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Erase una vez, una familia infeliz. por RLangdon

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Los jardines eran inmensos. Naruto podía caminar por ellos durante horas. Las primeras veces incluso se había perdido. Después empleó la técnica de Hansel y Grettel, y comenzó a dejar migas de pan detrás suyo. Cada cinco pasos, dejaba caer una pequeña migaja, así era sencillo volverse sobre sus propios pasos.
 
Más allá de los jardines, se extendía la autopista. No había más casas a los alrededores. No había nada en al menos tres kilometros a la redonda.
 
Y a pesar de todo. Era un lugar precioso. Tal como Naruto soñó alguna vez en su infancia que sería su hogar.
 
Era demasiado perfecto para ser cierto. Pero lo era. No se trataba de un burdo espejismo o un sueño banal.
 
Justo en el corazón de los jardínes, se hallaba la enorme verja de acero con el logotipo de la corporación Uchiha izando en lo alto. La fachada ya era suficiente incentivo para atraer a cualquier forastero, pero por dentro era mucho mejor. Un visitante cualquiera no terminaría de recorrer el interior sin perderse, a menos que contara con un guía. Lo que a Naruto más le gustaba era pasear por los jardínes, adentrarse entre la maleza y los arbustos para disfrutar de la tranquilidad del único claro. Allí, junto a una solitaria y grande roca, se sentaba a divagar. Era su nuevo escape ahora que se encontraba aislado del mundo y de sus habitantes.
 
¿Cuántos lujos hacían falta para satisfacer un corazón roto?
 
Y sin embargo, no todo era tan malo. Madara no había vuelto a ponerle una mano encima desde hacía tres semanas, el tiempo que llevaban viviendo en tan apartado lugar.
 
Naruto había descubierto además que los sueños no se hacían realidad.
 
Sumido en cavilaciones, se tendió sobre la hierba, viendo los trozos del cielo que permanecían semiocultos por las copas de los árboles. 
 
Lo peor de empezar una nueva vida apartado de todo era ...todo. Se sentía solitario, incomprendido y con ganas de quedarse en el claro hasta que todo pasara. No obstante, su escape era temporal. No podía estar fuera tanto tiempo y lo sabía. Era mejor no abusar de su suerte.
 
Llegado el anochecer, la mesa lucía una espléndida gama de platillos cuyo aroma y aspecto eran imposibles de ignorar. Sendas fuentes de frutas y vegetales adornaban las esquinas. Jugos de todos los sabores, ternera, pasta y cremas acompañaban el banquete. Era una cena digna de una familia real.
 
Naruto apenas si pudo reprimir su asombro. Ya había tenido demasiados desde que pisara por primera vez la que sería su nueva residencia.
 
-Muy bien- exclamó Boruto desde su lugar en la mesa. Sus azulados ojos brillaban con intensidad. Parecía feliz.
 
A los pocos minutos de iniciada la cena, Madara se presentó en compañía de algunos ejecutivos de su trabajo. Cuando los invitados tomaron sus respectivos lugares, Naruto se paralizó al ver a Sasuke entre ellos. El sobrino de Madara venía acompañado de una hermosa joven de mirada aguamarina y cortos cabellos rosas.
 
La tristeza pronto inundó el pecho del Uzumaki, quien, visiblemente afectado, optó por retirarse haciendo gala de una maniobra imprudente y rídicula. Antes de que nadie reparara en su presencia, arrojó el tenedor a sus espaldas, recorrió la silla y caminó a gatas unos metros antes de encontrarse con el lustroso calzado de quien fuera su esposo.
 
-Levantate.
 
La orden fue acompañada de un gesto de desdén. Naruto supo que había humillado a su pareja al oír las risas a espaldas de este. Lentamente hizo lo que se le pidió, rogando en su fuero interno porque el mayor no sospechara sobre su precipitada (y fallida) retirada.
 
-No me siento muy bien- objetó al ser tomado firmemente del brazo, conducido a tráves del comedor entre los nuevos invitados que poco a poco se iban congregando.
 
