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Inevitable Destino (Resubido y Finalizado) por Menma Lightwood-Uzumaki

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En cuanto resolver problemas se trata, no es que Deidara fuera el más apto ni mucho menos. En realidad por lo general tendía a causar más problemas de los que arreglaba, pero esta vez, quería resolver las cosas como debía. Y tenía una persona en mente con la que empezar.

 

Tocó la puerta de la nueva habitación que le habían dado, siendo atendido casi al instante.

 

- Hey... - Le saludo su compañero con una sonrisa contagiosa que a él le resultó algo sexy - ¿Quieres pasar?

 

- ¿Terminaré empalado en las paredes? - Interrogó en broma como siempre hacía antes de entrar.

 

Sasori fingió pensarlo un segundo como si fuera enserio.

 

- No, limpie todo ayer y la sangre estropearía mis paredes.

 

- Vaya, que suerte tengo.

 

Ambos compartieron una breve risa antes de que el rubio finalmente pasara. A diferencia de las veces anteriores, fue directo a sentarse en la cama, a fin de cuentas no había mucho que a Sasori le faltara por ver de él, sobre todo desde la última vez. Además confianza era lo que sobraba entre ellos, se podía sentar arriba del closet y ni eso sería raro. "O en sus piernas" Agregó juguetona su lujuria versión chibi, con un derrame nasal al imaginarse  esa escena tan tierna y sensual.

 

- Necesito decirte algo... - Comenzó el rubio inciertamente, y se sorprendió un poco que Sasori esbozara una ligera sonrisa.

 

- Me lo suponía.

 

- ¿Porque?

 

- Porque por lo general entras a mi habitación cuando tenemos problemas, o cuando hay alguien que quiere matarte, y bueno... - Burlonamente miró de un lado a otro - No veo a nadie que quiera matarte, así que supongo que debemos tener algún problema.

 

- Yo no tengo ningún problema contigo, Sasori-danna - Le dijo muy claro, sin querer que pensara algo que no era.

 

Eso le saco una sonrisa al Akasuna.

 

- Me gusta cuando me dices así - Y le acarició la mejilla con dulzura - Entonces dime, ¿Que me querías decir?

 

- La verdad es que, más que eso, tengo que contarte algo. Y me parece que tienes que saberlo - Lo había dicho con tanta seriedad que sorprendió un poco al pelirrojo, pero igual también se puso serio y asintió.

 

- Dime.

 

- Le gusto a Pain.

 

Las cejas del pelirrojo se alzaron inmediatamente, su cara paso por todos los tipos diferentes de confusión antes de hablar.

 

- ¿Desde cuándo?

 

- Desde... que llegué - Frunció un poco la boca - Antes de que nos conociéramos personalmente como compañeros, él ya me había estado mirando demasiado. Y después de que nos llevásemos fatal... - Ambos sonrieron un poco al recordarlo - El comenzó a acercarse más. Tuvimos algún que otro momento conmigo mandándole explosiones y el castigándome. Pero creo que la cosa se puso algo más profunda cuando tú y yo comenzamos a llevarnos bien...

 

- ¿Porque? - Inquirió Sasori.

 

Bueno, tampoco podía decirle que era porque una figura arrastrada y tramposa se había puesto celosa y lo había mandado a estar más al pendiente de él.

 

- Yo creí que era porque pasábamos demasiado tiempo juntos. Pero ayer cuando estuvimos de misión me dijo que sabía que yo te gustaba, así que me supongo que tiene que ver con eso.

 

- Me lo supuse - Aceptó con calma, negando un poco. Algunas cosas en su cabeza comenzaban a tener sentido - Le escuché lanzarme una que otra indirecta, pero pensé que era por el equipo, no porque tú le gustases. Aunque... - Puso una mano en su mentón - Debí haberlo visto venir, estaba muy enojado cuando pasó lo del veneno. Demasiado, diría yo.

 

Al parecer Sasori no era el único al que no se le daba ser sutil.

 

- Se puso aún más furioso cuando vio la marca que me habías dejado - Prosiguió el rubio - Tuvimos una especie de discusión que terminó algo mal y pensé que ya no hablaríamos más del tema.

 

- Pero si la tuvieron - Supuso el Akatsuki.

 

- Si - Mascullo - Y no fue nada cómoda.

 

- ¿Que te dijo?

 

- Sasori... - Trago saliva, sus nervios causándole maripositas en el estómago - Te estoy diciendo esto por dos razones.

 

Acomodándose un poco más cerca de él, su compañero le frotó la rodilla en señal de ánimo.

 

- ¿Cuál es la primera?

 

- Me gustas - Joder, se había sonrojado como un colegial enamorado de tan solo decir eso ¡Y qué decir de cómo se veía! Parecía un niño con esas mejillas rojas y los ojitos grandes.

 

- Tu igual a mí - Decir que estaba feliz era un eufemismo en comparación a como se sentía. Sonrió muy grande - ¿Y la segunda?

 

Allí su buen ánimo murió, su nerviosismo se transformó en algo más incómodo, y volteó la cabeza hacia otro lado.

 

- Porque no quiero que lo malinterpretes.

 

- ¿Malinterpretar que cosa?

 

Sin decir nada, se dió la vuelta se sentó de nuevo, dándole la espalda. Una vez allí, dejo que la capa de Akatsuki se resbalara hasta llegar a la base de sus omóplatos.

 

- Esto.

 

Sasori se quedó sin absolutamente nada que decir, todo rastro de emoción abandonó su rostro mientras se aflojaba, sus ojos fijándose en los hombros y la espalda de Deidara. Estaba llena de marcas rojas que se notaba que eran mordiscos, la mayoría eran superficiales, pero habían dos cercanos al cuello que se veían algo más profundos.

 

Su interior se llenó de ira.

 

- ¿Tú quisiste hacerlo? - Preguntó con frialdad.

 

Aún tenía muy fresco en la mente lo que había pasado en el lago. Si, lo había disfrutado en gran medida, pero al final también había sentido miedo. De espaldas y con todo el poder del Rinnegan aplastándole contra esa roca lo último que sintió fue la comodidad de al principio.

 

- Deidara - Su voz sonó furiosa - ¿Tú quisiste hacerlo?

 

No sabía que responder a eso, primero si, luego no. Todo era muy confuso.

 

- No estoy seguro - A lo mejor y fue la incertidumbre en su voz, pero sintió la cama rebotar solo un segundo después, y apenas logro voltear a tiempo antes de ver a Sasori con la mano en el pomo de la puerta.

 

No había que ser adivino para saber a dónde iba.

 

Le atrapó a tiempo, sosteniendo su mano y tirando de él hacía adentro. En medio de ese proceso su capa terminó por caerse, pero a él le interesaba más el evitar una catástrofe de proporciones mundiales.

 

- Sasori, no te estoy diciendo esto para que me defiendas y lo sabes, no lo necesito... - Dijo el rubio tratando de sonar razonable, pero el otro estaba tenso de la rabia.

 

- Ya lo sé.

