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Tú tan Buga, Yo tan Lencha por Menz

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Notas del capitulo:

 Hello.

 

Ya estoy de vuelta con la esperada actualización. Gracias a todas esas personas qeu me han escrito RW, enviado mensajes a mi página de FB y amenazas de muerte a mi correo jajajaja. 

Pueden escribirme a menzhistorias@gmail.com

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¡Accio cap 9!

Capítulo 9
Tú también



El cuerpo de Odette se estremecía debajo del suyo mientras ella daba suaves besos por su cuello y deslizaba sus manos por su cintura. Gaba temblaba, incapaz de controlar las sensaciones que aquella dulce chica le estaba provocando.
—Gaba… —escuchó cerca de su oreja.
Odette la abrazó fuerte, uniendo sus cuerpos desnudos.
—Eres hermosa —susurró ella, regresando a los labios de la chica, deteniéndose un momento a admirar sus ojos—. No te imaginas lo que siento por ti.
—¿Qué sientes? —preguntó Odette mientras le mordía el labio inferior.
—Siento cosquillas… calor… a-amor —confesó, quedándose quieta, en espera de la reacción de la otra.
Odette sonrió y abrió la boca para responder aquella declaración.
BOOM
Gaba estaba en el suelo, con las cobijas envueltas alrededor de su cuerpo como una patética prisionera que se retorcía para escapar. ¿Qué hora era? ¿Dónde estaba? ¿Aquello tan delicioso había sido un maldito sueño?
Como pudo, se colgó de la cama y subió, rodando sobre el colchón.
—¿Por qué a mi? —susurró tapándose la cara con las manos. Sentía que había perdido la oportunidad de escuchar lo que Odette sentía por ella. Quería saber si la chica la amaba así como… Gaba se sentó de golpe en la cama y recordó el sueño. Le había dicho a Odette que la amaba, ¿la amaba? ¿Eso que sentía era amor? ¿Si? ¡¿Cómo rayos se sentía el amor?!
Corrió hacia el balcón y saltó a la casa de al lado… estrellándose con el cristal de la puerta. Mientras se sobaba la nariz con una mano, con la otra golpeaba con insistencia.
Mia apareció con los ojos apenas abiertos. La chica abrió.
—¡¿Qué pasa?! —preguntó su amiga con molestia.
—¿Cómo se siente el amor?
—¿Ah? —Mia la miró, confundida.
—Necesito saber cómo se siente el amor. He escuchado que son mariposas, ¿no? —dijo ella entrando a la habitación como torbellino.
—Gaba, son las… —Mia observó por todos lados pero no tenía cerca su celular o algún reloj—. ¡Ni siquiera ha amanecido! ¿Podemos empezar con la locura hasta que salga el sol? —La chica se lanzó de nuevo sobre su cama.
—Sí, perdón. —La azul se sentó en el colchón.
—¿Qué haces?
—Estoy esperando a que salga el sol. —Era obvio, ¿no?
—¿Por qué de repente vienes como loca a preguntar eso? —Su amiga parecía dispuesta a prestarle un poco de atención.
—Verás… tuve un sueño raro.
—¿Raro?
—Sí. Fue… Odette y yo... —Gaba sintió ardor en sus mejillas.
—¡Carajo, Gaba! ¡Te sonrojaste! —Su amiga soltó una carcajada—. Necesito tomarte una foto —terminó la chica entre risas, estirando el brazo hasta el buró.
—¡¿Por qué eres así?! —La azul se lanzó sobre la castaña, empujándola hasta el suelo. Mia siguió riendo desde ahí.
—Ya… ya… dime… ¿fue húmedo? —La chica no se podía contener.
—Ese no es el punto.
—Vamos, Gabriella. Me has contado tus sueños cochinos antes —comentó la chica mientras se limpiaba las alegres lágrimas de los ojos.
—Pero esto es…
—¿Diferente?
—Sí —admitió ella clavando su mirada en el piso.
—Me parece que no hay duda. Es amor —dijo la castaña sonriendo.
—Demonios.
—¡Esto es bueno!
—¿Segura? Porque a ti no te fue bien, ni a tus padres ni a los míos. —La azul se dejó caer sobre la cama—. ¡Nunca le he sido fiel a nadie!
—A mí sí —dijo Mia acostándose junto a ella.
—Pero tú eres mi amiga, no cuenta.
—¡Que fea eres! —Mia le dio un golpe en la frente—. Gaba, una novia es como una mejor amiga, solo que hay besos de por medio.
—Ni siquiera es mi novia —susurró ella.
—Pero te tiene bien tonta. A efectos prácticos es lo mismo.
—¿Crees que lo haga bien… como novia? —preguntó con temor.
—Seguramente serás magnífica… ¿Ya me dejarás dormir?
—Si, perdona todo esto.
—Está bien. —Mia se acomodó mejor—. Gaba…
—¿Qué?
Mia no contestó enseguida. Luego dijo:
—¿Te puedes quedar? No importa que esté mi madre.
—Bueno —aceptó ella buscando la cobija que siempre usaba, para dormir las horas que faltaban hasta el amanecer.
—Gaba… —Se escuchó de nuevo—. Solo no te olvides de mi cuando tengas novia —dijo la castaña tan bajito que a Gaba le costó un poco de trabajo entender lo que había dicho.
—Mia Arias «madre de chihuahuas», eso jamás pasaría. Eres casi mi amante, mi alma siamesa. Cuando muera me sepultarán junto a ti. Mis hijos llevarán tu nombre —continuó Gaba mientras se tapaba—. Pondré una estatua tuya en mi jardín y un tatuaje de tu cara en mi nalga derecha.
—Ya me arrepentí de lo que dije. 

