Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Inevitable Destino (Resubido y Finalizado) por Menma Lightwood-Uzumaki

[Reviews - 26]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Resumen: A pesar de los comentarios que pudo haber hecho sobre Deidara en su momento, Itachi siempre supo que su vida también acabaría pronto, desterrado del único hogar que había conocido para morir en manos de la única persona que amaba. Jamás le preocupó la soledad, el odio ni tampoco el dolor. Podía cargar con cada uno de esos pecados sobre su espalda como si hubiera nacido destinado a lidiar con ellos, y estaba bien, mejor él a que lo hiciera Sasuke; Era mejor que le viera morir odiandolo, despreciandolo... todo menos amándolo.

Su hermano no tenía porque saber lo mucho que dolía ver a alguien que amas morir lentamente entre tus brazos.

Ahora, completamente solo, lejos del resguardo de Akatsuki y de la única misión de vida que había tenido, a Itachi Uchiha le tocará vagar en la oscuridad por el mundo que alguna vez deseó proteger, acompañado silenciosamente por un revoltoso ángel rubio.

Explicaciones necesarias: Este es el primero de los Extras oficiales que pienso subir de esta historia. Se ubica justo después del capítulo 31, pero antes de la mitad del capítulo 32, es decir, antes de la escena con las figuras. Y si, la idea de esto fue mía, pero no forma de los "Que hubiera pasado si..." De modo que yes, esto es 100% CANON, señores.

Recomendaciones: En lo personal, creo que cada quien es libre de disfrutar una lectura a su manera. Sin embargo, mientras escribía este extra estuve escuchando Wish you were here de Avril Lavigne, y creo que le queda perfecto. La traducción de la letra en relación a algunas escenas de este capítulo es Uff, me estremezco de solo acordarme; Son libres de escuchar la canción o cualquier otra si lo desean, y sino, pues igual espero que disfruten de la lectura.

¡SIN EMBARGO! Debo también recomiendo que si quieren una mejor experiencia, pongan una canción que les llegue al alma cuando estén llegando al final.

No sé preocupen mucho, ya se imaginaran solos cuando hacerlo.

Aparte, así como hice en un capítulo anterior, recomendaría leer brevemente la pequeña escena Itadei al final del capítulo 20. Lo reitero, no es obligatorio, ¿Y porque? Primero, para que entiendan mejor la referencia, y segundo, pues digo yo que así pega más duro en el corazoncito.

Advertencias: Angustia, drama, romántico.

Personajes: Itachi Uchiha, lo demás averiguenlo 7u7

         Extra 01: Inmarcesible

Existen diversos tipos de soledad. Está esa que te causa la ausencia de algún ser querido, haciéndote sentir repentinamente abandonado. Existe la soledad emocional, cuando de pronto sientes que por muy rodeado de personas que estés, no existe nadie que pueda comprender ese sentimiento de vacío que te impide ser feliz; Pero también existe otro tipo de soledad, esa que comienza a comerte desde adentro, despedazando un poquito más de tí cada día. Casi como si te fragmentase en trozos que son imposibles de volver a unir. Es esa clase de soledad que no solamente te entristece, también te cambia a un punto en el que ya no eres capaz de reconocer quien eres, olvidas por completo lo que era verte a ti mismo en el espejo y sentir algo remotamente parecido a la felicidad. Te abandonas, te rindes, te pierdes tan profundo que ya no eres capaz de regresar por ese bosque oscuro al que haz decidido entrar sin pensar en las consecuencias.

Personas que padecen de ese tipo de soledad por lo general no suelen vivir mucho tiempo sin ayuda, y aunque el hombre que caminaba lentamente por el sendero de tierra se sentía igual y no contaba con ningún apoyo, no estaba preocupado en lo absoluto por ese detalle.

A fin de cuentas, él debía de estar muerto a estas alturas, que siguiera respirando era toda una amarga ironía que pensaba seguir aguantando hasta que durase, por muy cruel que fuese.

Algo duro se topó con la punta de sus pies, y por lo grueso del asfalto, el cálculo mental del tamaño y la repentina calidez, supuso que era una especie de templo pequeño. De esos a donde los lugareños van a rezar a veces; Estiró lentamente una mano y la usó de guía para sentir el suelo y así sentarse. Los huesos de su espalda crujieron, resentidos por las horas de viaje, llevaba demasiado tiempo caminando y descansar era necesario a menos que quisiera terminar más destrozado de lo que ya estaba; Por lo menos contaba con su intuición y la capacidad de usar el chakra restante que le quedaba como un medio para poder ubicar algunas cosas, de otro modo no hubiera resistido los últimos meses de esa forma.

"Meses..." ¿De verdad sólo habían sido meses? Él podía jurar que había pasado una eternidad desde aquel día que abandonó la base.

Una brisa fría le sacudió el cabello negro justo antes de que una pequeña gota de agua le cayera en la frente, deslizándose por el puente de su nariz. Estaba lentamente comenzando a llover y lo más sabio sería retroceder hasta que el techo del templo le cubriera de los elementos, pero Dios, que realmente estaba agotado...

Ciertamente cualquiera pudiera decir que estar completamente ciego no tenía ninguna ventaja, pero para Itachi, había una pequeña particularidad remarcable en no poder ver absolutamente nada.

– Te va a dar una pulmonía si no te levantas, Uchiha.

Una pequeña pero alegre sonrisa trepó a su rostro en lo que separaba suavemente los párpados. Millones de colores hermosos brillaron ante sus ojos oscuros, esos que ahora mágicamente estaban devuelta a su lugar, ayudándole a formar con una vista renovada un fantasioso arcoiris de maravillas dentro del cual solo había una sola persona, con sus grandes y distintivos ojos claros observandole con algo cercano al reproche.

La particularidad de estar ciego, era que sabía exactamente cuando estaba soñando, porque solo ahí podía volver a ver el mundo tan bonito como lo recordaba.

Y también porque podía volver a verlo a él.

Siempre soñaba con él.

– Faltaría menos – Comentó entonces, acrecentando su humor al verle fruncir esas cejas rubias como si se estuviese conteniendo de golpearlo.

No le importaba. Se encontraba recostado, con la cabeza reposando en unas piernas que se le antojaban el lugar más cómodo del mundo, por él podía golpearlo y regañarle todo lo que quisiera, estaba perfecto siempre y cuando le dejase quedarse ahí, a su lado. Sintiéndose de nuevo más vivo que nunca en lo que aquel que relucía como un ángel le rodaba los ojos desde su altura.

– Que estés moribundo no significa que te vaya a tratar como tal.

– Está bien, me ofenderia que lo hicieras – Se le escuchaba sorprendentemente relajado y feliz, algo bastante inusual en él, aunque no tanto si su compañero estaba presente.

– Perfecto, entonces arriba. Te estás mojando y debes levantarte antes de que te de un ataque.

– Ahora no me apetece – Su despreocupado comentario le obligó respirar muy profundo, y a Itachi le resultó curiosamente gratificante ver que aún tenía la asombrosa capacidad de hacerlo enfadar sin decir mucho.

– Te estás ganando que te dé una paliza, Uchiha.

– Podrías hacerlo – Le concedió sin problema alguno – Y también podrías vencerme, a fin de cuentas, estoy moribundo – Su simpática dimisión le resultó demasiado graciosa, por lo que le regaló una pequeña risa antes de sacudir la cabeza, con sus ojos compasivos pero exasperados.

– ¿Por qué andas tan terco hoy? Ese es mi trabajo.

– Ah, de seguro nadie lo haría mejor – Elevó una mano para rozarle la piel de las mejillas, estaba caliente como el sol y tan suave como aquella vez que le había tocado en el lago, como si el agua se hubiera llevado todas la impurezas de la vida terrestre – ¿Como estás? – Resultaba una pregunta absurda, pero hacerlo le hacía sentir más normal, como si todo pudiera ser remotamente real.

Su acompañante le alzó una ceja.

– Mejor que tú, eso es seguro – Trató de esconder el sentimiento con las burlas, pero su cara contraída denotaba una ligera preocupación – Realmente tienes que levantarte.

– No haría ninguna diferencia – Se llevó distraídamente la otra mano al pecho, hace días que le había comenzado a molestar de nuevo, con esos picosos escozores que le atormentaban en cada respiración. Casi pudo sentirse de nuevo con cinco años, preguntándole a su mamá porque le dolía tanto el pecho si no tenía ningún otro síntoma de resfriado.

