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Katze por Arwen Diosa

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En esta ocasión la fría sala circular tenía sus amplias ventanas libres de los paneles que solían cubrirlos. Los rayos del sol que morían se colaban por el espacio abierto. Como compuesto por un poema Raoul Am con galanura y gentileza estaba sentado en el alfeizar amplio mirando hacia el exterior. Sus rizos amplios, gruesos y ordenados atrapaban la mayoría de la luz del sol, dándole un brillo sobrenatural, brillando como oro pulido. En su perfil se distinguía la fina comisura de sus labios carnosos en una línea recta sin emociones, un halo de misterio soplaba alrededor de él. Sin embargo, eran sus ojos verdes que atrapaban la luz del sol los que destellaban con viveza.
Iason lo contempló un momento antes de reunirse con sus hermanos. Al verlo así, se preguntó qué determinación estaba tomando Raoul, parecía que prometía algo al sol por el brillo que le dejaba en las pupilas. Existía esperanza y valor ahí.
La reunión comenzó con Raoul aún sentado en el alfeizar mirando a lo lejos. Nadie podía obligarlo a tomar su puesto y tampoco lo intentó. Cada uno, rubio por rubio líder de diferentes sectores que componían la compleja administración de Amoi cumplieron con las formalidades de su presentación. Cuando fue el turno de Raoul hubo una pausa que se sintió demasiado larga para ser interrumpida sin una explicación. Pero Raoul dejando de mirar a lo lejos se puso de pie resueltamente y camino alrededor de la mesa circular pasando por la espalda de sus hermanos mientras recitaba su informe, si no fuera por el anormal movimiento la reunión sería tan típica como siempre. Cuando terminó de hablar lo hizo parado detrás de su propio asiento, mirando a Iason se sentó casi posando.
Antes que Iason tome la palabra Orphe decidió intervenir.
-¿Qué tenemos aquí Raoul? El perfecto rubio de Amoi está nervioso – el tono caustico terminó con una sonrisa entre dientes –   Acaso una quimera modificada nació hoy y destrozó tu aséptico laboratorio.
Una púa como esa no bebió pasar, de echo Raoul era inmune a los intentos de desprestigiar sus creaciones antes de callarlos con bellas criaturas. Pero el día de hoy Raoul estaba buscando en sí mismo el argumento para ganar la batalla que tenía por dentro.
Orphe no bebió decir nada sobre el nacimiento de alguien el día de hoy. Hoy no.
Las maliciosas palabras de Orphe que sólo pretendían ser altaneras tocaron más de un nervio sensible en Raoul.
-Tan metido como estás en mis creaciones Orphe y si rediriges esa  energía a impedir que intenten matar a otro élite - Raoul sonrió pero fue más como enseñar los dientes ante la mueca de disgusto que Orphe no pudo contener – Tal vez cumplirías mejor con tu función si no consumieras drogas no aprobadas.
Ante semejante acusación los murmullos que habían se intensificaron, Orphe casi saltó de su cómodo asiento ante la firmeza en las palabras de Raoul. Por su parte Raoul sonrió más, sabía que Fler Leso y Orphe Zavi habían experimentado con la droga de Fler que permitía a la élite emborracharse.
Los mismos síntomas de Fler los tenía Orphe, como la extraña línea violeta suave debajo de los párpados y era el único que había bebido repetidas veces vasos de agua. La deshidratación era un síntoma evidente de consumir bebidas alcohólicas
Raoul solo hizo una asociación rápida  tomando en cuenta la cantidad de tiempo que llevaban conversando su asistente con el Jefe de Seguridad, al parecer una inusual amistad se estaba formando ahí.
Iason observó la diatriba con aburrido movimiento de ojos, el intercambio seguramente hubiera continuado pero no tenía tiempo para esto. Quería toda la información posible que tenía Raoul sobre Orphe pero eso sería en la comodidad de su departamento.
-La decisión de informar al Consejo ha sido tomada por Júpiter, hermanos élites tenemos que agendar sin retrasos las nuevas reformas para Amoi. 
