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Katze por Arwen Diosa

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Notas del capitulo:

Hola!

Hoy también publicación doble.

 

 
 
Capítulo 13.
 
La posición adquirida era tan extraña para Iason, sobre manos y rodillas. 
Riki estaba debajo de él, pero aún así no se sentía ¿Bien? 
La boca hábil y húmeda de su mestizo estaba entre sus piernas ensalivando, chupando, mordiendo, succionando, lamiendo y hasta soplando toda la carne a su alcance. 
-Dámelo todo Blondie – la voz de Riki se esforzó después de soltar la majestuosa erección y volvió a tragarla mientras que con las manos apretaba y acariciaba los tensos testículos y pasaba a las nalgas.
Era la posición, pensaba Iason, lo hacía sentir demasiado expuesto y quieto. Él había propuesto un fabuloso 69 para arrancar a su mestizo deliciosos gemidos de agonía y placer, pero Riki había dicho algo parecido a que era mejor así, solo Riki ahí abajo para que él pueda concentrarse…
Y concentrarse en esperar su orgasmo no estaba funcionando. Y más cuando de vez cuando Riki hacia declaraciones cómo “-Damelo todo” “-vamos, dale” “-oh, si ya viene”. Para nada cierto, pero Iason se sentía presionado por Riki. 
La última vez que Júpiter los interrumpió se sintió capaz de terminar quizá por la inesperada actitud de Riki. La novedad de las ataduras y el elemento sorpresa había echo mucho esa vez, ahora no. 
Sabiendo que esto no terminaría en nada, espero que Riki relajara la garganta y se levantó con cuidado para descender por completo y cubrir a su mestizo con todo su cuerpo, besos, caricias… las sábanas desordenadas ante la flexión de sus piernas, la elevación de sus caderas y los puños apretados.
El interior de Riki lo recibió con gloria, la textura acanalada que recorría su miembro era caliente, aterciopelada y apretada, como un abrazo que permitía el empuje húmedo. Los ojos de Iason se calentaban con la vista de su miembro perdiéndose entre la redondez de las nalgas de su mestizo. 
Empujando
Empujando
Empujando.
Cuándo Riki terminó se dejó caer a la cama, lo primero que miró fue la dureza del Blondie entre sus muslos. Casi suspiró derrotado.
Iason también estaba respirando con dificultad, por la velocidad impresa en sus últimos movimientos que lamentablemente no rindieron fruto.
-Creo que te estás concentrado mucho en eso Iason – dijo Riki de repente, con esfuerzo se sentó en la cama  - te conozco, y tus ojos no son esa mirada de loco placer, no. Quizá sólo lo estas pensando mucho.
-Riki como voy a dejar de pensar en eso sí todo el tiempo lo estas mencionando. 
El mestizo se cruzó de brazos.
-Cierto – aceptó su falla, a él tampoco le gustaría sentirse apresurado o presionado. La mirada de Riki cambió, ojos claros de dudas, brilló como sólo los tiene un genio.
-Tengo una idea – se puso de pie y fue a las gavetas del armario. Mientras el mestizo revolvía y buscaba algo Iason se sentó sobre la cama, aprovechando del ángulo que ofrecía Riki ligeramente inclinado.
Cuándo Riki volvió y se percató de las cosas que tenía su mestizo en las manos Iason torció las cejas. Antes de empezar a especular y hacerse ideas esperó a recibir explicaciones. En las manos de Riki había dos pequeñas cajas muy finas. Ambas de igual color. 
El anillo de mascota y su igual para controlarlo. 
-Cuando usabas esto para impedir que me corriera me volvía loco, llegar al orgasmo estaba fuera de mi control y nunca sabía cuándo aflojarías el anillo así que lo único que me quedaba era sufrir de placer – Riki saco el anillo para el pene y lo examinó sujetándolo entre dos dedos, Iason logró mantenerse libre de expresión en su rostro, temía que empezaba a caminar en terreno peligroso… Riki y el anillo que usaba para torturarlo de dolor y placer era un tema a tocar con palabras al milímetro, y ahora Riki de repente viene con esto – Iason si dejas que tome  el control…
No continuó, lo dejó colgando. De todas formas había poco que explicar, Iason entendía por donde quería ir Riki.
Iason usando el anillo del pene impidiendo su liberación y en algún momento Riki aflojaría el anillo y… listo, orgasmo.
Con su cerebro mejorado, Iason a una velocidad incalculable repasó todas las respuestas posibles en las que negarse no desataría los viejos resentimientos, responder algo así cómo: - Yo nunca usaría  el anillo de  mascota – pondría a Riki en son de guerra… mientas Iason se debatía, casi un parpadeo Riki sacó el elegante anillo que antes usaba Iason. 
Sin esperar más se lo colocó en el dedo medio, largo fue el momento en que Riki se admiro la mano. Luego le pasó el anillo para el pene a Iason.
-Vamos Iason, será sólo por está vez. 
-Riki,  no creo que esto funcione.