Las cejas rubias se fruncieron aún más.

– Claro que si la hace, ¿O que? ¿Quieres quedarte aquí?

– ¿Sería tan malo?

Tocó un poco más su piel, intentado reemplazar con ese calorcito celestial que ahora tenía el desgarrador recuerdo de lo fría que había estado la última vez que le rodeó entre sus brazos; A su ángel le conmovió el tono de su voz, cansado y rasposo, rodeado de una tristeza infinita pero también de un inocente anhelo, el deseo de estar allí para siempre.

– Todavía no – Le advirtió él con mucha seriedad, apuntandole con un dedo la frente – Te quiero ver trabajando, Uchiha, aún te queda mucho por hacer. No puedes rendirte tan fácil.

Itachi atrapó ese dedo, atrayendolo a sus labios para poder tocar con ellos esa calidez etérea que desprendía. Luego, muy suavemente, entrelazó los suyos propios hasta que sus manos quedaron unidas.

– Con una condición – Objetó él, con una expresión casi divertida en su rostro, aunque sus ojos oscuros realmente parecían algo desesperados.

Por más que pareció querer hacer una cara de inconformidad y ponerle los ojos en blanco, su luminoso rostro terminó por formar una sonrisa. De esas que pone la gente cuando sabe que no tienes remedio alguno, pero que tampoco pueden contribuir para cambiar eso; Inclinó su cuerpo entonces, haciendo al ex portador del Sharingan entrecerrar los ojos al embriagarse con su calor. Se quedó unos segundos así, permitiéndole experimentar la inigualable sensación de volver a tenerle cerca, de compartir el mismo aire como si nada hubiera pasado el último año, como si la despedida no hubiera sucedido jamás, como si no le hubiese perdido para siempre; Sus labios tocaron los suyos entonces, no con la delicadeza que probablemente merecería un hombre acabado, al contrario, le besó de la misma terca e impulsiva forma de siempre, transmitiendole toda la fuerza que le hacía falta.

No le dijo nada sentimental, en realidad, no le dijo absolutamente nada. Pero ese beso... ah, ese beso, le decían tantas cosas a la vez. Y de entre todas, él sabía que resaltaba una. Un mensaje sencillo, preciso, pero sobretodo muy importante.

"Vive, imbécil"

Itachi le sintió comenzar a apartarse, y abrió los ojos para sujetarlo justo a tiempo, deseando ver sus ojos azules el mayor tiempo posible.

– Esa no era la condición.

Ahora si le puso los ojos en blanco.

– Ya lo sé.

– ¿Eso que fue entonces?

– Mis condolencias – Soltó él con acidez, pero al azabache le resultó divertido, por lo que se rió contra su boca. Y el ángel, sin poder contenerlo, también se rió con él; Luego, le miró exactamente igual como aquel día, el día que, por unas escasas horas, lo habían tenido todo – Levántate, Itachi.

El más puro de los sentimientos le creció en el pecho, queriendo escapar por sus ojos. Pero se contuvo, se limitó a sonreírle de la manera más sincera que podía en lo que le veía desaparecer.

– Gracias, Dei...

La más impresionante de las oscuridades volvió a recibirle cuando su cuerpo reaccionó ante las casi dolorosas gotas de lluvia que le golpeaban, pero no estaba decaído. Seguía estando solo, por supuesto, y siempre sentiría que había perdido todo por lo que alguna vez había peleado, pero con esos pocos minutos que tenía para soñar cada cierto tiempo junto al recordatorio de un Sasuke vivo y poderoso, podía sobrellevar hasta los días más grises.

Vivir no era fácil, y mantenerse ileso muchísimo menos. Le sobraban nombres en la lista de personas que deseaban verlo muerto, y con eso de que Akatsuki seguía haciendo las suyas, resultaba lógico que quisieran capturarlo. Había formado parte del grupo desde que abandonó Konoha, y de eso ya varios años. La gente debía pensar que era casi tan dueño del grupo como el propio Pain, por lo que la información que podía dar resultaba tan beneficiosa como invaluable, pero él no tenía interés de involucrarse más de la cuenta. Su única misión en la vida había sido cuidar de Sasuke al mismo tiempo que plantearse el tener una vida con Deidara. Falló dolorosamente en lo último, más Sasuke seguía vivo y sano, por lo que mientras que algo no tuviera que ver con su hermano, el no tenía pienso alguno de involucrarse.

Efectivamente, vivir en solitario era terrible y estar ciego lo volvía peor. Aunque lo cierto es que no quedaban muchas cosas del mundo que desease ver de nuevo. Tal vez el rostro de su hermano... y los ojos de Deidara.

Si, extrañaba ver esos ojos.

Lo añoraba tanto que recordar que ya no estaban resultaba físicamente doloroso.

Itachi terminó por resguardarse en una esquina del lugar, y una vez acomodado lo mejor que pudo, echó la cabeza a un lado para dormir.

Hoy había sido un día largo.

Tendría muchos días similares, sin embargo. Así como había dicho, vivir siendo él no era para nada fácil. Una reputación como la suya era jodidamente imposible de olvidar, y por mucho que la capucha de la capa le cubriese el distintivo cabello negro, siempre habría alguien que le iba a reconocer.

– Otra vez... – Suspiró sin mucho ánimo al limpiarse junto a un riachuelo. Tenía una herida de considerable tamaño en el brazo izquierdo que ahora se encargaba de vendar. Ardía al tacto pero podía aguantarlo, aunque dificultaba que no dejase cicatriz.

Bueno, tampoco es como si pudiera ver cómo iba a quedarle.

Se había topado con un grupo de ninjas AMBU provenientes de Konoha, y por mucho que en ese momento una venda negra le cubriese los párpados, la poca visibilidad de su perfil fue suficiente para que le reconocieran. Le exigieron entregarse, pero firme a su papel del mayor cabrón del mundo ninja, se negó con una indiferencia nada recomendable para alguien en su posición; Fue una pelea relativamente corta, el que no pudiera ver no quitaba que poseía otras habilidades y un nuevo desarrollado sentido de la orientación gracias a sus otros sentidos activos. Eso, por supuesto, no quitaba el hecho de que los objetos voladores resultan complicados, y cuando son varios a la vez todo se volvía un dilema.

Se tocó superficialmente el vendaje, el dolor de esa herida le recordaba a la que Sasuke le hizo en el muslo en día de su pelea. Con la diferencia de que esa herida no tuvo tiempo de sentirla, debió seguir peleando con la fuerza que le quedaba, y para cuándo volvió a despertar, no había ningún corte que resentir.

"Era tan terco..." Aún se le escapaba el sonreír con sentimiento cuando se lo imaginaba gastando algo como un deseo sin límites en una persona como él.

Sabía que no era alguien malo, pero vaya que se había esforzado en parecerlo. Había traicionado, defraudado y hasta acabado con vidas de personas que le habían importado, incluso asesinó a personas inocentes que no tenían nada que ver con su guerra, todo para mantener su farsa. Se había ganado a pulso que todos se creyesen que tenía negro el corazón. La única persona importante que le quedaba viva le detestaba a morir, y tras la ola de caos que había generado desde su exilio, bien que se tenía merecido que eso le estuviera pasando.

Y aún así, Deidara había pedido por él.

"¿Que dirias de mi ahora?"  Se dejó caer sobre un tronco, fijando su cabeza al cielo sin poder verlo "¿Te habrías reído?"

"Dudalo" Casi le pudo oír el tono burlón en su oído, resoplando su gracia con cada palabra en lo que la calidez de su aliento le rozaba un lado del rostro.

No pudo reprimir las ganas de reír un poco, y es que por mucho que se esforzara en mantener el tono lúgubre y de desolación correspondiente a su luto, pensar en Deidara siempre le hacía recordar que él no se hubiera permitido ponerse triste por esto, ni siquiera por el estado en el que estaba ahora; Y ahora que lo pensaba, ¿Que sería algo que le diría ese rubio su pudiera verlo ahora?

