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Demons por RLangdon

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No entendía lo que estaba pasando, mucho menos lo que estaba sintiendo. Su mente se encontraba en un estado de semiinconsciencia, donde lo único que podía asimilar eran los roncos jadeos de alguien más, sus propios labios proferían palabras inentendibles a la par que enterraba con más fuerza los dedos sobre la espalda del extraño.

Su cuerpo experimentaba sensaciones contradictorias que, por momentos, lo instaban a que abriera los ojos. Pero no lo hizo. Tampoco le sorprendía demasiado hallarse sumido en un semi letargo como tantas otras veces sucedía, ocasiones en que Kyuubi se presentaba, entonces todo se tornaba oscuro, justo como en ese instante cargado de adrenalina.

Permitía que su mente quedara en blanco para no atosigarse de cosas que él mismo no era capaz de comprender. Completamente inútil el esforzarse a hallar algún sentido a esa parálisis que solía suscitarse a menudo durante sus sueños.

Era cuando sus terminaciones nerviosas no estaban del todo sincronizadas con su psiquis. Eso le habían dicho los médicos (A quienes Naruto temía y rehuía por temor a ser encerrado de nuevo), le asustaba imaginarse qué clase de medicamento le sería administrado esta vez y sobre todas las cosas, cuáles serían los efectos secundarios. De cualquier manera la parálisis era pasajera, su cuerpo se sumía en un pleno estado de reposo pero su mente le exigía despertar, estaba atento a cuánto sucedía en derredor, inclusive en ese momento le pareció sentir leves sacudidas bajo su cuerpo. La presencia sobre él era poco menos que una ilusión creada por él mismo.

Todo terminaría cuando despertara, una vez que lograra equilibrar sus pensamientos y dejara de sentirse ansioso, podría hacerlo.

Mientras tanto se dejó hacer, pese a que el sudor perlara ya su frente y descendiera por sus mejillas, la húmeda sensación lo alentaba a quedarse quieto, sabía que su sueño estaba por finalizar, pero las sensaciones se volvían más fuertes minuto a minuto.

Por un segundo creyó que otros labios se posaban sobre los de él con cierta brusquedad y desespero. Naruto los separó casi por inercia y el húmedo musculo se coló en su boca. Su piel desnuda rozaba con la ajena, pero eso no le importó y lentamente fue cediendo a los exquisitos estremecimientos en su cuerpo. Cedió al dolor y se entregó al placer.

Tampoco le sorprendió de pronto despertar en su propio sueño y visualizar de reojo como la luz de la luna se colaba entre los ventanales rotos a su costado. Tras la parálisis del sueño siempre sobrevenía el sueño lúcido, aquel en el que no puedes diferenciar realidad y fantasía. Eso le ocurría a Naruto en ese momento, pero de igual forma, había dejado de preocuparse por ello.

Curiosamente las necesidades de su cuerpo no compaginaban con sus pensamientos, sentía una inconmensurable excitación, una arrolladora sensación de pasión y de lujuria, de frío y de calor.

La sábana tinta sobre su cuerpo evidenciaba al responsable de todas esas magníficas sensaciones, pero él no estaba dispuesto a terminar con ese sueño. Por primera vez se sentía atraído hacia lo desconocido. Pese a resultarle familiar el desgarbado cabello platinado que sobresalía de la tela.

En un impulso de curiosidad, Naruto tiró de la manta, entonces pudo verlo mejor, pero no logró identificarlo, no consiguió darle nombre a ese ser tan increíblemente atractivo. Lo veía moverse de atrás hacia adelante, impulsándose sobre sus propios brazos, los cuales yacían fijos a los costados de su cabeza. Y en cada arremetida sus labios se movían ligeramente, pronunciando quizás un murmullo carente de significado o algún mensaje que no pudo leer dadas las corrientes que lo sacudían de pies a cabeza.

Naruto notó la cicatriz en su ojo izquierdo, era delgada, apenas perceptible. Trató de tocarla pero se limitó a rozar parte de su mejilla, hasta donde se extendía, después se sujetó de los brazos del desconocido, sintiendo las embestidas más duras y rápidas.

