Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El clan por FiorelaN

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capítulo XVI: "Nuevos sabores"

Naruto

Me desperté sintiendo un peso sobre mi cuerpo que, a la vez, me transmitía calor. Hacía tanto tiempo que no dormía increíblemente bien, como lo había hecho en ese momento. No recordaba en qué momento me había dejado vencer por el sueño, pero sí recordaba haber estado acariciando el cabello de Sasuke antes de eso.

Miré hacia abajo y ahí estaba, dormido. Respiraba lentamente y el aire que exhalaba golpeaba delicadamente mi cuello. No pude evitar sonreír al ver lo pacífico e inofensivo que se veía durmiendo sobre mi pecho. No deseaba soltarlo y anhelaba protegerlo de cualquier cosa que quisiese dañarlo.

Me dediqué a jugar con sus mechones mientras él dormía y observé el techo de aquella habitación donde había sido feliz horas atrás y me perdí en mis pensamientos mientras movía sus mechones entre mis dedos.

Nunca había experimentado sensaciones como las que había vivido ese día. Jamás había imaginado que el amor traía todo ese paquete de emociones, sensaciones y experiencias. Lo que había vivido era ajeno a todo lo conocido por mi persona, pero me había encantado y deseaba repetirlo una y otra vez junto a Sasuke.

Me sentía mucho más unido a él de lo que jamás había imaginado. Le pertenecía y le pertenecería por el resto de mi vida. Nadie más que él podría tocar mi piel y nadie más que yo tocaría la suya.

Observé un reloj de pared que tenía en la pared frente a su cama y descubrí que eran las cinco de la tarde. Había dormido por lo menos cuatro horas, pero se habían sentido como una noche entera sin interrupciones.

Me sentía tan relajado, lleno de paz y completo como nunca lo había estado. La felicidad nunca había sido tan grande como en ese instante.

Pronto comencé a sentir que su hermoso cuerpo se movía sobre el mío y sentí cómo su cabeza abandonaba mi pecho para encontrarme sorpresivamente con sus ojos negros observando los míos.

Me sonrojé inmediatamente y mi corazón comenzó a latir alocado. Estaba preso de la sorpresa.

—Hola—me dijo y fue suficiente para que me diera un ataque al corazón.

—H-Hola—tartamudeé.

Él no lo sabía, pero estaba increíblemente avergonzado al recordar todo lo que había sucedido y que me mirase directo a los ojos me causaba arritmia.

—¿Estás bien? —me preguntó al ver mi cara de espanto y mi rubor.

—S-Sí—le respondí con una sonrisa—. Todo está bien.

—Me quedé dormido… ¿Qué hora es? —me preguntó apartando su cuerpo del mío y sentándose al borde de la cama.

—Las cinco de la tarde—le respondí volviendo a mirar el reloj.

—Ya veo… —respondió—Me dormí como cuatro horas.

—Yo igual. Acababa de despertar—le comenté mientras lo observaba recoger su ropa interior y sus pantalones para luego comenzar a ponérselos.

Aparté la vista un poco, porque me avergonzaba verlo desnudo como si nunca lo hubiese hecho. Era patético sentirme así después de todo lo que había sucedido, pero no podía evitarlo. Él volteó a verme serio como siempre y me percaté de ello poniéndome aún más rojo.

—¿Qué ocurre? —me preguntó algo extrañado.

—N-Nada—respondí muy avergonzado.

Soltó una pequeña risa.

—No me digas que te da vergüenza verme mientras me visto—me dijo con su sonrisa divertida que me encantaba, pero también me molestaba un poco.

—No es fácil para mí todavía, dattebayo—le dije molesto cruzándome de brazos y haciendo un puchero.

Sentí cómo repentinamente jalaba mi brazo, deshaciendo la cruz y atrayéndome hacia él para luego sentir sus labios sobre los míos. No pude evitar cerrar los ojos y corresponderle a ese acto que me hacía sentir aquellas tan mencionadas mariposas en el estómago.

Se separó de mí lentamente mientras soltaba el agarre.

—Ya verás que, después de una semana, se te quitará la vergüenza—me comentó con una sonrisa pícara.

Me puse tan rojo que él no podría distinguir mi cara de un tomate.

—¡Teme! —le dije molesto y más avergonzado— ¿Qué quieres decir con eso? ¿Planeas que hagamos estas cosas toda la semana?

