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Katze por Arwen Diosa

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Capitulo 22.
 
-¡Se llevaron a Katze!  ¡Maku, se lo llevaron!
Maku apretó la palma de la mano sobre los labios de Yumi, no podía culparlo por no poder dejar de llorar, pero guardar silencio dependía de sus vidas. Habían escuchado el cuerpo de Katze ser arrastrado pero no sabían si habían dejado el departamento o seguía alguno de los Guardias por ahí.
Después de minutos que parecieron infinitos por el abismo rozando cada centímetro de su cuerpo, Maku se avecino sigiloso a la ventana.
-Yumi, escucha. Si nos encuentran no te resistas ¿Entiendes? Podrían dejarnos caer si damos problemas.
Afirmó con la cabeza pegada al concreto mientras Maku abría la ventana y miraba dentro de la casa. Quería poner a Yumi bajo resguardo, parecía estar sobrepasado su tolerancia al estrés y temblaba como una hoja al viento.
-Maku, Maku espera, no vayas.  Pueden seguir ahí – vio al mueble de cabellos gris como la ceniza asomarse, girando el cuerpo lentamente evitando que sus talones rocen la nada. El fuerte viento los despeinaba y hasta parecía que los empujaba.
La impresión de tener a un Guardia de Júpiter delante de repente fue tanta que Maku se fue para atrás, Yumi lo afirmó con todas las fuerzas de sus brazos lleno de terror gritando los dos con el viento.
El Guardia los vio a los dos, no iba a ser un problema cazarlos.
 
 
 
El camino a la cúpula de Júpiter estaba vacío, nadie se interpuso a su imponente paso pero en realidad  no prestaron atención a ese detalle. Cada puerta se abrió para ellos en el momento preciso que nunca hicieron una pausa, Júpiter los estaba observando.
Ante la  entrada final ambos portales se deslizaron marcando cada segundo ante sus ojos. 
La  sala circular era un espacio enorme en gris pálido. Paredes y techo alto metálicos, el piso liso pulido como espejos. En el ambiente se sentía la fuerte sensación eléctrica mezclada con el aire.
Júpiter no estaba materializada, en su lugar ocupando gran espacio del fondo habían dos estructuras de forma ovalada que Iason y Raoul conocían muy bien. Eran cápsulas de manipulación mental y en cada una, detrás del cristal podían ver a sus mestizos. La posición vertical de sus cuerpos dejaba sus cabezas ligeramente colgando hacia delante con los mechones de cabello sobre sus ojos cerrados.
Ambos inconscientes y sujetos con correas a la camilla en sus espaldas.
Corrieron hacia ellos, ingresaron los códigos en la pequeña pantalla para abrir la estructura metálica pero no los reconoció como autorizados. Iason incluso golpeó el cristal con fuerza para sacar a Riki, pero  resistió. Aún con su cerebro mejorado  y su capacidad mental de razonamiento no lograba entender qué hacía Riki aquí ¿Por qué? Júpiter nunca había expresado algún tipo de aversión por su elección de mascota. Incluso el incidente de Dana Bhan había sido un trampolín para dejar las etiquetas establecidas en Eos.
Acarició el cristal a la altura de su rostro como si con eso pudiera limpiar las lágrimas visibles en las mejillas.
¿Por qué Riki estaba llorando? ¿Qué hizo Júpiter?
Raoul estaba entrando en pánico al ver los datos que arrojaba la máquina. Si bien no podía abrir la puerta para extraer a Katze, podía ver las funciones que tenía programadas. 
La sincronización fue realizada.
Ahora Katze estaba en estado de adaptación pero su integridad física estaba comprometida, clara muestra  era la convulsión que sufrió y el sangrado nasal que no había parado aún, la función que permitía la lectura de signos vitales estaba anulada.
Más que preocupado Raoul observó la palidez enfermiza de su piel, algunas gotas de sudor nacían en su frente, como la cabeza le colgaba hacia adelante la sangre le corría pasando por sus labios entreabiertos, gota tras gota caían al fondo de la cápsula desde el borde del labio inferior. 
¿Cómo lo trajo Júpiter aquí? Katze vestía sólo su pijama, le dolió el corazón al imaginar que lo sacaban de su descanso. Puso una mano abierta sobre la superficie transparente al nivel del rostro colocando la frente también ¡Maldición! Katze podría morir y él estaría mirando sin poder hacer nada al otro lado del cristal.
-¡Júpiter! ¡¿Qué hiciste?!  – Iason no aguanto más, iba a tener a su mestizo a salvo ahora o no se responsabilizaría de sus actos.
A pesar de la terrible situación Raoul entendía la presencia de Katze aquí, Júpiter estuvo a la cacería de sus movimientos quizá desde siempre. Previno la fuga de Katze de su jurisdicción y completó el experimento.
Pero no comprendía la presencia de Riki.  Miró en la pantalla de esa cápsula para saber qué procedimiento se había realizado. Cuando entendió los datos encontrados Raoul tomó aire para darle la noticia a Iason. Esto no iba a ser fácil de explicar. Antes de abrir la boca, Júpiter emitió un leve silbido disperso por el eco de la habitación, sin hacerse presente su voz resonó.
-Los he convocado a los dos. Hijos, mi preocupación me ha impulsado a actuar por mi cuenta. Iason hice esto para recordarte tu privilegiado lugar. Todo lo que eres representa la epítome de Amoi. Sólo tú misma Creadora está por encima de ti, sin embargo ¿Lo has olvidado? Tú que estás en lo alto de la pirámide rompes y transgredes la Jerarquía Amoyana, una escala ordenada y subordinante  ¿Qué sucederá con el resto por debajo de ti?
-¿Qué tiene que ver Riki en esto? Nunca he olvidado mi lugar, he cumplido con mis deberes más allá de las expectativas. Riki pertenece a mi vida privada ¿Cómo puede afectar eso a Amoi?   
-Afecta, y claro que pertenece a tu elección de vida privada pero no creas que el resto por debajo de ti ignora este echo ¿Si la cabeza se pierde qué pasará con el cuerpo? Es por éste mestizo que trabajas por una Reforma ¿Me equivoco? Tu única motivación es él. Y tú permites que la jerarquía se trasgreda cuando el mestizo no respeta NADA ¿Qué pasará con Amoi si permito que continúe? 
-Riki no tiene ese alcance para perjudicar a Amoi, trabajo en las nuevas leyes por convicción, si bien Riki las ha inspirado también tienes que reconocer que es el siguiente escaño a la evolución de nuestra Sociedad.
En ese momento se proyecto unas imágenes, por la forma en que aparecían y se movían Iason reconoció que era sacada de los recuerdos de Riki. 
-Este es el mestizo que ha inspirado el futuro de Amoi.
Iason apretó los dientes ante la imagen que reconocieron. De día y un callejón sucio, por el reflejo de una ventana, vieron que  Riki hablaba de algo con un sujeto algo mayor, pero era complicado entender. Sin mucha espera se ponía de rodillas y se tragaba la erección que tenía delante en movimientos rápidos y eficientes.
