Sasori reprimió un bostezo contra la palma de su mano, pestañeó tres veces consecutivas y desvió su cansina mirada hacia su regazo, donde Naruto se había quedado profundamente dormido.
Los dedos del pelirrojo acariciaron sutilmente la serena faz trigueña. Después tomó el mando y optó por programar el televisor. Ya era muy tarde y tenía que despertar temprano al día siguiente. Las labores de la empresa asi lo exigían. Sin embargo, dentro de poco ya no se fastidiaría por realizar inventarios y supervisar la producción de las marionetas. Y es que varias compañias independientes se habían interesado en dicha "mercancía" querían adquirirla a cualquier costo para exhibirlas a lo doble en sus propios escaparates.
A Sasori le parecía una aberración aquello. Las marionetas que él fabricaba no eran simples cachivaches con los que negociar, para él eran arte. "Su" arte. Y la pasión de crear cada marioneta, confeccionarla y detallarla, se perdía dentro de la sucia mercadotecnia. Sasori sin embargo lo sabía. No tenía sentido producir por mera codicia. El lo hacía porque disfrutaba llevarlo a cabo. Así es como había llegado a una resolución bastante sencilla y medianamente satisfactoria. Vendería un porcentaje de su franquicia y se dedicaría a fabricar marionetas aun más complejas y sofisticadas. Inclusive tendría oportunidad de pasar más tiempo con Naruto.
Cuando el sueño se hizo insoportable, Sasori decidió que no podría dormir en el sofá. Al menos no estando sentado y con Naruto sobre sus piernas. Por lo tanto se removió cuidadosamente, incorporándose a medias para evitar despertar al rubio. Cautelosamente lo hizo a un lado y lo cubrió con la frazada que horas antes Naruto había llevado.
Sin duda alguna había sido un día bastante ajetreado. Entre el cine, un restaurante exclusivamente de ramen, el parque y una serie ininterrumpida de ninjas, Sasori había terminado exhausto y anhelando por vez primera dormir un buen rato.
Asi que se encaminó hacia su recámara, sin embargo, ni bien llegó cuando oyó varios golpes contra la puerta. Sasori se mesó el cabello rojizo y suspiró entre indignado y confundido. No entendía quién podía presentarse a altas horas de la noche en su departamento, por lo cuál sopesó las escasas opciones. Alguien se había equivocado de dirección, alguno de sus empleados -posiblemente el pobre ingenuo de Tobi- acudía a anunciarle sobre algún movimiento nimio en el mercado de valores. Con ese pensamiento Sasori se dirigió rápidamente a la entrada, abrió la puerta y miró detenidamente el espacio vacío. Luego observó a ambos lados, esperando divisar alguna silueta, algo que le indicara quién había estado llamando.
Nada. El lugar estaba completamente vacío. Y Sasori pensó que tal vez se había equivocado. No obstante, al tratar de cerrar la puerta, algo llamó su atención. Se trataba de un paquete perfectamente sellado con una estampilla en blanco. El marionetista lo tomó y buscó alguna referencia en el envoltorio, pero no había nada más que un fino cordel que atravesaba la caja marrón en forma de cruz.
"Quizá fue una equivocación" Sasori cerró la puerta y vaciló en qué hacer con el paquete. Podía simplemente tirarlo a la basura, o hurgar en el interior para buscar algun indicio que le permitiera saber quién lo había enviado. Pero el sueño superó cualquier expectativa o desición concreta. Asi que lo llevó a su recámara y lo dejó sobre la mesa de noche con la firme intención de abrirlo mañana.
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El mismo pensamiento de un brazo seccionado, acudía con insistencia a su mente.
Un sabor amargo le inundó la garganta, ascendiendo por la tráquea y quemándole. Naruto despertó de golpe y sin siquiera haberse espabilado, corrió hasta el inodoro y devolvió el estomago mediante convulsivas arcadas que no cesaron hasta que su estómago se encontró totalmente vacío.
