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Delirio por M M

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Notas del capitulo:

Holaaa traigo el siguiente capítulo

Capitulo 1 
El aroma de los celos.

-Señor Worthington… ¿Señor Worthington está prestando atención a lo que le estoy diciendo?-pregunta con molestia la profesora que imparte la clase de Física. Anthony no hace nada más que mirar por aquella ventana, por una simple razón; hoy toca clase atletismo a los grados menores. Es bastante obvio que los demás pensaran que el solo buscaba verles el trasero a las chicas pues esa era su reputación de galán, solo que no era así. Anthony buscaba a su “Hermano”, solo quería asegurarse de que este chico no le coqueteara a otro, odiaba en demasía la idea de compartirle con alguien más.  Que cualquiera tuviese el privilegio del que el gozaba,  ver, sentir, oler, escuchar y probar la dulzura de Day le encolerizaba hasta hacerle perder los estribos. Ese niño de 14 años era suyo, suyo y de nadie más. No se pertenecía ni a él mismo, todo su ser era propiedad del joven amo, que en ironía pareciera ser que era Day el amo de los pensamientos y de todo el ser que consistía el adolescente Anthony Worthington.
-¡Anthony!-alza la voz la anciana. El mira con indiferencia y altivez a la docente que frustrada por la actitud distraída y prepotente del adolescente frunce el seño y aprieta el marcador para pizarrón que sostiene en sus huesudas y arrugadas manos.
-Dígame-contesta serio.
-Le estoy hablando y usted solo esta divagando en alguna parte de la luna, ¿Acaso no le interesa pasar la materia? No olvide que este es su último año, pronto tendrá a que hacer el examen para la universidad y distrayéndose por la ventana no aprobara-la molestia de la maestra es más que comprensible. El resto de sus compañeros solo sueltan risitas, unas de burla por ella y otras por el. Ser el chico más popular del colegio no le resultaba algo banal, sin importancia, como se creía pues el joven amo disfrutaba de las miradas de envidia y deseo.
-¿Quiere la verdad?-sonríe con mirada retadora.
-Deje de bromear, ahora continuando con la clase…-era muy notable que la docente evitaba a toda costa discutir con el adolescente, muy a su pesar el padre de Anthony era el dueño de DRISMA CORP la máxima empresa líder mundial en tecnología mecánica  robótica, que año con año daba generosas aportaciones a la Institución privada y como todo sistema corrupto, ella no podía tocarle ni un pelo o si no sería su fin tanto laboralmente como en otros aspectos más perturbadores.
-Mhgnn- el joven amo esboza una sonrisa burlona al verla acorralada. ¿Qué pensaba al atreverse regañarle? Pobre estúpida.
Dentro del salón de clases ubicado un piso debajo de él joven Worthington se encontraba el rubio y cansado Day, el asiento le resultaba bastante incomodo a pesar de estar acolchonado, algo poco común en colegios normales, pero este era El Instituto Jefferson y esta no era cualquier escuela de Elite. El chico no dejaba de maldecir en su mente la mañana de ese día. Esta vez Anthony no tomo en cuenta que el más afectado de esto sería él, y no es que él se pusiera a pensar el las dolencias del chico, al menos el joven amo se podía sentar, pero Day… Day no podía estar sentado de ninguna manera, y menos participar en la clase de atletismo, tenía tan adolorida su entrada que pensó no comer nada en todo el día para no tener que ir al baño. Se encontraba demasiado adolorido y demasiado triste como para permanecer en su lugar un segundo más. Con un buen pretexto se ha saltado la carrera, después de todo ser el hijastro del poderoso Frederick Worthington le daba casi el mismo poder que Anthony. Con pesar miraba a sus compañeros calentar en la pista que se alcanzaba a distinguir desde su salón de clases, siendo el único que no participaría volvió para resguardarse del candente sol de verano. 
Usar aquel uniforme le incomodaba, la corbata le ahorcaba y le hacía sudar, al tratar de aflojar el apretado nudo de la misma, se da cuenta de que tiene una nueva marca en el cuello, No. No es solo una, al parecer son varias. Las marcas hechas durante la sesión sexo de la mañana no las había notado y esperaba que nadie más lo hubiese echo, si se percataban de ellas ¿Qué dirían los demás? ¡Hablarían de ellas por todos los corredores del instituto! ¿Y si llegaran a oídos de sus padres? O peor… a oídos de Anthony. Por desgracia, no debía hacerse notar, ni hacer que los demás le vieran a la cara, esto molestaría al joven amo, le molestaría lo suficiente como para encerrarle para siempre. A veces se preguntaba a si mismo cuanto tiempo le llevaría a los padres de ambos notar el idilio pasional que pasaba a puertas cerradas de este par de adolescentes. Sin duda una bomba, pero la bomba no tenía contador de tiempo, o tal vez lo tenía solo que no se le encontraba por ninguna parte. 
