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Secretos entre enemigas por Kuro081298

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Notas del fanfic:

Escrita por Kuro081298 en amoryaoi y Wattpad

Notas del capitulo:

Hey, ¿Cómo están?, han sido tiempos difíciles para todos, espero estén bien. Regrese con una nueva historia, esta vez me tomó un año escribirla COMPLETA, así que tendrán capítulos para disfrutar sin temor a que deje de actualizar jaja.

De todos modos, con mi antigua historia uno de mis lectores pregunto por otro medio por el cual supieran noticias de mí, ya saben, de vez en cuando desaparecía cuando me tocaba actualizar. Así que decidí crear una página de Facebook dedicado a noticias sobre actualizaciones o posibles descansos que tenga, claro que subiré contenido extra a esta plataforma, más que nada pequeñas ilustraciones o datos de la historia.

Este es el link a mi página: https://www.facebook.com/Kuro081298-107776514727735

Bueno las indicaciones de siempre, la historia es mía, como los personajes y los parecidos a la realidad son mera coincidencia. Si la ven escrita en otro lado que no sea Wattpad o Amoaryaoi y sin mi nombre de usuario la publicaron sin mi permiso.

Sin más que decir o aclarar disfruten la historia.

"El amor actúa de maneras misteriosas"

"Llegará en el momento menos indicado"

"Cuando este frente a ti lo sabrás"

El amor es un espejismo, ¿Creen que pienso así porque me lastimaron?, no es así, es porque lo veo todos los días en mi casa. Mis padres son personas que no entiendes como lograron enamorarse, no puedo imaginarlos amándose, ni siquiera me doy una mínima idea de cómo eran de jóvenes.

Gritos, insultos, hasta golpes, ambos parecen perros y gatos, no soportan ni mirarse. Ellos mismos me demostraron a tan corta edad que el amor es algo efímero, superficial, nubla tus sentidos en un periodo corto para después darte un buen golpe de realidad. Se debe disfrutar lo más rápido posible antes de que termine, por ello cambiaba de novio como si se tratara de una prenda de vestir, en el momento que me aburría me deshacía de ellos.

Me consideraba una chica feliz, nunca me hizo falta atención, era la envidia de todos y todas, no había alguien que me sobrepasara en poder y manipulación. Los chicos que lastimaba no lograban tocarme ni un solo pelo, mi inteligencia me permitía prevenirme y sacarlos del camino si se llegaban a convertir en un obstáculo.

Mi vida era perfecta, no me hacía falta nada a tan corta edad. Pero entonces cuando pensé que nadie me superaría llegó el cambio más importante a mis 17 años. El amor llegó a mi puerta de manera agresiva.

Por primera vez alguien movía mis sentimientos de manera tan brusca que todos mis sentidos cambiaban con una simple palabra, una expresión, un gesto. No solo ya no me reconocía, mi esencia cambio por completo en tan solo un año y las consecuencias de mis acciones azotaron como huracán.

Y bueno, aquí estoy yo, parada bajo la lluvia viendo como la chica que amo baila con alguien que no soy yo. Era la primera vez en mi vida que estaba decidiendo en base a otra persona que no fuera yo misma, mi egoísmo se desvaneció junto con mi soberbia, solo deseaba su felicidad y que aquellos recuerdos que creamos juntas no los olvidara nunca.

Me sentía destruida y con el corazón roto, pero sabía muy en el fondo que era un mal que merecía por todo lo que había provocado. Esa noche no solo me destruyeron el corazón, sino termine envuelta en algo más peligroso, algo que posiblemente acabaría con mi vida.

Pero para entender esta historia, debemos regresar un año y 6 meses atrás, al momento en que una decisión cambio todo el rumbo de mi vida.

Estaba en mi segundo año de preparatoria, había cumplido apenas mis 17 años y a pesar de ser una chica de muchos problemas, tenía muy buenas calificaciones. No era solo una cara bonita, era muy inteligente. Por ello nadie había podido quitarme mi lugar en popularidad.

Me consideraba una chica muy guapa, pelo castaño y ondulado, de una estatura aceptable (1.65m), mi piel bronceada (bien cuidada por supuesto), buenas curvas (ni tan gorda pero tampoco tan delgada), mis ojos grises y mi cara siempre bien maquillada (sobre todo mis labios, con ese hermoso labial sabor cereza).