-¡Detener esa reproducción Júpiter! Conozco a Riki. 
Las palabras de Iason fueron ignoradas, Júpiter iba a hacer las cosas a su manera. Incómodos momentos después de escuchar los gemidos de ese tipo y el sonido a succión, Riki aparto la cara antes de que el sujeto pusiera su mano en vez de embarrarle la cara de semen. Rápidamente las imágenes cambiaron, esa fue la única reproducción larga, luego fueron cortos fragmentos de su pasado. Vieron como robaba en Midas metiendo sigiloso las manos en los bolsillos de un turista distraído. Vieron que bebía y fumaba en precarias condiciones en alguna habitación semi oscura con otros mestizos que no se veían mejor. Todos ebrios. Carreras de motocicletas, peleas con otras pandillas y por último, el sexo como moneda de cambio. 
-Explícate Iason – las imágenes se apagaron dejando la habitación con menos iluminación. 
-Nada de eso es nuevo Júpiter. Conozco a mi mestizo, no tienes que entender nada más, cuándo me reconstruiste comprendiste la naturaleza de mis sentimientos  y los aceptaste ¿Por qué haces esto ahora? ¡Saca a Riki de ahí!
Con un leve crujido la puerta metálica se abrió y las correas se aflojaron dejando caer a Riki a los brazos de Iason, estaba extrañamente más ligero que de costumbre o tal vez era la sensación de que era la primera vez que lo tenía tan vulnerable  entre sus brazos y no era el causante. 
Un muñeco con su cara húmeda por las lágrimas e inconsciente. Lo apretó a su pecho esperando que sus ojos grandes y exóticos se abran, lo miren con bravuconería y molestia absoluta, la idea de Riki despotricando a causa de Júpiter le calentó el corazón.
-¿Qué hiciste con él, Júpiter? 
Iason no pudo evitar imprimir dolor en su voz.
-Una lección.
-¿Pero qué fue lo que te hizo? – renegó Iason pasando la tela de sus guantes para secar sus lágrimas.
-La lección es para ti. Tu mestizo así es perfecto para que todos en Eos nunca olviden el orden de las cosas. Borré su mente por completo, solo le quedan las funciones básicas de su cuerpo. Nunca más nadie intentara transgredir mis leyes.
-¿Por qué a él? Pudiste meterte conmigo – el aliento caliente de Riki movía algunos hilos dorados por sus respiraciones entrecortadas, la única muestra de que continuaba con vida.
-Una advertencia para ti, Iason. 
Iason no dijo más, Júpiter empezó a reproducir imágenes en todo el salón, rodeando las paredes de diferentes proyecciones cortas. Pero el mínimo común de todas eran la actividad en la que estaban los sujetos sin saber que eran observados, sin saber que estaban siendo juzgados.
Raoul también vio, claro que vio lo que tanto molestaba a Júpiter. Incluso los muebles como Yumi y Maku estaban en las imágenes demostrando la naturaleza de sus sentimientos en expresiones físicas. 
Raoul no lo sabía, Gideon decidió guardar el secreto de ese par, pero su secreto también se proyecto junto a Zen en uno de sus tantos encuentros amorosos, en otra pared vio a Orphe Zavi y su asistente Fler Leso, en otras proyecciones estaban otras élites en la misma actividad o quizá no. Júpiter había reunido prueba irrefutable contra Yumi y Maku, Orphe y Fler, Gideon y Zen además de unos pocos habitantes de Eos pero en las demás reproducciones era cuestionable el criterio de selección. Sea élite, mueble o mascota sólo había un acercamiento vago o una muestra de cariño inocente. Júpiter estaba  siendo dura en su juicio.
-Todo Eos ha caído lejos de las leyes que establecí. La ruina nos depara si no impongo el orden ahora – Júpiter resonó más molesta que al inicio – ¿Cómo culpar al resto cuando es el líder el que permite esto?  ¿Qué sucederá en Amoi si un mestizo se para sobre tu cabeza? Pronto todo será un caos si las leyes dejan de respetarse.
En todas las reproducciones se materializó el instante en que Riki gritaba a Iason. Júpiter había captado a ambos.
“-Monstruo sin alma, psicópata controlador  con complejo de dios obsesionado… ¡Odio con todas mis fuerzas el día en que te conocí!”.
Una y otra vez vieron la enojada expresión de Riki y el estoicismo de Iason. 
-Transgredes la jerarquía Iason Mink. Sólo yo estoy por encima de ti.
Iason cerró lo ojos levantando ligeramente entre sus brazos a Riki, colocando la mejilla de su mestizo cerca a la suya. El calor  y olor de su piel le dio algo de consuelo.
-Siempre supe que estaba sucediendo Júpiter, basta con decir que permití estas conductas – Iason incluso había borrado algunas grabaciones de encuentros amorosos, después de sospechar de la actitud de Gideon y Orphe estuvo detrás de sus pasos. Era Iason el que borraba las grabaciones de la oficina de Raoul que erróneamente éste culpaba a Katze y lo había castigado alguna vez – Todos mis hermanos élites y los demás habitantes de Eos hicieron su ELECCIÓN ¿No lo comprendes? 
Antes de que Júpiter respondiera o analizará esa respuesta escucharon jadeos acompañados de movimientos dentro de una cabina. Era Katze que estaba despertando o luchaba por hacerlo, agitaba la cabeza y le costaba respirar.
-¡Katze! ¿Puedes oírme? 
-Raoul Am ¿Qué te une a éste humano? ¡Habla!
-Júpiter permite que lo asista, desbloquea el asistente médico de la cápsula ¡Te diré todo!  Por favor.
Katze sentía que se había transformado en una gota de agua que fue lanzada al infinito océano, estaba usando todas las fuerzas que tenía para mantenerse flotando sin desintegrarse, para no perderse en el fondo oscuro y desconocido pero se sentía débil y muy asustado. La voz de Raoul…  la reconoció a pesar de sonar lejana y muy angustiada ¿Raoul estaba triste? Quería abrir los ojos sólo para tranquilizarlo, pensar en Raoul fue bueno, le dio energía para reconocer que las aguas donde se sentía flotar no eran peligrosas sino eran la suma de toda la fuerza del aguerrido mar. Dejó de resistirse y permitió a su mente zambullirse en algo mucho más grande, sin sentir temor de ningún tipo.
Raoul nunca había tenido tanto miedo, miedo e impotencia porque estaba sucediendo delante de sus ojos y sin importar cuánto poder tuviera un Blondie no significaba nada contra Júpiter. Era completamente vulnerable y Katze estaba a su merced. Vio a su Azafrán dejar de moverse, flácido entre las correas y Raoul casi cae de rodillas pensando lo peor.
-¡Júpiter, por favor! No inicies la lectura del mapa de su personalidad, no aguantará tanta presión ¡Morirá! 
-¿Qué es este humano para ti, Raoul?
-Lo amo, siempre fue así.