—Sólo si tú quieres. ¿Quieres? —me preguntó poniéndose serio y yendo a recoger mi ropa.

—B-Bueno… Yo… Tal vez—respondí sintiéndome estúpido por mostrar timidez.

—Eso basta—dijo tomando mi ropa, pero algo le llamó la atención en mi camiseta.

—¿Qué sucede? —le pregunté al ver que observaba la etiqueta de mi camiseta y me arrojaba la ropa interior junto a mi pantalón hacia donde yo estaba.

—¿Por qué tú tienes esta marca de ropa? —me preguntó aumentando la seriedad.

—No entiendo—respondí muy confundido tomando mi pantalón y observando la etiqueta de éste.

La etiqueta era de color plateado y tenía unas letras en dorado: “IZU”, pero no vi nada extraño en ello, ya que era la marca de ropa que había usado desde hacía algunos años y no entendía lo que ocurría.

—¿Qué sucede con mi ropa? —pregunté muy curioso y sin entender por qué él estaba tan serio con respecto a eso.

—Hay dos razones muy grandes por las que tú no deberías estar usando esta marca de ropa, Naruto—me dijo muy serio devolviéndome mi camiseta y recogiendo la suya para ponérsela.

—¿Eh? —me sentí aún más confundido.

—La primera razón es que esa marca de ropa es increíblemente cara y una de las más codiciadas en el mercado indumentario. No hay forma de que el orfanato pueda pagarte esa ropa—me explicó la primera razón.

—Pues todo mi armario es de esta marca, dattebayo—le informé mientras comenzaba a vestirme con un gran sonrojo mientras él me observaba.

—¿Todo tu armario? ¿Es en serio? —me preguntó incrédulo—Yo también uso esa marca y no paso de cuatro juegos de prendas de lo cara que es.

—Pues no sé, Sasuke. Esta ropa me la da la abuela Tsunade. Ella trae varias prendas y me las hace elegir. Yo solamente escojo la que me gusta y ya, dattebayo—le expliqué comenzando a sentirme un poco incómodo por el tema, ya que no entendía por qué él estaba tan indignado con el asunto.

—Eso es muy extraño, además de que es aún más extraño, porque esa marca de ropa solamente se exporta y no se queda en el país. Esta marca de ropa es imposible que esté en este país, Naruto—me expresó con aún más indignación y comencé a sentirme algo molesto.

—No sé qué tienes con mi ropa, pero es sólo ropa. No sabía lo que me estás diciendo, pero no importa, ¿no? —le dije queriendo terminar con el tema.

—No estás entendiendo…—se sentó a mi lado en la cama—Esta marca, “IZU”, su diseñadora es mi prima y por eso puedo obtener algunas prendas, al igual que mi hermano y mi tío Obito, pero no entiendo por qué tú tienes prendas diseñadas por mi prima Izumi—me explicó y todo cobró un poco más de sentido, aunque seguía bastante confundido.

—Así que es tu prima quien diseña mi ropa—le dije con una gran sonrisa—. Pues felicítala de mi parte por hacer mi ropa naranja favorita, dattebayo—me reí un poco.

—Esto es muy extraño… —susurró teniendo una seriedad muy grande en su cara.

—¿Qué significa “IZU”? —sentí curiosidad.

—“IZ” es de Izumi y “U” de Uchiha, por supuesto—me explicó sin dejar de estar serio.

—Entiendo. Tal vez tu prima es una de las personas que hace donaciones al orfanato—le di una pista.

—¿Hay más chicos que usen esta marca en el orfanato? —me preguntó con curiosidad.

—Bueno… —me crucé de brazos bastante pensativo—Veamos… Además de a mí, al único que le vi usar esa marca de ropa fue a Deidara, porque, una vez, vi una camiseta igual a la mía en su habitación y creí que me la había robado al ver que era la misma marca y todo, pero era suya—le conté.

—Estoy cada vez más confundido—me dijo y pude sentir su frustración al no entender lo que ocurría.

—¿Por qué?

—Porque mi prima jamás hace donaciones de ropa. Solamente de dinero. Sus prendas son demasiado costosas como para estarlas donando y a nosotros nos las vende. No creo que haga esos actos de caridad con el orfanato, además de que sólo dos usan esa marca—me explicó.

—Deberías preguntarle a tu prima entonces. ¿No crees? —le dije con una sonrisa.