-Hay que intentarlo – viendo la duda en la mirada celeste, Riki se colocó entre las piernas de Iason tomando el anillo, apenas lo acercó a la punta del pene semi erecto este se acomodó a la gran circunferencia, sin provocar incomodidad ni dañó, de echo Riki sabía que la presencia del anillo no se sentía. Al ver la expresión de Iason, de contrariedad y rechazo a la situación Riki lo animó una vez más -¡Vamos a intentarlo! Tómalo como cualquier juguete sexual.
Para dar fuerza a sus palabras las acompañó con besos, usando su experta lengua en enredarse con la de su rubio. Sus bocas no se separaron incluso mientras volvían a descender sobre la cama. Sus manos trazaban largas caricias por todo el recorrido de sus cuerpos, como pinceladas que arrancaban suspiros. 
Aprovechando el momento, Riki rompió un poco el abrazo para usar sus dos manos. Y activo el anillo.
-¡RIKI!
Por el lado equivocado.
-¿Qué hago? ¡Mierda!
-¡Al otro lado!
Iason dejó de apretar los muslos, sintiendo de inmediato la suave vibración que incluso sonó en la habitación. Su pene casi flácido por la inesperada constricción paso a la dureza por la constante estimulación.
Conociendo las sensaciones que estaba sintiendo su rubio, Riki no dejó de prestar atención a todo lo demás, siendo correspondido en demasía muy pronto. 
El anillo en el pene de Iason  acarició también la suave hendidura que tenía Riki entre las nalgas, estimulando la sensible piel de los pliegues. Riki aumentó la vibración y Iason el empuje, los masajes que hacía a ambos fue atronador. 
Quedó como sonido de fondo el silbar constante de la vibración del anillo, la voz lasciva de Riki sofocaba todo lo demás, la respiración de Iason rasposa en la garganta, sudando en ese movimiento que era impensable detener, su cuerpo exigía continuar con la caliente estimulación que empezaba a concentrarse en su abdomen y era la misma fuerza que tensaba sus testículos.  
Cuándo Iason empezó a exhalar entrecortado, con los ojos cerrados y todo los músculos tensos Riki soltó el anillo.
Fuegos artificiales  destallaron detrás de los párpados de Riki, llegando a su orgasmo mientras los dedos de sus pies se encogían, sus músculos se tensaban y la habitación misma bailaba delante de sus ojos.
Dejándose caer por segunda vez enfocó su mirada y buscó a Iason. Antes de soltar un suspiro de derrota y una pesada aura se instalará sobre ellos. Riki se puso de lado en la cama desecho las mantas sucias y con la mano acarició el espacio a su lado.
-¡Ven! Échate conmigo. Abrázame Iason, olvídate de eso.
Intentando recuperar el ritmo normal de su respiración, afirmó con la cabeza y se acomodó al lado de su mestizo. Frente a frente sumidos en un medio abrazo donde se miraban en silencio.
-Te amo Riki - dijo Iason acariciando los cabellos negros y húmedos de la frente.  Ya sin siquiera pensar en las razones de su falta de orgasmo, cerró los ojos. Era agotador perseguir esa meta y también empezaba a preocupar a Riki. Lo mejor sería dejar de pensar en eso por un tiempo.
-Yo también te amo.
Cubiertos por una suave manta recibieron el amanecer.
Iason nunca había pensado que podía estar tanto tiempo sin tener un apabullante orgasmo, desde que Riki formo parte de su vida y lo tomó la primera vez fue regular y hasta decir necesario, por lo menos. La vez que lo dejó en libertad por casi 18 meses había permanecido sin sexo, pero con Riki lejos mantuvo su fuego quieto, casi dormido. Apenas en su primer reencuentro desataron las pasiones que ambos estaban conteniendo.
El sexo había sido una faceta importante y casi fundamental en su relación, la fuerza magnética para unir sus polos y mantenerlos en atracción con la misma intensidad desde el inicio. Sin embargo, a pesar de recurrir a métodos cuestionables, como el anillo de mascota, surgía este problema. Pero Iason y Riki no estaba dispuestos a asumir esto como un problema, quizá otra faceta tomada por mudo acuerdo. Pensaban y ahora conversaban que todas las relaciones tienen sus momentos, todas las relaciones experimentan su propio arco iris de colores. 
Con la Reforma a Amoi, Riki estudiando y colaborando en todo lo que su razonamiento entendía sobre Tratados, Convenciones y derechos fundamentales, y Iason dispuesto a guiar las conclusiones de su mestizo surgieron entre ambos las largas conversaciones, no solo de temas importantes, no solo de temas que molestaban de alguna forma. No, ellos se escuchaban a pesar de no pedir nada al otro y no tener una solicitud. Las cenas sin prisas, las noches con risas, amanecer solo abrazados. 
La cercanía física era deseada y entregada pero empezaban a comprender que el sexo no era el único catalizador que los podía haber unido alguna vez. En una realidad alternativa, si sus caminos se hubieran cruzado para lograr sentarse y conversar e intercambiar experiencias el amor también hubiera surgido sin el espinoso camino que recorrieron. Comprender  eso fue casi liberador para ambos. 
 