"¿Sabes? De haber sabido que ibas a terminar así, me habría esforzado por vivir un poco mas"

Sonrió, porque lo más increíble del asunto es que le veía capaz de hacerlo, de pasar por encima de la misma muerte para algo tan ilógico como verlo a él en esa situación. Y es que Deidara no esa clase de ninja al que algo como la muerte era capaz de intimidarle, no, en ese sentido era justo como él. Ambos siempre tuvieron pocas posibilidades de vivir mucho tiempo, pero lucharon con fiereza contra su precario destino para elegir cuando morir.

Porque si, Itachi jamás olvidaría que Deidara no había muerto, él había elegido morir por un bien mayor.

Su bien.

¿Quién podría creer que existía tanta bondad debajo de ese rudo y terco exterior?

– Deberías dormir – El sonido de su propia voz le sobresaltó un poco. Puede que no se notase la diferencia, pero ese día de regreso a la primera base, su voz se escuchaba justo como cuando tenía trece años y estaba rodeado de todos sus seres queridos. Casi se podía palpar la tranquila resolución que exhumaban sus palabras – Aún queda tiempo.

Quedaban al menos dos horas para que tuvieran que volver a la base, y por mucho que le reconfortase estar allí acostados en la oscuridad como dos prófugos de la justicia, sabía que Deidara tenía que partir con Sasori para capturar al Jinchuriki del Ichibi. No le preocupaba, sabía que lo haría bien y regresaría pronto, pero la idea de abandonar el caliente resguardo era difícil, casi doloroso. Se sentía muy cómodo en su sitio, observando el perfil de su rostro, respirando su mismo aire, sintiendo el peso de su cabeza descansando en su hombro, respirando con parsimonia.

No se había sentido así de bien en muchísimos años.

Deidara se había girado la cabeza hacia él, pasando de estar mirando el techo a fijarse en su rostro.

– Debería – Se encogió un poco en su mismo, frotándose un poco para gozar de la agradable sensación de su piel sobre las sábanas – Pero no tengo ánimos para dormir.

Itachi le compuso una mueca interrogante.

– Creí que estabas cansado.

– Estoy molido – Especificó él, agregando un pesado suspiro para darle más efecto a su alto nivel de agotamiento – Pero no tengo sueño.

En cierto modo le comprendía, dormir juntos era algo que ya habían hecho anteriormente, y ahora que finalmente había decidido entregarse el uno al otro y establecer su estatus en algo más estable, dormir como que no se sentía lo correcto de hacer en ese momento. Y es que ¡Vamos! Que acababan de superar la fase en donde se atraen mutuamente pero no hacen nada al respecto. Acabar de hacer justamente ese algo era de por sí increíble, así que resultaba normal que existieran esos curiosos espacios en blanco que a veces costaba llenar.

El azabache estuvo a punto de preguntarle a él que quería hacer, pero le atrapó mirándose la muñeca, allí en donde una línea blanquecina evidenciaba la ruptura de aquella técnica que consideraba tan fastidiosa. No podía decir que se veía inconforme, pero su ensimismamiento le generó un poco de inquietud.

– ¿Te habría gustado conservarlo?

– ¿Que? – Deidara le había mirado como si no pudiera creerse lo que había dicho, y él respiró un poco.

– El sello.

– ¿A qué viene eso ahora? Ya está más que roto.

– Es verdad, pero probablemente debí haberte preguntado si querías quedartelo.

A Deidara se le abrió un poco la boca, repentinamente sorprendido por ese breve momento de indecisión. Porque si, que se le veía abiertamente dudoso, como si finalmente estuviera aceptando silenciosamente su preocupación ante cualquier disconformidad que él pudiera sentir sobre algo. El artista podía ser un grandísimo desgraciado a veces, pero le resultó tan jodidamente adorable el gesto, que terminó por conmoverse a niveles increíblemente profundos. Eso no lo demostró, por supuesto. Por lo que cerró la boca para formar una cara bastante pícara, justo un segundo antes se subirsele encima, procurando sujetarle de los hombros para dejarlo quieto.

– ¿Estás siendo amable? – Su tono era sumamente cómico. Itachi le miró con algo que parecía molestia pero lo cierto es que era más que eso, y Deidara lo sabía – Pero ¿Que pasó con el egocéntrico Uchiha que me aseguro que "No lo iba a necesitar"? – Imitó su voz con un acento casi impecable, haciéndole entrecerrar los ojos – ¿A dónde se fue la autoestima que casi camina sola?

Itachi pareció querer decir algo al mismo tiempo que quiso resoplar, por lo que su cara hizo un movimiento bastante divertido. Y eso a Deidara no pudo resultarle más hilarante; Fue a incorporarse, pero su escurridizo amante aplicó más fuerza a sus brazos.

– Espera, espera. Ahora tienes que decir algo empalagosamente tierno o perderás la oportunidad de ser el Uchiha romántico de año. Vamos, que se te noté el sentimien... ¡Ay, joder! – El gruñido de sorpresa se le escapó al sentir como su cabeza era lanzada hacia atrás, aterrizando junto con el resto de su cuerpo en el colchón con un seco rebote. Se le cerró un ojo por lo súbito del momento, más se las apañó para verse sarcástico – Derribarme no quitará ese momento de mi mente, Uchiha. 

Itachi, cuya cabeza serpenteaba con gracia sobre la piel de su estómago, se escuchó misteriosamente entretenido.

– Tal vez, pero puede que te persuada de no mencionarlo de nuevo.

– Vas a necesitar más que esto para convencerme.

– Hmm...

No se preocupó demasiado, de hecho, no sé preocupó en lo absoluto. Pues aunque era verdad que se había pasado las últimas horas envuelto en un salvaje y sensual tornado de placer, también era cierto que había descubierto de Deidara un par de cosas de lo más curiosas. Como que ese punto detrás de su oreja no solo le causa sueño, sino que también hecho en el momento adecuado le puede volver considerablemente mas tranquilo, casi rayando en la timidez. Que necesitaba de una persuasión de lo más jodida para conseguir ese chico aceptara darle la espalda, incluso él que podía jactarse de ser un buen estratega debía aceptar que el orgullo de su amante se la ponía bien difícil si de ponerse en una situación similar se trataba. Pero aparte de los detalles sexuales, el Uchiha también aprendió que había un pequeño lugarcito en específico que podía...

La mueca de enfado de tenía Deidara se aflojó en menos de un segundo para dejar salir una risa, luego la compuso de nuevo.

– ¡Maldición, no otra vez!

Hacerle cosquillas.

Había sido divertido descubrirlo en su momento, puesto que cuando sus manos se habían deslizado sensualmente por la piel de sus costillas a forma de preámbulo para algo más caliente, una involuntaria risita se le había escapado al rubio. Itachi le había alzado una ceja con interés, más mantener una cara neutral fue imposible al ver su evidente vergüenza sobre el asunto.

En lo que respecta a las siguientes veces, esquivó ese punto en específico o en el mejor de los casos le tocaba de una forma que era imposible dar risa. Ahora, sin embargo, resultaba bastante útil.

Resultó un brutal ataque del cual a Deidara le costó bastante huir, pero luego de un rato logró reincorporarse lo suficiente como para no estar en tanta desventaja. Bueno, estaba sentado encima de sus piernas, pero al menos tenía las manos libres.

Le puso mala cara.

– ¿Tanto te cuesta no ser un bastardo por cinco minutos?

– Podría – Repuso él, sus ojos críticos – Si dejases de burlarte – Seguía viéndose algo fuera de lugar, pero de una forma bastante tierna. Era evidente que el asunto no era sencillo de digerir para él, al menos no tan pronto.

– No me burlo – Hizo una pausa al ver el sarcasmo en su cara – Bueno, a lo mejor y si un poco, pero eso no significa que no me... – Aquí se atragantó un poco, repentinamente trabado ante la posibilidad de terminar esa frase, a su parecer, tan malditamente cursi.

Pero a Itachi le dió muchísima curiosidad.

– ¿Que no que?

– Olvídalo.

– ¿No que? – Estaba intentado esconder la sonrisa lo mejor que podía, pero ni siquiera eso pudo convencerlo.

Deidara se cruzó de brazos, y resultó obvio que no pensaba cooperar en lo absoluto.

Itachi sabía de sobra que a Deidara le encantaba poner a prueba sus habilidades, pero de entre todas, su capacidad de convencimiento era la que por lo general siempre se mantenía en tela de juicio. Una parte suya nunca terminaba de entender porque si la abrumadora mayoría de veces terminaba ganando, pero por otra parte, él ya presentía que sencillamente a ese chico le gustaba jugar con él. Eso y que tal vez, en el fondo, solo quería que le convenciera de estar equivocado. A ser posible, de la manera más erótica y sensual que pudiera.