No me parecía que el tema de la ropa fuera un problema para mí, pero, para Sasuke, parecía un misterio que necesitaba resolver. Tal vez yo no entendía muy bien la situación, porque no conocía a su familia ni nada por el estilo y quizá para él tuviera más sentido preocuparse por algo como eso. Así que decidí simplemente seguirle un poco la corriente.

—Sí, creo que le preguntaré a mi hermano…—dijo casi en susurro—Oye, no quiero que pienses que no mereces tener ese tipo de ropa. De hecho, me alegra que la puedas usar—me explicó dándose cuenta de mi incomodidad.

—Te quiero, Sasuke—le dije de repente, porque sentía mi corazón latir con fuerza cuando él me miraba a los ojos y era lo que me salía expresar.

—Y yo a ti—me respondió inesperadamente antes de besar brevemente mis labios—¿Sabes? Realmente, nunca me ha importado demasiado qué vestimenta usar, porque siempre creí más importante otras cosas y ahora lo confirmo. Lo único que importa es si tú estás conmigo o no—me dijo mientras acariciaba mi mejilla.

No pude evitar lanzarme a besar sus labios y crear un beso un poco más duradero e intenso que el anterior posando mi mano sobre la mano que él tenía en mi mejilla.

—Tengo hambre, dattebayo—le dije al separar mis labios de los de él.

—No tengo ramen—me dijo—, pero no te preocupes. Te prepararé algo mejor que eso.

—¿Sabes cocinar? —le pregunté sorprendido.

—Soy el mejor chef de toda Konoha, ¿sabes? Te haré un platillo tan delicioso que no querrás volver a probar el ramen en tu vida—me dijo mostrándome una sonrisa divertida.

—¡Pues eso espero! ¡Dattebayo! Aunque no creo que ninguna comida me haga no desear comer más ramen, dattebayo—le dije con una gran sonrisa.

—Ya lo veremos. Vamos a la cocina. Hoy comerás mejor que en toda tu vida—me dijo antes de tomar mi mano e ir juntos hasta la cocina.

No sabía exactamente hasta dónde me encantaba Sasuke, pero me estaba hipnotizando el solo hecho de haberlo empezado a ver cortar unas verduras con una habilidad que no conocía más que en los chefs profesionales que había en la tele.

Me sentía de una forma extraña, pero tan acogedora al mismo tiempo. Podía decir que me sentía mimado por el hecho de que estaba preparando una comida para mí y eso me hacía sonrojar muchísimo.

—¿Quieres que te ayude con algo? —pregunté para no estar solamente mirándolo embobado.

—Sí. Solamente observa y luego dime qué te parece cuando lo pruebes—me dijo y no pude evitar sonreír.

Tenía algo en su forma de ser que me enamoraba a cada segundo. Cada movimiento que hacía era hipnótico y revolvía todo mi ser. Me sentía como una chica enamorada mirando a su novio mientras cocinaba, pero lo raro era que yo era un chico. Eso ya no tenía importancia para mí de todas formas, porque me gustaba sentirme así.

—Veo que no mentías cuando decías que eras todo un chef. ¿Dónde aprendiste a cocinar? —le pregunté con curiosidad al verlo rehogar verduras en una sartén mientras la zarandeaba con maestría sin derramar nada.

—Leyendo y practicando—me respondió y me sorprendí.

—¿Leyendo?

—Lamentablemente, después de la muerte de mi madre, nadie sabía hacer de comer las cosas como a mí me gustaban, así que tuve que aprender para obtener lo que quería y me puse a leer recetas de comida. Las empecé a practicar durante un año y ahora sé hacerlo bastante bien—me explicó pasando a poner a cocinar otra cosa que no sabía que era, pero revolvía en una olla pequeña y agregaba ingredientes a los que no sabía dar nombre.

—Entiendo—dije mientras estaba embobado en su figura, que se movía haciendo las cosas.

Decidí quedarme en silencio el resto de lo que había durado la cocción de todo y, finalmente, sirvió en dos platos las verduras que había preparado para después derramar una especie de salsa algo espesa, pero que olía delicioso, sobre las verduras. Parecía un plato de revista culinaria.

—Sé que no estás acostumbrado a comer verduras, pero déjame intentar hacer que te gusten—me dijo sentándose frente a mí mientras yo observaba ese plato que me daba hambre con sólo verlo.

—Pues luce genial. Veamos…—dije para luego tomar las verduras embebidas en esa salsa con el tenedor para luego llevármelas a la boca ante la atenta mirada de Sasuke.