De nada le sirvió a Naruto la evasiva. En menos de dos minutos se encontraba en la segunda silla más vistoza del recinto. Junto a él, Madara tomó asiento. Se veía tan serio y refinado que desentonaban a todas luces como pareja. Desde siempre Naruto había sido muy torpe e impulsivo y había encontrado en el Uchiha al compañero perfecto. O eso creyó hasta que su relación se convirtió en una espiral de abusos físicos y verbales.
 
En solo tres semanas Madara había cambiado drásticamente su conducta hacia él, no era cariñoso ni mucho menos, pero no lo había vuelto a lastimar, en su lugar lo había rodeado de todo tipo de ostentaciones que iban desde atuendos de marca (que Naruto aborrecía en secreto), hasta las comidas mas exquisitas que el paladar humano pudiera degustar.
 
¿Estaba Madara realmente tratando de ganarse su amor?
 
Porque no estaba funcionando en lo absoluto.
 
Cuando los cotilleos empezaron a circular, Naruto reparó en varias cosas importantes. La primera de ellas es que se trataba de la primera vez en que Madara no le exigía ser "Naruko", pero no era todo. También estaba tratando de incorporarlo a su grupo social. Y aquello era espantoso.
 
¿Qué hacer?, ¿De qué hablar?, ¿Con quién hablar?
 
Inevitablemente su mirada cristalina volvió a posarse en la atractiva figura del joven Uchiha. Con su actual atavio formal lucía tan imponente y gallardo que opacaba a la mayoría de los varones. Pronto la atención femenina fue a parar en torno a él. Y Naruto sintió sus mejillas arder al saberse descubierto cuando Sasuke miró en su dirección, apenas un repaso visual y ...fue todo. Como si no existiera.
 
Lo había ignorado. Había pasado de él totalmente.
 
Bueno, ¿Y qué esperaba?, estaban en presencia de Madara y además...
 
"¿En cuánto tiempo pueden cambiar los sentimientos de una persona?"
 
Naruto bajó poco a poco la mirada, una fuerte sensación de inferioridad lo invadió al saberse despreciado. Sasuke estaba tan fuera de su liga que era un chiste que siguiera pensandolo. Tantas veces tratando de alejarse de él y ahora que lo había logrado, dolía.
 
-Naruto.
 
-Uhm.
 
Naruto dejó de aferrar el mantel al ser tomado del mentón por su pareja. Tenía que dejar de ver y pensar en Sasuke antes de ocasionar un problema.
 
-Pregunte si te sentías mejor- la férrea mirada que le dirigió fue más que suficiente para devolver al rubio a tierra firme.
 
-S-Si- movió la cabeza reiterativamente para recalcar su respuesta y volvió a sumirse en el mutismo.
 
Algo brilló cuando Sasuke Uchiha se llevo la mano hacia su lacio cabello negro para acicalarlo. Era un anillo de compromiso.
 
Los labios de Naruto se entreabrieron al notarlo. 
 
-Naruto- el nuevo llamado de Madara lo puso a la defensiva. -¿Por qué estas tan distraído?- los ojos oscuros del mayor lo escrutaron con fiereza.
 
-Porque...- Naruto recompuso su semblante y su postura, su mirada había ensombrecido ligeramente, pero así y todo se permitió sonreír. Fue un gesto vacío y carente de emociones que se vio obligado a emplear. -Hay tanta comida que no sé por donde empezar.
 
Madara entrelazó sus dedos con los de él sobre la mesa. A Naruto le sentó mal el saberse observado, siendo nuevamente el centro de atención, el punto clave de las miradas ajenas. No podía soportar más tiempo así. Se estaba cayendo en pedazos por dentro.
 
-Madara san, yo...
 
No terminó de hablar cuando uno de los ejecutivos acaparó toda la atención del susodicho. Naruto suspiró, lleno de melancolía y dolor. En cuestión de segundos, Boruto se unió a ellos, jugando distraídamente con su consola, esperando pacientemente a que Madara se desatendiera de él para entregarle un papel a Naruto.
 
"Quiero verte."
 
