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Demons por RLangdon

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Nota: una disculpa. Borré el capítulo anterior porque estaba reescribiendo la historia, pero ayer me lo pasaron, así que ya no hay necesidad y lo transcribiré tal cual. 
 
*
 
Haces de luces doradas se filtraron por los cristales, y la densa sensación de calidez, se hizo presente en su rostro. Buscó a tientas la manta, pero no la encontró. En cambio, su mano acarició la espalda desnuda del joven a su lado. Naruto abrió los ojos de golpe y tras sentarse, miró al individuo junto a él. 
 
Los desperdigados cabellos oscuros caían libremente sobre la almohada. Naruto acercó despacio la mano hacia el níveo hombro del muchacho, dejándola suspendida a escasos centímetros. Ni bien miró alrededor, se percató de dónde se hallaba.
 
Dio un brinco fuera de la cama y comenzó a vestirse tan rápido como sus alterados nervios se lo permitieron.
 
-Itachi- susurró, sumamente ansioso, deslizando la prenda por sus piernas mientras trataba de despertar al muchacho. 
 
Su ritmo cardíaco estaba a tope, bombeando sangre con desmedida fuerza y velocidad a todo su cuerpo. Como si hubiera emprendido una carrera recientemente, cuando la realidad era otra.
 
Al no obtener respuesta, Naruto procedió a llamarlo una vez más, poniéndose en esta ocasión la camiseta. No tenía idea de la hora, pero tampoco quería corroborar si Orochimaru estaba presente. De cualquier forma no iba a arriesgarse a que viera a Itachi. Así que, con la misma velocidad de antaño, se calzó los zapatos y corrió hasta la cama para encontrarse con el lugar vacío.
 
Sus labios se separaron un poco. Asimismo, la estática se apoderó de su cuerpo. Naruto miró en todas direcciones, tratando de encontrar una respuesta para la repentina ausencia del joven, pero sin hallar nada más que un par de plumas negras bajo la cama. Ni siquiera la ropa de Itachi estaba en la recámara.
 
Se dirigió velozmente hacia la ventana, asegurándose de que los pestillos siguieran puestos. La sorpresa fue inmensa al darse cuenta de que así era. Todo estaba en orden, todo menos sus pensamientos. 
 
¿Era acaso otra laguna mental?
 
La brisa del exterior le acarició el rostro, instandolo a observar detenidamente el lado frontal de la habitación. Una vez más, Naruto se sentó de golpe.
 
Esta vez sí estaba solo. Bajó poco a poco la vista hacia su torso oculto bajo las frescas sábanas de tono ahumado, cerciorandose poco después de que...también estaba desnudo. 
 
Se sujetó fuertemente la cabeza en un intento por rememorar lo sucedido la noche anterior. Difusas imágenes se tornaban cada vez más borrosas e inciertas a medida que trataba de averiguar lo que estaba pasando. 
 
Se negó a salir de la cama hasta no saber que realmente estuviera despierto, hasta que aquellas visiones oscuras desaparecieran por completo, dejandolo tranquilo y a merced de su desconcierto.
 
Naruto se abrazó las piernas y, volviendo la vista hacia el buró junto a la cama, se animó a estirar el brazo para hurgar en el interior del único cajón. 
 
Un suave pinchazo lo forzó a desistir al comienzo, pero esta vez, le restó importancia a lo que, sabía de sobra, no la tenía. 
 
El dolor era meramente mental, tenía que serlo si no había marca alguna que evidenciara lo contrario. 
 
Decidió asentar ese pensamiento. Se levantó con cuidado y vació el cajón. 
 
Los artículos que había extraído de otra de las habitaciones seguían ahí, dándole a entender que eso no había sido un sueño. Realmente había regresado a la segunda recamara que, al igual que la primera, no ocultaba más que libros viejos y algunos recortes de periódicos.
 
Naruto conservó uno, así como guardó también un pequeño cúter, cuya punta oxidada indicaba que tenía buen tiempo oculta. Había cubierto perfectamente las piezas con unos puñados de hojas secas del maizal y una playera sobre estas. 
 
Regresó rápidamente todo a su lugar, excepto la pieza azulada. Deslizó con dificultad la navaja y, apoyando la mitad del metal oxidado bajo el cajón, hizo presión para trozarlo, dejando únicamente la parte que le era de utilidad.
 
La brillante hoja resplandeció aún más al colocarla sobre su antebrazo.
 