 

- ¡Entonces no hagas una estupidez! Yo tengo mis propios problemas y puedo resolverlos sin ayuda.  Solamente quería decírtelo para que lo supieras por mí.

 

- Maldición Deidara ¿Acaso no entiendes que...? - Se dió la vuelta, aun despotricando cuando vio el cuerpo del rubio sin la capa. Los mordiscos no solo estaban en su espalda, también tenía uno profundo frente a su cuello, y en sus muñecas se veía claramente donde unas manos le habían presionado con fuerza, marcando el contorno de la extremidad en colores rojo, amarillo y púrpura - Lo mataré - Sentenció frío.

 

Deidara lo sostuvo cuando trato de salir de nuevo.

 

- ¡Joder! ¡Hazme caso por una vez, no necesito que tú...!

 

- ¿Te hizo daño? - Le cortó, sus puños apretados a sus costados.

 

- No exactamente. Y deja de interrumpirme, el punto es que...

 

- ¿Te tocó?

 

- Sasori... - Advirtió, tratando de que dejara el tema a un lado, pero no funcionó. Su falta de respuesta incluso le molestó más - Por Dios, no es de esto en específico de lo que quería hablarte.

 

- Pues yo sí que quiero saber de esto - Tomo al menor de los antebrazos con la mayor delicadeza que pudo para no causarle dolor, y le obligó a mirarlo - ¿Te tocó?

 

Sabiendo que no dejaría el tema hasta que respondiera, a Deidara no le quedó de otra si no quería que Sasori fuera directamente a preguntarle a Pain. Sin embargo no era muy agradable tener que recordar esa escena, más que el placer que había sentido recordaba la desesperación que experimentó cuando no pudo levantarse. Recordó casi de inmediato su primera y única pelea con Itachi, pues había pasado muchísimo tiempo desde la última vez que se había sentido débil en comparación a otra persona...

 

- Deidara..

 

- Si - Finalmente respondió.

 

Su compañero inspiró hondo con los ojos cerrados.

 

- ¿Que tanto?

 

- Demasiado.

 

- ¿Tú...? - Vaciló, no queriendo preguntar al mismo tiempo que quería hacerlo - ¿Tú aún eres...?

 

- Solo por muy poco - Trato de sonreír, pero le salió como una mueca.

 

Aferrándose al escaso hilo de paciencia que poseía, Sasori se acercó a él.

 

- Dame una sola razón para no matarlo ahora mismo.

 

- Yo... - Se mordió el labio inferior, ¡He allí! este era justo el tema que quería tratar con él desde un principio - Nosotros pasamos por varias cosas antes de que tú te interesaras por mí. Yo... no lo sé, estoy confundido - Miró hacia otro lado, temiendo un poco lo que diría.

 

Unos segundos de silencio después, comprendiendo finalmente más o menos a donde es que Deidara quería llegar, Sasori habló.

 

- ¿Él te gusta?

 

- ¿Qué? - Le miró de nuevo, estaba algo más tranquilo.

 

- ¿Te gusta? ¿Sientes algo por él?

 

- No lo sé - Dijo honestamente. Tenía la cabeza más enredada que las bolas de estambre que se le compran a los gatos - Creí que podíamos ser algo, pero nos distanciamos últimamente desde que...

 

- ¿Aparecí yo?

 

"Y el Uchiha también" Ese detalle pensaba reservarlo, de igual manera ya le había dejado más que claro que era una molestia para él, una distracción de su perfecto plan suicida, así que ¿Para qué molestarse en mencionarlo?

 

- Dei... - Cerrando un poco más el espacio entre ellos, ahueco su rostro con delicadeza - No soy nadie para decirte que tienes que hacer, ni tampoco a quien elegir. Si él llegó primero que yo, tampoco que es pueda quejarme mucho al respecto. Lo único que si te voy a decir, es que no mereces que nadie te trate de esa manera. No importa lo necio, imprudente y hablador que puedas ser, todo se puede resolver en un entrenamiento, no con... - Sondeó sus heridas, su pulso aumentando de nuevo - Esto.

 

- Lo sé.

 

Se tuvo que quedar con las ganas de explicarle que no todo era culpa de Pain. Aunque dificultaba que existiera algo que pudiera decir para aliviar el roce entre esos dos.

 

- Solo piénsalo ¿De acuerdo?

 

- ¿No estás molesto conmigo? - Cuestionó el de coleta con algo de duda.

 

- ¿Contigo? No - Le miró con cariño - Con la única persona con la que estoy molesto es conmigo, si hubiera sido más abierto contigo desde un principio y te hubiese dicho lo mucho que me gustabas, quizás no hubieras terminado con alguien como él.

 

- El y yo no somos nada - Le recordó con gravidez.

 

- Ni tampoco tú y yo - Sonrió tranquilo - Pero si llegas a elegirme, recuerda que aunque crea que tú arte es una basura... - Deidara rodó los ojos pero sonrió. Sasori igual - Jamás te trataré con menos de lo que mereces.

 

- Gracias...

 

- No hay de qué. Ojalá y también vinieras para hablar de arte, a ver si te saco de la cabeza esa idea tuya de andar explotando cosas.

 

- ¡No vayas a empezar! - Le advirtió con el ceño fruncido, más sin embargo después rieron.

 

Si, definitivamente se sentía mejor con Sasori en su vida.

 

 

 

 

 

 

 

               OoOoOoOoOoOoO

 

 

 

 

 

 

 

El siguiente paso en su lista de tareas para el día era hablar con Pain. Tenía un extraño revoltijo de pensamientos y sensaciones que debatían entre vergüenza por haberse dejado vencer, humillación por no ser lo suficientemente fuerte, molestia por lo que había hecho y lástima porque no había sido intencional. Le hubiera gustado esperar un poco más, pero no sabía cómo estaría su líder y a pesar de todo no quería que lo pasara mal.

 

Él sabía de primera mano lo que era ser víctima de esas tres, y no era nada agradable a veces.

 

Estaba acomodándose la capa de nuevo cuando en pleno pasillo chocó con alguien.

 

- Uy... - Miró hacia arriba, topándose con esos ojos negros que le encantaba torturarlo y que sentía que hace años no veía - Uchiha - Saludo cortésmente para seguir su camino.

 

El azabache cabeceó en respuesta.

 

- Deidara.

 

¡Retrocédeme la pista, DJ! ¿Acaso...? ¿Había escuchado bien?

 

El rubio detuvo drásticamente sus ganas de irse para mirarlo descolocado. El Uchiha... ¿Le había saludado? ¿Realmente le había saludado como Dios manda en vez de mirarlo desde arriba como si fuera una de esas cucarachas con caparazón?

 

- Tu nunca saludas a nadie - No pudo evitar decir, totalmente asombrado.

 

El Uchiha lució inalterable.

 

- Lo sé.

 

- Mmmm... - ¿Quedarse a discutir el asunto o ir a resolver el problema con Pain? "No necesito distracciones, y tú eres una" Recordar esas palabras le dió la respuesta - Como sea, nos vemos.

 

Empezó a caminar, pero unos pasos muy cerca de él le hicieron girar la cabeza sin detenerse.