Una mueca que entremezclaba ironía y dolor asomó por escasos segundos en sus labios. Naruto arrugó el papel y lo guardó en el bolsillo de su pantalón.
 
-Papá- la voz de Boruto siseó un quedo ruego que el aludido, sin embargo, desechó.
 
-Come, Boruto. Debes alimentarte bien porque estás en crecimiento- alborotó su cabello con suavidad y trató, en vano, de limpiar una discreta lágrima que lo hubo traicionado.
 
***
 
"Tarde, tarde. Se me ha hecho tarde"
Eso solía decir el conejo blanco mientras saltaba a todas partes con su reloj de bolsillo en mano. Naruto pensó que debería verse igual en ese momento, pero se había quedado dormido. Supuso que Madara estaría molesto por su tardanza, sin embargo, su esposo parecía tan fresco como de costumbre, tomando los últimos restos de café mientras le instaba a acercarse.
 
-He decidido pasar más tiempo contigo. Boruto me ha dicho lo poco que has estado comiendo y lo mucho que vagas por los jardines cuando no estoy presente.
 
Objetar era inútil. Naruto tuvo que drenar todos los malos pensamientos y recuerdos de la noche anterior antes de que Madara lo besara, lo hizo con tanta posesividad y pasión que Naruto temió que intentara tomarlo allí mismo, pero no pasó, porque Boruto llegó corriendo a ocupar su lugar en la mesa, rompiendo toda atmosfera erótica entre ambos.
 
Madara se apartó forzosamente para explicar su idea.
 
-Las personas que vinieron ayer son miembros importantes de la corporación Uchiha. Ellos me apoyaran con la construcción de un nuevo inmueble cerca de aquí.
 
Boruto dejó de sonreír. Naruto le observó con suspicacia. Tanto para decir y nada en concreto salía de su boca.
 
-Es...maravilloso- finalizó, pestañeando entre reprimidas lágrimas al reparar en los invitados y ejecutivos del día anterior fisgoneando por otras secciones de la casa.
 
En la planta superior, apoyado sobre el barandal de caoba y con aquella mirada tan altiva, penetrante y adictiva, Sasuke Uchiha lo observaba. Junto a él yacía la misma joven de cabello rosa, sujetándolo del brazo a la par que señalaba en dirección a los jardínes.
 
Si tan solo hubiera una forma de perderse para siempre en las entrañas de la tierra, Naruto se aseguraría de ir allí, pero se sentía como un bote a la deriva, zigzagueando sobre aguas peligrosas.
 
¿Por qué tenía que estar precisamente él allí?
 
Naruto afiló la mirada, se tragó las lágrimas y sonrió de forma amigable, tanto a los récien llegados al desayuno, como a su propia e infeliz familia.
 
-Madara san, ¿Puedo tomar aire fresco?- la afirmación fue una liberación para su alma.
 
Alejado de la casa, Naruto pudo verter cómodamente su dolor en el claro, lloró, gimoteó y maldijo todo lo que le fue posible, después se sintió peor al recordar que él mismo había dado pie a los hechos actuales...
 
-Deberías estar sonriendo.
 
Naruto se sobresaltó ante la inesperada voz que provenía de los arbustos. En menos de un mes Sasuke presentaba un cambio tan notable y a la vez tan sutil. Destilaba coquetería, apatía, sensualidad y arrogancia, todo al mismo tiempo. Era como esos modelos de revistas, fáciles de apreciar, pero imposibles de tocar.
 
Abatido, Naruto se sentó a la sombra del árbol.
 
-¿Qué haces aquí?- inquirió, ignorando las palabras iniciales del joven, forzandose a no mirarlo.
 
Sasuke se abrió paso entre los matorrales, tan sereno y ágil como él era. Tomó asiento junto al rubio y, aunque este le rehuyó todo contacto visual, no pudo preever la caricia hacia su mejilla.
 
-Mírame.
 