- ¿Me dejaste por este imbécil? – decía un chico de ojos verdes muy bonitos. Se veía furioso y exaltado, estaba haciendo una escena frente a todos en plena cafetería.

- Déjalo, Brad, fui más hombre que tú hermano – ahora hablaba un chico idéntico al que me estaba reclamando.

- Te voy a matar Jack – Brad se lanzó furioso a Jack y toda la cafetería se levantó para ver el enfrentamiento entre estos dos hermanos.

Todos gritaban eufóricos "Pelea, pelea", era tan aburrido ver una escena así de nuevo que me levante algo cansada, tome mi bolsa y me dirigí a la salida de la cafetería antes de que los profesores llegaran a la escena del crimen.

Venía con mis dos amigas, ambas riendo y mirando la escena que había dejado atrás. Mientras yo caminaba por los pasillos poniéndome un poco de labial. Quite el excedente, sonreí y después guarde mi espejo en la bolsa.

- Esta vez te excediste, ¿Gemelos? – Gabriela reía mientras caminaba detrás de mí.

- Bueno, fue un reto enamorarlos a ambos, pero no hay nadie que se resista a estos hermosos ojos grises – me detuve, me di la vuelta y la mire haciendo una cara inocente, después sonreí con diversión y seguí mi camino por los pasillos.

- Por los menos Jack te es fiel – decía Ashley dándome unas jafas de sol – ten, las dejaste en la mesa

- Bien querida, me harán falta hoy – las tomé y me las puse.

Aprovechamos el caos para escaparnos de la escuela del día de hoy, así que fuimos hasta el estacionamiento y me dirigí a mi Mustang GT. ¿Qué puedo decirles?, era una chica femenina, pero con gustos algo rudos cuando se trata de autos.

Mis amigas y yo nos saltábamos seguido las clases cuando había pleitos entre mis pretendientes, con mi auto nuevo era mucho más fácil. Un pequeño regalo de parte de mi padre, mi cumpleaños había sido muy gratificante.

Fuimos a la playa, nos bronceamos, disfrutamos del día y sobre todo logramos coquetear con algunos chicos lindos. La compañía fue buena, además de que ellos nos invitaron algunas bebidas (que puedo decir, mis amigas y yo nos las arreglábamos para parecer mayores de edad). Por último, fui de compras y gasté como si no hubiera un mañana, una rutina que ya tenía como regla.

Después de un día agotador, decidí ir a casa con mis amigas, debíamos cerrar nuestro con una hermosa pijamada. Bajamos del auto con las compras en mano riendo y platicando sobre nuestro día. No había nada que arruinara ese momento, hasta que abrí la puerta y me encontré con una escena que cambiaría el resto de mi vida.

- Tú hija, llega a la hora que se le antoja llegar, ¿Con eso dices tener el control de esta familia? – decía mi madre furiosa.

- Creo que mejor nos vamos Hanna – Ashley dejo mis compras dentro de la casa y se retiró con Gabriela. Antes de que cerrara la puerta, di un paso al interior y ellas cerraron la puerta.

Mis padres se encontraban discutiendo a unos metros de la entrada, mi padre de brazos cruzados miraba furioso a mi madre, mientras ella señalaba con un dedo en mi dirección. Era otra de sus estúpidas peleas, así que solo tome mis bolsas y me retire lentamente hacía las escaleras que se encontraban a un lado de ellos.

- ¿A dónde crees que vas jovencita?, estamos en medio de un tema importante – comentó mi madre furiosa. No tuve otra opción que voltearme y ponerme las gafas de sol arriba de mi cabeza para mirarla mejor.

- Creo que esta pelea no me concierne a mí madre, no tengo nada que ver con ustedes – le sonreí – si me disculpan, debo tomar una ducha, tuve un día difícil – antes de que pudiera darme la vuelta mi madre me detuvo con su voz.

- ¿Un día difícil?, no me hagas reír Hanna – esta vez giro su cuerpo hacía mí, para poder encararme – me hablo el director, me dijo que causaste problemas entre el alumnado y no solo eso, te saltaste las clases

- Por favor, no voy mal en mis notas, ¿Papá, dejaras que me hable así? – mire a mi padre con una cara triste.

