera llovía y las cortinas negras impedían que la poca luz del día entrara en aquella cabaña.

El chico rubio de ojos azules estaba sentado sobre las piernas de su amante, que ya había pasado a ser su novio hacía unos momentos. Estaba vestido solamente con su bata negra con nubes rojas, la cual estaba abierta hasta la mitad de su pecho y caída por su hombro derecho, dejando ver mucha piel. Por lo demás, estaba desnudo bajo esa prenda.

Besaba los labios de Sasori con desesperación y el otro lo tenía sujetado con fuerza por la cintura apretándolo cada vez más contra su cuerpo. No tenía escapatoria, pero tampoco la buscaba.

El corazón de Deidara latía tan rápido que le era imposible controlarlo. Separó sus labios de los del pelirrojo para poder tomar aire. Su respiración era agitada, igual que la de su amado novio, que lo miraba a los ojos con amor y deseo sintiendo que estaba frente a la imagen más bella que jamás había visto antes: el rubio respirando agitado, con su pecho y su hombro al descubierto, su rostro completamente sonrojado y con una expresión avergonzada que nunca le había visto.

Sasori acarició el rostro de su rubio para después depositar un beso sobre su clavícula, lo cual hizo estremecer a Deidara. Sasori pudo notarlo. Notó su vergüenza y su estremecimiento, lo cual hizo que se riese levemente.

—No es la primera vez que te toco y te beso, pero actúas como si nadie jamás hubiese puesto sus manos encima de tu cuerpo—dijo olfateando el aroma de su piel por la zona de su pecho desnudo y bajando sus manos hacia los muslos desnudos de su rubio para acariciarlos.

Deidara se sonrojó aún más por lo que había dicho Sasori y por el acto de sus manos.

—N-No es lo mismo ahora—le respondió frunciendo el ceño—Ahora todo se siente diferente. No me tocas como antes.

—Siempre te he tocado de la misma manera—mordió la piel de su pecho—Sólo que hasta ahora notas el amor que le pongo a lo que te hago—le regaló una sonrisa.

Deidara depositó un dulce beso en los labios de su pelirrojo, haciendo que Sasori no pudiese resistirse a morder el labio inferior de su chico, haciendo que éste se deshiciera de amor mientras ponía las manos sobre los hombros de su pelirrojo.

Sasori separó sus labios para comenzar a repartir besos por aquel delicado cuello que tanto ansiaba degustar y en el que tanto ansiaba dejar sus marcas, pero no debía. Si alguien viera esas marcas, harían preguntas y podría meter en problemas a su querido novio. Solamente se limitó a morder levemente aquella piel tan suave, haciendo que Deidara soltara los gemidos más hermosos del mundo.

El rubio enterró sus dedos en el cabello de su amado mientras que no podía evitar sentirse en una fantasía demasiado hermosa. Todo era tan lento, tan suave y tan adictivo al mismo tiempo que no deseaba que se terminase nunca. Sabía que ese día no sería como los demás, porque, esta vez, podía notar los verdaderos sentimientos que había detrás de todo aquello.

De todas formas, recordaba que Sasori jamás había sido brusco ni meramente sexual en sus múltiples encuentros. Siempre había sido muy gentil y muy delicado con su máscara de chico frío, violento y amenazante.

El pelirrojo deslizaba su lengua desde la barbilla de su amado rubio pasando por su cuello hasta llegar a su pecho, donde dejó un camino de besos húmedos y suaves mordidas, arrancándole gemidos cada vez más intensos a Deidara.

Llevó sus manos al cuello de la bata, que estaba ya por debajo de los hombros de su rubio, y comenzó a bajarla cada vez más hasta que Deidara sacó sus manos de las mangas, haciendo que su torso quedara completamente desnudo. Entonces, comenzó a acariciar la espalda de su amado chico desde la parte trasera de sus hombros deslizando suave y lentamente las yemas de sus dedos hasta llegar a su cintura.

—Tu piel es tan suave y adictiva…—soltó en un suspiro el pelirrojo.

