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El clan por FiorelaN

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Capítulo XIX: "Abismo"

Narración en tercera persona

La fantasía se había hecho realidad, aunque solamente por el momento. No todo podía pedirse en la vida y tenerlo allí, delante suyo, delirando de placer, solamente podía significar el auge de su felicidad y la cúspide de su goce en ese pequeño momento, en ese destello de placer y satisfacción personal que estaba viviendo.

—Aaaah… Orochimaru…—gimió de gusto el jovencito, cuyo cuerpo había sido deseado por tanto tiempo por su poseedor.

—Sasuke…—gimió el nombre del chico que era dueño de sus fantasías más prohibidas.

Sus cuerpos estaban siendo uno mismo en la cama del mayor. Orochimaru envestía el delicado cuerpo del jovencito con vehemencia al mismo tiempo que sujetaba sus caderas con firmeza, perdiéndose en el placer, el deseo y la locura de ver al azabache en su mente al momento de cerrar sus ojos.

—Aaaah… Mi señor… Más…, más… —pedía desbocado de placer el joven, cuyas pupilas estaban completamente dilatadas por el placer.

El mayor, perdido en su fantasía más deseada y enloquecido de placer, aceleró sus movimientos, transformándolos en violentas envestidas que amenazaban con partir en dos al chico que estaba bajo sus garras.

—¡AAAH! ¡MI SEÑOR! —gritó del placer ante el orgasmo el joven, que, a ojos del mayor, era un hermoso azabache de ojos ónice.

El mayor se limitó a morderse el labio inferior y cerrar los ojos ante la descarga de placer en las entrañas del jovencito, que yacía exhausto, con la respiración agitada y cubierto de sudor, sobre su cama. Salió de su interior y se tumbó a su lado, cubriéndose el rostro con un brazo.

—Mi señor—le dijo el joven recostándose sobre el pecho de aquel hombre.

—Vístete…—le ordenó.

El joven pensó unos segundos, se mordió el labio inferior y envolvió su cuerpo con las sábanas para salir de la cama.

—Sí, mi Lord Orochimaru—dijo y le hizo una reverencia antes de comenzar a recoger su ropa.

—Kabuto, quiero que llames a Zetsu. Él me debe unos favores todavía. Haré pagar a Itachi Uchiha el precio por venir a amenazarme y haré pagar al estúpido de Sasuke por su rechazo…—dijo el pelinegro con la sangre hirviendo de rabia.

—Sí, mi señor—dijo el jovencito de cabellos blancos antes de salir de la habitación.

No podía negarlo… Se sentía bastante mal por tener que fingir ser alguien que no era o tener que ser llamado con el nombre de otro para poder satisfacer a ese hombre del cual, por desgracia, estaba bastante enamorado.

La primera vez que se le había acercado cuando era un adolescente, realmente sentía deseo y atracción hacia él, pero con el paso del tiempo, había perdido el interés y después encontró interés en Sasuke, eso lo cambió todo y había comenzado a sentir un odio inmenso por el pelinegro por haberle robado la atención de su amado Orochimaru.

—Te voy a hacer algo más que solamente darte una lección, maldito Uchiha…—dijo con odio, rabia y dolor en sus palabras mientras empezaba a derramar unas lágrimas por la impotencia que sentía de que su señor ya no decía su nombre cuando se acostaba con él, sino que decía el nombre del Uchiha.

Mientras tanto, Orochimaru estaba en su cama pensando con rabia cómo había sido posible que sus años de esfuerzo por atrapar en sus garras a Sasuke, habían sido tirados por la borda por culpa de un adolescente rubio sin gracia ni experiencia. Estaba un poco cansado de imaginar a Sasuke cuando estaba con Kabuto, aunque cada vez se veía más y más real, al punto en el que, por momentos, creía que Sasuke realmente estaba bajo su cuerpo gimiendo de placer por él.

—Sasuke…, serás mío… por las buenas… o las malas… Y a mí, me encantan las malas…—sonrió de manera perversa al pensarlo y comenzó a reír un poco.

Itachi se dirigía con su automóvil hacia la antigua mansión de su familia, donde realizaba las reuniones con la parte de la organización Akatsuki que estaba de su parte. Todavía conservaba algunas cosas en aquel lugar y había decidido ir reencontrarse con viejos recuerdos que había deseado enterrar bajo polvo y llaves.