No podía creerlo. Ni en mil años habría pensado que podría llegar a gustarme algo que no tuviese carne o no fuese ramen. Era sumamente delicioso y tenía sabores que jamás había probado.

—¡DELICIOSO! —exclamé emocionado comenzando a comerlo con entusiasmo— ¡Casi mejor que el ramen! ¡DATTEBAYO!

—Bueno. Al menos te gustó—me respondió con una auténtica sonrisa que no pude ignorar y me detuve para observarlo.

Él me observó confundido ante mi shock repentino y puso una cara neutral. No pude evitar sonrojarme y sentir un impulso incontrolable, pero, antes de que yo pudiera hacer nada, él me sujetó de la camiseta después de ponerse de pie y me jaló hacia él por sobre la mesa capturando mi boca y plantando un intenso beso en mis labios. Mi rubor aumentó hasta tornarse carmesí, pero se separó de mí dejándome estupefacto.

—Sí. Está delicioso—me dijo haciéndome tener una arritmia en ese mismo instante.

 

Deidara

Era lunes. Personalmente, era el peor día de toda la semana, y mucho más después de un funeral. Sinceramente, la cabeza me daba vueltas y lo único que quería era que el sol no saliera, que no me molestara cuando entraba por la ventana y que no me diera nunca más en la cara para despertarme, porque no quería despertar… Quería seguir durmiendo y no sentir todo lo que sentía.

No podía negarlo. Había estado pensando en lo que el Uchiha me había dicho el sábado. Todo el domingo, le había estado dando vueltas al asunto, pero algunas dudas asaltaban mi cabeza: ¿Realmente, quería saber algo sobre mi familia? ¿Por qué, a esa altura de mi vida, tenía que saber algo sobre la gente que me había abandonado? Yo no deseaba buscarlos ni verlos, pero otra parte de mí muy molesta quería saber el porqué de ese abandono. Si el Uchiha respondía a esa pregunta, entonces, no tendría que buscar a nadie de esos malditos abandona hijos para que me respondieran.

Tsunade me había dado permiso de faltar a la escuela si así lo deseaba. No iba a haber problemas con la asistencia o alguna cosa importante que sucediera en la escuela, porque ella conocía al director y eran más o menos amigos, o eso me había dado a entender, pero no había aceptado. Yo necesitaba ir a la escuela… Al menos, viendo a los idiotas de mis compañeros y teniendo a Hidan molestándome, como en cada recreo, me iban a hacer olvidar un poco la mierda que estaba pasando.

No podía evitar sentirme como el trasero, porque eran demasiadas cosas las que habían pasado y, a mi corta edad, no creía poder soportar una noticia bomba más. Por favor…, quería que se detuvieran y escuchar el silencio, mirar la nada y no existir por al menos cinco minutos.

Dormir era lo único que me aliviaba un poco, porque, al menos, no estaba en ese mundo real donde todo se resumía en sentirme mal, pensar en mi novio muerto y pensar en los padres abandona hijos que tenía…

El horario escolar había transcurrido normalmente y, la verdad, había tenido razón. Ir a la escuela me había hecho sentir algo más anestesiado, al menos, en los momentos en los que Hidan me había lanzado algún trozo de comida en la cafetería o algún objeto en clase o en el recreo para hacerme caer de esos pensamientos autodestructivos.

Gracias al Cielo, él actuaba como si nada hubiese pasado jamás entre nosotros. El beso y las intenciones de acostarme con él el sábado nunca habían existido. Todo era exactamente igual a como era antes de todo eso y eso me alegraba bastante. No habría soportado haberlo ofendido y que no me hablara después de eso, porque necesitaba sentirme menos solo.

Al finalizar las clases, salí de la escuela para volver al orfanato, pero Hidan me señaló un automóvil que estaba estacionado frente a la escuela y supe que se trataba de Itachi, por lo que me imaginé que, como no lo había llamado el domingo para hablar o él suponía que no iba a contactarlo, me había ido a buscar para obtener una respuesta, pero todo eso era una mera deducción mía, porque el Uchiha no era así de impaciente.

Me dirigí a su automóvil y, antes de abrir la boca para decir cualquier cosa, oí el sonido de la puerta cuando le quitó el seguro para que yo pudiera abrirla y subirme. No quise contradecir en nada, porque no tenía fuerzas para discutir por absolutamente nada, así que me fui hacia la puerta del acompañante, la abrí y me subí. No me dijo nada y arrancó el auto para comenzar a conducir a no sabía dónde.