—Tú eres tan delicado que me siento muy frágil en tus manos—confesó Deidara mirando a esos ojos café ceniza que tanto amaba.

—Es que siento que, si te toco con algo de fuerza, por más mínima que sea… te romperé—le dijo mientras acariciaba su brazo derecho hasta llegas a su mano, la cual tomó y acercó a su boca para besarla con dulzura.

—Sasori…—susurró su nombre y se puso aún más rojo—Vamos a la cama—le pidió casi en súplica.

El pelirrojo asintió. Entonces, Deidara se hizo a un lado para ponerse ambos de pie, pero, cuando Sasori estuvo de pie, tomó por sorpresa a su amado rubio cargándolo en sus brazos como si fuese una princesa.

—Oye, puedo caminar—le dijo sonriendo felizmente su rubio.

—Lo sé, pero no quiero que te pase nada malo de camino a la cama—le respondió depositándolo delicadamente sobre la cama.

La imagen del rubio medio desnudo, sonrojado y avergonzado sobre las sábanas blancas despertaba algo dentro de Sasori que le era imposible controlar, pero tampoco estaba por la labor de mantener el control.

Bajó el cierre de esa bata hasta abajo y la retiró del cuerpo de Deidara, dejándolo completamente desnudo. Se posicionó sobre él y el rubio no tardó mucho en llevar sus manos hacia la camiseta que traía puesta su amado pelirrojo comenzando a levantarla, develando ese vientre bien trabajado que tan loco lo volvía.

—Eres increíblemente perfecto—mencionó Deidara mordiéndose el labio inferior sin privarse de acariciar esos cuadrados en el proceso de quitarle la camiseta.

—Y todo es tuyo—le dijo levantando los brazos para hacerle más fácil la tarea.

Una vez que le quitó la camiseta, no pudo evitar llevársela a su rostro para olfatearla.

—Me la quedaré. Ahora es mía—dijo el rubio sonrojándose mucho más.

Sasori sonrió levemente ante ese comentario, tomó su propia camiseta y la arrojó hacia cualquier parte.

—Luego la recoges y te la quedas, pero ahora déjame darte algo que también te llevarás contigo—le dijo acercando sus labios a los del rubio para después besarlo.

Deidara no quería perder más tiempo y se dedicó a desabrochar el pantalón de su novio mientras recibía caricias en su pecho, en su vientre y en sus brazos de parte del pelirrojo. Estaba totalmente embriagado de amor y deseo por su aroma, sus besos, sus caricias y sus miradas.

Una vez que aquel molesto pantalón estuvo desabrochado, comenzó a bajárselo hasta que Sasori lo ayudó a sacárselo completamente. Deseó hacer lo mismo con sus bóxer, pero el pelirrojo detuvo sus manos cuando el rubio tomó el elástico de estos. Llevó las manos de Deidara a su pecho y éste no dudó en acariciárselo intensamente.

La boca de Sasori abandonó la de su amado rubio para comenzar a degustar su cuello nuevamente. Deseaba intensamente oír los gemidos de su dulce rubio mientras se quitaba él mismo los bóxer. Ante esa acción, Deidara enredó sus piernas en las caderas del pelirrojo deseando aún más mientras llevaba las manos a su espalda y comenzaba a acariciarla intensamente demostrando todo su deseo.

—Ya…—le susurró en el oído a Sasori.

—Espera un momento—le respondió mordiendo su mejilla, a lo que Deidara soltó un gemido ansioso.

Sin separarse demasiado, el pelirrojo extendió su mano hacia el único cajón de la mesita de noche que estaba pegada a la cama y sacó un bote de vaselina que ya estaba por la mitad, pero solamente lo dejó sobre la mesa de noche y comenzó a bajar a besos por el cuello de su hermoso rubio pasando por el pecho, donde se detuvo a llenar toda la zona de cálidos, dulces y húmedos besos. Continuó su recorrido por su vientre, donde mordió cada trozo de la piel de esa zona mientras escuchaba la melodía más hermosa: los gemidos de Deidara. Finalmente, se detuvo en la parte más baja de su vientre y volvió a subir.