 

- ¿A dónde vas? - Quiso saber de pronto el Uchiha, siguiéndole el paso.

 

"Muy bien, cálmate. Solo va a la misma dirección, la base no es muy grande. No es que quiera hablar conmigo ni nada... ¿Verdad?" Bueno, si él había sido educado esta vez, no había motivo para ser grosero.

 

- A ver a Pain.

 

- ¿Problemas de nuevo, Deidara? - Usaba de nuevo ese tono de regaño que ponía cada vez que él hacia una tontería.

 

No le gustaba, le hacía sentir como si le importara cuando no era así.

 

- Nada que no pueda manejar - Dijo simplemente.

 

- ¿Que sucedió en la misión? - Preguntó un segundo después. Deidara podía sentir que su tono de voz no era el de siempre, lo parecía pero no era así. Tenía una extraña nota contenida.

 

- Nada.

 

- Konan no pensó lo mismo.

 

- Ya, pues Konan se equivocó.

 

Al no recibir respuesta, realmente creyó que lo dejaría estar. Pero después cambio de idea, las cosas nunca salían como él quería, así que tampoco es que le sorprendió demasiado que una mano se estrellara frente a su cara, golpeando la pared y bloqueándole el paso.

 

Itachi estaba muy serio, sus ojos examinándolo.

 

- ¿Sabes que mis ojos pueden ver a través de tus mentiras, Deidara?

 

- ¿Sabes que a los míos le importa una mierda lo que hagan los tuyos, Uchiha? - Le respondió en un tono similar, rodando los ojos con fastidio - Déjame pasar.

 

- ¿Que sucedió con Pain?

 

- ¿Cuántas veces tengo que decirte que no pasó nada?

 

- Las veces que sean necesarias hasta que dejes de mentir.

 

¿Ah, sí?

 

- Averígualo tú - Le soltó el rubio, mirándole igual de serio - Si tanto te importa entonces usa esos ojos y descúbrelo por tu cuenta, porque yo no te pienso decir nada.

 

Itachi suspiró de manera pesada.

 

- No voy a usar mi Sharingan contigo, Deidara.

 

- Claro - Alargó la palabra con un toque sarcástico, algo cruel incluso - Te creeré por ahora, pero de seguro se te olvida más tarde. Así como todas las demás cosas que dices que no harás pero igual terminas haciendo.

 

"Como alejarte de mí" Faltó agregar, aunque no hizo falta.

 

Estaba muy seguro de que el azabache tenía una ingeniosa respuesta para eso, hasta más de una, pero por alguna razón no dijo nada en su defensa, al contrario, como si de pronto reaccionase, quitó su mano y retrocedió. El Sharingan en sus ojos relucía con enfado, aunque no le pareció que fuera hacia él.

 

"¿Se rindió?" Raro, pero parecía cierto, porque no se movió un pelo.

 

Echándole una mirada de duda solo por si acaso (La experiencia le había enseñado a ser precavido) le pasó por un lado con la intención de ir directamente al cuarto de Pain y de ponerse de una buena vez la capa como debía ser, ya que gracias a la conversación con el Uchiha había dejado eso en espera.

 

El único detalle, es que a último segundo escucho unos pasos seguirle.

 

- Deidara - La mano que tiró de su muñeca terminó tomando fue la tela que la envolvía, tirándola hacia abajo.

 

"¡No!"

 

- ¡Maldi...! - Trató de subirse el hombro que se le estaba cayendo, pero un rápido azabache que ya había vislumbrado algo extraño, le terminó por jalar de los antebrazos hasta ponerlo frente a si - ¡Oye..!

 

Le bajo la capa de un tirón.

 

La prenda cayó al suelo, y ya estaba comenzando a formar un reclamo cuando la sola mirada del Uchiha le silencio. Dios... Jamás había visto esos ojos arder en sangre antes. Relucían de un odio aterrador, y a pesar de haberlos visto miles de veces antes acabando con enemigos, le sorprendió tanto que logró hacerlo callar.

 

- ¿Nada, decías? - Su era tono frío en lo que esos ojos subían para mirarle a él.

 

- No es lo que crees.

 

- Te aseguro que es exacto lo que creo.

 

Buen punto. Sin poder rebatir esa lógica, el rubio se cruzó de brazos.

 

- No es de tu incumbencia - Pero al hacer eso solo hizo que el Uchiha se fijará en sus muñecas lastimadas. Sus ojos achicaron muy lentamente - Uchiha...

 

- ¿Así es como Pain te castiga? - Dijo entonces, cada vez más helado - ¿A eso te referías la última vez? ¿Por eso siempre te cita en su cuarto?

 

- No - Aclaró muy serio - De ser así ya lo hubiese matado, o me fuera matado yo, cosa que es más probable. Esto solamente fue... - Pensó en el pobre Pain, siendo dominado por la lujuria impuesta de la criatura número tres - Un accidente.

 

- Se ve muy intencional para mí - Movió la cabeza a un lado, ojeando las heridas de los hombros.

 

- No es así.

 

- ¿Y entonces que es? Porque eso no fue un accidente - Hizo una pausa grave - ¿Acaso lo haces a conciencia? ¿Por eso lo buscas todo el tiempo?

 

Tardo un poco en captar esa indirecta, pero lo hizo. Y la implicación le hizo abrir los ojos con incredulidad.

 

- ¿Qué? ¡No! Yo no me estoy acostando con él.

 

La mirada que le dió el genio de los Uchiha no pudo ser más sarcástica.

 

- ¡Hablo enserio, no me he acostado con el!

 

- Me cuesta creerlo.

 

- Pues créelo - Escupió molesto. Honestamente no sabía que le fastidiaba más, ser considerado el protagonista virgen e incrédulo de la película o su archienemigo que se tira a medio elenco antes del primer comercial - No me he acostado con él ¡Ni con nadie en cualquier caso!

 

Itachi le miró con cuidado, como si estuviera repasando esas palabras en su cabeza.

 

- Con nadie de Akatsuki, querrás decir.

 

- No - Procurando ser muy directo, soltó - Con nadie en general - Pudo al menos sentirse satisfecho de que logró sorprender verdaderamente al Uchiha aunque fuese una vez. Rodó los ojos - Además, si lo hubiera hecho no es tu problema, intenta al menos cumplir con lo que dices y déjame tranquilo.

 

Aparentemente el confesar que nadie le había estrenado aún dejo al azabache en estado de shock, porque apenas y se dió cuenta cuando el rubio le soltó eso último para después irse.

 

"Ahora es cuando viene la parte incómoda..."

 

Por otro lado, Deidara tocó la puerta de su jefe con algo de duda. Estaba algo tembloroso por la expectativa, pero estaba claro sobre lo que tenía que hacer.

 

El problema es... que nadie abrió.