- No – mi padre me miro dulcemente para después fulminar con la mirada a mi madre – no puedo creer que no puedas detener tus locuras, ¡Nada te hace feliz mujer!, no entiendo cómo me llegué a casar contigo

- Estoy cansada de esta situación – mi madre camino furiosa a la cocina y después regreso con unos papeles, se los entrego a mi padre y este puso una cara nerviosa al leerlos – la custodia será mía por completo, puedo ver que como padre eres un irresponsable, así que yo me encargaré de la educación de mis hijos – mi madre me miro directamente a los ojos – sobre todo de ella

- No puedes hacer esto, ¿Has enloquecido? – mi padre me miro preocupado para después mirar a mi madre nuevamente.

- Te di muchas oportunidades y ninguna la aprovechaste – mi madre rio y después se retiró escaleras arriba, por supuesto me tuve que hacer a un lado para que ella pasara con una sonrisa de victoria.

- ¿Padre?, ¿Qué ha pasado? – pregunte con nerviosismo. Poco después baje un poco para poder ayudarlo a sostenerse, se veía bastante pálido. Lo ayude a caminar hasta el sillón de la sala de estar y se sentó tembloroso en él. Tomé las hojas que le había dejado mi madre y cuando las leí entendí todo.

- Mierda – deje para mí misma, las cosas se habían complicado demasiado en mi vida perfecta.

El enojo de mis padres había llegado a un nuevo nivel, uno tan alto que esta vez se estaban divorciando de verdad. Lo peor es que mi madre obtuvo la custodia total, tanto mía como de mi hermano. Había alegado que mi padre era irresponsable y descuidado, por lo que nuestra educación no sería la correcta bajo su tutela.

Podríamos verlo los fines de semana, era el acuerdo al que se había llegado, claro que eso no le gustó a mi madre y no tardó mucho en encontrar la manera de obstaculizar nuestra visita a él. Sin duda mi madre se estaba vengando a lo grande de él.

Nos mudamos, mi madre decidido cambiar de ciudad lo más pronto posible, por lo que tuve que dejar a mis amigas atrás, a mis pretendientes, mis lugares favoritos... a mi padre... debía irme del hogar en el que había crecido.

Mi despedida fue emotiva, la más popular se iría por lo que muchos estuvieron llorando en mi despedida (en especial mis pretendientes). Entre miles de juramentos con mis amigas, me despedí con lágrimas de cocodrilo de mi reinado, mientras mi madre me jalaba con fuerza hacía el auto para poder partir.

Cuando el auto arrancó saque mi espejo para poder remover mis lágrimas antes de que estas arruinaran mi maquillaje. Cuando termine, mi mirada se posiciono en la de mi hermano gemelo, este me miraba con una ceja en alto.

- ¿Qué miras raro? – la rabia comenzaba a invadirme.

- Eres super falsa barbie – me sonrió para después mirar el paisaje una última vez.

- Por lo menos tengo cerebro – sonreí cuando note como me miro de reojo molesto.

Mi hermano era idéntico a mí cuando se trataba del mismo color de pelo, ojos y piel, pero en personalidad éramos muy diferentes. Su cara tenía un cierto parecido a mí, un poco más alto (1.80), atlético y en buena forma, el sueño de toda chica. Sin embargo, a pesar de tener la misma edad, ir en el mismo grupo y vernos diario, no convivíamos mucho juntos.

Puede que en un pasado fuéramos más unidos, pero por el momento nos bastaba con que uno supiera de la existencia del otro y que ninguno de los dos se cruzara en el camino. Cuando llegábamos a hablar era para pedirnos cosas como la sal en la mesa o molestarnos. Sin embargo, desde lo sucedido con mis padres, se había vuelto un poco más molesto. Nuestras peleas se intensificaron y era ya casi imposible convivir sin discutir, como en los viejos tiempos.

- Cálmense ambos, no quiero escuchar ruido en todo lo que queda del camino, ¿Quedo claro? – dijo mi madre furiosa, mientras miraba el camino.

Eran unas largas cuatro horas de camino, claro que parábamos de vez en cuando para poder descansar un poco y comer algo, por lo que esas cuatro horas se volvieron seis horas. Llegamos bastante noche a la nueva ciudad, claro que más que ciudad parecía una comunidad tranquila, sin tantos edificios, era más como un pueblo no tan apartado.

Había bastante vegetación, gente algo mayor a los alrededores y poca iluminación a comparación de la ciudad. Cuando llegamos a nuestro nuevo hogar no se veía tan grande, se veía lindo, pero era pequeño y mis cosas no cabrían en mi habitación, de eso estaba segura.