 

*******

 

Cuando Odette la llamó a media mañana, Gaba no sabía exactamente a donde llevarla. Normalmente la hubiera invitado a un motel pero aquella idea le pareció horrorosa. Entonces fue Odette la que sugirió ir al local de juego para la revancha en hockey.
—Al menos ya sé que debo cuidarme de ti —dijo Odette golpeando el disco—. Esta vez no me vencerás.
—¿Quieres apostar de nuevo? —sugirió ella regresando el disco a la chica.
—Apuesto a que podrías imaginarme desnuda ahora.
Gaba se quedó inmóvil al escuchar aquello, momento que su rival aprovechó para anotar.
—¿Q-qué…?
—¡Funcionó! —dijo triunfante Odette, soplando su manopla como si fuera el cañón de una pistola.
—Eres una… ¡tramposa! ¡Ahora verás, Odette Rivadeneyra! —Gaba fingió que se doblaba las mangas y fijó la vista en la mesa, lista para acabar con aquella provocadora.
—Si vieras las trampas que podría hacer sobre ti. —Gaba se estremeció ante eso, golpeando el disco tan mal que lo sacó del área de juego—. Creo que encontré tu punto débil.

Después de unos minutos jugando, Gaba aceptaba la derrota mientras Odette no paraba de reír.
—No puedo creer que hicieras eso —dijo la azul pagando la apuesta, arrojando sus zapatos a una de las fuentes de la plaza. ¡Apenas les había quitado el vómito de Mia a esos tenis!
—Vamos, debilucha. —Odette la jaló de la ropa—. ¿Tienes hambre?
—Un poco. Aunque tengo antojo de una crepa explosiva.
—¿Qué es eso?
—Es una crepa rellena de un montón de cosas y cubierta de chocolate. —Gaba sintió que la boca se le hacía agua al recordar aquello.
—Que rico. Yo quiero. ¿Dónde las venden?
—Las vendían ahí. —Señaló una isla en medio de la plaza—. Pero cerraron el lugar hace un tiempo.
—¡No! ¡Me quedaré con el antojo!
—Si quieres yo podría prepararte una —dijo ella.
—¿Y si sabes o moriré envenenada?
—Claro que sé. Preparar bombas de calorías es mi especialidad.
—Me late —aceptó Odette con una sonrisa.
—¿Quieres ahora? Solo tendríamos que pasar por algunas cosas y prepararlas en mi casa. Podemos ver una película y engordar juntas.
Odette fingió que pensaba.
—Gaba Espadas me quiere meter a su habitación a ver películas… ¿Habrá algún truco aquí?
—¡No seas así! —dijo ella riendo—. No pretendo nada, lo juro.
—¿A cuántas chicas has llenado de calorías para seducirlas?
—Básicamente… a ninguna —admitió—. Nunca he llevado a nadie a casa.
—¿En serio? —Odette parecía sorprendida de verdad.
—No cualquiera se gana ese privilegio —bromeó ella.
—Pues acepto tener el privilegio de verte cocinar para mi.
—Adelante, señorita. —La chica azul hizo un ademán con la mano para cederle el paso a su acompañante.