 

Pensó que pudo haber salido, pero su instinto y la presencia de un poderoso chakra le certificó que si había alguien adentro. No era un rastreador experto, pero podía sentir a las demás personas como cualquier ninja, así que valiéndole verga el respeto de equipo y todas esas cosas varias, entro a la habitación. Todo estaba algo oscuro, la ventana estaba cerrada, y cuando quiso abrirla para ver mejor, sus ojos se posaron en el cuerpo que yacía sentado al borde de la cama. Sus manos caían medio de sus rodillas, flácidas así como su cabeza que caía hacia adelante.

 

- ¿Pain?

 

No reaccionó.

 

- ¿Pain? - Lo intentó de nuevo, estaba como ido. Respirando algo hondo y acercándose a él, tocó un lado de su cara con suavidad - ¿Yahiko?

 

El nombre pareció hacerlo reaccionar, abrió los ojos con lentitud y levantó el rostro para verle. Se quedó un segundo así, y luego apartó la cara como si le molestase el gesto.

 

- ¿Qué haces aquí?

 

Ugh...

 

- Vine a hablar - Lo dijo en un tono algo extrañado. No por él, sino porque Pain le estaba mirando fijamente el lugar en donde estaban esas marcas que el mismo había dejado - ¿Podríamos... discutir sobre lo que pasó?

 

Al pasar unos segundos sin respuesta, Deidara lo intentó de nuevo.

 

- Mira, yo...

 

- No.

 

- ¿Eh? - Deidara ladeó la cabeza sin entender nada. Esa palabra había sido de lo más repentina - ¿Porque no quie...?

 

Ignorando olímpicamente cualquier cosa que el rubio estuviera diciendo, Pain se levantó y le puso dos dedos a un costado de su cuello, como quien toma el pulso. Deidara pudo preguntar, pero algo frío y casi relajante se esparció por la piel de su cuello hasta llegar a la punta de sus dedos. Se parecía bastante a cuando te aplicaban una crema fresca para las quemaduras, o en el pecho para la congestión. La diferencia es que esta era mil veces mejor. Casi se esperaba sentir algo de ardor como es común cuando se tienen heridas, pero al contrario, los moretones que en un principio se sentían enormes y molestos se redujeron a un punto tan transparente que era como si de pronto estuvieran desapareciendo. Era placentero en un sentido muy cómodo, como cuando dan ganas de dormir durante un masaje.

 

Estaba tan atontado que apenas notó un ligero cosquilleo en su mano derecha, seguido de un fugaz corrientazo.

 

La sensación adormecedora se fue, y fue reemplazada casi al instante por unos ojos y boca abiertas de pura incredulidad.

 

- ¿¡Qué carajo me pusiste!?

 

Era como si llevará tatuado un brazalete negro, solo que era delgado y se abría en ciertas partes como las ramas de un árbol. Le hubiera gustado de no ser porque estaba, literalmente, tatuado en su piel. Joder, que él no era de esos que "Mis padres me matan si me hago un tatuaje" pero por lo mínimo le hubiera gustado estar enterado.

 

- ¿Te volviste loco o qué? - Continuó molesto, alzando el brazo con molestia - ¿Para qué es esto?

 

Pain, que ahora estaba un par de pasos más atrás, seguía serio.

 

- Para esto - Levantó la mano hacia él, y el solo gesto le dió al rubio más o menos una idea de lo que iba a hacer.

 

- ¡Oye, espera! - Alzó ambas manos en un intento de cubrirse la cara.

 

- Banshō Tenin.

 

Se lo esperó. Esperó que esa fuerza magnética le arrastrará hasta donde estaba él, pero lo que no se esperó, fue que el tatuaje o lo que sea que fuera esa cosa que le había puesto su jefe, brillara en un tono similar al tornasol. El poder de Rinnegan pareció encontrar de pronto frente a él una barrera impenetrable que hizo una mínima resonancia ante sus ojos para luego desaparecer.

 

- ¿Que...?

 

Ante su completo asombro, Pain suspiró con desgana.

 

- Tengo problemas con el manejo del Rinnegan - Cayó pesadamente de nuevo en su cama, tomando la misma posición desde el principio solo que ahora lo miraba - Se descontrola seguido. Eso que tienes ahí - Apuntó a su mano - Es un sello que mi antiguo maestro creo para Konan y para mí.

 

"¿El Sannin?" Muchas personas conocían a ese famoso trío. El solamente llegó a conocer a Orochimaru, pero a según comentaban su compañero Jiraiya también era un guerrero formidable.

 

- ¿Porque lo hizo? - Preguntó Dei.

 

- Todos los poderes oculares pueden ocultarse en cierta medida. El Sharingan de los Uchiha y el Rinnegan pueden desaparecer por completo, el Byakugan solo lo hace parcialmente en la mayoría de los casos porque afecta el color de los ojos, pero viene a ser lo mismo.

 

Observando detenidamente aquellos ojos poderosos, Deidara rememoró la cara de su primer líder. Las seis marionetas de Nagato jamás perdían esas líneas negras y moradas de sus globos oculares, y a según corrían los rumores, los de Nagato tampoco.

 

- ¿Entonces porque...?

 

- Los ojos de Nagato siempre han sido demasiado peligrosos, incluso para él. Ni siquiera su cuerpo hubiera sido capaz de soportar por su cuenta ese poder. Teníamos la teoría de que si se excedía demasiado, el Rinnegan absorbería todo su chakra y le iría demacrando hasta que ya no pudiera moverse por su cuenta. Es por ello que a pesar de ser tres fui elegido como líder. Konan no quería el puesto y era muy arriesgado que Nagato lo fuera, mientras menos usara esos ojos, mejor.

 

Alguna chismosa que por allí pasaba le lanzó en su mente una breve imagen de un hombre pelirrojo casi en los huesos, postrado en una extraña máquina mientras una chica de cabello azul se posaba frente a él para defenderlo hasta de la más mínima basurita.

 

"Con que así era en mi dimensión, eh...." Era un poco extraño imaginárselo porque, si era objetivo, entonces él también se había sentido atraído por Nagato, porque aunque le haya atraído el cuerpo de Yahiko, la personalidad fuerte y determinada no era la suya, si no la del Uzumaki.

 

Deidara sacudió la cabeza y levantó de nuevo su mano.

 

- ¿Y qué tiene que ver con esto?

 

- El sello estaba hecho para que su poder no pudiera lastimarnos a Konan y a mí en algún descuido - Se subió la manga del brazo izquierdo y allí, casi invisible en la zona del bícep, se veía una blanquecina línea que rodeaba su brazo - El mío se rompió cuando heredé el Rinnegan. Es algo molesto pero era necesario, así al menos estábamos seguros.

 

Mirando aquel singular sello de protección en su mano, el artista se sintió de todo menos bien.

 

- ... ¿Crees de verdad que necesito eso? - Murmuró en voz baja.

 

- No lo creo, lo sé. Debí habértelo explicado antes, pero no pensé que fuera necesario. Creí poder contenerme lo suficiente, pero por alguna razón no pude.

 

- Eso no fue tu culpa - Se le salió tan rápido ese desliz que tuvo que pensar algo rápido ante la mirada inquisitiva del otro - Tu mismo lo dijiste, esos ojos son peligrosos hasta para la persona que nació con ellos, no puedes culparte por eso - Mintió rápidamente, aunque eso no fue suficiente.

