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Katze por Arwen Diosa

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Notas del capitulo:

Aquí el último capítulo de la publicación doble.

Este capítulo es largo y de contenido fuerte.

 
 
Vio a través de los ojos de Katze, sintiendo fluir a través de la pantalla todo el estrés que emanaba del pelirrojo, por el programa de lectura de memoria sabía que Katze tenía la pulsación cardiaca elevada por el rango normal, tenía las pupilas constreñidas y su cuerpo tenso en cada músculo.
Se miró en el espejo retrovisor de su auto, casi como convenciéndose a si mismo de sus siguientes pasos. Se colocó unos guantes negros de cuero, prendió un cigarrillo y salió del vehículo cargando un maletín de material firme. Mientras caminaba, para Raoul no pasó desapercibida la mirada de reconocimiento que hizo Katze a su entorno. Miró a lo lejos un callejón y a otro edificio que estaba semi derrumbado.
Si Katze tenía guardaespaldas, estaban escondidos ahí.
Era de noche, al parecer estaba en  Ceres por el ambiente abandonado y sucio de las calles. Al llegar a una puerta de un edificio el cigarrillo casi por terminar fue aplastado por sus botas duras. 
-Veamos como nos va en esta, Iason – Habló Katze con él mismo y cruzó la puerta que rechino. 
Oscuridad.
Detrás de la pantalla Raoul veía sin comprender aún porque éste recuerdo era tan importante para Katze. Por el programa de lectura era uno de los pocos recuerdos que los tenía vívidos en su memoria… también arrojaba datos que hacían referencia que le causaba malestar  recordarlo. Por la línea de tiempo mostraba que éste recuerdo era unos meses antes de lo ocurrido en Dana Bhan. 
Raoul casi intentando hablar con los recuerdos de Katze deseó que el pelirrojo no cruzará esa puerta y no avanzará por las gradas enmohecidas y paredes grises. En algún lugar una gotera sonaba.
Katze antes de avanzar por un pasillo estrecho y oscuro que tenía sólo una lamparilla colgando del alto techo sacó un arma del bolsillo interior de su chaqueta. El negro metálico por un momento reflejo la mirada dorada de Katze. Raoul vio el brillo temerario.
Comprobando que estaba solo avanzó rechinando sus pasos por el desgaste del material del suelo. Se detuvo en una puerta que tenía un símbolo, una especie de círculo rojo con alguna letra dibujada sin cuidado.    
Katze pasó los dedos por la inscripción, manchando sus guantes negros.
-¿Sangre? – dijo Katze.
Raoul aguantó la respiración mientras lo veía empujar la puerta, casi hablado con los recuerdos que se visualizaban en la pantalla. No importaba que diga o haga Raoul esto era el pasado, los recuerdos de Katze. 
En el interior, una habitación de mediano tamaño había un grupo de hombres con trajes de vestir negro. Figuras altas de ancha espalda que interrumpieron su actividad cuando Katze ingresó. 
Sólo una voz rompió el silencio.
-Pasa, Marcado – le dijo la única persona  que tenía un asiento detrás de una mesa lo suficientemente estable para soportar algunas botellas de bebidas y varios ceniceros. Katze también creyó haber visto juegos de cartas. El que habló era un sujeto de rasgos maduros, el cabello gris lo confirmaba pero su porte era fuerte y una voz gruesa acompañaba la autoridad de sus rasgos. Estaba claro que era el líder.
-Sr. Vlad – Katze se detuvo bajo el marco de la puerta, ajustando con una mano su arma que permanecía oculta dentro del bolsillo y con la otra apretando el maletín que sostenía -La reunión era sin escoltas.
-Llegas tarde Marcado, sabes quién soy. No podía venir a éste lugar olvidado por la mano de Júpiter sin permitirme a mis chicos - al ver que Katze no se movía, agregó – Bien, nos dejaran solos para la negociación ¿Has venido a cambiar las cláusulas, verdad?
Katze ingresó por completo hasta quedar frente a la destartalada mesa y depositar ahí el maletín, la puerta la dejó abierta pero ninguno de los hombres abandonó la habitación. Tenía la vista puesta en el sujeto que llamó Vlad pero vigilaba a esos que tenía detrás, nunca soltó su arma. 
-Qué se vayan – dijo Katze y Vlad con un movimiento de la mano lo ordenó. La puerta se cerró y quedaron solos. 
-Sr. Vlad soy el único que tiene este producto. No cambiaré los términos del contrato a no ser que digan que  pagarás mi tiempo extra.
-No pagaré demás. Te dije que tengo otro proveedor. Ofrece mejor precio y el negocio es tuyo. 
-Imposible. El mercado lo tengo cubierto.
Vlad sonrió mostrando todos los dientes.
-¿Qué harás niño? Soy tu único comparador, sin mí perderás el negocio y quedarás estancado con una mercadería que nadie más compra. Cede o te vas.
-¿Quién es tu otro proveedor? 
- El mismo que te provee a ti niño, tu no fábricas el producto, eres un simple intermediario ¿Estoy mintiendo? 
Katze ajustó sus manos sobre el maletín, claras intenciones de irse. La expresión confiada de Vlad sufrió su primer espasmo al ver que su clara treta de conseguir un mejor precio falló.
Katze volvió sobre sus pasos, dejando sentado a Vlad. Cuando quiso abrir la puerta descubrió que estaba trancada por fuera. Al volver rápidamente el cuerpo, su maletín cayó al suelo y  apuntó con ambas manos directamente su arma al sujeto de cabello gris. 
Vlad hacía lo mismo. 
Katze no dudó ni esperó largos discursos para apretar el gatillo, su arma silenciosa y mortal hizo un único y preciso agujero en el pecho del hombre que se tambaleo hacia atrás. Su cuerpo hizo un sonido seco al caer y su arma cayó al suelo dando vueltas hacía los pies de Katze.
El pelirrojo paró el sonido metálico raspando contra el concreto pisando el arma con un pie. Antes de agacharse a tomarla encendió un cigarrillo y se pegó a la pared. 
