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Piromanía por RLangdon

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Nervioso ante la silenciosa e imponente presencia del otro lado de la mesa, Naruto comenzó a juguetear con el dije que pendía de su cuello, entrelazándolo entre sus dedos y posteriormente dejándolo desenroscarse sobre su playera naranja. El sonido de los cubiertos no había mermado en lo más mínimo, muy por el contrario, ahora resonaba con un poco más de fuerza y constancia, forzándolo a mirar en la dirección de donde provenía aquel suave tintineo de la cuchara golpeteando el plato. Avergonzado al saberse observado con detenimiento, Naruto volvió la vista hacia el dije, temiendo oír una dura represalia de parte de su apuesto y piromaníaco hermano. Sin embargo y contra todo pronóstico, nada sucedía.
 
Tres días en las mismas condiciones y Naruto ya no soportaba el inminente silencio. Menma había optado por mostrarse nuevamente indiferente, pero en esta ocasión, lo era aun más. Limitándose a tomar la merienda y hacer sus actividades diarias como si Naruto no estuviera presente. Su glacial mirada de desigual color denotaba todo menos preocupación. No había ira o tristeza en sus pupilas, y aquello fuera posiblemente lo que más lastimaba a Naruto.
 
Hubiera preferido que Menma lo golpeara y maldijera hasta el cansancio, pero la ley del hielo le dolía muchísimo más. Se sentía invisible ante sus ojos, no lo soportaba. La neutralidad de Menma rayaba en lo calculador, era como si supiera que con ese frío método, Naruto sufriría mil veces más que con cualquier tortura aplicada.
 
¿Cómo no iba a sufrir, si la persona que amaba actuaba como si él no existiera?
 
Por momentos sentía unas enormes ganas de gritar con frustración, hacer cualquier cosa estúpida para llamar su atención. Pero entonces... ¿Qué venia después?
 
Seguramente Menma lo tomaría como el inmaduro que en realidad era y se apartaría aun más. A Naruto le sorprendía (y reconfortaba) que Menma siguiera ahí a pesar de todo. Aunque lo ignorara todo el tiempo, su simple presencia le bastaba. Añoraba aun mas sus encuentros furtivos, extrañaba sus besos y sus caricias, pero por el momento tenía que conformarse con que Menma continuara viviendo en el mismo techo que él. Ya que, si el mayor así lo quería, podría marcharse sin decirle nada.
 
Probablemente ese sería un tormento mucho peor que la indiferencia. Naruto no quería averiguarlo y esperaba que pudiera recuperar las cintas de video antes de que Menma si quiera pensara en alejarse definitivamente. Ya lo había hecho sentimentalmente, en cualquier momento también ocurriría físicamente y entonces...él sucumbiría por completo.
 
Y es que lo único que motivaba a Naruto a seguir lidiando con la suciedad de su cuerpo, era él, Menma. Su hermano y la esperanza de que la situación pronto se solucionara. Eran los únicos incentivos que lo mantenían en pie y soportando las peticiones (cada vez mas indecorosas del Uchiha), quizá aquello fuera irreal ya, tal vez ahora que Menma sabía parte de la verdad y el hecho de que no podría confiar nunca más en él por haberle engañado, las cosas no volvieran a ser como antes. Menma jamás lo perdonaría por haberse entregado a alguien más. Pero aun con todo, Naruto quería aferrarse a ese pensamiento, de lo contrario estaría aun más perdido.
 
-Deja de hacer eso.
 
La mirada de Naruto se iluminó ante la firme represalia del mayor. Desenroscó rápidamente su dedo de la gargantilla y pasó a mirarlo con expectativa, casi deseando que las palabras que tenía en mente salieran de su boca, anhelando poder decirle la verdad. Sin embargo sus esperanzas se hicieron añicos cuando Menma habló de nueva cuenta.
 
-Deja a un lado la hipocresía y quítatelo.
 
Su estómago se contrajo dolorosamente, lo mismo que sus facciones se tensaron. Naruto hizo un esfuerzo sobrehumano para no quebrarse ahí mismo, pero fue inevitable que sus labios temblaran un poco. El rictus de evidente enojo en el rostro de Menma solo incrementaba aun más su dolor y desdicha.
 
Esperó cabizbajo y en silencio a que Menma hiciera o dijera algo más. Quizá que le retirara por su cuenta el obsequio que él mismo le había dado, o en el mejor de los casos, que le espetara lo patético que se veía de esa manera.
 