 

- Tal vez, tal vez no. Lo único que tengo claro ahora es una cosa.

 

- ¿Cuál?

 

- Deidara, esto te lo digo como líder - Sus ojos críticos en él - A la siguiente vez que pase algo remotamente similar en especial conmigo, me mandas a volar de una patada, un puñetazo o lo primero que se te ocurra - Antes de que pudiera protestar, continuó hablando - No importa si soy tu líder o no, destrúyeme en mil pedazos si es necesario. Es una orden.

 

- Espera, espera - Sorprendido, se acercó más a él - Se supone que yo soy el suicida aquí, ¿Porque querrías que te explotase en pedazos?

 

- No lo quiero.

 

- Pues...

 

- Pero prefiero eso a hacerte daño de nuevo.

 

Oh...

 

- Eso no fue...

 

- No, si lo fue - Se incorporó de golpe con el entrecejo fruncido - Esto no sucede por arte de magia ni mucho menos. Estaba furioso cuando ví que ese idiota había dejado un marca en ti, y en lo único que podía pensar es lo mucho que quería quitarla con otras nuevas. Demostrarle que no le pertenecías, que aún eras libre de escoger, y que me escogerías a mí - Sonrió con amargura - Estaba bien al principio, pero después que te deje...

 

Ver a Pain hacer esa mueca de confusión al no saber explicar que le había pasado fue casi tan doloroso y frustrante como no poder decirle el motivo.

 

- No lo sé, no sé qué pasó conmigo, pero no estuvo bien - Algo un poco más audaz, le tomo del sello y lo delineó con su pulgar - Al menos así estaré seguro que ni queriéndolo voy a poder hacer una estupidez de nuevo.

 

- Pain... - Se sentía bastante mal por él, tanto como para gastar su deseo, pero no sabía que podía hacerle feliz de nuevo.

 

El susodicho ladeó la cabeza y le rozó el cuello con el dedo índice.

 

- Al menos pude resolver eso.

 

- ¿Eh?

 

Una ojeada rápida hacia abajo y descubrió que ya no tenía ni una sola de las marcas del día anterior. Su piel estaba lisa y pareja, como si nunca nada hubiese pasado ahí. "Konan y el son los únicos que saben algo más de lo básico" Vale, así que era eso. Parece entonces que su líder sabía un poco más de "Lo básico"

 

- Gra...

 

- No me lo agradezcas - Le cortó - Era lo mínimo que podía hacer... Ahora ve.

 

- ¿A dónde? - El rubio alzó una ceja.

 

- A hacer tu trabajo, por ahora céntrate en cumplir con tu misión, y yo me encargaré de no distraerte demasiado. De todas formas, si se me olvida, recuerda la orden que te di.

 

"Hace menos de un mes me hubiera encantado tener carta blanca para matarlo a golpes, y ahora..." Hizo una mueca ¿Quién lo diría? Sintiéndose mal por tener que hacerle daño ese idiota.

 

Lo intentó de nuevo.

 

- Escucha, no tienes por... que... - Se desvaneció poco a poco. La misma sensación refrescante de nuevo, solo que en vez de su cuello está fue directo a su cabeza, adormeciéndole casi al instante. Tenía los ojos cerrados antes de darse cuenta.

 

Una mano le acarició un poco el cabello antes de terminar reclinado sobre algo amplio y fuerte que le susurró algo al oído. Solo entonces,  sus pies se movieron hacia atrás impulsados por algo que le empujó poco a poco hasta que escuchó una puerta cerrarse. Para cuándo su extraño letargo se le pasó (Estuvo más de cinco minutos parado allí como una estatua representativa de las consecuencias del cannabis) experimentó una ola de indignación de proporciones épicas cuando vio que aparte de ser dopado con aquella extraña habilidad, Pain le había echado de su habitación como quien corre a animal callejero.

 

"Este..." Se mordió la lengua, aparte de que ni le había dejado hablar casi, le corrió. Y para agregarle más drama al asunto, un caminante de lo más inesperado que por allí pasaba se le quedó viendo fijamente un par de segundos.

 

Azul y negro se observaron. El azul se quedó expectante y el negro dudó un poco, pero cuando se fijó de dónde venía, esos ojos pétreos se hicieron duros y luego tan rápido como llegaron se fueron.

 

Deidara rodó lo ojos, infinitamente harto de que la mayoría de sus opciones fueran unos imbéciles.

 

Suspiró. Al menos, con la baja de esos dos, solo le quedaba una opción.

 

 

 

 

 

 

 

 

               OoOoOoOoOoOoO

 

 

 

 

 

 

 

Habían pasado tres largos meses desde que le había dirigido la palabra a dos de sus tres opciones ¿Y siendo sinceros? Sentía que le hacían falta. Nada presuntuoso, la verdad, pero es que Deidara se había acostumbrado mucho a tener al Uchiha pendiente de su estado y a Pain fastidiándole todo lo día, ambos con esos poderes oculares haciéndole sentir pequeño a la vez que muy grande e importante. Sentía que había perdido algo importante, y lo cierto es que así era, había perdido a dos personas que, por muchos defectos que tuviesen, se habían preocupado por él.

 

Por otro lado, su relación con Sasori estaba bien. Sorprendente su compañero no le metía presión para llegar a segunda base, su atención estaba netamente en las misiones, en bromear y pasar el rato como buenos amigos. Claro que siempre añadiéndole ese toque romántico tan característico suyo. A veces Deidara sentía que lo que ese pelirrojo quería era enamorarle, pero tenía que admitir, que iba por buen camino.

 

Como aquel día que...

 

 

 

 

 

                   //Flashback//

 

 

 

 

 

- ¡Jesús, mándame algo de comer! - Dramáticamente Deidara se echó en su ave y puso una pose de quién sufre un profundo dolor intenso.

 

Como estaba volando por lo bajo, su compañero le escucho y disimuló una sonrisa.

 

- Deidara, si te sigues quejando me vas a contagiar tu hambre - le avisó, y no era mentira, porque el rubio ya llevaba más de una hora en lo mismo.

 

Su compañero se inclinó para mirarlo desde arriba.

 

- Pues ojalá y se te pegue. Así consigo que paremos un rato para comer algo.

 

- Pues lo siento, pero yo no tengo hambre todavía... - Comenzó a decir, pero fue interrumpido por el tono soñador del más bajo mientras hablaba consigo mismo.

 

- Pizza. Me encantaría comer una pizza justo ahora, no estaría mal. La pediría con mucho queso, o también podría pedir carne, un plato lleno de carne con cinco tipos diferentes de salsa...

 

Al ver que estaba comenzando a imaginarse ese exquisito menú en su mente con unas imperceptibles ganas de babear, Sasori frunció el ceño.

 

- Carajo, Dei. Cierra la boca.

 

- O una hamburguesa enorme  - Siguió parloteando, ocultando una sonrisa divertida entre los brazos que cubrían su rostro para agregarle más efecto al teatro - Con papas fritas, una montaña de ellas...