Raoul que veía todo esto por el monitor de su computadora exhalo el aire que contenía sus pulmones. Sabía que la situación no había terminado ahí, Katze estaba en un alto edificio y para llegar a su auto y finalmente irse tenía que cruzar  un sin fin de pasillos lleno de los hombres de Vlad.
Seguramente sin ningunear el peligro que lo acechaba, Katze sacó su comunicador. Raoul lo vio manejar el aparato con velocidad para luego registrar frustración. 
-¡Maldición, hijo de perra! – renegó Katze cerrando el aparato inservible. Seguramente Vlad tenía un decodificador cerca para bloquear toda comunicación. 
 Esa habitación no tenía ventanas, sólo cuatro murallas de concreto y la puerta de madera cerrada por fuera. A estas alturas sabía que no podía llegar a su auto, que seguramente  fue asaltado por los mismos hombres de Vlad, las intenciones de este fue atraerlo hacía su tumba. 
Pero esa actitud y su evidente tardanza en salir de éste sucio edificio pondría bajo alerta a sus hombres de respaldo que aguardaban ocultos.
Por ahora, lo único que podía hacer  era anular el decodificador para evitar más inconvenientes. Todo antes que los tipos de afuera empezarán a sospechar que su jefe se fue a otro mundo.
Cuándo se agachó para levantar su maletín de repente su visión se oscureció. 
-¡Qué mierda!
Raoul, viendo la oscuridad que se hizo en la pantalla, al principio creyó que Katze se había desmayado. Pero las lecturas arrojaron aceleradas pulsaciones cardiacas y altos picos de estrés. 
Hubo muchos estruendos que sonaron alrededor de Katze. Él maldecía, tragaba roncos gritos de dolor. Mientras que su audición recogía insultos de muchas voces distintas. 
-Hijo de puta.
-Mierda sucia.
-Estás jodido, basura. 
Los sonidos estaban mezclados, por la oscuridad y el jadeo de Katze no se entendía de que se trataba. Raoul creyó que las luces se habían ido dejando a Katze en la oscuridad, pero resultó que le habían puesto una bolsa de tela gruesa cubriendo toda la cabeza. 
Aterrado por morir asfixiado empezó a moverse con desesperación pero recibió algunos golpes que Raoul escuchó por el sonido chocando contra su carne. Un lapso de silencio, luego con algunos cabellos incluidos le sacaron la bolsa de la cabeza.
Por la imagen que veía Raoul con horror notó que Katze estaba boca abajo, sobre  una superficie dura parecida a una plataforma que lo elevaba un poco por encima del suelo. Estaba en otra habitación, ésta tenía una ventana que desde la perspectiva de Katze sólo se veía el cielo oscuro.
Delante de Katze sobre la superficie, unas cuantas gotas de sangre cayeron, tal vez de la nariz, la boca o incluso cualquier parte del rostro. Era difícil saber.
Katze se sacudió con fuerza pero sin usar las manos. Seguramente también estaba inmovilizado de los pies, no intentó pararse. Al mover la cabeza, Katze notó que estaba sin camisa, y apoyando la frente al piso vio que tenía las piernas amarradas por un intrincado juego de cuerdas. Sus muslos ligeramente separados estaban pegados a su estómago y cada mano amarrada a un tobillo. 
Sus ojos se movieron cómo locos buscando a sus agresores pero todo lo que veía era el piso, la pared que tenía enfrente, la ventana y algunas partes  de su cuerpo enrolladas con cuerda,  no muy lejos se escuchaban unas risas. Otra vez se sacudió con fuerza pero soltó gemidos dolorosos inmediatamente. Sonaron golpes, tal vez patadas.
-Quédate quieto basura.
Raoul viendo todo esto que significaba el pasado de Katze intentaba ser racional. Obviamente Katze no había muerto ahí y tampoco resultó lesionado permanentemente, pero eso no restaba toda la angustia y dolor que sentía Raoul en su pecho. Sabía que su trabajo era peligroso, pero verlo ahondo todos sus sentimientos.
Raoul frunció el seño cuando ante la visón de Katze apareció Vlad. El tipo llevaba una camiseta gris tan ajustada como una segunda piel debajo de la camisa elegante, que impidió que la bala lo atravesara.
-¡Suéltame ahora! – Katze luchó con las ataduras - ¡Me las pagarás Vlad!
El sujeto dejó que poco a poco se agrandara su sonrisa, era fea y macabra. Distorsionado sus rasgos normales. Con un movimiento de ojos grandes indicó a Katze que mirara algo a su izquierda, el pelirrojo esforzando su cuello dirigió su mirada.
-Eres un hijo de puta. 
Las palabras sisearon. Uno sobre otro los cuerpos de los que eran sus guardaespaldas estaban apilados, un fino hilo de sangre que terminaba en un charco empezaba a formarse en el suelo. Katze tuvo la desagradable labor de contar los pies que sobresalían y las cabezas amontonadas. Su corazón se aceleró aún más al reconocer que habían matado a todo su equipo. 
 -Sí, basura – habló Vlad – estás sólo. Ahora hablaras. 
-Púdrete. Cobarde de… nnnggg – se tragó sus palabras. Recibió una larga serie de golpes, mientras Vlad no se movía sus matones descargaron fuertes patadas que resonaron contra sus huesos, cuando terminó Katze exhalaba aire con dificultad.
Katze apoyó con esfuerzo la frente contra el concreto para dar un descanso a los músculos tensos de su cuello, en sus ojos círculos rojos aparecían y por su audición un chirrido agudo nacía bloqueando los demás sonidos.
La suela sucia de la bota de Vlad le puso de lado la cara aplicando fuerza en sus pómulos, Katze se obligó a enfocar su mirada y dirigirla con odio a ese sujetó canoso. Vlad tenía claras notas de burla en su mirada.
-Esa mirada tuya… ¡oh! Niño, me estás obligando a hacer cosas muy malas contigo - su bota se apretó lo suficiente hasta que Katze se vio obligado a cerrar los ojos por el dolor, antes de gritar la presión desapareció. Cuándo volvió a abrir los ojos tenía a Vlad muy cerca de su rostro. El cabello rojo fue jalado llevando su cabeza atrás lo más lejos que pudo soportar su cuello.
