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Un bebé en camino por Kirah69

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Fueron al hospital antes incluso de que lo hiciera Aurora, era ridículo intentar esperar cuando su mente ya estaba allí. El café de la cafetería estaba mejor de lo que esperaba, al menos para sus estándares, Peter prefería un té. Por suerte, en el hospital una persona muerta de nervios pasaba algo desapercibida entre pacientes esperando operaciones y familiares esperando noticias.

Cuando fue la hora, Peter y Stiles se acercaron a la zona de ingresos. No era exactamente la hora, aún faltaban veinte minutos, pero aun así esperaron allí. Aurora llegó puntual junto a su madre. Le resultó extraño no ver al padre también, pero, por lo que le dijo cuando hablaron, la relación con sus padres se había vuelto tensa después de la noticia del embarazo.

—Stiles...—susurró Aurora con apenas un hilo de voz.

Stiles sonrió con los labios apretados. Era incómodo, quería darle un abrazo para intentar reconfortarla porque parecía realmente asustada, pero por la forma en que la madre lo estaba mirando eso no sería bien recibido. Era justo como se la había imaginado, una señora con el típico peinado corto de mujer mayor, un traje con falda y chaqueta marrones, un collar de perlas y varias joyas discretas en oro. Le recordó un montón a Margaret Thatcher. Le estaba mirando con una expresión severa que haría temblar a hombres más valientes, pero ahora Stiles estaba más centrado en la redonda barriga donde se escondía su hijo.

—¿Có-cómo estás? ¿Quieres que te acompañe?—le preguntó.

—No será necesario—respondió su madre—. Yo estaré con ella.

La agarró por ambos hombros y avanzó con ella como si no fuera más que un maniquí. Aurora agachó la cabeza y no dijo nada. Estaba claro que la situación no era buena y, en cualquier otro momento, Stiles se habría entrometido, pero no en esta ocasión. Lo que estaba en juego era demasiado importante.

—Estaré por aquí—les dijo mientras una enfermera las acompañaba a su habitación.

Peter rodeó su cintura con un brazo y Stiles se apoyó contra él. Las siguieron discretamente hasta que vieron en qué habitación entraban. Esperaron unos metros más atrás hasta que la llevaron en la cama al quirófano y entonces pasaron a la sala de espera más cercana. La madre había entrado con ella así que estaban solos en la sala. Stiles no dejaba de mirar el reloj de su móvil cada minuto, se estaba quedando sin batería. La mano de Peter estaba firme en la parte posterior de su cuello y evitaba que se volviera loco.

—Una cesárea sin complicaciones dura entre treinta y cuarenta minutos—murmuró cuando llevaban veintinueve minutos en el quirófano. Peter le dio un beso en la sien y Stiles suspiró—. ¿Puedes oír algo?

—Falta poco, cariño.

Stiles cogió su mano libre entre las suyas y comenzó a trazar cada falange y nudillo y cada línea de su palma. Debía de ser una molestia, pero Peter se lo permitía igualmente.

De repente, escuchó un llanto y saltó de la silla como si lo hubieran electrocutado.

—Es... es...

Peter lo agarró por la cintura para evitar que saliera corriendo hacia el quirófano.

—Está bien, van a limpiarlo.

Stiles miró hacia la puerta del quirófano por un momento hasta que los llantos cesaron. Suspiró y sus piernas temblaron. Estaban a punto de fallarle, pero Peter lo sostuvo y lo sentó en una de las sillas de plástico.

—Soy padre—miró a Peter con una expresión atónita. Ahora era real.

—Felicidades, cariño—le dijo con una sonrisa.

Peter le dio un suave beso y Stiles se abrazó a él, sintiendo toda la tensión de aquellos días (meses) dejar su cuerpo.

—Lo están llevando a la sala de neonatos.

—¿Vamos?—le preguntó porque en ese momento sus ansias por ver a su hijo eran demasiado fuertes y no estaba seguro de si lo que quería hacer estaba bien o mal.

—Vamos—asintió.

Llegaron a la sala de neonatos y vieron a una enfermera que habían visto entrar en el quirófano colocar a un bebé en la cuna. Stiles se acercó lentamente al cristal, Peter solo medio paso por detrás. Primero se aseguró mirando la tarjeta en la parte frontal con el nombre de Aurora y emitió un lastimoso gemido cuando su atención se fijó en el bebé. Era simplemente perfecto, con sus cinco dedos en cada mano y cada pie, sus rechonchos brazos y cuerpo, su piel rosada, su pelo negro, su nariz respingona y unos brillantes ojos azules. Había heredado los ojos de su madre, pero no le importaba, incluso si no se pareciera en nada a él lo adoraría de todos modos. Apenas acababa de conocerlo, pero ya (incluso desde antes) era lo más importante de su vida.

—¿Có-cómo está? ¿Ha ido todo bien?—preguntó cuando vio a la enfermera salir.

La mujer, Leslie, según su placa, lo miró recelosa, parecía a punto de llamar a seguridad.

—Lo siento, no puedo...