La voz de Iason calló los susurros o todo pronóstico de desorden. Todos le prestaron atención, a la que Iason estaba acostumbrado. Los demás blondies sabían sobre sus continuas y extenuantes reuniones con Júpiter pero se les mantuvo en la oscuridad hasta este momento.
Iason con su elegante aura de superioridad informó los cambios que tendría Amoi, el apoyo de Júpiter y el impacto en los demás planetas conformados por la Federación. 
Dada su naturaleza conservadora y apática al cambio la sorpresa fue arrolladora, pero la sola mención de Júpiter doblegó al más reacio. Iason tampoco fue intolerante a la opinión de sus hermanos, la empatía era clave para lograr entender sus argumentos. Como era de esperar la resistencia al cambio se quebró después de unos minutos. Nadie quería ser objeto de una neurocorreción, si Júpiter había decidido esto tendrían que adaptarse.
Ceres una cuidad reconocida. 
Ceres con habitantes con derechos.
De la mano venía el orfanato de Guardián, y de ahí los jóvenes muebles. Ellos también sentirían el cambio.
 
 
De camino al último piso de la Torre Eos, el silencio rodeaba a Iason y Raoul, la mueca de seriedad no abandonó sus rostros. Los dos se sentían cansados cada uno pensando en la magnitud del trabajo a realizar por largos meses hasta ver cambios positivos.
-Los mestizos tendrán derechos – resumió Raoul, aún siendo el Segundo al mando y el amigo de Iason la noticia lo tomó desprevenido. No podía culpar a Iason por no informarle, él había estado alejado de su hermano y ocupado con su trabajo – La Federación querrá tener partido en esto Iason ¿Qué pasará con las mascotas y los laboratorios Kiira? Habrá investigaciones, se conocerá la granja que oculta Guardián. 
-Se tomarán medidas Raoul. Júpiter ha trazado un plan. Si bien las Reformas están en pie faltan meses para que salga la información de los trece blondies. Terminar esto llevará años.
Iason hizo una pausa deliberada.
-Un mestizo con derechos ¿Cómo te hace sentir eso? 
El brillo de esperanza que vio antes cuando Raoul estaba sentado en el alfeizar estuvo perceptible por unos segundos apenas. 
-Será algo a lo que acostumbrarse – respondió sin más Raoul.
De camino a tomar el ascensor para llegar al piso de Iason una imagen extraña llamó su atención.
El mueble de Raoul, Yumi, un jovencito de claros cabellos marrones y tez pálida llevaba en ambas manos una cantidad excesiva de bolsas de compras que a simple vista se veía que excedían la fuerza de sus delgados brazos.
Raoul sin poder evitarlo continuó su camino detrás de Iason que estaba acercándose a Yumi.
Yumi apenas levantando un brazo y con el único dedo disponible tocaba el botón de llamado al ascensor esperando casi agotado que se abran las puertas.
Cuando entró al espacio cerrado se estremeció antes de doblarse en una reverencia.
-Maestro Raoul, Maestro Iason -saludó.
Raoul tomó de sus manos gran cantidad de bolsas aliviando el peso del joven.
-Hola Yumi – respondió.
-¿Qué es todo esto Raoul?¿Tu mueble no conoce las entregas a domicilio? 
Tan propio de él, Iason metió sin ceremonias la mano a la bolsa más  cercana sacando lo primero que tocaba. Una suave manta blanca salió, era tan suave que la fina tela de los guantes de Iason se quedó rasposa a su lado. Tenía un borde en hilos dorados.
Iason arqueo una ceja a Raoul.
-Le pedí a Yumi que hiciera las compras personalmente Iason, no podía confiar en la selección a distancia. Y son ropas de cama.
-Demasiado suave – Iason le pasó la manta a Yumi – Parecen para la cama de una mascota.
-Definitivamente no son para una mascota.