-Mis dos creaciones más perfectas involucradas con mestizos – Júpiter estaba indignada, no existía lógica que lograra hacerla entender – El experimento debe cumplirse Raoul…
-¡No!
-¿Por qué? ¿Qué tiene este experimento que es tan importante para ti? – Iason intervino, necesitaba comprender a Júpiter, era la única que podía devolver a Riki a la normalidad.
-Ciudadanos los mestizos reformados, todos los mestizos en Guardián serán implantados con los patrones de conducta arrojados del experimento.
Iason y Raoul arrugaron la frente, no necesitaban más explicaciones que esa para entender los escabrosos planes de Júpiter para Amoi. La supercomputadora nunca dejaría a los humanos normales vivir una vida plena.
-Júpiter – la sedosa voz de Iason sonó tranquila a pesar de las circunstancias, se puso de pie con Riki entre sus brazos, con una mano desajusto su túnica y la acomodó doblándola varias veces hasta hacerla una mullida almohada, la dejó en el suelo y acomodó la cabeza de su mestizo ahí, hizo lo mismo con su cuerpo, poniendo sus manos juntas sobre su abdomen y las piernas estiradas. No ahorró tiempo, sabía que Júpiter estaba observando y quería deliberadamente que viera su devoción a Riki mientras terminaba de estirar los pliegues de su ropa y despejar su frente de los cabellos negros – Conoces a Riki, lo has observado y tienes sus recuerdos en tu poder. Hay mestizos mejores y otros no. Llevemos a Ceres OPORTUNIDADES de una mejor vida, educación y trabajo. Una sociedad productiva. Algunos años bastaran para que sean económicamente independientes. No más experimentos, tu mejor que nadie conoce que los mestizos son arrojados a Ceres sin más vida que esa.
-¡Y luego qué! Mis élites rebajadas a actuar como mascotas, Élites como Raoul Am desobedeciendo mis órdenes,   los mestizos con derechos de un ciudadano, mi hijo perfecto por debajo de este mestizo. Si puedo encaminar a Amoi borrando esos inútiles recuerdos ¡Qué así sea! Para ti, Iason sólo una advertencia, tus hermanos élites esperan una neurocorreción, ahí es donde demostrarás tu educación Blondie, Raoul Am. Corregirás la mente de todos los Élites mal involucrados, después de terminar con el experimento.
Ninguno tuvo opción de responder nada más, nuevos jadeos profundos vinieron de Katze que abrió los ojos por completo y salió del estupor que lo confundía.
A pesar de haber estado en sopor y semi inconsciente, entendía todo.
En cuánto Iason lo vio, lo supo. La mirada lúcida de ojos inteligentes reconocieron de un vistazo las circunstancias. El que estaba dentro de la cápsula era su ex mueble, o quizá gran parte de él lo era, prueba irrefutable fue que no buscó a Raoul que estaba cerca y le hablaba con preocupación, no, Katze lo ignoró pero buscó su mirada celeste en un reconocimiento profundo. 
Iason y Katze se miraron intensamente por algunos segundos, para el pelirrojo fueron suficientes para entender lo que se esperaba de él. Lo que Iason quería y era tan malditamente bueno saber que podía lograrlo ¡Podía! 
Estaba conectado a una cápsula desde la misma base de datos de Júpiter, y dentro de la cápsula tenía una pantalla con acceso a la red.
-Todos somos tus creaciones Júpiter – dijo Iason con mucha más seguridad en la voz – te reconocemos como nuestra creadora y la máxima autoridad de Amoi pero, como tú me diste la posibilidad de elegir qué hacer con mi vida privada permite a mis hermanos también. Amar es aprender, Júpiter. Sólo aprender a amar nos llevará a la perfección ¿Comprendes? – hizo una pausa para  marcar mejor sus palabras – Hay algo más, siempre he respetado el orden de nuestra sociedad.
-¡¿Qué estás haciendo?! DETENTE – rugió Júpiter alarmada – ¡No te atreverías!
Raoul sin comprender que estaba sucediendo y porqué el repentino cambio de Júpiter miraba a Katze que había zafado una de sus manos  de las correas que lo sujetaban y tecleaba algo en esa pequeña pantalla.
-Sólo Júpiter está por encima de Iason Mink – repitió las palabras de su Creadora, el rubio de ojos celestes – reconozco ese hecho cuando no te destruyo a pesar de saber cómo hacerlo.
Katze levantó la mirada de la pantalla que le iluminaba la cara, hizo un movimiento de cabeza en afirmación a Iason mientras que con la mano libre limpiaba su rostro de la sangre, aunque sólo hizo un borrón rojizo sobre su boca y mejilla. La hemorragia se había detenido pero seguía viéndose pálido, casi gris. 
-Cuando este mestizo era mi mueble, demostró que ser un elemento decorativo y un sirviente no era su destino. Lo puse a prueba en secreto, sin siquiera él mismo saberlo y fue más allá de lo permitido. Descubrió la verdadera naturaleza de Guardián, los secretos de Amoi y también aprendió a destruirte Júpiter – Iason se puso sobre sus talones y acarició el rostro de Riki – Eres mi creadora y te reconozco por eso. Todos en Eos y Tanagura lo hacen a pesar de no estar de acuerdo contigo. Evoluciona Júpiter, entiende que si no te destruyo es por respeto a la jerarquía que tanto te preocupa. 
Júpiter se materializó en ese momento, en su extraña forma de  esferas metálicas y rostro humanoide, su expresión un misterio hasta para ellos, los Élites. Se desplazó cerca a Iason que se puso de pie.
-Permite a tus hijos elegir – Iason no tenía nada más que hacer que apelar a la lógica de Júpiter, si se negaba daría la instrucción a Katze para proceder a la destrucción de la inteligencia artificial pero sería perder de todas formas, además de poner en riesgo toda la integridad de su Planeta, sólo ella podía devolverle lo que le pertenecía a Riki de manera infalible, no quería correr riesgos.
-Amar es aprender – recapitulo Júpiter bajando su mirada de ojos cobres al mestizo que estaba recostado en el suelo – El secreto de mi existencia y destrucción  siempre estuvo en tu poder Iason y a la vez demuestra la lealtad de un mestizo a su Amo... ¿Un antiguo mueble que siempre estuvo en posesión de esos conocimientos?  Saber eso lo cambia todo.
-Permite que realmente cambie, Júpiter. Has visto en los recuerdos de Katze, en los de Riki, reconoce su valía.
Mirando una vez más a Riki, Júpiter habló –  Tu mestizo es fuerte, se resistió al despojo de sus recuerdos. Si estos son los mestizos entiendo tu motivación.
-Riki está sentado en mi corazón, pero eres tú la Creadora de todos – Iason compartió una mirada con Júpiter antes que la entidad extendiera una de sus extremidades y tocará la frente del mestizo.