—Am, soy... soy su padre. Aurora y yo no estamos... pero soy el padre.

El rostro de la enfermera se suavizó un poco.

—Lo siento, señor, pero no puedo decirle nada sin el permiso explícito de la madre. Ya debería de estar en la habitación, pero dele unos minutos para que se recupere de la anestesia e iremos a preguntarle, ¿de acuerdo?

Stiles asintió un poco decepcionado, pero lo entendía, era por la seguridad de los bebés (se había topado con demasiados artículos sobre secuestros de bebés en hospitales). Leslie se fue y ellos se quedaron allí, observando al bebé un rato más.

—Tiene tus ojos—le dijo a Peter, que lo abrazaba por detrás con la barbilla apoyada en su hombro.

—No creo que eso sea posible—respondió con una suave risa.

—Supondré que sí. La magia existe después de todo, ¿por qué no?

—Mm... Tienes razón, ¿por qué no?—acarició su cuello con la nariz y Stiles suspiró.

Unos minutos después fueron a la habitación de Aurora y Leslie los vio desde la puerta de otra habitación. Se acercó a ellos con una sonrisa y llamó a la puerta.

—Pase—respondió la madre.

Cuando lo vio entrar tras la enfermera, le miró con el ceño fruncido mientras que Aurora miraba hacia la ventana al otro lado de la habitación como si aún estuviera drogada por la anestesia.

—¿Qué quieres?—preguntó la madre con tono molesto.

—Quiero poder coger a mi hijo y que la enfermera me diga cómo está. Necesito el permiso de Aurora—respondió firme sin dejarse intimidar por aquella mujer. Tenía que morderse la lengua para no soltarle una barbaridad.

A la mención de su nombre, Aurora pareció reaccionar un poco.

—¿Quieres que te traiga al bebé?—le preguntó con tono dulce la enfermera. Aurora sacudió la cabeza con expresión casi aterrada—. De acuerdo, tranquila, cielo. Necesito que me digas si...—Leslie le miró.

—Stiles, me llamo Stiles.

—Si Stiles tiene permiso para ver al niño.

Aurora le miró fugazmente y volvió a apartar la cabeza, pero asintió.

—Muy bien. Si necesitas algo, si cambias de idea sobre ver al bebé, avísame.

Leslie se dio la vuela y le instó a que saliera con ella. Mientras pudiera ver a su hijo, lo demás le daba igual.

—¿Puedo... puedo estar con él ahora?—le preguntó a la enfermera.

—Acompáñame, te llevo a una habitación vacía para que puedas estar un rato con él.

—¡Gracias!

Fue a seguir a la enfermera, pero Peter lo detuvo un momento.

—Enseguida voy a veros—le susurró y tenía ese brillo en su mirada, la expresión de un depredador a punto de ir a por su presa.

Stiles asintió y le dio un rápido beso antes de seguir a la enfermera. Peter entró de nuevo en la habitación y ni siquiera miró a la madre, ella no era su objetivo.

—¿Qué qu-?

—Tienes que firmar esto—sacó un papel de su chaqueta y se lo colocó delante de la cara a la chica.

—¡Déjela en paz! ¡Llamaré a seguridad!—amenazó la madre.

Peter la miró y por un momento pareció asustada. No era de extrañar, podía parecer un mafioso cuando se lo proponía, era una cualidad de los Hale.

—Quieren deshacerse del niño, esta es la forma más rápida. Le cederá todos los derechos de paternidad a Stiles y no volverán a oír de nosotros.

La mujer le miró con el ceño fruncido, parecía querer pelear, pero optó por lo que más la beneficiaba. Levantó la cabeza con orgullo y abrió su bolso.

—Firma—le ordenó a su hija, entregándole un bolígrafo.

Aurora encogió la cabeza entre los hombros como si estuviera intentando hacerse más pequeña. Cogió el bolígrafo de su madre y el papel y lo firmó sin tan siquiera leerlo. Peter le quitó el papel tan pronto como firmó y arrancó la copia inferior de las tres que había.

—Esta es para ustedes.

La dejó sobre la cama y salió de la habitación.





Stiles se sentó en una cómoda silla con asiento mullido de tela en una habitación vacía y esperó a que la enfermera regresara. No podía estarse quieto, su pierna botaba y sus dedos golpeteaban en los reposabrazos de madera. Estaba a punto de conocer a su hijo.

La puerta se abrió y casi saltó de la silla. Leslie entró sonriente, empujando la cuna del bebé.

—Aquí te traigo a tu pequeño—le dijo, sacando al bebé de la cuna—. ¿Sabes cómo cogerlo?

—Ah- am... ¿S-sí?

Respondió más como una pregunta, pero por primera vez sus brazos no se agitaron descontrolados. Tan pronto como le acercó el bebé, colocó sus brazos como debía y lo sostuvo correctamente. Era más por instinto que por todo lo que había practicado con muñecos porque en ese momento su mente estaba en blanco. Cuando el pequeño fardo estuvo en sus brazos, todo lo demás se desvaneció y sintió una increíble calma. Estaba completamente envuelto en una manta blanca y parecía medio dormido, pero sus ojos se abrieron y lo miraron directamente, grandes y brillantes.