-¿Qué tanto piensas Day?-pregunta a sus espaldas una voz suave, cálida y conocida.
-¿Ah?-mira al dueño de esa voz, -¡Oh! Profesor Snow, no le escuche entrar, ¿Pasa algo? No me diga que ya empezó el discurso de Anthony y no me di cuenta-su semblante de alegría se torno preocupante.
-Cálmate Day, aun tienes una hora-sonrió con gracia, ese chico le resultaba cómico y tierno la mayoría del tiempo, -Cielos, te preocupas en demasía, no pasa nada si no te presentas en el auditorio, después de todo, tienes un permiso especial de la enfermería-.
-¿Eh? ¿Cómo sabe lo del permiso de la enfermería?-pregunta Day extrañado y curioso.
-Vamos Day, me llevo bien con la enfermera Penny, ella me lo contó-contesta sonriente pero al parecer no deja muy satisfecho esa respuesta al chico que lo mira extrañado.
-Eh… Eh… Este, ¿La Srta.Penny es su…su novia?-la duda le carcome las entrañas al muchacho, no puede evitar que la pregunta se escape de sus labios rosados y carnosos. Después de todo, El profesor Snow siempre le ha gustado. Saber la respuesta de aquella pregunta le da miedo, ¿Y si ellos tienen algo?
-Day…-masculla calmado el Profesor, -Yo no tengo ninguna relación con nadie, no te preocupes-su contestación fluida y relajada le deja algo tranquilo, pero inexplicablemente más preocupado. Al final la cruel realidad le remarca las marcas pasionales no solo en su piel si no en su mente también… Él no es nadie para cuestionar, no con ese cuerpo tan lascivo que ahora es propiedad de su hermano.
-No te preocupes… no le tomes importancia, yo no tengo novia alguna-sus palabras se tornan como la misma seda roja de la que es el pañuelo que porta en aquel apretado traje negro, solo como si desease hacer notar el prominente cuerpo del maestro, como si algo grande, intrigante, grueso y durmiente se escondiera dentro de sus pantalones. Day aleja esos pensamientos lascivos de su puberta mente, ¡Maldito Anthony! Le ha llenado la cabeza de lujuria, ¿Oh no es del todo culpa del joven amo? Recupera el criterio y su juicio como para notar que el Profesor Snow acaricia su cabellera castañamente dorada. Las caricias le reconfortan, pero le dan miedo muy en el fondo. El palpitar del chico es tan o más sonoro que el galopar de los poderosos caballos de un ejercito romano.
-Oh bueno, en fin jeje-se cohíbe tímidamente sonrojando sus mejillas de chocolate blanco.
-Bien, bien, te dejo Day, debo ir a dar clase…-le da la espalda y antes de desaparecer de su vista le sonríe de una manera dulce, amistosa,  pero al mismo tiempo… como si el chico fuese un apetecible postre. Day se sonroja por varios minutos, algunas ideas “prohibidas” pasan por su cabeza llena de hormonas. ¿Cómo se sentirán los labios del Profesor sobre los suyos? Tal pregunta le termina de enrojecer el rostro, cubre con ambas manos su vergüenza, ¿¡Pero que van esas ideas sin sentido!? Necesitaba concentrarse en estudiar para los siguientes exámenes, no podía darse el lujo de dejar aun lado sus notas como una pila de basura, sin importar lo duro que le diera Anthony casi cada día de cada semana.
El Profesor James Snow era un joven de 26 años graduado de las mejores escuelas a nivel europeo, su larga lista de éxitos sorprendía al resto del cuerpo docente que a pesar de su temprana edad ya contaba con bastantes doctorados. Sus alborotados y oscuros cabellos ondulados hacían el marco de un bello rostro blanco, con barba crecida de días, rasposa como lija pero gentil como para dar caricias; esa sonrisa blanca como la luz de la luna y sus dulces ojos miel daban la idea de estar dentro de un sueño. El profesor más guapo del Instituto parecía tener solo tiempo para el trabajo, no tener una vida propia le daba razones sus demás compañeros como para  andar con habladurías sobre lo poco que se dedicaba a si mismo, sobre el poco interés sobre su corazón. “Que se consiga una novia y se case, esta a tiempo” “¿No crees que le deberíamos presentar a unas amigas? Tal vez así deje de ser tan serio”. Puras habladurías en realidad.
