Apagó el celular tan pronto vio la nueva llamada a mitad de la clase.
No quería hablar con él por telefono. Necesitaba verlo y que le explicara lo que pasaba.
¿Por qué tan repentinamente lo dejaba plantado por casi una semana sin siquiera intentar justificarse?
¿Tenía que ver con la llegada de Itachi?
Ante el recuerdo del otro Uchiha, Naruto suspiró largamente y se recostó en el pupitre.
Por la tarde no acudió al restaurante y, en cambio, aguardó pacientemente en su departamento, hundido en una profunda desolación que se incrementó al paso de las horas.
Seguro de que Shisui no se presentaría de nuevo, se recostó en la cama dispuesto a dormir hasta la mañana siguiente. No obstante, los golpes a la puerta no se hicieron esperar apenas media hora después de que Naruto lograra conciliar el sueño.
Por primera vez dudó en abrir, temiendo que malas noticias terminaran por desestabilizar su (ya deplorable) estado de ánimo. Finalmente se acicaló un poco y abrió. Del otro lado Shisui le esperaba con un ramo de flores que Naruto no quiso tomar.
Con expresión alicaída, se hizo a un lado para dejarlo pasar. Shisui dejó las flores en el sofá, sin dejar de esbozar una sonrisa nerviosa.
-No respondías mis llamadas- tanteó indeciso, a lo que Naruto asintió, todavía aguardando por una excusa lo suficientemente valida para la ausencia de quien se suponía era su pareja. -Mi tío no dejaba de darme trabajo y estaba demasiado cansado para...- de pronto calló al notar que los labios de Naruto temblaban, como si estuviera conteniendo las lágrimas.
-¿Vas a dejarme?- preguntó el Uzumaki en un hilo de voz. -Si es asi, solo dilo y no le des tantas vueltas.
Atrozmente confundido, Shisui negó reiteradamente ante semejante falsedad. Tomó las manos de Naruto entre las suyas, buscando en su mirada algún indicio de rencor o enojo, pero solo vio dolor reflejado en las irises índigo.
¿Cómo decirle que sus múltiples ausencias se debían a Itachi?
Desde el precipitado regreso de su primo y su tío, el trabajo en la empresa había ido cada día en aumento. Sin duda aquella jugada era obra de Itachi. De algún modo se desquitaba, aunque Shisui ignoraba cómo y cuando se había enterado de su relación con Naruto, ya que, desde su llegada, Itachi no se había dignado a dirigirle la palabra.
Simple y llano orgullo Uchiha.
-No voy a dejarte, Naruto- sonrió, besandole primero la comisura izquierda y después plantandole un firme beso. -Solo olvidemos esta semana y mañana vayamos a dónde tu quieras.
Naruto solo atinó a asentir, dejandose envolver en los brazos del Uchiha.
*
Solo había dos cosas que Itachi no podía perdonar en la vida. La primera era el engaño, y la segunda, la traición.
La primera vez que les vio juntos en el restaurante, había experimentado una mezcla de emociones demasiado contradictorias para poder procesarlas todas de una vez.
Sintió enojo al saberse traicionado.
Envidia de ver a Shisui con aquella estúpida sonrisa de felicidad que tantas veces le vio cuando aún salía con Naruto.
Dolor ante la mirada anhelante del Uzumaki.
Rabia de la cercanía de ambos.
Se había sentido asqueado de sus propias emociones y deseos por tener nuevamente a Naruto consigo.
Había desistido de su fútil empresa por ir a buscarlo cuando les vio al pasar fuera del restaurante en su coche.
Aquella escena molesta se había repetido la noche siguiente, tornandose en la rutina insana de quien se sabe herido y dejado a su suerte. Aunque en su caso había sido a la inversa. Él había dejado a Naruto luego de enterarse de su relación con su primo.
Fue él quien lo abandonó en un intento desesperado por huir de su propio dolo y resentimiento. Y ahora que por fin había conseguido unos meses de paz, se daba cuenta, al verle de nuevo, de que no sería capaz de olvidarle tan fácilmente.
¿Por qué tenía que ser él quien renunciara a Naruto cuando lo de ellos había tenido lugar antes?
¿Por qué hacerse a un lado solo porque su primo se interponía?
Al diablo con la moral y la ética. Shisui nunca jugó limpio, asi pues, él tampoco debía.
Después de haber renunciado a su empleo para unirse a las labores empresariales de su padre, había conseguido en pocas semanas el ascenso. Y aquello equivalía a la ruina contundente de Shisui.
Pensativo, bajó la ventanilla del coche, viendo del otro lado de la calle a un sonriente Naruto tomado de la mano de su primo.
El cuadro de felicidad que exhibían, le quemaba profundamente las entrañas.
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