Naruto fuertemente los ojos mientras se asía de la mano de Sasori. Dos diminutos eléctrodos le fueron colocados en el cuello después de que la fuera untado un gel frío y espeso. Sabía lo que venía a continuación. Ya era la tercera terapia de la semana.
Esperó a que encendieran la máquina. Entonces sintió un cosquilleo acompañado de un fuerte calambre. Su cuerpo se tensó en una rápida convulsión que duró escasos segundos.
Después nada. Su mente en blanco.
Oyó al médico pidiéndole que intentara decir algo.
Naruto separó los labios, intentó articular palabras, pero un suave silbido acompañó aquella vibración que pretendía traspasar la oración.
-Seguiremos intentando.
Sasori lo ayudó a bajar suavemente de la camilla. Vio en los ojos de Naruto la misma tristeza de antaño, sintiéndose a su vez afligido.
**
Fue pasando las hojas una por una, leyendo detenidamente el historial médico de Naruto. Había perdido el habla a los diez años, meses antes de su ingreso al orfanato.
Tsunade lo había acreditado a las múltiples noches que el niño había estado a la intemperie.
Nada más.
No podrían más datos que algunas simples revisiones médicas que poco aportaban a lo anterior.
Ni siquiera estaba anexada la alergia de Naruto...
Irritado, cerró el expediente. Las terapias con Orochimaru no mostraban progresos notorios. Sin embargo no quería decantarse aún por la intervención quirúrgica.
Al menos la condición de Naruto no databa de su nacimiento, pero igualmente existía la probabilidad de que no recuperara el habla.
Quizá fue un error haber buscado un especialista. Ahora le había dado falsas esperanzas al chico. Una ilusión de la que el mismo se había contagiado.
De verdad esperaba que Naruto pudiera desenvolverse mejor.
Se levantó del escritorio y cubrió al chico con su gabardina al ver que se había quedado dormido en su despacho.
Aquellas terapias con impulsos eléctricos no solo debían resultar molestas, sino que también lo agotaban físicamente. Orochimaru se lo había explicado antes.
¿Valía la pena semejante sacrificio?
Volvió a la mesa para hojear el nuevo prototipo de marioneta que tenía pensado. Sólo era un bosquejo, simples trazos de la fisonomía.
Últimamente comenzaba a tener sueños extraños que involucraban a una marioneta perfecta. Pero cuando despertaba, no recordaba gran parte de ello.
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Esa mañana en particular, Naruto despertó sintiéndose extraño. La garganta le dolía a niveles inimaginables. Sentía su tráquea irritada. Por eso, nada más levantarse, fue hasta la nevera para servirse de la jarra de agua.
Bebió tres vasos consecutivos, hasta que la irritación disminuyó. Luego se sentó en la mesa del comedor donde estaba una de las tantas libretas que Sasori le había obsequiado. Había blocks de notas por doquier, en caso de que necesitara expresar algo en cualquier parte de la casa.
Tomó el bolígrafo y comenzó a escribir, pero se detuvo al cabo de unas palabras. De nuevo sentía que su mente se quedaba en blanco.
Minutos más tarde, Sasori entró al comedor. Y sus inquisitivos ojos avellanas lo inspeccionaron con curiosidad.
-¿Tienes hambre, Naruto?
Naruto negó con la cabeza. Solamente le dolía la garganta.
-¿Te encuentras bien?
Cuando Sasori se acercó, Naruto levantó la mirada. Separó un poco los labios y emitió lo primero que se le vino a la mente.
-No lo sé.
Las palabras salieron distorsionadas, roncas y apenas entendibles.
Naruto se sujetó la garganta con ambas manos. Sus ojos se llenaron de lágrimas ante una emoción indescriptible cuando Sasori lo rodeó entre sus brazos.
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