El ascensor se detuvo en el piso de Raoul, Yumi volvió a tomar las bolsas con especial cuidado, sabía que no eran sólo ropa de cama. Agradeció a su maestro por la ayuda  y con  una reverencia se alejó los pocos pasos para ingresar al interior de los departamentos donde servía.
Iason y Raoul lo observaron mientras se cerraba el compartimiento.
-Has estado muy ocupado en el trabajo Raoul - comentó Iason mientras salían del ascensor  - Ha pasado mucho tiempo desde que nos reunimos a tomar una copa. 
-Tu también has estado ocupado, aprovechemos el momento.
Al ingresar al espacio de vida privada de Iason lo primero que se notó fue la ausencia de Cal. Ambos élites con sus tunicas en sus manos ante la falta de un mueble las dejaron sobre un sofá cercano. 
Pasaron al interior tomando lugar casi cerca del gran ventanal donde una mesa ornamental de madera a juego con dos pesadas sillas que solían ocupar en sus reuniones.
Iason hizo de anfitrión mientras sacaba del bar cercano una lujosa botella oscura.
-¿Vino? – vacío generosas cantidades en dos copas de cuello alto, al brindaron alzando la copa ligeramente y bebieron. Para sorpresa de Iason, Raoul terminó de un trago el contenido de su copa.
-¿Quizá algo más fuerte? 
-Cómo gustes.
Dejando su copa sobre la mesa Iason volvió al bar para sacar una botella achatada, el color pardo de la bebida tenía un fuerte olor. 
Sirvió a Raoul quien alzó su copa instando a Iason a hacer lo mismo.
-Por Amoi – afirmó el rubio de ojos verdes. 
Iason bebió un sorbo más de su vino mientras estudiaba la expresión tranquila de Raoul.
-Encuentro que el ático está en inusual silencio ¿Pasó algo con tu mascota?
Iason negó con la cabeza.
-Tenía planeado darse una vuelta con su motocicleta, encuentro que sus salidas ocasionales le brindan una dosis de relajación que puedo aprovechar en más de un sentido después – Raoul volvió a levantar la copa e Iason lo acompañó en un trago más largo – Riki volverá más contento y eso me complace. Es lo que llamó ganar, ganar.
-Tu sabes ver el lado positivo.
Raoul bebió e Iason terminó su vino sirviendo en ambas copas la bebida marrón. El silencio se sintió entre ellos.
Iason entrecerró los ojos ante el tamborileo descuidado que hizo Raoul sobre la mesa, una expresión de su incomodidad.
Empezaron a conversar sobre la reunión del Consejo, Iason de la forma sutil que lo caracterizaba hizo alusión a la extraña actitud de Raoul sentado en el alfeizar, entre largos sorbos las copas se fueron vaciando y llenando como corresponde, ligados al hecho que los élites no pueden emborracharse no era extraño que bebieran sin escatimar en los fuertes sabores.
Hubo un momento de silencio, Raoul sentía que caminaba al borde del filo. Había estado cuidando meticulosamente sus palabras pendiente de no dar ninguna luz sobre la importancia de las siguientes horas, sin embargo, conocía bastante bien a Iason y sabía que engañar al favorito de Júpiter era algo inimaginable.
-Cuéntame Raoul, que pasó con Orphe.
Raoul casi sonrió de alivio ante la propuesta de conversación, conocía a Iason y sabía que ante un silencio extendido nada bueno podía salir. 
-Fler Leso  - resumió Raoul.
-¿EL zafiro que es tu asiente? ¿Que hay de él?
-Sólo estaba blofeando Iason, y al parecer me acerqué a la verdad. Parece que Orphe y Fler están pasando una cantidad inusual de tiempo.
Iason arqueo una ceja esperando detalles específicos, Raoul no resumía, él citaba hechos. Cuando estaba por escarbar en esta actitud extraña  la puerta se abrió de golpe.
-¡Esta bien Cal! Déjame.
-Pero estas sangrando. 
Ambos jóvenes se quedaron a mitad de su camino para ir a las habitaciones del interior cuando vieron a ambos rubios ocupando la opulenta mesa de madera. 