Su cuerpo se sentía cansado de una forma maravillosa, con sus músculos anhelando una pequeña siesta para reponer fuerzas, quizás otro baño, uno más largo y con mucha agua caliente que no estaría mal si fuera compartido. Sin embargo, cuando maliciosamente su boca capturó la piel sensible de su cuello y un cautivador suspiro se escuchó muy cerca de su oído, de repente no se sintió tan agotado como creía.

Deidara iba a matarlo, pero sus capacidades persuasivas ahora tenían otros objetivos.

Un sonido lejano le hizo poner alerta, levantándose de la orilla del lago para escuchar con atención que era aquello que había perturbado la hermosa tranquilidad de sus recuerdos; Se escuchaba como alguien caminando tan a ciegas como él, como si estuviera perdido en el mundo. El titubear de sus pasos era tan tangible para él que los ojos no le hacían falta, esa persona no tenía ni la más remota idea de a dónde ir, eso era obvio. No obstante, no fue eso lo que le sorprendió, no fue la imagen mental de alguien perdido en el bosque sin saber que dirección tomar. Nada de eso. Lo verdaderamente sorprendente era el chakra de a quien pertenecía.

Itachi se sintió paralizado por unos segundos, avanzando un incierto paso adelante para confirmar sus sospechas.

Se le aceleró un poco el corazón al ver que no se había equivocado en sus conjeturas.

"¿Sasuke?"

Aunque ya hubiera vislumbrado la posibilidad de toparse con Sasuke en algún punto de su camino, realmente ese no era el mejor momento para hacerlo; Se figuraba que su hermano quería terminar lo que había empezado, y para el estado en el que estaba, bien que no le costaría hacerlo.

Pero no hoy, había pasado por demasiado ese día. Si debía volver a actuar como el villano, como mínimo necesitaba una siesta.

Itachi se dió la vuelta y se fue en dirección contraria, tratando de poner una distancia considerable para poder darse un descanso, pero así como las épocas de antaño, Sasuke resultó ser bastante persistente. Le pisaba los talones a donde quiera que fuese, imposibilitandole algo tan banal como una siesta de veinte minutos; Suspiró, sabía que le buscaba a él, no por los rumores que circulaban acerca de su presunta muerte fallida o porque varias personas alegasen que el menor de los Uchiha preguntaba por su hermano en todas las paradas que hacía. Era por sus acciones. Desde muy joven Sasuke tendía a volverse algo descuidado cuando de buscar a su hermano mayor se trataba, él recordaba muy vividamente que siempre dejaba un desastre por toda la casa que luego su madre debía limpiar, todo para por fin poder pillarle escondido detrás del ropero. Justo ahora estaba actuando igual, dejando pistas y evidenciando que le estaba buscando.

El punto ¿Por qué?

Ya tenía sus ojos y él estaba más acabado de lo que no había estado nunca. Que quisiera verlo totalmente muerto estaba bien, ¿Pero para que tanto preámbulo? En su momento Sasuke se había acercado con toda la determinación que esperó que tuviera alguien dispuesto a vengar a su familia, ahora era diferente, casi como estuviera inseguro. De haber sido posible habría creído que tenía ocho años de nuevo, en lo que un pequeño Sasuke arrastraba sus pequeños pies descalzos para disculparse por haber tocado sus cosas.

"¿Tal vez...?" Un día simplemente se detuvo, consiente de que su hermano no estaba demasiado lejos, pero es que le había llegado una idea de que podía tratarse todo el asunto, y esperaba estarse equivocando.

Bueno, había una sola forma de descubrirlo.

Le esperó casi de la misma forma que la última vez, sentado armoniosamente en una roca, con sus tobillos cruzados y un sentimiento de profundo cansancio calando en su espíritu. Ya se había resignado a que no dormiría, y si finalmente moría ese día, por lo menos así podría descansar.

Esperaba que, al menos, el otro lado se pareciera un poco a sus sueños. El paisaje venía sobrando, él se conformaba con verlo otra vez.

– ¿Itachi?

El mayor de los dos alzó la cabeza en reconocimiento de su llegada, y casi pudo lamentarse por no tener ojos para verlo. No debía haber crecido tanto desde la última vez, pero era una persona bastante conmovible hasta cierto punto, por lo que perderse cada uno de sus cambios era parte del castigo que le había tocado aguantar.

– Te hacía de vuelta en Konoha, Sasuke.

Que era justo donde se suponía que debía estar ese cabezón, pero era obvio que Deidara no era la única persona terca en su vida.

– Te estaba buscando – Casi pudo verlo arrugando las cejas, formando esa cara de malas pulgas que indudablemente había heredado de su padre.

Suspiró.

– Era de esperarse – Actuar como si su presencia fuera un fastidio era casi imposible, pero lo hizo. Y muy bien, como siempre – Escuchaste sobre el enorme fracaso que resultó ser la venganza por el honor de los Uchiha sobre el traidor de su clan, y viniste a terminar el trabajo.

– No estoy aquí por eso – Se le escuchaba ofendido, pero también... confundido. Si, Sasuke estaba confundido, por lo que sus siguientes palabras no fueron muy inesperadas – Vine a verte porque necesito respuestas.

– Respuestas... – Repitió él con una desinteresada neutralidad, intentando no sentir demasiada sospecha sobre el asunto; Inclinó un poco la cabeza – Considerando tu perspicacia para descubrir detalles de la masacre que nadie más pudo deducir, que llegases hasta aquí para interrogarme en vez de intentar asesinarme resulta bastante interesante – Demasiado interesante, la verdad – O quizás solo no eres tan perspicaz.

Hasta donde estaba, sus oídos captaron como Sasuke apretó los dientes. Eso no era raro, pero sí el que no se sintiera molesto. Lo sentía por su flujo de chakra, ese chico no estaba para nada alterado. Aunque quizás sí algo frustrado.

– Quizás sea cierto – Dijo Sasuke con voz trémula – Porque si hubieron varias cosas que pasé por alto.

Itachi no comentó nada al respecto, y ante su silencio, el adolescente dió un paso al frente. La grama bajo sus pies hizo un ruido sonante en sus oídos, pero eso no fue tan llamativo como la indecisión en la voz de su hermano cuando pronunció las siguientes palabras.

– Cuéntame sobre el golpe de estado de los Uchiha.

Seh.

Había sido justo lo que estaba pensando.

– ¿Quién te hablo sobre eso?

– Madara.

"Por supuesto que lo hizo..." Un sonido silbante escapó de entre sus dientes apretados. Al bastardo no solamente le bastó regocijarse como un maldito sádico al ver destruída su felicidad personal, sino que ahora también se metía con lo único de valor que le quedaba en la vida. Habían tenido un trato muy claro, Sasuke era intocable en todos los sentidos, lo había sido el día que fallecieron casi todos los Uchiha y lo seguía siendo ahora. Y aunque hubiera aceptado a regañadientes que le cuidase mientras se recuperaba de la batalla y posteriormente de la operación al darle sus ojos, eso no significaba, ni por jodido asomo, que estuviera de acuerdo con que le contase lo único que definitivamente su hermano no debía saber.

Madara definitivamente estaba buscando su propia muerte.

Y oh sí, vaya que ansiaba ayudarle a encontrarla lo más pronto posible.

Sasuke respiró hondo y tragó saliva, evidenciando su latente incomodidad. No sé movería, sin embargo, Itachi le conocía lo suficiente como para saber que ese chico no se iría a ningún lugar hasta que tuviera las respuestas que quería. Y a pesar de lo mucho que pudiera estar molesto ahora con Madara, comenzó a replantearse si su intervención realmente había sido tan mala.