Estacionó su automóvil frente a la mansión, porque no se tardaría demasiado allí, así que abrió el gran portón de hierro que tenía el símbolo de la familia moldeado en el hierro y se adentró al gran jardín, el cual se mantenía gracias al mantenimiento que pagaba. Abrió la enorme puerta de madera y se adentró a la oscura y tenebrosa mansión. El ambiente era demasiado tétrico y espeluznante, pero no había una gota de miedo en su ser. Todo lo que le aterraba en la vida ya había sucedido y había sido a causa de su propia mano, así que ya no le temía a nada más que a perder a su hermano y a los otros dos jóvenes de los que se encargaba de proteger.

Se dirigió hacia el ala de la casa que no era visitada por nadie más que no fuera la gente que se encargaba de limpiar ese sector, donde estaba su antigua habitación. Allí guardaba lo que estaba buscando: fotografías. Quería darle el regalo de cumpleaños atrasado a su hermano Sasuke, pues sabía que le gustaría tener una foto de sus padres y también debía llevar un par de fotografías de los tíos de Deidara y de sus padres para que pudiese conocer sus rostros.

Debía admitirlo… Ya no podía privar por más tiempo a su hermano de ver el rostro de sus padres o podría empezar a olvidarlos. Sabía que ese castigo también era para él o una forma de huir de lo que había hecho. Pensaba que había alejado todo recuerdo de sus padres para no atormentar su ser con la culpa, pero no podía seguir huyendo del pasado. Debía dejar que ese pasado se consumiera a sí mismo y desapareciera lentamente.

Entró en su habitación y abrió uno de los cajones de un mueble. Allí estaban las fotografías que buscaba, así que las tomó y se dispuso a alejarse de aquel lugar.

Llegó a su casa, guardó el automóvil en el garaje y se adentró a la sala para ir en busca de su hermano. Era la tarde y seguramente estaría en su cuarto haciendo alguna tarea o mirando el techo, porque sus actividades eran bastante nulas por más que fuese un adolescente.

Se acercó a la puerta del cuarto de su hermano y pudo oírlo hablando por teléfono con alguien. Por lo parlanchín que estaba, aunque no demasiado, a decir verdad, porque casi siempre era muy callado, pero en esa ocasión decía más que solamente monosílabos, dedujo que estaba hablando con Naruto. Golpeó la puerta un par de veces.

—Sasuke—lo llamó.

Oyó cómo su hermano se despedía del rubio y colgaba la llamada.

—Entra—le dijo el menor desde dentro.

Itachi abrió la puerta y vio a su hermano menor sentado en el borde de la cama con su cara de siempre, pero con un poco más de vida.

—Hola—lo saludó Itachi acercándose a él con las fotografías en la mano.

—Hola—respondió simplemente.

Itachi se sentó a su lado en la cama y le extendió las fotografías de sus padres: una donde estaban ambos padres solos y otra donde los cuatro estaban presentes. Sasuke no entendía nada al principio hasta que tomó las fotografías y las observó. Sus ojos se abrieron en gran medida por la sorpresa, pero enseguida volvió a ponerse serio sin dejar de observar las imágenes.

—Sé que te gustaría tenerlas—comentó Itachi—. Pensé que podría ser como un regalo de cumpleaños algo atrasado…

—Ya veo… Me gusta, aunque no entiendo por qué decidiste dármelas. Pensé que las habías quemado o algo—dijo sin expresión en su voz, pero con una revolución de emociones en su interior.

—Jamás haría eso. Las tenía guardadas. Yo… estuve pensando bastante y sé que no permití que las tuviésemos como una forma de huir de lo que sucedió, de no recordar… Supongo que fue estúpido querer hacer eso, además de muy egoísta, pero hasta hace poco… no quería ni siquiera que estuviesen guardadas en esta casa por miedo a verlas—confesó haciendo un esfuerzo inconmensurable por no llorar.

—No creí que te afectara tanto—comentó Sasuke sorprendido por las palabras de su hermano—. Siempre te muestras tan frío e indiferente con el tema de nuestros padres. Ni siquiera… te vi llorar por su muerte cuando nos dieron la noticia.

—Lo sé… Supongo que todo eso fue como un escudo para evitar el dolor y mostrarme fuerte para que no te derrumbases, para que todo no se derrumbase… Al final, logré que nada se derrumbara, pero… te mostré una mala imagen mía. Sufro tanto como tú, Sasuke—miró a los ojos de su hermano y esbozó una leve sonrisa.