-Ellos me aceptaron Iason.
Riki estaba semi sentado sobre el escritorio de Iason en su oficina en casa, mientras que éste en su lujosa silla de respaldo alto. Se miraban algo preocupados.
-Se que la idea te emociona Riki, pero no quiero que olvides que él te hizo daño – el rubio acarició a su mestizo de las cintura, del abdomen pasando los largos dedos por los músculos del estómago por encima de la ropa – Cuando decidas reunirte con tu vieja pandilla  tendrás algunos escoltas y llevarás las botas con rastreador. 
Riki lo miró ceñudo antes de bajar la mirada y suspirar cansado.
-Se que tiene sentido lo que dices, pero… ¡Bien! Usaré el rastreador pero sólo llevaré escoltas las primeras reuniones, serán como sombras, lejos y sin molestar, no quiero que piensen  que los quiero joder, Iason. Luego iré solo. Los Bisons eran mi familia. 
-¿Piensas ir muy seguido? 
-No se, todo depende del terreno. Pero nunca iré sin avisarte ¿Comprendes?
- Bueno amor – Iason se puso de pie  pensando que si Riki empezaba a frecuentar a esos mestizos él tenía que aceptarlo. Con un ligero empujón y agarrándolo por la cintura masculina terminó de sentar a Riki sobre la firme superficie del escritorio - ¿Sabes que eres sólo mío, verdad? 
Con fuego en la mirada Riki no respondió, permitió que su boca, cuello y parte de su pecho sean explorados por esos labios que eran expertos en estremecerlo.
-Como olvidarlo – suspiró Riki entrelazando sus dedos en la cabellera  rubia. Cuándo los besos se volvieron más perezosos y lentos Riki hizo a un lado la cara – Iason, de echo quería decirte que me encontraré con ellos dentro de una hora ¿Podrías organizar la comitiva que me acompañará? 
Iason se alejó de Riki de mala gana, de echo pensó que era una buena oportunidad para girar a Riki sobre el escritorio y bajarle los pantalones, nunca había pensado que tendría tan fuertes impulsos por besarle el trasero a su mestizo pero ahí estaba, deseando enterrar la nariz entre sus suaves nalgas. 
-¿Me oíste Iason? – repitió Riki cuando el rubio dejó de  besarlo pero continuaba acariciando sus brazos y espalda. 
-Claro.
Cuándo Riki se fue con todo un equipo esperándolo abajo, con claras órdenes de no dejarlo sin vigilancia discreta además de su rastreador implantado en sus botas, Iason se quedó solo pero con la satisfacción de saber que su mestizo estaba cumpliendo y afrontando una de sus metas.
Recuperar a sus amigos.
 