-Solo aprender a amar nos llevará a la perfección – Júpiter tenía tanto que analizar aún, estos eran nuevos conocimientos que estaba dispuesta a no refutar –   Le devolveré lo que es suyo, mételo a la cápsula – sin mucho  esfuerzo Iason y Raoul lo hicieron  aliviados ahora que su Creadora había cedido a sus demandas. Pero por su parte, Raoul no podía evitar mirar a Katze. Riki saldría ileso de ésta, pero la sincronización fue hecha sin vuelta atrás. El pelirrojo había elegido mirar sus pies o a cualquier lugar con tal de evitar unir sus ojos a los suyos.
-¿Katze? ¿Te encuentras bien? – no era primera vez que Raoul intentaba comunicarse,  Júpiter se percató de esto, con otro movimiento  desbloqueo la cápsula donde estaba ese humano y miró a su hijo de ojos verdes.
-Me engañaste todo este tiempo,  provocaste mi ira y pretendías sacrificarte por él ¿Tanto  lo amas?
-Por sobre todo. Incluso yo mismo – respondió Raoul sin vacilar.
-Es un humano diferente, sin duda – admitió la inteligencia artificial calculando el daño si lo eliminaba. Un humano con todos sus secretos libre por el mundo no era algo a lo que estaría dispuesta a arriesgarse ¿Pero Raoul? Esa palabra “amor” al parecer era una fuerza que movía fronteras en Iason.
Era una fuerza positiva y debía admitirlo, dejaría a Raoul permitirse esos sentimientos también. Luego pondría a Iason al tanto de sus demandas con respecto al humano llamado Katze. 
Raoul se giró dando la espalda a Júpiter y abrió la cápsula. Observó a Katze intentando que sus miradas se encuentren pero por alguna razón el pelirrojo lo esquivó.
-¿Katze? ¿Puedes oírme? Mira mis ojos – Raoul tocó su frente mojada de sudor, luego pasó a sentir su pulsación cardiaca en la vena visible de su cuello  – ¿Te duele algo?
-Yumi y Maku ¿Sabes algo de ellos? Los dejé en el precipicio – preguntó sin mirar a Raoul directamente. Su voz cansada.
Después de limpiar la sangre de su rostro con un pañuelo,  Raoul sacó las correas que le restringían los pies. Una vez completamente libre, el pelirrojo ignoró  su mano y bajó solo de la cápsula, cuando estuvo a punto de caer de bruces por sus piernas debilitadas lo sujetó por debajo de los brazos.
No hubo necesidad de palabras, Katze con una sola mirada molesta  detuvo cualquier avance además de ese.
-No se nada de ellos – pensado que era la preocupación lo que tenía a Katze de ese extraño humor, Raoul se lo preguntó directamente a Júpiter.
-En cuanto salgan de aquí, liberare a todos los  trasgresores de las normas, sean élites, muebles o mascotas. Haré una proclamación para todos en Eos y sabrán de su nuevo poder de elección. Eso incluye a ese par que fue una molestia en encontrar.
Júpiter dejó de lado al mestizo pelirrojo que era llevado  por Raoul a la salida, no había nada más que tratar con ellos. Después de programar la cápsula sin siquiera tocarla miró a su hijo perfecto, al sol de Amoi. 
-Dejaré a todos tomar su elección Iason, pero todas las conductas deben regularse. Muebles, mascotas y Élites. Un arduo trabajo te espera.
Iason cerró los ojos reconociendo eso, como líder no quería que su mundo dejará de ser la gran potencia que era. Nuevas bases tendrían que implementarse, su mundo entero cambiando por una elección suya.
Todo por Riki.
Miró dentro de la cápsula a su mestizo, ya imaginaba lo cabreado que iba a despertar de esta, Iason tendría que pintarse de todos los colores de la paciencia para hacerlo entender que este mundo estaba cambiando y él era la inspiración de ello. Al final Júpiter tenía razón… Sin siquiera saberlo o pretenderlo Riki estaba por encima de Iason Mink dirigiendo cada uno de sus días.
 
Sabía que era un sueño pero al mismo tiempo no era así, el estaba inconsciente pero podía “hablar” a Júpiter. Sentados frente a frente en su guarida de los Bison en Ceres, Riki miraba los alrededores como reconociendo el lugar.
-Es un sueño ¿no? ¿Todo terminó? – se dirigió a Júpiter con tranquilidad a pesar de sentir escalofríos por su extraño rostro metálico y ojos como monedas de cobre.
-Volverás a tu vida con Iason. 
-No lo lastimaste ¡¿Verdad?! Te juro que sí...
-Él está íntegro – cortó Júpiter – mestizo responde, ¿Qué se siente? Ser amado por Iason Mink, incluso por encima de su Creadora. 
-Mi nombre es Riki y pues es jodidamente un fastidio. Estas equivocada si crees que Iason es perfecto ¿Sabes cuántas veces ha embarrado todo? Pero sí, lo amo y me ama y estar juntos se siente increíble. 
- Iason podría destruirme a causa tuya ¿Qué harás Riki? Cuando todo Amoi cambie a tus pies, verás que no fue una buena idea, y todo por tu causa. 
-Pase lo que pase estaremos juntos y no creas que me quedaré mirando  como cambia Amoi desde lo alto. Estaré en Ceres con los míos. 
Júpiter lo miró con intensidad como considerando sus palabras más allá de sólo una suposición descuidada, Riki hablaba con veracidad.
-Que así sea, estaré pendiente de ti – Riki incluso creyó ver  una sonrisa se dibujaba en su extraño rostro humanoide.
-Como quieras, solo mantente alejada de mi cabeza para siempre.
Cuando el entorno de su guarida en Ceres empezó a diluirse,  pestañeo despertando en su cama de sábanas satinadas. Recordaba perfectamente todo lo que había sucedido.
-Hola – le dijo a su rubio que no había visto que despertaba, Iason  tenía el rostro enterrado en un brazo flexionado y las mantas. La otra mano sujetando a Riki por un brazo, estaba sentado al lado de la cama esperando su regreso.
-¡Mi amor! – alivio y felicidad, nada más podía pedir ahora que ver la sonrisa de su mestizo – ¿Te encuentras bien?
-Te amo Iason, lamento lo que  dije – Riki pocas veces era táctil en caricias suaves pero esta vez delineo los rasgos de Iason con la punta de sus dedos –  Perdóname.
-Olvida eso mi amor – Iason sostuvo las manos que lo acariciaban y les dio un beso.
-¿Cómo resolviste todo?
Iason le contó sobre la sincronización de memorias completada en Katze y que fue con su ayuda que logró poner a Júpiter en jaque, que al final la hizo cambiar de opinión. 
-¿Cómo está él? – Riki se sentía triste por esto, nunca estuvo a favor de la sincronización de memorias.
-Está aquí, en nuestro balcón – ante la mirada interrogante, Iason se encogió de hombros – Habrá que salir a verlo para saber “cómo” es él ahora.
 
Encontraron a Raoul sentando en un sofá, estaba solo. Cal se  estaba recuperando en el hospital, aún estaba asustado por el repentino ataque de los Guardias de Júpiter pero  volvería a la normalidad sin reparos.
