El día en que sus padres decidieron definitivamente separarse no se sorprendió, más bien se sentía aliviado de que finalmente sucediera, aunque le dolió el hecho de que decidieran separarlo de su hermano pequeño. Ese pequeño mocoso que siempre se aferraba a él, que todo el tiempo tenía una expresión llorosa en su cara. Yaroslav le encantaba verlo con sus ojos llorosos, así que tendía a molestarlo para hacerlo llorar.
La única vez que no le gustó verlo llorar fue definitivamente ese día en que se marchó con su madre. No le impactaron las palabras de su madre, lo que quedó grabado en su memoria fue esa horrible expresión llorosa de su hermano, quien aún al final se aferró a él. Por primera vez él también quiso aferrarse a esa mano, pero sabía que se encontraría mejor con su madre que con él y su padre.
Hace mucho tiempo que su padre había dejado de ser el alegre hombre que ellos conocían y amaban, se convirtió en un borracho que no podía controlar el licor. Cuando su hermano pequeño se dormía, el siempre bajaba a la sala, donde en la mayoría de veces podía ver a su madre llorando en esa habitación, mientras su padre andaba en la calle seguramente bebiendo hasta el amanecer. Él estaba consciente de que su familia no le quedaba mucho tiempo, porque lo que los unía se había perdido.
Paso el tiempo y su padre no mejoró en su comportamiento, viviendo de fantasías del pasado. Prácticamente Yaroslav tuvo que cuidarse solo, aprender a cocinar, limpiar y otras cosas, además de conseguir la forma de ganar dinero para tener algo decente de comer. Sabía que su madre mandaba algo de dinero y él lo usaba en comida cuando su padre no se lo quitaba para gastarlo en alcohol. Su padre por lo menos tuvo la decencia de que jamás le llego a pegar cuando estaba borracho.
Lo único que le dio fortaleza durante todos esos años fueron dos cosas. Practicar con la vieja guitarra de su padre y una vieja foto donde salía él jalando las mejillas de su hermano menor el cual parecía a punto de llorar. Con esas dos cosas podía soportar cualquier tormenta, por lo menos eso fue lo que creyó, pero pronto pasó algo que pensó no pasaría. Cuando cumplió doce años, su padre murió debido a una intoxicación por el alcohol.
El problema no fue su muerte, sino lo que trajo consigo, sin un adulto responsable que lo cuidara, tuvo que mudarse a la casa de unos parientes de su padre. Fue la situación más incomodas de todas, porque esas personas le hicieron la vida imposible. Cuando se dieron cuenta que no iban a lograr nada, tres años después lo corrieron de la casa, supuestamente porque se podía considerar medianamente un adulto. Lo único bueno de esa situación fue que logro tocar por primera vez sobre un escenario.
Recordaba que el primer año de la muerte de su padre, no podía soportar aquella casa, así que constantemente vagaba por diferentes lugares donde la policía no lo obligara a volver a “su hogar”. De esa forma es que llego a conocer aquel club donde fue el primer escenario en que toco. Recordaba que de alguna forma se coló dentro, escuchando a las diferentes bandas que tocaron esa noche, quedando prendado de aquel mundo colorido.
Al final su madre tuvo razón y él se parecía demasiado a su padre.
Ni siquiera dudo la primera vez que le pedía al dueño del local que le permitiera tocar aunque sea una vez, por supuesto que no lo tomó en cuenta, ya que se trataba de un niño. Hizo lo mismo, hasta que finalmente al iniciar el tercer año intentando, le permitió tocar una sola vez debido a que un grupo de apertura cancelo, dando la oportunidad que tanto anhelaba. Por primera vez se sintió libre, cuando toco la primera nota de la canción que se encontraba dentro de su cabeza.
Impactó tanto que logro ganarse un trabajo como telonero. Decidió concentrarse en ese mundo y por eso mismo comenzó a buscar personas talentosas para que formaran parte de la banda que comenzó. En ese tiempo fue que conoció a los otros dos chicos con los que formaría aquella banda que logro ascender en el mundo de la música. Ese fue el comienzo de la banda MRT o grupo MRT. Yaroslav solo tocaba para liberar todas sus emociones, pero jamás pensó que lograría avanzar al éxito tan rápido.
Cuando sus familiares lo corrieron de la casa, fue casualmente el momento en que firmaron con una disquera, pronto comenzaron a ser mucho más conocidos. La fama comenzó a llegar a ellos, así que no tuvo la necesidad de “adultos” que se hicieran responsables de él, cuando cumplió su mayoría de edad fue mucho mejor. Lograron volverse famosos bastante rápido al punto en que el chico se sorprendía, aun así, en ningún momento bajo la calidad de sus canciones o conciertos.
Para cuando cumplió sus veinte años estaban comenzando a planificar su segundo disco. Las cosas estaban marchando bien, demasiado bien, tal vez su suerte solo servía para el mundo profesional y no para el privado, porque su vida continuaba siendo una completa mierda. Salió con varias personas, se podría decir que lo intento, pero nunca logro sentir verdadero afecto por ellas, así que no duraban mucho tiempo. Yaroslav siempre fue una persona abierta, por eso no tuvo problema de salir con chicas como chicos.
Lo único que obtuvo de eso fue experiencia, nada más.
Cuando creyó que el momento de rendirse en ese ámbito llego, el destino puso una última prueba delante de él. Habían decidido tocar en aquel club que fue sus comienzos, ya que estarían más ocupados con el proceso del lanzamiento de su segundo disco. Ese sería la última vez, porque no tenían claro si podrían volver a tocar en ese lugar, aun en contra de su manager, decidieron hacerlo.