- Antes de pasar a los métodos serios voy a dejar que mis muchachos se relajen. Vamos a romper ese orgullo tuyo ¿Comprendes? No me gusta cuando tengo que escuchar gritos y maldiciones innecesarias, ensuciarme la ropa o ver la mierda de tu cuerpo. No gracias. Esto va suceder niño… primero voy a romperte, luego hablaras. Tengo mucho tiempo y mis chicos se sienten creativos. 
-Púdrete – escupió Katze con los dientes apretados – No te tengo miedo.
-Exactamente a eso me refiero -sonrió Vlad – Escucharte maldecir no me interesa. Pero… - Vlad paró como si recordara algo, se acercó más a Katze casi llenando toda su visón con su expresión sádica de sonrisa agrandada – Ahora que lo pienso, tu me disparaste niño, voy a devolverte el favor.
Hizo un gesto con la mano a alguien detrás de Katze e inmediatamente Katze se retorció  luchando en vano. 
Raoul que estaba apretando la mandíbula sólo veía en la pantalla lo que Katze veía. Por el programa de lectura de memoria tenía el registro de sus signos vitales, como ritmo cardíaco y su frecuencia respiratoria pero no sabía qué estaba pasando con exactitud. Cuándo un hombre habló, Raoul entendió.
-Señor, no tiene nada entre las piernas. 
Lo habían desnudado cortando la tela de su ropa.
Vlad con el ceño fruncido desapareció del campo de visón de Katze, que al parecer se obligaba a mirar un solo punto como si quisiera que su mente abandonara su cuerpo o concentrarse en otra cosa. 
-Qué extraña mutilación, pero no deja de tener un culo precioso – dijo Vlad - ¿Eres la perra de alguien? ¿Te cortaron para que no se la metas a nadie? 
Algunas risas maliciosas se mezclaron. Para muchos en Amoi era completamente desconocido el procedimiento de castración que se aplicaba a los jóvenes seleccionados para servía como muebles en Eos. 
-Veamos… – después de unos segundos Vlad volvió a hablar – Tiene el culo apretado. Esto será digno… miren como se traga mi dedo.
Raoul se cubrió la cara con las manos, había llegado a un punto donde no podía detenerse sin saber. Esperaba con todas sus fuerzas que alguien interrumpiera en esa habitación y terminará con el acto antes de consumarse. De no ser así, ¿Qué debía hacer? ¿Apagar el reproductor? ¿Irse hasta el final? 
La incertidumbre de no saber era peor, la oscuridad de quedarse sin conocer cómo terminó esto iba a consumir a Raoul. Necesitaba saber si cada uno de estos tipos estaba bajo tierra. 
Especialmente este Vlad, que no sólo sabía infringir dolor sino también lo disfrutaba. 
Cuándo vio a Katze sufrir unos espasmos y apretar los ojos tragando sobreabundante aire supo que lo habían penetrado.
Su cuerpo se vio dominado por un enfermizo vaivén que duró demasiado. 
De momentos tenía los ojos clavados en un solo punto mientras alguien dominaba el movimiento. 
Apretaba los ojos y se atragantaba con gritos que no estaba dispuesto a soltar. 
A veces movía la cabeza raspando la frente con el concreto.
Raoul no pudo soportar ver la vejación que Katze había sufrido. Había adelantado la reproducción varias veces para captar algo diferente a ese movimiento pero lo único que cambiaba eran las voces profiriendo insultos y vulgaridades. A veces el sujeto de turno le jalaba el cabello y en otras Katze se retorcía con más fuerza. Cuándo parecía que iba a desmayarse lo despertaban con golpes. 
En algún momento lo dejaron sólo y en la oscuridad. 
Raoul lo escuchó tiritar. 
Quizá se rindió al dolor y cansancio que se desmayó en algún momento. Lo siguiente fue ser despertado por uno de los tipos con traje negro. Le echo agua de una cubeta en la cara y  en el resto del cuerpo. 
Luego lo dejaron solo.
La luz del día entraba por la ventana. Katze pudo ver el charco de agua que se quedó estancado debajo de él, goteando de varias partes de su cuerpo, apoyando la frente en la superficie miró en dirección a la abertura de sus piernas separadas comprobando que tenía sangre seca entre los muslos, eso explicaba el ligero tono rosado del agua debajo de él.
Raoul lo escuchó tomar largas bocanas de aire, como luchando con su determinación. 
Sin rendirse y completamente alerta Katze se retorció de sus ataduras con renovado vigor, para la sorpresa de Raoul  y el propio Katze una mano quedó libre. 
Katze la miró por unos momentos flexionando los dedos y recuperando su movimiento normal. Inmediatamente después su mano libre fue lo más lejos que pudo alcanzar sus piernas para deshacer los intrincados nudos y vueltas. El corazón de Katze casi cayendo en el pánico por la incertidumbre de no saber cuando volvería a abrirse esa puerta. 
Movía las piernas con fuerza para ayudar a aflojar las cuerdas que su mano libre jalaba. Cuándo tuvo un pie suelto y se ponía de lado para seguir con los demás nudos la puerta se abrió.
Katze los miró mientras se acercaban, registrando por primera vez los rostros cínicos de sus violadores. Eran demasiados para pensar que podía luchar y ganar en esas circunstancias.
-¡Aléjense! ¡No me toquen! 
Lejos de parecer molestos parecía que estaban entretenidos por su osadía. 
Raoul con un extraño sabor amargo en la boca vio el procedimiento repetirse, creyendo que Katze se había librado, verlo ser atado y golpeado de nuevo terminó por romper los últimos atisbos de calma. Katze intentó defenderse pero fue inútil.
Hubo un momento después de terminar de atarlo de la misma forma donde uno de esos sujetos se acercó a su cara y le mostró una píldora blanca, de mediano tamaño y punta redondeada.
-Esto evitará que te desmayes puta además que pondrá tu trasero en llamas.
Volvió a perderse detrás de Katze que intentó vanamente zafarse. La píldora nunca pasó por su garganta.
Sus carceleros le arrancaron gritos está vez mientras lo violaban. 
Raoul adelantó todo el movimiento malsano. 