La verdad era que, si él no me hablaba para decirme lo que fuera, yo no estaba dispuesto a comenzar una conversación de ningún tipo.

—¿Quieres ir a beber un café o un refresco? —me preguntó de repente.

Supuse que había lanzado esa pregunta para comenzar una conversación.

—¿Piensas que con un café va a cambiar mi situación? —le pregunté estando de brazos cruzados y sin mirarlo siquiera.

—Evidentemente, no. Eso lo decides tú—me respondió hábilmente.

Como si fuese tan fácil… Si hubiera sido mi decisión, hacía rato que estaría súper feliz, pero no podía ser.

—Qué gran consuelo. Lo dices como si fuese tan fácil, hump—le respondí comenzando a sentirme irritado por su actitud tan pacífica de siempre.

—No lo es. Además, te recuerdo que no eres el único que ha perdido a alguien…—me lanzó certeramente.

No entendía cómo ese sujeto era capaz de darme una respuesta que me dejara en jaque constantemente.

—Al menos, tú sabías quiénes eran tus padres y te quisieron mientras estuvieron con vida. A mí me abandonaron a mi suerte y ni siquiera sé dónde están. Tú, al menos, sabes a dónde ir a llorarlos, hump—le respondí y, pensándolo dos segundos después, supe que me había pasado.

Él solamente apretó un poco el agarre del volante y no me dijo absolutamente nada. Su rostro estaba inmutable, como si mis palabras no le hubiesen afectado, pero su cuerpo mostraba las reacciones que su cara ocultaba.

—Sí, lo sé. Me pasé, hump—dije soltando un pesado suspiro luego de soportar como un minuto de silencio absoluto.

—No importa—respondió simplemente y volvió a quedarse en silencio de nuevo.

Me sentí absolutamente culpable, desesperado por su silencio y con ganas de gritar, golpear algo y salir corriendo por mi estúpida forma de ser tan impulsiva y siempre terminar diciendo lo primero que se me venía a la boca.

—Lo siento—solté sin más sin siquiera mirarlo.

Supe que él había volteado menos de medio segundo a mirarme después de eso. Sabía que se había sorprendido, aunque no lo demostrase.

—¿Y bien? ¿Qué quieres beber con el almuerzo? —me preguntó y, conociendo al Uchiha, supuse que era una forma de decir “te perdono”.

—Lo que sea. De todas formas, no tengo hambre…—respondí cabizbajo.

No me respondió nada ante eso. Supuse que no deseaba contradecirme demasiado. Tal vez para evitar cualquier roce conmigo y hacerme sentir peor o evitar que lo lastimase de nuevo, porque…, aunque no lo demostrara, yo sabía perfectamente que, si yo fuese él, me habría herido bastante lo que le había soltado y, posiblemente, en su lugar, le habría dado un puñetazo en la cara.

Se estacionó justo enfrente de un restaurant bastante discreto. La verdad era que esperaba más del señor millonario, pero, al parecer, era un tipo de perfil demasiado bajo.

Nos bajamos del auto y caminamos hacia el lugar, donde él pidió una mesa para dos y nos entregaron el menú.

Había platos bastantes sencillos, aunque caros para mi gusto, pues, aunque el lugar parecía discreto y de un nivel intermedio, realmente, era de categoría, pero nadie con el nivel del Uchiha pisaría jamás ese sitio.

Él se sentó frente a mí y se puso a revisar el menú tranquilamente. Yo solamente lo observaba, porque no tenía idea hasta el momento de qué rayos estaba haciendo ahí con él, porque no me había dicho para qué me había ido a buscar a la escuela y tampoco me había mencionado ningún tema en específico. Me estaba empezando a sentir nervioso.

—Oye, Itachi…—intenté llamar su atención, pero me interrumpió.

—Fíjate rápido en lo que vas a ordenar, porque, en un momento, vendrán a preguntarnos—me informó cerrando la carta y dejándola sobre la mesa.

—Sí, pero ya te había dicho que no tengo hambre. Además, no sé qué hacemos aquí—le dije bastante nervioso, porque no entendía demasiado la situación.

—¿No es obvio? Vinimos a almorzar y no importa si crees que no tienes hambre. Tu estómago no se rige por lo que sientas emocionalmente, así que él sí tiene hambre, aunque no lo percibas—me dijo y, de nuevo, me dejó en jaque.