Tomó el bote de vaselina, lo destapó y tomó un poco de aquella sustancia con dos dedos. Volvió a tapar el bote, lo dejó sobre la mesa de noche y depositó un dulce beso sobre los labios de su hermoso rubio.

—Quiero ser tuyo, Sasori—le dijo muy sonrojado luego de aquel corto beso.

—Y lo serás… para siempre—respondió mordiendo el labio inferior de Deidara.

Llevó esos dos dedos a la entrada de su chico. Comenzó a untar la vaselina lenta y delicadamente mientras besaba sus labios nuevamente con todo su amor, su deseo y sus ganas de comérselo por completo.

Comenzó a meter delicadamente un dedo en su interior, haciendo que la espalda de su rubio se arqueara por la intromisión, pero pegó su pecho al de Deidara para que lo sintiera y en ningún momento separó sus labios. Entonces, introdujo un segundo dedo y comenzó a mover ambos con lentitud, delicadeza y amabilidad.

Estuvo así unos minutos hasta que Deidara movió sus caderas como pidiendo más que lo que estaba recibiendo, así que Sasori retiró los dedos lentamente para después comenzar a introducirse en el Paraíso con sumo cuidado de no perturbar demasiado la paz de aquel cálido y reconfortante lugar.

Las uñas de Deidara se clavaron en la espalda de Sasori, dejando surcos en ella, mientras sentía cómo su interior era invadido con algo un poco más grande que aquellos dos dedos que había tenido primero. Aunque dolía un poco, pronto se transformó en algo que disfrutaba increíblemente.

El pecho del pelirrojo estaba completamente pegado al del rubio, al igual que sus vientres, los cuales se acariciaban mutuamente por el movimiento que hacía Sasori de arriba hacia abajo, tan lento y suave que hacía enloquecer a Deidara por ansiar aún más que eso, aunque ya estaba muriendo de placer.

Arañaba la espalda de su amado pelirrojo, quien separó sus labios para poder escuchar sus placenteros gemidos en su oído, los cuales no se hicieron esperar y resonaban por toda la habitación.

Deidara estaba bien agarrado de su novio, tenía las piernas rodeando sus caderas y apretándolas para que fuese más profundo en su ser, lo cual lo hacía delirar, y apretaba su torso contra él para sentir su cálida piel sobre la suya. Aún más cuando su miembro era estimulado por el vientre de Sasori, pues estaban muy pegados.

Se sentía tan diferente esa vez. Sus corazones latían muy rápido y no podían evitar sentirse tan enamorados el uno del otro.

—Aaah… Sasori… —oyó su nombre en un gemido y no pudo evitar subir la intensidad de sus envestidas.

Se sentía en las nubes estando al lado de su querido rubio.

Deidara sintió que su novio había llegado aún más profundo y que iba un poco más rápido, lo que hizo que clavara un poco más sus uñas en la espalda de su pelirrojo.

—Auch—le dijo en el oído riendo levemente, pero sí había sentido algo de dolor por eso.

—Aaah… Lo siento… —le dijo pasando a acariciar la zona afectada con delicadeza—Es… tu culpa de todas formas, así que… ¡Aaah! Justo ahí…—se mordió el labio inferior al sentir que Sasori se clavó en él con más intensidad encontrando su punto dulce.

—Aquí está…—dijo subiendo la intensidad de sus movimientos.

Sentir varias intensas envestidas en su punto dulce y la estimulación en su miembro solamente hicieron que la hora de llegar a su límite se acercara rápidamente. Cuando eso ocurrió, no pudo evitar soltar un entrecortado grito agudo que intentaba impedir que saliese de su garganta y mordió el hombro de su novio.

Sasori disfrutó muchísimo de esa fuerte mordida, además de que el ardor en su espalda por los arañazos de Deidara le causaba cierto placer. Dicho ardor y sentir que, de pronto, las paredes del rubio se apretaron con fuerza alrededor de su miembro hicieron que no pudiese soportar lo inevitable, acabando por llenar el interior de su chico.

