—No es el momento, Severus—dijo Lucius en voz baja.
—Es que la quiero, la quiero mucho.
El momento no podía ser peor para una confesión de ese estilo, Severus y él habían sido atrapados por el antiguo grupo de carroñeros con el que trabajaba Fenrir. Y a Severus le habían suministrado Veritaserum y su amigo estaba revelando datos que a los demás no le importaban pero para él eran de máxima importancia.
Como que estaba profunda e irremediablemente enamorado de Narcisa y quería cortejarla con la aprobación de Lucius.
Iban a morir y encima iban a morir haciendo el ridículo.
El lujo de volver a tener su antigua varita le había durado muy poco, Remus se la había llevado una mañana fría con la mirada llena de calor.
Habían probado con otras varitas, pero no servían, no cuando la suya aún existía, y aunque había comenzado a poder usar la de Remus porque esta le quería, no era comparable a tener la suya propia. Y le había durado media hora en la calle.
Kingsley se la había conseguido a Remus corriendo numerosos riesgo, y Lucius había sido como un niño la noche de Navidad. El bastón había desaparecido pero ya le haría otro.
Al menos Dumbledore había conseguido la copa que la loca de su cuñada tenía en su bóveda en Gringotts y contenía una parte del alma de Voldemort. Dato que habían conseguido graciss a él, por primera vez hacía algo de utilidad para la Orden.
Andrómeda era demasiado parecida a la trastornada, y se había hecho pasar por ella. Quizás fue la euforia del momento que hizo que Remus y él salieran a celebrarlo y Severus le contactó para debatir unos asuntos.
El hombre oscuro y ceniciento tenía una cara de enamorado espeluznante, más que veritaserum parecía que le hubieran dando Amortentia, de la dura.
—Cállate ya—siseó Lucius mientras los otros los miraban en tan lamentable confesión.
—O sea, que este se está follando a tu mujer, ¿y tú miras?—dijo socarrón uno de los carroñeros, ¿a quién le importaba como se llamara?
—No, él se folla al lobo—señaló Severus con una sonrisa beatífica en los labios.
Si Lucius hubiera podido pegarle, lo hubiera hecho.
Su lobo, su lobo tenía que estar muerto de preocupación. Y en cuanto llegara el jefe de esa cuadrilla se los llevarían a Malfoy Manor y entonces, sangre y muerte.
Lucius tembló, no quería morir, nadie quiere morir, pero es que Voldemort era un sádico. Su mente jugaba a los mil engaños, que Remus le había lanzado un Imperius para tenerlo de juguete sexual. Que Fenrir los había traicionado, que...
Iban a morir...
Vio en su mente a Narcisa y a Draco, vio a Remus. No, la verdad es que no quería morir cuando por fin le había encontrado.
—¿Cuánto más va a tardar?—preguntó uno nervioso.
—Y su piel, su piel es tan fina, tan suave, justo la que se junta entre su ingle y ...
—Es el único que tiene el traslador, a estos los tienen que estar buscando, esperamos.
Esos tipos eran unos estúpidos, si fueran mínimamente inteligentes se darían cuenta de que tenían a un Malfoy, no necesitaban traslador.
Pero por la puerta de aquel bajo infesto no apareció un carroñero sino una orda de pelirrojos furiosos.
Nunca se había alegrado tanto de ver tanto Weasley junto. También estaban Narcisa y Remus.
Además de tontos, los carroñeros no eran muy duchos en un combate en un lugar tan cerrado.
—Si dices algo de lo que he dicho aquí, te corto la melena—le susurró Severus al ponerse de pie y darle una mano para que Lucius se levantara.
En ese momento Lucius se dio cuenta de que a Severus el veritaserum no le había hecho ningún efecto y todo había sido una treta de distracción.
Si aceptaran solicitudes los carroñeros ,Lucius hubiera sido un candidato para el club de los tontos, pensó algo molesto.
Lucius asintió pero notó los brazos de Remus agarrarlo y abrazarlo.
—¿Estás bien?—le preguntó besándolo sin control, Lucius estaría encantado pero había demasiada gente.
—Bien, estoy bien.
Remus volvió a besarle, pero le sacó de allí, por mucho que estuviera en su bando, Lucius era un prófugo de Azkaban y los aurores llegarían pronto.
Se despidió rápido no sin antes ver como Severus miraba a Narcisa que estaba entre los dos gemelos Weasley muy animada, también supo que lo que dijo su amigo no era ninguna mentira.