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Broken por Sh1m1

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Lucius sintió un dolor paralizante cuando estúpidamente se interpuso entre la maldición de Bellatrix a la ex de Remus, en serio que en esa familia tenían que hacerse mirar un par de cosas.

Pero verla con un vientre tan prominente, sobre todo después de perder él a su propio hijo le removió todo, y se interpuso, nadie diría que Lucius Malfoy no había hecho algo bueno en toda su vida.

Pero dolía como un demonio, y le estaba costando mantener la consciencia. Mal momento para quedarse hecho un ovillo, sino fuera por la varita diestra de la bruja que le sostenía en sus brazos estaría perdido.

—Aguanta—le gritaba Tonks ensordecidos por los gritos y maldiciones.

Pero el haberse quedado paralizado por el dolor era horrible, era ver a Draco caer muerto, era ver a su mujer gritando de dolor, era no saber qué le había pasado a Remus.

Y las manos que le sujetaron cambiaron, mucho más grandes, mucho más fuertes. La espalda le dolía pero fue nada cuando vio a Remus sosteniéndole, fue nada cuando sonrió aliviado al verlo vivo.

—Voldemort ha muerto, Draco y Harry están vivos—repetía una y otra vez Remus, cada vez más alto, extendiéndose por el hall principal de la Casa de los Gritos.

Pero hasta que no lo vio recostado contra el fuerte pecho de Remus no lo creyó, en la escalera estaban, efectivamente, Draco y Harry, vivos, juntos.

Vivos.

Los mortífagos que quedaban luchaban por salir de allí, por desaparecerse y esconder la cabeza por el resto de sus vidas.

Pero fuera una buena remesa de aurores acababan de llegar, finalmente se rindieron.

Tonks se acercó junto a un Charlie muy magullado a darle las gracias, cuando el rostro de la chica cambió.

Charlie y Remus se alternaban en entrar en pánico cuando anunció que algo no iba bien y que el bebé se estaba adelantando.

Los reproches sobre lo adecuado de haber ido en su estado pasaron a un segundo plano, tenían que ir a San Mungo, era demasiado pronto para el bebé.

Todo lo demás Lucius lo recordaba muy vagamente, la llegada a San Mungo, las pociones y hechizos sanadores, el sueño inducido para que la recuperación fuera más rápida y en todo momento, Remus a su lado.

Pero Remus había aprovechado su sueño para ir a ver a su hijo, un niño fuerte que a pesar de contar solo con siete meses iba a salir adelante.

Lo miró con cariño, orgullo y un sentimiento de temor constante. Arthur le había dicho que era lo que se sentía al ser padre, un temor por su bienestar que no le abandonaría nunca.

Quedaban largos meses hasta que pudiera salir de San Mungo, pero los medimagos los habían tranquilizado. Todo estaba bien.

Tonks le sonreía aliviada, y Remus se alegró de que todos estuvieran bien. Iban a ser una familia atípica, pero familia al fin y al cabo.

Los gritos tomaron a Remus y a Lucius juntos, con el rubio despierto y recibiendo un sin fin de mimos.

—Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore—se escuchaba a Narcisa bramar por los pasillos—casi matas a mi hijo, casi matas a Harry. Esto no va a quedar así.

Remus se asomó para ver al anciano director con las manos levantadas ser apuntado por Narcisa con su varita.

—Querida, a veces hay que correr con algunos riesgos.

Remus había estado tan inmerso en la batalla, en llegar a todos lados que no había caído en un dato en el que Narcisa sí lo había hecho.

Había hablado con los chicos, y Harry le había confesado que él era el último Horrocrux de Voldemort. Y eso le daba un nuevo enfoque a todo, el plan de Dumbledore siempre había sido ese, que Harry muriera para destruir el último Horrocrux.

Remus ató cabos tras las acusaciones en voz alta de Narcisa, y se sumó a ella.

—¿Es cierto eso?—dijo brutal.

—Pero él volvería, era un hecho.

Tanto Narcisa como él sabían que aquella jugada había salido bien por los pelos, solo por los pelos.

Harry salió de una de las habitaciones con su nuevo mapa de cicatrices siendo sostenido por Draco.

—Estoy bien, no ha pasado nada.

El grupo de heridos por la batalla había sido llevado al mismo ala de la institución sanadora y cada vez había más espectadores en los quicios de la puerta.

—Creo que todos debemos calmarnos.—Snape había aparecido en algún momento silencioso como siempre. Y entonces Narcisa se volvió de verdad letal.

No hubo pasillo suficiente para que Severus corriera para no ser alcanzando por la ristra de hechizos punzantes que Narcisa le dirigía contra su trasero.

—Ven aquí, sucia sabandija traicionera.

Remus no quería sonreír, era un asunto serio, un asunto que podría haber salido francamente mal. Miró a Dumbledore dejándole claro que aquello no acabaría así, y se acercó a Harry.

—¿Cómo te encuentras?—le acarició la cabeza.

El muchacho que ya casi parecía un hombre llevaba las marcas de su tortura, venas negras de mayor o menor grosor iban desde su pecho irradiándose hacia todo su cuerpo. Sanaría, había estado a su lado cuando los medimagos le habían dado el pronóstico.

Como siempre Harry estaba fuera de toda lógica, nadie hubiera sobrevivido a esa cantidad de Crucios, salvo él.

—Estoy bien, y que yo no lo supiera hizo que Voldemort tampoco.

—Aún así no estuvo bien, espero que nunca más se tenga que tomar una decisión sin consultarte primero.

Remus no supo si el abrazo que le dio a Harry era más necesario para el chico o para él mismo.

Tampoco tuvo tiempo de pensar mucho, era el día de los gritos y uno desgarrado venía de la habitación de Lucius.

Cuando entró no supo que iba a encontrarse, pero no un veela con unas alas desplegadas, o al menos una de ellas.

—Me han dado en el ala, me han dado en el ala.

Lucius se giró para mostrarle el ala mocha, aún no eran comparables a las que hubiera lucido en su momento, le faltaban plumas, pero el armazón estaba bien formado. Pero una de ellas tenía una herida fea.

—¿Desde cuándo vuelves a tener alas, papá?—preguntó Draco, pero Lucius no dijo nada, solo trataba de mover el alita con cara de pena.

Remus se adelantó y le besó el ala herida donde no había daños.

—Tus alas te han salvado la vida, amor.

Lo que vino después no era algo que un hijo quisiera ver de su padre, así que Draco salió corriendo espantando y con Harry sonriendo detrás cerrándoles la puerta a la pareja.


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