Pero nuevamente sus suposiciones fueron erradas. Menma se puso de pie y tras tomar la chaqueta del perchero, salió del apartamento, dando un fuerte azote tras de sí.
 
**
 
Tirando cuanto cubo de basura se interponía a su paso, y sintiendo las piernas cada vez más pesadas y rígidas, Menma se detuvo frente al vehículo de vidrios polarizados. La puerta del copiloto se abrió de súbito, y él no lo pensó un solo instante para entrar, colocándose la máscara blanca una vez que se halló dentro del automóvil.
 
El conductor arrancó velozmente, pero el silencio instalado no desapareció hasta el tercer semáforo.
 
-¿Y bien?- inquirió Menma, sin apartar la mirada del parabrisas, mantenía los brazos cruzados sobre su pecho, tratando de apaciguar un poco su desenfrenado y embravecido ritmo cardíaco. No había podido contenerse esta vez y ello lo enfurecía mucho más que la recientemente descubierta infidelidad de Naruto. Había pensado que su hermano diría cualquier estúpida excusa, se disculparía y prometería terminar con el idilio que mantenía a sus espaldas. No obstante, nada de eso había sucedido. En cambio, Naruto solo demostraba un atisbo de arrepentimiento en su mirada, apenas un ápice de remordimiento por saberse atrapado. Nada de lo que él esperaba, nada de lo que él quería.
 
-Oh, no. Hoy es día libre- habló Obito entre dientes, sosteniendo con firmeza el volante con una mano mientras con la otra golpeteaba el adorno de dado que colgaba del espejo retrovisor. Aquella simple acción bastó para terminar con la paciencia de Menma, quien, iracundo, y recordando las acciones de Naruto, arrancó el dado y lo arrojó al asiento trasero. –Alguien despertó de mal humor.
 
Por toda respuesta, Menma dejó escapar un bufido de desespero. No toleraba cómo se desenvolvía la situación, mucho menos soportaba la faceta de falsa tristeza de Naruto. Podía llorar delante de él pero seguiría riendo a sus espaldas. Aquello lo sobrepasaba sin duda alguna.
 
-Ya que Tobi es un buen chico- canturreó el susodicho, pisando el acelerador en cuanto el semáforo cambió a verde. Menma se limitó a cerrar los ojos, tanto para concentrarse como para olvidarse de todo lo que estuviera relacionado con su "inocente" hermano menor. –Dejaré que escojas esta vez tú. Por supuesto te pagaré, solo siento curiosidad por saber qué clase de enemigos albergas en tu lista negra- el tono infantil empleado siempre desconcertaba a Menma en demasía, aquel sujeto era bizarro en el amplio sentido de la palabra, y...le agradaba. Tobi podía ser un maldito lunático, además de poseer una tendencia de lo más infantil y estúpida, pero sus acciones decían lo opuesto a lo que su boca profería.
 
Era un criminal, uno de los más audaces y astutos.
 
Por una fracción de segundo, sus labios esbozaron media sonrisa satisfactoria. Miró por la ventanilla, reparando en el cruce en el que se encontraban varados. Dos calles más y llegarían al colegio donde estudiaba su hermano. Ya era demasiado tarde para irrumpir el lugar pero tal vez...encontraría respuestas...
 
El que busca encuentra después de todo.
 
**
 
Abrochó y desabrochó la cadenilla por tercera ocasión en el lapso de quince minutos. Sabía que no la merecía pero al mismo tiempo no quería deshacerse de ella ni devolverla, era a lo que solía aferrarse cada vez que Sasuke y él intimaban en alguna de las diferentes secciones del colegio. El recuerdo de Menma le ayudaba a relajarse, le formaba un pensamiento que nada tenía que ver con la realidad, haciéndolo creer que estaba con Menma y no con el bastardo de su compañero.
 
Trataba de imaginarse las toscas pero placenteras caricias de su hermano, los besos que lo dejaban sin aliento y con la mente totalmente en blanco. 
 
Cuando estaba con Sasuke, Naruto pensaba únicamente en cómo sería si estuviera con Menma. Y funcionaba...los primeros cinco minutos. Incluso llegaba a disfrutarlo, la ausencia de las caricias de Menma hacia que las añorara aun más.
 