Tomé la carta sin ninguna gana y observé algunos platos que no se me hacían nada conocidos, además de que parecían estar escritos en otro idioma.

—No entiendo nada de lo que dice aquí, hump—me quejé irritado.

—¿Qué es lo que no entiendes? —me preguntó.

—Absolutamente todo. Está escrito en francés o alemán. No sé…—dije frustrado cerrando la carta.

—No importa. Pide lo que quieras, que seguro lo tienen—me dijo sin mirarme y cruzándose de brazos.

—¿Tienen pizza? —pregunté desafiante.

—Posiblemente…—me respondió sin ganas.

Antes de que el silencio que se había producido después de su respuesta se volviera insoportable, al fin, un mesero se acercó hacia nosotros.

—Buenas tardes. ¿Ya saben lo que van a ordenar? —nos preguntó amablemente.

—Sí. Yo quiero Rouladen, y para beber solamente agua—dijo Itachi lleno de seguridad sin siquiera mirar al mesero.

—¿Y usted, joven? —me preguntó a mí y deseaba que el mundo me tragase en ese instante, porque me estaba muriendo de vergüenza por lo que iba a ordenar.

—Pizza—solté sin más esperando que me dijeran que me fuera del lugar por pedir comida de lugar barato.

—¿De preferencia? —me sorprendí al escuchar que sí la vendían aquí y me estaban dando a elegir.

—¿Cuatro quesos? —tanteé el terreno para verificar si tenían.

—¿Para beber? —me preguntó mientras anotaba lo que le había pedido anteriormente.

—Un refresco de cola—le respondí y casi se me sale una sonrisa por la contentura que tenía de no haber pasado vergüenza.

Miré a Itachi y no me había percatado de que, durante todo el tiempo en el que yo había estado ordenando, él había estado observándome atentamente, y podía jurar que hasta me estaba mirando con… ¿ternura? No. Imposible. El Uchiha no tenía ternura en su ser. Eso era algo inexistente en su persona. Más bien, posiblemente, me miraba con burla.

—Muy bien. Enseguida, les traeremos sus órdenes—nos dijo con una sonrisa el mesero antes de retirarse.

—¿Realmente, deseas pizza? —me preguntó Itachi.

—Sí. Si no, habría ordenado una hamburguesa o algo menos lujoso—le respondí mirando por la ventana, ya que estábamos sentados al lado de ella.

Me agradaba comer mientras miraba hacia el exterior. Me daba una sensación de comodidad, aunque hubiese gente afuera observándome. Prefería eso a estar en medio de todos los comensales del lugar.

—Bueno. Me alegro de que vayas a comer algo que quieras—me respondió mirando hacia la ventana también.

—Bueno, jamás pude elegir qué comer—solté haciendo referencia a que, en el orfanato, no se elegía la comida que se deseaba comer, porque solamente te servían un plato y debías comer lo que había.

—¿Quién sabe? Tal vez puedas elegir más seguido—me dijo y me sorprendí un poco deseando preguntarle a qué se refería en concreto.

Todavía no me había dicho para qué demonios me había sacado de la escuela y no soportaba un bendito segundo más sin saber.

—Oye, no hagas parecer esto una cita y dime a qué vinimos aquí—le exigí un tanto molesto.

—Pensé en la posibilidad de que tú tendrías una pregunta para hacerme y esta sería una buena oportunidad. Aunque, si no deseas preguntar nada por el momento, de todas formas, ibas a poder elegir qué comer el día de hoy—me dijo mientras el mesero llegaba y depositaba su plato y el mío en la mesa.

—Disfruten su comida—nos dijo con una sonrisa el mesero y se fue.

—Así que tenía razón en pensar que tú querías tocar el tema—dije mientras observaba su plato un poco extrañado.

Había una especie de carne rellena con una salsa líquida debajo y unas cuantas hojas de albahaca con un tomate muy pequeño encima de ellas.

—Para nada—me respondió cortando un trozo de esa carne, embebiéndola en la salsa y extendiendo su tenedor hacia mí, ofreciéndome.

—¿Qué haces? —pregunté confundido ante esa acción.

—Prueba—me dijo y sentí curiosidad.

Ese sujeto cada día me confundía más, porque no sabía qué demonios esperarme de él.