 

- ¡Dei! - Se quejó.

 

Llevaban de misión un par de días. Últimamente desde hace unas cuantas semanas todas sus misiones se habían alargado. El y Sasori por lo general tenían misiones de dos o tres días, ahora tenían suerte si veían la base esa misma semana.

 

"Quizás..." Pensó con algo de duda, a veces pensaba que todo eso de las misiones largas era bastante conveniente. De haber sido cualquier otro hubiera pensado que, así como Sasori en su momento, Pain se podía estar alejando de él. Y pudo pensar así, de no ser porque fue el mismo Pain el que, en medio de ese adormecimiento que él mismo le había impuesto, le susurró unas palabras de lo más interesantes.

 

"Desearía tanto alejarme de ti, Dei. Pero no puedo, sé que no puedo. Mi egoísmo es demasiado grande, tanto o más como las ganas que aún tengo de arrastrarte a ese lago o tirarte sobre mi cama. Haré lo que pueda para no sofocarte, pero no te prometo que mi acto de buena fé dure mucho, lo más probable es que termine buscándote tarde o temprano, igual de desesperado por tenerte. Pero hasta que suceda, entiende que no es bueno que confíes en mí, porque yo tampoco lo hago. Solo dame tiempo"

 

Ese hombre le iba a matar un día de estos, porque era tan contradictorio en si mismo que honestamente no sabía si indignarse, emocionarse, ofenderse o excitarse. Porque ese tono ronco y grueso diciéndole al oído que aún tenía ganas de someterle no es que le ayudara mucho a concentrarse.

 

Las quejas de pesadumbre de su compañero le sacaron de sus pensamientos.

 

- Genial - Suspiró decaído - Ya me diste hambre.

 

- ¡Perfecto! - Eso era justamente lo que quería escuchar, su estómago no pudo estar más que feliz. Y su cerebro también, así al menos no se distraía pensando en más nadie - ¿Paramos para comer? Casualmente vi hace rato un restaurante en el bosque, está como a cinco minutos.

 

A Sasori todo le resultaba muy conveniente.

 

- ¿Tu plan siempre fue darme hambre para que fuéramos a comer algo, verdad? - Le observó con un ligero tic.

 

Sin un ápice de culpa, Deidara se irguió y comentó en tono sabio:

 

- No existen límites cuando se trata de comida.

 

Se detuvieron en el bendito restaurante que había mencionado el rubio, era algo grande y estaba bien oculto al lado de un camino de tierra en el bosque. Esos tipos de establecimientos eran perfectos para ellos, sobretodo siendo buscados por todo el mundo ninja.

 

- ¿Qué quieres tú? - Inquirió el pelirrojo con interés.

 

Deidara le echo un vistazo al menú y torció la boca.

 

- Quería pizza, pero tendré que conformarme con carne porque no tienen.

 

- Bueno, si quieres... - Sasori ya le estaba empujando su propio menú para que viesen juntos que podían escoger cuando entonces una voz animada les interrumpió.

 

- ¡Bienvenidos, pajaritos! ¿En qué les puedo servir?

 

Deidara se ahogó con el agua que estaba tomando, y tuvo que darse golpes en el pecho para no morir de manera tan ridícula. Sasori, algo confundido, le daba también palmaditas en la espalda.

 

- ¿Estás bien?

 

- Si, yo... - Le echo un ojo a su "mesero" inoportuno y entrecerró los ojos - Me distraje.

 

No sabía en qué mundo tan jodido tenía que vivir que no podía tener ni siquiera unos cuantos meses de paz. Es decir, estaba en Akatsuki, tampoco es que estuviera en un reality show para adolescentes en donde todos los días hay drama.

 

Su mesero tenía la misma apariencia de la última vez, a excepción de la sonrisa cómplice. Ojos azules igual que el cabello, esta vez se fijó que en realidad era algo más largo de lo que aparentaba, pues le llegaba casi al final de los omóplatos, o eso supuso ya que lo tenía sujeto en una coleta alta y tenía un delantal blanco con el dibujo de un pajarito de arcilla en el centro.

 

Sasori asintió con cuidado, obviamente sin creerle.

 

- Aha.

 

- ¿Que quieren ordenar hoy? - Saltó la entrometida, mirándolos como quien mira el entretenimiento del día.

 

- Carne - Dijo un inocente Akasuna que no se enteró de nada - Bien cocida. Bolas de arroz y unos jugos.

 

- De acuerdo ¿Quieren ordenar algo más?

 

- Con la carne estamos bien.

 

- ¿Con salsa? - La figura dos preguntó con profesionalismo, anotando en una libreta.

 

- Sí.

 

Bueno, al menos se estaba portando bien, a lo mejor y solo venía a ver qué tal le iba. Quizás...

 

- ¡Ah, se me olvidaba! Tenemos un menú especial solo para parejas, por si les interesa - Agregó con un brillo pícaro.

 

La esperanza le murió más rápido que Kenny en un capítulo de South Park.

 

- No, gracias - Soltó entre dientes Deidara - Solo queremos carne.

 

- Es una oferta de dos por uno - Intentó convencerle, ignorante de la lluvia de intenciones asesinas que caían en su dirección - No solamente se llevan un plato gratis sino que también pueden cocinarlo por su cuenta.

 

- ¿Enserio? - Preguntó Sasori.

 

- ¿Enserio? - También preguntó el rubio, solo que fue más sarcasmo que otra cosa.

 

La chismosa asintió de lo más feliz, mostrándoles un menú diferente, este solo tenía nombres de condimentos e ingredientes de cocina.

 

- Pueden usar todos esos, y si el hambre es demasiada, entonces también disponen de algunos bocadillos para aplacar el hambre mientras cocinan - Y soltó una risita que le pareció algo rara.

 

Sasori parecía que se lo estaba pensando enserio.

 

- No suena mal, ¿Tú qué opinas, Dei?

 

- ¿No tenemos que regresar? - Trato de disuadirle - Debemos volver mañana y de seguro Pain se va a volver loco si no llegamos a tiempo - Esa dimisión logro hacer al pelirrojo pensar (Aunque era imposible que ese tipo le odiase mas) pero la dos se vió muy resuelta.

 

- Ow, pero de todas maneras no pueden irse, no con esa tormenta.

 

- ¿Cuál tormenta?

 

No había ni terminado de preguntar cuando un tremendo relámpago cayó y golpeó tierra, dejando un sonido atronador de fondo tan fuerte, que nadie en el restaurante pudo escuchar cuando Deidara miró a la falsa mesera para exclamar un "¡No me jodas!"

 

La número dos sonrió traviesa pero no dijo nada.

 

A la final no les quedó de otra que aceptar la famosa oferta, pues entre los vientos que venían con la tormenta había comenzado a hacer frío, y como el rubio siempre había sido muy sensible a los resfriados, optaron por ir adentro y quedarse en la cocina en donde además de recibir un plato gratis, lo podrían cocinar ellos mismos mientras el calor del horno mantenía a un Deidara protegido del frío.

 

Cuando Sasori no miraba, Deidara jaló del delantal a la figura y la arrastró a un rincón.