Se metieron al supermercado en busca de las cosas que le pondrían a su comida. Gaba sentía el piso frío al caminar descalza, arrastrando la punta de su pantalón, pero no le importaba. Realmente estaba disfrutando de aquel día y era sincera al decir que no pretendía apresurar las cosas con Odette. Le encantaba pasar el rato con la chica, aunque hiciera trampa para ganarle al hockey.
Odette soltó una carcajada al ver el resultado final de su carrito. ¿En verdad se comerían todo aquello?
Cuando entraron a su casa, estaba vacía. Gaba supuso que su madre había salido con alguien y su padre seguro ni había llegado.
—¿Y dónde está la bella Mia? —le preguntó Odette dejando las bolsas sobre la barra de la cocina.
—Siempre utilizas esos adjetivos con ella… —dijo la azul, levantando una ceja.
—No seas tonta, Gabriella.
—Si te gusta mi amiga solo dilo.
—¡No digas bobadas! ¡A mi solo me gust…! —Odette se detuvo justo a tiempo.
—¿Quien? —preguntó tratando de leer la mirada de la chica, que parecía una estatua.
—Como si no supieras —susurró aquella después de unos segundos.
—Sería lindo escucharlo. Yo te lo digo todo el tiempo.
—Tienes que hacer muchos méritos primero.
—¡Te haré crepas explosivas!

—Ni siquiera las he probado. Si no están buenas eso podría bajarte puntos.

—Después de probarlas querrás besarme —declaró Gaba con una sonrisa engreída.
—Quisieras.¡Ya empieza, que muero de hambre!
Gaba se concentró en preparar todo a la perfección. Mia y ella habían visto esa receta en internet varios meses atrás, cuando al ir por unas crepas al centro comercial, descubrieron que el lugar estaba cerrado. Entonces se preguntaron: «¿qué tan difícil puede ser?» La respuesta les llegó en cuanto quisieron prepararlas… Al menos esa primera vez acabaron haciendo un desastre y quemando varias.
—Huele esto —dijo ella mientras vertía lo que había preparado sobre el sartén con mantequilla.
—Carajo… Tendré que ir a visitarte seguido a tu departamento —comentó Odette mientras aspiraba el aroma.
—Cuando quieras. Tu amor Mia y yo te estaremos esperando —bromeó la azul.
—Y seguirás con eso. —Odette volteó los ojos—. Es muy molesto, ¿sabes? Cuando eres lesbiana y te haces amiga de una hetero o lanzas un comentario como «que buena onda es», «su cabello es muy bonito»,  los demás enseguida asumen que te gusta, ¡y no! Una lesbiana puede tener una amistad perfectamente normal con una hetero… o con cualquier chica en general. Ustedes dos son un buen  ejemplo.
—¿Qué hay con nosotras?
—¡Pues están muy unidas! Y tomando en cuenta tus coqueteos con todas…
—Cosa que ya no hago —comentó la azul interrumpiendo lo que Odette decía.
—Cualquiera podría pensar que sientes o sentías algo por ella.
—¡¿Por Mia?! —Gaba soltó una carcajada mientras daba la vuelta a la crepa—. ¡No inventes!  Eso sería… enfermo —terminó con un estremecimiento una vez que pensó bien aquello.
—Ese es el punto —dijo Odette carraspeando y girando el rostro hacia otro lado—. La amistad de ustedes confirma que una lencha y una buga pueden ser amigas sinceras… ya que nunca ha pasado nada romántico o sexual entre ustedes.
—Espera… —A Gaba le había llegado una idea loca a la cabeza—. Todos esos comentarios sobre Mia… ¿fueron para averiguar eso? ¿Si me gusta o gustó alguna vez? Odette, ¿estás celosa? —acabó Gaba con incredulidad.
—¡No, claro que no!
—Es como en las películas. Mi novia está celosa de mi mejor amiga y mi mejor amiga teme que la olvide por tener novia —declaró con una sonrisa.
—No soy tu novia.
—Ahora que pruebes esto querrás darme el sí —dijo mientras sacaba la crepa y la rellenaba con barras de chocolate y…
—¡¿Papas?! ¡¿Galletas?! —preguntó Odette con una mirada de asco.
—Se ve raro pero créeme, está delicioso.
Gaba no tardó demasiado en terminar con lo que hacía para poder subir a su habitación. Odette se había mantenido en silencio los últimos minutos y solo examinaba su comida, en la que la azul había dibujado un corazón con chocolate líquido.
—Eres una cursi —dijo Odette tomando la crepa gorda entre sus manos, maniobrando para que no se cayera el relleno—. Espero no morir. —Mordió y masticó—. ¡Por Dios! ¡Se ve asqueroso, pero está bueno!
—Te lo dije. —Gaba se sentó en la cama junto a su invitada, con la espalda pegada a la cabecera y encendió la televisión—. ¿Te gusta la ciencia ficción? Podemos ver…
—¡El quinto elemento! —pidió Odette emocionada cuando vio la película en el catálogo.
—Genial. Me encanta esa.
—¿A quién no? Es un clásico.
—Mia la odia… —Gaba sintió la necesidad de dejar todo claro antes de que la película empezara—. Nunca ha pasado nada entre nosotras. Hemos sido amigas desde siempre y en algunos momentos difíciles solo nos tuvimos la una a la otra. Tú me gustas y me encantaría que no sintieras rechazo hacia mi amistad con ella, porque quiero… me encantaría tenerlas a las dos en mi vida.
—Perdón. —Odette dejó su comida en el plato y miró al frente antes de continuar—. Hice lo que tanto criticaba al asumir que podrías sentir algo por ella, por ser lesbiana y estar siempre pegada a la misma chica. Intenté no pensar en tonterías, en serio. Pero de repente  me volví una celosa de mierda, lo siento. Ella ha sido muy amable conmigo y tú… —Entonces Odette la miró a los ojos—. Me hiciste crepas con un corazón…
Gaba no supo cómo responder aquello, pues esas palabras encerraban algo que había querido escuchar casi desde que había conocido a Odette en aquel local. Además, los ojos frente a ella eran un imán tan fuerte que Gaba no pudo evitar acercarse un poco más. No quería que la chica se asustara y huyera de ahí, pero no podía detener lo que hacía. Necesitaba tenerla más cerca. Sentirla.
—Nunca he besado a nadie en este cuarto —susurró muy cerca del rostro de Odette, conteniendo sus temblores.
—Me encantaría... cambiar… eso —dijo la chica acabando con el par de centímetros que las separaban.
Gaba sintió una sacudida en su espina dorsal en cuanto sus labios fueron atrapados por los de Odette. Se mantuvo quieta, tratando de memorizar las sensaciones que estaba experimentando con aquel roce. Quería dejarse caer en aquellos brazos, débil, vulnerable. La chica presionó más la boca a la suya mientras le sujetaba una mano, acariciándola. La azul temblaba. Su cuerpo estaba siendo dominado por aquella chica, que con un suave beso se había apoderado de ella, tal vez para siempre.
—No sabes cuanto me gustas —dijo Gaba acariciando la mejilla de Odette. Entonces se percató de algo—. Estás temblando.
—Tú también.
—Ya sé, yo siempre tiemblo cerca de ti.
—No… que tú también… me gustas.