—Yo… creo que estás sufriendo mucho más que yo. Por alguna extraña razón, noto algo en ti que es muy distinto a lo que me sucede. Tú ni siquiera soportabas tener algo de ellos en la casa… Estabas o estás más atormentado que yo, ¿verdad? —dijo el menor tratando de descifrar a su hermano mayor para poder entenderlo por completo.

Era verdad. Sasuke siempre había notado un dejo de amargura, tormento y persecución en su hermano, como si se sintiese culpable, pero se mostraba tan indiferente y frío con respecto al tema de sus padres, que, a veces, llegaba a pensar que no le importaba en lo más mínimo lo que había sucedido y, es que a veces, hasta parecía que Itachi fingía que nada había pasado y que sus padres jamás habían existido.

—Yo… siento como si me hundiese en un abismo de miseria cada vez que recuerdo que ya no están, pero supongo que así se sienten todos los que han perdido a sus padres, al igual que tú. Ambos estamos iguales, Sasuke—le respondió poniendo una mano en su hombro.

—Sí. Así se siente…—tragó duro tratando de no romper a llorar y sus ojos fueron al resto de fotografías que tenía en la mano Itachi—¿Y esas otras? —preguntó curioso.

—¿Estas? Ah… No importan. No son de alguien que conozcas—respondió echando un vistazo a las imágenes que tenía boca abajo.

—¿Puedo verlas? —preguntó Sasuke.

Itachi se las entregó para que pudiera verlas, porque, de todas formas, no sabía quiénes eran. Sasuke las tomó y pudo ver que en una había un hombre rubio junto a una mujer de cabello rojo, ambos cargando a un bebé muy pequeño, como si fuese recién nacido y en la otra imagen había un hombre rubio, también y una mujer de cabellos castaños.

—¿Quiénes son? —preguntó Sasuke e Itachi esperaba esa pregunta.

—Son… —suspiró pesadamente y puso su dedo índice sobre la fotografía del rubio y la peli roja—la familia Namikaze Uzumaki y…—puso su dedo sobre la otra fotografía—la familia Namikaze Kamiruzu. Las dos familias eran amigas de la familia Uchiha. El señor Namikaze…—señaló al rubio junto a la peli roja—era el mejor amigo de nuestro padre y la señora Uzumaki era la mejor amiga de nuestra madre. Y el señor Namikaze y su esposa, la señora Kamiruzu, eran muy amigos también de nuestros padres, pero no eran tan cercanos—explicó con paciencia.

—Ya veo…—dijo Sasuke observando detenidamente las fotografías—Así que, ellos eran los mejores amigos de nuestros padres, ¿eh? Pero, si eso era así… ¿Por qué nunca los hemos visto? Jamás habían venido a nuestra casa y no asistieron al funeral de nuestros padres—se mostró algo confuso.

—Eso es porque el señor Namikaze y la señora Uzumaki fallecieron cuando tú eras un bebé—le explicó y el pelinegro menor solamente asintió en señal de entendimiento.

—Bueno. Nosotros no somos los únicos que se quedaron sin padres—dijo observando al pequeño bebé en la fotografía—, pero tampoco conozco a los otros. ¿Qué pasa con ellos? Jamás han venido tampoco.

—El señor Namikaze y su esposa, fallecieron un poco antes que los otros dos—explicó con seriedad.

—Vaya… Bueno, no veo hijos en la foto—mencionó.

—Bueno, ellos sí tenían un hijo, pero esa fotografía es anterior a que la señora Kamiruzu quedara embarazada—explicó.

—El mundo tiene muchos huérfanos—comentó Sasuke sintiendo pena, pero no sintiéndose solo en el mundo.

—Demasiados…—dijo Itachi suspirando con pesadez.

Sasuke observaba detenidamente la imagen donde estaba el bebé y pudo notar algo. Había unas pequeñas marcas en las mejillas de aquel bebé y le recordó a alguien, además de que el niño era muy rubio.

—Qué extraño…—dijo casi en susurro.

—¿Qué cosa? —preguntó Itachi.

—¿Qué fue de la vida de los hijos de estas personas? —preguntó con curiosidad.