 

- ¿Que rayos estás haciendo? - Susurró algo fuerte - ¡Dijeron que no intervendrían!

 

- Y eso hago - Una mirada escéptica después, el dios sonrió nervioso - Bueno, puede que esté metiéndome un poco, ¡Pero! No estoy manipulando a nadie, ni tampoco te estoy haciendo sufrir, solo les conseguí una linda cita. Hace más de tres semanas que ustedes no se besan y estoy harta de esperar para que las cosas se calienten un poco.

 

- ¿Acaso crees que soy el protagonista de una telenovela barata o qué?

 

- Claro que no, pajarito. Pero esto es lo ideal ¿Frío afuera, calor adentro? - Dio un saltito de emoción y le guiñó un ojo con coquetería - Es perfecto.

 

Un Sasori listo para cocinar llegó anunciándole que acababa de encender la cocina para poner manos a la obra. Deidara ni se sobresaltó, supo que en el momento en que su compañero llegara a su lado no habría ninguna figura con él, y tuvo razón.

 

A pesar de todo, fue divertido intentar cocinar algo con Sasori, principalmente porque él no tuvo que hacer casi nada. Era un desastre total cocinando y su compañero lo notó en el mismo instante en el que casi causa una explosión por ligar accidentalmente harina con arcilla, de modo que terminó sentado encima de la mesa comiéndose los bocadillos como un buen chico mientras esperaba.

 

- Se te va a quitar el hambre - Advirtió Sasori al ver que Deidara no paraba de comerse una caja de chocolates que encontró por allí.

 

Como única respuesta, Deidara le sacó la lengua.

 

La verdad es que si perdió un poco de hambre, pero termino por comérselo todo porque estaba buenísimo, al parecer su compañero no solo sabía hacer venenos sino que también unos platillos espectaculares. La pasaron de maravilla, cosa que era raro para Deidara, quien para ese punto ya estaba completamente extrañado de que nada le hubiera salido mal, porque ya estaba acostumbrado a vivir desgracias. Y sus esperanzas ya estaban por los cielos así como él encima de su ave una hora más tarde cuando de pronto, al levantar la cabeza el mundo se le fue a un lado y tuvo que parpadear. Estaba algo confundido, hasta mareado incluso. De haberlo creído posible podría jurar que estaba...

 

"Esta grandísima hija de la..." Contuvo sus ansias asesinas al mismo tiempo que se asomaba con cuidado hacia abajo, casi sufriendo un vértigo terrible. Tuvo que apretar con fuerza su creación para no caerse.

 

- Oye, Danna.

 

- ¿Mmm? - Miró hacia arriba - ¿Qué pasa?

 

- ¿Podrías...? - El suelo se acercó y se alejó demasiado rápido, creyó que era él pero lo cierto es que era el ave. Estaba desequilibrada porque él también lo estaba - ¿Podrías... subir... o... bajarme? Cualquiera sirve.

 

- ¿Porque? ¿Pasa algo?

 

Y entonces en lo que miraba el piso, se le vino una idea de lo más entretenida, ¿Qué tal si se bajaba por su cuenta? A la final tampoco es que se iba a morir, solo eran un par de metros. A lo mucho se rompía un brazo y siempre quiso saber que se sentía tener un hueso fracturado y...

 

- ¡Eh! - En un minuto estaba mirando el piso y al siguiente estaba en el piso, solo que entre los brazos de un Sasori que le había atajado por la cintura en plena vuelo como a los niños pequeños, y le miraba como si se le fueran cruzado los cables - ¿Estás loco?

 

Deidara le miró sin entender.

 

- ¿Porque?

 

- ¡Te lanzaste de cabeza al piso! ¿Qué es lo que te pasa? - Aunque ahora que lo miraba mejor, tenía una irreparable cara de felicidad atontada, un sonrojo en las mejillas que no se le quitaba y los ojos más brillantes. Aparte de que no se había apartado con vergüenza como siempre hacia, estaba de lo más tranquilo en medio de sus brazos en ese abrazo improvisado, ambos de frente - No puede ser... - Alzó una ceja sin creérselo aún - ¿Estás borracho?

 

- Aha - Respondió feliz, asintiendo con la cabeza varias veces.

 

Sasori no sabía si reírse de él o sentir ternura por cómo se veía.

 

- ¿Y en qué momento bebiste? No te ví.

 

- Ah, ese fue el estúpido mesero metiche, de seguro me dejó los chocolates con alcohol a propósito.

 

- ¿Porque lo haría? - Cuestionó intrigado.

 

Deidara no era la clase de ebrio que vomita, hace chistes malos, balbucea, se desmaya o llama a su ex. No, su borrachera era hasta envidiable para muchos, excepto por un pequeño e insignificante detalle.

 

- Es un conocido mío, y está loco porque me quede contigo.

 

Se volvía demasiado sincero.

 

- ¿Conmigo? - Bueno, tampoco es que le molestase la idea de que algún amigo de ese chico apoyara su causa de conquistarlo, solo le daba curiosidad - ¿Porque?

 

- A ver - Recostándose sobre él sin vergüenza alguna como si fuera una pared, comenzó a enumerar - Porque eres atractivo, alto, sensible, sexy, te gusta el arte, dice que tú pelo es sedoso...

 

Al Akasuna ya se le estaba subiendo el ego cuando un Deidara de lo más feliz alzó un dedo.

 

- Ah, y también quiere que me acueste contigo.

 

Sasori no se ahogó porque Dios es grande.

 

- ¿De verdad? - Decir que estaba sorprendido era quedarse corto.

 

- Sep. - Y estiró los brazos para rodear el cuello de su compañero - Oye... - Comenzó con un tonito algo persuasivo que hizo acelerar un poco el corazón del otro - ¿Me puedes hacer un favor? - Susurró, provocando que inconscientemente que su compañero inclinase la cabeza. Miraba sus labios con una ansia escrita en su rostro, hace mucho que no tenían un momento íntimo y quería besarlo, necesitaba hacerlo.

 

- Claro...

 

Sabía que no debía, pero aun así continuó acercándose, casi podía sentir esa boca rozar con la suya...

 

- ¿Me cargas?

 

- ¿Qué? - Parpadeando, se apartó un poco para ver a un rubio ignorante de que hace un segundo estuvo a punto de besarle.

 

- Que me cargues, no puedo volar y tampoco quiero caminar.

 

- Si caminas se te pasará más rápido el efecto del alcohol.

 

- Que se me pase más tarde - Y sacudió sus brazos a la vez que soltaba un exigente y algo demandante -: Cárgame.

 

Bueno, también se ponía algo consentido. Aunque al otro no le molestó el detalle.

 

"Se ve tan adorable... " Entre los brazos extendidos, el puchero en sus labios, la carita de poca paciencia y ese aire de distracción inocente por la embriaguez, simplemente no pudo decirle que no.