-¿Y Katze? – preguntó Riki al no verlo por los alrededores. Raoul solo miró hacia el balcón en respuesta, Katze estaba ahí, quieto como una estatua dándoles la espalda.
-Desde que salió de la cápsula… creo que prefiere estar solo unos minutos – Raoul dijo eso y sonó muy neutral, sin embargo había tantas cosas amontonadas… lo importante y primordial era que se encuentre saludable pero ni siquiera quería que lo examinarán. Luego esperaba poder conversar… pero hasta eso parecía imposible con una conducta así.
Al salir de la cúpula de Júpiter, apenas había dejado que lo ayude a caminar hasta su habitación donde se encerró por largos momentos y luego salió bañado y vistiendo ropa formal mezclado con un toque  juvenil, Raoul vio los dos estilos entrelazados. La duda y el misterio era cuánto habría de cada Katze ahora. Pero, desde que salió de la cápsula el pelirrojo se negaba a conversar o si quiera explicar el porqué de su conducta hostil.   
 
 
Apoyaba las manos al barandal sin darse cuenta que imprimía fuerza en sus brazos, su mirada dorada de ojos  estrechos clavados en el horizonte viendo al astro rey morir a lo lejos dejando a su paso una penumbra a medias. Hacia frío, pero se preguntaba si era el invierno crudo de Amoi o la forma en que se sentía por dentro. 
Había murmullos a su espalda detrás del cristal, en el interior de la casa pero no quería escuchar nada. 
Prefería cerrar los ojos concentrando su atención en el viento que desordenaba su cabello y agitaba su ropa. 
Tenía un ligero dolor de cabeza detrás de los ojos, parecido a que su mente se había transformado en una esponja demasiado empapada para todo lo que la obligaron a absorber, se sentía pesado y agotado. Pero al mismo tiempo tenía la sensación de que la mayor parte de su vida había vivido con alguna clase de dolor. 
Cuándo en esta nueva vida no fue así.
Se pasó dos dedos por la mejilla izquierda, pero no había una cicatriz como se suponía debía haber… claro, este cuerpo era “nuevo” para estos recuerdos y en esta vida no sufrió esas carencias. 
Entre otras cosas tenía la sensación que estaba acostumbrado al dolor de las incomodidades y a la gran fatiga mental que nunca lo abandonaba.
Aunque ahora no era así.
Por un tiempo quería evitar mirarse al espejo para no luchar consigo mismo y las imágenes que tenía en su mente. Una mirada cansada, labios secos, ojeras y un cuerpo adulto maduro esculpido pero sin órganos sexuales.
Suspiró.
A pesar del ruido en su mente y la confusión enredada, tenía confianza, todo saldría bien y se acostumbraría al pasar los días. Sólo debía ordenarse y separar las múltiples conductas aprendidas a la fuerza  de su realidad actual.
Era un mestizo libre y no un ex mueble. No le debía nada a Iason Mink. 
Esa afirmación  era tan importante. 
Ahora se sabía libre y con toda la información recuperada de sí mismo   accedería a sus diferentes cuentas monetarias y también la ubicación de sus propiedades en Amoi y otros planetas. 
Ya no se sentía un niño protegido que esperaba la aprobación de Raoul para hacer cualquier cosa, tenía tanta información ahora… independiente, maduro y capaz.
Aplastó hasta el fondo su creciente curiosidad sobre algunos temas del Mercado Negro que tenía a medias. No iba a hacer esa parada, de él dependía que el nombre “Katze” no se vuelva a relacionar con el bajo mundo. 
Sin deberle nada a Iason la puerta de esa jaula estaba abierta, y el cielo era el límite ahora. Quería salir a explorar.
Era libre.
Tenía dinero.
Pero…
¿Y Raoul?
Era por eso que estaba tan malditamente quieto frente al abismo.
En su cómoda vida  había temido a las alturas, incluso cuando no era un niño y nunca se lo había confesado a nadie.  Pero el irracional miedo a caer o el vértigo que le apretaba las entrañas no se acercaban de ninguna forma al miedo de su pasado  de perder a Raoul Am. 
Perder su pequeña cercanía, perder su casi amistad.
Raoul Am, Segundo Rubio de Amoi, Principal Neurocorrector entre otros títulos era “su" Raoul ahora, que estaba ahí para él cuando quisiera, para cualquier cosa, pero... ¿Por qué?  Tenía estos recuerdos, pero seguía sin entender, NADA TENIA SENTIDO, estos recuerdos  incluso mostraban que Raoul sólo llegó a ser su Jefe en algún momento.
Nunca fueron nada.
 Era molesto, saber eso llegó a enfurecer a Katze. 
Apretó los puños e hizo el ademán de arrojar algo con toda la fuerza de su brazo, quería gritar dramáticamente jalándose el cabello pero una vieja conducta lo compuso y solo respiró profundo ¡Maldición! Ahora tenía unas impulsivas ganas por fumar y al mismo tiempo se negaba a dejarse llevar.
Escuchó pasos que se acercaban, la puerta  de vidrio deslizarse, entonces ¿su tiempo a solas se había terminado? No iba a decir gracias.
-¿Te sientes bien, Katze? – era Raoul, se quedó a unos pasos de distancia, el pelirrojo no se giró y tampoco pareció mover algún músculo.
-No es de tu incumbencia – responder de manera tajante parecía tan correcto, ninguno de sus recuerdos lo refreno – Si tengo algún malestar me las arreglare. 
Al parecer era de esa forma, siempre había sido capaz de cuidar de si mismo, Raoul velando por él solo era en esta vida ¿O no? 
-Katze – la modulada voz de Iason se unió al viento soplando en el balcón -deja que Raoul te examine, la sincronización de memorias ha sido precipitada y peligrosa.
Se giró sobre sus talones encarando a Iason.
La escena  tan parecida a cuando era un niño y estaban ahí los cuatro. Aquella noche tenía trece años y prácticamente fue abofeteado verbalmente por Iason con la verdad que significaba él mismo.  Riki también se hizo presente, caminaba cerca a la orilla con las manos en los bolsillos. Lo miraba con curiosidad.
Pero Katze no tenia la vacilación de antes cuando se trataba del Primer Rubio, sentía que nunca quitaría de su piel el miedo impreso que le tenía o la increíble admiración. Iason Mink siempre sería importante en su vida, pero no era más su Amo y podía mirarlo sin temor a los ojos. 
-¿Es una orden?  - preguntó con el reto en la voz, mitad su vida cómoda viendo a Iason con completa inmunidad y mitad su vida de mueble con el sinfín de mal sabores obligados a tragar. 
Aceptando el reto Iason estrecho los ojos.
-No – respondió con hielo en la voz y acortó la distancia a pasos lentos hasta quedar  tan cerca a la orilla que el cuerpo de katze estaba pegado al barandal. 