Eso era más de lo que Gaba hubiera podido pedirle a la vida. Se quedó con la boca abierta por varios segundos, sintiendo un cosquilleo por todo el cuerpo, intentando recobrar el control.
—Te dije que después de las crepas me besarías y dirías que sí.
—Aún no te he dicho que sí —debatió la chica jugando con su mechón azul—. ¿Por qué te lo pintaste así?
—Porque mi madre lo odia.
—Te queda.
—Gracias. Me lo dejaré para la universidad, así te será fácil encontrarme entre todos los alumnos.
—Serás como un pitufo.
—O como los de avatar. Guerreros fuertes, audaces…
—Tú eres tierna. Un pitufo —decretó Odette.
—¿Ese será mi apodo en esta relación? ¿«Pitufo»?
—¿De verdad quieres una relación? —preguntó Odette ladeando un poco el rostro mientras sonreía.
—Contigo, sí.
—Bueno —dijo la chica con la mirada brillante.
—¿Tanto te cuesta decir «sí»?
Odette se sonrojó un poco antes de volver a hablar.
—De acuerdo. Sí.
—¡Espera, espera! —Gaba buscó rápido en su celular—. We are the champions, my friend… —empezó a cantar llevando el ritmo con las manos arriba.
—Ya, mejor pon la película.
—Lo que quieras… —La azul pensó un momento—. Debo encontrarte un apodo.
—Puedes decirme… Divina, fabulosa, espectacular.
—Carajo, eres perfecta.

 

*********

 


Aquello era fantástico. Y es que era la primera vez que Gaba estaba en la cama con una chica, solo viendo una película. Se habían acabado su comida explosiva mientras  veían como Korben y Lilu Dallas (multipase) salvaban al mundo (chiste millennial, si lo entendiste, chócalas).