Claro que estas no iban a llegar con solo desearlo. Tenía que hacer algo al respecto.
 
Naruto abrió el cuaderno a rayas cuya portada exhibía la calcomanía de un ninja. No quería que Menma se enterara de su reciente afición por el tema. Desde que Naruto tuvo el dije del kunai, se había interesado por todo lo que involucrara a ninjas, investigó incluso la historia y algunos sucesos que los involucraban. Aquello habría sido un buen tema para una conversación en una cita que nunca tendría con su hermano.
 
Por lo menos aun podía recuperar parte de su orgullo. Si obtenía las inoportunas cintas, la maldición terminaría, se vería libre de ataduras para con Sasuke pero tendría que atenerse a las consecuencias, Menma ya no lo aceptaría mas como pareja.
 
La gota salada que impregnó el papel, distorsionó un número en el domicilio del Uchiha. Aun así, Naruto se lo había aprendido de memoria, solo quería corroborar que aquello no hubiera sido un sueño, o en el mejor de los casos, una pesadilla.
 
Pero no, todo era real. Tenía que presentarse dentro de un par de horas a la casa de Sasuke. Ya no solo sería hipócrita con él, sino también con toda su familia. Menma tenía razón, era un hipócrita, uno muy estúpido que no podía hacerse cargo de sus propios problemas.
 
Un suspiro de agobio abandonó sus labios. Naruto se levantó con desgano de la mesa y tras cerrar la libreta, depositó el collar sobre la mesa, sabiendo que tendría que irse pronto. De eso dependía si recuperaba o no la prueba que dejaba al descubierto su relación con Menma.
 
**
 
-Viejo...me... asfixias- la voz entrecortada del castaño solo sirvió para aumentar su enojo. Menma oprimió con más fuerza el cuerpo contra la pared, ejerciendo más presión en el agarre sobre el cuello del chaleco del desafortunado estúpido.
 
-Dime lo que sabes- exigió una vez más, entrecerrando los ojos y acercando más el rostro al del castaño.
 
Shikamaru tosió con estrépito, dejó de sostener las poderosas manos que se habían cernido como garras sobre su ropa y, temeroso, asintió a lo dicho.
 
En un rincón, Chouji veía todo a la distancia, entre confundido y asustado por la presencia del hermano de Naruto. Jamás en su vida había visto semejante grado de furia, ni siquiera él se ponía así cuando lo llamaban gordo, y eso era mucho decir. Temía por Shikamaru pero al mismo tiempo tenía muchísimo miedo de interferir y salir lesionado. El hermano de Naruto se parecía bastante a uno de esos luchadores profesionales que solían derribar a su adversario en cuestión de segundos. Un derechazo y seguro le rompería el tabique de la nariz, mejor no arriesgarse.
 
-No sé mucho- jadeó Shikamaru, sujetándose la garganta. Era una completa hilarancia el hecho de que por primera vez en meses decidiera quedarse hasta tarde en el aula para repasar algunos temas junto a su mejor amigo. Se había dicho que solo permanecería unas horas y al final se había pasado, ahora tenía que enfrentar las problemáticas consecuencias que se presentaban mediante el marcado cuerpo del muchacho frente a él. Menma Uzumaki poseía una mirada capaz de helar el mismo infierno, y él no quería arriesgarse a ser su objetivo, soltaría la lengua aun si no tenía ni idea. Todo con tal de salvar su pellejo. –Bien- suspiró apesadumbrado. Las articulaciones del moreno sonaron una vez que Menma cerró el puño con desmedida fuerza. –Ah, Naruto...veamos, a...a él- Shikamaru miró por sobre su hombro en dirección a una de las esquinas, Chouji le hacía exagerados ademanes con las manos pero por más que lo intentó, no supo lo que su regordete amigo quería decirle. –Le gusta Sakura, Sakura Haruno- aquello era verdad, Shikamaru lo tenía muy en cuenta, pero no sabía hasta donde debía extenderse con la futura mentira para convencer al furibundo muchacho que había roto uno de los cristales y casi derribado la puerta de una patada para después levantarlo del cuello del chaleco y exigirle respuestas que él no conocía.
 
-Sakura Haruno- recitó un reflexivo Menma, cuyo rictus de enojo se había aminorado un poco. -¿Qué más?
 
Shikamaru tensó el cuerpo ante la nueva pregunta. He ahí lo que él temía.
 
