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Erase una vez, una familia infeliz. por RLangdon

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-Hermano...
 
Madara observaba fijamente por la ventana de su despacho, mantenía firme su expectativa porque Naruto regresaría, cuando todo el revoltijo en torno a Mito Uzumaki había salido a la luz.
 
En un primer momento, Naruto se mostró confundido y sumamente abrumado al enterarse de que Mito era su familiar y ella ni siquiera estaba al tanto de su existencia. No hasta que Sasuke la había puesto al tanto de la situación.
 
Madara no recordaba sentirse tan abrumado y desesperado antes. Siempre había estado acostumbrado a tener aquello que deseaba con entera fácilidad.
 
Sin embargo, esta vez, había sido la excepción a la regla. Naruto se había ido y él había tenido que lidiar con su ausencia, y sobretodas las cosas, había empezado a dudar en si realmente había una solución al problema.
 
No fue sincero al respecto, no se aseguró de quitar el obstaculo que representaba su sobrino a tiempo, y ahora estaba pagando con creces por su ignorancia. 
 
-Hermano...
 
En más de una ocasión, Madara pensó en ir directamente a disculparse y no aplazar más el asunto, pero su estúpido orgullo Uchiha se había antepuesto a todo lo demás, su prioridad incluida.
 
Y era una desfachatez que su relación con Naruto se fuera a pique. Inclusive habría aceptado comprometerse genuinamente, lo que fuera con tal de recuperarlo. 
 
¿Y Boruto? 
 
Ambos eran su familia. Le pertenecían y, por consiguiente, le alteraba perder las riendas de la situación. 
 
Meditabundo, retiró la vista de la ventana para pasar a mirar el anillo sobre la mesa. Naruto se lo había devuelto el mismo día en que se presentó Mito en la mansión, el día exacto en que todo se fue al demonio.
 
¿Y por qué diablos lo había dejado marcharse?
 
Se había sentido intimidado por la presencia de la prensa. 
 
¿Es que no podía ser más estúpido?
 
Madara gruñó una maldición y, su letal mirada -que destilaba una mezcla de negro y escarlata- fulminó la mano ajena que se posó en su hombro.
 
Izuna, sin embargo, sonrió comprensivamente, a sabiendas de lo consternado y ensimismado que se encontraba su hermano mayor.
 
Por toda respuesta, Madara resopló.
***
 
La imponente mujer de cabello rojizo se inclinó levemente para depositar un corto beso en la mejilla de Naruto. Este titubeó, sintiendo las lágrimas agolparse cuando oyó el segundo aviso dado a los pasajeros para que acudieran al anden.
 
Boruto se secó las lágrimas con el brazo. Después de que se descubriera que Mito era su abuela materna, y que ella solicitara convertirse en la tutora legal de ambos, les dolía tener que despedirla, asi fuera temporalmente. Mito debía volver a su hogar y había insistido infinidad de veces para que sus nietos la acompañaran. Desafortunadamente aun quedaban cabos sueltos por resolver, y hasta que no se concretaran, debían verla partir.
**
 
Apretó la mano de Naruto para infundirle ánimos. Ya habían hablado de ello la noche anterior, y el Uzumaki estaba decidido a hablar, a relatar su historia. Aún si era mal visto por sus interlocutores, y a pesar de que tendría que rememorar detalles que, habría preferido, sepultar en lo más hondo de su memoria.
 
Sasuke lo fue soltando lentamente, instandolo a entrar a la comisaría. Presentar cargos contra Madara era lo esencial.
 
Vio a Naruto de pie frente al escritorio y, decidió encaminarse hacia su siguiente destino. 
***
 
El proceso judicial no iría para largo. Los cargos habían sido imputados y en vista de ello, se daría un dictamen formal para Madara. Falsificación de papeles, abusos físicos y psicologicos, no hacía falta anexar más agraviantes.
 
Era regocijante ser testigo de como las cosas giraban, esta vez a su favor. Lo único que el Uchiha quería seguir haciendo en adelante, era proteger a su nueva familia.
 
Sonrió al ver a Madara esposado y siendo conducido hacia una de las patrullas. 
 
**
 
-Ya puedes mirar- poco a poco le quitó las manos de los párpados, permitiéndole ver el espacio que compartirían de ahora en adelante.
 
Naruto boqueó, inseguro, anonadado. El departamento era enorme y tenía un balcón, además de estar amueblado.
 
¿No estaría soñando? ¿No estaría atrapado en sueños en uno de los finales de sus cuentos favoritos? 
 
Cuando se giró hacia el Uchiha, obtuvo un firme beso en los labios como respuesta.
 
Sonriendo ampliamente, Boruto corrió, pasando a ambos de largo para establecerse en su nueva recámara. Se dejó caer sobre el mullido sofá y encendió su psp para jugar una partida.
 
-Es perfecto- Naruto sonrió radiante y fue hacia la cama para saltar sobre ella, probando su elasticidad. Las heridas internas iban sanando, de forma lenta pero segura. -Quizá deberíamos traer una mascota- pensó que Sasuke se negaría rotundamente, pero este fue a sentarse junto a él, fingiendo meditarlo.
 
-Siempre y cuando sea un animal pequeño.
 
-Sasuke.
 
-¿Si?- arqueó una ceja al tener la mirada escrutadora tan cerca. Las puntas de sus narices estaban prácticamente tocándose.
 
-Gracias por lo que hiciste por mi y por Boruto. Por ayudarme y no dejarme solo.
 
-Sabes que yo...
 
-Te amo, Sasuke- el aludido se sonrió, entre apenado y satisfecho. Tantos tropiezos, tanto dolor y malentendidos, para finalmente poder estar juntos.
 
¿Había valido la pena?
 
No hacía falta responder a la interrogante. Repetiría todo cien veces más con tal de estar dónde se encontraba actualmente.
 

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