Sin más remedio, tomé su tenedor y me metí en la boca lo que me había ofrecido, sintiendo que fuegos artificiales estallaban a mi alrededor y mi boca enloquecía de lo delicioso que era aquello que estaba probando. Jamás en mi vida había experimentado tantos sabores juntos y muchos de ellos eran totalmente desconocidos para mi paladar.

Él me observaba atentamente mientras le devolvía el tenedor y él lo tomaba. Esperó a que yo terminara de masticar y tragar para oír mi devolución.

—Nunca comí algo tan delicioso en mi vida—expresé sin reparo alguno y observé una leve sonrisa fugaz en su rostro.

—La próxima vez, ya sabes qué pedir, aunque esté en alemán—me dijo cortando otro trozo de carne, el cual se llevó a la boca.

—Oye, ¿no te da asco que yo haya metido tu tenedor en mi boca? —le pregunté sintiéndome incómodo con su acción.

—No. ¿Debería dármelo? —me sorprendí con su respuesta y no entendí por qué, pero logró que me sonrojara como un idiota.

—Solamente digo…—dije casi en susurro bajando la mirada y llevándome el vaso con mi refresco a la boca para dar un sorbo tratando de hacer que se me pasase el calor de mis mejillas.

Era evidente que lo había notado, pero decidió mirar hacia otro lado haciéndose el tonto sin mencionar absolutamente nada. Su presencia me estaba pareciendo agradable, cómoda, pero no dejaba de ser intimidante. Aunque yo no dejaba que me amedrentara tan fácilmente.

Tomé un trozo de mi pizza y lo probé. Tampoco había probado una pizza tan deliciosa. La verdad era que, en ese lugar, cocinaba Dios, porque todo estaba tan delicioso que no podía explicarlo.

—Este lugar es fantástico—expresé antes de dar otro bocado a la rebanada.

—Estoy satisfecho entonces—me dijo mientras se limpiaba elegantemente los labios con una servilleta y ese simple gesto me hizo hacer que lo observase detalladamente.

—Oye… Hay algo que no entiendo—le dije tratando de volver al tema anterior.

—Dime.

—¿Esperabas traerme aquí para hablar de ese tema o no? —pregunté sin más rodeos.

—No. Si surgía, bienvenido fuera—me respondió para luego beber el agua de su vaso.

—¿Y entonces? —me sentí más confundido.

—Solamente quería saber cómo estabas y hacer algo para aliviarte. Darte lo que yo no tuve en aquellos momentos tan parecidos—me dijo con calma y seriedad.

—¿Y por qué? Es decir…, ¿por qué a mí? —pregunté sintiéndome cada vez más confundido.

—Lo habría hecho con cualquier cercano a mí que estuviese pasando por lo mismo que tú—me respondió y no sabía por qué, pero su respuesta me desilusionó un poco.

—Entiendo…

¿Qué esperaba que me respondiera? ¿Que conmigo solamente tenía esos detalles de repente y porque yo era especial como en una película? Estaba muy tonto ese día. Tal vez por toda la conmoción de las situaciones vividas y porque deseaba a gritos desesperados un poco de atención, una atención como la que me había estado dando la persona que menos había esperado que me la diese en la vida.

—¿Sucede algo? —me preguntó notando mi repentina expresión cabizbaja.

—Nada. Solamente quería saber la razón—le respondí para continuar comiendo.

¿Debía aprovechar y hacer una pregunta? ¿Realmente, deseaba saber la respuesta a la pregunta más grande que tenía en mi corazón acerca de mis padres mientras estaba comiendo? Mi impulso me decía que sí.

—Itachi, quiero hacer uso de mi pregunta del día…—le dije de repente y él se sorprendió un poco, pero volvió a estar serio inmediatamente.

—Está bien—me dijo limpiándose los labios nuevamente antes de beber más agua.

Me mordí el labio inferior un momento como no deseando soltar la pregunta y apreté mis puños haciendo fuerza. Debía soltarla, pero algo en mí decía que no iba a desear saberlo, aunque me moría de ganas. Mis ojos se empezaron a humedecer. En algún momento, debía saberlo.

—¿P-Por qué… m-mis padres… me abandonaron? —le pregunté finalmente apretando los ojos, tratando de juntar fuerzas para no llorar.

—No lo hicieron—me respondió simplemente y abrí los ojos de golpe.

—¿Qué? —solté por impulso.

—Tus padres no te abandonaron—me reiteró y no podía creerlo.