Casi anochecía. Alumbraron la habitación con una tenue lámpara que colgaba del alto techo.
Cuándo Vlad entró de nuevo se paseó varias veces delante de la vista de Katze, que lo seguía con los ojos entreabiertos mientras respiraba con dificultad.
Cuándo se acercó a su cuerpo Katze no pudo verlo más pero se registraron sus palabras.
-Aún no está roto, lo único que ha sufrido aquí es su culo elástico. Veamos una noche más. Aprieta el esfínter puta, que todo lo que te metieron debe quedar ahí, sino mañana te lo haré tragar. 
Katze cerró los ojos, por un largo momento. Cuando los abrió de nuevo estaba rodeando de oscuridad y el sonido pesado de la puerta retumbo al cerrarse, llaves y pasos mezclados de voces alejándose. 
Por los datos de sus signos vitales, sabía que Katze estaba débil. Llevaba cerca de dos días sin alimentarse ni beber nada, soportar la agonía menoscababa sus energías y resistencia. Sumando el malestar emocional… Raoul estaba seguro que tenía desgarrado el esfínter otra vez por las violaciones, las lecturas indicaban que estaba perdiendo sangre.
-Katze, ¿cómo saliste de ahí, amor? 
Adelantó la oscuridad.
Una fuerte luz blanca despertó a Katze, vio que una silueta lo apuntaba con una linterna, la intensidad de la luz lastimó sus pupilas y ocultó la cara.
-No…. Vete… ya no… 
-Katze, no querrás que me vaya.
-¡Maestro Iason!
Con la luz de la linterna lejos de su cara, Katze enfocó al líder del sindicato. Tenía el cabello corto y en un tono oscuro, café o negro. Dejando la linterna a un lado Iason empezó a desatar las ataduras.
Para Iason ver a su ex mueble desnudo no movía ninguna de sus emociones, llegaba únicamente a la conclusión  que por las circunstancias y la evidencia Katze había sido víctima de violación.
En cambio Katze se sintió tan aliviado de ver a Iason, así como Raoul, que la visión de Katze se nublo un momento con las lágrimas que no derramó durante su tortura. Con un esfuerzo reprimió el aumento de humedad de sus ojos. 
-Iason escucha, ¡hay demasiados hombres de Vlad en todo esto! Ni siquiera sé cuántos tipos son ¡Es peligroso!
Al parecer cuando terminó con el último nudo de las piernas ayudó a Katze a extenderlas,  las  tenía entumecidas. Katze aceleró la respiración ante el dolor de recuperar la normal circulación de la sangre por sus extremidades. 
-Todo está cubierto... ¿Vas a decirme que hacer? En tu posición….
Ante el silencio que significaba que Iason no toleraría tonterías Katze bajó la mirada.
-Perdona.
-Fuiste descuidado. Podría haberme quedado sin mi mejor hombre ¿Qué te pasó? – viendo que Katze se apoyaba sobre manos y rodillas para incorporarse Iason lo sujetó por los hombros y el abdomen para sentarlo. El pelirrojo se agarró la cara reprimiendo exteriorizar el dolor que significaba aguantar su peso sobre su trasero herido, calló para no enfadar más a Iason.
-Lo siento – ofreció disculpas Katze mientras que con las manos daba masajes a sus piernas. Con la mirada buscaba los restos de su ropa, por lo menos su camisa ya que sus pantalones fueron cortados. Ante todo tratando de no mirar su propio rostro de sangre seca entre sus muslos y la superficie mohosa.
Iason se quitó la capa de los hombros y la colocó sobre Katze.
- Gracias – casi se abrazo al pedazo de tela.
 - ¿Qué quería Vlad?
-No… no dije nada. Nunca llegó a interrogarme. Al principio sólo quería cambiar los términos del contrato para tener un mejor precio. 
-¿Entonces que te hizo? – Katze dudo  en su respuesta, argumentó rápidamente antes de prolongar el silencio.
- Dijo que iba a romperme primero, antes de interrogarme.
-¿Cuántas veces te violaron? – Katze negó con la cabeza, la simple idea de dar un número aceleraba su corazón y le provocaba nauseas además de exponerse de esta forma ante Iason...
-Claramente no estás roto. Te ordeno no romperte nunca - además de la explícita orden, Katze entendió la otra: claramente no estás roto. Iason nunca toleraría menos del cien bajo ninguno circunstancia.
-Si entiendo, Maestro.
-¿Qué es ese olor tan desagradable? 
-Allí – Katze tomó la linterna y apuntó al extremo donde permanecía la pila de cadáveres de los que eran su gente. Todo este tiempo lo estuvieron acompañado.
-Que pintoresco. 
- ¿Cómo me encontraste?
-Luego hablaremos de eso, hay que salir ¿Puedes caminar?
Katze se agarró de la pared para ponerse de pie, cuando sus rodillas tambalearon Iason lo sujetó por debajo del hombro. 
-Has perdido la razón. Si te pregunto algo responde con la verdad.
-Si.
Buscar su maletín, su comunicador o arma era inútil en esa oscuridad, además era ridículo pensar que siguieran por ahí a su alcance. Apoyado en Iason bajaron las gradas haciendo algunas pausas. La linterna agarrada por Iason alumbraba el camino. 
-¿Por qué todo está tan oscuro? 
-Hice que las luces se fueran. Fue más fácil así cazar algunas ratas en el camino a tu celda. No iba a entrar si no era seguro.
-¿Quién más vino?
-Guardianes de Eos, pero borraré su memoria antes de volver. 
 Cómo dijo Iason en la puerta de entrada había dos androides de rostro metálico programados para disparar a cualquier desconocido que se acercara. Al salir al exterior de la noche alumbrada solo por las lunas se dirigieron de inmediato al auto de Iason.
Ayudado hasta llegar a la puerta del copiloto Katze ingresó al interior. Casi dejándose caer de lado sobre la suave superficie, recién ahí notó que la piel de las rodillas las tenía laceradas. 
El viaje fue silencioso como era de esperar, la conciencia de Katze empezaba a desestabilizarse o quizá era el cansancio, sus párpados caían con pesadez y al abrirlos de nuevo había una bruma sobre sus ojos. 