No es que El Profesor necesitara una novia, lo que necesitaba era atascarse de trabajo, no dejar de meterse en la cabeza que debía concentrarse en su desarrollo laboral, en sus metas profesionales y dejar aun lado ese sentimiento posesivamente bestial que le surgió de la nada al ver aquel rostro angelical, aquellos ojos inocentes que tomaban el color del mar. Sí, olvidar todas esas ideas que le venían a la cabeza cada que estaba en la misma habitación que ese niño de 14 años.
Dando pasos ligeros y tranquilos caminaba hacia la sala de profesores, James Snow debía de alejarse de ese adolescente que se metía de polisón en sus ideas y en su corazón, Correr sería lo que deseaba pero no se debe de correr en los pasillos, hay que dar el ejemplo.
Ese mismo día. Luego del discurso a la presidencia estudiantil Anthony respondió preguntas de sus compañeros, de sus profesores, expuso sus puntos de forma clara, animada y confiable, como si prometer tanto fuese la realidad palpable, y es que es fácil, pan y circo al pueblo ¿No?
-Bien, ha sido duro pero pronto veremos los resultados-comenta uno de sus amigos más allegados, un chico de gran belleza con cabeza azabache, ojos cafés y piel ligeramente besada por el sol. 
-Espero que estos idiotas voten por mí Edward, me cansa tener que sonreírles por horas…-masculla entre dientes el joven amo.
-¡Jajaja! Así será, solo relájate-El joven de su misma edad solo le sonríe como si la victoria fuese absoluta.
-¿Dónde esta Day? No lo eh visto, ¿Llego a tiempo?-La voz de Anthony se torna agresiva, más que molesta o celosa.
-Esta aquí-señala Edward al chico que se encuentra con las manos sudorosas y la mirada baja al fondo de el backstage, -Estuvo aquí desde que iniciaste el discurso, parece ser que desde antes-sonríe con calma el moreno al otro más alto que él.
-Mnnh…-masculla serio con la mirada un tanto sombría el joven Worthington. 
-¿Ocurre algún problema Tony?-pregunta Edward al futuro presidente estudiantil que parece estar molesto, -¿Quieres que se revisen las encuestas antes de que termine el día?-.
-Mnnh…- Solo emite sonoramente ahora distraído el candidato examienando con una mirada aguda a la persona pequeña al fondo, algo dentro de él le dice que su pequeña presa tiene un secreto bajo la piel y eso le enferma. Edward no es tonto sabe que algo le molesta a Anthony, y como su asistente saber quien es el que causa ello. Mira por el rabillo del ojo al chico… Day siempre causa esas expresiones en el joven amo.
-¿Sabías que el nombre de Day significa “Día”?- pregunta sin rodeos a Edward quien le mira desconcertado y luego extrañado.
-Sí, ¿Por qué lo dices Tony?-responde el joven moreno.
-No. Por nada en realidad… es solo que, me parece ser un nombre más de mujer que de hombre- las vagas palabras de Anthony le resultan raras, anormales. Edward no lo analiza demasiado, intuye lo que pasa aunque nadie diga nada de nada, Con paso ligero abandona la presencia de Edward dirigiéndose a la creatura dueña de sus pasiones más bajas. Su amigo solo se retira estratégicamente dejándolos a solas.
-Estuviste excelente Anthony… te felicito-dice el chico castaño 20 centímetros más bajito que él. Extiende su blanca y delicada mano para felicitarle debidamente, sabe que la victoria será de su hermanastro, pero sus nervios no miden sus acciones, solo piensa y ruega al cielo que Anthony no sospeche nada de sus sueños ocultos, de su amor secreto y de la colonia que desprendía el profesor impregnada en él. Anthony solo entre cierra la mirada azul grisácea, inspecciona cada centímetro de su *propiedad* a distancia, cerciora con los ojos sus propias marcas que adornan el cuello del chico, olvida por un momento su molestia y abraza con poco cuidado a su niño adorado.
-Felicítame bien idiota-dice algo cansado, estruja con fuerza el pequeño cuerpo de su hermanastro, se siente mejor, más tranquilo. Eso era lo que necesitaba, la compañía y el apoyo de Day.
-Me gustó mucho tu discurso- responde al esconder su sonrojadas mejillas en el pecho de su macho.
-¿Sí? Lo escribió Edward, pero el merito es mío, yo le di vida a sus palabras-sonríe con altivez, baja su mano izquierda con lentitud y aprieta con malicia una nalga redondita.
-¡Ah!- Se cohíbe su amante, -No Anthony, aquí pueden vernos…-su voz se quiebra ligeramente.