—E-Entonces…, ¿por qué terminé en un orfanato? ¿Qué sucedió? —pregunté con desesperación.

Él me mostró su dedo índice, indicándome una señal que sabía lo que significaba: una pregunta al día. Me mordí el labio inferior nuevamente mientras me alteraba.

—Al menos, explícame más cosas que tengan que ver con la pregunta que hice…—le dije con algo de molestia.

—Ellos te querían mucho. Habían esperado por mucho tiempo tener un hijo o hija, así que la opción de abandonarte no estaba ni remotamente cerca de ser pensada por ellos. Eras su adoración y estaban dispuestos a darlo todo por ti. No te abandonaron—me explicó y sentí que era inevitable que me salieran lágrimas de los ojos, las cuales limpié inmediatamente.

Ya era inútil intentar que él no las viera. De seguro me veía patético intentando no sollozar como un niño.

¿Debía creerle? Si me amaban tanto y estaban dispuestos a todo, entonces…, ¿qué hacía yo en un orfanato? ¿Por qué debía estar pasando por todo aquello si ellos me amaban tanto? A menos que… No… Yo debía preguntar.

—Itachi…—lo llamé y me miró atentamente—¿Dónde están ellos…?

Hizo silencio un momento, se recargó en el espaldar de la silla y bebió un poco de agua como no deseando responder ni una pregunta más. Lo sabía. Era una pregunta al día, pero la duda me estaba matando. No entendía casi nada y mi mente jugaba con mis sentimientos haciéndome pensar mil cosas y dudando de la veracidad de la respuesta del Uchiha.

—Sé que estarás pensando millones de cosas, pero relájate. Lo que te digo es cierto, pero también es verdad que el objetivo de esta temática es no abrumarte ni hacerte sentir mal con demasiada información, pero… la poca información también aplasta, ¿verdad? —me dio esperanzas y me desesperé aún más.

—¿Entonces? —pregunté impaciente.

—Te llevaré a donde están ellos después de terminar de comer—me respondió con total calma mientras en mi interior aparecía un tornado que comenzó a arrasar todo a su paso.

Gracias al Cielo, ya había terminado de comer lo mío, porque, de lo contrario, no iba a poder beber ni un sorbo más de mi refresco.

¿Aquello era real? ¿Cómo era que iba a ver a mis padres? Itachi había dicho que me llevaría a donde ellos estaban… ¿Por qué debía ir? Si fuese cierto lo que él me había dicho, entonces…, ¿por qué ellos no habían venido a verme en vez de tener que ir yo a verlos? No entendía nada, pero me estaba muriendo de los nervios.

Pronto todo había acabado y ya estábamos fuera de aquel lugar. Estábamos dentro del automóvil camino a ver a mis padres y debía confesar que había deseado salir corriendo de aquel restaurant para no ir a ver a nadie, pero no entendía cómo era que había accedido. De hecho, no había accedido. Simplemente, me había quedado callado, en shock y totalmente indefenso a obedecer la voluntad del Uchiha.

Estacionó su automóvil en un lugar que no conocía, pero había muchos árboles y estaba bastante alejado de la ciudad, casi a las afueras. Nos bajamos del automóvil y lo seguí hasta un lugar donde no había árboles, pero se podía ver a lo lejos que había flores sobre el suelo y se me hizo un nudo en el estómago.

Lo seguí sin decir nada mientras nos adentrábamos a ese espacio verde y descampado. Sentí cómo se me aflojaron las piernas cuando vi placas incrustadas en el suelo con nombres de personas y flores sobre ellas. Era un maldito cementerio…, de nuevo.

Se detuvo en medio de todo el lugar, frente a dos placas con nombres desconocidos para mí, y presentí que dos grandes preguntas me eran respondidas, en realidad, tres… Itachi había tenido razón, porque mis padres no me habían abandonado… Se habían muerto.

Solamente sucumbí ante el inmenso sentimiento de desolación y caí de rodillas frente a ambas placas. Las palmas de mis manos se apoyaron en el césped mientras el viento suave y frío revolvía mi pelo. Ese día, regué la tumba de mis padres con mis lágrimas y no me importó que Itachi me observara mientras comenzaba a hacer el llanto más intenso y sonoro. De hecho, me consolaba de alguna forma su sola presencia en ese lugar. No me sentía tan solo en el mundo.

Notas finales:

Hola, chiquis. Espero que les haya gustado el capítulo y me encantaría que me dejaran su bello comentario :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).