Habían cambiado muchas cosas en los últimos años, sobrevivió por años con una horrible enfermedad en medio del grupo de criminales más peligroso del mundo ninja, peleó a muerte contra su propio hermano por una mentira, murió y luego regreso a la vida gracias a la ayuda de una cabecita loca que llegó a amar con todo su corazón, solo para después perderlo. Todo resultaba bastante trágico y doloroso, cosa que si era. Sin embargo, no todo había sido devastador, esos eventos también le habían dejado enseñanzas, y entre ellas estaba el reconocimiento de que su hermano ya no era un niño. Había comprobado que era un hombre ahora, un ninja hecho y derecho que, aunque jodidamente orgulloso y terco, era capaz de defenderse y formarse un criterio propio sobre las cosas que sucedían a su al rededor. Ya no tenía edad para que Itachi estuviera al pendiente de que podia o no oír, de intentar resguardarlo de cualquier dolor que la vida adulta le pudiera generar, Sasuke conocía muy bien todas esas cosas porque él mismo le había ayudado a conocerlas. Hacer oídos sordos a eso era, sin lugar a dudas, ofender al hombre que el mismo había ayudado a criar, y del cual se sentía infinitamente orgulloso.

Sasuke para él era más que un hermano, le sentía casi como si fuera su propio hijo. Y como cualquier padre, le resultaba casi dolorosa la idea de aceptar que ya era hora de dejarlo crecer.

Pero debía hacerlo, por su bien, y el suyo propio.

Era hora de que Sasuke decidiera por su propia cuenta que sentir sobre su clan, y no sería a base de mentiras. Ya no. Si él decidía seguirse sintiendo orgulloso de ser un Uchiha, que lo hiciera sabiendo todo de ellos, con sus respectivos y desafortunados defectos.

No fue una conversación fácil, comenzando porque al terminar su relato, lo primero que Sasuke dijo fue un adolorido e incrédulo:

– Me mentiste.

– Si – Aceptarlo tampoco resultó algo sencillo, pero era la verdad. Debía finalmente decir en voz alta que no era el desgraciado que todo el mundo y el mismo le habían hecho creer, aunque ciertamente si era un gran mentiroso. El mayor mentiroso que había pisado el mundo ninja y que justificadamente no se merecía ningún tipo de misericordia o perdón. No lo esperaba, no se lo pediría, sabía de sobra que sin importar las buenas intenciones lo que hizo fue brutal y horrible, de modo que no se sentía merecedor de su amor, o su compasión.

Primero hubo un momento de silencio, uno en el que se distrajo escuchando la respiración irregular de un Sasuke que pareció como congelado en el tiempo.

Le duró unos cinco minutos.

Luego reaccionó.

Itachi era hombre de experiencias, sabía cómo tratar con la mayoría de las situaciones que se le presentasen, y de las que no, siempre podía aprender. Pero en el momento en que su hermano pequeño comenzó a gritarle, mentiría si dijera que no se quedó unos segundos sin saber exactamente como absorber ese impacto; Optó por quedarse en silencio, dejando que mejor sacase todo lo que durante años había retenido.

Oh, y vaya que si lo hizo.

Sasuke le gritó un montón de cosas, desde reclamos por tratarle como a un niño hasta reproches por dejarlo botado en la aldea. Se desahogó entre gruñidos inentendibles todo el sufrimiento con el que había tenido que cargar, el trauma de haber visto a la persona que más admiraba en el mundo asesinar a sus padres, la desilusión al descubrir que la masacre no había sido un sueño, la soledad de años en una aldea en donde todos le miraban con lástima, la humillación de haber sido tan fácilmente vencido por él cuando volvió a Konoha para secuestrar a Naruto, lo repulsivo que había sido la convivencia con Orochimaru, la carga que había sido tener que separarse de sus amigos, aquellos que consideraba su familia. Le reclamó hasta cosas que ni siquiera eran su culpa, como lo insípida que era la comida del hospital o que en ese momento no supiera como hacer un miserable arroz blanco; Itachi estaba seguro que jamás le volvería oír a Sasuke soltar un lenguaje similar, porque la de adjetivos que llegó a proferirle eran unos de los que hasta Deidara le hubiera gustado tomar nota.

Parecía que su arrebato de ira no tendría fin, incluso llegó a preguntarse si debía hacer algo más que quedarse callado. Pero no fue necesario, la voz del Uchiha más joven se fue apagando, dejando en cambio una errática respiración intercambiada con algunos roncos jadeos, productos de tanto griterío.

De haber tenido sus ojos lo fuese notado antes, pero no fue hasta que escuchó el golpe sordo sobre el césped y lo entrecortado de su respirar que entendió que Sasuke no solamente había caído de rodillas, también estaba llorando.

Itachi arrugó un poco el rostro, tocado hasta lo más profundo de su ser por la imagen mental de su hermano completamente destrozado al descubrirse engañado. En otra época se hubiera visto obligado a burlarse de él, pero ya no era necesario mentir, y por ello, nadie le culparía por hacer aquello que hace años se moría por hacer.

Se arrodilló junto a él, le puso las manos en los hombros y le atrajo a un apretado y bien merecido abrazo.

No tenía palabras para describir lo bien que le hizo a su alma algo tan sencillo como poder abrazar de nuevo a su hermano, fue como si se quitase una pesada carga de encima. Y fue entonces que, luego de tantos años, realmente pudo sentir sin ningún atisbo de duda que todo su sacrificio había valido la pena, porque al menos podía decir que pudo abrazarle una última vez; La escena le recordó a muchas cosas, a la primera vez que le había cargado cuando nació, cuando le llevaba a caballito después de una larga sesión de juegos, cada vez que tuvo que darle palmaditas en la espalda para que dejase de llorar... y también recordó un momento en el que había sostenido de forma similar a alguien que, entre lágrimas, también necesitó de un abrazo para sentirse mejor.

Sasuke sollozó otro poco, y a pesar de la comparación, Itachi apretó los párpados, prometiendose en silencio que con él no sería igual.

"A ti no voy a fallarte"

Habría sido fácil decir que todo estuvo bien después, pero la verdad es que no era tan sencillo. Existían muchas cosas inconclusas que lentamente debieron entrañar, lo bueno es que les sobraba tiempo. Sasuke se negó a volver con su equipo, y entre quedarse con un grupo de renegados o con él, el mayor prefería que estuviese ahí en vez de seguir agrando su récord como criminal; Surgieron muchas preguntas, muchas dudas, muchas teorías y sobretodo mucho dolor y desolación, pero fueron abarcando todo con tranquilidad, haciendo uso de un par de semanas para tratar de restaurar la desgarrada tirita en la que se había convertido su lazo fraternal.

El adolescente había estado comiendo un poco de su arroz cuando, de pronto, se detuvo para mirarlo.

– ¿Te arrepientes?

Itachi se detuvo también, viendo sin ver su propio plato.

– Me arrepiento de no haber encontrado una mejor solución.

– No puedes culparte por eso – Habiendo superado el momento de la crisis, Sasuke ahora se encontraba de lo más racional y compasivo – Eras demasiado joven, te relegaron un problema que ni siquiera los adultos podían resolver para después obligarte  a cargar con la culpa – Se le oía resentido, pero eso ya era algo que ni Itachi podía cambiar, pues estaba en su derecho – Hiciste lo que consideraste mejor para todos.

– Y me odiaste – Señaló él.

– Bueno, te esforzaste bastante en eso – A pesar del humor cruel, ambos compartieron una sonrisa. Y se sintió bien hacerlo.

Duraron en ese ciclo de sanacion por bastante tiempo, intercambiando ideas y pensamientos mientras seguían caminando sin rumbo fijo, recuperando trocitos del pasado y ligandolos con el presente. Por un segundo hasta parecía que sería así para siempre, los hermanos Uchiha envueltos en una bonita y sana paz...

Hasta que llegó la guerra.

Al principio no fue nada remarcable, pero cuando se hizo evidente de que la ayuda de Sasuke era considerablemente necesaria, sobretodo teniendo en cuenta lo mucho que motivaba a Naruto tenerlo junto a él en la batalla, el nuevo equipo siete comenzó a buscarlos hasta que finalmente dieron con su paradero.

Por razones obvias, a todos les dió un puto infarto cuando vieron a Itachi vivo.

Se formó un revuelo tan grande que ni la propia Kaguya Otsutsuki pudo hacer, intercambiando exclamaciones y algún que otro grito muy típico de Naruto. Todo resultó un tremendo lío, y lo fue más aún el tener que convencer a sus ex compañeros que su hermano no les iba a meter en una ilusión satánica si se le acercaban. Naruto muy tercamente había soltado que no le creía, y a Sasuke casi se le había reventado la vena de la frente al gritarle que solamente él era tan estúpido como para creer que Itachi le iba a torturar con el Mangekyo si ni siquiera tenía ojos.

