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Shadows por RLangdon

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Avanzó lentamente por el camino de grava, con las manos enfundadas en los bolsillos y su mirada recorriendo cada una de las lapidas. Aquel escenario se le antojó pesaroso, triste y solitario. Era en esa sección apartada del resto la que representaba a varios de los grandes personajes que habían dado su vida por la aldea.
 
Shikamaru suspiró abatido, no pudo continuar su recorrido cuando identificó el inconfundible sonido de sollozos.
 
Un grueso nudo se cernió en su garganta. Y Shikamaru tuvo fuertes deseos de regresar al dar por sentado a quien pertenecía tan lastimero llanto. Era Kurenai...
 
Por breves instantes, Shikamaru se quedo quieto junto a uno de los árboles. Inspiró profundo y miró el ramo de flores que la fémima colocaba sobre la fría lapida. Shikamaru creyó escuchar una promesa dicha por ella. Quiso acercarse, pero supo que no era el momento ni el lugar apropiado para dar sus condolencias, ni siquiera estaba en tiempo de decirlas.
 
"Todo esto es un fastidio" se dijo al rememorar el rostro macilento de su Sensei. La sangre escurriendo de las comisuras de su boca. Lo había visto morir en sus propios brazos, había contemplado como la vida se le escapaba sin que él pudiera hacer algo al respecto.
 
Porque ya era tarde. Siempre que Shikamaru trataba de intervenir, era demasiado tarde.
 
Tal vez si hubiera espabilado antes. Si hubiera ideado una mejor estrategia...
 
Pasó saliva pesadamente, tenía las facciones tensas, pero a pesar del inconmesurable dolor, no había lágrimas. Tambien era tarde para eso, y además, él odiaba la debilidad. Los Shinobis que lloraban parecían tan fragiles y susceptibles.
 
Asi que esperó pacientemente a que Kurenai se marchara por la zona este que conducía a las calles de Konoha, mientras que él seguía debatiendose entre presentarse frente a la lapida de un individuo que no existía más, o simple y llanamente largarse como el cobarde que era.
 
La segunda opción le pareció tanto mejor a Shikamaru, pero decidió abandonar tales pensamientos y se encaminó casi con altivez hacia el triste sitio.
 
"Asuma Sensei"'- se entretuvo mirando el corto epitafio, las flores récien colocadas, luego se agachó y depositó lo que llevaba en los bolsillos: el encendedor de plata y una cajetilla de cigarrillos. De cuclillas y viendo los objetos, Shikamaru optó por tomar un cigarrillo. El no fumaba, porque era ridiculo, nocivo, y además el humo le hacía llorar. Pero se olvidó de todo ello en unos instantes.
 
Encendió uno de los cilindros y se lo llevo a los labios para inspirar una buena bocanada. La nicotina se filtró exitosamente a sus pulmones, y pronto una sensación de relajación se apropió de su cuerpo.
 
-...tambien le quiero agradecer por haber pagado la renta todos estos años, ttebayo.
 
Shikamaru dejó de mirar la lapida para buscar al dueño de la voz que había interrumpido abruptamente sus cavilaciones. Naruto estaba arrodillado frente a otra de las lapidas, tenía las manos unidas en un silente ruego y mantenía los ojos cerrados mientras profería suaves plegarias mezcladas con agradecimientos.
 
A Shikamaru le pareció de lo más desconcertante la escena. No había previsto que el rubio se presentaría realmente al cementerio, y por ende había decidido acudir por su cuenta. Tampoco quería compañia por el hecho del sentimentalismo, en algún momento creyó que lloraría y no deseaba que nadie estuviera presente en su dolo.
 
-¿Naruto?
 
El susodicho abrió un parpado, una sonrisa acudió a sus labios al virarse en dirección al llamado.
 
-No quería interrumpirte- dijo, pasandose la mano por la nuca en señal de pena. -Pero siempre que vengo me gusta hablar mucho.
 
Shikamaru pensó que era bastante acertado el querer llenar un silencio tan melancolico, asi fuera con banas peroratas que no conducían a ningun lado, teniendo en consideración que se hablaba con un difunto.
 
¿Existían las almas?, ¿realmente les oían?
 
Shikamaru no hayó respuesta a tales incognitas. Se incorporó lentamente y señaló el pote de ramen instantaneo que yacía sobre la lapida de Hiruzen Sarutobi.
 
-¿Esa es tu ofrenda?- inquirió, sin afan de ofenderlo realmente, tan solo había despertado curiosidad el que Naruto eligiera aquello para dejarlo en la tumba del difunto tercer Hokage.
 
-Sip- Naruto afianzó sus palabras con un firme asentimiento. -Como no tuve oportunidad de invitarlo a comer, cada vez que vengo le dejo un pote de ramen. El cuidó de mi y en cierto modo yo lo tenía por abuelo.
 
Shikamaru arqueó una ceja por semejante criterio, aunque estaba consciente de que era verdad. Al no tener familia, Naruto debió haberle tomado mucho afecto.
 
-¿Me seguiste?- quiso saber, el cigarrillo tembló en sus labios cuando agregó. -¿Lo extrañas?- e inmediatamente despues se maldijo mentalmente por preguntar tal idiotez. Naruto sin embargo se limitó a afirmar con la cabeza, se levantó y sacudió la tierra de sus rodillas.
 
-A veces pienso que todo es un sueño y que vendrá a tocar a la puerta de mi departamento para regañarme por el tiradero que tengo y la leche caducada de mi nevera- Naruto rió con suavidad, no había dejo de malicia en su semblante, solamente estaba siendo sincero y espontaneo. Y Shikamaru lo encontró demasiado infantil a la par que adorable.
 
-No tenía contemplado venir- admitió el Nara con expresion a todas luces cansina. Estaba por volver a hablar cuando una dolorosa quemazon lo hizo quejarse. Rápidamente separó los labios y limpió los restos de ceniza de su comisura derecha. -Tsk, maldición...
 
Se había quemado con el cigarrillo.
 
-¿Estás bien?- Naruto se aproximó hacia él al notar que Shikamaru tenía una gota de sangre en los labios.
 
-Si, no es...- Shikamaru calló, permaneció estatico y parpadeando cuando el hiperactivo rubio deslizó su dedo indice por la línea de sus labios.
 
-Hinata me dio este unguento hace algún tiempo- Naruto sonrió ante el recuerdo. -Dijo que sanaba cualquier herida y es verdad.
 
Shikamaru asintió cual automata por lo dicho. Naruto estaba tan cerca de su rostro que podía apreciar claramente el color cristalino de sus pupilas. Azules, pacificas. Su sonrisa era hermosa porque no daba cabida a la superficialidad latente en los gestos de otros Shinobis. Shikamaru se preguntó si Naruto era tan increiblemente atractivo antes, y se dio cuenta de sus desvaríos mentales, pero no fue lo suficientemente rápido para frenar su impulso.
 
El unguento cayó al suelo. Y Naruto mantuvo los ojos bien abiertos durante los escasos segundos que duró aquel repentino e inesperado beso.
 
-Yo....- el Nara titubeó al darse cuenta de su error. Naruto estaba fuertemente ruborizado y se tocaba los labios con la yema de los dedos, como si no pudiera asimilar lo que acababa de acontecer. -Maldición...
 
¿Por qué todo tenía que ser tan problematico?
 

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