Hacía varios días desde que Narcisa había presenciado aquella escena en la cocina.
Ella no había descubierto la naturaleza de su marido hasta que Draco nació. Su matrimonio había sido algo que sucedería, lo sabía desde que era una niña, como una verdad universal.
Quizás fuera por ello, porque su marido era un hombre muy atractivo, porque era atento y cariñoso con su hijo, que el amor, como ella había soñado acabó por no importarle que no llegara.
Cuando Draco nació entendió que Lucius nunca la amaría como ella esperaba, y su matrimonio, quizás, se fortaleció.
Porque sobre todas las cosas ellos eran una familia, y al final del día, unos buenos amigos.
Lucius nunca le dijo quién era su pareja destinada, pero que le relatara como había cortado sus propias alas en señal de oposición le dejaba claro que la había conocido y la había rechazado. No sabía si de modo unilateral o recíprocamente.
Cuando lo vio en la cocina comprendió de quién se trataba.
Tomaba té con Andrómeda, la había echado de menos, su hermana mayor parecía la única con dos dedos de frente de las tres hermanas.
Podría pasar como la hermana gemela de Bellatrix, pero aquellos ojos castaños no poseían su locura, las pequeñas arrugas alrededor de ellos cada vez que sonreía le mutaban el rostro en algo que Bella nunca sería. Agradable.
Nunca lo fue, en cualquier caso. Con ese gusto enfermizo por los hombres sin nariz tan desagradables como ella, tampoco era de sorprender.
Miró a su sobrina, Nynphadora era una chica asombrosa, pero esa tarde algo la mantenía inquieta haciendo cambiar su cabello de tonalidades de rosa, a cada cual más chillón.
Sintió lástima por su corazón, porque Remus se lo iba a acabar rompiendo. Narcisa sabía lo que había entre Lucius y ella, pero temía que lo que hubiera entre ella y Remus no sería tan fuerte.
El tiempo de dar un paso al lado y dejar que su marido pudiera estar con la persona, que quizás aún no amaba, pero que acabaría haciéndolo, había llegado.
Pero ella era una mujer adulta que siempre había sabido que el corazón de su marido, como sus alas, estaban rotas. Y su sobrina solo era una chiquilla enamorada, y por cómo acariciaba su vientre de vez en cuando, con un asunto importante entre manos.
Las hermanas Black intercambiaron una mirada cuando aquel gesto no pasó inadvertido para ambas. Andrómeda también lo sabía, ¿lo sabría el padre de la criatura?
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