Con ojos llorosos, fue al lavabo y se enjuagó la boca insistentemente. El primer pensamiento que Naruto tuvo fue haberse indigestado con la comida del restaurante. No era para menos, había comido cinco tazones de ramen de cerdo. Eso sin añadir las palomitas del cine, la soda de naranja, pokys, y demás comida chatarra.
Rápidamente bajó la cadena del agua y se dirigió al comedor al sentir la boca seca. Naruto hurgó en la alacena hasta encontrar un vaso, vertió un poco de leche y empezó a beberla a sorbitos.
La cabeza empezó a dolerle.
No supo qué ocurrió hasta que vio a Sasori derrapando por el pasillo y mirándolo con un atisbo de preocupación en las pupilas
-No te muevas- Sasori habló al tiempo que se acercaba velozmente hacia Naruto. Se agachó para tomar los gruesos trozos de cristal del vaso y sus ojos se detuvieron por algunos segundos en la rodilla derecha del rubio. El golpe había resonado tan fuerte que lo había despertado abruptamente.
Cuando terminó de juntar los restos del cristal, Sasori condujo a Naruto hacia el baño y se dispuso a limpiarle la herida con un poco de algodón humedecido del botiquín. Naruto estaba tan fuera de sí, que no reparó en el ardor de la herida ni en la pregunta de Sasori. De repente todo daba vueltas y le costaba aferrarse a lo que sucedía.
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Sasori contempló impasible la cinta de video en sus manos. Una vez más, no había indicios de qué se trataba o quién lo había enviado. La cintilla frontal estaba en blanco y por segunda ocasión Sasori tuvo el impulso de tirarla a la basura. Pero la extrañeza seguía envolviéndolo. Y sabía interiormente que no llegaría a nada dándole tantas vueltas al asunto.
Asi que se decidió a ponerla en el reproductor de video. Encendió el televisor y oprimió el botón de play. Líneas grisáceas de interferencia ocuparon la pantalla por tiempo infinido. Sasori se sentó en el sofa y tamborileó ansioso los dedos sobre sus muslos. De repente la interferencia cesó, siendo reemplazada por una imagen a color de dos personas caminando tomadas de la mano por la acera.
Una ceja rojiza se arqueó en expectativa cuando la proyección se hizo más y más nítida.
"¿Naruto?"
Inconscientemente se inclinó hacia adelante, observó con mayor detenimiento lo evidente. Naruto llevaba puesto el uniforme del colegio, iba acompañado de Itachi y ambos conversaban animadamente. Naruto incluso sonreía con alegría.
Sasori sintió una punzada de celos que supo sobrellevar para mirar más a fondo, mientras decenas de preguntas acudían a sus pensamientos.
"¿Cómo?....¿Cuándo?....¿Por qué?"
Alargó la mano hacia la pantalla, rozando apenas la estática que el cristal desprendía. Sus pupilas avellanas se movían confundidas de un lado al otro, tratando de asimilar el repentino cambio de escenario. Ahora se apreciaba claramente a Naruto recostado en una cama ajena, tenía los ojos cerrados, sus labios entreabiertos, tratando de jalar aire al tiempo que era penetrado por el mismo individuo de antaño.
Los labios de Sasori se tornarón rígidos, su mirada ensombreció inmediatamente después. Tenía el semblante dolido pero su rostro dejó de reflejar sentimiento alguno cuando pulsó el botón de expulsar. Por varios segundos no supo qué pasaba, perdió la noción del tiempo y de la realidad casi de manera sincronizada, hasta que su subconsciente intervino a su favor, sacando a relucir su faceta masoquista al exigirle que volviera a poner el video y observara bien. Tal vez se había confundido. Tenía que ser eso.
De forma automáta Sasori empujó de nueva cuenta la cinta. Y su pecho volvió a oprimirse, su estómago se contrajo, y los deseos por matar...se intensificarón.
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