 
Miraba el interior de esa pieza, la cuna había sido reemplazada hace mucho por una infantil cama en forma de auto. Las sábanas y mantas tenían dibujos coloridos, toda la pieza rodeada de diversos juguetes de diferentes tamaños. Pero Raoul no miraba nada de eso, su mirada descansaba sobre Katze. Dormía de lado con ambas manos juntas casi cubriendo su rostro. El cabello un poco más largo que antes, bajaba en finas hebras rojas que  adoraban la frente y las mejillas con sutileza. Era un cuadro tan bonito, verlo descansar con tranquilidad, sin preocupaciones y su ligera sonrisa soñadora .
Raoul había intentado llegar temprano a casa también ese día, pero Fler Leso había descubierto tantos nuevos problemas a los experimentos en curso que resultó imposible volver antes de que Katze se durmiera. 
A veces sólo lo veía un momento por las mañanas y era así al anochecer. Su Azafrán ya descansaba de su largo día.
Para Raoul mantener las solicitudes de Júpiter satisfechas era agotador, él quería estar cerca de Katze un poco más de tiempo. Pero Júpiter no cedió a las solicitudes sobre no examinar a detalle la memoria de Katze, incluso exigió avances. La memoria episódica de Katze estaba bajo revisión en esos momentos, Raoul se detuvo cuando a través de los ojos dorados del pelirrojo revivió la noche que se ganó esa cicatriz.
Aún faltaba revisar algunos episodios más, pero Raoul pretendía ir lento, cuanto más tiempo pudiera dejar fuera a Júpiter era mejor. No iba a entregarle la memoria de Katze con anticipación al momento de sincronizar memorias. 
También era frustrante entender para Raoul, que había personas que pasaban más tiempo con Katze que él, además de Yumi por supuesto. Gideon, Maku, incluso Zen, Iason y Cal, lo estaban viendo crecer, compartían y entenderían mejor sus gustos que él.
Raoul torció los labios reconociendo que no podía negarse a Katze, en su infinita inocencia él tenía una preferencia de jugar con Riki, el mestizo incluso aprovechaba la ausencia de Raoul en casa para venir y pasar el tiempo con Katze o incluso llevárselo al ático. Yumi tenía la orden de no despegarse de Katze pero eso no iba a detener a Riki.
Raoul no abordaba el tema, Katze con él y Gideon era contento, actuaba con confianza y los incluía en sus juegos. Pero con Iason guardaba cierta distancia en su comportamiento, como si se deslumbrara cada vez que lo viera de cerca. Su mirada curiosa y atenta no se despegaba hasta mucho después.  
Ahora que Katze estaba hablando como si hubiera nacido haciéndolo, era más fácil comunicarse. Pronto  se destacó en tener una buena memoria de retención y aprendizaje, su capacidad de razonamiento facilitaba la absorción de lecciones. Sea Yumi, Maku y cuándo el tiempo lo permitía el mismo Raoul le prestaban clases  que fomentaban su inteligencia con conocimientos propios para niños de su edad. 
 El tiempo…
Katze rozaba los seis años.
Pensando en su itinerario calculó su agenda del día siguiente. ¡Bien! Podía permitirse un día libre, justo mañana mismo. No por nada el trabajo de hoy fue extenuante, merecía un descanso y todo a revisar podía hacerlo desde casa.
Animado por esa conclusión, fue hasta la sala de estar, ahí estaba Yumi, ordenado de rodillas en el suelo alfombrado varios juguetes y poniéndolos en sus respectivas cajas. Raoul notó el gesto apagado de sus facciones, casi con los ojos caídos por la tristeza.
-Yumi – el joven mueble se puso de pie con varias cajas sujetas en las manos - ¿Te sientes bien?
El joven de ojos violetas sin alzar la mirada respondió.
-Si Maestro, ¿Hay algo más en lo que pueda servir? 
Raoul notó el cambio de humor en Yumi, su carismático y suave mueble parecía soportar el peso del mundo en su joven espalda, pero su trabajo era impecable como siempre, simplemente Raoul no podía ordenarle mantenerse contento todo el tiempo, mientras sus funciones no fallen los muebles también tenían “derecho” a sentirse tristes o cansados.
-Mañana estaré en casa todo el día, desde que Maku nos ayuda, Gideon me informó que le da días libres ¿Te gustaría tener mañana el día libre para ti?
Yumi alzó la mirada, poniendo una expresión tan fatídica que parecía que podía dejarse caer al suelo en cualquier momento. 
-Bueno ¿Qué dices?
-¿Esta seguro Maestro? Un día libre… - unas horas no estarían mal, pensaba Yumi, pero todo el día… - Katze está un poco… entusiasta estos días.
-Eso es aún mejor ¡Vamos Yumi! No me dirás que no puedo manejarlo.
-Nunca me atrevería Maestro, la verdad no merezco esta consideración tuya. 
Raoul se dejó caer sobre el sofá, cerró los ojos y disfruto un momento de la comodidad.
-Bueno, esta bien. Si no te lo mereces… sírveme una taza de café y una tajada de pastel de arándanos y ese día libre es tuyo – Raoul sonrió ante lo rápido que Yumi fue a la cocina.
 