-Tienes razón, aquí no es seguro-responde admitiendo la verdad de esa excusa para no follarlo ahí mismo. “Cuando regresemos… vamos a celebrar que voy a ganar-comenta alegre al oído del chico, luego baja más los decibeles de su voz y dice con un sazón de sensualidad anunciante de sus intenciones, -Te follare hasta que amanezca, te la meteré tan duro y tan profundo que no podrás sentarte en días-. Las pecaminosas pero atrayentes palabras sonrojan en extremo al muchacho tratando de deshacer la prisión de aquellos fuertes brazos. 
-¡¿Por qué siempre me dices cosas así de raras?! ¡Pervertido!-su vocecita refleja su pena.
-Ven aquí…déjame abrazarte un poco más-reprocha como niño pequeño, Anthony esta encaprichado con un roce de cariño, con la calidez de la que el mismo carece.
Pero…el olor de una colonia masculina ajena al olor dulce de su amante le revuelve el estómagogo, le hierbe la sangre. “Alguien se tiró a su putita”.
-¿Con quien estuviste?-suelta las palabras con dureza y agresividad, trata de controlar sus celos, trata de conservar la poca calma que le esta quedando.
-¿Eh? ¿De que hablas?-pregunta temeroso, sus ojos se llenan de culpa convertida en lágrimas, lo ha notado, ya ha notado a su amor secreto.
-¿Con quien diablos estuviste? ¡¿Dejaste que alguien más te follara verdad?! ¡¡¿Dejaste que alguien más tocara tu cuerpo verdad?!!-la ira le ciega haciendo sonora una bofetada repentina, la piel del muchacho rápidamente se torna rojamente marcada escociendo culpas que no tiene. Las lágrimas del niño se resbalan por cada lado de su cara y su mirada se llena de clemencia a su dueño.
-No estuve con nadie, ¿De que hablas?-responde miedosamente. No debe hacerle enfadar más si sabe lo que le conviene. Soba con pánico su mejilla adolorida y baja la vista.
-¿Quién se atrevió a tocarte? ¡¡Responde!!-toma con violencia ambos antebrazos del chico y lo zangolotea rebosante de ira y celos.
-Nadie, nadie, nadie-solo responde con llanto, tiene miedo de mirar esos ojos que han dejado de ser azules para tornarse rojos…con un nudo en el estómago aprieta los labios.
-¡¡Te acostaste con otro!! ¡¡Apestas a su colonia maldita puta de mierda!! No te atrevas a mentirme, ¡¿Le abriste las piernas a alguien más no es así?!-sus celos se descontrolan y le hacen perder la razón. Una mordida repentina deja sangrante al chico que trata de silenciar sus gritos para pedir ayuda. La marca deja manchas de sangre en parte del cuello del uniforme, Anthony solo se limpia la tinta escarlata de sus labios con la lengua, degusta con rabia aquel dulce sabor, nadie le arrebatará lo que le pertenece. Nadie tocara a su preciado tesoro, *Nadie.*
-El profesor Willson me saludo hace un rato…-masculla con una mentira creíble. Anthony sabe que Day se lleva muy bien con aquel viejecillo que imparte química avanzada, el pobre vejete apenas si recuerda su nombre en ocasiones, ¿Cómo podría serle una amenaza? El joven amo recobra un poco el juicio, mira el dolor de su amado niño y solo desvía la vista.
-No sabía que te le pegaras tanto a ese viejo inútil…-sus acciones salvajes e injustificadas le resultan lastimosas. Su conciencia en ocasiones parece no haber muerto del todo, a veces, solo a veces.
-El Profesor solo cambio de colonia, dijo que la diseñaba para ver los efectos químicos en algo que no recuerdo… yo solo le salude por unos momentos-Day debía exprimir la culpa de el amo, no se daría el lujo de no resfregarle un falso error. Anthony solo suspira y recupera la compostura de caballero.
-En ese caso…yo…-musita avergonzado por tener que disculparse, -Yo… lamento haberte lastimado-gruñe entre dientes, mira con molestia lo que le hizo decir.
-Está bien… solo déjame descansar el día de hoy, me lastimaste un poco, la verdad es que no me logro sentar bien-dice lleno de tristeza. Le duele ver que esto pasa muy seguido, demasiado como para soportarlo.
-Sí… Sí, vete a casa, te veré allá en un rato-habla por ultimo y se retira irritado con sus pasos marcadamente ruidosos. La sonrisa de victoria ahora es de Day, al menos hoy podrá descansar, se dará un baño y podrá dormir en lugar de abrirle las piernas ampliamente a su dueño como en la mayoría de las noches. Pronto la sonrisa se va, ¿Por qué están en este punto? ¿Cómo termino siendo el amante del Joven Worthington? ¿Por qué no puede detenerlo?
Notas finales:

No olviden dejar sus comentarios gracias!! 

Soy nueva sean amables porfavor :'D


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