En algún momento todo se oscureció. 
Cuándo despertó estaba en su departamento, metido en su cama. Era de día y estaba solo. Se pasó las manos por la cara como sacándose el malestar, después de largos momentos y esfuerzo se puso de pie. Notó medicinas en la mesa de noche, tenía vendajes en el abdomen y piernas. Vestía unos calzoncillos simples. 
Su comunicador estaba sobre las medicinas y la luz parpadeante anunciaba mensajes importantes. Desplegó la pantalla para ver de qué se trataba. Era Iason.
«Un médico te revisó, los resultados están en el siguiente mensaje. Nos vemos en tres días, hasta entonces encargate de recuperarte. I.M.»
En el siguiente mensaje era una hoja médica que Katze pasó sin detenerse mucho a leer. Pero Raoul leyó: -Contusión en zona derecho costal «reposo medio de dos semanas». Desgarro anal profuso «evitar actividad que comprometa  puntos de sutura por dos semanas». Primer examen de enfermedades de transmisión sexual en espera «realizar el segundo en quince días», laceraciones leves en rodillas y hombros, hematomas sin complicaciones en varios regiones del cuerpo. Después una lista larga de indicaciones para tomar los medicamentos.
Katze dejó con cierta fuerza el comunicador sobre la mesa y alzando la mirada se encontró con su igual reflejado en el espejo de medio cuerpo, su reconocimiento fue breve pero para Raoul fue suficiente.  
Empezando por su rostro bajando por el abandonen, siguiendo lo poco que reflejaban las piernas era un mapa de moretones que se pintaban en tonos oscuros algunos más profundos y otros difuminados. Su aspecto cubierto a medias por vendas… Un vestigio de los peores momentos de su vida. Raoul deseó tanto estar ahí para cuidarlo. Katze cerró lo ojos y Raoul apagó la pantalla de la computadora apretando el botón. Su dedo se quedó largos segundos casi infinitos sin moverse, deseando no sólo desaparecer las imágenes que se oscurecían en el acto sino cambiar la realidad, retroceder el tiempo, siendo todas estas posibilidades imposibles… ¿Qué podía hacer? 
¡Encontrarlos y matarlos a todos!
Notó que estaba temblando. Su juicio totalmente comprometido estaba empujando su control por el filo, debía acudir al único que podía darle respuestas.
Iason.
Con movimiento deliberados, tomo una copa de cristal y bebió su incoloro contenido, el precioso líquido le enfrió la garganta no más su mente. Cerrando los ojos apoyó la cabeza en el respaldar de su silla.
Le dolía la cabeza…
Júpiter lo había exhortado, bajo riesgo de amonestación a retomar su trabajo en los laboratorios y todas sus normales funciones, si bien no mencionó a Katze, hiso alusión al experimento de sincronización de memoria. Pidió avances, exigió informes y fue estricta con la copia de memoria a sincronizar.
Para Raoul fue realmente amargo recordar que estaba bajo el talón de Júpiter y para la inteligencia artificial Katze era sólo un experimento. 
Un sujeto de prueba.
Raoul ofreció disculpas y prometió retomar su puesto, intentar explicar su motivación a Júpiter sería inútil y sólo arrojaría la irá de su creadora sobre sí mismo. Al parecer sólo Iason Mink gozaba de la indulgencia de Júpiter en todo lo que ocurría en su vida. 
Cómo Katze era el primer humano en pasar por este procedimiento reservado para las élites, Júpiter iba a ser implacable, como regla se ponía bajo meticuloso estudio lo implantado a los cerebros élites para no conducir a un inminente fracaso. Sin embargo, Raoul tenía la esperanza de no tener que hacer esto con Katze y pasar su memoria sin la clasificación y estudio de cada parámetro, esto ahorraría tiempo de recuperación donde Katze podría sufrir de aletargamiento y confusión. Un mal mínimo en realidad que sofocaba la naturaleza científica de Raoul. Él quería CONOCER, SABER pero no de Katze, nunca hizo esto para completar un experimento. Sin embargo, Júpiter tenía sus propios planes para realizar éste estudió.
Primero Júpiter había acudido a Iason para conocer los hechos tras la  puerta cerrada del hogar de Raoul Am, al no tener la información suficiente Júpiter lo convocó en una reunión personal. Raoul debía cumplir su trabajo, o caso contrario asumir las consecuencias ¿Qué haría Júpiter si conocía los verdaderos sentimientos que lo motivaban? 
Raoul tenía muchos pronósticos, ninguno era bueno.
Ahora, después de esa reunión con Júpiter, se concentró en realizar el  informe preliminar al  revisar la  primera tanda del banco de memoria de Katze. Clasificada como: “Memoria Episódica”. Básicamente el conjunto de recuerdos que compren momentos, lugares, emociones  y detalles que se evocan de manera muy vívida. 
Este banco de recuerdos era especial para Júpiter en específico porque ayudaba a crear el perfil del individuo humano objeto del experimento y entender la personalidad. Cómo si pudiera separar la mente del cuerpo y ponerlo bajo un microscopio. 
Katze era un niño pero para Júpiter no  era más que un conjunto de datos a comprobar. 
Los mestizos son escoria irracional, un bien sin valor, ganado listo para servir de sirvientes o experimentación, pensaba Júpiter, veamos que tiene un humano particularmente racional digno de confianza de su hijo favorito. Sólo un conejillo para estudiar. 
El sonido a lo lejos de una puerta  abriéndose lo despertó de su abatimiento. Raoul estaba en su oficina en casa, depositó con calma el vaso de agua vacío en la mesa y se arregló el cabello, la ropa, compuso su expresión cansada y salió.
Yumi y Maku ponían varias bolsas de compras sobre los sofás, al parecer estaban imbuidos en una entretenida conversación que tardaron en notar su silenciosa presencia. Otro lo notó mucho más rápido.
Katze corrió desde el sofá, donde inspeccionaba las bolsas buscando algo en particular hasta que lo vio bajo el marco de la puerta, corrió a abrazarlo. Raoul se puso sobre sus pantorrillas para recibir a Katze con los brazos abiertos, estrechó su cuerpo absorbiendo con devoción el momento. 