Naruto inhaló profundo y cerró los ojos. La navaja le rasgó apenas unos milímetros de piel, la suficiente para permitir que el tibio líquido carmesí brotara y, la sensación del corte se propagara por su sistema. El dolor lo forzaría a recordar ese momento, aún si su subconsciente se rehusaba. 
 
Vio el hilillo de sangre resbalar hasta su codo. La diminuta cicatriz transversal se quedaría ahí cuando no tuviera consciencia de lo que sucedía de nuevo, cuando todo se tornara aún más confuso de lo que ya era. 
 
Forzaba a su memoria a permanecer fresca con el dolor. 
 
Optó por vestirse, sin estar seguro si esa era la primera o segunda vez que lo hacía. Poco importaba si el recuerdo de lo ocurrido no estaba presente. Indudablemente había estado con Itachi, incluso lo había soñado. O eso creía...
 
Después de limpiar con cuidado la herida y desinfectarla con un poco del licor que Orochimaru guardaba en la nevera, Naruto salió de la casa, palpando una y otra vez los bolsillos del panpantalón, asegurándose de que los objetos siguieran ahí. Entonces se encaminó hacia el opaco sembradío, evadiendo algunas espigas trozadas y espinas en el trayecto. 
 
Uno de los perros guardianes lo recibió agitando alegre la cola de un lado al otro. Naruto sonrió al reparar en el animal, le acarició el pelaje grisáceo. 
 
-Hola, Pakkun. 
 
Kakashi lo recibió, apoyado contra el marco de la puerta, mirándolo con altivez y esbozando una tenue sonrisa.
 
Naruto se sorprendió gratamente al veo con el rostro descubierto esta vez. Corrió el resto del camino para abrazarlo pero se contuvo al recordar a Itachi. De igual forma fue Kakashi quien en concretó el eufórico gesto que Naruto había dejado a medias. Naruto se permitió disfrutar del cálido momento.
 
-Es muy temprano, ¿No te parece?- comento Kakashi al apartarse de él, abriendo aún más la puerta para invitarlo a pasar. Naruto accedió de inmediato, tomó asiento, omitiendo el cuestionamiento del joven. Si se detenía a pensar un solo segundo más sobre cualquier trivialidad, seguramente terminaría olvidando el motivo que tenía para estar ahí.
 
Rápidamente sacó los recortes de su pantalón y los leyó detenidamente, centrándose en un párrafo en especifico.
 
-Sensei, tengo dos preguntas que hacerte- vociferó con seguridad, doblando el primer recorte y centrándose en el segundo. Kakashi se sentó junto a él y murmuró un monosílabo a modo de contestación. -Dijiste que podía desear algo y lo cumplirías ¿Verdad?
 
Otro monosílabo por respuesta. Naruto tomó aire y se dio la vuelta para mirarlo a los ojos.
 
-¿Hace cuánto nos conocimos? 
 
Atónito, Kakashi alzó una ceja. En ningún momento Naruto le apartó la mirada de encima.
 
-Eres verdaderamente impredecible- soltó el mayor, en medio de un sonoro suspiro. -Si te interesa saber- Naruto asintió presuroso. -Hoy justamente se completa el mes.
 
-Entonces es hoy- masculló Naruto, mirando fijamente el recorte del calendario. La fecha del día había sido marcada previamente con mostaza. 
 
-Hoy Ero Sennin vendrá por mi- aseguró aliviado, liberando toda su frustración en un sibilante suspiro. Kakashi lo miró sin comprender. 
 
-Quien me trajo- le aclaró Naruto, guardando cuidadosamente la hoja en su bolsillo.-El amigo de Orochimaru san.
 
-Ah, comprendo- asintió Kakashi, sin ápice alguno de emoción o seguridad. 
 
Naruto se mordió el labio inferior con fuerza, dudando en sí mostrar o no el segundo recorte. Decidió no hacerlo y en cambio, prefirió hacer la pregunta correspondiente.
 
-Konoha...- ni bien dijo la palabra, Kakashi se volvió hacia él con renovado interés, hecho que no pasó desapercibido para Naruto. -Es un bosque ¿Cierto?
 
-¿Esa es tu segunda pregunta?- inquirió Kakashi a su vez. Naruto no dudó en asentir a la interrogante. No había nada más que pudiera cuestionarle a Kakashi, al menos nada de lo que verdaderamente pudiera obtener información verídica. Si Kakashi no quería hablar de su vida privada, lo entendía. Porque el tampoco estaba dispuesto a admitir que, comenzaba a perder la cordura. 
 
-Si. Lo es. Konoha es un bosque. 
 
-Muchas gracias- Naruto hizo una ligera inclinación con la cabeza al ponerse de pie. 
 