—Bueno, ambos niños quedaron huérfanos a más temprana edad que tú. De hecho, la fotografía de la familia Namikaze Uzumaki, fue tomada dos días antes de su fallecimiento—explicó Itachi con seriedad.

—Así que él no conoció a sus padres—tocó al bebé a través de la fotografía.

—Igual que el otro niño. Sólo era un bebé cuando sus padres murieron—expresó con pena.

Sasuke no podía dejar de observar las marcas en las mejillas de aquel bebé, además de que pensaba en el hecho de que se había quedado huérfano desde muy pequeño y era rubio…, además…

—¿Dónde están estos niños ahora? —preguntó con seriedad.

—¿Para qué quieres saber tanto? —preguntó Itachi sintiendo que no debía dar más información, pero algo en su interior lo empujaba.

—Sólo dime—pidió.

Sabía que, si seguía abriendo la boca, lo que ya era obvio, se volvería más obvio todavía y sabía que Sasuke correría a contarle todo a Naruto, pero, por otro lado… quería liberarse de esa carga y estaba muy en contra de que Naruto continuase en la ignorancia, por lo que él mismo había estado pensando en contarle toda la verdad en cuanto acabara de contarle lo necesario a Deidara.

—En un orfanato, aquí en Konoha—soltó Itachi mirando los ojos de su hermano, los cuales se habían abierto de golpe.

—Itachi…—dijo su nombre como esperando algo más.

—Sí…—dijo Itachi pasando a mirar hacia otro lado y suspirando pesadamente.

—Vaya, qué sorprendente—dijo sin más—. Con razón… —sonrió de lado.

—¿Con razón qué cosa? —preguntó confundido Itachi.

—Naruto asiste a la escuela más cara de Konoha, viste las prendas de nuestra prima y jamás lo vi preocupado por su futuro. Digo, si estos eran los mejores amigos de nuestros padres, debieron haber sido gente muy importante—explicó Sasuke con seriedad.

—Estaban a nuestro nivel económico. Por supuesto, Naruto es el heredero del cien por ciento de la fortuna Namikaze y de la fortuna de los Uzumaki, pero… él no lo sabe, así que, te voy a pedir que no abras la boca—le dijo y Sasuke se mostró confundido.

—¿Por qué demonios no lo sabe? —preguntó.

—Porque su padrino, el señor Jiraiya no quiere que él se entere todavía. No es nuestro deber informar sobre ese asunto a Naruto. Cuando cumpla la mayoría de edad, él heredará todo y sabrá la verdad. Además, hay temas complicados en ese asunto y no es bueno que él se entere ahora. ¿Puedes guardar el secreto? —le preguntó mirándolo fijamente a los ojos.

—Es muy indiscreto de tu parte abrir la boca sabiendo que soy el novio de Naruto, ¿sabes? —le dijo sonriendo de lado.

—Sí…, pero no soportaba más el secreto, además… —sonrió de lado también—te lo cuento, porque arruinaré los planes de Jiraiya y se lo contaré uno de estos días, a él y a su primo. No creo justo que no lo sepa—le confesó.

—Tampoco considero justo que Naruto no sepa que tiene una fortuna esperándolo. Quién iba a decir que era más cercano a nosotros de lo que pensaba…—mencionó—¿Quién es el otro del orfanato que es su primo? —preguntó con curiosidad.

—Deidara—soltó y Sasuke se sorprendió aún más.

—¿Qué? ¿Ese tipo? Naruto jamás me dijo nada al respecto—dijo sorprendido y confundido.

—Tampoco sabe, pero Deidara sabe casi todo. Yo se lo conté—confesó.

—Ya veo… Bueno, al menos sabrán la verdad. Aunque, tampoco entiendo por qué tanto misterio—dijo Sasuke suspirando con pesadez.

—Porque… los padres de ambos murieron en circunstancias sospechosas, Sasuke y no quería el señor Jiraiya que Naruto sepa nada para protegerlo, al igual que a Deidara, pero yo los estoy cuidando—explicó.

—¿Les pasó lo mismo que a nuestros padres?

—Puede ser. Ambas familias murieron en accidentes de coche, pero… era demasiada casualidad, pero no le puedes decir eso a Naruto, porque no hay pruebas y no quiero que se sienta mal ni nada por el estilo. Es solamente intuición mía y de algunas personas, ¿sí? —explicó Itachi con seriedad.