Quedó sobre Deidara unos segundos más para después salir de dentro de él y tumbarse a su lado con la respiración agitada. El rubio se acurrucó en su pecho y se quedó allí acariciando el vientre bien trabajado de su pelirrojo.

—Sí se sintió diferente—mencionó Deidara.

—Sí—respondió Sasori habiéndose sentido en la gloria y que aún no regresaba de ella.

Envolvió a su rubio entre sus brazos después de cubrir sus cuerpos con una sábana.

—Tengo que llevarte de nuevo al orfanato. No debemos tardar más de la cuenta—dijo el pelirrojo acariciando la espalda de su rubio.

—Me quiero quedar aquí contigo todo el día—se negaba a la idea de separarse de él.

—No se puede—le respondió apartándose de él cuidadosamente.

Tomó su ropa interior, sus pantalones y se fue al armario a tomar una camisa, pues la camiseta que llevaba ese día Deidara se la había confiscado. Levantó dicha camiseta del suelo y la arrojó a la cama. Se vistió frente al rubio que estaba sentado en la cama, el cual había tomado esa camiseta y la estaba olfateando.

—Eres un aguafiestas—le dijo molesto el rubio.

—No quiero que te metas en problemas. Además, me dijiste que dos chicos del orfanato no aparecían. Que haya tres que no aparezcan suena a más problemas—le respondió—Vístete.

—Oblígame—lo desafió dibujando una sonrisa traviesa en su rostro.

Sasori soltó una risa breve, se subió a la cama y gateó hasta quedar frente al rostro del rubio, al cual le dio un pequeño beso en los labios.

—Vístete—volvió a decirle antes de separarse e ir por las llaves de su auto, que estaban sobre la mesa de noche.

Deidara suspiró resignado. Se levantó de la cama, recogió su ropa y se vistió. Tomó su mochila y dentro guardó la camiseta negra de su novio y la caja con los bombones.

Ambos se fueron en el auto del pelirrojo, el cual lo dejó a diez metros del orfanato. La lluvia había cesado ya.

— ¿Te veré mañana? —preguntó Deidara cuando el auto se detuvo.

—Sí, pero luego del horario de clase. Ya no quiero que te saltes tus lecciones—lo miró con seriedad.

— ¿Entonces, mañana iré a casa de un amigo? —le sonrió travieso a Sasori y luego depositó un beso en sus labios.

—Sí, un amigo que te invitará a una cita oficial donde habrá un paseo por el parque, un café caliente y tal vez flores—le respondió.

Deidara se sonrojó mucho por eso.

— ¿Será una cita súper cursi y romántica de esas que se supone que dijiste una vez que te daban asco? —le preguntó riendo nervioso.

—Hoy te traje bombones de chocolate. Creo que no me dan asco contigo… ¿A ti no te gusta la idea? ¿Qué crees que deberíamos evitar? ¿La caminata por el parque, el café o las flores? —le preguntó mirando directo a sus ojos, haciendo que Deidara se mordiese el labio inferior.

—La verdad… no quiero que evitemos nada de eso. En especial, te quiero tener a ti—respondió y, al oír eso, Sasori besó sus labios delicadamente.

—Bien, entonces… mañana paso por ti después de la escuela—le dio un último beso a Deidara antes de que éste bajase del auto.

—Te estaré esperando—le dijo ya fuera del automóvil antes de cerrar la puerta.

—Te amo—le dijo Sasori.

—Y yo a ti—le sonrió cálidamente y comenzó a caminar en dirección al orfanato.

Sasori no movió su auto de ese lugar hasta que vio que su amado rubio entraba sano y salvo al orfanato. Luego de eso, se dispuso a irse de regreso a su casa.

Punto de vista de Naruto.

 

Llegamos a la puerta del orfanato. Tenía mucho miedo de lo que podría pasar cuando se abriese esa puerta, aunque fuera obvio que Shizune y la abuela Tsunade me regañarían bien feo por lo que había hecho, además de ganarme un buen castigo en la escuela de parte de… ese hombre al que, en mi corazón, había llegado a detestar y que me repugnaba.