—Podría ver esta película miles de veces —dijo la azul cuando los créditos salieron.
—Yo te acompaño.
—¿Quieres hacer algo? Podemos ir a dar una vuelta.
Odette miró su reloj.
—Creo que solo puedo quedarme un poco más.
—¡Pero apenas son las siete!
—Lo sé. Pero no quiero tener problemas con mis tíos.
—Pero, ¿qué dices? Tu tío me ama.
—Le caiste bien —admitió Odette.
—¿Ves? Sabe que conmigo su sobrina está a salvo.
—Esto es algo raro —dijo Odette con una sonrisita traviesa—. Cuando empezó el verano quise venir aquí para estar más tiempo con dos primas que se mudarán a Londres… y he pasado más tiempo contigo. No creí que regresaría a Montejo con…

—¿Novia?
Odette asintió.
—Bueno, yo no creí que un día tendría una. —Gaba no pudo ocultar la sonrisa en su cara al pensar en eso.
|—Gabriella, esto de verdad es una locura. Te conocí hace apenas unos días y ahora… —La chica dudó.
—Compartimos crepas explosivas. Fue un momento íntimo —bromeó Gaba—. Escucha, yo sé que tienes miedo. ¡También estoy aterrada! Pero sé que esto es lo que quiero y por nada del mundo me gustaría que te angusties por estar conmigo. Deseo que seas feliz haciendo trampa para ganar en hockey. Y también quiero recalcar que no te haré daño —terminó en voz baja, besando la frente de Odette.
—No sé cómo diablos lo hiciste. En cuanto pregunté quién era la chica de gorra que estaba parada frente a mí en el local de juegos, me advirtieron de tu encanto y artimañas. Y aún así… Fuiste irresistible. No sabes lo pesada que me caes por eso —dijo la chica besando su mejilla.
—¡Oye Gaba…! —Mia entró por el balcón—. Oh… Lo siento. Creí que su cita ya había terminado. —La castaña observó los platos en el buró y sus manos unidas—. Love is in the air, love is in the air, oh oh oh...
—Ay no, ¿tú también cantas? —quiso saber Odette con resignación.
—La vida necesita un buen soundtrack, ¿no? —justificó la chica encogiéndose de hombros.
—¿Necesitas algo? —le preguntó Gaba a su amiga, que seguía con una sonrisita en el rostro.
—Solo… —Entonces Mia se puso seria—. Es que estaba empacando mis cosas y vi algo tuyo en mi cajón —dijo la chica lentamente, como para hacerle recordar a Gaba de lo que hablaba. Pero el cerebro de la azul estaba lleno de amor e idioteces en ese momento.
—¿Qué cosa?
—Aquello que te dije que cuidaría por ti.
—No entiendo nada.
—¡La carta, coño! —Mia no tenía paciencia.
—Ah. —Gaba no se movió de su lugar—. Tirala.
—Gabriella... —La castaña miró a la azul con amenaza.
—¿Pasa algo malo? —interrogó Odette.
—Solo que esta tonta es una burra.

—¿Escuchaste lo que dijiste? —se quejó Gaba.
—Sí —dijo Mia sacando la carta de su bolsillo—. No voy a tirar nada. Hazlo tú si quieres. —La chica se dio la vuelta—. Nos vemos luego, Odettsita —terminó Mia lanzando su típico beso al aire.
Ninguna dijo nada por varios segundos, hasta que Odette volteó el rostro hacia ella.
—¿Alguien te mandó una carta?
—Sí —confesó Gaba poniéndose de pie, pues de repente se había sentido incómoda—. Mi hermana.
—¿Y no la quisiste recibir?
—¿Qué podría decir? ¿Que lamenta mucho haberme dejado aquí con mis padres? Son solo palabras y justificaciones.
—Gaba… —Odette fue hacia ella y la abrazó—. Tal vez esa carta te ayude a entenderla y a perdonarla.
—No quiero perdonarla. Y no quiero seguir hablando de ella.
—De acuerdo. Solo quiero pedirte algo. Podrías considerarlo el primer regalo para tu novia.
—¿Más crepas?
—No.
—¿Tu cara tatuada en mi nalga? Tendrá que ser en la izquierda, ya le prometí la derecha a Mia.
—Haré de cuenta que no dijiste eso.
—Entonces, ¿qué regalo quieres?
—La carta.

Notas finales:

 

 

¡Travesura realizada!


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