-¡Riki! Estas herido.
-Maestro, disculpe por no estar presente cuando llegaste – Cal ya estaba doblado en una reverencia mientras Iason se acercaba.
-Ni te empieces a preocupar Iason, estoy bien. 
-¿Qué pasó? – una vez cerca de su mestizo vio las marcas sobre la piel que amaba, la mayor parte del brazo derecho tenía raspones, algunos más profundos que otros, las rodillas tenían desgarrada la ropa pero sólo una sangraba.
-Es culpa del nuevo pelotón de idiotas que me siguen cuando salgo con mi moto Iason. ¡No los quiero cerca otra vez¡
-¿Cómo sucedió esto y porqué no me llamaste de inmediato?
-El imbécil se cruzó por mi delante según él para advertirme que estábamos cerca de la frontera permitida. Como no lo esperaba perdí el control y caí. Llame a Cal porque tu estabas en una puta reunión ¿o no?
Iason acarició la cabeza de su mestizo con cariño, en una caricia Riki se alejó levemente.
-Duele un poco.
-¿Te golpeaste la cabeza?
-Perdone maestro – intervino Cal mientras Raoul también se acercaba y le daba su copa a su amigo – Ayudaré al maestro Riki a limpiar las heridas, quizá debería ir …
-Si Cal – Lo interrumpió Iason – Ve Riki, luego Raoul te examinará la cabeza. 
-¿Qué? No, mierda Raoul.
El mencionado sonrió con malicia a Riki, no le agradaba la idea de tener a Riki en el laboratorio y menos si Iason decidía acompañarlo pero como disfrutaba molestando a este impertinente mestizo. 
Cuando Cal y Riki fueron a las habitaciones del fondo Iason y Raoul recuperaron sus lugares. 
-Es muy obvio que está bien Iason, pero haré los exámenes por ti.
-Si amigo – Iason volvió a dejar su copa vacía sobre la mesa y está vez fue Raoul quien empezó a servirle. 
Iason empezaba a sentir algo diferente en él, algo insospechado. Un ligero adormecimiento en la base del cráneo, llevó más cantidad de aire en sus pulmones para soltarlo con lentitud. Extrañamente esa sensación permanecía.
-Tu has estado lejos Raoul – dijo Iason parpadeando ante la vocalización un tanto forzada – Y también te has estado comportando extraño.
Ahí está. La gran cantidad de bebida que habían ingerido empezaba a afectar el cerebro de Iason. Cuando Raoul pidió algo más fuerte aprovechó el momento para poner la droga de Fler en la copa del favorito de Júpiter. Ahora Iason estaba experimentando sin saberlo las sensaciones de un cerebro vulnerable al alcohol.
-Raoul qué me has estado ocultando.
Desinhibición. Iason nunca haría preguntas tan directas. 
-Absolutamente nada hermano – aunque un poco conmovido Raoul estaba obteniendo un poco de retribución por todas las veces que había aconsejado a su amigo élite sobre el peligro que podía significar tener a Riki, ver todas sus predicciones echas realidad fue devastador. Nunca olvidaría su dolor al pensar que lo había perdido en Dana Bhan. 
Iason negó con la cabeza intentando tragar aire para amortiguar la sensación de cosquilleo. Se sentía tan ajeno a su propio cuerpo. 
-No te creo, se que ocultas algo. Estas actuando  demasiado extraño.
-Claro que no Iason – negó Raoul bebiendo un sorbo e invitando al otro a hacerlo.
Sin esperarlo, Iason se quedó quieto, con la mirada baja y un poco ausente dijo algo que estremeció a Raoul y se quedó sin palabras. 
-Sabea algo Raoul… Katze. Extraño a Katze. ¿Hay alguna forma de que lo traigas de vuelta? ¿Algún experimento?
-¿Por qué me dices eso de repente?
-Me hace falta Raoul… Riki tuvo un accidente en su moto… pudo ser fatal.
