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Cuento de Navidad por RLangdon

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El reloj recién marcaba las doce cuando Sasuke despertó agitado de la espantosa pesadilla en la que se había sumergido minutos antes.
 
Sentado al borde de la cama y con el corazon golpeteandole con fiereza en el pecho, Sasuke echó la cabeza hacia atras, miró entre absorto y ensimismado el techo construido a base de vigas y algún otro material inestable (posiblemente hormigón), y trató de recordar lo acontecido en el tenebroso sueño que lo hubo levantado.
 
Sangre. Era lo primero que rememoraba de aquella diabolica pesadilla que conjugaba piezas desmembradas de su propio cuerpo y a un gigantesco...
 
(Ratón de las nieves)
 
Roedor.
 
Mascando trozos de piel con sus enormes dientes, triturando los huesos como si fueran simples mondadientes, saboreando cada residuo que escurría de su hocico.
 
Sientiendo nauseas, Sasuke inclinó hacia adelante. Oh, si, ahora recordaba perfectamente la razon que lo hubo despertado. Y es que ¿quien no se sentiría afectado con un sueño tan lucido en el que te devoran parte por parte?
 
Habiendose tranquilizado, el Uchiha optó por abandonar la cama. Iría al baño a enjugarse el rostro y de paso bebería un poco de agua para calmar la resequedad de su garganta. Y pensar que tales calamidades le sucedían a él en plena víspera navideña.
 
Otra razón más para odiar la (ya) aborrecida Navidad. Aunque había que darle méritos al chiquillo de ojos azules y sonrisa cálida.
 
¡¿Calida?!...¿Desde cuando él clasificaba un gesto tan futil de ese modo?
 
No. Nunca. Ese niño era un maldito lobo con piel de cordero. Trataba de engañarlo de alguna manera, haciendole creer que era un inocente cuando la realidad era muy distinta.
 
Le había pinchado los malditos neumaticos y encima culpaba a un miserable ratón de sus actos viles.
 
Tch. Y para colmo la mala suerte seguía persiguiendolo sin apiadarse un solo minuto de él.
 
Deteniendose en seco, Sasuke arrugó el ceño. Del otro lado de la puerta estaba el sanitario, y de ahí precisamente provenía la retahíla de melodias burdas que venían martilleandole las sienes desde que decidió salir de su casa para llegar al sucio acuerdo de la apuesta en que su torpe padre se vio involucrado.
 
Primero fueron silbidos facilmente vinculables con una canción navideña. Luego siguieron los estribillos de "Rodolfo el reno" y varios minutos (angustiantes) despues, Naruto siguió coreando "Santa Claus llegó a la ciudad".
 
Para entonces Sasuke ya había perdido todo atisbo de paciencia y quería (fantaseaba) con derribar la puerta para detener el infernal ruido y poder despejar sus pensamientos con un buen puñado de agua fría.
 
Sin embargo, no necesitó llevar a cabo su demencial idea. Segundos más tarde, Naruto abría la puerta mientras sostenía en una de sus muñecas la pasta de dentifrico. Y Sasuke casi sintió deseos de (besarlo) empujarlo, cuando lo vio agitar sus pestañas en incertidumbre.
 
-Hmp- soltó en tanto lo escudriñaba despectivamente. El pequeño llevaba puesta la piyama y lucía tremendamente encantador.
 
El falso cordero osaba con querer engañarlo de nuevo. Pero no sucedería.
 
-¿Vas a entrar?- preguntó Naruto, sacandolo de sus cavilaciones llanas y arbitrarias.
 
"No. Solo quería escucharte cantar villancicos en plena madrugada. ¡Maldita sea!, claro que quiero entrar"
 
-Mhn- otro monosílabo. Por alguna extraña razon, Sasuke no podía coordinar sus pensamientos y palabras en el mismo plano verbal.
 
-De acuerdo- sonrió el pequeño, volviendose al interior para limpiar el lavabo y guardar su cepillo dental en una de las gavetas. Cuando hubo terminado, se dirigió a la salida y, a punto de salir, retornó corriendo. -¡Me falto lavarme la cara, dattebayo!- cerró, dando un fuerte portazo en las narices del arrogante y joven empresario.
 