Sakura se había estampado una mano en la frente en lo que Sai cerraba los ojos. Hasta Kakashi suspiró ante la ignorancia de su alumno.

– ¿Y se supone que tu prospecto de buena vida para mí es que vaya con esta gente? – Sasuke le había refunfuñado, haciéndole sacudir la cabeza por el desastre que se había formado.

La sucesión de eventos que siguió después fue bastante confusa, llena de quejas y relatos sobre una Konoha que lidio en su momento con una guerra dentro de sus propios muros. Y es que a pesar de el Uchiha no había querido hacer pública la noticia de su sacrificio, Sasuke se había negado rotundamente a pelear por Konoha si Itachi no iba con él, por lo que para que los demás entendieran su punto, a ellos también se les hizo saber el porqué del trágico deceso del clan Uchiha.

– Es lo mínimo que se merece – Había dicho muy seriamente a Kakashi dos días despues en una conversación privada.

En otras circunstancias, ni estando drogado Kakashi hubiera conspirado para meter a Konoha a un criminal de rango S, pero en vista de que era una situación más que especial puesto que el mundo ninja se estaba cayendo a pedazos, se vieron obligados a buscar opciones. Principalmente porque cuando Naruto vio que su maestro hacia amago de negarse, alegó que no se iría a ningún lado si Sasuke no venía.

Itachi no dijo nada en el momento, pero en su interior sonrió. Ciertamente esos dos eran un caso incorregible.

A la final el ex miembro de Akatsuki si regresó a Konoha, solo que escondido y ubicado en un puesto en el que tenía acceso a ninjas de confianza a quienes darles órdenes y sugerencias estrategicas sobre la guerra; Se movió con ellos cuando el ejército lo hizo, se informó de cada situación al mismo tiempo que el cuartel de inteligencia, y aunque solo muy pocos lo supieron, Itachi Uchiha se convirtió en la cabecilla de la resistencia para salvar el mundo ninja.

Aceptó ayudar con la misma disposición que siempre tuvo para salvar a su pueblo, exceptuando un pequeño detalle.

– ¿Por qué lo hiciste?

Estaba recostado sobre un árbol de hermosas flores violetas, en lo que Deidara, sentado a su lado, le fruncía las cejas con interés.

– Era algo que tenía que hacer – Contestó él, recordando la sensación de su Katana atravesando limpiamente el corazón de aquel desalmado criminal. No era la clase de persona que disfrutaba de causar muertes, y aunque esta tampoco fue excesivamente satisfactoria, ciertamente si le dejo algo más tranquilo.

– La venganza no te queda, Uchiha – Bromeó un poco, haciéndole sonreír.

– Es probable, pero él cruzó la línea al usar a Sasuke como un medio para cumplir sus planes – Nunca iba a olvidar la imagen de él sufriendo en ese futón por las pesadillas, y mucho menos que todo había sido parte de una sucia estrategia – Además... – Le atrajo para poder tenerlo más cerca. Seguia tan cálido como lo recordaba, y su cabello olía a algo muy fresco – Ese día también dijo cosas que no debía.

Deidara torció la boca, pensativo.

– Yo creo que fue lo mejor.

– ¿Eso crees?

– De no haberlo hecho, me habrías matado tú – Echó la cabeza a un lado, recostandola en la curvatura de su cuello – Pienso que de esa forma no fue tan malo.

Itachi negó con la cabeza, apretándole un poco más.

– Hubiera sido horrible de cualquier manera.

La sensación de tenerlo inerte entre sus brazos, con los ojos fijos hacia la nada y la piel pálida como un fantasma. Esa era ahora su pesadilla más habitual, llegando a reemplazar casi por completo la imagen de sus padres muertos sobre el piso de su casa.

– ¿Y ahora que harás?

– ¿Sobre que? – Quiso saber el Uchiha sin dejar de disfrutar la reconfortante sensación que le proporcionaba el cuerpo ajeno.

– Con la guerra, ¿Seguirás participando?

– Ayudaré a mí aldea hasta donde pueda hacerlo – Dijo con el mismo férreo compromiso que siempre había tenido.

– ¿Y luego?

– Yo veré qué hacer.

– No estás tomando tu medicina – Le acusó el rubio con gravedad, pero Itachi solamente sonrió un poco.

– Yo veré qué hacer, Dei.

– ... Y luego yo soy el terco – Mascullo entre dientes, aunque no recibió respuesta alguna más que un suave apretón, símbolo de que el gran genio Uchiha simplemente quería un poco más de cariño antes de volver a despertar. Deidara se lo concedió, así como todas las demás veces que volvió a verle en ese mundo de fantasía que, aunque ficticio, le daba la tranquilidad que necesitaba para continuar.

La guerra fue dura, pero al menos había logrado recuperar la vista por unos cuantos días gracias al ojo de Shisui. Claro que resultó todo un show sacarselo a Naruto por la boca, y lo fue mucho más cuando Sasuke comenzó a burlarse de él, pero todo se calmó una vez que Itachi pudo ponérselo, parpadeando un poco hasta que pudo enfocar el rostro de su hermano mirándolo con incertidumbre y preocupación.

Se le relajó la expresión al ver que había tenido razón, no había cambiado casi nada. Un par de centímetros más de altura y más puntas en la melena negra, pero no más. Sasuke seguía viéndose casi idéntico al día que le vio por última vez, solo que ahora le sonreía.

El regalo que le había dejado su antiguo amigo no solo le ayudo a ajustar cuentas con Obito, también fue más que beneficioso en la pelea contra Kabuto. Esa última no fue realmente muy memorable, los hermanos Uchiha lograron vencerlo y él volvió a quedar en completa oscuridad, más su presencia siguió siendo necesaria en la alianza contra Uchiha Madara, de modo que se centró en hacer el mejor esfuerzo posible entre las sombras, dejándole la tarea de pelear en el campo de batalla a Sasuke.

A falta de sus ojos y el Susanoo, cayó preso del Tsukuyomi infinito al igual que todos los demás, con la significativa diferencia de que él si pudo reconocer que era una ilusión. Lo supo porque no era muy diferente a todos sus sueños, seguía con Deidara, sentados en la orilla del lago cercano a la base de Akatsuki en lo que un pergamino descansaba en sus rodillas. Era una carta de Sasuke, le informaba que estaba bien y que ya le habían permitido reingresar a las actividades ninja siempre y cuando Naruto o Kakashi le echaran un ojo de vez en cuando. Era una carta bastante bonita, con las típicas quejas que todo adolescente malhumorado haría pero al mismo tiempo recalcando que esperaba verlo pronto; No le sorprendió no ver a sus padres, no estar en su aldea o no tener otra carta de Shisui, quizás porque siempre había sido alguien humilde, capaz de ser exageradamente feliz con muy poco, y como hace mucho había aceptado que todo lo que había hecho no tenía reparación, su sueño perfecto era justamente ese, siendo amorosamente rodeado de las dos personas que le habría encantado conservar al mismo tiempo.

Ese había sido el verdadero anhelo de su corazón, y por un tiempo breve, se hizo realidad.

Al menos podía agradecerle al verdadero Madara por eso.

Una vez terminada la guerra, Itachi se quedó en una zona algo apartada en lo que sentía el chakra de su hermano, estaba débil así como el de Naruto. No le sorprendía, los dos se habían dado una tremenda paliza, pero estarían bien; Sakura ya les estaba curando, y cuando escuchó a Sasuke pedirle perdón, supo con seguridad que había hecho un buen trabajo. Ese chico ya se encontraba de nueva cuenta en el camino del bien, de aquí en adelante debía aprender a mantenerse allí por su propia voluntad.

Se levantó, se quedó quieto sintiéndole unos segundos más y se limpió el hilo de sangre que le caía por la comisura de la boca. Luego, en silencio, se marchó, confiando en que su pequeño hermano estaría en buenas manos.

Ya no volvería a verlo.

Quitar el sello de la cueva submarina no fue difícil, y sellarlo de nuevo con él adentro tampoco, lo complicado fueron los días seguientes. Estaba acostumbrado a la agonía, pero esta era bastante fuerte, se atrevía a decir que uno de los peores dolores físicos que había llegado a experimentar en la vida. El dolor en su pecho crecía y menguaba de a momentos, retorciendole con maldad hasta el más mínimo músculo del cuerpo, haciéndole toser hasta sentir que podía expulsar los pulmones por la boca. Embarrando su garganta con ríos de sangre que caían hasta gotear en la arena del suelo. No hizo nada al respecto, nada salvo quedarse completamente quieto en compañía de sus recuerdos.