Iason agarró su frente con la palma de la mano, mientras apoyaba el codo. A pesar de verse claramente luchando por recuperar la lucidez de su mente no perdía su dignidad. 
-Iason, dime algo ¿Cómo te sientes por la muerte de Katze? 
-Mal, me hace falta, lo extraño. Siento culpa Raoul ¿Comprendes? Como si estás manos – levantó ambas al nivel del pecho con las palmas abiertas – Lo hubieran matado. 
-¿Por qué te sientes así? – Raoul necesitaba indagar en eso.
Iason lo miró tan fijo que parecía que lo perforaba, como si decir o no lo siguiente marcará su destino. 
-Tu… - Raoul no pudo simplemente completar la oración de: ¿Empujaste la maceta? Sentía que no era posible.
-Me preocupa Riki – respondió finalmente.
-Tu mascota siempre causa estragos Iason, Riki es una promesa de un accidente a punto de suceder. 
Iason resoplo con los labios, algo que hacía Riki tan a menudo. Luego miró a Raoul con claras notas de diversión en los ojos.
-Raoul… - Iason bebió un poco más recuperando la seriedad en su mirada – Riki ya no es mi mascota. Es mi amante. Quiero que las elites podamos tener pareja públicamente ¿Te gustaría? ¿Quieres saber lo que se siente Raoul?
Raoul tragó el nudo de su garganta mientras bajaba la mirada y cerraba los ojos. 
Katze…
Raoul ya sabía lo que era el amor.
 
 
 
Con una linterna volvió a examinar ambas pupilas, no estaban tan reactivas. 
-¿Además de dolor al tacto que más sientes?
Riki observó a Raoul por algunos segundos y luego bajó la cabeza.
-Repite la pregunta de nuevo – cerró los ojos con fuerza, tenía un terrible zumbido en los oídos – Algo en mis oídos suena, es molesto.
Raoul miró al joven que estaba sentado en la camilla con los pies colgando y vestido en ropa delgada de hospital. La placa de escáner de su cerebro no mostraba alteraciones pero Riki estaba mostrando un cuadro evolutivo de una conmoción cerebral.
-¿Tienes náuseas? 
-No.
-Bien. Échate en la camilla – Riki dudando un poco lo hizo – Es mejor que te quedes unas par de horas aquí antes de volver al ático. Te volveré a examinar en un momento.
-No quiero quedarme Raoul. Al menos llama a Iason – protestó el mestizo cuando Raoul le alcanzó una manta abrigada. 
-Después – contestó simplemente.
Viendo su comunicador de muñeca Raoul se apresuró en contestar el mensaje de su asistente mientras al mismo tiempo ignoraba a la petulante mascota. Casi era hora del momento tan esperado, Raoul tenía que salir rápido de aquí.
-Volveré pronto Riki. Sólo quédate quieto. 
Raoul salió por una puerta metálica que se cerró sola detrás del rubio.
Zumbidos.
Todo lo que Riki escuchaba eran esos molestos zumbidos dentro su cabeza, cerró los ojos y suspiró. Intentaría calmarse un poco y tal vez dormir para pasar rápido el tiempo. Después de unos minutos de no conseguir nada empezó a pensar en Iason. 
Recordó que al salir de su habitación después de que Cal le ayudará a tratar sus heridas Iason estaba casi dormido apoyado sobre un brazo en la mesa de madera. Raoul le había dicho que Iason estaba muy cansado después de días extenuantes de trabajo y bueno, Riki reconoció eso como cierto. Pero fue tan extraño verlo cabecear como si luchará consigo mismo. 
Raoul instó a Cal a encargarse de Iason, llevar a su maestro a su habitación y trajo a Riki a revisarlo. 
Ahora estaba aquí, con un extraño zumbido que parecía venir del exterior de su cabeza, pero sin más molestias.
Incapaz de permanecer quieto y ya nervioso por el zumbido miró debajo  de la cama de hospital, detrás de los armarios y por encima se las mamparas, pero nada justificaba ese extraño y persistente sonido. 