Se dio cuenta que si podría llorar lo haría, definitivamente estaba al límite de sus cabales. 
-¿Qué tienes ahí? – le preguntó a Katze al ver que tenía sujeto un pedazo alargado de tela verde esmeralda.
-¡Maestro!
-Lord. Am.
Exclamaron ambos muebles que recién vieron a Raoul abrazando a Katze. Ya estaban doblados en una reverencia, sin embargo Raoul cargó a Katze y se sentó en el sofá con él en sus rodillas, siendo considerado en su trato con ambos jóvenes les indicó que hicieran lo mismo mientras compartían los detalles de su salida.
-Katze se mostró persistente en comprar esa bufanda Maestro – explicó Yumi al ver que había sacado de las bolsas de compras una bufanda suave de lana peluda y la enrollo aún con etiquetas al cuello de Raoul.
- Me alegro que lo haya echo – dijo Raoul mientras Katze permanecía a su lado en el sofá. Claramente cansado de su agitado día. Quería conocer detalles y hacer preguntas a Yumi y Maku pero los vio inusualmente apoyados por completo contra la superficie del sofá.
-¿Cansados?
Yumi se puso de pie como con resortes, Maku lo siguió.
-Perdone Maestro, ¿Cómo puedo servir? 
-Tranquilo Yumi, aún es temprano por la tarde, sólo encárgate de la cena para la hora de siempre. En todo caso daré las gracias a Gideon por contar siempre con la ayuda de Maku.
-Gracias Lord. Am.
A pesar de la visible calma que mostraba Raoul, se estaba conteniendo, no muy diferente a un almacén hermético de contenido radiactivo y venenoso, Raoul corría el riesgo de hacer ebullición en cualquier momento, mantener la apariencia de calma era aún peor.
Después de indicar a Yumi que cambiará a Katze ropa más cómoda salió con el niño en brazos directo al departamento de Iason. 
Entre todo lo demás que Júpiter exigía Raoul nunca fue puesto bajo la noticia del cambio de Iason, para Raoul aún estaba latente el temor de los planes de Iason para katze. Quería acercar al pequeño Katze al hijo favorito de Júpiter para lograr algún cambio al menos. 
-¿Katze, quieres ir a ver a Cal? – le preguntó cuando estaban subiendo en el ascensor – También estará Iason ¿Te agrada? 
Katze afirmó con la cabeza mientras acomodaba la bufanda una y otra vez en el cuello de Raoul. Ya sin etiquetas.
-Intenta decir “Si", mira como pongo mis labios: “sss… iiiiii" – era algo rutinario que Raoul y Yumi ejerciten con Katze la vocalización de palabras, a veces sólo sílabas, sin embargo nunca recibieron respuesta. 
-Sssss.
-Eso Katze, muy bien – Lo animó Raoul  al ver una respuesta – ahora la “i" así: iiiii.
-Ssssss.
Raoul le sonrió juntando sus narices, hubiera aprovechado en practicar más pero ya estaban frente a la entrada  de la residencia de Iason, esperó un poco antes de que abrieran la puerta.
Cal lo recibió y fue a buscar a su Maestro. En la expresión de Cal se dibujaba una honesta felicidad al ver a Katze.
-Raoul – Iason salió de su oficina en casa, atravesó la puerta con su característico aire imperioso, vestido con ropas blancas y cómodas. Sus ojos fueron directo a la forma menuda que era depositada en el suelo, claramente había ganado peso y altura desde la última vez que lo vio. 
-Hola Katze – saludó esperando recibir respuesta está vez, pero sólo fueron los mismos ojos curiosos y redondos que lo miraron sin pestañear.
-Iason esperaba poder conversar contigo. Es urgente, ¿Podría Cal…? 
-Pasa – Iason señaló el interior de su oficina con un movimiento de cabeza – Cal encárgate de todo.
- Avísame cualquier cosa – Raoul le dijo antes de que Cal respondiera, luego le habló a Katze – Estaré ahí adentro. Por favor Katze quédate con Cal un momento.
Dejando una caricia sobre los cabellos rojos Raoul sonrió alejándose mientras seguía a Iason, la puerta se cerró. Katze se vio claramente confundido al notar tristeza por primera vez en los rasgos de Raoul. Se sentó en el suelo con los brazos cruzados un momento mientras pensaba a su manera en las posibles razones. 
-¿Katze qué quieres jugar? – Cal estaba delante de él con algunos juguetes que Raoul trajo en una bolsa. Agitando sus largas pestañas despejó sus pensamientos, Katze ya sabía la respuesta.
 
 
 
-Raoul seré directo ¿Qué le pasa Katze? ¿Por qué no habla? 
Raoul se dejó caer en la silla frente al amplio escritorio de Iason, en forma de “L”, él ocupaba su habitual asiento cómodo, con ambas manos apoyadas sobre la superficie lisa. Su mirada escudriñando el lenguaje corporal de Raoul.
Demasiada tensión.
-He realizado varios estudios Iason, varias hipótesis han sido negativas para mi alivio y completo pesar no encuentro nada. Él puede hablar porqué físicamente no tiene impedimento alguno, comprenderás que revise todo y nada explica este silencio.
Iason lo miró fijamente un momento, antes de poder decir algo, Raoul continuó. Raoul odiaba cada uno de los momentos donde se refería a Katze como un experimento, pero era parte del “precio" a pagar delante de los demás.
 – Cómo parte del experimento me corresponde revisar la memoria de Katze. En sus primeros años de vida Katze también mostró retraso en el habla allá en Guardián. No tengo los expedientes, tal vez tú sí Iason, pero revisando su memoria, de todo lo que corresponde a Memoria Procedimental y Semántica vi que también tardó en verbalizar palabras - aclaró Raoul.
-Si has revisado todo sólo queda seguir esperando – resumió Iason – Esto significa que Júpiter se ha comunicado contigo.
-Si.
-Dime que hipótesis has planteado a Júpiter para catalogar esto como experimento. Si bien al principio era para devolverme a mi ex mueble, Júpiter notó tu cambio de actitud y horario ¿Qué le dijiste a Júpiter?