Estaba seguro que estaba alucinando, lo sabía porque podía sentirle sentado a su lado, poniendo una mano encima de su corazón y frotándole de a ratos. No le alivió nada el dolor, pero si le hizo sentir tranquilo, acompañado. A veces le escuchaba hablar, comentándole cosas al azar o recordándole buenos momentos. Él los recordó todos, tanto los buenos como los malos, todos y cada uno de ellos.

Como el día que le besó por primera vez, sintiéndose impulsivo como cualquier joven adulto, como cualquier persona normal que se siente atraída por alguien.

Su primera discusión, y todas las demás que siguieron. Hasta ahora se dió cuenta de que habían guerreado bastante entre ambos, pero no sé quejaba. A su vida le habían hecho falta muchísimas cosas, y Deidara se las había aportado casi todas.

"Salvo tranquilidad" Pensó en un breve pestañeo de lucidez, soltando una risa que terminó transformada en un adolorido espasmo que le hizo ahogarse y toser.

Más sangre se deslizó por sus mejillas, pero el estaba demasiado ocupado recordando todas y cada una de las veces que sintió celos.

El día que Deidara tomo la iniciativa y le dió un beso. Casi se le había salido el corazón en ese momento, golpeando con fuerza en su pecho justo como ahora, solo que ese día no sintió ningún dolor atroz, solo una aireada sensación de cosquilleo.

Tan enamorado...

Estaba tan enamorado de ese chico que se tomó personal cada una de sus pequeñas y grandes inquietudes, llegando a sufrir junto a él en silencio cuando finalmente lloró por ellas.

Ah, pero Deidara hizo justo lo mismo con sus problemas, llegando a arriesgar el pellejo persiguiendolo a su batalla para poder traerlo de vuelta.

– Tan insoportable... – Su voz se ahogó en un ataque de tos sanguinolenta que le sacudió el cuerpo. Su pecho se estremeció con violencia, y su corazón volvió a estrujarse debajo de sus costillas. Había una medicina que servía para eso, pero no tenía ganas de buscarla, sus recuerdos eran más bonitos.

Su mente rememoró la primera vez que estuvieron juntos, peleando por ver quién podía más sobre quién. Llegando a la tregua de que ambos eran muy buenos para mandar, pero que tampoco se negaban a dejarse vencer por un rato, más si se trataba del otro.

Sus risas... amaba cuando se reía aún si solo era para burlarse de él. Tenía la capacidad de hacerle el día solo riendo, dejando que el eco del sonido se mezclase con el lugar.

Aunque también sabía gritar ¡Y como gritaba! Le había gritado más de lo que cualquier otra persona en la vida. Tenía grabado a fuego ese tonito exigente en el alma, espíritu, mente y también en su corazón.

Cualquier cosa...

"Daría cualquier cosa por volverte a escuchar gritandome de nuevo"

Jamás olvidaría la forma en la que apretaba los puños cuando estaba a punto de darle un puñetazo, ni tampoco su inigualable sarcasmo y la forma en la que podía dar una buena pelea verbal si se lo proponía.

El como se había esforzado por ser más que solo el criminal que todo el mundo creía, llegando a traspasar hasta las barreras de las dimensiones para probar que lo valía.

Y si que lo valía.

Para él lo había valido todo.

Ya no podía recordar muy bien de que color habian sido sus propios ojos antes de perderlos, pero nunca olvidaría que los de él eran azules. El azul más claro, hermoso y llamativo que había visto jamás.

– Tan azules... – No estaba seguro si estaba pensando en voz alta o solo creyendo que lo hacía. No tenía control de su cuerpo yá, no había tomado agua desde que entró a la cueva, así como tampoco recordaba el tiempo que tenía allí acostado.

Por su mente siguieron pasando imágenes, como la primera y única cita que tuvieron. Había sido un día muy bueno, y le aplaudia a Deidara la idea de hacer preguntas, pues para él, desde el primer segundo que abandonaron esa cabaña solitaria, entre sus principales prioridades era dejarle saber todo de si mismo.

Y lo supo.

Deidara llegó a conocerle mejor de lo que nadie hizo jamás, y mejor aún, le amo a pesar de todo.

"¿Por qué yo?" Había preguntado ese día, a lo que él solamente atinó por responder lo que él creía evidente.

"No lo sé, ¿Por qué no tú?"

A lo mejor y no lo había entendido, pero no existía forma corta de responder a esa pregunta, ¿Por qué no él? Que había sido capaz de verle mejor que muchos, de descifrar su interior como nadie, de colarse hasta en los más sutiles pensamientos, abarcando todo como el cabezón que era. ¿Por qué no Deidara? Si cada vez que decía una ocurrencia no podía evitar reír, si le entendía sin necesidad de decirle mucho, si le enloquecía con tan solo darle un beso, si podía hacerle olvidar sus problemas con una muestra de cariño. ¿Y por qué no? Si era la única persona que le había tenido fe, el único que se arriesgó a descubrir los secretos más allá de su exterior endurecido, aquel que jamás dejo de confiar en él, ni siquiera el día que debió partir.

¿Por qué no él? Si le hacía sentir como si estuviera de vuelta en casa.

El hogar de Sasuke siempre sería Konoha, allá donde había nacido y en donde tendría su futuro, pero...

"Tu eres el mío" Vió un atisbo de su rostro, con esa enorme y prepotente sonrisa "Siempre serás mi hogar"

Itachi también le conocía a él, por ello se dió cuenta de que planeaba escaparse al ver la indecisión grabada en sus ojos al despedirse en la entrada de Akatsuki. Fue allí cuando supo que abandonaría el grupo, pero no fue hasta que le perdió de vista en su ave que supo que no le podía dejar ir.

Jamás había querido dejarle ir.

Había peleado tanto para mantenerlo vivo, sufriendo un infarto tras otro cada vez que estuvo cerca de perderlo, y solo recuperándose al ver que, por esa vez, habían vencido a la muerte.

Hasta que simplemente ya no pudieron ganarle.

"Perdóname..." Se lo había dicho una vez, pero debieron ser más. Debió seguirse disculpando por todo lo que había pasado, por como las cosas habían terminado. Por no haber podido cumplir con los sueños que habían querido para ambos, por no haberse podido ir lejos juntos, por no haberle podido escoger a él "Por favor, perdóname"

Y sin embargo, para Deidara no había importado. No necesitaba sus disculpas, solo estar esos últimos segundos junto a él. Era todo lo que necesitaba para irse feliz.

"Yo te amo..."

Y Deidara también lo amaba, habían sido sus últimas palabras justamente para que nunca las olvidase. Y no lo haría, jamás olvidaría nada, no importaba si ya no era capaz de recordar nada más. No importaba su nombre, su pasado, el porque no sentía la punta de los dedos o porque ya casi no podía respirar, jamás olvidaria ni un solo detalle de él.

Sus ojos azules.

Su rostro.

Su voz.

Sus quejas.

Su arte.

Su carácter.

Sus lágrimas.

Su cabello.

Su corazón.

Su muerte.

Su dolor.

Dolor.

Había mucho dolor.

¿Por qué sentía tanto dolor?

– Dei... – La voz se le quebró en un quejido de agonía, y como respondiendo a sus súplicas, la cabeza de su silencioso acompañante se recostó en su pecho. No pesaba nada, pero él también se sentía más ligero, más calmado, más silencioso, como si de pronto pudiera levantarse y volar; Se probó los labios, secos y agrietados, tan entumecidos como el resto de él – ¿Dei?

– Shhh... – Se oyó en su oído en lo que sentía que le daban un suave y angelical apretón – Duerme.

– Con una... condición.

A último momento, escuchó su risa. Ese maravilloso y único sonido llenando de nuevo todo el lugar, envolviéndole el alma y corazón, recordándole lo mucho que le seguía amando y lo mucho que lo seguiría haciendo, hasta su último aliento.

– Duérmete, Itachi.