Temprano por la mañana, aún dormía plácido entre las colchas calientes de su cama, su respiración hacia un suave sonido raspando contra su garganta. Había trabajado hasta tarde ordenando todo lo necesario para tener el día libre dejando instrucciones infalibles a Fler Leso, de todas formas cuando él salía por las mañanas Katze aún dormía muchas veces. Raoul también estaba durmiendo como un bebé en esos momentos.
-Raoul… Raoul… 
El Blondie movió la cabeza a un lado, como alejándose de su nombre.
- Raoul…
Casi aleteando las pestañas y volviéndolas a cerrar se dejaba arrastrar por la pesadez de su cansancio. Sintió algo pero no estaba seguro qué. Poco a poco su conciencia fue tomando forma: día libre, día libre de Yumi… ¡Katze! 
Sacando con rapidez la pereza de su cuerpo abrió los ojos y efectivamente ahí estaba Katze, de rodillas al final de la cama con muchos, muchos juguetes sobre los pies de Raoul.
-¡Raoul! – gritó casi como si fuera un triunfo verlo despierto - ¡Si! - Katze saltaba de rodillas sobre la cama, festejando - ¿Pastel? ¿Hay de manzana? 
Raoul sonriendo al verlo con su pijama gruesa de osito se levantó y cargo a Katze en sus brazos, hace muchísimo no veía a Katze en ropa de dormir, se veía adorable. Juntaron narices como solían hacerlo y Katze siempre enredada sus dedos largos en su cabello 
-¿Tienes hambre? ¿Qué quieres desayunar? – había ordenado a Yumi que dejará a él la preparación del desayuno. Quería dedicarse a Katze lo máximo que pudiera, un día a solas con su Azafrán.
-¡Galletas azules! – el entusiasmo de Katze mientras decía eso y cerraba los ojos y movía la cabeza como si bailará convenció a Raoul por demás.
-Bueno veremos como se hacen estas galletas azules – Raoul no tenía ni idea de cómo empezar a preparar galletas y menos para que quedarán azules, pero para eso estaban las recetas. 
Al llegar a la cocina depositó a Katze en su silla suave, sabia que debía desayunar lácteos altos en calcio, una porción de fruta, tal vez una tajada de queso fresco y esas famosas galletas azules no estarían mal.
Hubiera sido un milagro que Katze permaneciera en la silla mientras Raoul calentaba primero la leche para después dejar que se enfriara, verlo lavar, pelar y luego cortar meticulosamente el pedazo de fruta madura y después revisar en una pantalla la famosa receta de las galletas azules. Mientras Raoul preparaba la mesa veía a Katze jugar en los sofás haciendo un revoltijo con los cojines. 
-Katze ven a la mesa.
Raoul pensó que mientras el preparaba las galletas Katze podría estar comiendo la fruta.  
Cuándo el niño nunca vino por si mismo, Raoul lo cargo despegándolo de sus juguetes, Katze no se mostró de acuerdo con el trato pero recordó que comería las galletas azules que tanto le gustaban y Yumi le daba tan pocas. Después de lavarse las manos lo sentó y le ofreció fruta.
-¿Qué haces Raoul? 
Sobre la mesa había una fuente con harina mezclada con algunos ingredientes, para volver las galletas de un tono azul pensaba usar arándanos. Ahora tenía que batir huevos. Raoul aunque menos confiado que al principio intentaba seguir la receta que encontró.
-Las galletas azules,  Katze.
El niño levantó las cejas. Sin decir nada comenzó a comer la fruta mientras Raoul batía huevos y luego mezclaba leche, parecido a un proceso químico efectuado en su laboratorio, excepto por los instrumentos y obviamente los ingredientes, pero medir, pesar y mezclar era algo rutinario para él. Cuándo por fin salieron del horno un ordenado conjunto de masas circulares de un extraño tono no azul y demasiado macizas Raoul las puso a un plato. Enfriaron un poco y las probó.