—Aún no tiene nombre, deberías pensar en uno—le dijo Leslie, aunque apenas fue consciente de ello.

La enfermera se marchó y Stiles se quedó con su bebé. Su bebé. La criatura se quedó dormida enseguida, emitiendo pequeños ruiditos adorables. Peter llegó poco después y se sentó silenciosamente a su lado en otra silla.

—Peter Hale, te presento a Wilkomir Stilinski, o solo Wilk—Peter le miró con una ceja arqueada—. ¿Qué? Al menos todas las letras están en nuestro alfabeto.

—Me preocupa más que sea un nombre relacionado con lobos.

Stiles le miró sorprendido.

—¿Sabes polaco?

—Estoy aprendiendo—respondió con una sonrisa—. Bienvenido a la manada, Wilkomir—recorrió su cabeza suavemente con una mano—. ¿Puedo...?

—Adelante, deja suelto al lobo.

Peter se inclinó sobre el pequeño e inspiró hondo. Recorrió su mejilla y su frente con la nariz, marcándolo con su olor, y le dio un beso en sus negros cabellos. Se incorporó y le dio un beso a Stiles.

—Es adorable—susurró con reverencia.

—Es tan pequeño que sobre todo parece una patata con ojos.

—Estás hablando de tu recién nacido—replicó, aunque no pudo evitar que se le escapara una risa.

Stiles se encogió de hombros tanto como pudo sin molestar al bebé.

—Lo adoro, en serio, pero todos los bebés son así, nada nuevo ahí.

Peter resopló una risa y le dio otro beso.

—Ha firmado—le dijo.

Stiles inspiró con fuerza y contuvo el aliento por un momento. Wilk se agitó un poco en su sueño, pero enseguida se calmó.

—Entonces... ¿No puede echarse atrás?

—Puede echarse atrás, pero si lo hiciera sería mucho más fácil conseguir la custodia compartida y no te podría impedir verlo hasta que se celebrara el juicio.

Stiles suspiró con alivio y apoyó la cabeza en el hombro de Peter.

—Gracias.





La enfermera regresó algún tiempo después, no estaba seguro de cuánto había pasado. Wilk ya se había despertado y parecía empezar a estar algo inquieto.

—Te he traído un biberón para que le des de comer, si te parece bien.

—Sí, sí, claro—aceptó el biberón y Wilk se aferró ávido a la tetina—. ¿Cuándo podré llevármelo?

Leslie pareció sorprendida.

—La madre ha cedido los derechos de paternidad, ya estaba acordado. Era eso o darlo en adopción. Ya he presentado los papeles necesarios—explicó Peter.

—Entiendo—asintió con un suspiro y una sonrisa triste—. Podéis llevároslo cuando queráis, está perfectamente sano.

Stiles miró a Peter y este asintió.

—Iré a por el cochecito, vuelvo enseguida—les dio un beso a ambos y salió de la habitación.

—Para el nombre...—le comentó a Leslie.

—Claro, ¿ya lo has decidido?—le preguntó con más entusiasmo.

—Wilkomir, Wilkomir Stilinski. Es un nombre polaco, mi familia es originaria de allí—explicó ante su rostro confuso.

—Oh, bien, tendrás que deletreármelo para que no me equivoque—le pidió, sacando un fino bloc de notas adhesivas y un bolígrafo.

Peter no tardó mucho en regresar, el hotel estaba bastante cerca del hospital. Vistieron a Wilk con un pelele verde con el dibujo de una tortuga, lo envolvieron en su propia manta y lo colocaron en el cochecito que habían llevado desde Beacon Hills. Recibieron el visto bueno de la doctora, se despidieron de Leslie y salieron del hospital. Peter abrió un paraguas sobre ambos aunque hoy solo estaba lloviznando ocasionalmente. El cochecito tenía una capota de plástico para proteger a Wilk.

Se habían preparado para pasar dos semanas en el hotel. Técnicamente el bebé podía volar desde el primer día, pero muchos recomendaban esperar esas dos semanas o incluso un mes. No iban a pasar un mes en Minnesota.

Stiles estaba listo para todo, incluso lo catastrófico. Las noches en vela no eran su mayor problema como lo era para la mayoría de padres, estaba acostumbrado a pasar noches en vela con sus investigaciones y, además, Peter se levantaba la mayoría de veces antes incluso de que comenzara a llorar. Para compensarlo, Stiles se ocupaba de los pañales, Peter sí que lo pasaba mal con su olor. Sin tener que preocuparse por otras responsabilidades, así era su vida con un bebé. Darle de comer, cambiarle los pañales, ponerlo a dormir, sacarlo a pasear y jugar con él. Parecía sencillo y al principio pensó que se aburriría, pero al ser un recién nacido el espacio entre tomas y los ciclos de sueño eran muy breves así que apenas tenían tiempo para aburrirse.

No estaba preparado para lo que sucedió el décimo día.


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