 

Terminó llevándole en su espalda más por salud mental que otra cosa, ya que puede que fuera un hombre serio y todo eso, pero no se creía capaz de seguir viéndole tan vulnerable y disponible sin besarlo. O hasta más, porque tampoco es como si lo sentimental le quitara el hecho de que se moría por tomarlo. Deidara pensaba que la número dos quería emborracharlo, pero su plan original era hacerlo con los dos. No obstante, tener a un rubio vulnerable y a un pelirrojo excitado por ello tampoco es que era un mal plan.

 

- Danna - Canturreo bajito mientras escondía el rostro en su cuello - Gracias por cargarme.

 

- No hay de qué.

 

- No, enserio muchas gracias.

 

- No te me pongas así, o me harás creer que eres bueno en vez de un desastre, y ambos sabemos que no es así - Su broma fue llevadera y le hizo reír, con lo que no contaba es que su compañero le comenzaría a responder. El problema es que estaba demasiado pegado a su cuello. Unos peligrosos cosquilleos le embargaron al sentir esos labios moverse sobre su piel - Esto... Dei...

 

- Tus chistes son malísimos.

 

- Vale, pero ¿Podrías dejar de...?

 

- ¿Dónde aprendiste a cocinar, por cierto? - Le ignoró olímpicamente - La comida estuvo deliciosa, ¿Fuiste a alguna academia en la arena?

 

- Deidara - Tragó grueso - ¿Dejarías de hablar hasta que llegásemos?

 

- No seas tan aburrido - Para enfatizar su gesto de réplica, pasó las piernas hacia el frente, enrollándolas en la cadera del más alto quien necesitó tomar un profundo respiro.

 

Estaba tratando urgentemente de acordarse sobre cualquier técnica de meditación existente. Puede que fuera tranquilo pero no era de piedra, y Deidara acaba de rozarle sin querer la ingle al mover los pies. Entre eso y que aún seguía hablando sin parar en su cuello sobre sabrá Dios que cosa (Hace rato que no le prestaba atención) estaba a un paso de perder la cordura.

 

- Te lo estoy pidiendo de buenas maneras, Dei. ¿Podrías no...?

 

- No quiero - Pudo sentir como sus labios formaban un puchero antes de que a Deidara le provocase castigar al poca paciencia de su maestro dándole una pequeña mordida en el cuello como regaño.

 

"En el nombre de..." Cerró un momento los ojos, ¿Cual regaño? Si eso le había gustado demasiado.

 

Aceleró y llegó a la base en tiempo récord, casi volando hasta la habitación del rubio para dejarle allí, solo que Deidara parecía reacio a dejarle ir porque no le quería soltar los brazos.

 

- ¿Ya llegamos? - Le preguntaba algo desorientado un Deidara versión chibi que era sacudido por el otro mientras intentaba soltarse.

 

- Si, ya llegamos - Aplicando un poco más de fuerza y logró su objetivo. Sostuvo sus muñecas en alto - Ahora ve a dormir.

 

- ¿Ahora?

 

- Si, ahora.

 

- ¿Es una orden? - Comentó en broma, aunque su estado le daba cierto toque erótico.

 

"Respira, respira..." Tragándose su pelea interna contra sus más bajos instintos, forzó una sonrisa.

 

- Si, lo es. Soy tu compañero y además mayor que tú, ahora te digo que vayas a dormir.

 

- Vale... - La verdad es que le estaba entrando algo de sueño. Bostezó despistado y sonrió - Buenas noches, Sasori-danna.

 

- Bue...

 

Como un crío que hace una travesura, apenas terminó de desearle una feliz noche a su compañero se acercó a él y le robó un beso rápido ¿Porque? La verdad no sabía, supuso que era porque estaba bastante tomado y no tenía ni idea que clase de bebida alcohólica tendrían esos chocolates que le habían puesto tan disponible. No se sentía preocupado por nada, así que le dió otro... y otro...

 

Para cuándo le dió el tercero no pudo separarse pues la boca que antes se había mantenido rígida ahora se movía con soltura sobre la suya. Le sentaba bien ser consentido luego de tantas largas misiones, dejando que le abrazaran, que le rodeara con los brazos la cintura, que una de ellas subiera para rozar su cabello, y cuando algo notablemente duro chocó contra su vientre a la vez que ahogaba un suspiro de gusto, casi se va de bruces cuando terminó súbitamente solo en su habitación, y encima también encerrado porque escucho claramente como le pasaban el seguro.

 

En la borrachera no lo pensó demasiado, se encogió de hombros y se fue a dormir.

 

Afuera y del otro lado de la puerta, Sasori estaba prácticamente enterrando las uñas en la pared, intentando no devolverse "Está borracho, no está pensando claramente, no me puedo aprovechar dé él, no me puedo aprovechar de él, no me puedo... ¡Joder!" Se golpeó la cabeza contra el muro. Recordó como ese rubio fuera de sus cabales ya había comenzado a deslizar las manos por su abdomen y directo hacia abajo "Si me fuera quedado un segundo más..." Fuerte o no, si Deidara le fuera agarrado allí no lo hubiera perdonado.

 

"¡Maldición!"

 

Estaba que se subía por las paredes, ¡Era un ninja, por Dios! ¡Uno peligroso y buscado por aldeas enteras! Podía derribar la puerta de una patada y entrar sin problemas, darle un café doble o un levanta muertos a ese rubio y luego terminar lo que habían comenzado, pero no quería ser tan desgraciado, por mucho (Muuuucho) que lo deseara.

 

Lo cual le recordaba un pequeño problemita.

 

Miró con pesadumbre el apretado bulto entre sus piernas y bufó. Ya vería como arreglaba ese problema más tarde. Miró de reojo la puerta a sus espaldas y sonrió como idiota, ese chico si que sabía cómo volverlo loco.

 

 

 

 

 

 

             //Fin del flashback//

 

 

 

 

 

 

Justo así es como más o menos pasaban los momentos juntos. Claro que no todos los días terminaba el blondo borracho como una cuba o el marionetista con una potente erección entre las piernas, pero el punto era que se divertían. Salir juntos era como tener un pequeño escape de la presión que implicaba estar en Akatsuki y lidiar con el resto de los integrantes.

 

Y hablando de eso...

 

A la mañana siguiente de ese día Deidara despertó con una punzada en la cabeza y un bochorno terrible por lo poco que podía acordarse. Juraba que Sasori se burlaría de él, pero se lo tomó con exagerada calma y no hizo comentarios. Lo agradeció enormemente. Lo único que no sabía el artista es que Sasori no se creía con la moralidad de burlársele cuando fue él, el que tuvo que darse tres baños de agua fría y casi encadenarse a la cama para no ir y aprovecharse de él.

 

Kakuzu, que desayunaba sin prisas, alzó interrogante una ceja al ver a un Deidara con cara de haber recibido la paliza de su vida y a un Sasori con ojeras bajo los ojos y un tic nervioso en la ceja izquierda.

 

- ¿Y bien? - El mercenario les miró con curiosidad - ¿Que tal la misión?

 

Ambos compartieron una breve mirada, antes de soltar una risita nerviosa y decir al unísono.

 

- De maravilla.

 

 

 

 

 

 

 

Continuara...


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