—Entiendo… Supongo que tenemos más cosas en común de las que creí—suspiró con pesadez sintiéndose algo mal por todas las veces que acusó a Naruto de no saber entenderlo por no haber pasado lo mismo que él— ¿Por qué tienes las fotos de los Namikaze?

—Para mostrárselas a Deidara—respondió simplemente—Bueno. Voy a ir atender unos pequeños asuntos en la empresa y regreso. No tardaré más de dos horas—anunció antes de levantarse de la cama.

—Está bien—dijo Sasuke devolviéndole las fotografías de los rubios.

Itachi las tomó y salió del cuarto de su hermano. Pasaron unos pocos minutos antes de que Sasuke oyera el motor del automóvil de su hermano y cómo se alejaba de la casa.

Habían pasado unos días desde que no veía a Naruto en su casa, por lo que estaba empezando a extrañar la presencia más cercana de su rubio. Por asuntos de que no le permitían a Naruto salir tan seguido del orfanato, se había tenido que aguatar el verlo solamente en la escuela y de camino al orfanato. Los límites lo hartaban, así que decidió ir al orfanato a pedirle a Tsunade que dejara ir un rato al rubio a su casa.

Se levantó de su cama y, en el momento en el que estaba por ir a beber agua antes de irse de su casa, el timbre sonó y le pareció extraño que tuvieran visitas, después de todo, nadie más que Naruto iba a su casa. Se dirigió hacia la puerta.

—¿Quién? —preguntó con precaución.

—Buenas tardes. Me llamo Zetsu y estoy buscando al señor Itachi Uchiha. Trabajo con él en la empresa—dijo el joven peliverde con una voz amable y cálida.

—Mi hermano no está en este momento. Vuelve más tarde—respondió Sasuke sin abrir la puerta.

—Qué pena. Me había dicho que podía venir como a esta hora a dejarle un sobre. ¿Podría dejártelo a ti? Es que no podré verlo en unos cuántos días ya que estaré fuera de la ciudad y es muy importante—le explicó amablemente.

—Está bien…—dijo Sasuke comenzando a abrir la puerta.

Después de todo, el sujeto trabajaba con Itachi y él había dicho que podía ese sujeto pasar a la casa para dejar algo importante. Nada malo podría pasar. Abrió la puerta y vio a un joven que no aparentaba tener más edad que su hermano, pero lucía extraño. Tenía la mitad de su cara y cuello tatuado, al igual que una de sus manos, hasta parecía tener la mitad del cuerpo tatuado, aunque vestía un elegante traje. No le sorprendía. Su hermano no discriminaba a la hora de contratar gente. El tipo sostenía un sobre en sus manos.

—Hola—lo saludó amablemente Zetsu.

—Hola. ¿Ese es el sobre? —preguntó Sasuke.

—Sí…—respondió el peliverde cambiando su expresión amable de repente y sonrió con malicia, lo que inquietó increíblemente a Sasuke—Este es el sobre…

Itachi estaba en su oficina terminando de firmar algunos papeles que había estado revisando. Solamente eso le quedaba por ver para volver a su casa y terminar sus labores del día en la empresa. Solamente se tardó unos quince minutos más en firmar unos cuantos papeles y ya estaba desocupado. Cerró su oficina y bajó doce pisos por el ascensor.

Debía admitir que se sentía liberado por la decisión que había tomado de contarle todo a esos dos chicos y compartir sus secretos con su hermano. Tener un hermano o un mejor amigo, como Kisame, para contarles sus preocupaciones y secretos se sentía bastante bien.

Fue al estacionamiento a buscar su automóvil, se subió a él y emprendió el viaje a su casa. Al llegar, puso la llave en su puerta, pero no giró, lo que le dio la señal de que la puerta estaba sin llave. Le pareció demasiado raro, porque Sasuke era de encerrarse bastante. Abrió la puerta, pensando que, tal vez, su hermano, el meticuloso, había cometido el error de olvidar la puerta abierta.

—Sasuke, olvidaste la puerta abierta—dijo lo suficientemente alto como para que su hermano lo oyera si estaba en el cuarto.

No obtuvo respuesta. Caminó hacia el sofá, pues vio que había un sobre allí y era bastante grande.

—Sasuke—volvió a nombrarlo, porque su hermano no respondía.