-¿Conoces a un tal Sasuke?- de inmediato, Shikamaru asintió a la interrogante. Chouji retrocedió otro paso. Temiendo entrar en el campo de visión (y posible destrucción) del hermano de Naruto.
 
-Cabello negro, ojos oscuros. Asis...asistió a la fiesta de Naruto- Shikamaru agregó lo último en un balbuceo, pensando si sería o no buena idea revelar ese dato, lo cierto era que solo quería salir corriendo y rogar porque algún maestro llegara pronto pero sabía que ninguna de las cosas sucedería. Al menos no hasta dentro de una hora más.
 
En silencio, Menma meditó lo que se le había dicho. Su semblante se relajó por escasos segundos antes de que otro arranque de rabia se apoderara de su sistema. Shikamaru abrió grandes los ojos cuando el puñetazo seccionó en varios fragmentos uno de los vidrios aledaños. Reparó en la muñequera oscura que le llegaba hasta el codo al Uzumaki. Varias gotas carmesíes mancharon el suelo antes de que Menma se irguiera en aparente calma para alejarse.
 
Shikamaru respiró aliviado tras varios segundos de tensión.
 
**
 
Nunca se había sentido tan miserable en su vida. Recordaba vagamente momentos en los que solía romperse, sobretodo ocurría por la ausencia de sus padres. Había tenido que afrontar él solo diversas cuestiones en las que se suponía que los padres apoyaban a sus hijos. Un claro ejemplo de ello era su orientación sexual. Otro, cuando se realizaban aquellas juntas en el colegio y todos sus compañeros asistían felices a recibir sus respectivos diplomas por sus perfectas calificaciones. Entonces los padres se reunían para aplaudir a sus hijos, felicitarlos y apremiarlos con algún abrazo sincero o un beso en la mejilla.
 
Era en esos instantes que Naruto se mantenía ausente, con la mirada pérdida hacia la nada. En espera de que sus padres se presentaran cuando él sabía perfectamente que no sería posible. Fue en uno de esos embarazosos momentos que le comunicó a Menma que no quería seguir asistiendo al colegio, sin importar lo que pensara él. No quería tener que sentirse humillado de nuevo delante de sus compañeros.
 
Ser señalado como un fenómeno, el único solitario que no tenía familia. El único que no recibía un solo aplauso o felicitación tras recibir sus calificaciones del curso y haber aprobado. El único al que miraban con desprecio y curiosidad a partes iguales.
 
Por eso aquel día estuvo seguro de que su pesadilla terminaría, tras ser llamado a la pequeña plataforma dispuesta en el patio, Naruto sabía que sería la última vez que tendría que soportar las burlas. Porque Menma le había prometido que si, después de ese día, seguía insistiendo en querer abandonar el colegio, lo entendería y no insistiría más.
 
Ese día no se burlaron.
 
Ese día Menma estuvo presente.
 
Ese día su hermano aplaudió e instó al resto a que hicieran lo mismo.
 
Ese día Naruto se sintió orgulloso de tener un hermano. Uno del que terminaría enamorándose poco después, y lastimaría de la manera más horrible de todas.
 
-Perdón- musitó a la nada, y volvió a colocarse el collar, dispuesto a salir y enfrentarse de una vez por todas al bastardo. Tendría que inspeccionar hasta el último rincón de la casa y aquello sería poco menos que imposible, teniendo en cuenta que los familiares de Sasuke estarían presentes y que, además, estaría vigilado por el Uchiha en todo momento.
 
Pero tenía que arriesgarse. Tenía muy poco que perder ya.
 
-¿M-Menma?- pero lo que Naruto no esperó al abrir la puerta, era toparse con su imponente y serio hermano, el cual, le cerró toda vía de escape, empujándolo despacio del pecho para forzarlo a entrar a la casa. Naruto reprimió un sollozo cuando Menma lo estrechó firmemente en un abrazo.
 
No sabía si aquello significaba una despedida definitiva o el hecho de que lo disculpaba. Pero, dadas las circunstancias, Naruto intuyó lo primero.
 
-Menma, yo...- se aferró con fuerza a su cuerpo, temiendo ser despreciado dentro de muy poco. Era su única oportunidad, tenía que decírselo, tenía que hacerlo. –Te amo- confesó, sintiendo el cuerpo de Menma tensarse contra el suyo. –Por favor no te vayas...
 

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