-¡Naruto!- fue tarde para el Uchiha, quien golpeó furioso la puerta con los puños (en vano). El pequeño engendró volvió a tararear otra serie de canciones acordes a la época mientras el sonido del agua lo acompañaba.
 
Y Sasuke sintió surgir un molesto tic cerca de su entrecejo para cuando el niño (idiota, tonto, iluso, malditamente adorable) abrió nuevamente la puerta.
 
***
 
Terminada su rutina de limpieza, Naruto se encaminó al dormitorio destinado para un máximo de diez niños. Regularmente eran Shikaramu, Chouji, Kiba, Lee y otros tantos quienes le acompañaban. Sin embargo el pequeño rubio se encontró con la novedad de que solo la mitad de las camas estaban ocupadas.
 
Sintió un irrefrenable deseo por encender las luces, pero se abstuvo de hacerlo al recordar lo dicho por Shizune durante la cena. Se habían realizado algunos cambios para que el nuevo huesped temporal (que no era Santa, aunque se le parecía un poquito), pudiera quedarse esa noche con ellos.
 
Bostezando en cansancio, el pequeño arrastró los pies hasta la última cama de la primera hilera junto a la puerta. Se subió y cubrió con las mantas cuando oyó el picaporte ser girado.
 
-¿Shikamaru?- no hubo respuesta. -¿Kiba?- haciendo un mohín de desconcierto, Naruto trató de adivinar el rostro del otro lado de la puerta. Y no se sorprendió demasiado al ver como el ayudante de Santa se abría paso hasta él, siempre con su níveo rostro inmutable, y aquellos ojos oscuros que encerraban miles de enigmas para una mente infantil como la suya.
 
Apoyando la espalda contra la cabecera metalica, Naruto curvó los labios en una gratificante sonrisa que reflejaba todo tipo de añoranzas propias de su edad.
 
Sasuke Uchiha se acercó, entre sigiloso y ansioso, cual ladrón en espera del momento idoneo para hacerse de las pertenencias. Sus ojos negros se posaron en el hermoso niño que yacía ante él y, sin más, se acomodó sobre su cuerpo, cuidando de no aplastarlo en el proceso. Le cubrió la boca con una mano y aprisionó las dos muñecas de Naruto con la otra mientras aproximaba sus labios al oído del Uzumaki.
 
-Quiero que admitas lo que le hiciste a mi auto-  su aliento caliente hizo estremecer al pequeño, pero a Sasuke no le importó en lo más minimo. Quizá, de no tener la mente corrompida y obnubilada por el enojo, se habría dado cuenta de la burda y patetica excusa que había usado para poder colarse en una habitación ajena con el único proposito de amedrentar al motivo de su actual enfado.
 
Lentamente retiró su mano. Naruto tenía los ojos abiertos en confusion.
 
-Yo no...
 
-No quiero mentiras- le advirtió el mayor.
 
Naruto atinó a asentir con la cabeza. Otra vez no entendía nada de nada, pero presentía que se metería en problemas si no hacia lo que el apuesto joven le decía. Además, si hacía ruido, despertaría a sus compañeros de cuarto y se armaría todo un lío.
 
-¿Pinchaste los neumaticos?, ¿Qué usaste, un picahielo?
 
Confundido, Naruto negó contundentemente con la cabeza. 
 
-Con que no fue un pica hielo- siseó Sasuke, buscando bajo el colchón. -¿Acaso usaste un cuchillo de la cocina, o fue una navaja?
 
Pero Naruto seguía sin entender a lo que el muchacho se refería.
 
-¿Usaste algún vidrio?
 
-No me dejan usar esos objetos- se explicó, encogiendose de hombros.
 
Las cejas de Sasuke volvieron a contraerse en evidente fastidio.
 
-Entonces ¿Qué fue?
 
Naruto ahogó un bostezo, se cubrió con la manta y se quedo profundamente dormido, para mayor disgusto del Uchiha.
 

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