Se acercó a la puerta metálica y para su sorpresa se abrió. Dejando en su camino un pasillo desnudo, silencioso y a media luz.
Decidido a encontrar la razón del zumbido que parecía perforar sus sienes se aventuró sin rumbo. La siguiente puerta en su camino guardaba una habitación con luces encendidas, Riki la abrió sin problemas.
Era una oficina, amplia con el piso alfombrado en verde agua y un ventanal hacia el exterior. En la penumbra se distinguía un escritorio y gavetas. Llovía.
Ordenado y silencioso. 
Sólo el golpeteo de las gotas de agua que parecían agresivas al chocar con el cristal. Riki trastabillo hacia adelante cuando el sonido metálico de la puerta cerrándose detrás de él sonó. 
Al prestar más atención se percató de unos murmullos persistentes que provenían de una puerta al interior de la oficina. Movido por su curiosidad y fuerte sensación de suspenso no dudó en acercase con cautela.
A diferencia de las demás puertas que cruzó está no era corrediza, tenía una manija para abrirla. Seguro que las voces que escuchaba provenían de adentro. Riki sólo abrió unos centímetros para ver el interior.
Era una habitación fuertemente iluminada, había diversos estantes metálicos, algunas máquinas que parecían equipo médico y cubriendo las paredes depósitos de cristal cónicos con sustancias aceitosas de diversos colores. Demasiadas cosas para perderse o buscar entender pero Riki no vio nada de eso. 
Sus ojos sin pestañear miraban al centro de la habitación. Dos élites con ropa estéril en celeste,  barbijos y el cabello recogido rodeaban lo que parecía una caja de vidrio, el contenido sintético de color purpureo era opaco y parecía fibroso, casi orgánico. 
-Bisturí – Riki reconoció a Raoul detrás de toda esa ropa de hospital por el cabello que a pesar de estar trenzado parecía que brillaba en ese cuadro. El otro élite, un zafiro, le pasó una bandeja con varios instrumentos cortantes.
Desde su perspectiva podía ver la pecera y a ambos élites. No tuvo dificultad para ver que Raoul cortaba de manera precisa la masa cartilaginosa y dejaba a un lado el bisturí.
-Fórceps.
Riki se tapó la boca para evitar cualquier escape involuntario de su impresión o sorpresa. Sólo abrió más los ojos y metió más la nariz al ver a Raoul sumergir las manos cubiertas por guantes quirúrgicos al interior a través del corte que hizo para sacar un bebé humano. 
Pálido y mojado, casi arrugado. Pero Riki no precisó en el recién nacido. La mirada verde de Raoul lo absorbió por completo. En esos ojos donde solo encontraba antipatía vio fuego ardiendo, verde caliente. Raoul sujetaba al bebé con ambas manos y parecía que él a su vez estaba perdido en el peso ligero que sostenían sus manos. Raoul miraba a esa criatura como Iason lo miraba a él. Devoción. A Riki todo el cuerpo se le estremeció.
Luego saltó del susto, literalmente dio un brinco en su lugar. Vio con asombro como Raoul hipnotizado por el bebé que cargaba poco a poco sea por la humedad de su piel o el trance de Raoul, el bebé se le caía de nuevo al interior de la pecera.
Hubo un salpicón del líquido de la pecera que dejó ciego a Raoul al llegarle a los ojos. El élite rubio soltó un grito desgarrado cubriéndose la cara con las manos mientras que el otro élite estupefacto miraba con los brazos caídos.
Era tan inusual, tan poco esperado que un blondie, Raoul Am cometa un error tan garrafal que su asistente, Fler Leso no reaccionó sino tres segundos después sacando al bebé de nuevo de la pecera. 
Riki olvidando por completo el zumbido que lo llevó a esa instalación, miraba casi aferrado al marco de la puerta como Raoul con los ojos rojos, como inyectados con sangre asistía al zafiro que había trasladado al bebé sobre una mesa con diversos equipos médicos. Raoul corto algo parecido a un cordón que unía al bebé con el contenido de la pecera.
