Cuando le dieron el alta, lo primero que experimentó Sasori fue un alivio inmenso de ver al chico en buen estado. Se le notaba tan radiante y enérgico como siempre, como si el incidente del restaurante (y el cual pudo costarle la vida), no hubiera tenido lugar.
Ahí estaba él, correteando en el parque, persiguiendo a las palomas que se posaban ocasionalmente cerca de la fuente de agua.
Había optado por llevarle al parque para que Naruto respirara algo de aire fresco.
-Naruto- lo llamó al cabo de unos minutos de verle jugar con las aves. El chico acudió rápidamente al llamado. -¿Te apetece un helado?
Sonriente, Naruto asintió una y otra vez. Sasori le revolvió el cabello y suspiró mientras lo guiaba hacia uno de los carritos de helados.
El hecho de que Deidara le pidiera tiempo para pensar las cosas entre ellos, lo tenía sin cuidado. No existía, realmente, un apego emocional como tal. Y Sasori no se había percatado de ello hasta ahora. Su propia indiferencia hacia la situación se lo corroboraba.
Y era extremadamente curioso. Porque había tomado la resolución de llevar al chico de vuelta al orfanato. Y en cambio, pensar en el próximo alejamiento, si que le sentaba pésimo.
Aún así, se recordaba constantemente que no debía ser egoísta. Había estado a nada de perder a Naruto por su insensatez e imprudencia. No tenía la capacidad para cuidar de él. Quería hacerlo, ansiaba poder hacerlo. Pero le aterraba repetir otro fallo como el del restaurante.
Y es que, en su egoísmo por tenerlo consigo, se cegaba ante lo demás.
Cuando Naruto tuvo su barquillo de vainilla, Sasori lo condujo de vuelta a una de las bancas. Permitió que el chico disfrutara del dulce y, al cabo de unos instantes, se sentó a su lado.
-¿Sabías lo de tu alergia?
Naruto sacó la libreta de bolsillo y escribió rápidamente.
"No lo sabía"
Sasori permaneció pensativo.
-¿Lo sabía Tsunade?
Una vez más, Naruto garabateó su respuesta.
"Nunca antes me había pasado"
Un esbozo de sonrisa melancólica se extendió en los labios de Sasori.
-Lo has pasado muy mal conmigo, ¿A que sí?- cruzó los brazos tras de su nuca y se apoyó en el respaldo de la banca para llevar su cabeza hacia atrás.
Entonces sintió el quedo golpe en su pierna.
Lentamente se incorporó para ver la libreta.
"Fue un accidente, de verás...¿Hice enojar a tu amigo?"
-Ya no somos amigos- le aclaró Sasori, y a pesar de que intentó no sonar demasiado serio, fracasó estrépitosamente. -No tiene importancia. Pero tú si, Naruto. Debes estar con alguien que sepa cómo cuidarte.
Naruto se levantó de un salto de la banca. Le arrebató la libreta y se dispuso a anotar.
"Estoy bien contigo"
-No- negó Sasori. -No lo estás.
Visiblemente confundido, Naruto ladeó la cabeza.
**
Durante el trayecto, Naruto no hacía otra cosa que no fuera mirar tristemente por la ventana.
Sasori se limitaba a conducir, pero de vez en cuando se sorprendía viendo al chico y se reprendía mentalmente por sentir esa molesta opresión en el pecho.
Era lo mejor.
Naruto debía estar donde pertenecía, con personas aptas que supieran cuidarle.
El había cometido demasiados fallos en pocos días.
Aparcó el vehículo y bajó, con la firme esperanza de que estaba haciendo lo correcto.
Guió a Naruto hacia el interior. Estaban por llegar a la oficina cuando Naruto se frenó en seco, sujetándose del marco de una de las puertas al paso, cerrando fuertemente los ojos, rehusandose a seguir avanzando.
-Naruto.
Sasori detuvo su andar.
Naruto se apresuró a escribir en la hoja que llevaba consigo.
"Por favor no me dejes. Me portaré bien, lo prometo"
-No te has portado mal- le hizo ver, pero supo al instante que el chico no escucharía razones. Los ojos de Naruto se habían empañado completamente y aunque luchaba por contener las lágrimas, estás se desbordaron cuando Sasori lo tomó de la mano.
Sin embargo, esta vez, el pelirrojo cambió la trayectoria de sus pasos de vuelta hacia el estacionamiento.
Estaba demasiado prendado de Naruto. Se había encariñado muy pronto y ahora pagaba las consecuencias con creces. Porque, por más egoísta que se sintiera, sabía que era definitivo.
Naruto dejó de llorar al ver el nuevo rumbo que tomaban.
Ni bien llegaron al auto, abrazó con fuerza a Sasori en agradecimiento.
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