Mi hermano y yo salimos despacio del auto para presenciar nuestro nuevo hogar y ambos suspiramos algo decepcionados.

- El camión de la mudanza se encargó de dejar todo dentro, así que dormiremos donde podamos – mi madre camino hasta la entrada de nuestra nueva casa.

- Mamá, esta casa está muy pequeña, ¿No crees que deberíamos buscar algo más grande?, mis cosas no van a caber en esa pequeña casa – me apresure a decir para convencerla.

- Creo que es la primera vez que concuerdo con mi hermana, esta casa no me agrada del todo – mi hermano defendió junto conmigo.

Mi madre nos volteó a ver confundida, rio, se dio la vuelta y abrió la puerta. Entró y prendió las luces, tanto mi hermano como yo nos aproximamos a ver la casa y con lo primero que nos encontramos fue con cientos de cajas.

- Esta casa será nuestro nuevo hogar, quieran o no chicos – mi madre observo a los alrededores, inhalo y exhalo – no buscaré otra porque esta es la casa en la que yo crecí, así que dejen de quejarse y entren – mi madre se alejó hacía lo que parecía una cocina pequeña.

Mi hermano me volteo a ver molesto y suspiro, después entro al interior de la casa.

La casa contaba con 2 pisos, desde la entrada podía ver lo que parecía la cocina (en la parte izquierda) y la sala de estar (la parte derecha), no había comedor por lo que imaginaba que se comería en la sala de estar o en la pequeña barra que tenía la cocina. Frente se encontraban las escaleras y un pequeño pasillo que te llevaba al patio trasero.

Arriba había 3 habitaciones pequeñas, una a la izquierda, dos a la derecha y casi enfrente de las escaleras el baño. No teníamos baño propio, ni comedor y en comparación a mi antigua casa, esta parecía un armario.

Y las cosas iban empeorando, note que faltaban cosas, ya que yo había contado las cajas que me correspondían, tenía exactamente 50 cajas y ahora solo tenía 25 cajas, además de que no estaban mis muebles.

- Mamá, ¿Qué significa esto?, ¿Dónde está el resto de mis cosas? – decía saliendo de la habitación que se me había asignado (la habitación de la derecha al fondo).

- Las vendí, necesitaba dinero para los nuevos muebles, además de que ustedes nunca usan el 100% de sus cosas, les hice un favor y me deshice de lo viejo – mi madre lo dijo tan tranquilamente mientras acomodaba algunas cosas que me sorprendió.

- Mamá enloqueciste, esas cosas eran de nosotros – mi hermano salió de su habitación con prisa, se veía igual de molesto (se le asigno la otra habitación que estaba de mi parte, esta se encontraba al lado de las escaleras)

Mi madre suspiro y después nos miró furiosa.

- Escuchen, ustedes dos no saber apreciar las cosas, su padre los volvió unos malcriados, creen que merecen todo, pero no es así. Tuve que traerlos al lugar donde crecí para que puedan cambiar la manera en que son, sino... puede terminar mal – esta vez mi madre se quedó pensando en la última frase que dijo – no me reprochen y sigan ordenando sus cosas, es una orden – no pudimos decir nada más, mi madre se había retirado a su habitación y cerró la puerta fuertemente, eso significaba que no quería que nadie la molestara (evidentemente a ella le tocó la habitación de la izquierda)

- Te odio – me dijo mi hermano antes de encerrarse en su habitación.

Mi vida había dado un giro completo, no sabía qué hacer, solo esperaba que el día de mañana las cosas mejoraran...pero por supuesto que no fue así.

- ¡¿Que?! – decíamos yo y mi hermano exaltados.

- El internado Gargoley es uno de los mejores, aunque no lo crean, tiene una excelente educación y sobre todo disciplina – era la mañana del día siguiente y todos estábamos desayunando a primera hora del día.

- ¿Por qué compraste esta casa si íbamos a estar en un internado? – mi hermano preguntó confundido.

- Porque los mantendré lejos de su padre un tiempo, además de que estando tan cerca del internado podrán venir a descansar a casa los fines de semana – mi madre nos sirvió el desayuno en la barra vieja que se encontraba en la cocina.

- Entendemos que odies a mi padre, pero nosotros no tenemos que pagar por eso – me levanté exaltada y dirigí a la salida.