Entonces la cueva se quedó silencio, ya no se oyó la risa del ángel, el agua corriendo por las rocas ni tampoco la respiración de Itachi. Lo único que quedo fue su sonrisa, el eco del su último sentimiento plasmado en ese pequeño pero sincero gesto, expresando hasta el final la enorme y conmovida emoción que había sentido al escuchar por última vez decirle por su nombre.

Y a pesar de todo por lo que había tenido que vivir, su rostro se vió tranquilo. Porque se había ido de ese mundo sabiendo que, aún contra todas las posibilidades, pudo cumplirle al menos una de las promesas que le había hecho silenciosamente a ese chico.

Amarlo hasta el final.



                OoOoOoOoOoOoO



– Joder, odio cuando son tan sentimentales.

La figura oscura parada en la cueva se estrujó con violencia las lágrimas que caían de sus ojos grises. Sabía que no debió haber visto esa escena, pero no había podido evitarlo, y ahora pagaba las consecuencias. Estaba tan afectado que hasta se le había olvidado por un segundo a que había venido en primer lugar.

"Negocios, negocios" Se repitió para organizarse, pues era cierto que tenía trabajo que hacer.

Pero primero lo primero.

Hizo un breve movimiento de manos, haciendo que las esquinas de lo que parecía una sábana gruesa surgieran de la tierra, quedándose suspendidas un segundo antes de envolver con cuidado el cuerpo hasta dejarlo correctamente cubierto. Entonces, la parte superior se tiño de colores, transformando el blanco en negro, con sus correspondientes espacios en rojo y un poco de blanco, formando a la perfección el logo del clan Uchiha. Abajo de él, el símbolo de la aldea de la hoja relucía en un brillante tono grisáceo.

– No es un funeral de élite – Tuvo que reconocer con un pequeño suspiro de pesar – Pero al menos así el mundo sabrá a donde perteneciste, y por quienes estuviste dispuesto a morir.

Tocó el símbolo con su dedo, dándole un pequeño empujón que le hizo hundir en la tierra un par de metros, deteniéndose justo al lado de esa rara y excéntrica tumba. Allí era donde  pertenecía, y justo ahí se iba a quedar.

La figura número uno entonces se llevó la mano derecha al corazón, inclinando un poco la cabeza en señal de respeto.

– Descansa en paz, Itachi Uchiha.

La visión de él en sus últimos segundos había sido dura, incluso él mismo había admitido que tal vez el castigo que le tocó recibir era más duro de lo que probablemente había merecido, pero ya estaba hecho. Tanto él como los otros dos alborotadores estaban seguros de que, al menos en este mundo, ese Uchiha había saldado todas sus deudas.

"¡Ahora sí!" Todo rastro de tristeza se borró de su expresión al extender la mano y abrirla, en medio de ella había lo que parecía una estrella. Era pequeña y brillante, luminosa de una forma preciosa. Estuvo a punto de perderla cuando casi pasó al otro lado, pero el Dios fue más rápido y logró sujetarla antes de que se juntase con todas las demás.

– Cumpliste tu castigo con honor – Le dijo seriamente al verle flotar sobre la piel de su mano – Ahora te toca tu recompensa.

Aquella luz parpadeó, y la figura número uno sonrió con diversión.

"Que comience la diversión"












 

Fin del Extra 01.

Notas finales:

¡Ups! Olvidé un detallito.


Advertencias Angustia, drama, romántico, muerte de un personaje.


Ahora sí UwU


Curiosidades:


1_ Aunque resulte triste, no es con el verdadero Deidara con quién hablaba Itachi en sus sueños. Tal vez si solamente hubiera muerto, la posibilidad sin problemas habría sido factible. Pero como no hay que olvidar que Deidara volvió a nacer justo después de morir, entonces resulta imposible que fuera él.


2_ La reacción de Sasuke ante la verdad de la masacre por parte de su hermano me resultó lógica por una razón muy importante, y es que cuando Itachi le mostró sus memorias solo tuvo unos escasos segundos para hablarle y despedirse. Si se fijan, Sasuke no dice nada en todo momento, está con una cara totalmente impresionada y esto es porque estaba más que impactado (Y con razón, eh) Pero como aquí tuvo todo el tiempo del mundo para procesarlo, me pareció lógico que se molestase, gritase y hasta llorase, pues al fin y al cabo en el Anime/manga Sasuke también lloró por su hermano, solo que Itachi no estuvo para hacer lo que si pudo hacer aquí.


3_ Solo por si no quedó claro, lo que sostenía la figura número uno en su mano era su alma. Y hablaba de que pudo atraparla justo antes de que se uniera junto a las demás almas de personas recientemente fallecidas.


4_ El cuervo con el ojo de Shisui lo saco Sasuke, Itachi solo le instruyó como hacerlo.


Nomás les recuerdo UwU


5_ La parte en la que Sasuke intuye que su hermano tuvo una relación y todo eso, se ubica en las semanas que pasaron caminando juntos, pero no lo especifique porque veeeerga, esto ya estaba bastante largo. Además quería dejarlo a la imaginación de cada quien.


6_ En los últimos tres días la enfermedad de Itachi le debilitó hasta el punto de afectar su cerebro. De allí a que ya no pudiera recordar cosas básicas como el color de sus ojos o su propio nombre, y de hecho, la única razón por la cual no olvido a Deidara es porque no dejo de pensar en él en ningún momento.


7_ Así como los sueños, el Deidara que le acompañó en sus últimos segundos de vida no era real. Solamente estaba delirando por la enfermedad, es por ello que él mismo admite que estaba alucinando.


8_ Cualquier cosa que haya podido decir Itachi en medio de su sufrimiento y que no les pareciera acorde a su personalidad, les invito cordialmente a que vuelvan a repasar el hecho de que el hombre se estaba muriendo. Estaba débil y agonizante, así que sus pensamientos me parecen bastante justificados.


Además, a pesar de lo mucho que jamás quiso que Sasuke se enterase que realmente le quería, justo antes de morir le sonrió y se mostró cariñoso con él. No sé ustedes, pero a mí me suena como que hasta los genios son capaces de hacer cosas impulsivas si están a punto de fallecer.


Solamente digo UwU


9_ Si desean saber que sigue después de esto pueden ir sin problemas al penúltimo capítulo de la historia, que es en donde finalmente los tres hombres se reúnen con las tres figuras.


Sep, de allí la última linea del Extra, pues se hace ver que la figura uno ya está entusiasmada por reunirlos a todos.


10_ La verdadera razón de porque pareciera que Itachi sufrió más que Sasori o Pain, es porque las figuras le tenían cierto remordimiento por causar la muerte de Deidara. De allí a que le pusieran un final tan crudo en comparación a los otros dos, y aunque luego aceptaron que quizás fueron algo crueles con él, ya era muy tarde para cambiar su destino, por lo que solo les quedó sentarse y esperar a que su final llegase.


11_ Itachi si se dió cuenta que Deidara iba a irse, pero como para no hacer el asunto tan evidente, le dejó la nota para que supiera que ya él lo sabía.


Originalmente su idea había sido pedirle que no se fuera, pero no en vano le conocía bien, supo de inmediato que él no se iba a quedar en Akatsuki, de allí a que él reconociera al verlo partir que no le podía dejar ir. Es decir, que estaba dispuesto a irse con él.


12_ El título del extra es solamente una referencia al amor que sentía Itachi por Deidara, y viceversa.


Ahora sí...


¡HE LLORADO CON ESTA MIERDA COMO NO TIENEN UNA FUCKING IDEA! Dios, que me ha dolido muchísimo y eso que se supone que esto fue idea mía; Lo admito, necesite hacer pausas para limpiarme las lágrimas y recuperar la compostura, pero todo sea por lograr un buen drama UwU


Espero que haya sido de su agrado y al menos haberlos conmovido un poquito con la muerte del pobre Itachi. Muy pronto estaré de vuelta con mi segundo extra y ya después de ahí a saber cuándo lo haga, todo depende de lo que me diga mi preciosa pajarita sobre su extra y obviamente del tiempo que tenga ya que tengo otro fanfic en puerta así que uff! Mucho trabajo para este cuerpecito. Se vienen muchas cositas nuevas.


¡Ah! Para los que esperan la continuación de mi otro fanfic, quiero decir que técnicamente sigo en mi año sabático xD Pero cuando sea la hora de volver, volveré con ganas.


Se me cuidan esas nalgas!


Los quiere, Menma.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).