-De modo que ¿Te irás hoy?
 
El semblante de Naruto entristeció al repasar mentalmente la pregunta. Mentiría si negara no haberse encariñado de Kakashi, tanto a él como a Itachi les guardaba un sentimiento que, en ese momento, no era capaz de reconocer. Estaba demasiado confundido para dar por sentado lo lógico. Y dadas las circunstancias, prefería dejar las cosas así. De cualquier forma sabía que eso sucedería llegado el momento. 
 
-Me gustaría quedarme otro poco, pero...- Naruto parpadeó al tener el dedo del mayor sobre sus labios, impidiéndole articular palabra alguna. 
 
-Si realmente lo quieres, podrías pedírmelo. 
 
Nervioso, Naruto sonrió. 
 
Definitivamente no esperaba que notara tan rápido la mentira. Lo cierto es que quería salir de ahí cuando antes, restablecerse en otro sitio y aclarar su saturada mente, entonces quizá, cuando estuviera bien, podría...
 
-Quiero regresar- se corrigió, abrazando una vez más al joven. En esta ocasión, Kakashi no correspondió al gesto.
 
**
 
Todo un mes. 
 
Resultaba tan irreal creerlo, pero era cierto. Lo supo al arremangarse un poco la chamarra para poder admirar el corte de ese día. La piel se desprendía ligeramente del borde y, el centro de la cicatriz aún conservaba el tinte rojizo característico de la sangre. Sin embargo, ya no dolía tanto.
 
Cuando terminó de acercarse, no supo si sentirse aliviado o intranquilo. El viejo roble seguía de pie en su sitio, más no así la cabaña que había visualizado anteriormente. Hiruzen formaba parte de sus espejismos vespertinos y nada más. Los únicos tres individuos de quienes tenía total certeza de su existencia eran: Itachi, Kakashi y Orochimaru. Pero le angustiaba pensar que, de quién menos sabía, era de Itachi. 
 
El extraño muchacho que le había alertado sobre algo...¿Qué era?
 
Tal vez una despedida, quizá a Itachi también le dolía saber que pronto iban a distanciarse. Por ello se negaba a aceptarlo. 
 
Antes de que cayera la noche y, con el apetito al máximo, Naruto se volvió sobre sus pasos hacia la casa de Orochimaru. 
 
Ya dentro, se preparó unas tostadas con miel y esperó pacientemente a la mesa, a que Orochimaru regresara. 
 
Pasadas dos horas, Naruto de inquietó.
 
Abandonó la mesa y optó por ignorar el reciente mareo que amenazaba con sumirlo en la inconsciencia. No de nuevo, no ese día. Jiraiya volvería por él, se lo prometió, y el siempre cumplía. 
 
"Fuiste tú"
 
El quedo susurró lo inmovilizó de inmediato. Naruto se quedó de pie junto a las escaleras, sacudiendo una y otra vez la cabeza para alejar esas voces inexistentes, esos murmullos que solo lo confundían más. 
 
Siguió adelante en su afán por encontrar un teléfono. Cualquier medio que le permitiera comunicarse estaba bien. Jiraiya tenía que saber que lo estaba esperando, que ya no soportaba la espera y que la confusión no lo dejaba tranquilo un solo momento. 
 
A medida que recorría las recámaras, la conocida voz seguía repitiéndose dentro de su cabeza. 
 
-Ero Sennin dijo que no tomara nada- se recordó a sí mismo al encontrar unas píldoras dentro de la alacena. 
 
"Tú la hiciste, Naruto"
 
Sacudió enérgicamente la cabeza y revolvió entre los cajones. No encontraba un solo teléfono dentro de la casa pero su mente se negaba a procesarlo. Los nervios lo carcomían cada vez más rápido. Todo a su alrededor daba vueltas de un momento para otro.
 
Entonces, la voz de Kakashi se volvió más nítida. 
 
"Tú me hiciste está cicatriz"
 
-¡No!- respondió a la nada, sin poder contener las calientes lágrimas que se desbordaron de sus empañados ojos. Aquella conversación si había tenido lugar. Naruto la recordaba. Su propio cuestionamiento y la respuesta escueta que le dio Kakashi. 
 
-¿Todo bien?
 
Su cuerpo se paralizó al sentir el agarre sobre su hombro. Naruto dejó de sujetarse la cabeza para mirar al recién llegado. Y no dudó un instante en arrojarse a sus brazos. Necesitaba respuestas y solo él podría dárselas. 
 
-No. Nada está bien, Itachi- contestó con voz quebrada. 
 

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