- ¿A dónde crees que vas? – mi hermano me miro confundido.

- Me iré con mi padre – dije firmemente.

- Puedes irte – mi madre rio después de hacer ese comentario, lo cual se nos hizo raro a mí y a mi hermano – claro que tendrás que irte por tu cuenta, porque no te prestare mi auto – ya sabía a donde iba a llegar.

- ¿También vendiste mi auto?, era un regalo de cumpleaños, dios mío

- Termina tu desayuno, los llevará en 10 minutos a su nueva escuela – mi madre me sonrió y después subió a su habitación para alistarse.

Debía admitirlo, era inteligente gracias a mi madre, era muy astuta, claro que nunca le había ganado alguna batalla, por lo menos no sin ayuda de mi padre. Todo había salido como ella quería, así que tuvimos que hacer lo que ella ordeno sin poder quejarnos más, ya que no había manera de regresarle la jugada.

Nos hizo guardar un poco de ropa y utensilios necesarios para esta nueva academia, que al parecer era internado. Estaba a unos 30 minutos de nuestro nuevo hogar, por lo que el camino no fue tan pesado.

Cuando llegamos quede un poco asombrada, parecía un enorme castillo apartado de la sociedad. Podíamos ver a los alumnos con un uniforme aburrido que consistía en una falda (o pantalón en caso de los varones) gris, camisa blanca, calcetas grises, corbata roja y para rematar un horrible saco rojo.

- Creo que me desmayare – estaba segura de que estaba pálida.

- Creo que vomitare – dijo mi hermano después de mí.

- Vamos, caminen – mi madre se encamino hasta la entrada del internado.

Justo en la entrada del primer edificio vimos una enorme estatua de gárgola, en la parte superior se encontraba un escudo en gris de la gárgola. Al ingresar pudimos ver un enorme corredor por donde pasaban varios alumnos y se encontraban los casilleros.

Muchas miradas se posicionaron en nosotros, así que tanto mi hermano como yo caminamos por el lugar con confianza, la primera impresión nunca se olvida, por lo que no quisimos mostrar debilidad ni miedo.

Después de recorrer el enorme pasillo lleno de casilleros y alumnos, nos encontramos con un amplio sector en forma circular, con una gárgola en el centro de este sector, (sí que amaban a las gárgolas) ahí mi madre se detuvo para poder admirar el lugar, se le veía algo triste.

- ¿Qué le pasa?, actúa raro – mi hermano me susurro.

- Yo que voy a saber, ella ha estado actuando como loca

- ¡Bienvenidos!, ustedes seguramente deben ser los O'Neill, es gusto tenerlos en nuestra academia – una señora algo baja y vieja se aproximó a nosotros, vestida con un horrible vestido negro, me recordó a las túnicas que usaban los brujos en Harry Potter (¿Qué acaso nadie tenía sentido por la moda en este lugar?).

- El gusto es nuestro – mi madre se aproximó a ella y estrecho su mano amablemente – quisiera empezar con el trámite lo antes posible

- Será un placer y si gusta sus hijos pueden ir conociendo la academia y sus reglas – nos dedicó una sonrisa amigable, pero nosotros desviamos la mirada algo incomodos – nuestra perfecta Marie les hará con gusto un tour – entonces pude sentir una presencia pesada a mi lado, cuando miré a un lado pude ver algo tenebroso.

- ¡Hay que horror! – mi cuerpo salto al brazo de mi hermano, el cual sostuve con terror, entonces las miradas se posicionaron en mí una vez más, riendo por lo bajo.

Mi madre me miro furiosa al igual que la perfecta Marie, quien tenía un cuerpo tosco, media lo mismo que mi hermano, tenía un vestido negro al igual que la señora de hace un rato, su pelo amarrado en una coleta y por supuesto esa cara llena de arrugas con una verruga enorme acompañándola en su nariz.

- Lamento el insulto de mi hija, le hacen falta modales – mi madre trataba de mantener una sonrisa forzada, pero cada vez que me miraba esta se transformaba en una mueca de desagrado.

- Puedo verlo – la perfecta miro a otro lado molesta y bufó – por aquí – decía la perfecta indicándonos el camino.

Mi hermano me aparto de él para caminar molesto a donde le indicaba la perfecta y yo tuve que seguirlo por detrás. Todo esto solo escalaba de mal en peor. 

 

Notas finales:

Gracias por leer


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