Pero Naruto se obstinó en no hacerlo. Estaba molesto con él, consigo mismo y con la vida. No podía estar todo el tiempo persiguiendo ilusiones, además su vida se había estabilizado un poco. Era poco menos que miserable, pero ¿Qué importaba?
 
-Es posible que ...¿Estes así por mí?
 
Naruto no comprendió al instante lo que se le dijo. Se limpió las nuevas lágrimas con discreción. 
 
-Vas a meterme en problemas- susurró al saberse acorralado por el cuerpo del Uchiha, quien, en su distracción, se había acercado todo lo posible con tal de entrar en su campo de visión.
 
Sasuke sonrío levemente, traspasando encanto en su esbozo momentos antes de aprisionar los labios de Naruto con los suyos.
 
En medio del beso, Naruto quiso forcejear, pero aunque se hallaban retirados de la casa, no se atrevía a hacer nada que pudiera atraer la atención de los presentes. Su corazón se aceleró debido a la cercanía del otro. Sus labios eran tan suaves. Sasuke era tan guapo y tan perfecto que resultaba una odisea el simple hecho de bloquearlo de su mente. Desafortunadamente no podía bloquearlo de su corazón.
 
-¿Vas a casarte?- la pregunta abandonó sus labios tan pronto se vio librado del beso.
 
La expresión de Sasuke no se alteró, sin embargo, la resolución de sus ojos oscuros cambió del deseo al odio instantaneo.
 
-Ha sido idea de Madara- miró asqueado el anillo, exhaló y buscó una vez más los labios de Naruto, pero en esta ocasión el beso le fue negado rotundamente. -¿No te parece que estas siendo...?- cayó al percatarse de la infinitra tristeza de los zafiros celestes en los que estaba siendo reflejado.
 
Pausadamente, Sasuke se apartó.
 
-Quiero decir- introdujo las manos en los bolsillos y se puso de pie. -Tú estas casado con mi tío y ese nunca fue un impedimento para vernos.
 
Naruto abrió un poco más los ojos. Al parecer realmente no estaba enterado de nada. 
 
¿Eran acaso sus sentimientos por Sasuke tan poca cosa? 
 
-Siento que no te conozco en lo absoluto, Sasuke. Antes no hablamos mucho, y ahora veo un cambio en ti que me abruma- soltó lo último con pesar, abrazandose las rodillas.
 
Ofendido, Sasuke contraatacó.
 
-¿Qué me dices de ti? ¿Soy el único que ha cambiado?...tienes todas las comodidades a tu alcance pero al menor problema huyes y lloras. No tengo idea de lo que tienes en mente, pero...
 
-Es suficiente- Naruto se cubrió los oídos, simulando no escuchar más lo que se le decía.
 
Tres veces había intentado escapar de esa casa y en todas fracasó, porque no conocía el camino de vuelta, porque no tenía recursos consigo y porque no tenía a dónde más acudir. Y ahora esto.
 
-Felicidades por tu compromiso- su sonrisa se descompuso antes de siquiera formarse. No tenía caso fingir. De algún modo logró que dejaran de temblarle los labios y justo cuando se disponía a salir del claro, Sasuke lo detuvo, tomándolo del codo para tirar suavemente de el hacia atras.
 
-¿Harás de cuenta que no pasó nada entre nosotros? ¿Asi es esto, Naruto?, ¿Te acuestas conmigo porque tienes problemas maritales y, cuando todo marcha bien, me desechas como si fuera un pañuelo?
 
Naruto torció los labios con reprimido disgusto. No podían seguir mucho tiempo allí o los demás se darían cuenta.
 
-No me importa ser tu amante si con ello puedo tenerte, aunque sea un poco.
 
Por segunda ocasión, Naruto esquivó el beso que el Uchiha pretendía darle.
 
-¿Por qué lo pones tan díficil?
 
-¿Por qué crees que soy fácil?
 
Ambos se sostuvieron firmemente la mirada, sin la minima intención de ceder ante las exigencias del contrario, hasta que la visión de Naruto se tornó borrosa.
 
-¿Naruto?
 
Lo siguiente que supo fue que Sasuke lo sujetaba para que no cayera.
 

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