-Aspiración.
Una manguera se deslizaba al interior de la criatura, tal vez la boca o la nariz. 
-¡No está respirando Sir!
Una delgada pulsera se ató a la muñeca del bebé. 
-Hay pulso.
Una máquina empezó a sonar en constantes pitidos rítmicos. 
Raoul volvió a tomar el pequeño ser mientras que con fuerza medida y evidente angustia frotaba su pecho. 
-Puedes lograrlo – le dijo al bebé casi como una súplica – Respira Katze.
Esas palabras golpearon a Riki sobre el pecho, como un gran empujón, haciendo que cayera al suelo de sentón.
-Katze por favor – la constante máquina que pitaba calló abruptamente. Dejando en su lugar un sonido seco - Katze.
Incapaz de mirar lo que sucedía Riki sintió que sus piernas echas gelatina no alzaban su peso. Pero cuando el primer grito de vida desgarro el aire Riki pudo ponerse de pie. 
-Signos vitales estables, Sir – era la voz de Fler.
Miró unos segundos más por última vez antes de salir casi corriendo de ahí. Siguiendo el camino de puertas abiertas que tenía delante, sin pensar exactamente en eso, lo importante era correr. 
Cuando llegó a la habitación que estaba desde el principio deseó hacerse quedado ahí porque ahora entre todo lo demás la imagen de Raoul envolviendo al bebé con una suave manta era la que lo perseguía. La expresión de amor que conservaban sus ojos era frustrante. 
Permaneció en estado de shock incluso mientas un buen vestido Fler Leso aparecía en esa pequeña habitación y tras algunas preguntas que Riki contestó de forma mecánica le indicaba que podía irse de nuevo con Iason.
Se puso su ropa con rapidez y abandonó los laboratorios de Raoul tomando el camino que lo llevaría al ático.
Sólo se percató de sus pasos cuando cerró la puerta de la habitación que compartía con Iason, la casa estaba en silencio, todo oscuro. Cal lo había estado esperando pero tras decirle que estaba bien despidió al joven a su habitación. 
Las luces de colores a medias que se filtraba por la ventana desde la cuidad que nunca dormía dejaba un juego de sombras que bailaban en las paredes y el piso alfombrado. Sólo el traqueteo de la lluvia amortiguado por el cristal rompía el cuadro compuesto.
Sobre la amplia superficie de la cama podía distinguir a Iason durmiendo, casi boca abajo. Sus largos cabellos parecían blancos por el juego de colores. Esparcidos y definidos como si de una manta se tratara. 
Pero Riki no lo estaba admirado, no se detuvo a ver las sombras o analizar lo extraño que era ver a Iason en esa posición dormido, lo único que vio fue…
-¡Maldito monstruo! Despierta maldición – Riki descargó poderosos golpes en la zona baja de la espalda, en los costados, incluso en la parte trasera de los muslos – Eres un maldito hijo de puta. ¡Joder Iason! Despierta. Te dije que no dejaras a Katze con el loco de Raoul ¡Pero tu lo sabías! ¡Lo sabías desde el principio! 
Riki terminó con la respiración agitada y una ligera capa de sudor en la frente pero por más golpes que arremetió en Iason, el rubio continuó impasible, tal vez sólo ronco algo. 
Riki más afectado de lo que quisiera aceptar cayó de rodillas apoyando el cuerpo sobre la cama. Cubriéndose el rostro con ambas  manos.
¿Raoul había dicho Katze? ¿Qué significaba eso? 
Riki tragó el nudo que constreñía su garganta.
¿Y por qué Raoul lo miraba así? ¿Cómo si ese bebé fuera un tesoro y no un experimento?
Riki casi gateando subió a la cama y se dejó caer en el espacio vacío, de costado. Se abrazó a si mismo repitiendo en su mente las imágenes de Raoul trayendo a Katze de nuevo al mundo. 
 
 
Notas finales:

Las reseñas son combustible!


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