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Perfectamente imperfecto por RLangdon

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La tensión en la mesa se volvía cada vez más insoportable. Sasori no entendía por qué Deidara había tomado tan mal su desición respecto a adoptar a Naruto. Era cierto que se había precipitado, pero tampoco era para tanto. 
 
Con el menú apoyado sobre la mesa frente a su rostro, se dispuso a leer los aperitivos. Había visto las miradas que ambos rubios se dirigían. Quizá no había sido buena idea sentarse en medio. Sin embargo era tarde, se sentía cansado y no estaba en dispoción de tener un ridículo altercado. 
 
De Naruto lo entendía, pero Deidara se comportaba como un crío. 
 
Meses antes habían sido pareja. Tenían gustos afines y aunque discrepaban en cuanto al concepto del arte, lograban entenderse. No obstante, las cosas no habían funcionado del todo. Y Sasori aceptaba tener gran parte de la culpa.
 
Le dedicaba la mayor parte de su tiempo a su trabajo. Mientras que Deidara gustaba de tener mayor libertad en ese sentido. 
 
Al final seguían frecuentandose. Y Sasori nunca supo como catalogar lo que tenían. Quizá relación abierta no era la etiqueta correcta. 
 
-Serán dos cremas y jugo de naranja- pidió a uno de los meseros que recién se acercaba a la mesa. 
 
Deidara hizo un mohín de disgusto, movió afirmativamente la mano para sugerir que le sirvieran lo mismo. 
 
-Esta bien sentir lástima, Sasori- externizó, mirando al niño de soslayo. - Lo que no entiendo es ¿Por qué sumar otra responsabilidad a las que ya tienes? 
 
Sasori observó con aburrimiento a su interlocutor. Realmente Deidara podía ser molesto cuando se lo proponía. Aún asi, no dejaría que arruinara la velada. Había llevado a Naruto consigo. Mínimamente esperaba una buena (Y tranquila) cena. 
 
-No es lás...- se reprimió de repetir aquella palabra ante la mirada curiosa de Naruto. -Ya he tomado mi desición. No tiene caso discutir sobre lo que ya hice. 
 
Sonriendo de medio lado y sintiéndose afectado por semejante agravio de no ser tomado en cuenta, Deidara apuntó al niño con el tenedor.
 
-Ni siquiera puede comunicarse. Cientos de niños y tuviste que elegir a uno mudo.
 
Jugando nerviosamente con las manos bajo la mesa, Naruto se reprimía de usar la libreta. No se sentía cómodo con la presencia del otro adulto. Le gustaba más estar a solas con Sasori, pero tampoco podía expresarlo porque suponía que lo metería en problemas.
 
A punto de replicar, Sasori separó los labios. No le dio tiempo a decir nada cuando el mesero colocó las respectivas órdenes en los lugares correspondientes.
 
-Si querías una mascota, pudiste decírmelo- comentó Deidara, tomado un trozo de pan de la canastilla para remojarlo en su plato. 
 
Naruto lo imitó. Después Deidara repitió la acción, y Naruto volvió a secundarla.
 
-Basta.
 
Sasori tuvo que retirar la canastilla al dar cuenta de la ridícula competencia que los rubios llevaban a cabo por ver quién comía más rápido la pieza de pan. 
 
Era una verdadera tontería. 
 
-Tu actitud comienza a molestarme, Deidara- le hizo ver, comiendo pacíficamente de su plato. -Comprendo que no estés de acuerdo con mi desición, pero lo único que te pediré es que respetes a Naruto. No me da lástima y no es ninguna mascota, y si no puedes...
 
Detuvo su perorata a medias al notar las acciones extrañas de Naruto. 
 
Este se rascaba la garganta con fuerza. Su expresión evidenciaba completa angustia. Y, de la nada, parecía que le costaba trabajo respirar.
 
-¿Qué le ocurre?- Deidara se levantó de golpe cuando el pelirrojo corrió desesperado hacia el chico para auxiliarlo.
 
-Pide ayuda- lo urgió Sasori mientras animaba a Naruto a tomar un sorbo de agua. 
 
Naruto negó rotundamente con la cabeza. Sentía su rostro enrojecer, y un imperceptible sarpullido se fue extendiendo por todo su rostro.
 
**
 
Estaba sentado en la sala de espera. Ya había caminado de un extremo a otro del pasillo y ahora solo se limitaba a mover un pie con impaciencia mientras apoyaba su rostro sobre ambas manos en una de las posaderas de la silla.
 
Era inconcebible. 
 
Había tenido que llevar a Naruto al hospital más próximo, y tras unos exámenes, le habían ratificado que el chico era alérgico a la nuez. 
 
La encargada del orfanato nunca se lo había dicho. 
 
¿O sí?
 
¿Habría sido tan distraído para haberse olvidado de semejante cosa?
 
Ni siquiera había leído el expediente de Naruto. 
 
Era un irresponsable en el amplio sentido de la palabra. 
 
Cuando lo dejaron entrar, no dudó en segundo en acercarse a la camilla. Naruto llevaba una mascarilla de oxígeno. Dormía, pero la reacción alérgica ya había pasado. 
 
Sasori lo tomó de la mano. Naruto lucía tan frágil cuando dormía. 
 
¿Había tenido razón Deidara?
 
¿Realmente fue mala idea haberlo adoptado?
 
¿No estaría mejor en el orfanato?
 
Tantas dudas lo agobiaban. 
 
-Perdoname- besó con dulzura el dorso de la mano de Naruto. Desde que lo había llevado consigo, sólo la estaba pasando mal. 
 
En el restaurante, Sasori se había sentido aterrado. Había pensado que el chico se había atragantado con una pieza de pan. Y desde entonces el miedo, la preocupación, la angustia de que pudiera pasarle algo a Naruto, todos esos sentimientos negativos,  no lo habían dejado tranquilo. 
 
Ahora que veía a Naruto a salvo, no atinaba a decantarse por ser más cuidadoso, o devolverlo a su antiguo hogar.
 

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