Duras y les faltaba sabor, pero eran comestibles… cuando las puso delante de Katze el niño las miro un momento sin estar muy convencido, bajo de su silla y caminó al mostrador. Era muy alto pero señaló poniéndose de puntas.
-Ahí, esas son las galletas azules.
Raoul se percató de la caja que señalaba Katze, “Galletas azules” decía la etiqueta. Casi divertido  por su propia falta de conocimiento y sin dejar que esto lo frustre dejó todo  a un lado, tomó la predilecta caja de galletas y se sentó con Katze a desayunar.
-Más.
Raoul vacío un puñado mas.
-Más.
Con el ceño fruncido dejó unas cuantas más.
-Más.
-Primero come esas ¿Si Katze?
Vio al pelirrojo sujetar las frágiles galletas entre sus dedos y aplastarlas hasta formar un revoltijo de migas en el plato, con las palmas las desparramo aún más.
-¿Qué hiciste, por qué hiciste eso Katze? 
-Es un arco iris de galleta – con total fascinación empezó a pellizcar las migas y meterlas a la boca. Raoul sólo asintió con la cabeza, siendo práctico pensaba que mientras coma no había problema en la forma en que juegue con la comida, de echo, se decía,  el ser táctil con los alimentos fomentaba el desarrollo del cerebro al estar en contacto con diversas texturas. ¡Muy bien Katze, diversión y desarrollo de la mano! Raoul no podía estar más orgulloso.
Raoul bebía su café con calma esperando que Katze termine su desayuno, aún tenía un poco de fruta y leche,  sin dejar de admirar ni un segundo la concentración con la que  Katze hacia una torre con los cubitos de fruta. De repente miró a Raoul.
-¡Canta! – dijo  – La canción de la estrellita.
Raoul parpadeo ¿De la estrellita? En el vasto conocimiento de su cerebro mejorado busco entre las canciones que adrede había aprendido por Katze para mecerlo cuando era bebé pero no tenía almacenado en su memoria la canción de “La estrellita”. Pensó, que tan complicada puede ser la canción de una estrella. 
- Estrellita,  cuerpo celeste de gran tamaño, constituido por plasma, con forma esférica, que brilla con luz propia – entonó rítmicamente con menos entusiasmo cada vez al ver la expresión confundida y de cejas levantadas.
-¡No esa! Otra.
-No conozco esa canción Katze – dijo sonriendo mientras pensaba en que nunca lo había escuchado cantar hasta ahora - ¿Puedes cantarla tu?
-Tú, Raoul – sus ojos dorados brillaban tanto esperando escuchar esa canción que Raoul lo intentó de nuevo.
-Estrella de Orión en el firmamento…
Katze lo interrumpió con sonoras carcajadas.
-¡No sabes!
-¿Yumi canta para ti, Katze?
-Sí, pero también Riki ¿Vendrá Riki hoy? – la esperanza brilló en toda su expresión esperando sin pestañear la respuesta.
-No lo creo – dijo Raoul, aún sin entender que veía Katze en ese mestizo  – Pero estaremos juntos todo el día ¿Quieres eso? 
-¡Si! – exclamó con entusiasmo bajando de la silla de un salto y corriendo al interior de la casa por el pasillo que conducía a su habitación.
Sin dejar de sonreír siguió al pelirrojo a su habitación, al entrar lo vio metido hasta la mitad del cuerpo dentro de un cofre de juguetes, al parecer buscaba algo muy afanado.