Tomó el sobre y lo abrió. Le pareció muy extraño todo, porque no entendía qué hacía un sobre allí, además de que no tenía estampillas postales ni nada escrito por fuera, lo que indicaba que no había llegado por correo. Sacó lo que había allí dentro y era una pila de fotografías junto a un sobre blanco. Ya al ver las fotografías por encima, le dio escalofríos, porque la mayoría eran del frente de su casa o de los guardias que merodeaban el vecindario cuidando a su hermano y algunas eran del frente del orfanato. Tragó duro.

—Sasuke—volvió a llamar a su hermano, pero no obtenía respuesta.

Abrió el sobre blanco y había una nota dentro.

“Con esas fotografías sabrás lo mucho que puedo acercarme sin que te des cuenta. Puedo hacer lo que se me antoje y tú ni siquiera te podrías dar cuenta. Esto te enseñará una gran lección, Uchiha. No te creas inmortal e intocable… Tampoco creas intocables a los tuyos sólo porque te tienen a ti. Saludos. Disfruta de la nueva decoración en tu casa”

Mientras leía la nota, sentía unos horribles escalofríos recorriéndole la espina y comenzó a sudar frío.

—¿Decoración…? —preguntó casi en susurro y volteó a ver hacia las escaleras.

Lo que vio le hizo subir un terror al cuerpo que no había experimentado jamás en la vida. Su mundo se dio vuelta en menos de un segundo y se le cortó la respiración.

—S…S-Sa… Sas…uke… —tenía la sangre tan helada que ni siquiera podía pronunciar el nombre de su hermano.

Su cuerpo estaba paralizado y casi había comenzado a temblar de frío. Palideció y su respiración comenzó a agitarse al ver el charco de sangre que había al pie de la escalera y ver cómo subía un rastro de la misma escaleras arriba, como si un cuerpo hubiese sido arrastrado por ellas.

—¡SASUKE! —gritó desesperado comenzando a correr escaleras arriba.

El pasillo estaba manchado con sangre también. Estaba dibujado un sendero rojo en dirección al cuarto de Sasuke. La puerta estaba cerrada y la abrió de golpe, sintiendo que su mente no podía procesar ni cómo se llamaba en ese momento. Estaba tan enloquecido de la desesperación que ni siquiera veía bien nada de lo que tenía delante, porque su cerebro no procesaba las imágenes. Lo único que entendía era que su hermano no estaba allí, porque no veía su cuerpo. Solamente había sangre en el suelo del cuarto, pero nada más. Lo único que sabía, era que había demasiada sangre por la casa como para que su hermano estuviese consciente y, peor aún, no sabía dónde estaba. Se estaba hundiendo en un abismo sin fin donde la oscuridad era lo único presente, además de la desolación y el peor de los escenarios invadió todo su ser.

Metió la mano en su bolsillo con desesperación para tomar su teléfono y hacer una llamada. Las manos le temblaban y casi había tirado el celular al suelo un par de veces. El tono sonó dos veces hasta que fue atendido.

—¡Kisame! —exclamó con desesperación y lágrimas en sus ojos, comenzando a toser bastante, pero intentando calmarse un poco para poder respirar bien.

—Itachi. ¿Qué sucede? —preguntó el otro al otro lado de la línea.

—Sasuke no está y hay sangre por todos lados… ¡Tienes que ayudarme! ¡Tengo que encontrar a Sasuke! ¡AHORA! ¡ALGUIEN VINO A MI CASA Y LE HIZO ALGO A MI HERMANO! —explicaba entre gritos de desesperación para después toser ahogándose y haciendo un esfuerzo titánico por respirar.

—Tranquilízate un poco. Te ayudaré de inmediato. Llamaré a todos y encontraremos al chico—trataba de calmarlo un poco, pero comenzando a hacer lo que había dicho inmediatamente.

Kisame cortó la llamada e Itachi trataba de calmarse, pero no podía controlar la tos y mucho menos sus emociones. Quería llorar desconsoladamente y quería salir corriendo en busca de su hermano, pero no podía hacer nada más que toser y comenzó a sentir un fuerte dolor en su pecho, lo cual provocó que escupiera sangre por su boca y…, simplemente, su cuerpo colapsó cayendo sobre la sangre que había en el cuarto de su hermano.

Notas finales:

Holis... Espero que no me hagan el genjutsu de tortura en la cruz si me tardo en actualizar jeje...


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