Gaara tocó el timbre, esperamos unos segundos y la puerta se abrió, dejándonos ver la cara desfigurada por el enojo de la abuela Tsunade.

— ¡¿CÓMO DEMONIOS SE LES OCURRE DESAPA…?! —sorpresivamente, la voz de Gaara la detuvo.

—Por favor, Tsunade. Ahora no es el momento para eso. Tengo que explicarle una cosa muy importante que tiene que saber inmediatamente—le dijo y sentí miedo por lo que él pensaba contarle.

—Gaara…—susurré su nombre—Por favor, no…—lo miré con suplica.

—Naruto, ella debe saberlo. No voy a callarme—sonó firme y supe que no podía hacerlo cambiar de parecer, así que bajé la mirada.

— ¿Qué es lo que está pasando? —sonó sumamente preocupada, enfadada y casi en desesperación.

—Entremos—dijo Gaara y ella nos abrió paso.

Al estar adentro, nos dirigimos a nuestro cuarto, donde estaba Sai sentado en su cama. Lo ignoré y me senté en la mía.

—Hola, chicos. ¿Dónde se habían metido? —nos preguntó con curiosidad, lo que me fastidió.

Decidí no responder nada, porque no me sentía para nada bien después de haber visto a Sasuke. Gaara tampoco le respondió.

—Por cierto, te traje tu mochila. Me atreví a revisarla para ver si allí habías dejado tu teléfono y sí, ahí estaba. Con razón no respondías las llamadas. Además, estaba en silencio—me explicó y me importó muy poco lo que me había dicho.

—Sai—lo nombró Gaara.

—Dime.

— ¿Podrías retirarte un momento? Necesitamos estar a solas con la directora—le pidió amablemente.

—Sai, por favor, retírate—le ordenó amablemente la abuela Tsunade.

—Claro—respondió y salió del cuarto sin problema.

—Ahora sí. Díganme qué pasa. Soy toda oídos—nos dijo para luego sentarse en la cama de Sai—Y más vale que tengan una explicación razonable para lo que hicieron o me veré en la obligación de imponerles un castigo muy fuerte—sonó severa.

—Abuela Tsunade…—la nombré y me miró. Bajé la vista—Yo no quería causarte problemas. Es sólo que yo no me…—fui interrumpido bruscamente.

—Naruto trató de quitarse la vida lanzándose del puente que está en las afueras de Konoha. Por suerte, llegué justo a tiempo y me lancé al agua para salvarlo. Tuve que hacerle RCP para que reaccionara, porque estaba inconsciente—soltó como una bomba que hizo que la abuela Tsunade abriera los ojos tan grande que nunca la había visto así.

Yo estaba en shock tanto como ella por lo directo que había sido Gaara. La respiración de la abuela Tsunade se aceleró al punto de que parecía que iba a darle un ataque de asma, aunque no era asmática.

—Abuela…—la nombré sintiéndome asustado por su reacción.

Ella no decía nada. Se llevó una mano a su pecho y trataba de relajar su respiración. Parecía que iba a desmayarse.

—Abuela…—me puse sumamente triste y quería romper en llanto.

No pude evitar acercarme y ponerme de rodillas frente a ella buscando su mirada como un niño desesperado.

—Naruto…—me nombró controlando su respiración y vi cómo sus ojos se llenaron de lágrimas— ¿Qué es lo que te sucedió… para que intentaras eso? ¿Por qué lo hiciste? —me preguntó llena de dolor y sin entender lo que ocurría.

—No es fácil de explicar, pero no es algo que importe ahora… Ya estoy bien—trataba de calmarla.

No podía decirle lo que me había pasado.

—Tienes que contármelo todo… Tenemos que llevarte al hospital para asegurarnos de que estés bien—me dijo llevando una mano a mi mejilla para acariciarla.