Raoul miró la habitación de rincón a rincón algo sorprendido, la noche anterior está habitación estaba pulcra y ordenada. Ahora parecía que una bomba había caído al centro dejando todo un desorden fenomenal. Raoul torció los labios, solo por estética sabía que eso no estaba bien, también por la propia seguridad de Katze, sería fácil tener un accidente en tanto caos.
-Katze, procura no dejar todo esparcido. Es peligroso para ti – Raoul se agachó para tomar una cantidad considerable de juguetes y ponerlos sobre la cama.
-¿Cómo se llama? – Cómo si hubiera hablado a la pared Katze le metió en la cara un juguete.
-¿Ese? Es un velociraptor   - respondió al reconocer el prehistórico animal de la Vieja Tierra.
-¿Este? 
- Estegosaurio.
-¿Este?
-Hornitosaurio.
-¡Yo soy este! - Katze empezó a rugir, mover la cabeza, usaba las manos como garras y saltó sobre la cama con torpeza para luego caer de lado al piso, se levantó y continuó rugiendo. Raoul terminó con el inesperado espectáculo cuando lo vio morder las mantas de la cama.
-Vamos mi Tiranosaurio Rex, hora de un baño.
El día con Katze fue más desafiante de lo que había pensando, pero con su santa paciencia y total comprensión encontró que le era imposible ni siquiera empezar a molestarse con Katze. Quizá una forma de compensar todos esos últimos días donde casi no se veían, también notaba que detrás de su energía y carisma había un alma inocente que no actuaba con maldad o desafío. Era un niño puro y alegre que encontraba diversión en la monotonía de sus días en casa rodeado de las personas que conocía. Además, Raoul en el fondo nunca pensó ser capaz de poder ejercer control o autoridad sobre Katze, dejaba que el niño viva libre y sólo guiado por su imaginación. Mientras este limpio, seguro y se alimente bien no tendría porque molestarse.
Incluso su paciencia se puso a prueba con las solicitudes de Katze, como armar un vehículo que se veía en la portada de una caja, las fichas eran muy pequeñas y debían encajar entre sí, incluso tenía un manual a seguir pero era obvio que faltaban piezas. Raoul hizo lo que pudo con el insistente “- Armar, armar, armar, armar" mezclado con el “-dame, dame, dame”. Hasta que tuvo que ocultar la caja y distraer a Katze con otra cosa. La lectura de cuentos en la mecedora ya no era tan tranquila como antes, Katze participaba ahora hasta donde alcanzaba  su aprendizaje pero nunca terminaron una sola página, Katze las cambiaba con su :”- Otro, otro, otro".
Después de vigilar que se bañara apropiadamente Raoul se preguntó cómo hacía Yumi para dejar siempre el baño impecable y a Katze seco y vestido al mismo tiempo. 
Raoul siguió el rastro de agua mojada del cabello y cuerpo de Katze desde el baño que estaba casi inundado hasta por el pasillo, el rastro se perdía cerca a la cocina.
-Katze por favor vuelve adentro, estas mojado. No salgas al balcón – el balcón tenía una barrera protectora para evitar la proximidad a la orilla. Sin embargo aún se podían abrir las puertas. El pelirrojo tenía los ojos cerrados y la cara expuesta al sol. Raoul le acomodó la toalla que tenía sobre el cuerpo y puso otra sobre la cabeza - Está soplando el viento, puedes resfriarte. Vamos adentro por favor.
De repente Katze se dejó caer sobre Raoul y lo abrazó, él lo afirmó como temiendo que cayera al suelo.
-Qué bueno que estés en casa Raoul. 
Sonrió con sinceridad, sí, era imposible el siquiera empezar a molestarse con Katze. Y pronto eso también fue un problema.
 
 
 
Notas finales:

Al siguiente!!


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