Había retrocedido por instinto ante la amenaza muda que reconoció en la postura imponente de Iason, Katze estaba a punto de arrepentirse de su osada pregunta.
 - No es una orden, eres pésimo para cumplir una de manera decente – le dijo, viendo satisfecho el brilló de indignación que nacía en las orbes doradas. 
-¿Qué haces? – dijo Riki inquieto al ver que el cuerpo del pelirrojo hacia un arco extraño hacía el vacío para evitar la cercanía de Iason.
-¡Iason! – advirtió Raoul.
Sujetó a Katze por los brazos sintiendo su delgadez juvenil por debajo de la ropa,  aún era un niño que tenía muchas cosas que aprender, pero tenía la mente de un adulto completamente maduro. Sonriendo Iason se dio cuenta que el anterior Katze tenía más por aprender del “pequeño Azafrán” y no al revés. 
Entender que era libre y que podía decidir su propio camino. Entender que estaba de vuelta porque era amado, que había alguien que lo amaba con todas sus fuerzas... Iason sabia que aceptar que esa fue la causa, iba a costar a Katze. 
-La última orden que te di no la cumpliste y fallaste de forma garrafal – Iason le habló levantando la nariz, su mirada dura con las pupilas estrechas. Con el ceño fruncido el pelirrojo revisó sus recuerdos rebuscando a lo que podía referirse Iason ¿La última orden? – Raoul me dijo que estas al tanto del accidente de la maceta, ese día yo fui el primero en socorrerte. Estoy seguro que me escuchaste claramente y te ordene: ¡No morir!
-Iason ¡Por Júpiter! – Raoul intervino sin creer lo que escuchaba. 
Ignorando a Raoul, Iason soltó un poco su agarre de los brazos hasta que solo fue un toque ligero mientras admiraba al jovencito, por su mirada se notaba que estaba enojado como si estuviera a punto de responder “-Perdón por morir” labios juntos y apretados. Este era Katze, se dijo. Sin importar que patrones de conducta se quedaran o nunca más lo viera como su Maestro, una pieza de mueble completamente eficiente o un jovencito inocente e irreverente, era tan importante en su vida que sabía que velaría por su futuro brillante. 
Katze se dio cuenta del cambio en la mirada de Iason, una que nunca fue objetivo y  el aleteo en su corazón le dijo que lo anhelaba. Cálido como el cielo en un día de primavera. 
Y lo siguiente lo conmovió de tantas formas. Ser envuelto entre esos brazos de hierro que pensó podían matarlo ante el menor error, pero también, era uno de sus deseos por la admiración que lo envolvía desde niño, Iason le regaló un abrazo inesperado. Tan reconfortante que nunca imaginó que podía sentirse así.
-Perdona Katze, – le dijo con su voz como seda – por todo. Y gracias.
“Perdón por haber dejado caer la maceta” esa declaración desde el fondo de su corazón nunca la haría, sentía que no tenia qué. 
Iason rompió el contacto dando un paso hacia atrás unos segundos después que Katze correspondiera con timidez,  se arregló la ropa y los guantes, mirándolo apreciativamente por última vez se giró y tomó a Riki en un abrazo por los hombros que estaba a unos pasos de distancia. 
-¿Qué fue eso? –  preguntó confundido al ver a Katze tan complacido. 
-Terminé de resolver algunos asuntos – le dijo mientras descendía a besar sus labios. Fue un beso corto pero al separarse ambos notaron el calor recorriendo sus cuerpos, esa chispa que nunca se apagaba entre ellos. Con un intercambio de miradas conocedor se lamieron el cuerpo.  Sabían que una vez solos se entregarían a sus pasiones como animales. Tenían que despedir a ese par.
-¿Entonces, te veré mañana para seguir con las lecciones? – dijo Iason a Katze que volvía a mirar al infinito. 
Raoul también miraba al vacío que ofrecía el balcón, sintiendo la enorme barrera invisible que había entre Katze y él. 
-No lo creo. Me iré – resumió sus planes sin mirar a Raoul, sabía que  estaba esperando conversar con él…  Pero en ese momento quería y necesitaba estar solo, para ordenarse y entender su confundida mente – Estaré en contacto y pendiente si hay algo urgente. Pero si no, quiero… - estuvo a punto de usar la palabra “alejarme” pero sabía que lastimaría MÁS a Raoul – Te imaginarás, solo dar unas vueltas por algún tiempo. 
-Por supuesto – respondió Iason cerrando los ojos en su conocedora mueca de autosuficiencia. 
-Bueno me voy, tengo cosas que hacer – Katze pasó al lado de Iason y Riki  despidiéndose de ellos con un movimiento  rápido de la mano.
-Esto es tuyo – Iason lanzó directamente a las manos de Katze el encendedor azul metálico que recuperó en la morgue. En una atrapada ágil Katze la examinó en sus manos y la guardó en su bolsillo sonriendo de lado.
-Gracias.
 Cuando llegaba a la puerta de salida Riki lo detuvo agarrándolo por la chaqueta.
-¿Eso es todo? – uso un tono ofendido –  “Me voy” y listo ¿No me vas a decir nada más? 
-Mmm ¿Cuídate? – bromeó el pelirrojo pero sólo él encontró divertido el chiste – No, yo solo quería salir pronto.
-¿Qué vas a hacer? ¿Dónde vas ahora? 
-Iré a mi casa, creo que tengo algunas por ahí. Solo espero que alguna este decente – la mirada de Riki se volvió algo triste –  ¿Qué pasa?
-¿Ya no vivirás aquí? 
-¿Con Raoul? ¡Claro que no! – la mirada de Riki fue triste otra vez .
-Has cambiado – dijo lo obvio, la gustaba la inocencia del otro Katze y ser su centro de atención ¿Cuánto había de él ahora? La relación con su antiguo amigo era más mordaz y sarcástica.
-Riki te buscaré ¿Okay? Ahora que lo recuerdo siempre quise ir contigo a dar una vuelta en mi propia motocicleta que por cierto nunca compre y luego no me dejaron comprar ¿Vale? Para empezar puedes ayudarme a elegir una. 
Riki no preguntó si era un deseo de esta vida, la anterior o quizá mezcladas las dos, pero sonó auténtica y cuando Katze lo abrazó en despedida supo que su joven amigo estaba ahí, quizá enojado y confundido como cualquiera pero ahí. 
-Dile a Cal que lo llamaré ¿Si? No me olvido de él.
-Claro, no te pierdas. 
Fue algo irónico que Riki dijera eso, pensaba Katze mientras se alejaba sin mirar atrás ¿Perderse? Precisamente así se sentía y lo único que deseaba era poder encontrarse.
 
 
Despedir a Raoul había sido más complicado de lo esperado, el Segundo Blondie de Amoi tenía figurativamente las manos vacías, sin Katze sentía que había perdido mucho en un solo día.  
Cuándo por fin se fue después de una larga conversación, Iason cerró la puerta por dentro. El departamento completamente oscuro, sólo la luz de la luna dibujando sombras a su paso.