Sentí el calor de su mano y, como pocas veces, sentí algo similar a lo que cualquier chico sentía al ser acariciado por su madre y no pude evitar comenzar a llorar.

—No hace falta, abuela Tsunade. Yo estoy bien. Gaara me salvó y se aseguró de que yo estuviese bien—le dije y sentí cómo sus brazos me rodearon el cuerpo.

Ella se había bajado de la cama y estaba de rodillas como yo, abrazándome y pegándome contra su cuerpo. No pudo evitar sollozar en mi oído mientras enterraba los dedos de su mano en mis cabellos y su otra mano acariciaba mi espalda. Se sentía tan bien que no deseaba separarme de ella. Era una de las pocas personas que me hacían sentir que tenía una familia.

—Mi niño…—me susurró en el oído—Prométeme que no volverás a hacer una estupidez como esa…—me suplicó.

No desear verla sufrir era razón suficiente como para no desear hacer eso de nuevo.

—Te lo prometo, abuela Tsunade. No lo volveré a hacer… Perdóname—le dije rodeando su cuello con mis brazos.

Ella se separó de mí y sentí un vacío, pero su sonrisa me volvió a llenar. Se puso de pie, limpió sus lágrimas y me miró a los ojos.

—No tienes que disculparte. Tal vez sea yo quien deba hacerlo, porque siento que he fallado y es por eso por lo que esto ocurrió. Lo lamento, Naruto—me dijo mientras veía cómo yo me ponía de pie.

—No digas eso, abuela. No es por eso… Tú haces un excelente trabajo con nosotros. Yo fui el tonto—le dije bajando la cabeza.

—Naruto, ¿me prometes que después me contarás qué sucedió? Yo necesito saberlo. No puedo quedarme en lo que hiciste y no exigirte que me cuentes, ¿sí? —me pidió con desesperación.

—Sí—le respondí sabiendo que debía contarle aunque fuera la mitad de lo que había ocurrido.

—Gaara—pasó a mirarlo—Bien hecho. Gracias por haber impedido una tragedia. Eres un gran chico y estoy orgullosa de ti—se acercó a él y besó su frente de forma maternal.

Gaara se sonrojó un poco, porque me imaginaba que jamás había recibido ese trato maternal que tanto le había hecho falta en la vida. Pude ver cómo una sonrisa se dibujaba en su rostro y se quedó sin palabras, porque no dijo nada ante eso.

La abuela Tsunade salió de nuestro cuarto.

Fin del punto de vista de Naruto.

Narración en tercera persona.

 

Antes de que Tsunade saliese del cuarto de los chicos, Sai aún seguía allí, al lado de la puerta, oyendo todo lo que hablaban. Estaba sumamente sorprendido, pero no era el único. A Deidara le había causado curiosidad ver a Sai fuera de su propio cuarto y muy cerca de la puerta, así que lo acompañó a oír toda la conversación y una sonrisa divertida se le dibujó en el rostro.

Antes de que saliese Tsunade, Deidara se había retirado con nueva información en sus manos y Sai fingió que recién llegaba al pasillo de las habitaciones. Vio a Tsunade salir del cuarto con los ojos húmedos y enrojecidos.

Notas finales:

Notas de autor: ¡Hola! Después de unos… cuatro días más o menos sin actualizar. Dios mío… No se preocupen. Volveré a actualizar cada dos días o cada 24 horas, como al principio.

Díganme qué les pareció cada parte de este capítulo. Necesito saber si les va gustando la historia, si desean que agregue algo. La única forma que tengo de saber qué les pareció es que me digan con detalles qué les pareció cada parte de cada capítulo es su comentario. Por eso les insisto siempre en que me dejen sus comentarios.

Yo amo leerlos a cada uno de los que me comentan y siempre espero ansiosa a que me dejen sus opiniones. No cuesta nada, porfis.

No olvides seguir la historia si te súper gusta para que el sitio te avise cuando suba nuevo capítulo.

¡Nos vemos en el siguiente! ¡Pásala bien! ¡DATTEBAYO!


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