El espectáculo fue como de costumbre, aquello no había sido lo que causo una agitación en él. Antes de subir al escenario, escuchó un estruendo, lo cual le hizo girarse para notar que se trataba de un trabajador que tropezó y se cayó. Pensó primero en ignorarlo, pero algo le hizo caminar al lugar donde se encontraba, cuando sus miradas se encontraron, sintió algo moverse en su interior, además de sentir una cierta nostalgia.
Ver esa expresión a punto de llorar le hizo pensar en su hermano pequeño.
Inevitablemente el impulso de molestarlo lo invadió, de la misma forma que lo hacía cuando veía esa expresión en su hermano menor. La reacción que obtuvo de parte del otro chico fue diferente, aun así, su corazón siguió agitándose. Le tocó subir al escenario porque se quedó sin tiempo y las palpitaciones de su pecho le hicieron recordar aquella primera vez que toco en ese lugar.
Se impulsó a dar todo de él.
Su mirada busco a aquel chico y cuando la encontró pudo verla, su expresión llorosa. Quedo completamente cautivado y solo una cosa invadió su mente por completo. Quería a ese chico, anhelaba a ese chico. Con esos pensamientos siguió tocando hasta que el telón bajo, indicando el final de su concierto, desconecto su guitarra, la guardó en su estuche y la acomodo en su espalda dispuesto a irse del escenario, tenía que encontrar a ese chico antes de que desapareciera de su vista.
-¡Yarik!
El nombrado se detuvo para mirar a su espalda, sus compañeros lo llamaron.
» ¿A dónde vas con tanta prisa?
Yaroslav sonrió un poco ante aquella pregunta y no contesto, sino que siguió su camino con rapidez. El chico que no había dicho nada hasta ese momento dejó escapar una risa.
» No deberías reírte, nuestro vocalista principal acaba de salir huyendo.
El chico de cabellos dorados suspiraba mientras guardaba y acomodaba su bajo en su espalda. Su compañero volvió a reír un poco.
-Eres tan frío Marik –dijo el otro -. Él no ha huido, ha encontrado eso.
Mark (Marik) miró completamente confundido al otro chico, no entendiendo a lo que se estaba refiriendo con sus palabras. Ante aquella expresión, no pudo evitar volver a reír.
-Realmente que nunca entenderé lo que dices Ruslan.
-¡Ah! Ya te he dicho que no uses mi nombre real… ¡Rus! ¡Rus! ¡Llámame Rus!
El hombre rubio hizo una mueca de molestia ante aquellas palabras, por supuesto que no podría evitar llamarlo por su nombre, ya que llevaba toda su vida haciéndolo. Suspiro para comenzar a irse sin contestarle a su amigo.
» Que cruel eres Mark –dijo Ruslan en un suspiro -. Yo tampoco entiendo la mayoría de cosas que tú dices…
Una historia sin contar se estaba dando ahí sin que alguno de los involucrados se diera cuenta.
Por otro lado, Yaroslav fue al camerino donde dejó la guitarra que compro con su primer sueldo. Al tener todo listo, se cambió de ropa y se colocó una gorra, lentes y un tapabocas, no deseaba ser interrumpido en su camino a encontrar a aquel chico que había hecho agitar su corazón. En realidad no le llevó mucho tiempo, porque aún seguía en el local, así que no se le hizo difícil ubicarlo. Se sintió emocionado cuando al acercarse se enteró de que el chico no formaba parte del Staff.
Ni siquiera lo pensó dos veces para tomar a ese pez antes de que alguien más lo pescara. El dueño del local no pudo hacer nada cuando se llevaron a un posible empleado debido a que el chico que se lo llevo en realidad era dueño de la mitad de ese lugar. Cuando obtuvo la ganancia de su primer sencillo, decidió ayudar a ese hombre que le dio la primera oportunidad para subirse a un escenario, puesto que este iba a perder el local.
Normalmente era alguien considerado, más bien reservado en cuanto al trato con otros, pero con ese chico simplemente no pudo contenerse. Sin importar lo que tuviera que hacer buscaría la forma de atar a ese chico a su destino. Lo quería sin importar qué y pudo darse cuenta que él no fue el único que sintió algo cuando se encontraron por primera vez.
Lo que Yaroslav no tuvo presente nunca es que en realidad ese chico estaba atado a su destino, pero de una forma completamente diferente a lo que llegó a pensar en un principio. Sus caminos si se encontraban conectados, pero no por las razones que ambos hubiesen deseado, causando el punto de inflexión en su futura relación.
No apartó su mano, porque al tenerlo cerca sentía como su abandonado corazón se agitaba de emoción, más aun al ver la clase de expresión que tenía en su rostro el otro chico. Por un momento, Yaroslav llegó a pensar que tenía complejos de masoquista, porque mientras más fuese rechazado por aquel chico, más emocionado se encontraba de tenerlo a su lado.
-Disculpa… ¿Puedes dejarme ir?
-No –sentenció con una encantadora expresión -. Ahora me perteneces, así que no dejaré que te vayas.
Tal vez estaba siendo cruel, no lo reconocería por completo, pero no le importaba, podía ser odiado por ese chico o quizás lo que buscaba era algo más. No tenía las cosas claras aun, lo único seguro fue aquella agitación en su corazón, la emoción desbordando, como… Como si hubiese encontrado el significado de sus propias canciones.
Y aunque quiso no pudo contenerse y dejó escapar aquellas palabras que serían probablemente cadenas para el desconocido. Sin siquiera pensarlo demasiado decidió subirse a ese tren y llegar hasta la última parada que tuviera, para así descubrir de qué se trataba ese sentimiento que hacía acelerar su corazón.
Sin darse cuenta, Yaroslav tuvo su primer amor.
Un amor agridulce, el cual fue obligado a finalizar por culpa de la realidad.