Desorientado, ladeó la cabeza. Aquel hombre se agachó un poco para besarle el cuello, un gesto tan repentino e inesperado que forzó a Naruto a mirarlo nuevamente.

Su níveo rostro parecía perderse entre la claridad de las hebras de su cabello, y de haber estado más consciente, Naruto lo habría adjudicado con un ángel, pero eso era llanamente imposible.

Sus labios se entreabrieron un poco, la agitación trastornaba más sus sentidos, la placentera dicha de ser penetrado una y otra vez, lo mantenía en una posición de total sumisión de la que no quería deslindarse.

Naruto empujó al extraño de los hombros, apartándolo para poder incorporarse. Le pareció escuchar una réplica pero no le tomó importancia y en cambio se posicionó sobre el regazo del apuesto hombre, desgarrándose un poco pero sin dejarse consumir por el efímero dolor.

Las manos ajenas lo tomaron de las caderas mientras Naruto hacía punto de apoyo en los pectorales del joven. Permitió que la erección ingresara de lleno antes de levantarse un poco y repetir el movimiento de dejar caer con suavidad las caderas.

Sus labios quedaron prensados por los del joven en un descuido. Naruto solo atinó a corresponder sin saber realmente cómo debía hacerlo. Las manos frías viajaban desde su nuca hasta su cintura, deteniéndose por breves instantes en su espalda baja antes de ascender en una atrevida caricia que recorría desde su abdomen hasta su mejilla.

Quedos gemidos eran ahogados en la garganta de ambos. Naruto notó que la sonrisa se ensanchó en los labios ajenos cuando inconscientemente dejó de moverse, ambas actividades le exigían atención y no podía concentrarse en una sola. Ansiaba besarlo y ser besado pero al mismo tiempo quería seguir sintiendo esa deliciosa sensación de ser penetrado por alguien mayor que él, alguien experto cuyo intenso mirar escondía secretos mediante una tranquilidad inhóspita, digna de un desconocido que le ofrecía placer a cambio de lo mismo.

-Eres perfecto- murmuró el joven, acariciando el cabello rubio, sosteniéndole la mirada antes de ser él mismo quien se diera vuelta sobre el colchón para quedar nuevamente sobre el delgado cuerpo.

Naruto aceptó lo que pretendía pasar por un halago, lo sintió hundirse con fuerza dentro de él, arrebatándole un sonoro gemido que casi le desgarra la garganta. Ese hombre lo hipnotizaba, lo hacía desear más de él con apenas una súbita caricia a su cuerpo. Sus ojos azules se cubrieron de diminutas lágrimas que el extraño se encargó de limpiar con el pulgar, dirigiéndole una mirada fogosa a la vez que confiada, trasmitiéndole todo y nada con su pacifico semblante que denotaba sabiduría, experiencia. La auténtica expresión de un joven adulto cuando es dominado por el deseo.

Bastó solo eso para que Naruto dejara de tensar su cuerpo. El joven le separó mas los muslos y una profunda arremetida casi fue suficiente para hacerlo terminar, eso habría culminado de no ser porque su miembro estaba siendo apresado por la mano del joven de cabellos platinados, los dedos oprimiendo con suavidad la punta, impidiéndole terminar.

-Aun no, déjame saciarme más de ti- susurró en su oído, mordiendo ligeramente el lóbulo. Naruto se estremeció, pero no objetó nada al respecto, ni siquiera porque al verlo más de cerca casi pudo confirmar conocer a ese hombre. Quizá en otro sueño, tal vez en una tórrida fantasía enfermiza de la que no estaba plenamente consciente.

Fuera como fuera, ese individuo lo tenía sometido y Naruto no quería que se detuviera, necesitaba concretar su sueño, era la única forma de poder despertar. Además, lo estaba disfrutando, era maravilloso sentirse deseado por alguien y que ese alguien fuera tan apuesto, galante y seguro de sí mismo.

Los gemidos volvieron a tomar lugar dentro de las cuatro paredes que mantenían oculto un idilio meramente pasional. Un desenfreno que se suscitaba en ambos cuerpos, en los amantes que intercambiaban de vez en cuando miradas, de vez en cuando caricias.