Raoul suspiró, no era para esto que había venido pero decidió responder antes de caer en pánico. Sabía que tenía  que explicarse de todas formas.
-Fue desde el principio que tuve que plantear las hipótesis Iason. De otra forma Júpiter no hubiera considerado “digno" el experimento. En síntesis se plantea una comparación de personalidad. Ver si la personalidad esta ligada al código genético, o que tanto esta vinculado con el desarrollo de los rasgos y el entorno. 
- Establecer que tanto se parecen estos dos “katzes”. Rasgos de la personalidad que se transfieren por el código genético y la influencia del entorno. Que interesante – Iason abrió los ojos para ver lo abrumado que estaba Raoul - ¿Cuál es el problema?
-Katze está creciendo rápido Iason, son pocas las teorías que podré establecer para contentar a Júpiter. Ciertamente no quiero analizarlo como un ratón de laboratorio en todo lo que tiene de vida hasta quitarle la pulsera de crecimiento acelerado.
Raoul podía examinar de esa forma a Katze y comparar sus habilidades, gustos, preferencias, temores y todo el conjunto de características que comprenden la personalidad, a decir verdad Raoul sentía curiosidad por entender cómo se parecían, aunque fueran la misma persona ante sus ojos Raoul no perdía la objetividad. Sin embargo, Katze tendría en sus recuerdos los claros patrones de ser tratado como un espécimen de laboratorio. Esa razón, por suave que parezca era suficiente para detener a Raoul. Además Júpiter nunca entendería un informe lleno de retórica romántica que comparaba el timbre de su risa, o la forma de acomodar las manos juntas bajo la almohada para dormir, la preferencia por esa rana verde de goma o la fijación por sostener sus cabellos. Ciertamente Katze en Guardián también dormía con las manos bajo la almohada y sostenía todo el tiempo una vieja envoltura de un caramelo. 
Júpiter quería números y patrones medidos más allá de la observación. 
Sin esperar mucho Iason continuó. 
-¿Qué hipótesis más planteaste a Júpiter?
Raoul se tragó su frustración y continuó como debía ser.
-Quiere que revise meticulosamente todo el Banco de memoria a implantar en Katze. Cómo una clasificación de recuerdos. 
-¿Por qué es malo eso? 
-Júpiter quiere entender porque éste humano era digno de tu confianza y qué vivencias lo habían transformado en quién era. Me toca ordenar su Memoria Episódica y darle una  copia a Júpiter para que valore a Katze. En otras palabras, tiene CURIOSIDAD... Para que comprendas mi aprehensión Iason, imagina a Júpiter metiéndose en los recuerdos de Riki, examinado qué hizo a ese mestizo “especial” para permanecer a tu lado. 
-No la dejaría, cierto. 
Júpiter era fría y calculadora. Riki, Katze y los demás mestizos no significaban nada más que el final de la cadena. 
Iason apoyó la barbilla sobre las manos juntas, examinado a Raoul y todo lo expuesto. ¿Indagar en los recuerdos de Katze tenía que ver de alguna forma con dejar a Riki presenciar su nacimiento? 
Para Iason estaba claro que Júpiter estaba armando algo.
Raoul se había puesto de pie, incapaz de permanecer sentado caminaba sobre sus pasos. Pero todo lo que deseaba era destrozar los pocos artículos que tenía Iason sobre la superficie de su escritorio solo para canalizar su rabia, irá, frustración y un cúmulo de miedos.   
Se quedó frente al ventanal abierto, el sol aún gobernaba el cielo, lejos de claudicar parecía que se detenía el tiempo mientras él se debatía entre confiar en Iason o no.
El silencio absorbió los gráciles movimientos de Iason sobre la alfombra, hasta quedar de pie detrás de su amigo. Lo suficientemente cerca para poner una única mano enguantada en el hombro de Raoul.
-¿Qué sucede? 
Raoul se giró, su expresión de finas cejas quietas y labios rectos. No mostraban el huracán que lo batía. Vino hasta aquí buscando la ayuda de Iason, ahora frente a él se preguntaba si era una buena idea.
-Habrá formas de persuadir a Júpiter, ella me escuchará. Todo lo que está pidiendo es para entender porqué haces lo que haces y cómo decidiste hacerlo. Raoul puedes confiar en mí. 
Raoul fue capaz de captar la promesa de ayuda por parte de Iason, la idea de dejar de estar sólo en este asunto le restaba el peso de los hombros.
-Iason, además de la reunión con Júpiter hay algo más. Fue a causa de la revisión de su memoria, aquella que recordaba Katze de manera vívida… 
-Si es de su memoria, sería mejor verlo. 
-No, quiero decir… solo responde a mis preguntas Iason, sácame de dudas – ¡Termina mi agonía! Quería gritar Raoul - ¿Qué pasó con este sujeto, Vlad?
Iason entrecerró los ojos, no fue difícil llegar a las conclusiones exactas. Bajo la premisa de que Raoul amaba a Katze todo era comprensible, esa luz sobre los hechos explicaba su actitud.
-Katze se encargó de reconocer y dar fin a la mayoría de los sujetos que lo atacaron esa vez. Estaba imbuido en el tema pero a pesar de mi colaboración no encontramos a Vladimir Echen, tenía la sospecha que alguien se encargó de él antes que nosotros pero el rastro era difuso. Dejamos algunos contactos buscándolo en otros planetas. Debo decir que hasta hoy no hay noticias. Naturalmente el asunto se enfrió después de Dana Bhan.
-Vlad sigue ahí afuera… 
-¿Qué vas a hacer? ¿Buscarlo? Júpiter no tolerará más distracciones tuyas. 
-¿Cómo lo encontraste?
-Katze apretó un botón de pánico, seguramente lo tenía en algún lugar de la ropa. No me daba su localización pero cerraba todos los archivos de su computadora y su búnker quedaba sellado. Sólo yo podía activar todo de nuevo, cuándo me llegó la notificación sabía que estaba en peligro. Buscar sus últimos movimientos me dio la pista para encontrarlo.
Raoul volvió a girar el cuerpo para mirar por la ventana dando la espalda a Iason. La voz de Iason, modulada y confiada llegó como seda a sus oídos.