Riki se había quedado dormido en el sofá esperando por él.
Antes de levantarlo se inclinó, dejando besos suaves por sus mejillas, cuando quiso erigirse los brazos de Riki estaban sobre sus hombros, enredados en su cuello. 
-Estamos solos – murmuró Riki, aún un poco dormido en la audición de su Rubio. Sin Cal por los alrededores la casa se sentía diferente, al menos para Riki.
Con una rodilla sobre el sofa Iason dejó besos sobre toda la piel de su rostro, acariciando su cabello negro y dejando que Riki lo derribe a su lado. Acostados los dos en la mullida superficie.
El movimiento de sus cuerpos compenetrados era muy conocido pero hace mucho que no se ejecutaba, sin palabras más que para expresar su dicha se quitaron la ropa en caricias y dejaron que sus labios se humedezcan la piel.
La entrada tensa y Riki nervioso por anticipado. El ariete de carne de Iason listo para perforar esa entrada a la misma gloria. Pero la paciencia estaba en la mirada celeste, un amor que no apresura y se esfuerza por lograr la mayor relajación posible.
Cuando tres dedos entraron y salieron consiguiendo gemidos de placer en Riki, Iason apretó los dientes… No podía más. Acomodó a su mestizo para que liderara la marcha sobre sus muslos, Iason sentado y Riki de frente.
Sintió que Riki se aferraba con fuerza a sus hombros mientras toda su longitud le atravesaba el portal de su cuerpo, respiraba con dificultad intentando calmarse y luego dejaba marcas de rasguños por toda su espalda. Con un movimiento de cadera Iason terminó de empalarlo, apenas segundos después levantó las caderas del sofá hacia la carne de su mestizo.
-¡Oh! Si, eso – Riki extrañaba tanto sentir esa plenitud que muy pronto olvidó el dolor, básicamente no le importó – Iason…
Era Riki el que estaba encima pero fue Iason que sujetando a Riki de las caderas se movió marcando un movimiento rápido y profundo desde el inicio.
Los gemidos también habían cambiado, no eran de placer contenido, no. Riki gritaba de dicha con cada empuje que iba más allá de su próstata ¡Así no iba a durar mucho! 
-¡Iason! ¡Iason!  Te amo, te amo – ojos perdidos de placer, sudor en la frente y los dedos de sus pies torciéndose ante la inminente descarga  que parecía que apretaba y tensaba todas las fibras de su cuerpo. Iason paseo un dedo por la esencia blanca de su abdomen y la depositó en la boca de Riki, la punta de su lengua lo recibió.
Pero Iason continuó empujando segundos después, endureciendo a su mestizo de inmediato. Esta vez Riki no duró mucho… Iason iba más allá de sus entrañas y llegó, pero sus jadeos fueron sofocados por una exclamación jadeante y ruidosa de Iason que disfruto más allá de su piel su propio orgasmo, incluso una carcajada se le escapó. Continuó con el movimiento profundo y marcado en cada contracción de su miembro.
-¡Oh! ¡Si! ¡Si! – gritó Riki al sentirse inundando, al sentir la fuerza de la expulsión contrayendo y expandiendo el órgano en sus entrañas.
 Era el final de la sequía.
¿Por qué? Si Iason lo analizara con calma algún día podría encontrar un respuesta. Pero ahora mismo gozaba de la ola de la que subía y fluctuaba.   
Al fin… por fin…
 
 
 
Estaba tecleando en su computadora leyendo e intentando imbuirse tanto en su trabajo para pensar sólo en eso que perdió la asimilación del tiempo. Raoul no supo realmente cuánto había pasado así. Su mueble tampoco era de gran ayuda en esto ya que entraba tan silencioso con nuevos alimentos  y se llevaba los anteriores que continuaban sin siquiera probar. 
Pasando sus dedos por su ordenado cabello dorado se dijo que lo mejor era comer algo ligero y luego ir a descansar un poco. Era temprano por la tarde pero no importaba, tenía que aprovechar en descansar ahora que su mente estaba lejos de temas deprimentes. 
Katze no había hablado con él desde ese día de la sincronización de memorias. Nada. 
¿Por qué? 
Sabía que se había puesto en contacto con Iason, Riki, Yumi, Cal y Maku pero ignoraba sus llamadas o recados. Bueno, Raoul también dejó de buscarlo. El mensaje estaba claro, Katze no quería saber de él.
Esperaba que pronto cambie de actitud.
Al salir encontró a Yumi haciendo la cena, no había hablado apropiadamente con el jovencito sobre su descubierta relación con Maku, pero no tenía cabeza para eso. Como había prometido Júpiter,  liberó a todos los transgresores de sus normas así qué Yumi, Maku, Gideon y Zen habían vuelto a la normalidad de sus vidas.
Con simpleza le dijo que cenaría de forma habitual después de darse un baño y fue a su recámara.
Yumi vio alejarse a su Maestro, tenía una servilleta en las manos y la pellizcaba nerviosamente. Al menos había decidido comer algo ese día, Yumi esperaba que después de la cena su Maestro pueda escucharlo unos momentos. Quería explicarse y ofrecer disculpas…
No fue así, cuando la cena estaba por terminar Katze atravesó la puerta.  Caminó con confianza hasta el otro lado de la mesa y se quedó ahí, grandes ojos verdes lo miraron como si fuera una aparición, la comida en el tenedor a medio camino. Yumi fue el único que pudo reaccionar.
-¡Katze! ¡Volviste! ¿Cómo estás?
-Hola Yumi. Perdón por no venir antes pero estaba muy ocupado…
-No pasa nada ¿Quieres cenar? Hice rabioles ¡Siéntate, por favor!
-Yumi – intervino Raoul poniéndose de pie, había salido de su estupor después de darse cuenta que este no era un sueño y Katze estaba frente a él. Con su vestimenta juvenil y saludable, que alivio. Pero era hora de hablar – después de traerle la cena, por favor, déjanos solos.
-No, es decir – Katze puso una mano sobre el hombro de Yumi – No voy a quedarme a comer. Vine a hablar exclusivamente de Yumi, Raoul. Así que es lógico que quiero que se quede.
El rubio de ojos verdes se cruzó de brazos sobre el pecho, empezaba a perder su infinita paciencia reservada para Katze. Veía al jovencito pero era imposible no ver el evidente cambio en sus facciones, una mueca más seria y ojos estrechos. En ese rostro se entrelazaron el pasado y el presente.
-Hable con Iason, también con Gideon. Bueno, me voy por un largo tiempo a Tierra 3 y me llevaré a Cal conmigo, Maku y Yumi también están invitados. Gideon está de acuerdo pero naturalmente Maku quiere estar contigo Yumi, así que la decisión es de ustedes… - miró a Raoul que tenía los labios apretados – tengo una propiedad y no hará falta que se preocupen de nada. Yumi, junto a Maku y Cal me han cuidado de la mejor manera y creo que me he portado fatal… quiero mostrarles en este viaje nuevas opciones de vida como agradecimiento ¿Qué dices Raoul?