Besos hambrientos, roces intencionales y un íntimo contacto que los envolvía a ambos en medio de la vorágine de placentero arrebato y correspondencia mutua.

Naruto sintió como gradualmente su voz se apagaba, el extraño joven se abría paso una y otra vez dentro de él, invirtiendo de vez en cuando posiciones, permitiéndole acomodarse mejor para impedir que sus piernas se entumecieran.

Sus caderas dolían, pero la depravación, la lujuria, la lascivia y pasión que acompañaban cada arremetida, lo tenían hechizado de algún modo. Su erección dolía más que antes y la ansia de no poder terminar se convirtió en un martirio en cuestión de segundos.

Situó lentamente su mano sobre la mano del joven, obteniendo a cambio un fugaz beso en los labios que lo dejó sin aliento. Naruto optó entonces por disuadirlo, separando más las piernas, incorporándose un poco para acariciar la sudorosa espalda y susurrar provocaciones que a él mismo lo desconcertaron.

Finalmente el joven lo soltó para envolverlo en un posesivo abrazo sobre su cintura. Naruto lo escuchó gemir roncamente antes de que el semen se derramara en su interior, haciéndolo sucumbir al mismo tiempo ante semejante sensación de delirio.

Había sido un sueño bastante prolongado pero igualmente placentero, uno que, a Naruto no le molestaría repetir, siempre y cuando estuviera al tanto de lo que ocurría, tal como había sucedido esta vez.

-¿Cómo te llamas?- quiso saber al reponerse un poco de las convulsiones de placer que habían hecho vibrar cada fibra de su ser. Con una sonrisa extraña, el joven lo miró detenidamente.

Naruto supo que miraba sus labios y esta vez no consiguió disipar el fuerte sonrojo en su rostro.

-¿Acabamos de tener relaciones y me preguntas mi nombre?

No estuvo seguro de qué contestar a ello. Naruto se sorprendió de saberse manteniendo un diálogo con un desconocido, el cansancio corporal seguía presente y las caderas le dolían como nunca. Su expresión palideció al darse cuenta de lo que le pasó desapercibido hasta ahora. Tal como suponía, ya lo había visto antes, pero no en un sueño.

"Kakashi Hatake"

Recordó haberlo observado cuando se dirigía a la casa de Orochimaru, chispeantes vestigios de temor y desconcierto lo habían invadido en ese momento, justo como ocurría ahora.

-No lo hagas- musitó la ronca voz, y Naruto se vio obligado a reprimir las lágrimas al saberse desnudo y en la cama de un extraño. Era real todo, no se trataba de ningún sueño. Acababa de entregarse a él y ya no había vuelta atrás. –Mejor piensa en lo que me vas a pedir.

El líquido salino le empañó la mirada, pero no se desbordó de sus ojos. Un parpadeo y las gotas desaparecieron, Naruto se cubrió medio cuerpo con las sábanas y sus cejas se contrajeron un poco ante semejante atrevimiento. ¿Con quién se había acostado?, ¿quería que le pagara acaso o viceversa?

-No quiero nada de ti- dijo, e inmediatamente después salió de la cama, siendo sacudido por un severo mareo que lo hizo trastabillar de vuelta al colchón.

-Primero descansa- bostezó el joven. - Me es indispensable tomar parte de tu energía vital… No te lo tomes a mal- sonrió ligeramente ante la expresión confusa del chico. –Después de todo, fuiste tú quien me llamaste. Puedes obtener algún beneficio de todo esto, aún si no fue intencional.

-Yo no te llamé- Naruto frunció el entrecejo pero su enojo perdió credibilidad al ser besado nuevamente, solo una caricia labial que lo silenció por breves instantes. –Ni siquiera sé…dónde estoy- entrecerró los ojos y prestó atención al entorno, a la pequeña habitación sumida en las penumbras, ahora comprendía esa sensación de frío, provenía de esa misma recámara aunada a los cristales rotos que permitían el ingreso de la ventisca nocturna.

