Se sujetó fuertemente del borde de la barra para no caer. Los suaves besos que Minato repartía sobre su cuello eran razón suficiente para hacerle perder el raciocinio. Sus piernas flaqueaban entre cada beso y succión a su piel sensible, pero su límite llegó cuando su padre introdujo una mano dentro de sus pantalones para comenzar a masturbarlo. Llegado a este punto, las rodillas de Naruto temblaron incontrolablemente, y habría caído sin remedio alguno de sentón sino fuera porque Minato se anticipó a los hechos, rodeandolo de la cintura con su mano libre, creando un punto de apoyo estable en el que pudiera asirse mientras era azotado por las deliciosas descargas del próximo orgasmo.
Naruto cerró los ojos y aferró la tela de la camisa de Minato entre sus dedos, canalizando así el placer desbordante que sentía. Iba a correrse, estaba tan cerca de acabar que no pudo evitar maldecir en voz baja cuando el adulto cesó de repente con la masturbación.
-¿Papá?- como había ocurrido días antes en su primer encuentro formal, Naruto temió encontrarse con el arrepentimiento cuando viera a Minato a los ojos, sin embargo, no sucedió. El mayor se limitó a tomarlo de las caderas para subirlo sin mayor reparo a la encimera. Luego se bajó la bragueta y liberó su erecta hombría, masajeandola ante los ojos de un excitado Naruto.
"Debo haberme vuelto loco" pensó Minato al contemplar fijamente los ojos azules de su primogenito. Sin importar cuántas vueltas le diera al asunto, no lograba solucionar nada. Días atrás casi sufre un ataque cardíaco al despertarse desnudo y con Naruto en iguales condiciones a su lado, los dos acurrucados en la misma cama. Y no obstante, por más que se recriminó y maldijo, todo atisbo de duda se disipó con la confesión de Naruto. Fue su hijo quien le contó lo que había sucedido de principio a fin, porque él por más que lo intentaba no hallaba razón de ser a ese embrollo.
Naruto le había comentado lo ebrio que llegó aquel día. ¡El día de su cumpleaños!
¿Qué clase de padre responsable se olvidaba del cumpleaños de su único hijo?
Peor aún, ¿Qué tipo de canalla depravado sostenía relaciones con un individuo de su propia sangre?
De cualquier modo, el error estaba hecho, y fue el detonante que lo orilló a intimar con Naruto en días póstumos, solo que ya no tenía excusa, no había alcohol de por medio, solo sus enfermos deseos por poseerlo, por agotarlo sexualmente y culminar dentro, hasta lo más profundo de sus entrañas.
-Ah...- Naruto se acomodó cuando Minato le separó las piernas con la rodilla. Se abrazó a su cuello y se mordió el labio con fuerza para reprimir un largo gemido al ser penetrado poco a poco. Ya que habían tenido sexo últimamente, estaba lo suficientemente dilatado para no sentir dolor por la intromisión, solo experimentó un ligero dejo de incomodidad cuando Minato terminó de introducirse. Le había confesado sus sentimientos un día después de lo ocurrido entre ellos, lo hizo porque no soportaba mantener ese secreto por más tiempo, y porque además, su padre era lo bastante tonto para pensar que en su "delirio alcoholico" había abusado de él. Por lo menos eso le dijo al reparar en la situación.
Por supuesto solo eran paranoias de su padre. Mismas que se disolvieron cuando decidió practicarle sexo oral en el comedor, justo a mitad de la merienda y cuando Minato estaba más que distraído en leer el diario matutino.
-Naruto- los movimientos fueron lentos, profundos y acompasados. Naruto se dejó hacer mientras besaba a su padre a un costado del cuello, lo sentía entrar y salir con regularidad, luego más a prisa.
De pronto todo acabó. Minato le eyaculó dentro, y Naruto tuvo su orgasmo entre ambos.
-Estoy cansado- susurró en un jadeo, sin dejar de rodear la cadera de Minato con las piernas para mantenerlo inmóvil. -Quisiera faltar a la escuela.
-Naruto...
***
Mei Terumi se entretuvo largo rato mirando la copa frente a ella. La bebió de golpe cuando la rabia azotó su cuerpo y ordenó que le sirvieran dos más.
Estaba devastada. Había querido poner una denuncia en contra de Minato, pero no se atrevió a hacerlo. En primera porque lo quería demasiado para hacerle algo así, y en segundo porque ella había tenido gran parte de la culpa al adulterar aún más su bebida.
Sabía que si lo denunciaba, investigarían a fondo. El tema era delicado y si llegaban a descubrir que fue ella quien lo drogó y encima entró a su casa sin autorización (ya no eran pareja y seguía teniendo la copia de las llaves en su poder), acabaría tras las rejas.
-Estúpido Minato- acabada la tercera copa de licor, Mei se levantó tambaleante del banquillo, lanzó con furia el utensilio de cristal, haciendolo añicos y zafandose del agarte de uno de sus subordinados. El rimel ensució su rostro cuando, al dejarse caer en el asiento, rompió de nuevo a llorar.
***
Fugaku estaba cabreado, desesperado y decepcionado. Tenía varios días sin ver a Naruto y no podía contactarlo por llamadas porque el idiota de Minato tenía su telefono.
Había sido muy imprudente de su parte el hecho de haberlo llamado días atras, pero es que estaba tan ansioso por tener uno de esos encuentros furtivos, por consumar el acto de una buena vez para apatarlo de sus pensamientos para siempre, que no se reeplanteó si alguien más atendería la llamada.
Y justo eso había sucedido. La voz de una mujer le había respondido. No tuvo más opción que cortar la llamada. Quizá Naruto había cambiado el número...
Torció un poco el espejo retrovisor y aguardó a que los estudiantes abandonaran las aulas. En cuanto viera a Naruto, lo llamaría para que se acercara.
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