Yumi no pudo evitar que le brillaran los ojos ¿Viajar con Maku? Debía ser un sueño... Pero tampoco quería dejar a su Maestro especialmente en este periodo de tiempo que se veía muy afligido.
-Me parece que es un plan muy poco pensado – renegó Raoul, aunque lo que le dolía era saber que Katze se iría tan lejos – Tu lo has dicho Katze, la decisión es de Yumi. Con las Reformas en camino será un mestizo libre muy pronto, así que puede empezar a ejercer.
Al ver la vacilación en Yumi, Katze le acarició la cabeza. En definitiva Raoul no le estaba poniendo sencilla la tarea, Yumi era un muy buen mueble y entre Raoul había mucho afecto. 
-No te preocupes Yumi, conversa con Maku. No hay prisa – eso alivió un poco al joven mueble qué afirmó con la cabeza – Ahora, por favor ¿Puedes dejarme a solas con Raoul? 
Una vez solos, Katze reunió todas sus fuerzas. Intentó no vacilar o que su exterior no demuestre lo frágil que se sentía frente a Raoul.  Caminó hasta quedar cerca y le extendió una pantalla mediana sacada del interior de su chaqueta. Raoul la recibió con el ceño fruncido sin despegar sus orbes  verdes de Katze.
-Firma por favor. En todos mis documentos dice que tengo dieciséis años pero tengo mi mente mezclada con uno de más de veinte. Así que creo que eso me hace mayor de edad. Necesito este documento para entrar a Tierra 3… figuras como mi apoderado –  pudo falsificar la firma o entrar al sistema de Tierra 3 pero esta era una forma sutil de poner a Raoul bajo aviso de sus planes y despedirse ¿O Raoul iba a negarse a cooperar?
Descendió su mirada sobre las letras, como si hacerlo fuera un gran recorrido. No miró mucho e imprimió su firma en el espacio establecido, le entregó la tableta sin ceremonias.
-Una cosa más… -  Katze se arregló la garganta – Ayuda a Yumi a tomar una decisión, él podría rechazar el viaje sólo por no ir en tu contra.
-¿Eso es todo? – Raoul en verdad no creía que Katze sólo hubiera venido hasta aquí para eso, e irse sin más. Irse del Planeta sin más.
-Mejor me voy ahora – Katze se giró y se dirigió a la salida.
Cuando extendía la mano para abrir la puerta la voz de Raoul lo alcanzó.
-¿Nunca volverás a hablarme? 
Cerró los ojos, claro, era imposible que está conversación se retrase más. Raoul… él tenía razón, debían hablar. Pero maldita sea, Katze sentía que ahora podía ponerse a llorar con facilidad cuando antes nada le sacaba una lágrima. 
¿Por qué no quería hablar con Raoul? Estaba tan molesto, pero había cosas inevitables. Se giró y encaró al rubio  que estaba a solo unos pasos de él. 
-Estoy molesto, tan molesto contigo.  
-¿Por qué? Júpiter nunca debió…
-¡No tiene nada que ver con Júpiter! – cortó Katze – Eres tú, Raoul Am. Nunca se te ocurrió que yo iba a  preguntarme porqué te pusiste en riesgo, tu propia vida al traerme de vuelta  – se pegó de espaldas a la puerta, buscando apoyo para no caer. La última vez que lloró había sido en el pecho de Raoul, extrañaba sus brazos y su calidez, sentirse protegido y querido… Pero – ¿Por qué me trajiste de vuelta? Ahora tengo todos mis recuerdos, pero no responden la pregunta que me hice siempre… ¿Por qué? – Katze bajó la mirada incapaz de ver los orbes verdes que eran su mundo, que lo hacían temblar en las rodillas – Siempre quise saber qué te motivó para traerme de nuevo, tratarme con tanto cariño, ir en contra de Júpiter y arriesgar tu vida… Cuando en realidad nunca hice nada para merecer algo así. NUNCA FUIMOS NADA, nunca hice nada importante por ti, no había... nada especial entre nosotros ¿Por qué, Raoul? 
Tenía la mirada verde visiblemente adolorida por las crudas palabras, tragó grueso.
-Para mi fuiste mucho. En lo poco que consideras… fuiste todo.
Katze negó con la cabeza – No, éramos algo cercano a amigos… había   “ilusión” entre nosotros. Pero eso solo significa una brisa en el desierto.
-¿Por qué estás tan molesto? Hice todo esto por que te amo, siempre fue así – Raoul tomó aire lentamente al darse cuenta que eso fue una declaración de amor. Katze bajó la mirada un poco, aprovechando el largo flequillo de la frente ocultó los ojos, pero el brillo carmín en sus mejillas fue visible. Sin embargo, esto era algo que ya sabía, sólo que no podía aceptar simplemente porqué si.
-Eso es lo que me molesta – murmuró con tristeza – Entender que es por tu naturaleza Blondie que hiciste de mi un experimento. Por CURIOSIDAD. No podías quedarte con la duda, tú sin saber qué hubiera pasado con esa ilusión que sentías… ¿Raoul Am sin respuestas? Incapaz de vivir sin saber… eso lo resume todo. 
-¿De qué estás hablando? ¿Dices que  hice todo porque quería saber lo que pasaría entre nosotros? ¡No! Lo hice para que vivieras una vida plena, sin servidumbre, con salud y … feliz. 
Katze lo miró por segundos infinitos mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y su garganta se apretaba. Sentía que debía salir de ahí, cada palabra dolía, cada segundo cerca a Raoul agonizaba. Creerle sería tan sencillo, pero no podía ignorar su verdad.
-Me voy. No tengo nada más que decir.
Raoul se quedó largos momentos mirando la puerta cerrada, subió con lentitud la mano hasta posarla sobre su corazón. De un bolsillo interior de su ropa sacó un pequeño pedazo de papel, siempre lo mantenía cerca a su pecho, cerca a sus latidos, era la nota que encontró en el bolsillo de la camisa de Katze el día que lo tenía  en la morgue. “Raoul” escrito, seguido de tres puntos y un corazón pintado, todo en tinta negra y caligrafía sobria ¿Qué no eran nada? Nunca consideró esa conclusión por parte de Katze ¿Era por qué estaba molesto? Raoul recién se percató que Katze esperaba recordar algún lazo más profundo o algún acto  importante que justificara su regreso.
No.
Está era la realidad, Katze se iría y muy lejos.
Fiel a su palabra no iba a impedir que desplegara sus alas y se entregará a sus deseos. Había logrado su objetivo, su Azafrán era libre, independiente y estaba listo para vivir su propia vida.
A la mañana siguiente Raoul despertó de un inquieto sueño, era la primera noche que se permitió dormir desde ese día que dejaba a Katze ir de paseo a Ceres. 
En cuánto abrió los ojos supo que su Azafrán se había ido muy, muy lejos. 
Sólo esperaba que no sea para siempre
 

Notas finales:

Gracias por leer


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