-No te toques…

Pasó una fracción de segundo antes de que Naruto lograra asimilar lo dicho, deteniendo el espontáneo movimiento en el aire. Su mano quedó suspendida cerca de su cuello, le ardía pero no entendía la razón.

-¿Cómo lo supiste?- preguntó sumamente intrigado, tensándose entre los brazos del atractivo joven. -¿Cómo supiste que iba a tocarme antes de que lo hiciera?

-Dime de qué va tu deseo y nos evitamos una valiosa pérdida de tiempo- la voz a espaldas de Naruto se tornó lacónica en cuestión de segundos. Sin duda el joven se había ofendido por la pregunta, pero no tenía motivos para hacerlo, simplemente quería saber cómo lo supo, quizás era demasiado predecible…

-Ya le dije que no quiero…- dejó de hablar al levantarse y aproximarse a la ventana. Hizo un amplio círculo con ambas manos para mirar afuera. El sembradío se sacudía de un lado al otro por la ventisca y la luna se izaba en el oscuro manto. -¿Me acompañarías a casa?- carraspeó incómodo al preguntar. Realmente no tenía muchas opciones, se había metido en tremendo lío y su problema se complicaría si Orochimaru le comentaba a Jiraiya sobre su repentina ausencia. Seguramente lo castigarían de algún modo, tal vez hasta alargarían su estadía en ese lugar, y definitivamente Naruto no deseaba eso.

-Dinero, amor, salud y tú me pides algo tan insípido. Como quieras, es tu elección.

-Gracias- suspiró Naruto, mirando ahora el suelo para buscar su ropa, ignorando deliberadamente lo comentado por el joven, adjudicándolo con alguna clase de broma.

El soplo del viento lo hacía castañear de vez en cuando los dientes, pero Naruto se negó rotundamente a aceptar cualquier prenda que el misterioso hombre le ofrecía. Primeramente porque no quería estar en deuda con él, ni siquiera tenía intenciones de verlo nuevamente y aquello crearía la excusa perfecta para un nuevo encuentro. Todavía no terminaba de asimilar que se había acostado con él.

Su acompañante le pareció aun más surrealista bajo la luz de la luna. Ahí de pie, con gesto de indiferencia y medio rostro cubierto por una bufanda oscura. Su grisáceo cabello meciéndose constantemente por la brisa. Naruto se ruborizó al ser descubierto observándolo detenidamente, apartó la mirada e hizo amago de empezar a caminar, sin cambiar su opinión respecto a la galanura de aquel individuo. Aun así, se había precipitado demasiado, ni siquiera lo conocía, no sabía nada de él y ya habían intimado e incluso le había pedido que lo acompañara de regreso. Si su mente no le fallara tanto, creándole falsas alucinaciones, entonces todo sería diferente, podría haber entablado alguna amistad con él, pero daría lo mismo, porque en poco tiempo se marcharía de ahí.

-Te lo agradezco mucho- hizo una sutil reverencia al visualizar la cabaña a lo lejos. Kakashi le dio unas suaves palmadas sobre la cabeza y lo alentó a continuar.

-Nos veremos luego- comentó con tal seguridad que Naruto detuvo sus pasos para volver a mirarlo.

-No lo creo, yo…

-Aun tienes que pensar en lo que quieres- lo interrumpió prontamente Kakashi.

Naruto separó los labios pero ninguna palabra salió de ellos, regurgitó una pequeña pelusa negra y se cubrió la boca aterrado al descubrir a sus pies una pluma.

La dirección del viento cambió repentinamente, siendo sustituida por murmullos, decenas de voces a la lejanía. Naruto se devolvió sobre sus pasos y se aferró con fuerza al cuerpo de Kakashi, buscando protección y alivio, necesitaba saber si aquello era real o no. Aunque en el fondo sabía que no lo era, que todo formaba parte de sus alucinaciones sin sentido.

Sin embargo su semblante reflejó duda al alzar la mirada y notar el imperceptible enojo en el rostro de Kakashi, quien, atento, miraba a sus espaldas.

Naruto dejó de respirar al escuchar un paso seguido de otro. Alguien o algo, se estaba acercando…


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