-Se que tus sentimientos por Katze están interfiriendo con tu normal razonamiento hermano. Moveré a mis contactos otra vez y cuando tenga a Vlad, lo tendrás tú.
“Tus sentimientos por Katze” si Iason había dicho eso… el nunca fanfarronearía con una afirmación como esa. Raoul lo encaró de nuevo, el hielo en la mirada de Iason versada en sus palabras se calentó ante el asombro de Raoul.
-Tienes razón – continuó Iason cerrando los ojos y manejando en la mano el encendedor de katze - Está creciendo rápidamente. Yo me ocupare de cazar a Vladimir, mientras tu cuídalo, estoy seguro que tienes grandes planes para Katze en el futuro. 
-¿Mis planes…?
-Por supuesto, siempre que Katze este de acuerdo.
Esa declaración fue como la lluvia sobre el despierto. Salvó de tantas formas a Raoul del abismo donde caía desde el fatídico día del accidente, que ante el alivio inesperado cerró los ojos un momento.
-Iason…
El momento fue roto, casi cuando Raoul se afirmaba de nuevo a sus cimientos y fortaleza, las voces tras la puerta terminaron por empujarlo.
-Riki, que bueno que llegaste – era Cal.
-¡Oh! Mierda Cal, no cuentes conmigo esta vez… aleja de mi éste casi Katze. 
Iason sujetó la chaqueta de Raoul cuando éste se dirigió como un animal desbocado hacia la salida, directo a encarar las palabras de Riki. Pero la fuerza de Raoul no se detuvo por una prenda sujeta. Iason se quedó con restos de la tela mientras veía a Raoul salir de su oficina.
-¡Raoul!
La voz de Iason se registró pero por el abismo que caí era difícil detener su camino contundente. Vio a Riki alejarse unos pasos en dirección a la cocina, pasando sin mirar a Katze que tenía algo en las manos y se lo ofrecía. 
Riki no lo vio venir, él no estaba actuando con maldad, se apegaba a sus creencias y su propio sentido de la conservación. “Si aceptas a este niño, no te sorpresas si terminas como él”. Se decía.
Cuando Raoul lo agarró por el cuello de la chaqueta y le dio la vuelta todo su cuerpo se erizo. 
-¡No vuelvas a hablarle de esa forma! 
-¡Por  qué! Ese para mi no es Katze – lejos de sentirse amenazado o intimidado por la fuerza de Raoul, Riki encontró su oportunidad de estallar y sacar lo que consumía sus temores delante del principal responsable - Todo lo que hiciste es para ti mismo. Eres un egoísta Raoul.
Una fuerte sacudida por los brazos que agitó todo el cuerpo de Riki.
-¡Raoul basta! – Iason estaba al medio, interponiendo su cuerpo entre ambos, pero la fuerza de Raoul no soltó al mestizo y este seguía con el reto abierto avivando las llamas. 
-¿Egoísta? Mestizo insulso y simple ¡¿Hubieras preferido que se quedara muerto?!
-¡Si! Así no vale la pena.
Esas palabras transformaron la visión de Raoul, ahora sólo enfocada en Riki, como al final de un oscuro túnel donde todo lo demás había oscurecido.
Con un fuerte jalón que ni Iason pudo evitar, Riki fue conducido por los hombros y espalda delante de Katze que permanecía cerca a los sofás con algunos juguetes. Miraba un poco sorprendido el fuerte intercambio de palabras pero no comprendía de qué estaban hablando. 
-Raoul suelta a Riki – ordenó Iason agarrando a Raoul por los brazos y aplicando fuerza, quería en todo caso evitar darle un fuerte golpe en la cabeza pero lo haría si no se detenía. 
-Díselo Riki - Raoul tenía a  Riki delante de su cuerpo y ambos estaban frente a Katze, su mirada dorada pasado de uno a otro – Dile lo que me dijiste a mi ¡Qué su vida no vale la pena!  
Incapaz de pronunciar esas palabras que en su interior se repetían con seguridad y confianza Riki se sacudió del agarré. Delante de él solo había un niño: víctima, instrumento, finalidad o respuesta, nunca sería su culpa. Nunca sería inútil.
Para Raoul, Iason y Riki este huracán de eventos había durado demasiado, arrojando cantidades extremas de adrenalina a su torrente sanguíneo, sin embargo para Katze representaba una oportunidad. Por fin el chico que parecía divertido y tenía los ojos bonitos lo estaba mirando.
-Hola Riki – le dijo mientras agarraba entre sus dedos delgados y largos la nariz de Riki y le daba un ligero apretón, como si esperará que sonora como una bocina -¿Quieres jugar conmigo? 
Desestabilizado por completo Raoul soltó a Riki, mientras caía  de rodillas sobre la suave alfombra mirando sorprendiendo a Katze.
-Hablaste, hablaste Katze.
Katze sólo sonrió a Raoul, mientras tomaba la mano de Riki y lo conducía al sofá y le alcanzaba algún juguete. El mestizo se dejó hacer, interactuando con Katze por primera vez. Luego tomó a Cal de la mano que estaba tan invisible y dispuesto como siempre, aunque no menos abatido y repartió sus juguetes entre los tres.
-Este para mi, este para mi, este para Riki y este que no me gusta para Cal.
-¡Eh! Dale uno bueno a Cal.
-Toma el de Riki, Cal. 
-¡Oye! eso no es justo.
Raoul que había pasado de la completa irá al éxtasis al escuchar la voz que esperaba con tantas ansias se levantó del suelo y se acomodó en el sofá cerca a la fantasía que Katze había creado apenas en unos minutos con un mundo de imaginación, Riki y Cal se vieron envueltos también. 
Iason se cruzó de brazos mirado de cerca al pelirrojo de ojos redondos, y luego la expresión embelesada de Raoul, Iason se preguntaba cuándo  todos al fin puedan tener un poco de paz.  
 -¡Raoul! Abrazo.
Katze lo estrechó agarrando su cabello y hundiendo el rostro en su pecho, Raoul correspondió el abrazo emotivo. 
Desde ese día, el mundo de Raoul Am nunca más estuvo en silencio
 
Notas finales:

Un abrazo!! Nos vemos en una semana.


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